martes, 31 de mayo de 2016

Mayo colorista (II)

Scabiosa atropurpurea
Llegamos a este día final de mayo cerrando el mes con sensaciones bastante positivas. A diferencia de años recientes, esta vez mayo ha sido un mes suave, continuista con la primera mitad de la primavera y con episodios de lluvias modestos pero necesarios, dejando al final 18,8 mm. más para esta estación: todavía llovió el pasado fin de semana. El calor parece no tener demasiada prisa en llegar y apenas en cuatro ocasiones en estos últimos diez días las temperaturas han superado los 25ºC, con un sólo día realmente caluroso, el pasado domingo 22, en el que se superaron los 30ºC. Gracias a ello, el mes termina pero los días agradables llenos del colorido que ofrecen las flores parece que tengan la continuidad asegurada hasta que las condiciones se endurezcan o, simplemente, las flores lleguen al final de su ciclo. Veamos cuáles han sido las últimas plantas en tomar parte en esta vistosa primavera:

Cota tinctoria
Las Cota tinctoria, camomilas amarillas, han comenzado a florecer en los últimos días de este mes. Puestas muy cerca de las Glebionis segetum, se distinguen por su menor tamaño y abultado disco floral, si bien sus cabezuelas parten de una planta muy distinta, con rosetas de hojas recortadas que crecen en tallos rastreros. Al igual que sus parientes, a medida que han ido abriéndose sus pequeñas flores tubulares los insectos han empezado a sentirse atraídas por ellas. Dado que todavía están comenzando, es de esperar que sean unas de las protagonistas del mes de junio. Es la primera vez que funcionan tan bien, pues la primera ocasión en que sembré semillas de la especie, en marzo de 2014, obtuve un ejemplar que permaneció inmutable durante meses hasta que prácticamente un año después y sin hacer mención de florecer ni crecer siquiera, murió. Otros intentos comprendieron la plantación de algunos ejemplares en el contenedor, que desaparecieron tan pronto como las demás plantas los privaron de luz. Una vez más, al ser la primera vez que logro su éxito aprovecho para tomar nota sobre su ciclo a fin de encontrarles en futuras ocasiones unas compañeras de maceta que florezcan al mismo tiempo.

Scabiosa atropurpurea
Ha comenzado la floración de la primera de las Scabiosa atropurpurea. Se trata de una especie que conozco bien al formar parte de la flora autóctona de mi zona, siendo frecuente en suelos mayoritariamente calizos, en los prados arenosos de la costa y en muchos márgenes de caminos agrícolas. La forma cultivada es ligeramente distinta, y esto es un gran punto a favor. En lugar de formar las grandes plantas de tallos largos y desparramados, se mantiene alta pero compacta, muy vertical. Ni que decir tiene que la principal diferencia son las flores, que dejan de lado el clásico aspecto rosado claro de la variedad silvestre ofreciendo multitud de colores sólidos y vivos. En este caso, el primer ejemplar en aparecer tiene un oscurísimo tono granate con estambres rosados que lo hacen tremendamente atractivo. Se vislumbra ya que el segundo ejemplar tendrá flores rojas, y el tercero, aunque formando flores, todavía está muy atrasado como para averiguar. Eso sí, nuevamente se trata de una especie tan tardía que se ha quedado prácticamente sin acompañantes.

Monarda citriodora
Las Monarda citriodora no defraudan y copan todo el mes de mayo con sus floraciones organizadas a modo de pisos, llamados verticilos. Esta lamiácea no la he vuelto a sembrar voluntariamente desde su primera temporada, la de 2014, dado que las semillas caídas dan ejemplares tan pronto como se pone a llover a finales de verano. No obstante, creo que ha llegado el momento de volver a explotar su potencial y preparar semilleros para combinarlas con otras especies de crecimiento y época de floración similares. Una particularidad es que las rosetas de hojas se mantienen pequeñas hasta muy tarde y por ello no puede combinarse con plantas mayores, que las taparían, a pesar de que mayo todavía sea una buena época de floración de anuales que podría tener de acompañantes. Por tanto, quizá sus compañeras ideales serían aquellas que no formen rosetas de hojas anchas y florezcan, como ellas, a partir de la segunda mitad de la primavera. Como toda lamiácea de flores tubulares, es una buena aliada de los insectos ávidos de néctar.

Cota tinctoria


Zephyranthes carinata
En este mes de mayo ya han aparecido las dos primeras flores de Zephyranthes carinata, pero se trata de unos bulbos recientemente adquiridos -volví a creer que se trataría de Habranthus robustus- en lugar de los ya veteranos de hace varias temporadas que también crecen estos días. La primera flor llegó a abrirse del todo pero fue destrozada rápidamente, presuntamente por los gorriones. Espero que este segundo ejemplar tenga oportunidad de durar algo más. Habitualmente estas plantas florecen al juntarse dos condiciones: el calor veraniego y las tormentas, vengan o no con precipitaciones. No obstante, suelo observar en macetas que tiene otra gente en sus patios que existen algunas de estas Zephyranthes que se encuentran en plena flor durante estas fechas. En mi caso, el riego continuado no les sirve como sustituto de la lluvia y pueden crecer, pero no florecerán hasta que se den las condiciones atmosféricas necesarias. Lo de estas flores es, de momento, una excepción.

Silene armeria
Después de una temporada de ausencia, vuelvo a disfrutar de las nubes de florecillas rosadas de las Silene armeria. Casi seguro que, como ocurrió con muchas especies, sí la llegase a sembrar en la temporada 2014-2015, pero la exagerada densidad de plantas que había en el contenedor para aquel entonces acabó por dejarlas fuera de combate. En esta ocasión los ejemplares fueron de los primeros en plantarse en su sitio, en octubre de 2015, y las rosetas de hojas se veían perfectamente durante los primeros meses junto a las de unos Dianthus amurensis. Al cabo de un tiempo, y con la primavera ya encima, di por perdidos a ambos al no distinguir ya sus hojas de las del resto de plantas. De las clavellinas parece no quedar nada, pero las Silene se han hecho muy altas y comienzan a despuntar con sus maravillosas flores de largo cáliz y cinco pétalos color rosa vivo.

Talinum paniculatum
Talinum paniculatum es una especie que también ha costado un poco de ubicar, aunque finalmente he conseguido hacer crecer una planta que florece ya estos días. La primera temporada de intentos no conseguí hacer germinar ninguna de las pequeñas semillas negras y brillantes que sembré. En 2015 no hubo mayor problema y conseguí una planta que tan pronto como ganó tamaño la pasé a una maceta definitiva, donde sigue hoy. Se trata de una planta relacionada con las verdolagas aunque hoy día se las coloca en su propia familia, Talinaceae, en lugar de Portulacaceae. Las hojas son espatuladas, carnosas, y en el caso de mi ejemplar tienen un color amarillento que es propio de algunas variedades ornamentales y que, de no saberlo, uno pensaría que la planta está sufriendo una clorosis severa. Las flores, diminutas, son de color rosa y aparecen sobre finos pedúnculos ramificados. Sólo se abrirán una vez y enseguida se ponen a producir semillas en una cápsula roja. Por lo que he observado, sólo se abren durante las tardes.

viernes, 27 de mayo de 2016

En el corazón de mayo



Mayo se acerca a su final y ha sido, una vez más, uno de los meses más coloristas del año. Debido a la primavera algo más suave que estamos teniendo, muchas especies más tardías han coincidido con varias de aquellas que comenzaron antes y que a menudo no suelen llegar en flor tan lejos. Aún así, parece que todavía queda margen para ver más floraciones que tomarán protagonismo durante el mes próximo.

Pasamos a la descripción del vídeo. Éste abre con una blanquita de la col (Pieris rapae) libando en una de las todavía abundantes flores de las clavellinas Dianthus plumarius. De ahí saltamos a otra escena similar, aunque esta vez la flor es un Iris germanica y su polinizador la robusta abeja carpintera Xylocopa violacea, la cual es la primera y de momento única vez que observo esta temporada en la terraza.

Damos otro salto y observamos las flores de las efectivas Monarda citriodora, especie que lleva con esta dos temporadas seguidas resembrándose y que a base de trasplantes he ido repartiendo en distintas macetas. Tarda en florecer e incluso en crecer desde el otoño hasta entrada la primavera, pero cuando lo hace puede estar semanas floreciendo, hasta la llegada del verano. La volvemos a ver posteriormente tras la aparición de la Iberis umbellata, cuyo gran tamaño ha resultado ser una sorpresa, pues la única vez que cultivé la planta, si bien era una forma enana, apenas superaba los 15 cm. de altura y no el casi medio metro de la actual. Avanzada la temporada sembré la siguiente especie que aparece, unas Cosmos sulphureus que han florecido muy pronto, antes que las Cosmos bipinnatus que también las acompañan en la maceta. Estas cosmos naranja también son una forma de tamaño reducido, puesto que no suelen superar los 30 cm. y tienen capítulos de escaso diámetro, siendo que la forma original puede llegar a superar los 180 cm. de alto.

Nos acercamos al grupo de pequeñas anuales en donde todavía florecen las blanquiamarillas Limnanthes douglasii, secundadas por el contraste rojo y púrpura de las Cuphea 'Firefly'. Justo por encima de ellas han comenzado a abrirse las cabezuelas amarillas del crisantemo Glebionis segetum. Más expuestas al sol se abren las diminutas florecillas rosadas de la Oscularia deltoides, y en el lado opuesto, donde a pesar de haber más paredes dando sombra el sol ya ilumina durante horas, encontramos una capuchina de vivo color anaranjado y a la malva Lavatera trimestris cargadísima de flores.

Volviendo al sol, encontramos a los cebollinos al máximo de su floración, al igual que la herbácea trepadora Vicia villosa, que se vale de los finos pedúnculos de las Briza maxima, ya secas, para agarrarse y poder desplegar en lo alto sus espigas de flores violáceas. De aquí pasamos a otra compuesta de floración amarilla, la camomila amarilla (Cota tinctoria) que ha florecido junto a los crisantemos anteriormente aparecidos y con apenas unos días de diferencia. El conjunto ha empezado a atraer insectos, y en la siguiente escena observamos a la mosca zángano (Eristalis tenax) probando uno de los crisantemos. También es compuesta la siguiente planta en aparecer, una Kleinia grantii de vivas florecillas naranja. No nos salimos todavía de esta gran familia, pues la próxima escena la protagoniza un áster de Nueva York de floración veraniega y la siguiente, la primera de las Rudbeckia hirta que florece en la terraza tras una temporada de ausencia.

Flores de todas las formas se abren durante estos días. Vamos viendo, en este orden, las inflorescencias de pequeñas florecillas rosadas de la Silene armeria; las oscuras flores de un denso granate de una Scabiosa atropurpurea en una de tantas formas ornamentales de distinto colorido y porte a las silvestres que frecuentan nuestros campos; la azulada Aquilegia alpina, que no falta en la terraza desde hace cinco temporadas, siendo esta planta en concreto un ejemplar autosembrado que ha aparecido en la maceta de una azucena. Les sigue una pequeña Lobelia erinus 'Crystal Palace', que comienza a florecer ahora, al igual que la Aquilegia 'McKana' que aparece después y cuya historia y comportamiento es paralelo e idéntico al de sus primas alpinas.

Observamos ahora una Gaura lindheimeri, de reciente adquisición, y el conjunto de floraciones amarillas de los crisantemos y camomilas, patrullados por un ejército de abejas Hylaeus y que también atrae la atención de la mariposa blanquiverdosa, Pontia daplidice. De ahí pasamos a la también compuesta Gaillardia aristata, y una sucesión de especies ya aparecidas aunque grabadas unos días más tarde, más avanzadas. Finalmente, una pequeña mariquita de siete puntos recorriendo las ya agostadas Dimorphotheca sinuata es la encargada de cerrar este vídeo.

jueves, 26 de mayo de 2016

Mayo colorista (I)

Clarkia amoena

Este mayo ha sido más suave de lo que acostumbraba a ser el quinto mes del año, con días de nubes, alguna lluvia ocasional y vientos de gregal que han producido una situación similar a la vivida el pasado abril, permitiendo mantener las temperaturas todavía por debajo de los 22ºC durante gran parte del mes. Con este buen tiempo no es de extrañar que las plantas sigan floreciendo con un aspecto radiante e inmaculado. Pasemos a ver algunas de las especies que han florecido durante esta segunda mitad del mes:

Leptosiphon androsaceus
No ha sido nada buena esta segunda temporada para las Leptosiphon androsaceus. Después de obtener apenas cuatro ejemplares, sólo dos han florecido durante un breve periodo de tiempo en el contenedor de las anuales, siendo este ejemplar de flores amarillas el último en marchitarse. Al año que viene se hará un nuevo intento, esta vez en maceta y junto a especies que puedan compartir sitio con ellas sin privarlas de luz y espacio para crecer. Eso sí, habrá que vigilarlas de los gorriones, que tienen una marcada tendencia a destrozarlas.

Nemophila maculata
Las Nemophila maculata tardaron en aparecer después de una siembra apartada realizada con el fin de obtener semillas nuevas para conservar la especie durante algunas temporadas más. Al recolectar semillas tanto de ésta como de Nemophila menziesii en sucesivas temporadas, la de color blanco y violeta tuvo menos suerte y fue superada en número. El año pasado, a pesar de aparecer unos tres ejemplares en todo el conjunto, no recolecté las semillas a tiempo y tan sólo recogí el batiburrillo restante colocando una bandeja bajo las matas de plantas, con lo que resulta imposible saber cuáles y cuántas pertenecen a esta especie. En esta ocasión, bastará con cortar las cápsulas a medida que se sequen o bien la planta entera cuando su ciclo llegue a su fin; a pesar de la intención de aislarla, todavía germinaron, por error en la identificación, algunas Nemophila menziesii pequeñas con aspecto de atomaria en la misma maceta. La maculata, por su parte, lleva floreciendo desde el mes pasado y aún parece que podría llegar a junio con las últimas flores abiertas.

Rudbeckia hirta
Regresan a la terraza los grandes capítulos rojiamarillos de las Rudbeckia hirta. Esta compuesta es tremendamente sencilla de cultivar, resistente incluso a breves ausencias de riego, pero necesita algo más de tiempo para desarrollarse y no es del todo buena idea mezclarla con otras anuales. Estuvo dos años en el contenedor, en 2013 porque fue sembrada en plena primavera y se ganó a tiempo su espacio, y en 2014 porque pese a la siembra otoñal, este emplazamiento quedó tan vacío que las plantas no tuvieron problemas de espacio y competencia para desarrollarse. En 2015 no las tuve porque precisamente, los ejemplares puestos en el contenedor acabaron sobrepasados, así que a finales del mismo año las sembré en su propia maceta y el resultado comienza a darse ahora: un grupo de unas tres o cuatro plantas con enormes cabezuelas de unos diez centímetros de diámetro, llamativas y duraderas.

Gaura lindheimeri
Gaura lindheimeri es una planta que siempre me ha llamado la atención y nunca encontraba a buen precio, pero no perdía la esperanza de encontrarla. Al final ha sido en un vivero en la propia Cullera donde he encontrado ejemplares a 2,50€ y me he llevado uno de flores rosadas. Esta onagrácea es conocida por su buena resistencia al calor y sequía y abundantes floraciones. Como en el resto de miembros de la familia, las flores poseen cuátro pétalos, en esta ocasión agrupados en un plano semicircular en la parte superior de la flor. Destacan los ocho largos estambres que sobresalen notablemente de cada flor. He leído que también es atractiva para las abejas, con lo cual habrá que esperar a que se llene de flores para comprobar si es cierto y, de ser así, será una gran adición a la colección.

Iberis umbellata
Otro retorno de una especie a la terraza, aunque éste ha tenido mayor periodo de ausencia, lo conforman unos cuantos ejemplares de Iberis umbellata. En 2013 cultivé unos pocos ejemplares de una variedad enana que casaba muy bien con otras anuales de talla contenida. En esta ocasión di por supuesto que las semillas separadas de una mezcla de flores darían ejemplares idénticos a aquellos, pero cuál ha sido mi sorpresa al comprobar que el más pequeño mide unos 25 cm. de altura y el más grande, más del doble. Los montones de flores de cuatro pétalos, con dos más largos hacia abajo, muestran sus diversas tonalidades de rosa estos días. Tardía y más grande de lo esperado, habrá que estudiar bien dónde colocarlas al año que viene.

Clarkia amoena
Volviendo a las onagráceas, una especie que ya no falta ningún año es la Clarkia amoena. Las plantas crecen muy rectas y altas, con lo que el viento acaba tumbándolas, más teniendo en cuenta que su ritmo algo más lento las deja creciendo cuando muchas de sus vecinas, que otrora le servían de apoyo, ya se han secado. Por más que he intentado enderezarlas y que las flores se abriesen hacia arriba en alineación con el tallo, a poco que me marche el viento, el peso y a saber qué otros factores las acaban volviendo a sacar del sitio, obligándolas a florecer en un plano impredecible. Ello no es obstáculo, por supuesto, para deleitarse con sus grandes flores de tonalidades rosadas.

Vicia villosa
Mayo ha sido el mes en el que se ha revelado la pequeña leguminosa trepadora Vicia villosa. "Pequeña" por el tamaño de sus hojas y flores, pero en el contexto donde ha crecido, entre las anuales del contenedor, la planta no se queda atrás en tamaño. Desde el primer momento las hojas comienzan a emitir zarcillos y aferrarse a otras plantas buscando el mejor sitio para ubicarse. Quizá serían buena compañía para algunos arbustos, ya que las hojas para nada tienen tamaño como para privar de luz a la planta que usan de soporte. Dado que no tengo arbustos de porte mediano-grande en la terraza, quizá lo más adecuado sea usar, en un futuro, la misma malla que coloqué en su día para los Lathyrus, con quien podrían compartir sitio. El futuro de la planta en la terraza espero que sea próspero, pues si tal cantidad de flores se traduce en semillas, habrá para sembrar un buen montón.


Kleinia grantii
Regresan también las flores anaranjadas de pedúnculos glaucos de la Kleinia grantii. No observo, sin embargo, que la planta esté ganando tamaño y tenga posibilidad de producir un montón de capítulos a la vez como he observado en muchas fotografías de la especie en la red. La floración ha coincidido en fechas con la del año pasado aunque por el momento la planta está disfrutando de temperaturas más suaves: en 2015 se abrían las flores justo el mismo día que se dio el peor episodio de calor primaveral de las últimas décadas, con 40ºC un día antes de finalizar la primera quincena y que fue un primer pulso de las altas temperaturas que vendrían después, y que esperemos no se repitan este año.

domingo, 22 de mayo de 2016

Cuphea 'Firefly', bengalas carmesí

Cuphea 'Firefly'
Volvemos a asomarnos una vez más al mundo de esas especies exóticas, relativamente poco conocidas o extendidas, pero que resultan ser a su vez plantas que requieren de atenciones muy sencillas. Esas pequeñas plantas desconocidas tan fáciles de cuidar y con un aspecto tan llamativo que siempre vale la pena introducir en nuestros jardines y macetas para que se queden por mucho tiempo. En esta ocasión le toca el turno a una especie de anual mexicana de llamativas flores rojas que, si bien empezó a florecer hace ya un mes, he tenido que esperar un poco a que se llenase de flores para conseguir obtener fotos que hicieran justicia a su despampanante despliegue de flores de color carmesí: la Cuphea 'Firefly'.

Las Cuphea pertenecen a la familia de las litráceas, la misma en la que encontramos a nuestra salicaria (Lythrum salicaria), bella planta de grandes espigas de flores rosadas que alegra los márgenes de nuestro río, las acequias y humedales. Hay alguna que otra especie del género que tiene presencia entre el catálogo de plantas habitual de muchos viveros, entre las que solemos encontrar, especialmente, a la perenne Cuphea hyssopifolia, de flores similares a las de la protagonista de la entrada aunque de color rosado y más pequeñas. También la Cuphea ignea, la "planta de los cigarrillos", puede encontrarse con relativa facilidad. En esta especie, las flores poseen un colorido tubo pero no pétalos prominentes. También es popular la Cuphea purpurea, la llamada "flor de cara de murciélago", muy similar a la protagonista de la entrada aunque con sólo los dos pétalos superiores, que junto al centro velludo forma un conjunto que recuerda un tanto a la cara de un murciélago.

'Firefly'
La Cuphea 'Firefly', según donde se busque, aparece como variedad de Cuphea procumbens o un híbrido, Cuphea x purpurea. De lo segundo se encuentra poca información y lo más probable es que se trate, efectivamente, de un cultivar de la primera. Las semillas me llegaron en una mezcla de anuales y son fáciles de diferenciar, similares a una pequeña lenteja aunque más aplanadas. El primer año que lo intenté con ellas puse un ejemplar en el contenedor de las anuales, que acabaría perdido al no ser demasiado rápida creciendo, y otro en una maceta con varias plantas en el mes de marzo que, como ocurrió con otras plantas en aquella ocasión, se secó. Así pues, el intento que resultaría siendo el bueno fue el de otoño de 2015.

La planta, probablemente por su carácter tropical, es algo lenta creciendo durante los meses invernales. Sin embargo, no ha habido que esperar mucho para que floreciese, pues lo empezó a hacer a finales de abril. Ha sido durante mayo cuando ha aumentado su floración, que aparece en forma de espigas breves de flores que se mantienen horizontales y a los pocos días, al marchitarse, quedan colgando. Al principio costaba encontrar una flor bien situada que pudiera apreciarse bien, aunque las grabé en algunos vídeos, pero a lo largo de este mes su desarrollo ha permitido que destaque como una más entre sus vecinas de varios colores y más propias de clima templado. No parece, sin embargo, que llame la atención entre los insectos, que no suelen visitarla a pesar de encontrarse en una zona de interés para ellos por el resto de plantas que la acompañan. Ahora sólo queda esperar a que dé semillas para poder repetir con ella tantas veces como sea posible.

viernes, 20 de mayo de 2016

Abejas y avispas de relevo

Megachile sp.
El aumento de horas de luz y temperaturas siempre es sinónimo de insectos, que aprovechan el variado incremento de especies en flor de estos días. En la terraza forman parte del llamativo espectáculo de la primavera, pues no sólo se trata de la exhibición de colores que protagonizan las flores, sino de todo lo que envuelve a éstas y su poder de atracción. Los insectos más variados y numerosos que atraen las flores de la terraza son los himenópteros, seguidos de las moscas y algo más lejos por las mariposas, que uno suele asociar con mayor frecuencia a los jardines floridos y que quizá por la ubicación de la terraza, dentro de la ciudad, no les venga de paso. Especies de mariposas diurnas en Cullera no faltan, pero por un motivo u otro apenas tres o cuatro de ellas visitan la terraza con asiduidad. Algo más lejos quedan los hemípteros y los coleópteros, quizá por el mismo motivo que las mariposas: su mayor predilección por el campo y el hecho de que la ciudad no compense su búsqueda de flores nutritivas.

Rhynchium oculatum
Las abejas comunes siempre son protagonistas, y sin embargo durante estos días han ido descendiendo hasta el punto de no saber si ha ocurrido algo con ellas. Han pasado de estar de manera frecuente en la terraza a verse reducidas a un ejemplar ocasional o pasar varias visitas -que suelo realizar cada dos días, ocasionalmente dos días seguidos- sin ver alguna. Es extraño porque la mayoría de abejas, las solitarias, sí siguen un ciclo ajustado a determinadas épocas: las Anthophora plumipes hace algo más de un mes que desaparecieron por completo y la ausencia de Rhodanthidium sticticum también empieza a prolongarse. Sin ambargo, las Apis mellifera suelen estar siempre, incluso cuando aparece una cantidad de flores llamativa en fechas dispares como diciembre o enero. Puede que estén más ocupadas en el campo y no les compense volver a la terraza si ninguna de ellas ha traído el mensaje a la colmena. Sea como fuere, habrá que estar atento mientras dure la floración.

Megachile sp.
Hay más abejas de distintos tipos que suelen tener también una época determinada para venir y otras que, sin embargo, pueden tener una presencia más laxa aunque prolongada. En el primer tipo tendríamos a las diminutas Hylaeus, abejas muy pequeñas (unos 6-7 mm.) que suelen aparecer en mayo desde hace una o dos temporadas. Nunca me fijé del todo en ellas más allá del hecho de que venían ejemplares de distintos sexos, a juzgar por las cópulas que realizaban sobre las flores. Las daba por avispas al ser tan pequeñas, y no ha sido hasta este año cuando tuve la paciencia para hacer algunas fotos donde se viese algún detalle. Descubrí, gracias a la inestimable ayuda de gente que sabe de esto mucho más que yo, que se trataba de abejas de este género. Además, al hacer la foto con el mejor detalle posible me di cuenta de que no eran del todo negras como a priori parecía, sino que tienen bandas amarillas en las articulaciones y una marca rojiza en el abdomen dispuestas de distinta manera según individuos, presumiblemente de sexos distintos. Pertenecen a la familia de las Colletidae y suelen frecuentar flores acordes a su diminuto tamaño: los eneldos les sirven bien todas las temporadas y en ésta han encontrado un oasis de néctar en las umbelas de Ammi visnaga.

Hylaeus sp.
La familia Megachilidae, la de las abejas cortadoras de hojas es, al menos por el momento, la que cuenta con mayor diversidad de miembros que se dejan ver por la terraza. Suelen ser muy variables, con tamaños que van entre el de una abeja común y algo inferiores. Las especies presentan tantas variaciones que no siempre es posible afinar la identificación, aunque en la terraza las repetidas observaciones confirman que hay al menos dos tipos del género Megachile: uno de color gris y grandes ojos negros y otro de color pardo con ojos verdes, ambos con bandas negras en el abdomen. Las del tipo gris son más frecuentes y de hecho, al revisar fotos del año pasado, de verano, aparecen en algunas de ellas. Estas abejas no tienen escopas en las patas, la adaptación para recoger polen, pero son igualmente eficientes. Estas Megachile en concreto pegan minuciosamente el polen a la parte inferior de su abdomen. Otras especies de la familia más grandes cuentan con lenguas robustas y simplemente guardan néctar en su cuerpo. Así pues, las flores preferidas de estas pequeñas abejas son aquellas con una gran cantidad de polen por el que pasearse, esto es, en asteráceas tipo margarita o crisantemo, aunque realmente visitan flores de todo tipo.

Cerceris sabulosa
Las avispas, por su parte, son tanto o más variadas que las abejas, aunque suele darse el caso que muchas especies no repiten su visita a la terraza de manera frecuente, con algunas que aparecen muy esporádicamente, y muchas de ellas se han ido sin foto ni identificación a lo largo de estos años. Las Polistes dominula son ya no las avispas más habituales de la terraza sino uno de los insectos de presencia fija en ella, salvo en los meses fríos. No obstante, nunca he llegado a encontrar alguno de sus nidos de madera masticada, si bien durante los años en los que mi familia vivía allí sí los hubo en alguna ocasión. Estas avispas papeleras son omnívoras y casi siempre se las encuentra probando las diferentes flores que encuentran allí.

Megachile sp.
Otra  avispa que aparece de vez en cuando en la terraza es la avispa alemana o chaqueta amarilla (Vespula germanica). Su presencia suele ser breve y casi nunca se detienen en alguna superficie, perdiendo sólo un poco de tiempo cuando intentan pasar a través de alguna malla al meterse en los diversos rincones cubiertos con ella, y poco más. En esta ocasión conseguí sacar alguna fotografía testimonial dado que un ejemplar se introdujo en casa y estuvo un rato deteniéndose en la vigas del techo hasta encontrar la salida. Gracias a ello también pude verificar a qué especie de Vespula pertenecía. Estas avispas son sociales y construyen nidos en donde hay una reina y obreras, como sucede en otros himenópteros. Son algo más robustas y grandes que las Polistes pero no las avispas más grandes de la región. También son omnívoras e incluso carroñeras, pero no parece que las flores de la terraza les hagan volver. Es posible, quizá, que los pocos ejemplares que han acudido estos años no tuviesen el nido cerca y sólo estuviesen de paso.

Vespula germanica
Las avispas no siempre son omnívoras oportunistas. Muchas de ellas son conocidas por ser cazadoras que necesitan del cuerpo de otro invertebrado para asegurar un sustento a sus larvas durante su desarrollo. Algunas cazan arañas, otras orugas... las opciones son variadas. Algunas ponen los huevos dentro del propio animal capturado mientras que otras lo introducen, paralizado, en el nido junto a sus huevos. También hay variedad a la hora de hacer el nido: algunas excavan galerías en el suelo, otras se conforman con agujeros como harían las abejas solitarias y, las más detallistas, construyen tubos o vasijas con barro para depositar sus huevos. De manera similar a lo que ocurre con las moscas de las flores, algunas cambian radicalmente de dieta según estado: las larvas son carnívoras, mientras que los adultos son beneficiosos buscadores de polen. Este es el caso de la avispa roja (Rhynchium oculatum), una de esas especies que captura orugas de mariposa para surtir sus nidos. Éstos los construye simplemente aprovechando un agujero existente y sellando con barro los distintos compartimentos una vez la despensa para su prole está llena. Esta especie no la observaba en la terraza desde el verano pasado, cuando no pude siquiera hacerle fotos. Su curiosidad por las flores permitió que esta vez sí pudiera captar alguna imagen.

Hylaeus sp.
Otra especie de avispa cazadora que se ha presentado estos días, aunque de una familia distinta -Crabronidae, mientras que la avispa roja pertentece a Vespidae- es la pequeña Cerceris sabulosa. Por lo que puedo encontrar, se trata de avispas que cazan otros insectos (escarabajos y abejas, supongo que de pequeño tamaño) para alimentar a sus larvas, que ubican en nidos que excavan en el suelo. Desconozco si esta especie ha visitado en más ocasiones la terraza, pues a menudo he encontrado pequeñas especies de color amarillo y negro que no siempre he podido fotografiar, incluyendo algunas que portaban pequeñas orugas verdes entre sus patas, aunque no es el caso de esta Cerceris. Los adultos, nuevamente, parecen disfrutar de la variedad de néctares que ofrecen las flores de la terraza. Esta en concreto se encontraba plácidamente alimentándose del néctar de las flores de un eneldo.

martes, 17 de mayo de 2016

Lavatera trimestris, la malva elegante

Lavatera trimestris
Las malvas siempre me han resultado atractivas, pero tras varios años sigo teniendo la impresión de que no les he dedicado toda la atención posible. He cultivado cuatro especies, con flores que sólo se parecen en la forma superficial, cada una con un colorido y encanto propio. Sin embargo, siempre fallo a la hora de elegirles un sitio. Las más perjudicadas en este aspecto han sido, sin duda, las Malope trifida. Tengo centenares de semillas de la especie ya que se incluyen generosas cantidades en todas las mezclas de flores para jardín, pero nunca he tenido ejemplares grandes y vigorosos y las floraciones han sido apenas testimoniales. La temporada anterior, en noviembre de 2014, tuve que sacar del contenedor varios ejemplares que sobrepasaban en tamaño al resto de plantas por un error de cálculo. De haber comenzado de cero en macetas, quizá hubiera dado en el clavo con ellas. Esta temporada ya ni eso, pues acabé perdiendo las plántulas antes de encontrarles sitio.

Floración en aumento
Las dos malvas que más éxito han tenido, aunque breve, fueron la Alcea rosea y la Malva sylvestris. La primera empezó con tres ejemplares que entre septiembre y marzo de 2013-2014 crecieron lo suficiente desde una semilla hasta florecer. Al año siguiente pervivió una, que estaba tan perjudicada que la arranqué tras florecer de nuevo. La Malva sylvestris estaba floreciendo el año pasado en fechas un poco más avanzadas que en la que nos encontramos, y confiando en que fuese perenne no la resembré. Su floración fue abundante y preciosa, pero este año no ha podido repetirse ya que la planta acabó debilitada y muerta en invierno, con lo que tendré que esperar un año más. Por último, la pequeña Sidalcea 'Pary Girl' ha sido la menos afortunada de todas, pues la mayoría de intentos de siembra fallan y el año que más ejemplares conseguí sacar, tres, sólo uno floreció gracias a mantenerlo en maceta. Con los otros dos no es difícil adivinar qué pasó; efectivamente, los puse en el contenedor con otras plantas y su lento crecimiento las dejó atrás en la carrera por el desarrollo.

Detalle de una flor
Lavatera trimestris es la malva que más veces he cultivado, y sin embargo tampoco ha tenido nunca un espacio que le haga justicia. En este 2016 aislé unos pocos ejemplares en una maceta poco profunda tras obtener unos ejemplares algo tarde, puede incluso que en enero. No sé cómo crecerá la planta cuando tiene sitio de sobra, pero casi siempre que la cultivo acaba con un follaje estropeado que da la impresión de que va a morir. Nada más lejos, las plantas de este año están prácticamente sin hojas y sin embargo han dado la floración más espectacular que he tenido nunca. Sus enormes flores de intenso color rosado se han ido abriendo sucesivamente y, al contrario que las denostadas hojas, salen inmaculadas, sin imperfecciones. Evidentemente, con tal carga en la parte superior las plantas han ido inclinándose pero dentro de lo que cabe, aguantan el tipo. Un espectáculo tan bonito merece que esta vez intente, por lo menos, encontrarles un sitio mejor a la próxima temporada y, a poder ser, acompañadas de sus hasta ahora desafortunadas parientes las Malope y otras plantas con las que no tengan problema en compartir espacio.

lunes, 16 de mayo de 2016

Explosión de colores

Viscaria oculata 'Blue Angel'
Mayo es el escenario de este 2016 para recibir a la que posiblemente sea la mayor concentración de especies en flor del año. Lo continúan haciendo muchas plantas que empezaron en febrero y la mayoría de las que sobrepasaron la mitad de abril encontrándose en plena floración. Llegados a este mes, todavía más especies se suman a la fiesta. Muchas de las plantas que han necesitado algo más de tiempo para desarrollarse llegan finalmente a su cénit y comienzan a florecer, inaugurando una nueva etapa. La mayoría de ellas son anuales, aunque también las hay perennes. En todo caso, se trata de especies que obtuve de semilla en su día, en ocasiones sembradas sin ayuda a partir de los ejemplares que ocuparon su lugar anteriormente.

Ammi visnaga
No obstante, esta acumulación de flores no es uniforme. El tiempo en el que las plantas se encuentran verdes, compactas y llenas de flores ya pasó, pues habría que remontarse a finales de marzo o principios de abril para ello. A estas alturas del año, muchas anuales han crecido ya todo lo que podían y sólo les quedan algunas flores residuales y tallos altos y debilitados, por lo que las especies que han esperado un poco más comparten espacio con ellas pero no frescura. Esto es particularmente acusado en el contenedor, donde la amplia combinación de especies se traduce en la disparidad de floraciones. En las macetas que dispuse este año para anuales, en cambio, la sucesión de floraciones está siendo más escalonada y da la sensación de que hay colorido de manera continuada desde hace al menos dos meses. Sólo la inminente desecación de los ejemplares de Mauranthemum paludosum, que ya han comenzado a decaer, hará que se vea un punto marchito en este lado de la terraza.

Coreopsis lanceolata
De hecho, y como ya mencioné con anterioridad, pretendo sacarle más rendimiento a este sistema de pequeñas anuales en macetas. En el contenedor siempre he intentado hacer una mezcla de especies ordenadas por tamaño que nunca acaba tan óptima como se espera. El año pasado, especies bastante grandes que coloqué al frente pensando que tendrían una talla reducida, como Collinsia heterophylla o Schizanthus x wisetonensis demostraron, sin quererlo, que en realidad como más bonito queda todo es con un relleno de plantas grandes desde el primer plano. Por tanto, la idea de momento es que a la próxima temporada, el contenedor quedará organizado de manera distinta albergando a plantas algo más grandes y frondosas en su parte anterior que sirvan también de soporte a las más altas y estilizadas de la parte posterior, teniendo en cuenta claro está los ritmos de crecimiento. Por su parte, las anuales más pequeñas irán todas en macetas. Para esto, sencillamente, reduciré el número de macetas que alberguen especies vivaces (especialmente bulbosas y tuberosas) que año tras año han ido perdiendo vigor y suelen representar un desperdicio de sitio al no contar con hojas y flores más que unas pocas semanas al año.

Digitalis purpurea
Algunas de las protagonistas de esta situación en el contenedor florecen ahora. A una ya la conocemos de entradas anteriores: la Viscaria oculata 'Blue Angel'. Esta cariofilácea de grandes flores de color azulado ha florecido algo tarde y ha tenido la mala suerte de coincidir, tanto en el contenedor como en una maceta, con plantas más grandes que la sobrepasan. Está claro que al año que viene, conociendo su porte -un ordenado conjunto de tallos y hojas estrechos y verticales- podré elegirle mejores compañeros en maceta. La otra es la umbelífera Ammi visnaga, una elegante especie con grandes umbelas de florecillas blancas que ha tardado bastante en desarrollarse y el viento la ha ido tumbando hasta llevarla hacia el frontal, teniendo su base justamente en el punto contrario. Casos como este son los que pretendo solventar, ya que no puedo evitar el viento marítimo que, por la disposición de la terraza, rebota en las paredes haciendo que las plantas más altas del contenedor, especialmente las de su lado derecho, acaben tumbadas.

Trachymene coerulea
También con flores en umbelas, aunque en otra familia distinta, se presenta la australiana Trachymene coerulea. Tras unos días, el primer ejemplar en florecer ha conseguido que su repleta umbela tenga una forma casi esférica. Este ejemplar se encuentra en una maceta y a pesar de ser una planta muy delgada y alta, parece que en esta ubicación le ha ido mejor que a los del contenedor, los cuales no obstante han quedado aislados al secarse las plantas que los rodean. Las llamativas flores de un claro color azulado -parecido, precisamente, al de Viscaria oculata- han sucedido a las relativamente similares Gilia capitata, que ya empiezan a secarse. Lo habitual sería que no hubiese juntado dos especies tan parecidas (a falta de saber si sus floraciones coincidirían), pero es probable que en su día lo hicese sobre la marcha al no encontrar más sitio para las plántulas de semillero.

Glebionis segetum
Las margaritas de color amarillo cobran protagonismo. En el mismo sector de macetas han comenzado a florecer sin parar las grandes Coreopsis lanceolata, de capítulos de buen diámetro para una planta de talla bastante compacta. A ellos se empiezan a sumar ya los primeros crisantemos Glebionis segetum. Con esta especie nunca me habían salido bien las cosas hasta ahora, pues el año pasado la única planta superviviente sufrió más de la cuenta por la desecación y acabó arrancada por los pájaros. Esta vez, sendos ejemplares en el contenedor y en una maceta han corrido mejor suerte y llegan a su cometido. Similar, aunque bien diferenciada de su pariente que también cultivo, Glebionis coronaria, G. segetum tiene hojas glaucas, de lobulado más ancho y cabezuelas que cuentan con discos florales más grandes y lígulas más cortas, de color enteramente amarillo. Como en el caso de la Trachymene, a pesar de tratarse de una planta de buen tamaño para sobresalir, los ejemplares de la maceta parecen tener mejor complexión que el del contenedor. Además, quizá conviene apartarlo en macetas por lo tardía de su floración respecto a otras flores primaverales. Su pariente, por ejemplo, abrió las primeras flores hace dos meses, si bien la población original de donde obtuve las semillas florece sin parar desde otoño al verano siguiente.

Cebollino
Finalmente, otra especie perenne aunque obtenida de semilla, los cebollinos, están a punto de comenzar la que posiblemente sea su mejor floración en años. Esta especie la sembré por primera vez en junio de 2012. Los ejemplares de aquel entonces florecieron en mayo de 2013 y dieron semillas que no recogí. Con el tiempo, los ejemplares murieron del todo y el hecho de no modificar nada en la maceta al darle un nuevo uso permitió que las semillas germinaran. Hasta mayo de 2015 no florecieron, pero esta vez los ejemplares no sólo no se perdieron sino que han mejorado, aunque no han colonizado por completo la maceta, que tiene casi 2/3 partes de superficie vacías.

También la Digitalis purpurea, como se observó en una entrada anterior, regresa este 2016 con su llamativa floración a la terraza. Este ejemplar en concreto procede de la autosiembra de las propias semillas caídas en 2013. No es la única, pues este pasado otoño, curiosamente, al remover la tierra de una maceta que en aquel entonces estuvo próxima a las dedaleras -ya en desuso al morir la perenne que la ocupaba-  empezaron a emerger plántulas vigorosamente con las lluvias a medida que retiré tierra de aquella maceta para reutilizar, saliendo adelante varios ejemplares que junté en otra maceta. Por increíble que parezca, teniendo en cuenta la ausencia floraciones en estas últimas temporadas, esos ejemplares deben haber salido también de semillas caídas aquel 2013 que han aguardado pacientemente enterradas varios centímetros hasta recibir luz y agua. A juzgar por su tamaño, es probable que florezcan en la primavera de 2017.

domingo, 15 de mayo de 2016

Mayo a todo color



Mayo comenzó con una buena cantidad de flores de todos los colores luciendo sus mejores galas y, como viene siendo habitual durante esta temporada, la mejor manera de recoger una muestra de todo ello es con un vídeo grabado durante esta primera quincena, cuyo contenido se describe a continuación.

Empezamos con una avispa Rhynchium oculatum buscando alimento sobre la flor de un crisantemo tricolor, los cuales ya llegan al final de su vida después de varios meses floreciendo sin parar. Pasamos a las rosadas flores de la dedalera china, perenne que obtuve de semilla y lleva ya con esta tres temporadas en la terraza, con la particularidad que durante esta última no ha dejado de florecer desde el otoño pasado, siendo habitual que lo hiciese sólo a mediados de primavera. Posteriormente, observamos la delicada flor de Calochortus splendens y la multitud de florecillas cambiantes de Nicotiana mutabilis, secundada por su pariente Nicotiana alata.

En la siguiente escena observamos las flores de la siempre puntual Tulbaghia violacea, que desde el primer otoño en que llegó a casa (2014) siempre ha florecido una vez en esa estación y otra en primavera. La de después, Digitalis purpurea, es un esperadísimo regreso tras dos temporadas sin que hubiese ejemplares preparados para florecer. De ahí pasamos a las llamativas cabezuelas amarillas de la Coreopsis lanceolata y a las pequeñas flores blancas y amarillas de las Limnanthes douglasii, pequeña anual que florece algo más adelante en la temporada a pesar de que se siembre al mismo tiempo que otras especies con la que suelo combinarla, aunque sus floraciones se acaban solapando.

Pasamos al contenedor y observamos una gran umbela de Ammi majus, umbelífera de aspecto similar a las zanahorias silvestres aunque más compacta y frondosa. Más pequeñas, pero más coloristas, son las umbelas de la araliácea Trachymene coerulea que aparece en el siguiente plano. Volvemos a las pequeñas anuales para conocer las flores de la Linaria vulgaris, especie de flores más grandes que las aparecidas anteriormente en el blog, y uno de los alhelíes cuarentenos de flores simples. De vuelta al contenedor, conocemos a la Vicia villosa, de tallos que se encaraman y sujetan a las plantas que le acompañan para abrir en lo más alto sus espigas de florecillas moradas. Debajo de ellas está la Viscaria oculata 'Blue Angel', de simples pero bellas flores de color lavanda.

A pleno sol, la Salvia officinalis sigue cargada de flores, mientras que los cebollinos comienzan a abrir las primeras. También los Dianthus plumarius siguen con buen ritmo de floración, mientras que las Nemophila maculata, representadas por un sólo ejemplar en la terraza, aparecen este año un poco tarde gracias a que aún pude aislar algunas semillas. También de semilla obtuve la planta que viene después, un Sisyrhinchium bellum de pequeñas y coloristas flores. Cerca de ellas florecen otras clavellinas, Dianthus amurensis, y se abren los primeros crisantemos Glebionis segetum.

Finalmente, sobre las umbelas de los eneldos y Ammi majus, observamos a las abundantes abejitas Hylaeus, que suelen aparecer todos los años por estas fechas en gran número. De pequeño tamaño, pasan varias semanas a mediados de primavera recorriendo todas las flores de la terraza que sean de su agrado, convirtiéndose en un pequeño aunque valioso aliado en la tarea de la polinización.

sábado, 14 de mayo de 2016

Como agua de mayo

Digitalis purpurea
No se puede decir que esta primavera esté siendo estrictamente lluviosa, pero las precipitaciones vienen y se van a menudo, consiguiendo acumular cantidades de agua que son, a nivel anecdótico, significativas: el pasado mes de abril fue el más lluvioso de los últimos seis años sin llegar a los 30 mm. Mayo parece haber enlazado con esa dinámica de tormentas ocasionales y durante los últimos 10 días, la lluvia ha estado presente en 8 de ellos. Las fotos de la entrada corresponden todas al lunes día 9, en el que el panorama de un día lluvioso de primavera era particularmente notable, con flores multicolores adornadas con las gotas de lluvia que en ocasiones doblaban los tallos por el peso acumulado. En el terreno de lo práctico, cómo no, la lluvia ahorra agua y esfuerzo en días como estos, lo cual también es de agradecer. Además, las temperaturas no están siendo especialemente altas (por debajo de los 20-25ºC) y los vientos son frescos, mayoritariamente de gregal, con una evaporación que no está siendo demasiado acusada.

Trachymene coerulea 
Ha llegado, con este mes, la hora de que muchas de las plantas anuales más tardías comiencen a mostrar toda la belleza de su floración. Quizá alguien acostumbrado a otro clima encuentre extraño esto de considerar "tardía" a una planta que florece en pleno mes de mayo, con una primavera prácticamente comenzando su apogeo. En realidad, nuestro calendario climático dista bastante de lo que se puede encontrar en zonas de influencia atlántica o en el interior de la península: aquí no hay anuales que se esperen al verano para dar lo mejor de sí, pues para entonces no queda ni una. Sembradas en otoño y sin haber pasado frío, si acaso teniendo falta de sol algunos meses, las primeras anuales empiezan, como ya lleva años mostrándose en el blog, durante el mes de febrero, en ese periodo de repentino crecimiento de horas de luz que acontece durante esos días. Por tanto, las plantas que florecen en mayo llevan más de medio año creciendo sin faltarles el buen tiempo.

Iris germanica
Tanto es el contraste que muchas de las plantas que florecen ahora en el contenedor se encuentran ya rodeadas de tallos y hojas secas de otras especies que estaban en su mayor esplendor antes siquiera del equinoccio primaveral. Entre ellas están las grandes flores de la Clarkia amoena, cuyas plantas se han ido tumbando debido a la combinación de sus altos y finos tallos, el peso de las flores y el no contar con apoyo lateral. Y el viento, por supuesto, que es el mayor culpable. Las Viscaria oculata no tienen que lidiar con las continuas brisas, pero es porque han quedado tan abajo que los propios tallos de otras especies les hacen de paraván. Con sus primas mayores las Agrostemma githago no había manera de evitar que el viento las cambiase de sitio continuamente, con lo que ahora sus tallos, la mayoría de ellos ya formando semillas, están enredados por todo el contenedor.

Vicia villosa
La que no tiene problema con el viento, pues se agarra con zarcillos a medida que se abre paso, es la Vicia villosa. Esta especie es nueva este año y surgió de una semilla que en principio no tenía claro qué era. Viene en algunas mezclas y tiene el aspecto de una esfera negra brillante, a medio camino entre las de Vaccaria y las de Lathyrus en lo que a tamaño respecta. Cuando empieza a hincharse para germinar se vuelve, de hecho, muy similar a Lathyrus. Conforme veía crecer a la planta llegué a la conclusión de que sería Vicia, pero faltaba ver las flores para confirmar especie. La planta, cuando encuentra el ritmo, empieza a crecer lanzando tallos por todas partes, agarrándose a las plantas vecinas -la planté en el contenedor, pero en próximos intentos lo haré en una malla. Ya empezaba a impacientarme por lo que tardaba en florecer viendo su exagerado crecimiento, pero finalmente parece que todo el despliegue de tallos se engalanará con sus espigas de flores de dos tonos violeta, que cuentan con una pelusilla en la base de la corola que da nombre a la especie.

Clarkia amoena
Otra especie nueva para este año es una anual procedente de Australia, Trachymene coerulea. Ha tenido un crecimiento bastante pausado, creciendo a buen ritmo durante sus primeras semanas de vida pero quedándose algo estancada hasta que finalmente se ha puesto a abrir sus pequeñas umbelas de flores. Como germinaron tan bien, hubo plantas de sobra que repartí en el contenedor y en una maceta, siendo en este sitio donde primero se han abierto. A pesar de su aspecto, que invita a pensar que se trata de una umbelífera, en realidad es una araliácea, es decir, pariente de las hiedras, las aralias o el ginseng, las cuales tienen cierta relación con las apiáceas y también producen flores en umbela. Las de Trachymene son de un agradable tono lila-azulado con largos estambres sobresalientes. La planta en sí, al menos en el caso de las que tengo, no es demasiado voluminosa, consistiendo en un tallo central y unas pocas ramificaciones con hojas divididas que al principio recuerdan a las de alguna ranunculáceas.

Viscaria oculata 'Blue Angel'
También es tiempo para otras plantas no anuales. Los Iris germanica han empezado tarde este año a florecer, pero no se han quedado cortos a la hora de producir sus grandes flores. Por otra parte, y tras varios años de ausencia, las flores de la Digitalis purpurea vuelven a tener presencia en la terraza, resultado de la autosiembra de semillas procedentes de aquellos primeros ejemplares llegados en 2011 y cuyas semillas, increíblemente, aún empezaron a germinar en la tierra de una maceta vacía el pasado otoño, con lo que existe una generación algo más tardía que es probable que florezca a partir de 2017.

Con la inevitable subida de temperaturas a la vuelta de la esquina, es agradable que todavía haya tiempo para días de nubes y lluvia que permitan incluso ahorrar algún riego entre visitas. Debería ser lo normal, pues mayo solía ser el mes con más precipitaciones de la primavera, pero los últimos años nos muestran un patrón bien distinto, en el que ya ni siquiera la primavera se beneficia de un invierno lluvioso. Con el que hemos tenido este año, sin lluvias significativas hasta que comenzó la primavera, y con el verano presumiblemente seco que nos espera, vamos a tener más ganas que nunca de que el otoño vuelva y traiga tanta o más agua que el año pasado.