viernes, 31 de octubre de 2014

Otro octubre atípico

Ipomoea tricolor
Si no fuese porque el mes empezó con la culminación de unas lluvias que habían comenzado a finales de septiembre, este año sin duda estaríamos hablando de que octubre ha sido peor que el anterior: más cálido, igual de seco y más similar a un mes de junio que a uno de abril. Tras la compensación de los aproximadamente 50mm. caídos durante el primer día del mes tuvimos que enfrentarnos a un duro día de poniente con 34ºC de máxima, aunque las temperaturas han seguido un descenso progresivo -pero lento- y actualmente el ambiente se ha suavizado bastante, pero no sé si lo suficientemente seguro como para iniciar la etapa de semilleros al sol o fiarme de exponer a mayor luz las plantas más jóvenes de la nueva temporada que acaba de empezar.

Colirrojo tizón
Y es que, con este plan, ha terminado octubre con más de tres cuartas partes de lo que llevo planeando desde agosto sin hacer. Esto es: faltan muchas plantas por sembrar en el contenedor y en macetas mixtas, el antiguo contenedor de los bulbos sigue sin desmontar y los mencionados bulbos siguen en en una caja; afortunadamente están todos en buen estado y este fin de semana, ahora sí, comenzaré a plantar los de semisombra, que son mayoría. Aprovechando el suavizado de temperaturas también he reanudado algunas siembras y muchas especies progresan correctamente, pero tendrán que enfrentarse a la realidad cuando pasen al contenedor; las plantas supervivientes que sembré aprovechando las lluvias de primeros de mes están estupendamente, y sólo los Lupinus hartwegii parece que no vayan a prosperar, pues se ponen amarillos y uno de los tres ya ha muerto, problema que me ocurría con los Lupinus angustifolius y que de momento parece que no afecte a otra especie que he sembrado, Lupinus succulentus -al parecer una especie genuinamente resistente a suelos pobres, arenosos y cálidos. Por otra parte, las dos Salvia coccinea que planté en esta misma etapa parece que se han acelerado más de la cuenta y están desarrollando las espigas de las que saldrán flores. No pasa nada si son capaces de seguir creciendo luego, ya que se supone que son perennes (aunque el ejemplar que tuve este verano se acabó secando).

Ipomoea tricolor
Al margen de las preparaciones, todavía hay lugar para las sorpresas. Son poquísimas las plantas sembradas a finales de la temporada pasada (en primavera) que quedan y que no hayan florecido, pero una de ellas lo ha hecho de manera espectacular. Se trata de la Ipomoea tricolor, una trepadora con las clásicas flores en forma de embudo de este género. En su caso llaman la atención por su gran tamaño -entre 10 y 11 cm. de diámetro, una de las flores más grandes de la terraza- y un color azul muy similar al del lino: aunque se ve plenamente azul cuando la flor está en su punto álgido, lo cierto es que no es una "true blue" como la Nemophila menziesii o la Commelina benghalensis, dado que antes de abrirse y al marchitarse cada flor presenta un color morado. La planta se ha desarrollado mucho durante los últimos dos meses y llegó a superar la altura de la pérgola de cañas por la que trepa y continuar creciendo buscando donde asirse, aunque quedó suspendida. De estar cerca de otra estructura donde continuar trepando, seguramente hubiera alcanzado y superado los tres metros.

Ipomoea tricolor cargada de flores
Que el otoño está aquí no lo ponen en duda los seres que se desplazan durante esta época del año. Hace unas semanas me pareció oír su voz de contacto, y ahora ya se deja ver: el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), una pequeña ave insectívora que pasa la época no reproductora aquí (aunque no están muy lejos las poblaciones reproductoras). No puedo saber si el mismo individuo vuelve año tras año o es una simple casualidad, pero desde hace unos pocos inviernos siempre hay un ejemplar tipo joven/hembra (de color gris sin las marcas negras y blancas de los machos) que se acerca de visita a la terraza. Tanta es su curiosidad que muchas veces se asoma por debajo de los cristales de la claraboya hacia el patio -como se aprecia en la foto-, aunque no sé si cuando no estoy es capaz de bajar hasta dentro de casa. No he encontrado rastros de deyecciones, pero no me importaría que se hospedara allí durante el invierno. Es una de esas especies que suele ubicar sus nidos en graneros, cuadras, corrales y otras construcciones humanas, con lo cual no tiene desconfianza alguna. Mientras tanto, va pululando entre las macetas y ayer lo sorprendí debajo de la pérgola, donde hace poco encontré un hormiguero y quizá ya lo haya descubierto también.

Además, las golondrinas y aviones comunes han desaparecido del todo y son los aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) los que de vez en cuando se dejan ver desde la terraza ocupando su sitio, aunque esta especie es algo menos dada a los ambientes urbanos. Mientras tanto los locales, los gorriones, además de volver a ensañarse únicamente con la misma planta, una dalia, también han dejado patentes sus fechorías esparciendo tierra de macetas vacías para darse baños de arena. Tanto ímpetu ponen que llegan a vaciarlas hasta la mitad con sus sacudidas.

Noviembre debería ser, ahora sí, el mes que deje definitivamente la terraza lista para la primavera -o el invierno más bien. Cierto es que el desajuste meteorológico llega a desanimar bastante, pero basta con acumular experiencias -el año pasado supe lo que es un otoño atípico sin lluvias y las consecuencias que tiene si no se está preparado- y tener algo de paciencia retrasando las cosas hasta el momento exacto para que el éxito, si no total, esté lo más cerca posible de su nivel más óptimo.

martes, 21 de octubre de 2014

Un pequeño infierno en octubre

Mammillaria karwinskiana ssp. nejapensis
Como ya se adelantaba en la anterior entrada, octubre comenzó con un día de lluvia sobre Cullera que supuso la mayor precipitación registrada en un año entero, pero al marcharse las nubes el calor volvía a tomar el mando ayudado por el pertinaz viento de poniente. Hoy podemos hablar de otro récord, pero de temperaturas máximas: 34ºC un día 21 de octubre, con el otoño estrenado hace ya un mes. Uno de los días más calurosos del último año y en una época en la que se espera que las temperaturas vayan bajando. Son más de 10ºC de diferencia al alza si lo comparáramos con el 21 de octubre de 2013, año en el que este mes también fue atípicamente cálido.

Por suerte, las noches transcurridas entre el fin de semana pasado y hoy han tenido temperaturas agradables, inferiores a los 20ºC, y las plantas no han sufrido demasiado este golpe de calor repentino al contar todavía con humedad retenida en el sustrato, ni siquiera las más jóvenes. No ha sido el único meteoro curioso de estos últimos siete días: recién comenzada la madrugada del domingo se instaló sobre Cullera y Sueca una espesa niebla que no dejaba ver más que unos pocos metros al frente, disipándose cerca del amanecer. Debió aportar casi tanta humedad como una lluvia ligera al convertirse en rocío y resbalar hacia la tierra.

Nezara viridula
La imagen que encabeza la entrada, la del cactus Mammillaria karwinskiana ssp. nejapensis, no está puesta adrede para enfatizar la temática del calor inusual: lo cierto es que este pequeño cactus ha comenzado a florecer a mediados de este mes, tras el sofocante verano y las lluvias de inicios de otoño. El año pasado lo hizo tímidamente en mayo, se detuvo y volvió a comenzar en septiembre, llenándose de flores que se llevó a su "retiro" invernal, el patio de abajo, donde lo resguardo de la lluvia hasta primavera. Ha comenzado poco a poco pero se observan muchos botones florales, con lo que se quedará un tiempo más en la terraza.

Sobre su pariente el Opuntia monacantha se encontraba un insecto muy frecuente de la familia de los Pentatomidae, los chinches de aspecto poligonal y colores variados tan frecuentes entre las plantas: se trata de la Nezara viridula, el chinche verde o pudenta ("hedionda") como se la conoce en valenciano debido al desagradable olor que desprende si se la obliga a defenderse. Es un insecto que se alimenta de vegetales, succionando sus jugos con su aparato bucal. Parece que lo estaba intentando con el cactus, pero no debe haber tenido mucho éxito, pues ha abandonado poco después.

Este es el panorama que se presenta cuando noviembre se encuentra ya a la vuelta de la esquina. Una supuesta bajada de temperaturas sería lo esperable a partir de ahora y dentro de un mes deberíamos haber dejado ya esos mediodías a más de 25ºC, pero nunca se sabe. Más preocupante aún es que las lluvias han desaparecido totalmente del panorama y no se las espera en breve, y da que pensar si lo que ocurrió hace unas semanas será toda la lluvia que veremos este otoño, repitiéndose la pesadilla de la sequía.

lunes, 13 de octubre de 2014

No tan deprisa

Tulbaghia violacea
Con el precedente del año anterior y el propio mes de septiembre que dejamos atrás hace un par de semanas, suponer que el calor volvería a aparecer tras las dos semanas de nubes era algo muy plausible. Y efectivamente, aunque las mínimas se han mantenido invariables, con 18-20ºC y madrugadas más frescas que las agobiantes noches veraniegas de septiembre, un frente de poniente ha llegado esta semana no con ráfagas de viento muy fuertes, pero sí con las consecuencias típicas de este viento: calor y sequedad. Otra vez hemos visto a los termómetros situarse entre los 27 y hasta 31ºC por las tardes, que siguen siendo bastantes aunque la radiación solar ya no apriete tanto como en verano. Las plantas crecidas apenas se han resentido porque muchas siguen aprovechándose del aporte de la lluvia y están resurgiendo, pero el entusiasmo de los semilleros sufre un nuevo retraso.

Commelina benghalensis
No ha sido una "masacre" generalizada, pero como cuando comencé a pasarlos al contenedor de tierra ésta estaba todavía húmeda hasta abajo del todo, aproveché para poner toda clase de plantas, algunas tan sólo con cotiledones. Lo hice así porque los semilleros originales no tengo más remedio que ponerlos a resguardo donde dé menos el sol -si los expusiera, las plantas se quemarían en cuestión de horas- y a consecuencia de esto el diminuto tallo inicial se alarga muchísimo hasta que la planta encuentra la luz que necesita y deja parte de éste postrado en el suelo, apuntando finalmente hacia arriba. La mayoría de plantas de semilla pequeña se han quemado, supongo que más por el viento seco que por el sol, ya que esto ocurrió tras tres días plantadas y muchas plántulas de las que coloqué el pasado día 2 siguen resistiendo sin problema. Esta vez me he curado en salud y las futuras plantas crecen bajo la protección de una pequeña malla antipájaros, que ya han inaugurado su etapa destructiva otoñal rompiéndome el tallo de una dalia que comenzaba a rebrotar tras el shock veraniego.

Ipomoea quamoclit
Poco a poco la terraza vuelve a llenarse de flores de plantas conocidas y alguna que otra nueva; llaman la atención de lejos los azules de la Commelina benghalensis y los rojos de la Ipomoea quamoclit; cerca de ellas florece la Buddleja davidii, de la que todavía no he puesto fotos esperando a que aumente la densidad de sus racimos de flores, cosa que quizá no tarde; también florece de nuevo el Erodium x variabile, que ha aguantado estoicamente el duro verano y demuestra así lo resistente que es. En la parte trasera de la terraza siguen en su máximo los Oxalis bowiei acompañados más discretamente de los Oxalis triangularis, y por detrás ya se evidencia que pronto el Oxalis articulata se unirá a la fiesta.

Erodium x variabile
La novedad para esta semana ha sido la floración de la Tulbaghia violacea. Esta especie me la regalaron en agosto y ha tenido una rápida adaptación en la terraza, como puede verse. Se trata de un pariente sudafricano de los ajos, rizomatosa en lugar de bulbosa Aunque huele como sus parientes y el "aroma" se encuentre igualmente en las flores -que huelen a ajo, a diferencia de las de éstos que son perfumadas- no es una planta utilizada como alimento -si bien ocasionalmente se utilizan las flores para dar sabor-, aunque sí con fines medicinales. Las flores en forma de estrella, rosadas, crecen en umbelas y le dan cierta similitud también a la también africana Agapanthus, pariente suya aunque taxonómicamente más alejada. Las hojas son lineares, finas, y en plantas grandes pueden formar densos cepellones. En mi planta son todavía pocas, lo que le da un aspecto encantador de pequeña bulbosa.

Salamanquesa común
Además de los gorriones, otras especies de fauna se van dejando ver por la terraza. Quizá los voladores más frecuentes todavía sean las libélulas, de los pocos insectos que se ven salvo ocasionales himenópteros, mariposas o las hormigas que nunca sé de dónde salen pero siempre están presentes. Entre los vertebrados nunca faltan las salamanquesas (Tarentola mauretanica) que desde hace años se esconden de día bajo las cubetas y detrás de algunas macetas y estantes. A la de la foto me la encontré dentro del contenedor del compost, del que puede salir y entrar cuando quiera. Parece que el ejemplar en cuestión ha tenido algunos percances en su vida, a juzgar por esa cola crecida después de haberla perdido o la falta de dedos en alguna de sus patas.

Tulbaghia violacea
En resumen, que tras las lluvias de septiembre parece que se vuelva a repetir el patrón del año pasado con sólo unas leves diferencias: ausencia de nubes, temperaturas hacia arriba y un otoño atípico que sólo se deja adivinar por el suave frescor de las madrugadas y el acortamiento de los días. Parece que para seguir adelante con los semilleros deberé imitar el modelo del año pasado, en el que me fié de plantar directamente y el desastre fue tal que el contenedor quedó empobrecido: plantar en noviembre. Las mejores floraciones de anuales y otras herbáceas se dieron gracias a las condiciones más suaves del mes de noviembre, en el que ya se puede exponer a las plantas al sol sin peligro e incluso hacer germinar las semillas en las mismas condiciones. Por tanto, debería darme más prisa en dejar el montaje para bulbosas hecho -los Crocus están brotando ya en sus paquetes- y dejar los semilleros para dentro de una quincena como mínimo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Octubre y un cambio de ciclo

Caracol de jardín (Helix aspersa)
A finales de septiembre la llegada del otoño cumplía con las expectativas y finalmente una serie de lluvias moderadas suponían el primer cambio importante frente a la prolongada sequía que veníamos padeciendo desde inicios de septiembre de 2013. Durante aquel largo periodo el único punto de inflexión fue noviembre del año pasado, en el cual se llegó a acumular una cantidad de lluvia que aún fue inferior a la que hemos tenido en un sólo dia particularmente lluvioso de este mes de octubre recién comenzado. Es casi imposible que a finales de año nos acerquemos a las cifras habituales de precipitación acumulada, pero sería un gran alivio que episodios de lluvia como este se repitiesen al menos una vez al mes hasta diciembre, como todos los años.

Symphyotrichum novi-belgii
Las lluvias se han prolongado de manera intermitente desde el domingo 21 de septiembre hasta el viernes 3 de octubre en Cullera. No dispongo de datos para su consulta, pero la cantidad total acumulada habrá estado alrededor de los 90mm. Destaca sobre todo el día 1 de octubre, el día al que hago referencia más arriba, en el que se desató un poderoso aguacero que dejó unos 45mm en apenas una hora y algunas calles de Cullera llevaban agua hasta la altura del tobillo. Con tanta cantidad de agua precipitada, en la terraza ya he tenido que sacar todas las plantas de sus cubetas y platitos, hasta ahora de poca utilidad, porque el agua llega al borde y hay peligro de que las plantas se pudran. Del mismo modo, prácticamente no he tenido ni que regar en estas dos semanas y la cantidad de agua acumulada en todos los cacharros de la terraza será almacenada, como hago todos los años, para futuros usos. Eso sí, aunque no es ni de lejos la lluvia más abundante caída sobre la terraza -en agosto de 2013 mismo llovió más- van a hacer falta muchas garrafas para acumularla.

Oxalis bowiei
Desde el sábado ha vuelto el sol, y aunque ayer domingo el cielo volvía a ponerse oscuro y de hecho las predicciones apuntaban a lluvia segura, ya no cayó ni una gota. No es ninguna sorpresa que a partir de este momento, las temperaturas máximas sigan superando los 25ºC. Las mínimas bajaron junto a la llegada de las lluvias y se han dejado atrás aquellas madrugadas a más de 21ºC que todavía tuvimos durante casi todo septiembre, pero en general todavía parece que estemos a finales de primavera o principios de verano, situación que no hay manera de saber todavía cuándo variará. A las plantas les va a sentar bien teniendo en cuenta la cantidad de agua que han recibido y la menor intensidad solar, pero más pronto que tarde habrá que volver a regar con asiduidad.

Commelina benghalensis
Pocos cambios en la terraza salvo los que estoy llevando a cabo con los semilleros: el contenedor ya ha sido puesto en marcha de nuevo, con el sustrato sustituido y las primeras plántulas introducidas. He sido tan generoso preparando semilleros que en sólo dos días de plantación ha quedado tan lleno que el resto de siembras, de plantas que prosperan con bastante facilidad sin preparativos, lo haré de manera directa. Sólo queda ver si la vuelta de los cielos despejados y calor no afecta demasiado a las plantas ya establecidas.

Por lo demás, se combinan tres factores: el resurgir de algunas perennes y vivaces, la continuidad de algunas especies de la temporada pasada como las efectivas Zephyranthes carinata y su pasión por la lluvia y la vuelta infalible de las especies otoñales como Symphyotrichum novi-belgii u Oxalis bowiei; la baja para este año, como se veía venir, han sido las Tricyrtis formosana, que tendré que ver si vuelvo a adquirir a la próxima primavera. Las plantas pasaron de tener su mayor densidad en 2013 a asomar a duras penas en 2014. También la Commelina benghalensis vive ahora su mejor momento, cargándose de flores por las mañanas que se cierran y caen pasado el mediodía.

Zephyranthes carinata
Tras las lluvias no pueden faltar los caracoles. Me sigue sorprendiendo muchísimo la cantidad de caracoles que llegan a la terraza por varias razones: de dónde vendrán, puesto que no hay jardines cercanos; y su uso exclusivo de las plantas como refugio sombreado y no como alimento. Esto es así, nunca he encontrado hojas mordidas con su correspondiente rastro de babas: siempre que las plantas han sufrido ataques queda visible o bien el recorte triangular del pico de un gorrión o la destroza total de tallos, cosa que un caracol no haría. Al ejemplar de la foto lo encontré así, tan atrevido, cruzando la terraza a pleno sol. Hay montones como él escondidos bajo cubetas, contenedores y algunas plantas.

Esta época es un poco delicada. Atendiendo al patrón de otros años, al verano parece que le cueste marcharse y el calor sigue haciendo acto de presencia durante unas cuantas semanas más. Lo importante ahora es hacer sitio a todas las plantas, sobre todo a los bulbos, para evitar que se debiliten por la demora. Va a ser un mes movido.