domingo, 27 de enero de 2013

La gran familia de las compuestas (III)

Finalizamos hoy la serie de entradas dedicadas a las compuestas que florecieron en la terraza durante 2012, con las cinco especies restantes que constituyen una buena muestra de lo variadas que llegan a ser las especies de esta familia.

Dalia decorativa 'Duet', octubre 2012
Dalia (Dahlia sp.)

Las dalias son muy populares y fáciles de encontrar en las colecciones de bulbos de primavera. Existe una cantidad inmensa de variedades, con lo cual es fácil que hallemos alguna que nos guste. El año pasado compré dos bolsas, ambas en los supermercados ALDI pero pertenecientes a dos colecciones distintas. La primera fue la dalia decorativa 'Duet' (aunque las flores parecen muy claras para pertenecer a esa variedad) y la segunda, una bolsa de dalias pompón rojas, la cual he de decir que supuso una decepción con estas colecciones tan baratas por su imprecisión, pues no salió ni una flor con este aspecto, sino dos variantes con flores simples y pequeñas, unas rojas y otras amarillas.

Una dalia decorativa es aquella cuyas flores son dobles y crecen muy apretadas, hasta el punto que no llega a verse el disco central donde deberían estar las flores tubulares en la disposición que encontramos en muchas compuestas tales como las margaritas, crisantemos, gerberas o girasoles. La 'Duet' tiene este aspecto y es cierto que no alcanzamos a ver sino un apelotonamiento de pétalos bicolores muy elegantes, aunque creo que lucirían más espectaculares si hubieran sido más grandes.

En general, las dalias sobrellevaron bastante mal el verano, viéndose atacadas por los hongos y llegando algunas de ellas a decaer hasta tal punto que tuve que "segarlas" por completo para que rebrotasen del suelo. Sólo la 'Duet' repitió floración en la estación cálida y tuvo otro pequeño repunte en otoño. Para finales de verano, con la mayoría de tallos totalmente secos, al escarbar en la maceta encontré sus tubérculos podridos. La 'Duet' se secó del todo antes de las navidades; ha sido revisada esta semana y sigue bien, con lo cual la moveré a una maceta más grande a la espera de que este año se desarrolle más, pues la talla que ha alcanzado hasta ahora dista mucho de ser la que uno espera de estas plantas.

Uno de los pequeños tubérculos que se desprendieron de las dalias "variadas" se lo regalé a mi tía, que con pocas atenciones consiguió que la planta creciera y floreciera (con flores amarillas) a finales de verano, y quizá este año le rebrote. Por mi parte, esta temporada no sé si encontraré alguna variedad que me llame la atención, pero a lo sumo quizá sólo introduzca una planta más, a menos que encuentre dalias enanas que, ocupando menos lugar, no me preocupa demasiado. Y es que, en mi terraza, las macetas grandes y el sitio para ellas son bienes escasos.


Gerbera, diciembre 2012
Gerbera (Gerbera x hybrida)

La gerbera es una de las plantas más conocidas en el mundo de la flor cortada. Mucha gente cree que la planta que normalmente encontramos en las tiendas pertenece a la especie Gerbera jamesonii, pero lo cierto es que es un híbrido de ésta con Gerbera viridifolia. La planta destaca por sus vistosas flores, similares a margaritas, de las que se han obtenido distintos colores en cultivo e incluso formas variadas.

Tuve dos gerberas en 2012. La primera la compré en un supermercado Eroski por dos euros, en pleno verano, y parece que seguí con ella el perfecto manual para matarla. La trasplanté nada más llegar a casa, con el calor del mediodía, y la regué de manera abundante. La planta, claro, decaía conforme pasaban los días, doblándose los pedúnculos de las flores lanzando a perder su bonito aspecto de esta manera. Y yo venga a echarle más agua y ponerle debajo una bandeja para que no se escapase ni una gota. Al final, pocas semanas después, no quedaba nada en la maceta.

En octubre volví a encontrar la planta en un supermercado Alcampo, del mismo viverista holandés ('Colour Game'), algo más pequeña y por la mitad de precio, un euro. Busqué un ejemplar similar al que tuve, de pétalos rojos con el centro oscuro salpicado por los estambres amarillos de las flores tubulares. Esta vez también la trasplanté, pero la traté con las pocas atenciones que suele requerir, regando sólo cuando la tierra  está bien seca. La planta ha florecido varias veces en casa y sigue haciéndolo ahora en invierno, aunque su aspecto actual refleja la falta de temperatura y luz de la estación. Sin embargo, como siga prosperando habrá que volver a trasladarla a una maceta más grande.


Girasol, agosto 2012
Girasol (Helianthus annuus)

El cultivo del girasol en mi terraza no fue más que una mera curiosidad y una "pequeña responsabilidad", dado que muchas veces había germinado pipas pero nunca había llegado a mantener la planta lo suficiente como para que floreciese, abandonándolas a las pocas semanas. Utilicé en esta ocasión unas pocas pipas pequeñas de la comida para loros que les doy a mis ardillas. Las semillas germinan con una facilidad tremenda por el método de depositarlas sobre papel de cocina humedecido (a veces tardan menos de 24 horas), así que el cultivo de verdad comienza al pasarlas a tierra.

Puse unas cuantas en un macetero rectangular no muy grande allá por junio. Llegaron a prosperar seis, aunque una de ellas era tan pequeña que no salió adelante. Al principio las plantas crecen sin problemas y más pronto de lo que esperamos ya vemos asomar el botón floral en el ápice del tallo, mas todavía quedará esperar unas semanas hasta ver las flores abiertas, siempre y cuando procuremos unos cuidados adecuados a las plantas.

El principal problema que encuentro a tener girasoles en macetas tan pequeñas es la demanda de agua que éstos exigen. En grandes cultivos, el girasol se caracteriza por prosperar sin demasiados riegos ya que sus raíces excavan el suelo en profundidad y se aprovechan de la humedad acumulada. Pero claro, estamos hablando de una maceta de no más de 15 cm. de altura expuesta al duro sol veraniego de Cullera. Había que empapar la tierra a cada visita a la terraza para lograr que las hojas volviesen a levantarse, pues se arrugan y cuelgan flácidas con la falta de humedad.

Finalmente, a mediados de agosto se abrieron las flores. Debido al tamaño de la maceta, tanto éstas como las plantas quedaron de una talla contenida, con unos 40 cm. de altura y capítulos florales de unos 10 cm. de diámetro. Conseguido el reto, saqué las fotos de rigor y seguí cuidando las plantas poco tiempo más, pues las hojas dejaban de recuperarse con los riegos y finalmente corté el agua dejando secarse a las plantas y viendo madurar las pipas.

Esta temporada no volveré a hacer estas pruebas, pero sí quiero introducir en la terraza la variedad ornamental de girasol 'Autumn Beauty', cuya particularidad reside no sólo en sus flores que varían del amarillo al rojizo con centros oscuros, sino que crece como el girasol original silvestre, esto es, ramificado y con varias flores a la vez, y no como las variedades de cultivo como la que tuve que producen un solo tallo con un único capítulo en su extremo. Eso sí, usaré una maceta grande.


Liatris, julio de 2012
Liatris spicata

La liatris es una de las compuestas más curiosas y fáciles de cuidar de cuantas tengo. La planta se vende como bulbo en primavera, y pese a que tiene el aspecto un bulbo auténtico como el de los tulipanes o gladiolos, no es tal cosa: en realidad, se trata de un tallo modificado que forma un tubérculo. Vendían estos tubérculos en LIDL en primavera en dos versiones, una cajita con 10 de ellos y una bolsa con 25. A pesar de que la bolsa más llena costaba apenas medio euro más, temiendo no tener sitio me llevé el de 10. Repartí las plantas en dos macetas y en el contenedor de 150x75, considerando en éste que serían grandes plantas para el fondo del recipiente por su altura. No fue exactamente así.

Parece ser que brotaron todos los cormos, aunque las plantas de las macetas siempre tuvieron un aspecto algo más estropeado. Sin embargo, todas prosperaron y mantuvieron sus hojas hasta el otoño, pero sólo conseguí ver florecer a tres. Las plantas, eso sí, toleran bastante bien el calor y sus largas hojas lanceoladas apenas se ven afectadas por la sequedad.

Las flores son espectaculares para tratarse de una compuesta. Aparecen en verano en espigas verticales y se asemejan mucho a las del agerato, especie de su misma tribu taxonómica: no tienen pétalos, sino que encontramos unos filamentos rosados que no son más que la prolongación de los estilos, colgando desde cada flor tubular. El tallo que sujeta las espigas posee también hojas lanceoladas o lineares aunque menores que las de la roseta. A pesar de que en el paquete se indicaba que la planta puede llegar a 70 cm. de altura cuando está en flor, lo cierto es que ninguno de mis ejemplares pasó de unos 30 cm. Un aspecto curioso de estos conjuntos es que las flores se abren en un orden inverso al de la mayoría de flores en espiga: de arriba a abajo.

Llegado el otoño, corté las espigas que estaban llenas de semillas que, al parecer, germinan con facilidad. Eliminé las hojas secas y me dispuse a sacar los cormos de bajo tierra. Algunos han engordado de manera notable, aunque creo que no están todos los 10 que planté; sin embargo, el tamaño de los más grandes augura varios puntos de crecimiento para la próxima temporada. Uno de los cormos que saqué pronto, sobre septiembre, se arrugó y se secó tanto que tengo dudas sobre si estará listo para rebrotar. Por ello, los que saqué después los mantuve en un recipiente con turba y no corrieron la misma suerte. No hay rastros de hojas por ahora, con lo que parece que incluso en comportamiento se asemejan a las bulbolsas de la familia del tulipán, los iris o los jacintos, descansando bajo tierra durante el invierno.


Clavel de indias, octubre de 2012
Clavel de Indias (Tagetes patula)

Esta asterácea la llevo cultivando desde que en primavera de 2011 sacara adelante una pequeña maceta con ellas en el balcón de casa, donde ya dieron un buen montón de semillas. Sembré más semillas en otoño de ese año que dieron flor entre diciembre y enero, y curiosamente no salió adelante ninguna más cuando las sembré en primavera. Sin embargo, aparecieron en una maceta en junio, posiblemente de semillas caídas por accidente, y comenzaron a crecer pausadamente. Esas plantas (una de ellas en la foto), aunque con poca vida ya por delante, todavía las tengo y han sido las que más grandes se han hecho y más tiempo han vivido, floreciendo desde octubre hasta casi este mes.

Las semillas originales proceden de un sobre comprado en ALDI, aunque ahora mismo tengo centenares de semillas de todas y cada una de las plantas que he tenido, resultando ser una especie tremendamente prolífica. Las semillas tienen un aspecto curioso e inconfundible: pequeños cilindros negros alargados con pelusa pajiza en un extremo, asemejándose a pinceles en miniatura. En el sobre ponía que eran de la variedad 'nana', pero lo dudo, puesto que las plantas que he tenido han sobrepasado los 30 cm. de altura.

La planta tiene unas atractivas hojas divididas y aserradas y produce montones de capítulos de pétalos dobles de color rojizo-anaranjado, con las flores tubulares visibles en su centro. Florece cuando alcanza la talla adecuada, siendo bastante irregular para esto. La planta es anual y se adapta a crecer en cualquier época del año, floreciendo incluso en invierno. La que tuve en verano floreció en apenas un mes y medio, mientras que esta última tardó casi cinco meses. Parece ser pues muy variable y adaptable.

Las flores realmente huelen como los claveles verdaderos, y cuando sacamos las semillas podemos apreciar un ligero aroma similar al pomelo en los capítulos. He sembrado algunas más para la primavera pero no sé si tendré éxito con ellas, aunque realmente se trata de una anual sencilla de sacar adelante por semillas.


Y hasta aquí todo lo referente a las compuestas en 2012. Para 2013 espero que sean muchas más las que florezcan, habiendo sembrado desde ya algunas especies nuevas. Espero que la familia más grande del mundo de las plantas también sea la más florida en la terraza durante los próximos meses.

sábado, 26 de enero de 2013

Lobelia 'Crystal Palace', un diminuto punto de atención

Lobelia 'Crystal Palace' en junio de 2012
La lobelia 'Crystal Palace' es un cultivar de la especie Lobelia erinus bastante fácil de ver en las colecciones de semillas que encontramos a la venta. Se trata de una planta anual de pequeño tamaño que destaca por su abundante floración que llega a cubrir tanto la planta que no deja ver sus tallos. Crece con facilidad a lo largo de la primavera y el verano y se resiembra bastante bien con las semillas que caen de sus cápsulas secas. Las lobelias tienen su propia subfamilia dentro de las campanuláceas. Esta especie en concreto tiene sus orígenes en el sur del continente africano.

Conseguí un sobre de semillas de la colección que traen los supermercados LIDL de cara a la primavera. Atraído por la forma y colorido de sus flores, esparcí un buen número de semillas en la parte frontal del contenedor de 150x75 a fin de llenar esta parte con una planta pequeña y llamativa. Quizá no llenaron tanto como hubiera esperado, pero hubo éxito y aparecieron al menos cinco o seis plantas más o menos espaciadas entre sí.

Sólo hubo que esperar algo más de dos meses, hacia finales de mayo, para ver las primeras flores. La planta crece derecha y tiene hojas lanceoladas con el borde dentado, de un tono verde oscuro o pardo rojizo. Las pequeñas flores son zigomorfas, es decir, que tienen simetría bilateral en lugar de radial como las margaritas o anémonas. Tienen una corola tubular que se divide en tres lóbulos grandes apuntando hacia abajo y otros dos más pequeños en la parte superior. Su coloración es azulada-violácea y en el centro aparecen dos manchitas amarillas ribeteadas de blanco.

Más flores en julio de 2012
Su color causa un efecto bastante curioso en la cámara de fotos, o al menos ocurre en la mía, quizá debido a la precisión del sensor a la hora de captar los colores. A simple vista, las flores se ven azules, sólo ligeramente moradas, color con el que destacan bastante. Sin embargo, en las fotos es imposible reflejar este color, que aparecerá siempre de un tono morado que para nada parece azul. Si este año vuelvo a verlas florecer, intentaré de nuevo captar este color probando un balance de blancos personalizado acorde con la luz existente en el momento de la fotografía, aunque no creo que mejore la cosa.

Resulta una planta muy decorativa ya que las flores tienen bastante duración, aguantando semanas y siendo reemplazadas de tal manera que la planta no vuelve a parecer vacía una vez se pone en marcha. Las flores secas se convierten en cápsulas que contienen decenas de pequeñas semillas, menores que un grano de arena, que permiten que las plantas se siembren de nuevo ellas solas. El año pasado ocurrió así, aunque al remover toda la tierra del contenedor no he podido mantener las plantas, resembrando de nuevo con semillas que quedaban en el sobre. Este año quiero permitirles que se autosiembren, para probar su resistencia al invierno.

Las plantas se secaron a finales de verano, como casi todas las anuales. Hay que decir que toleran muy bien el calor veraniego y la falta de humedad no parece hacer mella en su crecimiento. Quedo pues a la espera de repetir experiencia con ellas este año, con ganas de volver a disfrutar de su diminuta pero prolífica floración.


viernes, 25 de enero de 2013

La gran familia de las compuestas (II)

Hoy vamos a continuar hablando de las compuestas que engalanaron la terraza durante 2012 con sus flores, después de la introducción hecha en la entrada anterior, pasando a enumerar a las especies que tuve durante el pasado año. Utilizaré un orden alfabético ateniendo a su nombre científico, dado que el orden en el que llegaron o en el que florecieron es un tanto irregular al existir tanto plantas de semilla como adquiridas ya crecidas, y la floración puede repetirse varias veces al año según la edad u origen de los ejemplares. Veamos pues la primera parte de esta reseña.

Milenrama, octubre 2012
Milenrama (Achillea millefolium):

Adquirida en forma de semillas en ALDI en 2011, el sobre parecía tener ya unos años (la fecha recomendada de uso iba un año por detrás de otros sobres que compré aquel año). Sembré las primeras plantas en septiembre de ese año en una mezcla de arena con turba en la superficie y las plantas germinaron pronto, con un ritmo de crecimiento que se fue pausando a medida que pasaba el tiempo. Al principio compartieron contenedor con unas Xerochrysum, pero éstas fueron retiradas tras morir y secarse.

Como prueba, en la primavera de 2012 sembré más semillas en el contenedor de 150x75 y fueron mucho más exitosas que sus hermanas más viejas: cubrieron buena parte de la mitad-fondo del contenedor y para el mes de junio ya estaban floreciendo. Las plantas más viejas tardaron más de un año en dar sus primeras flores, en octubre de 2012. Finalmente, dejé las viejas, que tienen su espacio propio, y tuve que arrancar todas las más jóvenes para limpiar el contenedor, dado que se habían multiplicado enormemente a base de echar estolones. La planta tiene un aspecto vistoso, con hojas largas y rastreras finamente dividas que se asemejan a helechos. La floración crece en umbelas similares a algunas crucíferas y umbelíferas, con multitud de capítulos blancos con pequeñas lígulas salpicados por los estambres amarillos que sobresalen. Es perenne, no pierde nunca las hojas y requiere un riego medianamente moderado, resistiendo sin problema los rigores del verano. Como ya se ha mencionado, amplía su superfície emitiendo estolones desde su base.


Agerato, agosto 2012
Agerato, damasquino (Ageratum houstonianum)

Los ageratos, una de las compuestas más exitosas que tuve en 2012, llegaron a casa también en forma de semilla, pero de LIDL, en febrero o marzo de ese año. Sembré toda una fila en la zona central-frontal del contenedor y al principio no parecía que se dieran mucha prisa por crecer. Sin embargo, conforme avanzaba la primavera dieron un estirón y se convirtieron en una de las plantas con más presencia en este recipiente. Las primeras flores se abrían en junio, y fueron de las pocas que lucieron a lo largo de todo el verano, y más allá, pues todavía quedan algunas. La planta en principio se comportó como una anual de ciclo corto, muy corto, pues en apenas 5 meses, muchas plantas germinaron, crecieron, florecieron y murieron tras dar semillas a montones, lo que provoca la autosiembra de la especie. Entre estos pequeños ejemplares, algunos de no más de 15 cm. de altura, apareció uno con las hojas el triple de grandes. Este "gigante" fue creciendo y alcanzó una talla visiblemente superior a la de sus compañeras y estuvo floreciendo sin parar desde finales de verano hasta ahora. Parece que aguantan muy bien el verano, pues ninguna de las plantas desfalleció durante esta estación, aún floreciendo sin parar. Les gusta el calor, vaya.

Actualmente, este ejemplar de gran tamaño sigue en pie tras ser trasplantado a una maceta al vaciar el contenedor, pero luce algo estropeado y quizá no sobreviva, debido al estrés provocado por el cambio de sitio y los episodios de lluvia con viento que hemos tenido estos días. Sea como fuere, resulta extraño que este ejemplar tuviera un aspecto tan distinto al resto. Supuestamente, la planta es perenne si consigue pasar el invierno sin que el frío sea demasiado intenso (algo fácil que ocurra aquí), así que también resulta extraña la corta vida de las primeras plantas que florecieron. Este año no lo he sembrado por quedarme dos ejemplares todavía y para evitar que se vuelva invasivo, pero quizá siembre después de verano unos pocos más a fin de renovarlos de cara a 2014. Tienen hojas redondeadas y arrugadas, con abundancia de pelos cortos, y unas atractivas flores plumosas de color violeta-azulado que crecen agrupadas en ramilletes en el ápice de los tallos. Dan semillas con facilidad.


Crisantemo, noviembre 2012
Crisantemo (Chrysanthemum x morifolium)

Este ejemplar llegó a mi casa en la época en la que se pusieron a la venta con motivo de la festividad de Todos los Santos, a finales de octubre, también de LIDL. Quería poner alguna compuesta ramificada de flores tipo margarita que pudiera ir viendo crecer, y me llevé uno de estos híbridos, con las flores rojas. No me llamaron demasiado la atención los otros colores ni formas -no me gustan los de flores dobles- que había en la tienda así que, aunque ya tenía una gerbera de color rojo, me llevé esta planta con el mismo color. La planta venía ya con algunas flores abiertas y otras tantas sin abrir, con lo cual apenas una semana después de su adquisición y tras haberla trasladado a una maceta un poco más grande, dio todo su esplendor para pasar a ir perdiendo atractivo conforme llegaba el invierno. Pasada la floración inicial, algunas flores más tardías no llegaron ni a abrirse, aunque ahora en invierno se han abierto dos pegadas al suelo. La planta sigue con el mismo tamaño que cuando llegó, unos 20 cm. de altura y con dos tallos. Supongo que habrá crecimiento nuevo cuando el día se alargue y aumenten las temperaturas, para florecer de nuevo al otoño que viene. Espero que para entonces pueda lucir todavía más espectacular que esta pasada temporada y, a ser posible, acompañando a otras especies con las que pueda formar una bella composición de colores.


Cosmos, octubre 2012
Cosmos 'Giant Flower' (Cosmos bipinnatus)

Esta especie también llegó a casa en forma de semillas, de la misma colección que el agerato nombrado más arriba. Estuve semanas viéndolas en el expositor sin prestarles demasiada atención, hasta que finalmente me decidí a llevármelas y probar. Fue bastante tarde, sobre mayo, así que habría que cultivarlas con un trato especial si quería sacarlas adelante. Creo recordar que tuve que hacer dos siembras, porque de la primera no salía nada. Finalmente, a mediados de verano comenzaron a crecer las plantas en un macetero rectangular, además de otro ejemplar en el contenedor que posiblemente surgió de alguna semilla que eché como simple prueba. El caso es que esta planta de siembra "aleatoria" creció antes y les sacó bastante ventaja a las demás.

En verano, el aspecto de las plantas reflejaba bien la dureza de la estación. Las hojas inferiores acababan llenas de hongos, y el resto de follaje, de un bonito aspecto plumoso-filamentoso -muy curioso para tratarse de una compuesta-, decaía mucho con la falta de agua. Para tenerlas todas bajo control, saqué la planta del contenedor en pleno verano y la planté en el mismo macetero que las otras dos, las cuales ocupaban sólo la mitad del tiesto. A pesar de ser un trasplante tan in extremis, en plena estación cálida, la planta arraigó con éxito y se vio muy beneficiada por los dos episodios de lluvia que hubo a finales de agosto, que humedecieron a fondo el macetero y permitieron a las plantas seguir adelante. Ya para finales de septiembre, empezaron a aparecer los primeros capullos y las tres plantas lograron llenarse de flores de unos 5-7 cm. de diámetro que contrastan de manera elegante con el delicado follaje. Me salieron todas rosadas: una más clara, una más oscura y, curiosamente, una cuyos pétalos tenían dos mitades con los dos tonos de las otras dos plantas. Dieron un montón de semillas que fui guardando, aunque algunas que cayeron se pusieron a brotar y las he dejado a su aire, para que crezcan cuanto quieran. Además, he sembrado más semillas del sobre original a fin de conseguir plantas más variadas (en la imagen del sobre aparecen flores rojas y blancas, que no estaría mal que apareciese alguna). Sólo trasplantaré las que han brotado en macetas demasiado pequeñas para asegurar que tengan un sitio más acorde. Es una pena que la planta sea anual, pues su porte (más de medio metro de alto) y lo abundante de su floración lucirían más si durase unos pocos años y floreciese más meses al año.

En la próxima entrada dedicada al tema, las cinco especies restantes de esta familia que florecieron el pasado año.

jueves, 24 de enero de 2013

Las primeras lluvias, los primeros despertares

Antirrhinum majus floreciendo en invierno
Hoy por fin escribiré una entrada ubicada en el presente, comentando un poco cómo está la situación actual en la terraza aprovechando que han caído unas pocas precipitaciones que tendrán su importancia a lo largo de estos días.

No había llovido desde los primeros días de las navidades, aunque poca cosa. Las últimas lluvias copiosas cesaron durante la primera quincena de noviembre y prácticamente me olvidé de regar las plantas durante un mes entero. Sin embargo, el año había comenzado seco y ya iba haciendo falta una lluvia que empapase bien las macetas y los grandes contenedores que ocupan la terraza. En la última semana ha llovido tres veces, poca cantidad pero con suficiente fuerza para cumplir el cometido que andaba buscando. Las dos últimas, martes y hoy jueves, me han pillado en Cullera por sorpresa, aunque han sido breves y acompañadas de mucho viento que, por suerte y gracias a la ubicación entre edificios de la terraza, no ha causado ningún problema.

Cabe destacar que el gran contenedor para los bulbos fue instalado después de las últimas lluvias y le convenía un poco de precipitación para que calase de manera uniforme toda su superficie (de 2,8 x 1 metros) para animar a los bulbos a crecer. Algunos ya venían con fuerza y están brotando, como los iris holandeses. También los Muscari armeniacum asoman varias hojas, y eso que los bulbos tenían un aspecto bastante desaliñado y no tenía claro si iban a sobrevivir (alguno incluso se pudrió antes de ser plantado). El año pasado, cuando los compré, los planté inmediatamente (a principios de septiembre) y también fueron los primeros en tener hojas, pocas semanas después.

Flores de Kalanchoe x houghtonii
El caso con los bulbos este año ha sido un perfecto ejemplo de falta de coordinación por mi parte, incluso de "dejadez pasajera". Pensé dejarlos "para más tarde que el año pasado", con la intención de plantarlos en noviembre. Así pues, dejé estar todo para el último momento y luego se me echó el tiempo encima. Al final me puse manos a la obra y en pocas semanas, con la ayuda de mi hermano, construí el armazón de madera, puse el plástico para contener la tierra y subí dos pisos con 22 sacos de 50 l. de sustrato para llenar y plantar en el momento. La mayoría de los bulbos emepezaban a asomar algún brote corto, con lo cual llegué con el tiempo justo, tarde pero todavía dentro de lo admisible. Eso sí, seguro que este año no tengo flores tan pronto como el pasado (o sí, nunca se sabe). Además, algunos bulbos ya plantados en macetas tampoco es que fueran muy rápido.

Así, los más adelantados eran unas Camassia cusickii plantadas en octubre que trasladé al mismo contenedor dado que tiene tamaño suficiente para albergarlas, a pesar de superar en tamaño al resto de los bulbos con los que comparten suelo. El año pasado las puse en macetas muy pequeñas y con tierra arcillosa, y no sobrevivió ni una sola. Este año espero verlas florecer, aunque para eso todavía queda. Por su parte, los primeros bulbos que enterré, dos pares de ajos ornamentales de dos cultivares distintos, todavía empiezan ahora a asomar a la superficie, aunque desde hace semanas ya se veían incluso algunas raíces asomando por los agujeros de drenaje de sus macetas.

El contenedor-semillero mantiene su humedad con el plástico cobertor, pero he descubierto que la superficie, formada casi toda de turba rubia, no se empapa. Usé restos de este sustrato que tenía por casa para aportar más contenido y quizá debería haber humedecido a conciencia unos cuantos litros para esparcir sobre la superficie; suelo hacerlo agitando una mezcla del sustrato con un chorro de agua dentro de un bote con tapa. La turba rubia es bastante hidrófuga y si no se emplean métodos de ese estilo, se reseca con facilidad y no absorbe bien el agua. He tenido que pulverizar toda la superficie, aunque veo venir que será necesario repetir la operación a menudo. No obstante, ya había semillas brotadas, muy pocas en la parte central y posterior, pero un buen montón en la parte frontal. Por la ubicación, debería tratarse de plántulas de Iberis umbellata f. nana, la planta que elegí para poner delante por su escasa talla.

Poco más que contar, pues estamos en plena mitad del invierno y las plantas empezarán a responder mejor conforme los días se alarguen y ganen en calor, época que aún queda unas semanas lejos. No obstante, hay especies en flor, como una Kalanchoe x houghtonii que obtuve hace un año esquejando un trozo que encontré recién caído de un balcón, o uno de los Antirrhinum majus que sembré en marzo y que ha triplicado su talla durante el pasado otoño y está floreciendo con mucha alegría. Me parece que el que no sobrevivierá es el gran Ageratum houstonianum que transplanté hace poco. La lluvia acompañada de fuerte viento -incluso ha granizado durante unos segundos- parece haberlo estropeado bastante. En caso de lanzarse a perder tampoco pasaría nada, pues tengo otra planta de menor tamaño en buen estado y muchas semillas todavía: con la facilidad que han demostrado progresar, seguro que puedo obtener unos cuantos para este verano si hiciera falta.

domingo, 20 de enero de 2013

La gran familia de las compuestas (I)

Detalle del capítulo de  un girasol
Las compuestas, Asteraceae, conforman la mayor familia de plantas del planeta, con más de 23.000 especies conocidas. Todas se caracterizan por tener las flores agrupadas en capítulos, estructuras que agrupan multitud de pequeñas flores tubulares y que muchas veces se presentan simulando ser una flor única, con su corola de pétalos. Todos conocemos varias especies de compuestas; es más, todos nos habremos alimentado de ellas al menos alguna vez. Lechugas, endibias, girasoles, manzanillas, alcachofas... aparte de multitud de especies ornamentales como las margaritas, crisantemos o gerberas son una pequeña muestra de la enorme variedad que posee esta gran familia.

En mi blog dedicado a la flora silvestre de Cullera aparecen actualmente 55 especies de compuestas, aunque he detectado al menos un total de 70 o más que tengo pendientes fotografiar y publicar (o sólo publicar). Obviamente, se incluyen muchas que son invasoras o que viven en un estado de asilvestramiento extendiéndose desde zonas habitadas. Con ello, aquí en Cullera también se ganan el título de familia con más miembros de todo el territorio, seguidas muy de cerca por las leguminosas y gramíneas. Resulta emocionante llegar a un rincón que he explorado poco o nada y encontrar una especie nueva de asterácea.

No resulta raro tampoco pensar que esta familia tiene un gran número de representantes entre mis ejemplares cultivados. Durante 2012 llegaron a ser 17 las especies de compuestas que llegaron a o germinaron en la terraza, la mayoría de ellas llegando a dar flores. Algunas todavía están en una "fase de observación", pues se encuentran o bien creciendo o bien adaptándose. Citaré cuatro de ellas, empezando por la cineraria marítima (Jacobaea maritima), especie mediterránea alóctona aunque naturalizada, de la que obtuve un esqueje en marzo que desde entonces ha crecido de manera más que correcta, aunque todavía está lejos de la talla que tienen sus parientes silvestres.

Agerato en julio
La segunda, un salsifí (Tragopogon dubius) que obtuve de la única semilla que se me ocurrió llevarme a casa tras una pequeña decepción con la especie, que descubrí demasiado tarde y no conseguí fotografiar de manera adecuada para 'Flora de Cullera'; a lo visto es bienal, pero mi planta, que ya ha sobrepasado el año de edad, sigue siendo aparentemente muy pequeña. En 2012 volví a las zonas donde la vi crecer y no encontré ni una, uno de los casos más extraños acaecidos en estas aventuras en busca de plantas: sólo se me ocurre que hubieran llegado hace poco y no hubiera ninguna planta en edad de florecer, pero que en 2013 quizá alguna lo haga, habiendo pasado desapercibidas para mí sus hojas el año pasado.

En la misma situación que la anterior, tengo dos pequeñas plantas de cártamo (Carthamus tinctorius) obtenidas de una bolsa del alimento para loros que doy de comer a mis ardillas. Parecen pequeñas pipas de girasol de color blanco y germinan con facilidad. La he plantado varias veces, pero o bien acababa con ellas el calor (era verano) o bien eran los gorriones quienes las picoteaban. Las plantas actuales están aparentemente bien asentadas y espero que en primavera cojan ritmo, a ser posible con floración incluida.

Cosmos en octubre
Por último, tengo dos plantas de edelweiss (Leontopodium alpinum) que compré de una oferta de ALDI en septiembre, a sólo 0,99€. Tengo dos no porque sí, sino porque creía haber perdido a la primera debido a que se secó por un despiste, rebrotando gracias al agua aportada por las lluvias otoñales. Actualmente tienen un aspecto muy feo, que espero que mejore en primavera, aunque no sé si a una planta alpina le sentará bien nuestro verano.

De las especies numeradas, florecieron trece. Algunas de ellas eran anuales, por tanto no queda de ellas nada más que semillas para hacer crecer de nuevo esta temporada. No obstante, también tuve bajas entre las perennes y quizá el caso mas triste fue el de la Echinacea purpurea, que planté de esqueje de raíz y no conseguí ni ver sus hojas. Una pena, pues es una especie que me parece muy bonita y de las que más ilusión me hacía ver. Al parecer subestimé el calor de la época en que fue plantada (marzo) y seguramente las plantas murieron por una acusada falta de humedad que hubiera sido necesaria para despegar. Este año quiero volverlo a intentar prestándoles mayores atenciones para evitar sorpresas desagradables.

Ya habéis conocido a cuatro de estas especies a las que he dedicado sendas entradas individuales: el áster de Nueva York (Symphyotrichum novi-belgii), la perpetua (Xerochrysum bracteatum), el aciano (Centaurea cyanus) y la zinnia (Zinnia elegans). A lo largo de unas cuantas entradas hablaré del resto de especies de manera algo más condensada, explicando sus más y sus menos en el cultivo y cómo progresaron en la terraza. Para este 2013 tengo pensado introducir algunas especies extra, que quizá alarguen el número de miembros de la familia en un 50% o más. Mientras tanto, iremos abriendo boca con un resumen de la temporada anterior.

Haré una mención especial a una compuesta que llegó de manera involuntaria a la terraza, pero que nunca falla a su cita anual. Se trata de la hierba cana (Senecio vulgaris), que crece todos los años en otoño en unas pequeñas macetas que han estado abandonadas en la terraza, y que poco a poco voy retirando hasta que no quede ninguna, cosa que espero tener lista dentro de pocas semanas. No obstante, y con la facilidad que tienen para esparcir sus semillas con ayuda del viento, seguro que al año que viene vuelve a aparecer en alguna maceta con descanso invernal e incluso en las grietas del suelo, como hacen ahora.

jueves, 17 de enero de 2013

Un alquejenje con prisa

Flor a mediados de octubre
El alquejenje o alquequenje, también llamado aguaymanto, uchuva y multitud de nombres más (Physalis peruviana) es un arbustillo perenne pariente de los tomates, pimientos, patatas, berenjenas y tabaco -familia de las solanáceas- originario de zonas tropicales de montaña del Perú, Ecuador y Colombia, que es cultivado por sus frutos en diversas zonas de clima tropical de todo el mundo. Éstos tienen el tamaño y forma aproximado de un tomate cherry, de color anaranjado, y crecen ocultos por el cáliz dándole un aspecto semejante a un farolillo cuando cuelgan de la planta. Al comenzar la fructificación, los pétalos se caen y es el cáliz el que crece con el fruto dentro, cubriéndolo por completo. Ocasionalmente suelen traerlos a nuestros comercios como una mera curiosidad exótica -envasados en cajas con pocas unidades, casi siempre-: fue simplemente gracias a esto que pude obtener simiente para probar a cultivar esta especie.

Los frutos tienen un sabor ácido y refrescante, y su textura no dista demasiado de la de un tomate: incluso encontramos sus pequeñas semillas en el núcleo central rodeadas de pulpa. De este sencillo modo, conservé una buena cantidad de semillas de un sólo fruto, dejándolas secar, y el resto me los comí. Y bien ricos que estaban.

Era verano, y tan pronto como vi que las semillas estaban secas, puse unas pocas en papel de cocina húmedo para ver si había éxito en la germinación. Tardaron un poco, pero finalmente vi asomar algunas raicillas y enterré unas pocas semillas brotadas en una maceta. Salieron dos plantas, una más grande que la otra, las que empezaron a crecer y sigo teniendo hoy. Debido a las diferencias de desarrollo y al tamaño que puede alcanzar la planta, es probable que cuando empiece a alargar y suavizarse el día las ponga en macetas más grandes y separadas a fin de que alcancen un tamaño óptimo.

Fructificación en noviembre
Pero lo realmente curioso es que la planta se dio una prisa en crecer más digna de una anual que de un arbusto perenne. Sembrada en verano, al alcanzar unos 20 cm. de altura ya comenzó a florecer. Y esto en pleno mes de octubre, con poca luz y temperaturas bajas, condiciones en principio poco adecuadas para una planta de origen tropical como esta. El caso es que muchas flores llegaron incluso a madurar, aunque con dificultades seguramente causadas por la escasa talla de la planta, las pocas horas de luz y las temperaturas frescas. A día de hoy siguen colgados algunos frutos con las brácteas verdes, y eso que todos aparecieron prácticamente al mismo tiempo allá por noviembre. Hace unos días probé uno de los frutos, no mayor que un arándano, y parecía que se había desarrollado bien.

A mediados-finales de otoño la planta perdió bastantes hojas, posiblemente por el tiempo y por falta de nutrientes. Actualmente se encuentra bastante estable y no se ven cambios a peor en su estado, con lo que sólo queda esperar a la primavera para comprobar si es capaz de alcanzar una talla óptima y se llena de frutos de un calibre más similar al de los que originaron las plantas. Así siempre puedo tener a mano unos pocos para probar alguna receta con ellos.

miércoles, 16 de enero de 2013

Zinnia: elegancia y sencillez

Zinnia "flor de dalia" en julio
La zinnia (Zinnia elegans) es una compuesta anual procedente de México que requiere pocos cuidados y responde bastante bien llenando de flores nuestros jardines y terrazas. Existen multitud de cultivares y mezclas con aspectos llamativos, quizá no tantos como las dalias, aunque en cierto modo existen formas cultivadas similares en ambas especies. Mucha gente, por cierto, las confunde: diferenciarlas es muy sencillo a simple vista, ya que la zinnia es de las pocas compuestas que crece con hojas opuestas en pares, en lugar de alternas, que además son sésiles (carecen de pecíolo, nacen pegadas al tallo). Asimismo, la dalia posee hojas con bordes aserrados y la zinnia no.

2012 fue el primer año en el que tuve zinnias. Compré dos sobres, uno en un supermercado ALDI de mezcla de colores de la variedad "flor de dalia", y otro en LIDL de la variedad "Liliput", también de colores mixtos. Tenía otro sobre de ALDI por casa que a lo visto me trajeron en 2007 y le presté tan poca atención que ni lo había abierto. Cuando lo rescaté, ya no germinó ninguna semilla. De todas formas, por los 0,19€ que cuestan tampoco es para preocuparse. Eso sí, estas semillas se agotan pronto o las retiran, pues quise comprar otro sobre en vista de las pocas semillas que me quedaban y tras unas semanas ya no quedaban existencias. Otros sobres, especialmente de hierbas culinarias, duran allí meses.

Las primeras que llegaron fueron las "flor de dalia", que fueron sembradas en marzo. Parece que tardaron un poco en salir y pensaba que algo estaba fallando, pero lo cierto es que a lo largo del mes de abril crecieron varias plantas en distintos puntos del contenedor donde las eché, algo desordenadas -una creció al fondo, pero algunas crecían en la parte delantera, tapando a plantas más pequeñas. Cuando alcanzaron unos 40-50 cm., a finales de mayo, comenzaron a florecer.

Zinnia 'flor de dalia' fucsia
Zinnia "flor de dalia" naranja
Casi todas las flores que tuve al principio eran de color rosa, y para nada tenían tal cantidad de pétalos agrupados y apretados como en la foto del sobre de semillas. Más bien, comenzaban abriéndose con sólo una o dos coronas de lígulas para posteriormente comenzar a desarrollar otras más desde la abultada cabezuela. Tan pronto como comenzaron a abrirse las primeras flores, las plantas se ramificaban en forma de "Y" desde el ápice de los tallos y seguían floreciendo sin parar, cosa que hicieron durante casi todo el verano. Sólo una de las plantas del contenedor tuvo un aspecto distinto, con un atractivo color naranja. Desgraciadamente, la planta se degradó tras su primera y única floración y no hubo más flores anaranjadas.

Al tratarse de una compuesta de capítulos ligulados de gran tamaño, podemos apreciar cómo se distribuyen las verdaderas flores en esta familia de plantas. La cabezuela crece formando una estructura ovoide donde apreciamos en su parte superior los estambres, que se asemejan a pequeñas florecillas doradas. Debajo de éstos se sitúan las flores femeninas, que en estas variedades con multitud de pétalos nos indican que bajo cada uno de ellos se halla una flor, y será en la base de cada lígula donde encontraremos la semilla, excepto en las más externas, que son estériles y cumplen la función de simular que el conjunto entero es una flor a fin de atraer a los polinizadores, al igual que en otras compuestas liguladas como crisantemos y margaritas.

Zinnia "flor de dalia" rosada
Zinnia "flor de dalia" roja
A finales de mayo fue cuando adquirí el sobre de semillas de la variedad 'Liliput', movido por la curiosidad. El calor y la sequedad para entonces era bastante acusado y ya iba costando sacar adelante más plantas, pero con las zinnias hubo éxito. Sembré sólo un par de pequeñas macetas con esta variedad y en sólo un mes estaba disfrutando de sus flores. Es, a todas luces, una variedad estrictamente pequeña comparada con las plantas convencionales. Mientras que las zinnias grandes tenían capítulos florales de unos 7-10 cm. de diámetro, las 'Liliput' no sobrepasaban los 3 cm., más o menos como una moneda de un euro. Además, la primera de todas, del mismo color rosa vivo que las más grandes, sí sacó un llamativo aspecto de pompón con varios pétalos superpuestos. Conseguí ver en flor a dos distintas, aquélla y una en un suave color rosa pastel.

Paralelamente a esta siembra, deposité más semillas de zinnia "flor de dalia" en macetas pequeñas. Parece que les gusta el verano, a juzgar por lo rápido que se desarrollan en esta época. En poco más de un mes y con plantas que no superaban los 25 cm. de altura, aparecieron las primeras flores, esta vez en distintos tonos de rosado o rojizo. Tras sus primeras floraciones, no consiguieron hacer frente a la combinación de calor y poca humedad retenida en sus pequeñas macetas, secándose aún con flores todavía en desarrollo. La única floración de color rojo de la temporada, que conseguí en una de estas últimas zinnias, se quedó, como se aprecia en la foto, con los pétalos "acanalados", sin conseguir extenderlos del todo a pesar de que duró algunas semanas.

Zinnia 'Liliput'
Zinnia 'Liliput' rosa claro
Cuando las plantas más grandes se estropearon, volviéndose de color negruzco y dejando de desarrollar las flores, las corté. Parece que tuvo relativo éxito la autosiembra, pues al acabar el verano empezaron a aparecer algunas plantas que, con tamaños discretos, siguieron floreciendo hasta hace nada: aún arranqué alguna planta en floración al reacondicionar el contenedor. Este año las dejaré a su aire, a ver hasta cuándo son capaces de seguir en flor.

Las conclusiones dejan claro que son plantas ideales para el verano siempre y cuando no dejemos secar mucho la tierra y si tenemos en cuenta que podemos realizar una siembra tardía a finales de primavera para obtener más floraciones que vayan escalonándose a lo largo de la estación cálida. Las que tenían sustrato de sobra para extender sus raíces no acusaron demasiado la falta de agua, aunque las más viejas pierden estéticamente en verano, con todas las hojas bajas secas y arrugadas y la presencia de manchas causadas por quemaduras y hongos.

Para este año ya he sembrado de las dos variedades y puesto a resguardo bajo plástico en el contenedor. No obstante, tengo que hacerme con algún sobre más, puesto que no vienen muchas semillas y las agoté todas en esta última siembra. Con ese precio y con esa facilidad, y conociéndolas mejor, espero que vuelvan a alegrar la vista con sus colores durante este verano.

lunes, 14 de enero de 2013

Tricyrtis formosana: belleza exótica

Grupo de flores de Tricyrtis formosana en octubre
Las Tricyrtis son plantas originarias del este de Asia que están relacionadas con las azucenas y tulipanes, incluidas en la misma familia (Liliaceae) aunque en una subfamilia distinta, Calochortoideae. A diferencia de muchas plantas de esta familia, sus órganos de reserva no son bulbos, sino simples raíces carnosas que se expanden por estolones bajo el suelo. Sus cuidados son sencillos, aunque sin duda se trata de plantas peculiares.

He comprado dos veces la Tricyrtis: la segunda vez fue porque no estaba seguro si la de la primera iba a rebrotar. Como otras muchas plantas, las Tricyrtis llegaron a casa en forma de raíces desde LIDL, en su oferta de plantas permanentes de marzo. En 2011, precisamente, fue la única planta de esta colección que me llevé, ya que por aquel entonces no estaba tan interesado como ahora en esto de hacer crecer montones de plantas. Cada paquete trae dos raíces; en 2011 perdí una planta, y en 2012 salieron adelante tres, las dos nuevas y la restante del año anterior.

Hay que puntualizar algo, y es que, por desgracia y como ocurre con muchas plantas de esta colección, se menciona el nombre genérico de la planta y no se dan más detalles sobre la posible especie o cultivar. Llegué a la conclusión de que se trataba de Tricyrtis formosana por varios aspectos: las hojas, oblongo-lanceoladas, son verdes con manchas de color púrpura muy oscuras, y crecen en perfecta alternancia sobre un tallo delgado y recto. Las flores crecen en pedúnculos ramificados en el ápice de la planta, y no entre las axilas de las hojas como en la muy similar Tricyrtis hirta. Éstas tienen sobre 3 cm. de diámetro, mientras que las de la otra especie mencionada suelen ser menores.

Vista lateral de una flor
En 2011, la historia de la Tricyrtis en casa tuvo sus altibajos. Las planté en el balcón de casa en una misma maceta y brotaron en pocos días. Iban bien hasta que un día apareció una partida desde la base, seguramente por algún tropezón que daríamos alguien de casa. Cogí el tallo roto y lo planté en otra maceta suponiendo que podría volver a enraizar. Aunque lo lógico hubiera sido pensar que de la raíz carnosa brotaría otra planta, lo cierto es que esto no ocurrió y fue el esqueje el que prosperó tras unas pocas semanas. A lo visto la especie tiene una gran facilidad para enraizar a base de esquejes, pues la planta continuó haciendose más alta a lo largo de la primavera y verano.

Desgraciadamente, la planta que había quedado intacta empezó a ponerse fea y acabó muriendo. Conforme me iba informando descubrí que era una especie amante de la sombra, así que la trasladé al alféizar de la ventana de la cocina, muy luminoso pero sin nada de sol directo, ya que da al patio de luces y tenemos por encima otras dos plantas hasta llegar al hueco de la terraza. La planta se desarrolla bien en estas condiciones: alcanzó unos 40 cm. de altura con un tallo recto y consistente, y fue entonces cuando me la llevé a Cullera, primero al patio de la casa, para evitar la fuerte exposición solar de la terraza en aquella época del año.

Vista superior de una flor
Cometí un pequeño error por ignorancia, y es que al ver que el extremo apical de la planta empezaba a arrugarse, creí que la maceta se estaba quedando demasiado pequeña y las raíces necesitarían expandirse. Saqué la planta sin romper el cepellón de tierra y la puse en una maceta más grande. En pocos días la planta se puso marrón y no hubo más señales de vida por su parte. En otoño corté el seco tallo y subí la maceta a la terraza, humedeciendo la tierra de vez en cuando. Era por esto que, al llegar el final del invierno en 2012, no estaba muy seguro de si volvería a rebrotar.

Para cuando compré las nuevas raíces, se me ocurrió escarbar con cuidado en la maceta de la planta más vieja y descubrí unas raíces blancas brotando. Había sobrevivido, y justo al mismo tiempo que brotaban las plantas recién adquiridas lo hacía también la planta del año anterior, que además de cumplir puntualmente había crecido y esta vez emitía tres tallos en lugar de uno.

Las plantas crecieron sin mayor dificultad hasta el verano, cuando empezaron a mostrar signos similares a los del año anterior: el ápice empezaba a ponerse blando, las hojas dejaban de crecer y, posteriormente, gran parte de la planta se veía atacada por los hongos. Pensaba que quizá no soportaban el calor veraniego y nuevamente me quedaría sin ver sus flores, que aparecen cuando ya ha entrado el otoño. No sería así.

Para finales de septiembre, las plantas seguían manteniéndose vivas e incluso había algo de crecimiento nuevo en la base, pero el aspecto era lamentable de tan estropeadas que estaban. Sin embargo, se produjo la sorpresa y empecé a ver aparecer un tallo con capullos desde la planta más veterana. Parecía que después de todo iba a tener suerte.

Vista general de las flores en sus pedúnculos
La primera flor salió algo deformada y cayó pronto. No me preocupó demasiado en ese momento dado que para entonces, tanto esta planta como las demás ya presentaban varios tallos con flores a punto de abrirse. Para mediados de octubre, la planta dio lo mejor de sí y se abrieron varias flores de aspecto impoluto sobre los delgados tallos ramificados.

Las flores llaman mucho la atención por el diseño de su colorido. Tienen un color de base blanco, pero están profusamente moteadas de púrpura, además de tener el interior manchado de amarillo. La morfología es similar a la de otras liliáceas, con dos grupos de seis pétalos que parecen estar sobreexpuestos: uno hacia arriba y dos hacia abajo son anchos, mientras que a la inversa y de manera alterna, los otros dos que quedan hacia arriba y el que apunta hacia abajo son más estrechos; en la base de éstos hay una especie de bultos. Los órganos sexuales se encuentran sobre una estructura cilíndrica muy pronunciada y en el extremo parece tener los estambres que se asemejan a tentáculos en forma de "Y" cubiertos de unas pequeñas glándulas amarillentas. Tuve flores durante el resto del mes, así que al menos en mi caso éstas duran sobre las dos semanas o un poco más.

Actualmente todavía queda alguna hoja verde de una de las Tricyrtis, aunque el resto está completamente seco, como es habitual. Para la próxima temporada, algo que espero hacer no muy tarde, simplemente quiero unir las tres macetas juntando todas las plantas en un macetero rectangular donde dejarlas de manera definitiva -hasta, por lo menos, cuando ya no quepan- esperando que todas las plantas hayan almacenado suficientes energías como para brotar desde varios puntos este año, como ya hizo la planta más vieja de una temporada para otra. Se quedarán en la terraza, en un rincón donde no llega a dar el sol, con la intención de repetir el éxito de la temporada pasada a ser posible en mayor número.

Mimosa sensitiva, viaje a través del tiempo

Cabezuela floral de mimosa sensitiva
Creo que no me equivoco si digo que la mimosa sensitiva (Mimosa pudica) es la planta que más años hace que tengo a pesar de no poder llevar la vida de perenne que suele tener la planta en sus lugares de origen. Explicándome mejor: sólo compré una planta hace casi siete años y es a partir de ahí de donde han surgido todas las plantas que haya podido tener después únicamente a base de semillas.

La mimosa sensitiva es una planta que a todo el mundo llama la atención por su peculiar modo de cerrar las hojas a modo de defensa. Cada hoja tiene de dos a cuatro divisiones pinnadas compuestas por un buen número de pares de folíolos. Al tocar una de estas hojas, se produce una contracción que hace que las hojas queden plegadas. Si se sigue insistiendo, también la hoja se inclina hacia abajo, doblando el pecíolo desde su unión al tallo. Plegando las hojas de esta manera intenta evitar que los insectos u otros animales mordisqueen las hojas; además, los tallos poseen pequeñas espinas que, si bien no son tan notables como las de un rosal, cumplen su función defensiva. Aparte, la planta utiliza esta peculiaridad durante las horas de calor, para evitar perder demasiada agua, y por la noche, en la que la planta permanece con todas las hojas plegadas.

Su floración consiste en unas cabezuelas filamentosas de color malva, que contienen multitud de flores. Se asemeja a la floración de los árboles a los que también llamamos mimosas (o acacias) y que encontramos cultivados como ornamentales (como Acacia saligna o Acacia farnesiana). Al madurar aparecen unas estructuras similares a las vainas de otras leguminosas aunque sin piel recubriendo las semillas, que quedan unidas por una estructura fibrosa en un modo que podría recordarnos a los aros de plástico que se utilizan para sujetar los packs de latas de refresco. Las semillas, de color pardo, se desprenden con facilidad.

Planta a mediados de julio de 2012
Adquirí mi primera mimosa en verano de 2006. Se trataba de un ejemplar de buen tamaño, posiblemente cultivado en un invernadero. Debido a que ya vino a casa bien establecido, durante ese verano alcanzó un tamaño notable y floreció a lo largo de todos los meses cálidos, dando un buen montón de semillas. Llegado el mes de octubre se secó y la tuve en un mismo rincón hasta la primavera siguiente, pero no mostraba señales de vida. Parece ser una planta muy estricta con las temperaturas: en el momento en que bajan de unos 13-15ºC de manera prolongada, la planta muere irremediablemente. Por ello, aunque se trate de una perenne de vida corta -en su zona de origen, de clima tropical- no queda más remedio que sembrarla todos los años. Debido a su rápido desarrollo, no supone ningún problema.

A la temporada siguiente sembré unas cuantas y obtuve 4-5 plantas, aunque se dieron bastante peor que la anterior. Sólo conseguí unas pocas semillas que ahora mismo no sé cuáles son, ya que sigo conservando las de 2006 en una bolsita de plástico y posiblemente las mezclara. Este sería el inicio de una larga pausa en el mantenimiento de esta especie, puesto que no volví a intentar su siembra, sin éxito, hasta 2011, germinando algunas semillas pero no consiguiendo sacar adelante las plantas, posiblemente por las malas condiciones de cultivarlas en el balcón.

Cabezuela con frutos ya secos
En 2012 me propuse hacerlo mejor y volví a rescatar algunas semillas, que contarían ya con seis años de antigüedad. A pesar de su edad, la simiente germina bien por el sistema de colocarlas sobre papel de cocina húmedo. En no demasiados días empiezan a asomar las raíces y podremos entonces enterrarlas en una maceta que cuente con un buen grado de humedad y calor. Mientras no les falte esto, pueden estar a pleno sol. Por si acaso, las mantuve un tiempo en el rincón de la terraza, evitando el sol de después del mediodía, hasta que alcanzaron una talla decente y ya las trasladé a una zona de exposición más prolongada.

Fueron dos las plantas que crecieron, aunque como siempre ocurre, al plantar dos en una misma maceta siempre hay una que no crece igual, con lo que se podría considerar que sólo hubo una planta. Para mediados de verano tenía un tamaño contenido, aunque ya con muchas ramas y hojas con un aspecto saludable. Poco después comenzaría a florecer, cosa que hizo con bastante regularidad y que se tradujo en un buen número de semillas tratándose de una sola planta. Al menos he conseguido aportar material más reciente y tener semillas frescas para otros años. No obstante, el éxito en la germinación de las semillas viejas sigue siendo óptimo a pesar de su prolongada edad.

En 2013 probaré de nuevo con ellas aunque quizá lo haga en una maceta de mayor tamaño. Al parecer es una planta que agradece tener espacio para sus raíces y posiblemente con ello consiga una planta de mayores dimensiones que la del año pasado que, todo hay que decirlo, cultivé en una maceta de tamaño contenido y aún así no fue nada mal. Un año más, espero que esta planta americana extienda sus ramas en la terraza.

domingo, 13 de enero de 2013

Lilium 'Stargazer', espectáculo veraniego

Flores de gran tamaño
El Lilium 'Stargazer' es un cultivar de azucena del grupo de los híbridos orientales. Se caracteriza por el colorido, tamaño y aroma de sus flores, y es una planta muy sencilla de cuidar.

Llegaron a mi casa procedentes de una oferta de los supermercados ALDI a mediados de febrero a un precio muy interesante (menos de dos euros). Venían seis bulbos sonrosados con el típico aspecto escamoso de las azucenas, que planté ese mismo día. Parece que les costó notar el calor, pues creo recordar que tardaron casi dos meses en despuntar desde bajo tierra. En poco más de un mes las plantas presentaban un aspecto impecable, con hojas brillantes que duraron verdes bastantes meses. Eso sí, los tallos no eran demasiado altos (sobre 25 cm.) y estuvieron infestados de pulgones durante un tiempo hasta que logré deshacerme de ellos, cosa que no pareció afectar demasiado a las plantas.

Recuerdo mi preocupación inicial con la floración, que creí haber perdido debido a que los capullos, de gran tamaño, estuvieron varias semanas a la vista sin abrirse, pensando que el excesivo calor o el ataque de los pulgones los habrían dañado. Finalmente, un día de mediados de junio que iba a realizar mi visita de rigor, me los encontré a cinco de las seis plantas (la restante no dio signo alguno de florecer) con todas sus flores abiertas, sólo una por planta, pero todas con un aspecto impecable.
Todas las plantas en flor a la vez

Se trata de flores muy grandes, de entre 12 y 17 centímetros de diámetro, de color sonrosado y blanco con un penetrante y agradable aroma. No me duraron mucho, y esta vez supongo que sí fue cosa del calor, pues en apenas cuatro días todos los pétalos habían caído al suelo. Previamente a la apertura de las flores había trasladado las plantas de un punto muy soleado a un rincón de la terraza que recibe una buena dosis del sol matinal pero queda a resguardo de la insolación del mediodía y la tarde. En este mismo sitio continúan y será donde se queden durante la temporada próxima.

Bulbo recién adquirido en febrero
A pesar del gran tamaño de las flores, que miran hacia arriba (de ahí deriva, precisamente, su nombre), en ningún momento el peso de éstas hizo que los tallos se doblasen. Tampoco acusaron excesivamente el calor ni la falta de humedad a pesar de encontrarse en macetas relativamente pequeñas. Es, en resumen, una planta que con unos cuidados mínimos nos dará un resultado satisfactorio.

Tardaron bastante en perder sus hojas, todavía verdes a finales de octubre. En las semanas posteriores, fueron amarilleando hasta caerse y dejar sólo los tallos pelados. Ahora se encuentran en su reposo invernal, el cual quiero aprovechar para sacar los bulbos con cuidado y meterlos en un macetero o contenedor más grande todos juntos.

Mi intención esta primavera es añadir más azucenas a la terraza, pero esta vez de las que se venden como mezcla de colores, por comparar aspectos y tamaños y disfrutar de más colorido. Espero que los 'Stargazer' se unan de nuevo a la fiesta y la explosión de colores y aromas sea espectacular.

sábado, 12 de enero de 2013

Preparando la temporada

Sobres de semillas variadas
Durante esta semana he dejado la terraza a punto para el inicio de la primavera, para el cual todavía quedan casi dos meses y medio, aunque en nuestra zona no hace falta esperar tanto para notar los efectos del buen tiempo.

Lo único que me quedaba por hacer era despejar el contenedor "hecho en casa" que este año quería dedicar íntegramente a semillas. Se trata de una estantería metálica de 150x75x35 cm. a la que dejé dos baldas, una arriba y una abajo, y la tumbé cubriendo con malla metálica todos los lados menos uno. Recubrí el interior con una sábana vieja y sobre ésta, una lámina de plástico negro del que se suele utilizar para cubrir las huertas, resistente al sol (cuyos efectos suelen quebrar cualquier otro plástico expuesto en pocos años).

En este contenedor el año pasado puse de todo un poco, y creo que me precipité. Metí tanto plantas vivaces como bulbos y anuales. No pude cubrir con plástico el conjunto dado que algunas plantas no soportaban el calor (los lupinos de raíz, por ejemplo), así que comenzó el mes de marzo con raíces, rizomas, bulbos y tubérculos enterrados y semillas esparcidas a la espera de que germinasen a su suerte. Las plantas se desarrollaron bastante bien a pesar de todo, con pocas bajas, y las anuales de semilla que lograron brotar tuvieron vidas bastante fructíferas.

De este contenedor he ido sacando tubérculos de Liatris spicata, Anemone coronaria 'St. Brigid' y 'De Caen' y Ranunculus asiaticus; cormos de gladiolos enanos, Freesia x hybrida y Sparaxis tricolor, así como la mata de Symphyotrichum novi-belgii. Asimismo, saqué todavía algunas plantas obtenidas de semillas el año pasado que actualmente tienen buena talla, incluso están floreciendo sin parar a pesar de que estemos en invierno. Se trata de un agerato (Ageratum houstonianum) que ha resultado ser perenne (el resto de plantas obtenidas del mismo sobre murieron tras dar semillas) y unas bocas de dragón (Antirrhinum majus) de semillas obtenidas de una planta que tuvo mi tía. También rescaté en otoño algunas plantas de clavel del poeta (Dianthus barbatus), que al tratarse de bienales no han florecido todavía, pero han crecido de manera óptima. Todos ellos han sido plantados en nuevos contenedores.

Además, para terminar de clarear, tuve que arrancar una gran mata de milenrama (Achillea millefolium) que se expandía a todo trapo. No la he tirado todavía, puede que conserve algún estolón para replantarlo y mantener al especimen; cuento también con otra mata obtenida de las mismas semillas hace más de un año que, sin embargo, nunca se ha desarrollado igual de bien. A la vez, removí la tierra enterrando muchas plántulas que se habían auto-sembrado: zinnias, más ageratos y probablemente algún pensamiento y Lobelia erinus. He resembrado estas especies con tal de reorganizar su distribución y con la intención de que se autosiembren a partir de este año, dejándolos el tiempo que haga falta allí.

He sembrado un poco de todo, pero mayormente especies de talla media y crecimiento sencillo. La idea es que las perennes crezcan el tiempo que necesiten y las anuales crezcan año tras año a partir de las semillas caídas de las plantas una vez completen su ciclo. Como digo, muchas de las sembradas el año pasado estaban volviendo a crecer de su propia semilla, y de no haber tenido que remodelar el contenedor, dichas plantas estarían crecidas y florecientes esta primavera.

Me hubiera gustado plantar antes, por lo menos en octubre, pero entre unas cosas y otras no ha podido ser. De todas formas, la mayoría de plantas que he sembrado ya las conozco y son muy rápidas creciendo. El año pasado planté muchas en marzo-abril y aún así dieron buen resultado, así que este año me gano dos meses de ventaja. Hace bastante calor desde media mañana hasta la tarde (en torno a los 14-19ºC) y además he cubierto el contenedor con plástico transparente, a fin de retener la humedad y el calor. Éste se quedará allí hasta que las plantas más grandes lleguen a tocarlo.

Aparte del contenedor he preparado algunas macetas con otras especies que prefiero tener separadas. A éstas también las cubro, sea con una lámina de plástico o con cualquier envase alimentario de este material que pueda hacer de tapa o "mini-invernadero", evitando también el secamiento y posibles visitas de los gorriones, muy aficionados a picotear los brotes jóvenes.

Ahora sólo queda esperar. Generalmente, el buen tiempo empieza a notarse ya desde los primeros días de marzo: si para entonces han brotado casi todas las plantas, su crecimiento a base de calor y luz naturales está asegurado y las floraciones se irán sucediendo desde finales de primavera hasta prácticamente el invierno que viene.

viernes, 11 de enero de 2013

Martiniáceas: las garras del diablo (II)

Proboscidea parviflora, septiembre de 2012
En la entrada anterior dedicada a estas plantas hice una aproximación global a éstas. En esta entrada que nos ocupa toca hablar de su siembra, cuidados y los aspectos básicos de sus flores y frutos.

Las semillas, como ya se apuntaba, tienen una cáscara muy dura, rugosa. Gracias esta peculiaridad una semilla puede viajar y resistir infinidad de condiciones hasta que vaya a parar al sitio donde finalmente germinará. A nosotros en casa puede que se nos resistan un poco, pero por norma general el éxito es sencillo de alcanzar.

Al principio pensé que un método para ablandar la cáscara sería sumergir las semillas en agua en la que había disuelto una porción de una pastilla de AG3 (ácido giberélico) que se vende en tiendas de productos agrícolas. Este producto, también vendido como hormonas de enraizamiento, estimula la descomposición y crecimiento celular en las plantas y algunas semillas complicadas. Tras este tratamiento, enterré las semillas y unas pocas germinaron. La primera temporada con estas plantas, verano de 2008, tuve un par de Proboscidea louisianica y una Ibicella lutea. Las primeras brotaron en mayo y para el fin de su ciclo dieron varios frutos y semillas (que aún conservo). La Ibicella tuvo una vida algo más corta y sólo consiguió sacar adelante un fruto, del que también sigo conservando semillas.

Flor de Martynia annua
Me propuse desde entonces sembrar ambas especies todos los años, pero no siempre funcionó. En 2009 repetí método y puse dos macetas con semillas en cada una. No hubo plantas ese año pero, curiosamente, en primavera de 2010 empezó a brotar algo de una maceta. Me la llevé a casa, al balcón, y conseguí ver crecer una Ibicella que florecía pero no formaba frutos. Ya eran dos años sin resultado satisfactorio.

En 2011 conseguía hacer brotar una Proboscidea, esta vez sumergiendo las semillas durante un tiempo en agua del grifo, sin más. La planta creció en el balcón pero acabé volviendo a dejarla en la terraza donde actualmente están todas las plantas y donde ella misma se originó, para darle mejores condiciones de luz. Hasta ahora es la Proboscidea más grande que he conseguido desarrollar, cuyo resultado fue el proporcionar un buen montón de frutos y semillas. La planta murió pronto, a finales de septiembre, tras un chaparrón que la pilló cuando ya empezaba a decaer. Los frutos maduraron sin problemas.

Flor de Ibicella lutea
En 2012 me propuse sacar adelante a las dos especies juntas de una vez por todas, con el añadido de una más, la Martynia annua, que había recibido desde México. Sabiendo más o menos cómo funcionaba el asunto, simplemente mantuve las semillas en botes con papel de cocina húmedo desde marzo hasta mayo. Con la Ibicella me pasó algo curioso, y es que brotaron tres plantas de una maceta sin que yo supiera muy bien cómo habían llegado hasta allí. Es probable que ya ni recordase haberlas sembrado la temporada anterior, fallar y volver a utilizar esa tierra, que casualmente se encontraba en una maceta donde no tenía nada en ese momento. Las trasplanté y tras recuperarse un poco con el riego, sacaron hojas más grandes y continuaron adelante.

Esta temporada no les di mayor comodidad a las plantas que una maceta grande para cada especie, pero con sustrato arcilloso procedente de la huerta, un sustrato que a algunas plantas les gusta poco (se apelmaza con la humedad y se endurece con la sequedad) pero que pensé que no haría ningún daño a las martiniáceas por su rusticidad. Efectivamente, aunque con el calor se seca demasiado y las plantas se arrugan, si se controla el riego no tienen problema para desarrollarse en esta tierra.

Cápsulas de semillas: Proboscidea louisianica (izquierda); Martynia annua (centro): Ibicella lutea (derecha)

Las plantas alcanzan tamaños distintos, aunque creo que nunca sabré de qué son capaces hasta que no consiga plantarlas en algún lugar directamente en el suelo. La más pequeña suele ser la Proboscidea, que con unos 20 cm. de altura ya comienza a florecer, aunque puede seguir creciendo hasta el final de su ciclo y doblar ese tamaño. Sus hojas son acorazonadas, glaucas y con multitud de glándulas pegajosas y las flores crecen solitarias desde las axilas de éstas.

Las tres especies en septiembre
 Le sigue la Ibicella, con un aspecto similar en cuanto a desarrollo. La planta forma una mata ancha que se va ramificando continuamente, con hojas más grandes que las de su pariente y de aspecto redondeado. Es de un color verde claro e igualmente tanto hojas como tallos disponen de glándulas pegajosas. En el ápice de cada rama brotan las flores agrupadas en corimbos.

La Martynia annua es la más grande de todas. En mi caso, fue la última planta en germinar y la que mayor tamaño alcanzó. En la foto que aparecen las tres plantas se observa que ya es más grande que las demás cuando todavía se encuentra creciendo sin haber florecido; acabó doblando esa talla en apenas unas semanas. Tiene grandes hojas palmeadas de color verde oscuro que se disponen opuestas a lo largo del tallo , que crece totalmente recto, ramificándose cuando empieza a florecer y siempre de un modo curioso: las flores crecen en racimos en el ápice del tallo y éste se bifurca a partir de ese punto. A cada nueva rama, el proceso se repite: racimo de flores y bifurcación. Mi planta llegó a alcanzar unos 4 ó 5 niveles, asemejándose a un pequeño árbol de cerca de 80 cm. de altura.

Flores de Martynia annua
Los frutos básicamente son similares, a grandes rasgos, en las tres especies, con algunos aspectos distintivos. Cuando están verdes, parecen pequeños pepinos o calabacines totalmente lisos, cubiertos de pelusa y con un extremo alargado y curvo. Las cápsulas de su interior se endurecen y al secarse del todo, la piel se raja y deja al descubierto estas estructuras leñosas y duras. Proboscidea e Ibicella dan cápsulas oscuras con dos largas "garras" curvadas, mayores en Ibicella. En ésta, además, la cápsula se encuentra cubierta de espinas, mientras que en Proboscidea es lisa, con algunas hendiduras. Por su parte, Martynia tiene estas "garras" muy reducidas y la cápsula parecen dos discos unidos con una hendidura central.

La disposición de las semillas también varía. En Proboscidea e Ibiciella, si abrimos la cápsula tirando de las "garras" hacia lados opuestos, encontraremos un hueco del que caen semillas al sacudir. Sin embargo, hay más, puesto que en ambas mitades de la cápsula encontramos sendos compartimentos que cuestan algo más de abrir, y que contienen todavía más semillas. Parece tratarse de una estrategia que permite a la planta dispersar más semillas conforme la cápsula viaja enganchada a las patas de algún animal.

Cápsulas de Ibicella lutea
En Martynia la cosa cambia. Yo mismo me extrañé al intentar abrir una cápsula por el mismo método que con sus parientes. Acabé rompiéndola totalmente por la mera curiosidad de ver caer alguna semilla, pero allí no había nada. Por lo poco que pude saber luego, la Martynia contiene una única semilla por cápsula. Así que, a la hora de sembrarla, simplemente enterré la cápsula entera y efectivamente, de allí brotó la planta. Ha dado tantos frutos que el "sacrificio" de aquella semilla se ha visto compensado.

Esta temporada mi intención es repetir con ellas y disfrutar un año más de su singular belleza. Conociendo los métodos que mejor han funcionado, simplemente humedeceré las semillas y las enterraré cuando empiece a hacer calor, esperando que para mayo empiecen a germinar. A pesar de su sencillez, siempre es un reto conseguirlo.