miércoles, 28 de mayo de 2014

Espigas azuladas

Delphinium elatum con otras flores
Ya queda menos de un mes para que llegue el verano y las plantas de la terraza siguen con sus distintos ciclos vegetativos muy influenciados este año por el calor y la sequía. Por ejemplo, muchas de las anuales que el año pasado comenzaban ahora a estar en su mejor momento, van empeorando o desapareciendo; las vivaces y perennes, en cambio, se unifican juntándose especies que empezaron en marzo-abril con las que poco a poco lo van haciendo ahora. En los últimos diez días han ido revelándose dos plantas que, si bien son muy diferentes, tienen el denominador común de desarrollar espectaculares columnas de flores azuladas. ¡Ah! Y que también fueron adquiridas el mismo día en el mismo formato, siendo además de la misma marca (Rocalba): rizomas para plantar.

Por un lado tenemos a la Veronica longifolia 'Blauriesin'. Las Veronica son, del mismo modo que las dedaleras y antirrinos, miembros de la familia de las Plantaginaceae, en la que se clasificaron tras ser escindidas de la familia Scrophulariaceae. Son bastante distintas eso sí de sus parientes presentes en la terraza, en tanto que las flores son planas aunque quizá no se las pueda considerar actinomorfas ya que no todos los pétalos son iguales. Las flores suelen tener el mismo diseño en la mayoría de especies aunque se distribuyan de manera distinta: de hecho, en Cullera y localidades aledañas son frecuentes pequeñas plantas de este género, como Veronica polita o Veronica persica, de porte postrado y diminutas flores terminales. Veronica longifolia luce en cambio un esplendoroso porte erecto con grandes hojas y espigas puntiagudas de flores rodeadas de otras espiguillas menores.

Veronica 'Blauriesin' en detalle
Las fotos de la planta que aparecen en la entrada fueron tomadas en días distintos. En la foto tomada de cerca vemos un buen montón de flores abiertas y frescas, pero en la vista más general observamos que la mayoría de las flores de la base de la espiga ya se han marchitado. Supongo que el calor acelera el proceso, pues parece que si me hubiera esperado más a hacer la foto global de la planta hubiera salido todavía peor. Como se ve, media espiga principal está marchitándose cuando las espiguillas "satélites" ni siquiera han comenzado a abrirse.

Las plantas, pues en realidad hay dos y por suerte ambas crecieron, llegan a unos 30 cm. de alto. Sus pequeñas flores de cuatro pétalos tienen larguísimos estambres como pequeñas antenas de insecto que sobresalen hacia todos los lados orladas por sus anteras blancuzcas. No será, espero, la única especie de verónica en la terraza, pues obtuve desde semilla la muy similar Veronica spicata, de las cuales una ya presenta una inflorescencia en desarrollo que puede que esté lista en unas semanas.

Veronica longifolia 'Blauriesin'
La segunda de las especies de flores morado-azuladas en espigas es más grande y pertenece a otra familia bien representada en la terraza. Se trata de Delphinium elatum, el delfinio o también llamado espuela de caballero, al igual que la Consolida ajacis. Como ésta, es una ranunculácea. Lo de si es un D. elatum "auténtico" o no queda en duda, pues venía identificado sólo como "Delphinium", aunque la inmensa mayoría de plantas que se venden bajo este nombre son variantes y selecciones obtenidas de dicha especie.

Con esta planta temía que fuese más complicado mantenerla al sol y, si bien llegó a casa a finales de febrero, de las tres raíces que venían brotaron todas pero una ya sucumbió. De las dos restantes, parece que una haya sabido aprovechar mejor las circunstancias y es la que más ha crecido y llegado a florecer, mientras que la segunda se sigue manteniendo a sus pies, pequeña pero sana. La planta tiene una roseta de hojas grandes y palmadas -a diferencia de las finas hojas de Consolida- , de color verde oscuro, y bajo tierra unas raíces gruesas similares a las de las aguileñas, no siendo por tanto comparable con sus parientes las anémonas y ranúnculos que toleran la sequedad absoluta una vez pierden la parte aérea.

Detalle de flor de Delphinium
Dado que la marca las vende en pack de mezcla de colores, al tener sólo un ejemplar listo para florecer las opciones de que saliese un color que no hiciese justicia al de su especie eran razonables. Mis preferencias eran este que ha aparecido o el azul claro, así que estoy satisfecho. Además las flores son simples y la inflorescencia bastante laxa, con lo cual ha quedado con un atractivo aspecto asilvestrado. Las flores tienen unos llamativos nectarios centrales con formas angulosas y unos pelos amarillo brillante. Una curiosidad, supongo que por proceder de selecciones cultivadas, es que las flores tienen cinco pétalos pero todas ellas tienen una especie de pétalos a medio salir relegados al centro de la flor, si bien he observado que en algunas flores sí han crecido y la planta tiene seis grandes. Como la Consolida y las aguileñas, tiene la "espuela" en la parte posterior de las flores que le da su nombre común.

Delphinium elatum
Lo que sin duda ha quedado espectacular es la combinación lograda a pleno sol, donde ubiqué a la planta con la condición de mantener el drenaje de la maceta encajado en un platillo para evitar desecamiento. El Delphinium crece rodeado -aunque demasiado "acorralado" quizá- de las rosadas flores de Monarda citriodora y Rehmannia elata y los capítulos rojigualdos de Ratibida columnifera; todavía puede coincidir con el Carthamus tinctorius que está a punto de florecer, aunque quizá ya no con la Kniphofia que ni siquiera se ve en la foto porque no sobrepasa los 15 cm. de altura. La estampa que forman es espectacular y prácticamente suple a lo que debería haber sido el contenedor de las anuales, con sitio de sobra para aglutinar combinaciones de este tipo.

Con estas dos bellísimas plantas queda pues satisfecha una parte importante de mi gusto por las especies de flores agrupadas en altas y apretadas espigas. Aún así, no serán las únicas especies con esta configuración que florecerán aquí, en este muro expuesto al poderoso sol primaveral, pues dentro de poco seguirán abriéndose especies con otra tendencia: el rosado. A ver si no tardan mucho en protagonizar una entrada como esta por aquí.

martes, 27 de mayo de 2014

Lilium candidum, esplendor ancestral

Lilium candidum
Hay montones de especies, variedades, híbridos y demás seleccciones de azucenas en cultivo. En la terraza hay varias, y este año más que ningún otro, pero las plantas más viejas no parece que estén yendo muy bien y no sé si es por el tiempo que hace, cálido desde febrero, o porque están sufriendo algún tipo de pudrición. El caso es que muchas plantas se han puesto amarillas y/o marrones de golpe, algunas sin florecer, y en lugar de estar ahora en pleno auge parece que llegará el verano y las macetas estarán vacías. Son las novedades de este año, como la que ocupa la entrada, las que han tomado el relevo.

La azucena blanca, Lilium candidum, es una de las nuevas de este año. O, siendo precisos, del año pasado todavía, porque es de las pocas azucenas que se planta en otoño, y esto tiene una razón de ser: brota durante esa época y permanece hasta primavera con una roseta basal de hojas. Ninguna otra de las azucenas ornamentales que tengo lo hace, ya que algunas permanecen en tierra desde el verano pasado y las más nuevas se plantaron en enero-febrero, pero no comenzaron a brotar hasta acercarse la primavera en algunos casos.

Con tres flores
Lilium candidum es una azucena procedente de los Balcanes y Asia occidental, a diferencia de otras azucenas de grandes flores estrelladas cuyo origen se encuentra mayoritariamente en China. Es por ello que se la conoce en Europa desde mucho, muchísimo antes de la época en la que comenzaron a importarse plantas exóticas para embellecer los jardines de las clases pudientes. La azucena blanca debe ser una de las primeras plantas cultivadas puramente por su valor ornamental: ya aparecían pintadas decorando los muros del palacio minoico de Cnosos hace nada menos que 3.500 años. Otras civilizaciones mediterráneas adoraron también a esta bella flor.

Esta azucena tiene un porte y tamaño similar al de sus parientes asiáticas, si bien las hojas, lanceoladas y no tan grandes, suelen estar relegadas a la mitad inferior y el pedúnculo que sujeta las flores está despejado -cubierto con hojillas más pequeñas y pegadas al tallo, en realidad-, a diferencia de la otra azucena de color blanco que tengo en la terraza y vimos hace poco, el Lilium regale.

En el entorno
La floración es similar a la de otras tantas azucenas, aunque me sorprendió para bien el menor tamaño de las flores, aspecto que suelo valorar bastante: las flores de un tamaño más contenido me evocan un aspecto más silvestre y grácil. Dichas flores emanan un agradable aroma, quizá no tan intenso como el de Lilium regale pero sí único y perfumado. La pena, por decir algo, es que han sido muchos meses esperando y sólo he obtenido una vara con cuatro flores que ni siquiera han llegado a coincidir enteras y frescas a la vez, pues el sol ya aprieta bastante y se han ido deteriorando deprisa. Poco les queda ya para comenzar a marchitarse y caerse.

La planta ha alcanzado unos 75 cm. de alto y la he tenido en la pared que queda "a espaldas" de la trayectoria del sol. No se ha inclinado demasiado para buscar luz, pero sí parece que al incidir el sol directo desde tan pronto en la temporada -y con tanta fuerza- la planta haya perdido algo de frescura precipitadamente. Creo que no será mala idea que la coloque en el rincón trasero de la terraza, donde disfrutará de algo más de sombra durante el periodo vegetativo y tendrá el sol suficiente durante esta época para florecer. Todo sea para disfrutar un año más, y los que vengan, de esta preciosidad de fragantes flores blancas.

jueves, 22 de mayo de 2014

De termómetros y pluviómetros

Ratibida columnifera var. pulcherrima
Vaya mes de mayo. Ya sólo quedan nueve días para que el mes concluya y la cantidad acumulada de precipitaciones es la misma desde hace exactamente un mes: cero. La única suerte que estamos teniendo, como comenté en entradas anteriores, es que la escalada de temperaturas está siendo moderada e incluso episodios de poniente como los que hemos tenido durante esta semana han sido bastante tenues dentro de lo que cabe y las temperaturas apenas se han acercado a los 30ºC, si bien el lunes se superaron en un momento puntual del día. No obstante, sí se nota ya que la radiación solar se ha endurecido y estar a pleno sol durante el mediodía se hace molesto. Como siempre, quedamos pendientes de las probabilidades de lluvia que aparecen para dentro de demasiados días como para ser precisos: ahora mismo se prevé que llueva el domingo y algún día de la semana que viene. Mucho debería llover para que este mayo no sea histórico en cuanto a ausencia de precipitaciones, superando de momento al de 2009, que dio menos de 6 mm. de lluvia.

Salvia farinacea
En la terraza todo esto se puede solventar regando en abundancia, aunque luego haya que aumentar el esfuerzo al subir litros extra de agua. Calculo que más o menos estoy utilizando unos 130-150 litros semanales -es lo que tiene llevar el agua en garrafas, que sé la cantidad exacta-, lo que equivale a la misma cantidad en kilos que tengo que subir por las escaleras: no puedo negar que se hace ejercicio. Hay plantas que ocasionalmente puedo dejar sin regar entre medias, esto es, regar una vez cada cuatro días, pero son muy pocas: cactus, crasas y bulbosas muy resistentes. El resto no perdonan: no hay herbáceas "resistentes a la sequía" que lo sean de verdad en la terraza y con la limitación que suponen las macetas, todas requieren su dosis semanal.

Gazania rigens naranja
Empezando por las cosas tristes, ha habido algunas bajas prematuras en la terraza. Una de las más radicales ha sido la de la Lychnis viscaria: ha ocurrido lo mismo que el año pasado en verano, pero antes y de manera más inesperada. La planta se veía verde, sin problemas aparentes. Di un suave tirón a uno de los pedúnculos florales secos con tal de eliminarlo (cuyas cápsulas de semillas ya están a buen recaudo) y me llevé media planta detrás. No había nada que hacer, pues toda la base del ejemplar estaba totalmente podrida y la planta se desprendía con apenas dar un ligero tirón a cualquier hoja. No entiendo si es que la planta  no tolera un riego continuado, pero el caso es que no muestra señales de aviso, como amarilleo de hojas o similar: simplemente, se le pudre el tallo, volviéndose pasta. A partir de ahora creo que sólo probaré a reproducir las semillas que tengo de esta y de la planta de 2013.

Esfinge colibrí libando una Monarda
Otra planta que no ha terminado de desarrollarse al 100% es la Collinsia heterophylla, cuyas fotos publico a título póstumo. Se trata de una anual emparentada con los antirrinos y linarias cuyas flores crecen en verticilos apilados, de manera muy similar a un lupino, lo que le ha valido el nombre de "pagoda china". No llegué a ver esta formación florífera totalmente desplegada, pues la planta empezó a amarillear rapidísimamente y un par de semanas después lo amarillo se puso marrón, así que ya la aparté y dejé de regar. Al menos he podido comprobar lo fácil que se obtiene desde semilla y admirar al detalle sus primeras flores, con lo cual no me queda más que esperar al otoño para sembrar nuevos ejemplares. Algo parecido ocurrió el año pasado con la Lavatera trimestris 'Silver Cup', aunque a ésta le dio tiempo a florecer un poco más.

Collinsia heterophylla
Pero hablemos de colores. Poco a poco se van abriendo nuevas flores de especies que florecen por primera vez en la terraza y que seguramente empiecen a protagonizar entradas a partir de la semana que viene. Pero antes, veamos el progreso de algunas conocidas: la Salvia farinacea, que tuvo un decaimiento muy dramático poco después de haberla adquirido -era verano- se ha renovado tras una paciente espera. Como muchas otras lamiáceas, su crecimiento es vivaz. La planta perdió su parte aérea vieja durante el invierno, a la vez que asomaban pequeños tallos desde la base, los cuales ahora mismo portan una espiga de flores más grande que cualquiera de las que tuvo anteriormente. Y es sólo la primera, pues ha seguido ramificándose y vienen más flores. A su vez, de una de las semillas que dio la planta el año pasado he obtenido otro ejemplar que, a pesar de que no mide más de 10 cm., ya empieza a formar sus propias flores también.

Viola x wittrockiana amarilla
Florece por segunda vez y en su segundo año de vida la Ratibida columnifera var. pulcherrima. A la planta le busqué una ubicación algo desacertada en 2013, en un lado donde el sol sólo pasa por arriba y pronto queda hacia atrás, consiguiendo con ello que los tallos crecieran tan inclinados que al final florecía tocando el suelo. Este otoño ya la cambié de sitio y la expuse al sol, donde desarrolló una roseta basal más grande que la de la temporada anterior. Un buen día la roseta empezó a ponerse fea y no era sino el avance tras el cual la planta comienza a emitir nuevos tallos para florecer. Esto es, ahora mismo que la planta está floreciendo de nuevo, la roseta ha desaparecido y parece una planta distinta. Aunque esta vez los tallos sí crecieron rectos, es inevitable que por su gran tamaño -en torno a los 75 cm.- y por tener el peso concentrado en el extremo, en las cabezuelas, acaben inclinándose aunque no de manera tan dramática como la temporada anterior, que parecía una rastrera. Este año los capítulos son más grandes y espectaculares: tanto ha crecido que me está tapando incluso algunas otras especies que hay detrás de ella y que en teoría deberían haberla sobrepasado en altura.

Blanquita de la col en un Oxalis
Hace un par de semanas me hice con otra Gazania. El año pasado tuve dos, pero la amarilla murió. Esta planta actual tiene las mismas hojas verde oscuro con el envés grisáceo, pero con grandes capítulos naranja, con pétalos mayores con espejuelo en la base y un disco central, donde se ubican los flósculos, más amplio que el otro ejemplar que tengo, el cual si le supera en algo es en tamaño. Además, esta Gazania nueva parece ser de esas selecciones cuyos capítulos no se cierran inmediatamente tras retirarse el sol: a las siete de la tarde, por ejemplo, todavía están empezando a plegar sus pétalos, mientras que el otro ejemplar tiene sus cabezuelas totalmente cerradas como una sombrilla plegada. Me gustan mucho estas plantas, son muy efectivas y, por qué no decirlo, con el precio al que las encuentro en Cullera -0,60€- no suponen un gran desembolso. Todavía me haría con una más si encontrase un ejemplar con el clásico colorido amarillo vivo con el espejuelo verde en la base de cada pétalo, variedad que tuve en 2011 y duró muy poco y que fue obtenida, atención, de una única semilla que logré encontrar en una gazania de esta misma tienda que tenía mi tía en su terraza, teniendo exactamente la misma historia de mis antirrinos de mata baja, aunque con un punto y final bien definido.

Collinsia heterophylla
A pesar de que el tiempo es bueno, cada vez parece que haya menos insectos por la terraza. Han vuelto con ímpetu las esfinges colibrí, las cuales introducen con precisión su espiritrompa en cualquier flor que se preste aunque resulta gracioso ver cómo ponen más atención en las flores de configuración totalmente tubular, como las Isotoma axillaris. En ese rincón de la terraza pasan el rato, pues con el montón de Monarda citriodora que hay floreciendo tienen una buena distracción. Ocasionalmente aparecen algunas mariposas diurnas clásicas, como la blanquita de la col (Pieris rapae) de la foto, que se encontraba debajo de la malla antipájaros del rincón trasero y no sabía muy bien cómo salir, pero se le olvidaba escapar cuando se posaba en las flores y empezaba a libarlas, desde los pensamientos hasta los distintos Oxalis. Himenópteros quedan muy pocos y dípteros menos, aunque esta semana estoy viendo una abeja, de color amarillo y negro y muy ágil, cualidad ésta que ha hecho imposible siquiera acercarme a ella, aunque por lo poco que he visto tiene pinta de ser un miembro de la misma familia que la abeja roja que llega a la terraza a principios de primavera.

¿Terminará mayo en esta semana que queda con alguna lluvia? Habrá que verlo. Lo que sí parece ser seguro es que antes de que el mes concluya, alguna especie más aportará alegría a la terraza con sus colores.

viernes, 16 de mayo de 2014

Medio mayo, cero gotas

Monarda citriodora
Ya ni sorprende que este mes sea una continuación del angustioso periodo de sequía que estamos padeciendo. Mayo suele ser el último mes lluvioso antes del verano, pero pasados los primeros quince días, en los que ha habido pocas nubes y ni una miserable gota de agua, las esperanzas se antojan escasas. Son ya 25 días desde la última vez que cayeron unas gotitas del cielo que no acumularon ni 2 mm de precipitación. En mayo de 2013 cayó más agua que en estos primeros cuatro meses y medio de 2014. Casi nada.

La suerte es que todavía se está manteniendo una temperatura agradable que apenas ha superado los 30ºC en una ocasión, el pasado día 10, afortunadamente sin vientos de poniente de por medio. Es precisamente el viento, que sopla desde el Mediterráneo de forma continuada, el que está atenuando la subida de temperaturas que tarde o temprano acabará llegando.

Aquilegia alpina
En la terraza ya se empieza a ver lo de todos los años: las brisas continuas van inclinando a algunas plantas superiores al medio metro de altura. El viento las empuja, el decaimiento entre riegos hace que el peso se acumule hacia el lado inclinado y, finalmente, aunque el riego vuelve a levantar las hojas, la propia incidencia del chorro de agua en la base de las plantas hace que ésta ceda al quedar el sustrato blando. Así, por ejemplo, hace dos temporadas el áster de Nueva York, que crecía perfectamente vertical, llegó a su máximo apogeo totalmente apoyado contra el reborde del contenedor.

Silene armeria
Las protagonistas de estos días hablan en rosa. Unas de ellas son las Monarda citriodora, unas lamiáceas norteamericanas con agradable olor a limón. Fue en noviembre cuando sembré una maceta rectangular de buen tamaño con tres especies de este género, con germinación de todas ellas. No memoricé bien el orden, puesto que pensaba que estas plantas que han florecido ahora, las que más abundan en la maceta, habían sido las Monarda fistulosa, especie de la que, por cierto, tengo una maceta que sembré en julio que nunca ha florecido. Tan pronto como comenzaron a aparecer indicios de las inflorescencias salí de dudas: en la Monarda citriodora las flores se disponen en verticilos apilados a modo de "pisos", como ocurre en otras especies de la familia como la menta poleo, los marrubios, las Leonurus o algunas salvias. A los bellos conjuntos de flores rosadas les acompaña una serie de brácteas de tonos purpúreos con aspecto de lengüeta. Es una planta que no ocupa demasiado espacio horizontal y que sin duda al año que viene pondré en el contenedor con otras herbáceas.

Aquilegia 'McKana'
La segunda especie de flores rosadas que se ha manifestado y que ha dado una refrescante nota de colorido al contenedor ha sido una pariente de los claveles, la Silene armeria. La planta fue sembrada en septiembre, como muchas de las semilleras, y fue creciendo discretamente sin que tuviese clara su identidad. Fue cuando ya comenzó a ganar altura y empezar a mostrar los futuros botones florales cuando se me ocurrió buscar imágenes de las especies que había sembrado en ese punto y la identifiqué, confirmando su identidad al ver las primeras flores. Se trata de una planta de color glauco, con hojas sésiles (sin pedúnculos, pegadas diorectamente al tallo) y ramificada desde la base. Las flores aparecen en densos ramilletes y tienen un color rosa muy luminoso. Según me he informado, hay que ir con cuidado pues es de esas plantas con facilidad para expandirse por todos lados si se deja perderse a las semillas. En el contenedor sólo he detectado otras dos ejemplares de pequeño tamaño, así que de entrada la siembra inicial no es que fuese especialmente bien. Me gusta el porte de la planta y creo que tendrá continuidad en la terraza mientras se pueda.

Isotoma axillaris
Las simpáticas Isotoma axillaris siguen floreciendo sin parar y ahora mismo predominan las flores prácticamente blancas, mezcladas con las de color lila tradicional y unas pocas rosadas. Desconozco si realmente existen distintas mutaciones de color como ocurre con muchas herbáceas floríferas pero lo cierto es que imaginaba que era una planta sin variaciones, encontrándome por sorpresa con esta mezcla improvisada de tres tonos. Ya me he fijado también, en las flores que empiezan a marchitarse, que la cápsula de frutos parece bastante evidente y no será difícil recolectar semillas.

Viola x wittrockiana
En el rincón trasero, casi tan soleado en esta época como la zona abierta de la terraza, destacan sobre el resto las aguileñas. La Aquilegia alpina, que parecía que le costase más crecer que a su pariente híbrida, ha terminado por ponerse más frondosa y como continúe así superará en altura a su compañera. Buen resultado para una planta que ya lleva dos temporadas en casa y es la tercera vez que florece, pues el verano pasado tuvo un breve periodo de floración, más discreto que el primaveral.

Pocas plantas más quedan que estén floreciendo en óptimas condiciones en este rincón, pues parece que las que prefieren condiciones más frescas ya comienzan a pasarlo mal, incluso las Digitalis purpurea, que están dando unas floraciones bastante decepcionantes, y eso que se trata de plantas de menos de un año de edad. Otras, simplemente, están comenzando a bajar el ritmo y por ello han dejado de destacar: tal es el caso de los Oxalis articulata -no así el Oxalis tetraphylla, que está en pleno auge-, la Saxifraga x arendsii o las Papaver nudicaule, las cuales parece que sigan vivas a duras penas. En cambio, a estas alturas empiezan a despegar los pensamientos, entre los que ya han aparecido dos variantes más de color sumándose a la que floreció a finales de marzo: una de flores moradas y otra de flores amarillas, ambas con manchas negras en el centro, lo que las diferencia de los ejemplares de ese mismo color que tuve en 2012.

Detalle de Monarda citriodora
A pesar de que el tiempo no acompañe, la terraza todavía reserva sus sorpresas. Quedan muchas especies por florecer que muestran un aspecto bastante esperanzador, y plantas que si bien no presentan todavía indicios de floración, su crecimiento es favorable y quizá sean las que se encarguen de engalanar con sus colores los primeros días del verano que, casi sin darnos cuenta, en poco más de un mes ya lo tendremos aquí. Volverá otra vez esa época de reflexión, reconfiguración y preparativos para conseguir una mejor temporada próxima. Temporada que espero con mis mayores deseos que venga acompañada de una cantidad decente de precipitaciones, al menos durante el otoño, que den un empujón a las plantas y al optimismo.

jueves, 15 de mayo de 2014

Enanos de jardín

Bidens ferulifolia de talla reducida
Uno de los fenómenos que estoy observando con frecuencia en la terraza es la aparición de plantas anuales que comienzan a florecer con tamaños inferiores al que se espera que alcancen, particularidad que todavía no sé por qué motivo se produce ya que no he podido encontrar información detallada al respecto y comparar si alguna de las opciones coincide con mis condiciones de cultivo.

En temporadas anteriores no había visto proliferar tanto este fenómeno, no sé si porque no tenía todavía a las especies que lo están mostrando o se debe a algún factor ambiental (falta de frío y/o humedad) o químico (sustratos demasiado agotados que se reflejan en carencias en las plantas).

El caso más frecuente en la temporada 2013 era el de algunas Cosmos bipinnatus que crecían en una maceta "multiusos" que no he movido del sitio desde entonces. Las plantas empezaban a mostrar botones florales con poca altura y florecían más o menos a la mitad del tamaño normal, pero terminaban creciendo un poco más y los capítulos también eran mayores. Caso extraño pero ni de lejos tanto como alguna vez he observado en el contenedor, donde ejemplares de esta misma especie han llegado a florecer con apenas 3 cm. de altura y capítulos de menos de 2 cm. de diámetro. Es curioso porque en esta misma maceta que menciono al principio he visto crecer algunas plantas de talla ligeramente menor a lo habitual, como las rúculas de este año, pero también lo contrario, plantas particularmente grandes y robustas como las Xerochrysum bracteatum o las Tagetes patula. Un caso idéntico lo observé el año pasado con las Vaccaria hispanica, con plantas grandes y llenas de flores de algo más de 30 cm. de alto y enanas inferiores a un tercio de ese tamaño con no más de 2-3 flores a la vez, ambas creciendo en el mismo sitio.

Consolida ajacis enanizada
Lo mismo se puede decir del contenedor este año. Matas frondosas como las caléndulas, los crisantemos tricolor, el lino rojo o las tiempo atrás florecientes nomeolvides chinas han compartido espacio con auténticas enanas que todavía no se han visto representadas por especímenes de tamaño normal: Malcolmia maritima de apenas 7 cm. de altura y cargadas con sólo dos flores a la vez en lugar de portar varas rebosantes de ellas; amapolas, posiblemente Papaver commutatum, de tamaño ridículo y aspecto reseco con flores deformes; y el que es quizá el caso más extremo: dos alforfones o trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum) que sembré en abril y que comenzaron a florecer tras sacar el segundo par de hojas. Hojas éstas triangulares que habitualmente son muy grandes y crecen sobre un tallo de hasta 80 cm.: las plantas mencionadas apenas llegan a cinco. También han aparecido plantas enanizadas de especies que sí han tenido representantes de talla normal, como la Linaria reticulata 'Flamenco' o la Consolida ajacis de la foto, que además de minúscula se observa que a las flores les falta el par de pétalos centrales que cubren los estambres y en su lugar han desarrollado un pétalo a modo de visera.

Una nueva planta enana que se ha revelado estos días ha sido un ejemplar de Bidens ferulifolia que sembré en una maceta a partir de semillas de la planta que compré el año pasado. Ésta era grande y frondosa, con cabezuelas de diámetro amplio como los crisantemos. El resultado ha sido la planta que se ve en la foto: una versión en miniatura perfecta, con hojas más reducidas y capítulos de la mitad de tamaño. El problema desde luego no lo achacaría a la maceta, de 11 cm. de profundidad, ya que en el mismo tamaño he tenido anuales grandes como la Agrostemma githago 'Milas', las Clarkia amoena o un Carthamus tinctorius que no tardará en florecer. Ignoro si será capaz de seguir creciendo como hacen las muy relacionadas Cosmos. De todos modos, en nuestros campos existe una especie asilvestrada de Bidens, la B. pilosa, a la cual también suelo ver en tamaños dispares, desde plantas que florecen casi a ras de suelo a matas ramificadas de más de un metro. Y más de lo mismo con otra asterácea invasora, la Symphyotrichum squamatum.

¿Soluciones? Debido al cambio que tengo planeado hacer con el desmantelamiento del contenedor grande, el de los bulbos, quiero aprovechar para cambiar el sustrato que usaba para éstos, más rico y poco utilizado hasta ahora, para sustituir toda la tierra del contenedor de las herbáceas, donde creo que puede jugar un mejor papel. Pero claro, quedará este sustrato sospechoso de estar algo agotado que seguiré usando para bulbos y otras plantas. No sería mala idea mezclarlo con un par de sacos de sustrato nuevo o de compost -mucho mejor esta última opción- para aportar nuevos nutrientes y salir de dudas.

lunes, 12 de mayo de 2014

Isotoma axillaris, la estrella australiana

Isotoma axillaris
De vez en cuando es agradable descubrir pequeñas plantas que, sin mucho esfuerzo, pueden sacarse adelante y alegrar nuestras composiciones florales de manera espectacular. Es el caso de la peculiar planta que protagoniza esta entrada, sencillísima desde semilla y fácil de cuidar.

Isotoma axillaris es una pariente de las lobelias, y como tal forma parte de la subfamilia Lobelioideae dentro de las campanuláceas. Como se especifica en el título, procede de Australia oriental. Aún es ocasionalmente conocida por sus sinónimos Laurentia o Solenopsis, mientras que su nombre vernáculo es "blue star creeper", esto es, "estrella azul rastrera". Esto hace referencia al evidente aspecto estrellado de sus flores, aunque lo de "azul" es un poco subjetivo.

Forma clásica estrellada
Se trata de una pequeña planta rastrera y perenne, no leñosa, que tiene su hábitat original en roquedos y suelos secos. Es moderadamente resistente a la sequía y en invierno gasté poca agua con ella, porque los riegos continuados empiezan a ponerla amarilla. Sin embargo y debido a que la cultivo en una maceta no demasiado grande y un sustrato muy drenante, cuando empezó a apretar el calor ya tuve que comenzar a tratarla como a cualquier otra herbácea.

Obtuve la planta en forma de semillas en un intercambio. También se reproduce con facilidad por esquejes, pero la siembre es tan sencilla y exitosa que este método es plenamente satisfactorio. Las semillas son muy pequeñas, como las de sus parientes las lobelias, y crecieron bastante despacio durante sus primeros pasos, aunque teniendo en cuenta que las sembré a principios de noviembre quizá no fue más que una consecuencia de las temperaturas e insolación menos intensas de esos días.

Azulada y recurvada
Finalmente, y aunque sus rosetas de hojas todavía son bastante pequeñas, entre finales de abril y principios de este mes comenzaron a sucederse las floraciones. Las flores tienen un llamativo aspecto estrellado, con una colora fusionada en un largo tubo y rematada por cinco lóbulos estrechos y puntiagudos que, si bien tienen una tonalidad azulada, realmente son de un tono casi lila y en ocasiones pueden salir rosadas, como se ve en las fotos, o prácticamente blancas. Además, aunque su aspecto típico tiene una simetría radial más patente, hay flores que aparecen con los pétalos recurvados en distintas posiciones. Esto no se debe a que todavía estén desplegándose pues muchas de ellas tienen ya un par de semanas y permanecen en este estado.

En el centro hay una mancha amarilla y una estructura en forma de pico curvo que contiene los estambres y que ya había visto antes en la terraza: es idéntica a la de las flores de la Lobelia siphilitica. Las de la Isotoma son más grandes, pues tienen un diámetro aproximado de unos 3 cm. Todavía no sé cómo serán los frutos y si resultará fácil pillarlos a tiempo antes de que esparzan sus semillas, las cuales quiero guardar para seguir sembrando esta planta que parece ideal para cualquier maceta baja o como acompañante que cubra huecos: creo que gracias a su tolerancia a la baja humedad, podría combinarla incluso con bulbosas.
Rosada y  más recurvada

El aspecto general de la planta también es de los que más me llaman la atención. Las hojas se disponen en rosetas rastreras, las cuales se pueden propagar por estolones aunque mis plantas no lo han hecho todavía por ser quizá muy jóvenes aún; las hojas son lanceoladas y con los bordes ampliamente dentados. Cada roseta ocupa poco sitio y sólo se hace expansiva a base de la propagación vegetativa, pues las hojas son muy pequeñas. Las flores se disponen sobre largos pedúnculos y parece que cada vez hay más y más que permanecen abiertas durante algunas semanas -todavía no he visto secarse ninguna en estos 10 días.

En resumen, una de esas plantas tan sencillas y a la vez tan bonitas que mis deseos de propagarla y expandirla por todos los rincones donde sea posible son bien firmes.

domingo, 11 de mayo de 2014

Alcea rosea, el estandarte de las malvas

Alcea rosea
Es bastante complicado mantener plantas grandes en macetas al sol si éstas no son de una capacidad generosa. Por motivos de ahorro en peso -para aliviar la estructura- y, por qué no, en sustrato, las macetas más grandes que debo tener en la terraza son de unos 15-20 litros a lo sumo. Las plantas grandes pueden crecer bien y no presentan problemas cuando son pequeñas, pero en cuanto enraízan al máximo empiezan a sufrir a poco que la tierra pierda humedad. Sin embargo, eso no impide que de vez en cuando plante girasoles o las plantas de las que hablo en esta entrada.

La malvarrosa (Alcea rosea) es una malvácea de gran tamaño y origen dudoso dado que, si bien se conoce que fue importada desde China hace varios siglos, no está del todo claro que la planta sea originaria de este país; otros indicios apuntan a la zona turco-caucásica o al subcontinente indio. Debido a que nunca se han podido situar las supuestas poblaciones silvestres en Asia, podría tratarse incluso de un híbrido de origen cultivado. El nombre de "malva real" también se usa en castellano, pero puede causar confusión debido a que también se le da a un pariente suyo, la Lavatera trimestris. Y para aportar más curiosidades todavía, decir que en el cono sur de Sudamérica, si preguntamos por una malvarrosa estaríamos hablando de un geranio del género Pelargonium.

De color rosa claro
Sea como fuere, se trata de una planta similar en muchos aspectos a las malvas más comunes, con grandes hojas redondeadas poco lobuladas en la base y algo más hendidas en la parte superior, donde aparecen palmeadas. La estructura de la planta es distinta a la de las malvas más típicas de nuestros campos como Malva sylvestris o Lavatera cretica, con una gran roseta de hojas en la base y un tallo central que se va espigando, recorrido de hojas más pequeñas y coronado por una columna de flores grandes con el clásico aspecto de las malvas. Dicha columna puede crecer hasta alcanzar unos nada desdeñables tres metros.

La planta, técnicamente, es una bienal o perenne de vida corta, aunque en mi caso he encontrado que su crecimiento es muy rápido. Sembré las semillas en septiembre, una pregerminada -no fue demasiado rápida en germinar por el método del envase hermético con papel de cocina húmedo- y dos directas al suelo, que apenas tardaron unos días más en brotar, igualándose las tres en poco tiempo. Al principio casi no había que regarlas, pues parece que mientras le sobre la tierra no tiene problemas en optimizar sus necesidades hídricas. Fue cuando empezaron a alcanzar un tamaño notable cuando vinieron los problemas, trabas que ya conocía al cultivar girasoles: si falta el agua más de la cuenta, las plantas se mustian y el riego se vuelve urgente, antes de que las hojas comiencen a debilitarse y caer.

Rosado intenso
Dado que el invierno fue poco frío y muy seco, no pude tomarme un respiro en lo que a riegos respecta ni un sólo momento. Hay que echarles unos dos litros de agua cada vez que voy, pues también tuve la idea de elegir un sustrato muy suelto que apenas retiene la humedad. Llegaron a tener problemas también con una plaga, unas orugas gruesas que se las comían y formaban "tiendas de campaña" cortando solapas en las hojas y uniéndolas con seda: por suerte, bastó con retirar a los insectos a mano y desaparecieron por siempre. Ya a finales de febrero empezaron a desarrollarse las espigas en las tres plantas, que continuaron a su ritmo hasta principios de abril, cuando se abrieron las primeras flores.

En esos momentos el riego resultaba crucial, pues esta vez si faltaba el agua casi seguro que habría caída prematura de flores. Han ido sobrellevando el calor bastante bien aunque la roseta basal ha desaparecido del todo, imagino que como método de ahorro de pérdida de líquidos. Han florecido las tres plantas y cada una de ellas tiene flores de una tonalidad distinta, todas ellas dentro del rango de los rosados. Su aspecto global, por tanto, dista bastante de esas plantas gloriosas llenas de verde y con columnas de muchas flores a la vez. No obstante, han llegado a superar el metro de altura y no ha habido un sólo día en que no hayan lucido sus flores desde hace ya un mes.

Rosa en dos tonos
Sus grandes flores tienen amplios pétalos que se solapan formando una estructura circular. Se antojan delicadas, como si fuesen de papel, y tienen un aspecto que podría decirse a medio camino entre las malvas y los hibiscos, su parientes. Los pistilos no son tan notorios como los de éstos, pero empolvan con su polen los pétalos inferiores y todo lo que queda debajo de las espigas. A los insectos por supuesto esto les encanta, e incluso he visto en alguna ocasión a la abeja más grande de nuestra zona, la Xylocopa, libando en ellas.

A falta de saber qué pasará cuando terminen de florecer y venga el verano, aunque ya se ve crecimiento nuevo en la base, quizá no sería mala idea mover a la planta a una ubicación menos expuesta al sofocante sol y al viento. Es complicado, porque es una maceta muy grande que hay que mantener en el suelo y pocos huecos quedan ya en tan privilegiada situación, la de semisombra o con límite horario de exposición solar. Algo se podrá hacer en el hueco que queda entre la puerta y el contenedor de las herbáceas, supongo, donde quizá retire a algunas plantas que podrán tolerar más sol cuando estén crecidas.

Esta es de esas plantas que invitan a soñar con tener algún día un terreno donde poder plantar con más espacio y directamente en el suelo, un jardín de verdad donde crecerían en todo su esplendor, pues sus tira y afloja con la necesidad de agua serían menos acusados si no tuviesen límites para expandir sus raíces. Además, seguro que no les faltaban compañeras.

viernes, 9 de mayo de 2014

Hola, mayo

Oxalis tetraphylla 'Iron Cross'
El quinto mes del año comienza con una pequeñísima variación respecto a abril. Ha soplado un poco de viento fresco del norte y están cruzando el cielo nubes muy poco compactas que no llegan siquiera a ser suficiente para que caiga alguna gota, pero tapan un poco el sol, dan humedad al ambiente y, en definitiva, sirven para frenar un poco el imparable aumento de temperaturas que ha de venir tarde o temprano. El viento de levante se ha hecho frecuente a diario y eso también ayuda a aliviar y contrarrestar el viento que sopla del interior, más seco. Probabilidades de lluvia no hay ni una a la vista, quizá una muy floja para el lunes que tiene pinta de acabar desvaneciéndose.

Aquilegia alpina
Lo más emocionante de la terraza ahora mismo es que muchas especies de plantas siguen adelante y muestran las futuras flores desarrollándose, las encargadas de engalanar el ambiente de aquí a la llegada del verano. Las demás, aunque hay de todo, poco a poco van dejando ya de florecer total o parcialmente, bien porque suelen hacer un descanso -como la mayoría de margaritas sudafricanas, las anémonas o las bulbosas- o bien porque se trata de anuales que ya han concluido su ciclo. Las Nemophila hace semanas que dejaron de florecer y ahora mismo las tengo cortadas y almacenadas para que las cápsulas de semillas vayan abriéndose; la Limnanthes douglasii ya ha terminado esta fase, dando decenas de semillas. Fue bastante breve dentro de lo que cabe: la floración se produjo de golpe durante poco más de dos semanas y ahí terminó todo.

Dahlia Mignon
Entre las vivaces que se encuentran de nuevo en flor tenemos a las aguileñas. La híbrida 'McKana' está sacando flores aparentemente más pequeñas que las del año pasado, y bastante delicadas, pues se caen a los pocos días. La Aquilegia alpina, por su parte, comenzó apenas unos días después y cada vez está más cargada de sus bellas flores azuladas. Me alegra mucho que estas plantas hayan pasado con tanto éxito su primer año, pues la primera vez que tuve a ambas plantas, en primavera de 2012, no pasaron del verano y pensé que serían complicadas de mantener. A las plantas actuales, puestas en sus macetas desde febrero de 2013, no ha habido más que regarlas con frecuencia y limpiarlas de hojas secas a mediados de invierno. Eso sí, no parecen haber crecido demasiado de una temporada a otra.

Lilium asiático
Otro regreso, pero esta vez mediante plantas nuevas, ha sido el del Oxalis tetraphylla 'Iron Cross'. Me estaba empezando a preocupar porque los tubérculos llevaban un mes enterrados y no asomaba nada, pero han ido todo a una, hojas y flores. De hecho, incluso en un rincón de la maceta que ha quedado más vacío y pensaba que habría tenido problemas, al observar de cerca descubrí que están emergiendo pedúnculos florales. El objetivo ahora es saber atender a la planta cuando comience a decaer, pues el año pasado me dio la sensación de haberla arruinado debido a que seguí regando la maceta cuando ya no había hojas. Los demás Oxalis no tienen este problema, y el que experimenta un mayor período de letargo, el Oxalis bowiei, aguanta perfectamente en sequedad total hasta que rebrota.

Ipomoea nil 'Early Call'
Una especie más de vivaz que está floreciendo ahora mismo es la dalia, concretamente unos pocos ejemplares del tipo Mignon -la variante miniatura- que sembré en febrero desde semilla, no tubérculos. Las plantas tienen el mal aspecto que tuvieron las que sí planté de tubérculos el año pasado: hojas arrugadas y amarillentas, bordes resecos, crecimiento pobre... no entiendo por qué ocurre esto, si por el sustrato o alguna enfermedad. Están floreciendo y dentro de lo que cabe las cabezuelas salen más o menos bien, aunque la primera que lo hizo salió deformada. La de la foto se ve de un tono anaranjado debido a que todavía estaba recién abierta, aunque con los días se ha vuelto de un amarillo más claro. Otro ejemplar en la misma maceta ha sacado las flores de un amarillo pálido. Tengo una variedad distinta obtenida de tubérculo que tiene un aspecto inmaculado, aunque todavía no ha dado signos de floración. Por lo pronto, decir que quizá reintente la siembra en otoño con otro sustrato más suave y rico en turba, por probar. Viendo lo rápidas y fiables que son creciendo también me anima a seguir probando suerte.

Aparecen también las flores de la primera de las Ipomoea que ha conseguido crecer, la 'Early Call'. No he tenido mucho éxito con estas plantas de momento, aunque como son especies propias de climas cálidos todavía puedo seguir sembrando ahora, cuando ya he pospuesto todas las siembras de otras especies para cuando termine el verano. No obstante, la planta se ha quedado muy pequeña y ni siquiera ha logrado encaramarse a la pérgola.

Misopates orontium
Siguiendo al Lilium regale, florece una de las azucenas asiáticas del año pasado, la anaranjada. La mayoría de azucenas de temporadas anteriores están dando algún tipo de problema: las 'Stargazer' salieron más pronto este año pero están poniéndose de un tono y textura que parece que ya estén preparándose para perder la parte aérea de nuevo -una, de hecho, lo hizo; de las asiáticas mismas, una se secó al poco de crecer, como si el bulbo principal se hubiese podrido, aunque observo que están saliendo hojas pequeñas desde el mismo punto, quizá provenientes de bulbos "satélites" formados por el principal. En las 'Pixels', además de haber tardado más que ninguna en brotar, uno de los ejemplares ha ido perdiendo los capullos que traía, que se han caído todos estando verdes y aparentemente sin pudriciones ni problemas visibles.

En la maceta de las margaritas de Livingstone, las cuales han terminado muy pronto este año y ya apenas quedan en flor, ha aparecido un pariente de los antirrinos frecuente en los campos aledaños: Misopates orontium. La planta tiene un aspecto muy similar a los Antirrhinum -género en el cual se incluía antaño- aunque las flores son significativamente pequeñas, a pesar de que la planta puede llegar a alcanzar alturas propias del Antirrhinum majus, esto es, hasta unos 75 cm. Seguramente la semilla de esta planta venía en la tierra, aunque es la primera vez que aparece en la terraza.

¿Lloverá en mayo? No lo sabemos. Lo que sí espero es que las condiciones ambientales no se pongan demasiado duras hasta que llegue el solsticio de verano y se pueda disfrutar, al menos, de una lluvia de flores.

sábado, 3 de mayo de 2014

Centaurea dealbata, el aciano persa

Centaurea dealbata
El año pasado me propuse explorar algunos géneros de plantas que suelen funcionar bien y tienen una amplia variedad de especies de aspectos y colores distintos aunque cuidados idénticos. Como se suele decir, "donde caben dos, caben tres": siempre hay sitio para una planta bonita más. Entre estos géneros se encontraba, cómo no, el de las compuestas Centaurea.

En 2013 había previstas tres especies, pero sólo una fue excepcionalmente bien, Centaurea cyanus y sus múltiples variantes de color -que, pese a que no me disgustan del todo, prefiero dejar de lado en pos de preservar el bello color azul original. Una especie parecida aunque de un azul más vibrante, Centaurea depressa, también floreció en una maceta. La pena es que es una especie anual y el ejemplar que tuve no me dio ni una sola semilla, perdiendo a la especie, con lo que me hubiese gustado conservarla y combinarla con otras flores. La planta salió de unas pocas semillas que conseguí de casualidad en un campo de cereal en Teruel de las cuales sólo una germinó, y no sé si alguna vez podré conseguir más.

La tercera en discordia era la Centaurea dealbata, el aciano persa, con la cual creía que lo tenía todo hecho y el éxito estaba asegurado. Las venden en LIDL en primavera en esa colección de plantas perennes que van en paquetes con turba, a raíz desnuda y sin tallo. La planté el mismo dia que hice lo propio con otras especies de la colección y nunca salió nada. Como hubo días de lluvia y calor alternos, que dejaban el mal sustrato que empleé o totalmente empapado o seco como un corcho, atribuí el fracaso a la mala elección de la tierra y volví a comprar una planta más. Tampoco salió. Volvieron a traer plantas frescas de la colección y lo intenté una tercera vez más con el mismo resultado: ni un ápice de verde.

Vista superior
¿Qué ocurre con esta planta? No puedo saber si es que todas las que trajeron a la tienda estaban en malas condiciones o simplemente la especie es muy sensible al procedimiento de empaquetarla y llevarla arriba y abajo durante días entre camiones, almacenes y tiendas. El caso es que tampoco he sabido de nadie más que haya comprado alguna vez la planta en el mismo supermercado y la haya visto emerger, crecer y florecer. Así, se me ocurrió buscar semillas en eBay y las encontré casi al mismo precio (poco más de un euro) y, salvo el hecho de que el proceso desde semilla es algo más largo, salí ganando porque el éxito fue total con las dos únicas semillas que utilicé.

En realidad, prácticamente cualquier Centaurea es muy sencilla desde semilla, sea perenne o anual, y este método es bastante seguro. Ese mismo septiembre de 2013 sembré las dealbata, las montana -que necesitaron de dos intentos pero han sido las primeras del año en florecer- y dos especies que me han ido peor: Centaurea americana, cuyos dos ejemplares acabaron destrozados hace poco por la araña roja, y Centaurea macrocephala, de la que sigo conservando las dos plantas que sembré pero su aspecto no es muy halagüeño, pues se encontraban en la misma maceta que las anteriores y sufrieron también los ataques de la plaga. Por supuesto, también sembré Centaurea cyanus y la Amberboa moschata que mostré hace poco. Seis especies en total.

El cultivo de la Centaurea dealbata no ha podido ser más sencillo. Una vez establecidas las plántulas, su crecimiento es pausado, pero siempre ha ido sobre seguro. No han sufrido ataques de ninguna plaga y no son excesivamente sensibles a la sequedad y supongo que al calor, pues cuando germinaron prácticamente seguíamos con temperaturas de verano y no aparecieron deformidades ni nada por el estilo. Como se deduce por el nombre, la especie procede de Asia occidental, de la zona comprendida entre Turquía e Irán.

La planta suele crecer en forma de mata mediana, aunque mis ejemplares no se han hecho muy grandes, estando formados por una roseta basal y algunas hojas superiores más antes de espigarse en los altos pedúnculos que sostienen los capítulos. Éstos son rosados con el centro blanco y tienen unas vistosas brácteas involucrales de color dorado que forman una estructura similar a una piña. Son algo más grandes que los de Amberboa moschata y el involucro es más grueso que el de C. montana, especie que quizá tenga mayor diámetro debido a sus delgadas y largas lígulas.

Este tipo de perennes floríferas siempre vienen bien para dar una nota de color en primavera y otras épocas del año en las que consiguen mantenerse bien. ¿Llegarán más Centaurea a la terraza? De momento habrá que reintentarlo con la C. americana y, quién sabe, aunque hay unas pocas especies más que me gustan, algo más complicadas de encontrar, no descarto que el género gane representantes en la terraza a la temporada próxima o siguientes. Pero, sin duda, quiero mantener y ampliar el número de las que ya tengo y que tan bien han funcionado.

viernes, 2 de mayo de 2014

Lilium regale, la reina de las azucenas

Lilium regale
Esta temporada la cantidad de azucenas en la terraza ha aumentado, o al menos en lo que a bulbos respecta, porque no todas han empezado a emitir su tallo aunque sí han brotado ya todas las variedades. Todavía estamos a tiempo, porque algunas se han atrasado considerablemente y ahora emergen con fuerza, como las pequeñas 'Pixels' del año pasado. Actualmente hay dos plantas en flor, un Lilium asiático de color naranja que ya puse el año pasado por aquí  y la especie que protagoniza esta entrada.

El Lilium regale es una azucena espectacular. Procede de Sichuan, en China y se le incluye en la sección de los Lilium trompeta. Su presencia en los jardines le costó una pierna, literalmente, a su descubridor, el inglés Ernest Henry Wilson. Este explorador fue el introductor de centenares de plantas asiáticas en cultivo en los albores del siglo XX, en la pomposa época victoriana. En una de las expediciones dedicadas a recolectar esta azucena, un derrumbe en una pendiente le quebró una pierna, que debido a las dificultadas logísiticas y la ausencia de asistencia médica acabó gangrenando y dejándole cojo para el resto de sus días. 

La primera flor en abrirse
La azucena real, o lirio real, es una bulbosa con detalles que podemos encontrar en otros Lilium asiáticos, como las hojas lanceoladas que crecen por todo el tallo y unas flores en forma de estrella de seis pétalos con forma acampanada. Mi planta ha crecido hasta 80 cm. de alto, pero pueden hacerse algo más grandes. La encontré en enero en un comercio local donde tenían algunos bulbos a granel y no pudo alegrarme más, pues era una especie sobre la que había leído mucho y que quería probar. No me ha defraudado en absoluto, pues ha crecido relativamente pronto con escuetos cuidados y ya a finales de abril estaba disfrutando de su belleza.

El tallo de la planta comenzó a emerger sobre febrero y casi simultáneamente venían los botones florales. Llegó a preocuparme incluso, porque al ver las futuras flores asomando cuando la planta apenas levantaba 12 cm. del suelo pensé que iba a quedar enanizada, como les ocurre a algunas anuales cuando hay demasiado calor. Nada más lejos, esta situación es habitual también en las azucenas de la sección asiática, las cuales incluso brotan de bajo tierra ya con los botones florales formados. La planta siguió creciendo proporcionadamente y las flores en absoluto se han quedado pequeñas.

Bulbo recién adquirido, en enero
La floración consiste en unas grandes "trompetas" blancas con el interior amarillento y el exterior rosado. Son muy grandes, casi desproporcionadas con la planta a pesar de que ésta tenga cerca de un metro de alto: las más grandes que he medido tienen 15 cm. de largo y casi lo mismo de diámetro teniendo en cuenta el incurvamiento de los pétalos. Además tienen una fragancia muy agradable que se expande por la terraza a media tarde: tiene un toque similar al de los Lilium orientales pero sustituyendo el aroma denso por una nota perfumada. Hasta ahora es la azucena que más me ha gustado por su olor.

Sin duda un buen comienzo para esta temporada en la que la variedad de Lilium presentes se encargará de dar color de aquí a la llegada del verano, y más se agradece en un año en el que los demás bulbos han tenido un desarrollo precario. Las azucenas parecen siempre más adaptables y poco exigentes con el suelo, pues rara es la vez que un bulbo no brota. Ojalá fuesen así todos.