jueves, 23 de julio de 2015

Las azucenas de julio

Lilium speciosum 'Uchida'
Las azucenas han llegado ya al que es su último episodio de este 2015. Con su desarrollo pausado de las flores, éstas se pueden intuir desde al menos dos meses antes de abrirse, con lo que sólo era cuestión de esperar que las dos especies que faltaban por florecer al terminar junio lo hicieran ya en el mes de julio, sumergidas en el intenso calor de estos días. Eso sí, se ha dado la casualidad de que casi han florecido en estricto orden una detrás de otra, pues las primeras flores de una se abrieron el 1 de julio y la única de la última especie en florecer lo ha hecho hoy mismo, 23 días después y justo al terminar la anterior.

De las dos azucenas que quedaban por florecer, ambas presentes en la terraza desde la temporada anterior, la primera en hacerlo fue Lilium henryi. La primera de sus flores se abrió el primer día del mes y poco a poco se fueron sucediendo varias hasta juntarse unas cuatro en el mismo tallo. Un segundo tallo, más corto, abrió sus flores, de menor tamaño, justo al terminar el primero. De hecho, la última de ellas todavía se encontraba hoy en la planta aunque ya descolorida por el deterioro. En principio había dos bulbos en esa maceta, pero no sé cuántas plantas habrá en total actualmente. El único fallo que debo corregir a la temporada que viene es moverla a un sitio donde los tallos, que se doblan de manera inevitable, no crezcan apoyados con la pared. Quizá baste con moverla hacia la esquina de la terraza justo en la misma balda donde se encuentra la maceta.

Lilium henryi
Lilium henryi es una especie de la división de azucenas asiáticas. Tiene tallos que pueden alcanzar hasta los dos metros, con tendencia a inclinarse. Mi planta ha pasado de medir algo menos de medio metro el año pasado a alrededor de un metro en la actualidad, y el tallo más largo ha crecido prácticamente horizontal. Sus llamativas flores de color naranja intenso tienen protuberancias en la base de los pétalos, asemejándose a una estrella de mar. Como suele ocurrir con las azucenas asiáticas, no tiene olor apreciable. Cabe destacar que la planta se ha desarrollado prácticamente sin nada de sol directo y esta ubicación, a lo visto, le ha sentado mucho mejor que la del año pasado, más expuesta. De hecho, mi intención para el año que viene es que todas las azucenas estén en esta ubicación, aunque resultará algo complicado ordenar tantas macetas grandes en tan poco espacio.

Lilium speciosum 'Uchida'
La segunda de las plantas ha tenido también este año su segunda oportunidad para mejorar lo que no le salió tan bien el año pasado. Se trata de Lilium speciosum 'Uchida', una especie de origen chino-japonés perteneciente a la sección de las azucenas orientales. Puse tres bulbos en una maceta en marzo del año pasado, que ubiqué a pleno sol al igual que otras azucenas en aquel entonces. Las plantas crecieron muy bien, pero tardaron hasta agosto en florecer, con lo que las floraciones salieron con un aspecto poco agraciado -incluso un ejemplar con dos pétalos de menos- y duraban poco más de un día. Me armé de paciencia para esperar un año más, puesto que las plantas se habían conservado en condiciones óptimas, cosa que volví a corroborar durante el otoño, cuando desenterré los bulbos y observé que estaban los tres en buen estado y no habían perdido calibre.

Lilium henryi
La floración de este año se ha hecho de rogar durante mucho tiempo. Han crecido tres tallos en la maceta, seguramente uno por cada bulbo, y sólo uno de ellos empezó a desarrollar en el extremo un botón floral, mientras que los otros simplemente tienen una pequeña hoja terminal en este punto. Casi dos meses he estado viendo cómo la futura flor crecía lentamente. Tan despacio ha ido todo que no esperaba encontrar la flor abierta hoy, puesto que ayer mismo estuve y el capullo todavía estaba totalmente cerrado. En esta especie la flor curva intensamente sus pétalos de color rosado y blanco y sí es perfumada, lo que ha resultado una grata sorpresa, pues tiene un olor completamente distinto a otras azucenas que conozco, muy dulce y delicado. La única azucena oriental que había tenido antes, el híbrido 'Stargazer', tenía un olor penetrante, como el de las azucenas que suelen utilizarse en los ramos de flores (las cuales son, en su mayoría, híbridos orientales).

Lilium henryi
Con la caída de pétalos de esta última azucena se dará por finalizada esta temporada en la que nada menos que siete variedades han florecido en un plazo de tres meses correlativos. De un lado queda la decepción con el Lilium pumilum, que hubiera sido bellísimo y que acabó pudriéndose por mi falta de tacto con el riego. En líneas generales no queda más que la satisfacción de comprobar que estas bulbosas son tan sencillas que ni siquiera es necesario sacarlas de su maceta, tan sólo comprobar en invierno que todo sigue bien y aguardar a finales de primavera y principios de verano para verlas en flor. Quizá he tenido menos suerte con los híbridos, ya que muchos de ellos han quedado reducidos o se han desintegrado en menos de dos temporadas. Ahora, a esperar hasta el año que viene para corroborar si estas plantas son definitivamente unas de las mejores opciones para tener bulbosas grandes en maceta durante mucho tiempo y, quién sabe, añadir alguna variedad más, algo a lo que casi nunca me resisto.

jueves, 16 de julio de 2015

Historias de la Amberboa moschata

Amberboa moschata, capítulo recién abierto
Obtener plantas desde semilla da posibilidades casi infinitas de conseguir montones de especies y combinaciones, pero muchas veces fallamos por distintos motivos que pueden ir desde la falta de sitio a no prestar la mejor de las atenciones. La planta de esta entrada, a pesar de que ya estuvo presente el año pasado en la terraza, ha fracasado en su intento más veces de las que ha salido adelante.

La Amberboa moschata, incluida en ocasiones bajo el género Centaurea (tanto como C. moschata como C. imperialis) es una planta procedente del entorno iranoturánico y que se da bastante bien en mi clima, a pesar de haber perdido muchas veces a las plantas por simple despiste. La sembré por primera vez en otoño de 2013 y en aquella ocasión un ejemplar llegó a la primavera siguiente, comportándose como la mayoría de anuales de ciclo largo -aquellas capaces de crecer poco a poco en invierno y florecer a partir de la primavera- y mostrando sus primeras cabezuelas de flores a finales de aquel mes de abril. La planta me pareció muy bonita, pero apenas conseguí ver dos cabezuelas, las cuales despliegan sus lígulas y continúan ensanchándose en cuestión de un par de días para posteriormente comenzar a marchitarse muy pronto. Una Centaurea cyanus, por ejemplo, dura más en flor que ellas.

Mismo capítulo totalmente desplegado
No pude repetir la hazaña para esta temporada a pesar de intentarlo, pero al menos sé que el motivo fue la falta de dedicación a la hora de sembrar la especie en el contenedor donde estuvieron la mayoría de anuales. Simplemente, hice germinar las semillas y las pasé directamente a tierra con un poco de vermiculita. Quizá si hubiera hecho crecer primero a las plantas en un semillero y las hubiera transferido ya crecidas, alguna de ellas podría haberse sumado al festival de flores que fue el contenedor durante los meses de febrero a mayo. Dado que es de esas plantas que también puede sembrarse en el mismo año para verla florecer más adelante, todavía me animé a sembrar alguna recién comenzada la primavera y gracias a ello he conseguido ver sus flores una vez más.

La planta que obtuve, no obstante, no se ha desarrollado de la mejor manera durante estos meses. Aunque la he mantenido en todo momento en una ubicación con poco sol para evitar problemas en este periodo, tardó bastante en crecer y cuando lo hizo y comenzó a desarrollar los tallos que sostendrían las flores empecé a ver un crecimiento arrugado y problemático, como si la hubiera atacado la araña roja o alguna afección similar. De lo que podría haber sido una planta con unos pocos capítulos simultáneos acabó quedando un ejemplar que, si bien siguió adelante tras este obstáculo, a duras penas consiguió desarrollar un capítulo de flores desde una ramificación a media altura. La planta, tras florecer, ha comenzado ya a marchitarse.

Vista lateral
La floración es idéntica a las Centaurea y otras compuestas relacionadas. Tiene un involucro formado por brácteas apretadas que se asemejan a escamas, en este caso sin espinas, y una estructura central de flores tubulares con largos estambres rodeadas de flores liguladas. Este grupo de flores primero se abre de manera firme y compacta para pasar a desparramarse hacia afuera en un par de días, y poco después ya comienza a marchitarse. Despiden un aroma dulce con cierta reminiscencia a chocolate.

Dentro de unos meses espero estar preparando la primavera de 2016 y que la Amberboa moschata forme parte de ella. Es un objetivo primordial el buscar semillas en este único capítulo obtenido en pleno verano ya que, aunque conservo bastantes semillas del paquete original, éstas ya hace dos años que están en casa y es probable que empiecen a perder viabilidad. Se intentará pues que las delicadas cabezuelas rosadas de esta especie asomen entre la diversidad de flores anuales que planeo sembrar una temporada más.

miércoles, 15 de julio de 2015

Pentas lanceolata, un oasis de flores

Pentas lanceolata
Parece mentira lo difícil que puede llegar a ser encontrar plantas perennes que se adapten a las condiciones de la terraza. Quitando especies con una particular resistencia, como los cactus, crasas y algunas rizomatosas, la mayoría de perennes y vivaces herbáceas acaban de mala manera casi siempre debido a los problemas que genera el acúmulo de calor y humedad en las macetas de plástico. La especie que protagoniza esta entrada, aunque muy cerca todavía de su llegada a la terraza, parte con la premisa de ser una herbácea con buena predisposición a prosperar en el ambiente cálido del verano mediterráneo.

Distintos grupos de flores
Pentas lanceolata es una rubiácea que se encuentra de manera natural en diversas regiones del noreste de África y la península arábiga. En español se la conoce simplemente como penta o pentas, y en inglés tiene el pomposo nombre de egyptian starcluster ("racimo de estrellas egipcio") en referencia a sus agrupaciones de flores en forma de estrella de cinco puntas. Se trata de una planta muy común en los viveros y no resulta difícil encontrarla en distintos tonos de rojo, rosado o blanco. Yo la encontré en una tienda cercana a casa donde ya las venía viendo a la venta desde hace dos años cerca del verano, aunque no le presté mucha atención hasta que me informé de sus peculiaridades.

Una auténtica bola de flores
El ejemplar que traje a casa tiene un buen tamaño -alrededor de 30 cm. de altura- y me costó un euro y medio. Era el único que quedaba en la tienda y tenía las flores de un color rosa intenso. No me hubiera importado tampoco que fuese de flores rojas, aunque con uno de flores blancas seguramente no me hubiese animado. Tan pronto como lo llevé a casa lo puse a pleno sol con un chorro de agua sobre el sustrato, algo compactado. Traía bastantes flores todavía a punto de abrirse, así que me esperé a la siguiente visita con la idea de encontrarme la planta en pleno apogeo. Tras dos días lo que me encontré fue la maceta tirada en el suelo por culpa del viento y la tierra sequísima, pero con la planta en buen estado aparente. Sin quererlo, pude poner a prueba su resistencia al calor y falta de humedad puntual sobre la que había leído previamente: la planta se recuperó en apenas veinte minutos tras recibir un "riego de emergencia", pasándola a semisombra y dejándole puesto debajo de la maceta un platito. A la tercera visita la planta ya estaba tan bonita como se aprecia en las fotos, con decenas de flores apiñadas.

Anthidium florentinum libando
La planta resiste perfectamente el calor a pleno sol de estos días. Tiene hojas grandes, ovado-lanceoladas, que crecen apuntando hacia abajo, y son buen indicador de si nos estamos quedando cortos con el riego. Hasta ahora no he visto a la planta pasar sed de nuevo y ya me decidí, tras una semana, a pasarla a una maceta más grande y volver a colocarla a pleno sol, aún con un recipiente debajo para que no pierda demasiada agua en estos días en los que un endurecimiento de las condiciones meteorológicas -como posibles vientos cálidos y secos- podría resultar grave. Seguramente en otoño e invierno su mantenimiento sea a la inversa, esto es, dejar que drene totalmente y no regar hasta que no sea estrictamente necesario. Es una planta de climas cálidos pero confío en que consiga sobrevivir al suave invierno de Cullera.

Permaneciendo cerca de la planta
El segundo motivo por el que me interesaba la planta es que sus llamativas aglomeraciones de flores tienen fama de ser un reclamo estupendo para las mariposas. Quien dice mariposas, dice cualquier insecto que se dedique a libar el néctar de las flores. A pesar de no tener olor alguno, cosa que no necesariamente influye en la atracción de polinizadores, parecen ser irresistibles para abejas y moscas. Mariposas ya de por sí se ven pocas en la terraza, y en verano mucho menos, pero ha sido exponerla de nuevo al sol y de repente han vuelto especies como la Anthidium florentinum de las fotos, que se negaba a abandonar la planta durante la tarde en que hice las fotos; también las abejas de la miel, que desde que las anuales se marchitaron prácticamente habían desaparecido, han visto su curiosidad movida por sus flores estrelladas. Lo mismo ha ocurrido con otras especies más pequeñas de abejas y avispas.

Manteniendo el perímetro
El tiempo dirá si la decusión de probar con la Pentas lanceolata ha sido un acierto o no. De momento cumple con lo esperado, pero si finalmente resulta ser una especie duradera, florífera y tan atractiva para los insectos como las agrupaciones de anuales de principios de primavera, entonces habrá valido totalmente la pena. No fue la única adquisición aquel día, pues también me llevé, con exactamente las mismas intenciones, una pequeña planta florecida de Lavandula angustifolia, la cual a pesar de ser una especie reconocida por su resistencia a la sequía no parece estar funcionando tan bien como su vecina, seguramente por encontrarse todavía demasiado tierna tras la salida del vivero donde la debieron producir. Así pues, aprovechando el amplio espectro de luz solar que ofrece el verano, quizá haya que enviarla al rincón trasero para que se adapte bien a su nuevo entorno y consiga formar en un futuro un dúo de matas floríferas junto a la Pentas.

martes, 14 de julio de 2015

Sumidos en el calor

Dianthus plumarius
El verano de 2015 ha comenzado fuerte, demasiado fuerte. Aún vamos a entrar ahora en lo que popularmente se conoce como la canícula, ese periodo conformado por la segunda quincena de julio y la primera de agosto que suele albergar los días más cálidos del año, y ya estamos más que hartos de calor. Tras aquella excepcional -y puntual- subida que tuvimos a mediados de mayo, el tiempo volvió a sus valores normales y todavía disfrutamos de algunas lluvias, pero apenas unos días después del solsticio de verano nos invadió una nueva ola de calor norteafricano que ha ido encadenando más y más entradas de aire cálido. Llevamos desde el día 24 sin bajar de los 20ºC y el día 7 volvía a activarse la alerta roja por temperaturas máximas, igual que el 14 de mayo, llegando a los 40,5ºC en mi ciudad local, Sueca. Por suerte ninguno de estos días de intenso calor ha estado acompañado de poniente, que sería ya el acabóse: en el interior peninsular están padeciendo más calor todavía que nosotros. Gracias a esto, las diferencias térmicas entre Sueca y Cullera son notables, ya que en la ciudad donde tengo las plantas la brisa marina todavía se hace notar, consiguiendo que la máxima alcanzada en el peor día se quedase en unos aceptables 32,5ºC. Esa es prácticamente la tempetura máxima diaria habitual que estamos teniendo en Sueca desde que comenzó el verano.

Ferocactus herrerae
A pesar de estos tremendos datos, las habitantes de la terraza no están teniendo problemas y las plantas viven bien con un chorrito de agua cada dos días. Hay que señalar, en referencia a la mencionada ausencia de vientos de poniente fuertes, que la humedad ambiental se mantiene alta y los vientos soplan con suavidad, con lo que la desecación no pasa de la que pueda producir la radiación solar. La mayoría de bulbos se han quedado secos y no necesitan riego, y alguna que otra tuberosa también, con lo que el gasto de agua no está siendo en absoluto elevado, cosa que se agradece ya que es menos pesado rellenar y subir 20 litros que 40.

Lobelia cardinalis
Aunque hay pocas flores ahora mismo, todavía hay tiempo para sorprenderse con las plantas que regresan o florecen por primera vez a pesar de las condiciones. Sigue en flor tras dos semanas la anteriormente mostrada Iris domestica y también la más grande de las Zinnia 'Persian Carpet', aunque desgraciadamente es la única superviviente de su especie; desde principios de mes la azucena Lilium henryi, la cual aparecerá en breve en una entrada, no ha dejado de tener flores. Los Dianthus chinensis de manera sorpresiva vuelven a la carga en lo más caluroso del verano, regalando grandes flores de color blanco y rosa. La variedad doble heddewigii, en cambio, no ha dejado de florecer desde principios del mes pasado. A ellos se suma una especie nueva, perenne, que es tan rápida desarrollando las flores que por más que revisara las plantas no fui capaz de darme cuenta de que iba a comenzar su floración. Se trata de Dianthus plumarius, clavellina de flores pequeñas de aspecto muy similar a otras especies del género, con rosetas de hojas estrechas y glaucas un tanto duras al tacto. Parece resistir muy bien estas condiciones y prueba de ello es que haya esperado a florecer en estas fechas, siendo sembrada en otoño como el resto de herbáceas. Las flores tienen un delicado perfume, aunque no lo consigo apreciar si no es acercándome mucho.

Anacridium aegyptium
Entre los regresos, tenemos el caso cercano en el tiempo del Ferocactus herrerae, que hace unas pocas semanas abrió su primera flor del año y en esta ocasión parece que ha adelantado su formación y dosificado su apertura. El año pasado las flores se abrieron en días sucesivos durante una semana del mes de julio, pero este año parece que el plazo se alargará un mes o más. En la foto se aprecia cómo aguardan otras dos flores más debajo de la que se ha abierto al comenzar esta semana, pero por su estado de desarrollo puede deducirse que habrá que esperar como mínimo una semana para que se abra la siguiente.

La otra planta que ha vuelto con fuerza es la Lobelia cardinalis, la espectacular especie norteamericana de flores escarlata. Cumpliendo un ciclo similar a las ya desaparecidas Lobelia siphilitica, la planta pierde las hojas más grandes hacia el final del verano y queda durante gran parte del año como una roseta muy pequeña. A mediados de primavera aumenta su tamaño y en lo más caluroso del verano emerge la vara floral, que se ha adelantado unos días respecto a la temporada anterior y está más densamente poblada de flores. Al ser una planta de ribera resulta menos probable pasarse con el riego, aunque por lo general en su ubicación a semisombra esta cuestión nunca ha dado problemas. A su pariente siphilitica los hongos le jugaron una mala pasada la primera temporada y en la segunda acabaron definitivamente con ella.

Dianthus chinensis
A pesar de que los calores veraniegos suelen favorecer a los insectos, la ausencia de flores en la terraza suele hacer que el verano sea una época de poca presencia invertebrada. Incluso el compost está tan caliente y seco que parece que las moscas rehuyan a depositar sus huevos en él. Sólo veo estos días avispas papeleras Polistes, moscas y chinches Graphosoma lineatum, que llevan instalados en los eneldos (ya secos) desde finales de abril y desconozco el porqué. También he recibido en este tiempo la visita de dos saltamontes o langostas de la especie Anacridium aegyptium, el primero de ellos con una sóla pata saltadora, que volvía a la terraza a pesar de que lo lanzase al aire en distintas ocasiones. El segundo, el de la foto, se pasó un par de semanas escondido en el mismo punto, pero no lo he visto más en estos últimos días.

Es un alivio que a pesar de las agobiantes condiciones ambientales las plantas se las apañen tan bien con el mismo riego que han tenido hasta ahora. En cambio, esta situación hace más incómoda la presencia en la terraza y mis visitas están siendo bastante fugaces, con sólo media hora en la que compruebo todo, hago algunas de las fotos que aparecen en el blog y riego. De todos modos, habrá que echarle valor y comenzar con algunas tareas de mantenimiento, como la comprobación de bulbos que ya llevan semanas o meses en letargo, y la más pesada limpieza de la casa que tengo pendiente de hacer. Sería raro que el calor remitiese de manera notable, pero la situación actual es tan dura que podría darse el caso que la canícula fuese algo más suave que este primer cuarto de verano.

jueves, 9 de julio de 2015

Iris domestica, las flores del leopardo

Iris domestica
Por lo general, las plantas bulbosas o rizomatosas las solemos adquirir como bulbos y cormos en seco, divisiones de raíz o cualquier porción de órgano de reserva subterráneo que pueda ser desenterrado y tolerar el trasiego de un emplazamiento a otro. Plantar bulbosas desde semilla, aunque es posible, no suele ser la opción escogida mayoritariamente debido al tiempo que algunas pueden llegar a tardar en florecer. Sin embargo, la planta que protagoniza esta entrada constituye una de esas excepciones por las cuales vale la pena probar otros métodos dado que garantiza resultados rápidos.

Iris domestica es una especie procedente de China y Japón, anteriormente conocida como Belamcanda chinensis, nombre que como siempre ocurre suele predominar todavía en algunos sectores, como el del cultivo ornamental. Su nombre común más habitual es lirio leopardo o flor leopardo, denominación acertada cuando se observa el aspecto de sus flores. La planta pasó, tras análisis moleculares de su ADN, a conformar parte del género Iris, siendo antaño además la única especie existente del ya obsoleto género Belamcanda, por lo que no tiene una relación demasiado estrecha con otras especies de Iris. Lo cierto es que cuando observamos de cerca sus particularidades encontramos diferencias notables con sus parientes, muchos de los cuales forman parte de nuestras colecciones de plantas ornamentales.

Dos flores coinciden el mismo día
Habitualmente los iris tienen flores en una disposición triple que consiste en sépalos colgantes cubiertos por otro juego - formando una estructura tubular que suele esconder los estambres- coronados por otros tantos en posición erecta. Es el aspecto que encontramos en Iris germanica, Iris reticulata o Iris x hollandica, entre otros, pero nada tiene que ver con el de Iris domestica. En éste apreciamos una disposición radial de seis sépalos, tres más grandes y tres algo más pequeños superpuestos en el mismo plano. Su aspecto es más similar a otras especies emparentadas como Sisyrinchium o Moraea, aunque el peculiar moteado de los sépalos la hace única, recordando en este aspecto a algunas azucenas asiáticas, orquídeas o Tricyrtis, plantas todas ellas con las que únicamente comparten el taxón de las liliópsidas o monocotiledóneas.

Detalle de una de las flores anteriores
La planta llegó a casa todavía como semilla, en un sobre de la marca Flower Goddess, la que encontramos habitualmente en tiendas online de China. A pesar de las reticencias iniciales, busqué información de otros cultivadores y parecía que eran fiables, con lo que me animé a probar. Como en otras ocasiones, por menos de un euro tenemos las semillas y su transporte desde su país de origen, que en este caso es el propio de la planta. Se pueden germinar como cualquier semilla de planta anual, esto es, en un envase hermético con papel de cocina húmedo. Germinan por lo general en pocos días y pasan sus primeros meses creciendo como una pequeña roseta en abanico con tres hojas superpuestas. En mi caso, fue sembrada en abril tras un primer intento fallido algunas semanas antes, y a partir de ahí la planta fue ganando tamaño y originó dos rosetas. Para el otoño, las hojas más grandes se habían ido deteriorando de manera natural y quedaron sendas rosetas de pequeño tamaño durante el invierno. Con el aumento de temperaturas y de la luz solar, las hojas empezaron a crecer progresivamente.

Tras una semana de floración
Parece increíble que en apenas un año desde semilla la planta alcance el tamaño de un iris, una Freesia o un gladiolo de varios años de edad. Sólo quedaba aguardar al esperado evento de la floración, que se ha producido en plena llegada del verano, a principios de este mes de julio. De entre las aplanadas rosetas surge una fina vara con flores que en principio parecen algo pequeñas en proporción a las hojas, con unos 3-4 cm. de diámetro. Poseen estambres agrupados que se proyectan desde el centro y un estigma que se aparta hacia un lado en paralelo a los sépalos. Las flores tan sólo duran un día, quedando cerradas con los pétalos trenzados entre sí al día siguiente. Aunque en principio parece que sólo habrá unas pocas, de cada ramificación siguen apareciendo nuevos capullos a medida que pasan los días -ahora mismo lleva una semana entera a una o dos flores por día. Algunas de ellas han comenzado a engordar, y espero poder contemplar también la bonita estructura de sus semillas, cubiertas por una membrana negra brillante y agrupadas en un conjunto que las hace asemejarse a una mora, de donde surge el nombre inglés blackberry lily.

Una vez más, el lejano oriente pone a nuestra disposición una especie de gran belleza y tremenda sencillez a la hora de cuidarla. Hay que perder también el miedo a sembrar según qué especies de bulbos, cormos y rizomas desde semilla, pues existen más especies de las que parece capaces de ofrecernos una floración completa en menos de un par de años desde su siembra.