jueves, 31 de octubre de 2013

Termina un mes de octubre loco

Prunella grandiflora
Desde luego, este octubre de 2013 ha dado mucho que hablar. Encadenando un septiembre cálido y seco, que no tuvo precipitaciones más allá de cuatro gotas insignificantes que cayeron durante la primera semana, octubre entró por la puerta grande de los récords comenzando con un primer día de mes a casi 35ºC, seguido de tres días más llegando a los 30ºC. Cuando parecía que esos episodios iban a quedar atrás, el día 16 se volvían a alcanzar esas temperaturas y, para no dejar de sorprendernos, este mismo domingo día 27 el termómetro llegaba de nuevo a esa cifra. A todo eso hay que sumarle que los días previos y posteriores a esos picos de temperatura no suelen bajar de los 27ºC de máxima. En resumen, que hemos tenido un mes de octubre con una media de máximas superior a los 27ºC y una media de mínimas por encima de 18ºC. Eso, de otoño tiene poco: de hecho son los valores típicos de los meses de mayo, y este año, en el que mayo todavía estuvo dentro de la dinámica de la primavera fresca que tuvimos, octubre ha sido más cálido que mayo, como si fuesen papeles invertidos.

Oxalis bowiei
Cuando llovió a finales de agosto y titulé una entrada como "El esperado cambio de tiempo", me estaba precipitando sin saberlo. Aliviado por la ayuda que habían supuesto esos días y litros de lluvia, que cortaron de golpe el verano, pensaba que iba a pasar como en 2012, cuando tras unas lluvias similares, las temperaturas bajaron y se estabilizaron en un tiempo más suavizado. Sí, realmente el paso de agosto a septiembre supuso una bajada sustancial de las mínimas, pero la sensación de que el verano realmente no había terminado nos ha acompañado hasta nada menos que el fin de semana pasado. Los meteorólogos han debido de estar volviéndose locos todo el mes ante las preguntas de la gente, como "¿cuándo lloverá?" o "¿cuándo vendrá el frío?". La lluvia fue imprevisible y en nuestra zona cayó concentrada en una sóla noche, con 81 mm. en Sueca y entre 11 y 38 en Cullera, según puntos. Todas las previsiones aproximadas que hubo a lo largo del mes, salvo la mencionada, acabaron quedando en días nublados y lluvias que pasaban de largo. Resulta paradójico, pero las cifra precipitada harían que la media mensual fuera igual o superior a otros años... pero la realidad es otra, y bien simple: ha llovido mucho un día, y ha hecho calor el resto. Eso "no vale", puesto que otros años no ha sido tanto la cantidad precipitada, sino los temporales, días nublados y el enfriamiento general lo que ha hecho que octubre tenga más pinta de lo que es: la llegada del otoño.

Calendula officinalis
Justo cuando escribo esta entrada se ha hecho efectiva otra previsión meteorológica, y es que a partir de la noche del martes entraba un frente frío que iba a colocar al termómetro en sus valores normales para esta época, lo que supone bajadas tan radicales que algunas máximas equivalen a las mínimas de días pasados. Así, ahora ya podemos disfrutar de agradables tardes a sólo 20ºC y el día amanece a 10-15ºC. Sólo espero que los próximos vaivenes de la temperatura no vuelvan a traer subidas marcadas, porque sería ya una locura. Se podría decir pues que este 2013 ha tenido un septiembre de 61 días de duración e invertido, es decir, con más calor en la segunda mitad que en la primera, pero con 1/4 menos de lluvia de la habitual.

Con las plantas, una de cal y otra de arena. El alargamiento del tiempo veraniego ha hecho que muchos hongos hayan seguido proliferando y los ocasionales capítulos de vientos del oeste y del sur unidos al implacable sol han sido momentos peligrosos en los que las plantas más pequeñas han sobrevivido de milagro. La peor parte es que el contenedor ha progresado de manera totalmente desequilibrada, con unas plantas sembradas en septiembre tan crecidas que muchas están floreciendo -caléndulas, nomeolvides chinas, zinnias y zinnias de México- o a punto de hacerlo, y una segunda siembra en octubre que empezó relativamente bien pero ha acabado dejando de nuevo mucha superficie aclarada ya que algunas plántulas no han conseguido prosperar en un ambiente tan seco y caluroso.

Tricyrtis formosana
El lado bueno sería, obviamente, que muchas de las plantas recién sembradas en esta etapa se han ganado unas semanas extra de tiempo primaveral y han crecido mucho. Los lupinos 'Russell' han triplicado su tamaño en un mes, y la gran mayoría de semilleras mantenidas aparte que sembré entre finales de agosto y mediados de septiembre han alcanzado un tamaño ideal para pasar el invierno -en el caso de las perennes- o para florecer antes de que haya poca luz y calor. Por ejemplo, las que mayor talla han alcanzado son los girasoles Helianthus debilis, una especie nueva que estoy probando y que de momento se ha hecho más grande que los Helianthus annuus que he tenido este año. Tengo dos, y uno de ellos ya muestra el primer capítulo entre las hojas del ápice. En teoría esta especie es un girasol ramificado, y así debe ser pues las plantas tienen un brote emergiendo en cada axila de cada hoja. Junto a uno de ellos planté zinnias y están floreciendo esta semana, pero he tenido que arrancar casi todas, pues a partir de los primeros signos de floración se empezaron a secar. No tengo ni idea de qué ha pasado, pero sospecho que, por un lado, el girasol les ha robado todos los nutrientes (éste está inmaculado) y posiblemente las plantas no se enterraron bien al brotar y a cada riego las raíces quedaban removidas y al aire, dañando a la planta. Los hongos e insectos han hecho el resto. Al menos alguna flor he visto, casi todas rojas.

Martynia annua
En lo respectivo a las perennes y vivaces, los Oxalis bowiei parecen haber llegado a su pico máximo de floración y han empezado a bajar el ritmo levemente. Los Oxalis triangularis, por su parte, siguen de manera más sostenida, con muchas hojas y alguna vara floral ocasional. Las aguileñas, sobre todo las alpinas, siguen todas con hojas. De las adquisiciones del mes de septiembre no puedo estar más contento, pues todas las plantas han aumentado su tamaño: la Prunella grandiflora acabó floreciendo desde los pedúnculos que traía al venir a casa, aunque parece que la floración es muy breve -quizá por no ser su época-; también la edelweiss nueva ha encontrado ocasión para florecer, en una estación en la que no le corresponde. Las demás mantienen una roseta de hojas muy tupida, salvó quizá el Astilbe chinensis var. taquetii, que parece haber dejado de crecer hace días. Nada raro en principio, pues es una planta con descanso invernal y quizá incluso pierda toda la parte aérea en lo que queda todavía para primavera.

Zinnia roja
Hay plantas que parece que no tengan ninguna intención de abandonar. Sería el caso de las Gaillardia aristata, que siguen floreciendo y fueron sometidas a una "limpieza" (cortar los capítulos secos) hace poco para que vuelvan a llenarse de flores. A la Ratibida columnifera le corté los tallos, que habían crecido totalmente laterales este verano, aprovechando que vi la roseta basal muy desarrollada. La planta parece estar regenerándose desde abajo: la he cambiado de sitio, con más sol ahora, con la intención de que los próximos tallos con flores crezcan verticales y luzcan adecuadamente. Por su parte, todavía muchos antirrinos altos -que ya tienen un año de edad- siguen floreciendo en tallos radiales que rodean la espiga principal de esta primavera; además, han aparecido plantas adventicias en la maceta de los edelweiss (los cuales no sé si han sobrevivido), que son los que aparecen en la foto. De los dos de porte bajo he perdido uno, el rosado, con poco más de un año de vida pero sin dejar de florecer ni una sola semana desde que abrió su primera flor. He dejado crecer algunas de las plantas que surgieron de las semillas que cayeron al suelo y algunas ya están a punto de florecer, aunque parece que esta vez no serán rosadas. El pequeño antirrino blanco "hermano" del anterior sigue con flores y acaba de cumplir este mes dos años. Como se ve, una longevidad muy variable.

Cosmos bipinnatus rosada
Las Tagetes las acabé cortando todas, pues estaban infestadas de hongos (nunca me había pasado) mientras que las Cosmos bipinnatus han aguantado bastante bien, dando flores blancas, rosa claro y unas rosa más oscuro que también tienen los pétalos más anchos. Todo esto a base de dejar caer las semillas propias una y otra vez. Las plantas actuales no tienen pinta de que vayan a durar mucho más, y se han quedado muy delgadas. Aunque no he mirado con detenimiento, no me ha parecido ver por el momento que haya semillas a la vista. Otro caso curioso fue el de las Lobelia siphilitica: todavía en plena floración, los tallos, hojas y flores empezaron a deteriorarse a un ritmo tan rápido que pensaba que perdía las plantas. En la base de los tallos empezaron a salir hojas, así que corté las partes afectadas. Las hojas de momento siguen verdes y parece que la planta seguirá creciendo desde ahí, quedando todo en un susto y un final prematuro para la floración, que era muy bonita.

En el balcón ha florecido durante gran parte del mes una Ipomoea anual que todavía intento averiguar qué especie es. La llevo cultivando desde el año pasado y la planta actual pertenece a una tercera generación tras las primeras semillas que sembré (añgo así como la "nieta" de la primera planta que tuve). No he podido hacer casi fotos porque las flores se empiezan a cerrar mucho antes del mediodía y muchas veces el viento todavía frustra más mis intenciones. No obstante algún día haré una entrada, pues tengo además fotos de la planta anterior, la de 2012.

Cosmos bipinnatus rosa oscuro
Todavía he tenido que lamentar una baja, un Iris siberica 'Blue King' que tuvo hojas y aguantó sin problema el verano, pero que empezó a pudrirse en estas últimas semanas. Brotaban hojas, amarilleaban al poco tiempo y se secaban. No entiendo por qué, puesto que la tierra no ha estado excesivamente mojada (¿cómo va a estarlo con este calor?) y éste es un iris apto para estanques, adaptado tanto al agua como a suelos moderadamente secos. Habrá que reponerlo a la próxima temporada si es posible, pues es una planta bonita que quería ver en flor y no pudo ser.

Las Martynia annua que brotaron tras las lluvias de agosto han llegado a buen puerto y estos últimos días de octubre se los han ido pasando floreciendo. Es curioso, pero al haber más plantas juntas no se han hecho tan grandes como la solitaria del año pasado. Su aspecto no es muy bueno ya, quizá porque la época en la que comenzaron a crecer quedó muy alejada del verano, pero ya parecen adivinarse algunos frutos en las flores que han caído.

Antirrhinum rosado
Las Tricyrtis han florecido durante todo el mes y se meterán en noviembre floreciendo, pero han ido muy escalonadas. Claro que también influye el hecho de que este año han sido más del triple de tallos floreciendo que el año pasado. De todos modos, muchos de éstos están empezando ya a pedir ser podados, pues están totalmente secos. Aunque para poda masiva las que han sufrido dos plantas vecinas de la anterior: a la maceta de hierbabuena, que corté desde la base en septiembre y se había regenerado estupendamente, he tenido que volver a podarla al ras porque las hojas estaban siendo pasto -nunca mejor dicho- de algún insecto, y habían perdido su porte y su aspecto impoluto. A las Digitalis purpurea me he visto obligado a eliminarlas totalmente. No a la especie, sino a todas las plantas adultas, las que sembré en 2011 y florecieron en 2012 y 2013. Estoy realizando un replantado en la maceta a base de trasplantar todas las plantas que fueron creciendo en macetas contiguas a partir de todas las semillas que cayeron. Muchas de ellas tienen un buen tamaño, pero tengo dudas sobre si serán capaces de alcanzar la talla para florecer en primavera. Si no, a esperar a 2015.

Ahora que ya hace fresco espero que el tiempo dedicado al riego ocupe menos y las plantas puedan ir a su ritmo. Mientras tanto, y con la mayoría de tareas importantes ya realizadas, durante noviembre toca dejar la terraza lo más aseada posible: todavía quedan muchos trozos de madera de muebles viejos que fueron apartados allí arriba hace años, que están en su mayoría podridos. Una vez hecho esto podré ampliar y reorganizar muchos puntos donde colocar plantas, especialmente en el rincón de semisombra, donde podré conseguir entre otras cosas hacer más efectivo este punto, colocando plantas en una pared -hoy ocupada- donde no da nada de sol directo. Los semilleros que mantengo en el patio los tendré que ir subiendo, porque ya apenas llega luz allí. Desde luego, aunque ya no sea tiempo de flores, aburrido no voy a estar.

lunes, 21 de octubre de 2013

Plantación de bulbos

Bulbos antes de ser cubiertos
Aunque la meteorología nos ponga en una tesitura que hace parecer que todavía estamos a finales de verano, lo cierto es que ya hemos encarado la recta final de octubre y el tiempo apremia en cuanto a realizar tareas otoñales se refiere. Plantar los bulbos, todos los que tengo, era la última de las grandes propuestas que tenía pendientes de cara a esta preparación de la temporada que viene.

Mucha gente prefiere esperar a que haga más frío, pero me parece irrelevante dado que, por una parte, muchos bulbos pueden estar creciendo perfectamente si se les planta desde septiembre, hasta aquellos que nos venden en primavera -como los gladiolos enanos o los iris holandeses- y, por otra, si me tuviera que esperar al frío no plantaría hasta navidad: esta semana el poniente nos ha traído un par de días a más de 30ºC, y la semana que viene no parece que afloje mucho más.

El domingo día 13 estuve varias horas en la terraza e hice la parte más difícil: reconstruir el contenedor de los bulbos. Esta estructura de 280x100 cm. de superficie y 40 cm. de altura la construí y llevé a la terraza entre finales de 2012 y principios de 2013 (muy tarde, pues debería haberlo terminado al menos en septiembre del año pasado). Está hecha con listones de madera provenientes de palets usados que me proporcionaron amablemente en una carpintería donde trabajé hace unos años. Al ser tan grande no tuve madera suficiente como para construir un cajón totalmente cerrado, así que tiene un espacio abierto entre los bordes superior e inferior. Para colocar la tierra hice como en el contenedor de las anuales y herbáceas, aunque después de mucho buscar no conseguí ningún plástico que se pareciese al de aquél. En dicho contenedor, hecho con una estantería metálica y malla, forré el interior con una sábana vieja y sobre ésta puse el plástico, blanco por fuera y negro por dentro, y hasta ahora muy resistente, pues no ha adquirido esa fragilidad típica del plástico expuesto al sol, que se va desintegrando poco a poco. Desgraciadamente, esto sí pasó en el contenedor de los bulbos.

Apenas siete meses, de enero a julio, duró el plástico en este contenedor. Aquí tuve que usar el primer plástico que encontré, uno transparente de los que se usan para hacer esos pequeños túneles que cubren las plantas en las huertas. Lo puse tal cual, grapado a los bordes, y lo llené. En verano estaba ya imposible, con desgarros en los bordes y algún agujero por la mitad donde empezaba a caer tierra, así que saqué con paciencia todos los bulbos, que se encontraban ya en reposo o a punto de hacerlo, y fui guardando los más de mil litros de sustrato en bolsas de basura grandes, la única solución sencilla que tenía a mano. Esta vez, aunque han pasado unos meses desde el desmantelamiento, me he ocupado de que las cosas lleguen justo a tiempo. A finales del mes pasado adquirí un nuevo plástico, semitransparente -no hay de otra clase- pero más grueso: en la tienda me informaron de que puede durar al sol unos 3-4 años, esperemos que más. El domingo día 13 lo que hice fue recubrir el armazón con sábanas viejas, para no tener la tierra a la vista como antes, y sobre éstas puse el plástico.

Para la capa de fondo aproveché para ir deshaciéndome de una pila de compost que llevo casi un año preparando y que en su mayoría ya se había convertido en una masa homogénea e inodora de color marrón oscuro, con lo cual me gané unos centímetros de sustrato y abono para la tierra. Dado que a ciertos niveles del contenedor importa poco el sustrato, también he hecho un intercambio añadiendo aquí sustrato de peor calidad para reservar algunos litros del que había en el contenedor para plantar semillas y otras cosas: este sustrato contiene turba negra y rubia, perlita y fibra de coco. De todos modos, la inmensa mayoría ha vuelto a su lugar de origen, que es el contenedor.

Ha pasado una semana hasta que he puesto los bulbos, no por nada, sino porque requiere un tiempo y entre semana no encontré ningún día para hacerlo. Aún así, se me ha hecho de noche en la terraza al dejar para el final el riego del resto de plantas. Colocar los bulbos (más de mil) no tiene mayor secreto, pero sí requiere un poco de estrategia el decidir cómo ordenarlos. Lógicamente pongo en el frontal los de altura baja y subo progresivamente hasta los más altos, que van al fondo. Además hay que tener en cuenta la morfología de la planta y su posible intromisión en el espacio de otros bulbos. Así, especies como los Crocus, los Iris y los gladiolos crecen verticales y apenas ocupan espacio hacia los lados; en cambio, algunos como Muscari armeniacum o Tulipa tarda crecen no tanto en anchura, sino en horizontal: las hojas se arrastran por la superficie. Hay que tener en cuenta pues este detalle para evitar que las hojas cubran las plantas más bajas. Especial atención habría que poner con los jacintos: el primer año tuvieron una floración muy compacta y hojas breves y apretadas, pero el segundo año, con una floración más laxa, las hojas empezaron a crecer como locas tras cortar las varas florales. Tanto fue, que habiéndolas colocado delante de unos narcisos tipo miniatura, consiguieron taparlos a la vista. Este año los he puesto pegados a un borde flanqueados sólo a un lado por pequeños Allium, a ver qué pasa.

En la foto se ve que ya hay dos bulbosas con hojas. La de arriba son nardos (Polianthes tuberosa) que tenía en una maceta desde mayo de 2012. Nunca han conseguido florecer y espero que este espacio extra mejore esta condición. La segunda es una Nerine bowdenii: tenía tres, pero una se pudrió antes del verano. Las dos restantes habían ido muy bien pero hace poco una de ellas perdió las hojas: pensé que simplemente iba a entrar en reposo, pero hoy he confirmado que el amarilleo de las hojas no respondía a la caída natural de éstas, sino que el bulbo se había podrido. Posiblemente sea la enésima víctima del sustrato "Globalplant". Así pues, la planta restante -ya dividida en dos- es la única que cumple con mi plan inicial de pasar al contenedor, ya que es una planta de tamaño adecuado y no vale la pena tenerla separada en una maceta. Su floración es otoñal pero, a pesar de que tiene bastantes hojas, de momento no aparece ningún signo de ella. Aún podría estar a tiempo.

Cubiertos ya los bulbos con algo menos de tierra que el año pasado (unos 5-7 cm., suficiente para la mayoría de plantas), ahora ni siquiera tengo que regar. Es lo bueno de este tipo de plantas y el sustrato que empleé, que retiene la humedad de la lluvia sin encharcamientos y prolonga su efecto durante semanas, permitiendo que los bulbos tengan para beber durante su fase activa y sequedad para su reposo. Sólo en casos puntuales tengo que regar, y no demasiado. Si un contenedor tan grande estuviese dedicado a anuales y herbáceas, casi seguro que en verano sería una locura mantenerlo y necesitaría no menos de 25 litros semanales para él solo.

Como en todos los casos, espero que los bulbos esta temporada supongan una experiencia mejorada respecto a la anterior. He hecho lo posible para que así sea, así que ya sólo resta esperar y contemplar cómo van apareciendo las primeras hojas durante las siguientes semanas. Para las flores habrá que esperar un poco más, unos cuatro o cinco meses, pero si sale todo bien serán las primeras plantas en llenar de flores la terraza en el tramo final del invierno.

domingo, 13 de octubre de 2013

Meteorología otoñal dispar

Cosmos bipinnatus blanca y rosa
Este inicio de otoño no pinta demasiado bien para mis pretensiones. Que haga un tiempo especialmente cálido no es óbice para algunas plantas, que se están desarrollando a tal ritmo que llegarán a invierno casi con el tamaño de florecer, si no lo hacen por el camino. El problema es que demasiado calor reseca muy pronto la superficie de la tierra, y las semillas pequeñas lo tienen difícil.

Septiembre tuvo una ausencia de precipitaciones histórica, y octubre siguió batiendo récords comenzando con un día a casi 35ºC. Llegó la clásica lluvia repentina que suele aparecer a finales de septiembre, y a pesar de lo abundante que fue, resultó un tanto espontánea, pues en el momento de producirse apenas había nubes sobre nuestra región. En mi ciudad, Sueca, se recogieron nada menos que 81 mm. en apenas cinco horas. Estuve atento los primeros instantes -poco después de medianoche- a ver cuánto caía en Cullera, pero el pluviómetro de MeteoCullera no recogía ni una gota. Al día siguiente me enteré que sí, que en otros puntos de la ciudad se habían recogido 38 mm., no está mal. Horas después lo comprobé in situ al encontrarme agua en las bandejas de la terraza y todas las plantas con el sustrato húmedo. No he empezado a regar hasta hoy, y la tormenta fue la madrugada del martes. Eso sí, aún he usado agua de lluvia de la que se acumuló.

Oxalis triangularis
Después de dicho episodio de precipitaciones han habido apenas tres días con un poco de cobertura de nubes y ni una gota más. Los días lluviosos de octubre se resisten a llegar y casi parece que se vaya a repetir la rutina de 2011, con un octubre que fue seco y cálido aunque acabó lloviendo un poco a finales de mes. Este mes de 2013 salvará la media por la inusualmente abundante lluvia del día 8, pero estamos en las mismas. Además, para la semana que viene se prevé un nuevo aumento de temperaturas, ahora que comenzaba a suavizarse la cosa -eso sí, aún sin hablar de "fresquito"- y puede que el termómetro vuelva a los 30ºC e incluso superarlos. Difícil situación para las semillas más pequeñas sembradas al descubierto, las cuales las esparcí el martes por la tarde aprovechando la tierra húmeda.

Gazania rigens
Esa es mi principal preocupación: las plantas bien establecidas en el contenedor empiezan ya a tomar tamaños considerables y pronto obligarán a que retire la reja protectora, dejando las semillas y plántulas más pequeñas a merced de posibles ataques, especialmente de pájaros. Me quise adelantar al otoño aprovechando el buen tiempo de septiembre y apareció este riesgo inesperado: un otoño seco. Lo único que me queda es seguir pulverizando agua en cada visita y valorar los progresos. En el peor de los casos, todavía se puede seguir sembrando en invierno y las semillas irán germinando poco a poco hasta la primavera.

Por otro lado, pero siguiendo en la dinámica de plantaciones y preparaciones, nos encontramos en la época de plantar bulbos. Ya he reunido a todos los que tenía que plantar y he puesto a punto el contenedor, que estaba sin el plástico que mantiene la tierra en su sitio. He colocado sábanas viejas, como en el contenedor de las semillas, para proteger el nuevo plástico del sol. El plástico que he usado en esta ocasión ha tenido que ser otra vez semitransparente, pero al menos es más grueso y cuenta con la protección de las sábanas, a la espera de que el sol no lo dañe tan deprisa como ocurrió con el anterior, que no duró ni medio año. A la próxima visita ya toca poner los bulbos en su sitio, previo planificado de su ubicación final.

Cosmos bipinnatus blanca
Mientras tanto, la terraza empieza a llenarse de plantas recién germinadas, rebrotadas o totalmente nuevas, y el verde abunda en cualquier rincón. Flores no hay muchas, pero las pocas que hay lucen de maravilla. Florecen las Cosmos bipinnatus, con nuevos ejemplares de color blanco, y la Gazania de hojas plateadas ha vuelto a sus orígenes, mostrando capítulos con pétalos de un colorido anaranjado intenso mezclados con los amarillos con línea naranja que ha sacado durante el verano. Todavía sigue floreciendo el Symphyotrichum novi-belgii, llegando ya al final de su época, mientras que en el rincón de la sombra las Tricyrtis tienen ya más de 15 tallos con flores en el ápice, aunque se abren muy escalonadamente, nunca dos juntas en un mismo tallo.

Floración de Oxalis bowiei
Más al rincón siguen creciendo y floreciendo los Oxalis. Los Oxalis bowiei están espléndidos, con hojas enormes y multitud de flores juntas, un cambio espectacular. Los Oxalis triangularis, por su parte, además de volver a crecer y florecer presentan alguna diferencia respecto a su temporada primaveral: las hojas crecen más grandes y no se pliegan con la luz, consiguiendo quedarse abiertas al mismo tiempo que las flores. En primavera las hojas se plegaban con el sol directo y las flores se cerraban a la sombra, aunque quizá también lo hiciesen para evitar la evaporación con el calor. Sea como fuere, ahora están radiantes y hacen un conjunto espectacular con sus parientes de hoja verde y flores rosadas.

Completan la terraza un buen montón de plantas semilleras sembradas entre finales de agosto y hace pocos días, creciendo a buen ritmo. Algunas más tempraneras, como las zinnias, están ya a punto de florecer. Otras, perennes la mayoría, quizá lo consigan ya para la próxima temporada si continúan sacando beneficio de este tiempo. Aparte de semillas y dejando de lado los bulbos del contenedor, todas las adquisiciones nuevas en forma de bulbos, tubérculos o raíces, así como algunas supervivientes de la temporada anterior, han sido plantadas ya. Entrarían en esta clasificación las anémonas y ranúnculos, que dispuse en macetas el jueves.

Aprovechar esta "segunda primavera" para adelantar muchas plantas que espero ver florecer a la próxima primavera es un buen plan, pero la falta de humedad y días nublados están convirtiéndose en un hándicap para que estas buenas temperaturas consigan beneficiar a todas las especies por igual. Esperemos que de aquí al invierno todas las semillas tengan la oportunidad de desarrollarse correctamente.

viernes, 11 de octubre de 2013

La transformación del Mammillaria nejapensis

Aspecto actual, en floración
Reconozco que nunca he puesto interés en plantas como los cactus y las crasas más resistentes - plantas tipo Aloe, Echeveria, Crassula, etc.- y que las pocas que tengo llegaron "de rebote" a mis manos e incluso perdí algunas por el camino, pero ello no significa que las desprecie, pues no me importa guardarles un sitio en la terraza. Pero este año, algunos de los cactus que tenía "de toda la vida" han hecho algo que quizá consiga que les preste más atención a este tipo de plantas a partir de ahora: florecer, demostrando que pueden ser tan llamativas como las que más.

Este año, después de recuperar a los cactus y darle el tratamiento necesario, esto es, dejarlos totalmente secos en invierno (por supuesto, a resguardo incluso de la lluvia) y sacarlos al sol y regarlos en verano, he conseguido que dos especies florezcan. De una de las dos, desgraciadamente, no conseguí obtener documentos gráficos que lo atestigüen, y en parte fue por la manía de buscar el perfeccionismo que tengo a veces. Se trataba de un Ferocactus que ni siquiera recuerdo cuántos años hace que llegó a casa. Durante el mes de agosto empezó a crecerle una flor que acabó estando lista para abrirse justo aquella semana que llovió tanto en Cullera. La pillé a medio abrir y no le hice fotos por eso, y ante la amenaza de lluvia se me ocurrió bajarla al patio para evitar que se estropeara. La siguiente vez que volví la flor permanecía medio cerrada, con lo cual tampoco hubo fotos, y la dejé en la terraza. Resultó ser que a partir de esa noche cayeron las lluvias más intensas, así que para cuando volví ya no había flor que ver, quizá en parte por las lluvias y en parte porque las flores de cactus duran poco. Total, que no hice fotos ni de la flor a medio abrir, de un bello color naranja, y tendré que esperar a repetir suerte al verano que viene.

Detalle de las flores
El caso que nos ocupa en la entrada ha tenido bastante más suerte. Se trata de un pequeño Mammillaria karwinskiana ssp. nejapensis, una de tantas especies de cactus de este amplio género, caracterizados por su talla contenida, formas redondeadas y multitud de pequeñas espinas. Este cactus llegó como regalo quizá allá por 2010-2011, junto con los Kalanchoe blossfeldiana que aún tengo y una bromelia Guzmania que en mi casa tiraron a la basura cuando se secó y no pude conservarla con la posibilidad de que algún hijuelo volviera a ocupar la maceta. Este pequeño cactus tenía una forma casi esférica y venía en una de esas pequeñas macetas en las que suelen venderlos en los comercios, en la que todavía sigue, pero hasta que termine su ciclo.

El cactus estuvo mucho tiempo en casa, en un mueble, desde donde muchas veces se cayó al suelo por un tropezón. En 2011 me lo llevé y fue el primer año que, tras seguir algunos consejos, se me ocurrió eso de guardarlos a cubierto en invierno. Dos temporadas después, en 2013, empezó a mostrar sus primeros cambios.

En mayo el pequeño cactus comenzaba a tomar una forma más cilíndrica y me sorprendió con 4-5 florecillas de color blanco amarillento con líneas pardas verticales en los pétalos. Era la primera vez que conseguía que un cactus floreciese, y eso era especial. Fue entonces cuando le puse nombre, preguntando, pues ahora ya podía ser más fácil identificarlo. Y así fue: Mammillaria karwinskiana ssp. nejapensis es, por lo menos, la subespecie y especie que más le cuadran.

Aspecto y floración en mayo
A lo largo del verano el cactus seguía dando que hablar, pues empezó a "desdoblar" su tallo, proceso llamado división dicotómica. Esto es, que en lugar de ser un cilindro con un ápice, se convierte en una suerte de dos tallos pegados, en forma de corazón, con dos extremos en su parte superior. Pero la sorpresa ha sido que, tras el verano y este proceso, en pleno otoño ha vuelto a florecer y de manera más abundante.

No sé si en un futuro acompañaré a este pequeño cactus con algún pariente, dado que todavía me cuesta mucho identificarlos -y nunca los venden con nombre- y me gustaría, por ejemplo, obtener alguna especie más del mismo género pero con flores rosadas. Ya se verá. Por lo pronto, dejaré al cactus a su aire hasta que el tiempo se vuelva más fresco y húmedo -este año parece estar tardando- y toque bajarlo de nuevo al patio. Una vez haya pasado el tiempo de crecimiento, poco antes de volverlo a subir, lo pasaré a una maceta más grande para que continúe dividiéndose, si quiere, durante la temporada próxima. Y es que no hay nada más satisfactorio que una planta que dé buenos resultados después de buscar para ella los cuidados más adecuados.

jueves, 3 de octubre de 2013

Oxalis bowiei, una belleza casi olvidada

Oxalis bowiei en floración
Hay muchas plantas ornamentales que han quedado relegadas al olvido y es prácticamente imposible encontrarlas en el comercio. El único recuerdo que tenemos de ellas son los ejemplares que siguen creciendo en macetas o jardines donde no han necesitado muchos cuidados para mantenerse. En muchos otros casos, estas plantas las encontramos establecidas en pleno campo, siempre cerca de zonas rurales y edificaciones, escapadas de alguna casa rural o del margen de alguna huerta donde otrora se plantaron como ornamentales.

Algunas de estas plantas siguen creciendo hoy en día integradas con la flora autóctona: en las orillas de las acequias de casi toda l'Albufera aparecen ocasionalmente Narcissus tazetta, y en el Cap de Cullera en marzo algunas pendientes se llenan de las blancas flores de las africanas Freesia refracta. Hay veces que estas plantas no escaparon de macetas sino que seguramente vinieron como polizontes en algunos intercambios agrícolas, como los Nothoscordum, bulbillos sudamericanos relacionados con los ajos que se reproducen con frenesí, o los Oxalis pes-caprae sudafricanos que tapizan muchas huertas.

El caso que nos ocupa se acercaría a lo primero. El Oxalis bowiei es una especie sudafricana de grandes hojas carnosas y flores de un rosa intenso. Al igual que otros Oxalis, como O. articulata u O. debilis, esta planta ornamental sigue creciendo en algunas casas, pero es prácticamente imposible de encontrar en los comercios. Mis ejemplares salieron del margen de un camino entre arrozales de Sueca, prácticamente en medio de la nada -aunque quizá llegasen de alguna caseta de campo cercana- donde hace casi un año su gran mata de flores de vivo colorido hicieron que me detuviese a curiosear.

No les hice ninguna foto, porque me pareció que tenían un aspecto tan inconfundible que al llegar a casa y consultar en Internet lo encontraría enseguida, y así fue. A la semana siguiente, me llevé una pequeña azada y cavé con mucho cuidado de no hacer un agujero demasiado grande, pero dejé intacta la mayor parte de la mata, limitándome a encontrar algún bulbillo suelto en su perímetro. Previamente había buscado en la red el aspecto de sus órganos subterráneos para saber qué debía buscar, y no parecía muy complicado: los tubérculos tienen forma de gota muy alargada, como si hubieramos estirado uno de Oxalis pes-caprae (podéis verlos en esta entrada, cuando los saqué para replantar hace algo más de un mes). Eso es lo que encontré al excavar, muy pequeños, pero me llevé cinco o seis.

Aspecto de las hojas
Tras un tiempo plantados en dos macetas pequeñas, en ambas comenzaron a salir tímidamente las pequeñas hojas de tres folíolos. Los tuve que poner bajo protección ya que los gorriones se volvían locos con ellos, cortando trozos de hoja y llegándolas a segar del todo. En aquella misma época me habían enviado los Oxalis triangularis en un intercambio y a éstos no los tenía protegidos porque los gorriones se iban directo a por los O. bowiei, de color más vivo. Al final, como ya he contado, acabaron picando a ambos, así que tuvieron que crecer bajo jaulas hasta la primavera, cuando los pájaros por fin los dejaron tranquilos.

La planta es eminentemente vivaz, pasando bastante tiempo sin hojas, recluida en sus órganos de reserva. Así, a finales de primavera las hojas comenzaron con su deterioro natural y dejé de regarlos. Los tenía en un sustrato muy arenoso y drenante, que parece irles de maravilla. Como conté en la entrada que mencionaba antes, al escarbar en sus macetas acabaron apareciendo más de 15 tubérculos, no demasiado grandes. Dado que había tantos, decidí ponerlos en una maceta específica para ellos de un modelo del cual tengo unas cuantas, cuadradas con unos dos litros de capacidad. Si por mí fuera, todas las macetas que tuviese serían con esta forma o rectangulares, ya que son más fáciles de organizar y vienen estupendamente para tener por separado plantas pequeñas de tubérculo, bulbo o raíces carnosas.

Lo que pasó después me dejó algo sorprendido. De aquellos tubérculos tan pequeños que habían dado hojas de talla discreta, empezaron a emerger en las siguientes semanas tras enterrarlos montones de hojas cada vez más grandes. Al final hemos llegado a octubre y las hojas más grandes lo son casi tanto como recuerdo que lo eran las plantas que encontré en aquel camino, mayores incluso que las del Oxalis tetraphylla. Estas hojas tienen la particularidad de no ser articuladas, es decir, que permanecen inmóviles ante los cambios de luz en lugar de plegarse y desplegarse como muchos de sus parientes.

Flor en detalle
Mi alegría terminaba de culminar al ver asomar de entre la mata de hojas una vara floral, seguida de otra, y otra, hasta cuatro que tiene ahora. Recuerdo que las flores me llamaron poderosamente la atención cuando las vi en aquel camino del marjal, y no era para menos. Con el aspecto de todos los Oxalis, las flores de cinco pétalos son bastante grandes, un poco más que las de los O. pes-caprae, y de un rosa muy intenso. Además he notado que la flor va moviéndose poco a poco, apuntando hacia varias direcciones en poco tiempo, pero desconozco totalmente a qué se debe y qué función puede tener. De momento sólo hay una, y espero que la planta abra varias a la vez, lo cual le dará un aspecto magnífico.

A diferencia de algunos Oxalis, que aparecen y desaparecen varias veces a lo largo del año -generalmente faltando sus hojas cuando hace mucho calor, el Oxalis bowiei tiene un ciclo de crecimiento estacional restringido a las épocas menos cálidas del año. Desconozco cuánto tiempo estará floreciendo, pero imagino que serán unas cuantas semanas de otoño y posteriormente pasará a tener sólo hojas hasta finales de primavera, como ya hizo. Tiene, por tanto, un ciclo similar a Oxalis pes-caprae, aunque la floración de éste suele extenderse bastante tiempo.

De esta manera tan simple llegó a la terraza una planta que, aunque muchos ya han olvidado, tiene una belleza especial que no desmerece en ninguna colección de plantas. Ahora toca disfrutar de su intenso colorido, pues es gratamente bienvenida en esta época en la que la presencia de flores va disminuyendo progresivamente.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Las flores del otoño

Symphyotricum novi-belgii
Ya comenzó octubre, y lo hizo con una preocupante entrada de viento de poniente que llegó a disparar los termómetros hasta 34ºC. Si bien acababa de regar las plantas por la mañana y quizá no haya mayor problema, lo que hay que tener en cuenta es que el poniente suele tumbar la humedad relativa de manera drástica, y quizá a las jóvenes plántulas de cortas raíces no les haya sentado nada bien. Saldré de dudas en la próxima visita. Visita que, si las previsiones se vuelven a cumplir tal cual acertaron con este calor, posiblemente esté pasada por agua: se esperan las primeras lluvias otoñales para todo este final de semana, el momento ideal que andaba buscando para terminar de sembrar las anuales y demás herbáceas. Resulta curioso, y es hasta un alivio, que este episodio se haya producido un 1 de octubre. Si llega a ocurrir en julio o agosto, los termómetros hubieran subido mucho más y el efecto del poniente hubiera sido un duro golpe para muchas plantas. Ya ocurrió en mayo y tuvo sus consecuencias.

Tricyrtis formosana
El otoño, en un clima templado con poco frío como el nuestro, es una época de resurgir. No en vano muchas plantas de nuestro entorno son, incluso, exclusivas de esta estación. Los montes de Cullera ven abrirse en estas fechas a plantas como Lapiedra martineziAllium moschatum, Narcissus autumnalis, Prospero obtusifolium y autumnale, Spiranthes spiralis, Satureja y otras tantas. También las margaritas Bellis sylvestris comienzan ya a florecer, en su etapa de esplendor que durará hasta mediados de invierno. Muchas plantas que florecen en otras fechas tendrán en el otoño su mejor momento, como los romeros y aliagas. En los campos, aparecerán en gran número multitud de hierbas que durarán hasta principios de primavera en flor, pero que será durante el otoño cuando luzcan sus mejores galas: Erodium, ranúnculos, cerrajas, rabanizas...

En casa pasa un poco de todo. Hay plantas eminentemente otoñales que florecen exclusivamente en esta etapa, mientras que otras simplemente retoman lo que llevaban haciendo desde antes de que el verano se volviese demasiado agobiante. Algunas, más simples todavía, son anuales o perennes tiernas que consiguen florecer si fueron sembradas a finales de primavera o durante el verano. Climáticamente, nuestro otoño es una progresión casi proporcional a la primavera, esto es, que el calor se retira poco a poco y durante el mes de octubre las similitudes con la primavera son muchas. La falta de heladas o precipitaciones en forma de nieve como ocurre en otros puntos de la península, la cercanía al mar y la baja altitud hacen que, por ejemplo, las temperaturas medias de diciembre sean casi iguales a las de marzo, con el condicionante de que diciembre tiene muchas menos horas de luz natural.

Chile habanero
De esas plantas que florecen en otoño, destacaré al áster Symphyotrichum novi-belgii. Me he pasado el año hablando de esta especie, preocupado por los hongos que no han dejado de atacarle nunca, ni siquiera ahora. El crecimiento de la planta fue totalmente distinto al del año pasado y es de esperar que la infección tuviese la culpa. Sin embargo, y contra todo pronóstico, en apenas un mes un tallo ha emergido de la planta con la misión de florecer. Obviamente no se acerca ni por asomo al resultado del año pasado, cuando la planta creció con normalidad y formó un arbusto de casi un metro de alto. Esta vez, un tallo de apenas 20 cm. de alto tiene la misión de abrir al sol sus capítulos color lila. En la foto aparece el primero de ellos, con lo cual seguro que haré más fotos cuando estén abiertos varios a la vez. Espero que la planta sea capaz de mejorar y volver a alcanzar grandes tamaños para el año que viene.

Al mismo tiempo, se abre la primera flor de la Tricyrtis formosana, que al contrario del áster ha tenido en éste su mejor año. Vienen cerca de 14 tallos, si no más, con flores en su extremo, creciendo de manera pausada. Esta liliácea de raíces carnosas, sin bulbos, es una especie de floración eminentemente otoñal y descanso invernal, permaneciendo sin hojas hasta marzo y creciendo a lo largo de los meses más cálidos del año. Esta temporada no ha sufrido plaga alguna, aunque es evidente que el calor ha impedido que llegue totalmente inmaculada, difícil por otra parte al tratarse de una planta que no renueva sus hojas hasta la temporada siguiente. De todos modos, la diferencia con el año pasado es abismal, y las flores aparecerán en tallos de hasta 40 cm. de alto y en mucha mayor cantidad. También volverán a aparecer por aquí cuando eso ocurra.

Lobelia siphilitca
Las Cosmos bipinnatus del verano hacen frente como pueden a este inesperadamente cálido y seco final de verano y principio de otoño, del cual podrán salir airosas una vez comience a llover y la temperatura se suavice. Todavía se ven pocas flores grandes, pero entre ellas ha aparecido la primera planta de pétalos blancos desde que tengo la especie en la terraza. En principio este color se encuentra dentro del rango del tipo de plantas que sembré inicialmente, pero esta planta no ha surgido directamente de la propia mezcla, sino que ha aparecido de manera espontánea tras un par de generaciones. Técnicamente, la planta es "nieta" de las primeras cosmos sembradas la primavera de 2012, que florecieron por estas mismas fechas y dieron multitud de semillas que iban germinando en macetas y yo iba trasplantando a este mismo contendor. De dicha generación surgieron otras tantas plantas cuyas semillas también dejé caer o yo mismo depositaba a los pies de las plantas adultas. Con todas las plantas en mezcla de colores estos casos son habituales: mis antirrinos de mata baja salen en su mayoría rosados, y otros pocos son blancos: la planta de donde saqué las semillas era de flores amarillas, y quizá este color aparezca cuando menos lo espere.

Cosmos bipinnatus blanca
En el rincón trasero de la terraza siguen en flor las Lobelia siphilitica, con una estilizada vara floral de intenso color añil, o azul violáceo si se prefiere. Aunque la foto es de hace una semana y en aquel momento lucían bien, lo cierto es que no tengo muchas esperanzas depositadas en ellas puesto que las hojas se han llenado rápidamente de hongos y están muy estropeadas, algo que ocurrió de manera muy similar con una Papaver setigerum hace unos meses: las hojas parecen estar algo secas, con manchas blancas y puntitos negros. Si se diera el caso que las plantas muriesen, todavía llego a tiempo para recuperarlas de cara a la próxima temporada sembrándolas de nuevo, dado que las actuales han llegado a florecer ahora siendo sembradas en enero. Por lo pronto, si las lluvias dejan un ambiente más húmedo, puede que las traslade a la zona de sol unos días.

Florece también una hortaliza, el chile habanero (Capsicum chinense). Obtuve la planta sacando las semillas de un fruto desecado que me regaló un amigo en mayo, y tras un primer intento fallido cuando la planta acababa de germinar, a la segunda conseguí establecer esta que tengo ahora. Eso sí, empezó en junio y su crecimiento ha sido lentísimo, más todavía que el de los pimientos Capsicum annuum que casi todos los años acabo sembrando. Las flores han aparecido hace poco y, si las lluvias no las tumban, quizá consigan dar alguno de los picantes frutos que los caracterizan.

Faltan unas pocas plantas por florecer que seguro incluiré en una entrada próxima, junto con aquellas otras que han recuperado las fuerzas o el despliegue total de las . Por ejemplo, está floreciendo la Ipomoea purpurea que tengo en el balcón y no tardarán en hacerlo los Oxalis bowiei, que presentan ya dos varas con flores. El otoño no va a estar exento de colorido, desde luego.