jueves, 30 de junio de 2016

Verano multicolor

Angelonia angustifolia morada
Llegamos al final de uno de los meses de junio más interesantes desde que hay plantas en la terraza, y con ello, claro está, comienza el verano. No es el primero en el que hay floraciones tan prolongadas, pues en las primeras temporadas lo preparaba todo a partir de finales de invierno y las plantas realizaban todo su ciclo en unos pocos meses. Es lógico que si sembraba en marzo-abril, muchas anuales de desarrollo rápido llegaran a junio aún con flores. Sin embargo, este ciclo se refuerza de manera más efectiva si se encuentran especies de crecimiento más moderado que, aún sembradas en otoño, tardan algo más en producir sus primeras flores, copando toda la segunda mitad de primavera e inicio de verano. Ya van quedando menos de este tipo, mientras que las perennes que florecen en épocas cálidas siguen a su ritmo, si bien no todas las especies habituales en estos últimos años están consiguiendo florecer durante esta llegada del verano.

Sedum lineare 'Variegatum'
Después de todo lo que se ha ido mostrando a lo largo del mes, lo cierto es que el número de anuales -o perennes de vida breve- ya se ha reducido de manera notable. Se quedan sin flores las Glebionis segetum, Cota tinctoria o Ammi visnaga, por ejemplo, pero siguen en liza las Scabiosa atropurpurea, Silene armeria o Lobelia erinus. La Cosmos bipinnatus tiene ventaja, pues la planta que tengo la sembré en primavera. También las Leucanthemum x superbum predominan estos días, siendo quizá la especie de semilla que más ha tardado en florecer, y eso que recuerdo claramente que fue una de las primeras en establecerse tras pasarla del semillero a su maceta, salvándose de los ataques de los caracoles de aquellos días.

Buddleja davidii
Entre las perennes, destacan las flores rosas y moradas de las Angelonia angustifolia. Ya tuve un ejemplar de la especie adquirido el otoño pasado, en aparente buen estado y de tamaño destacable, pero que durante meses no dejó de decaer y nunca conseguí salvar. Apenas floreció un poco al principio de su estancia y nada más, acabando en la compostera a principios de esta primavera cuando vi que ya no iba a recuperarse. Recientemente, en la tienda donde suelo adquirir plantas en Cullera encontré ejemplares de estos dos colores y a mejor precio que en aquella ocasión pasada. Me llevé sólo la rosada porque se veían más frondosas y repletas de flores, pero tardé poco en arrepentirme de no tener también la morada y una semana después me llevé un ejemplar. Las planté en la misma maceta y parecen estar disfrutando del calor y sol de estos días, floreciendo sin parar. Eso sí, ni veo que las visiten los insectos ni producen semillas, marchitándose las flores sin dejar cápsulas.

Leucanthemum x superbum
Otras de las pocas anuales que encontramos comenzando a florecer estos días son las zinnias, concretamente las Zinnia haageana, que ya cultivé el año pasado y cuya experiencia fue positiva. Esta vez apenas han aparecido unos pocos ejemplares y no tienen el aspecto tan llamativo de los de la temporada anterior. Siempre espero a sembrarlas al mes de marzo, aunque este año haré lo posible por tener algunas puestas en otoño y ver qué tal les va en esta época. Sin tener verdaderas razones para ello, lo cierto es que nunca me he atrevido a preparar zinnias para el otoño-invierno, cuando lo más seguro es que florezcan tan pronto como alcancen el tamaño necesario. Otras tantas especies originarias de la región mexicana me han ido muy bien sembradas en esta época y simplemente siguen adelante mientras el tiempo sea bueno. Sólo los girasoles rojos mexicanos fracasan si se siembran en otoño, pues amarillean y se mueren en pleno invierno después de crecer de manera aparentemente normal.

Zinnia haageana
La Buddleja davidii está teniendo sin duda el que es su mejor año. Llegó en otoño de 2013 de manera un tanto inesperada, pues me la envió sin previo aviso una compañera de afición la cual había acordado en enviarme algunas semillas y, entre otros, los Oxalis articulata que aún tengo. La planta, que apenas medía 20 cm., creció deprisa y al año siguiente comenzó a florecer tímidamente en otoño. También en 2015 fue creciendo y floreciendo, ya a finales de verano, con floraciones poco consistentes y estacionarias. Terminó su buen ritmo de golpe cuando acabó tumbada por el viento a principios de noviembre, con alguna rama rota y la tierra reseca. Sin embargo, durante el invierno creció muy bien, ganando tamaño de manera notable y, esta vez sí, empezando su floración a mediados de la siguiente primavera, es decir, esta que acaba de terminar. Todavía sigue hoy, donde ya es lugar de referencia para abejas, avispas y alguna que otra mariposa. No es de las plantas que más insectos atrae a la terraza pero siempre se la tiene en cuenta a la hora de tomar un sorbo de néctar.

Angelonia angustifolia rosa
Está floreciendo también el primero de los Sedum, el lineare 'Variegatum'. Técnicamente es el segundo, pues los Sedum album que crecen el las grietas de las baldosas son los primeros en hacerlo todos los años. Este ejemplar también me lo regaló un compañero con el que intercambié bulbos, concretamente los de Allium triquetrum, en verano de 2014. La planta ha ido ganando tamaño y compactándose durante todo este tiempo y por primera vez produce esas pequeñas y poco llamativas flores amarillas. que me temo serán las únicas, pues van pasando los días y no parece que estén formándose nuevas. Habrá que ir viéndolo, de todos modos.

Meteorológicamente, junio ha cerrado siendo el único mes del año con 0 litros acumulados, a pesar de haber existido un par de oportunidades que acabaron en cielos nublados y alguna gota caída inapreciable. Es, dentro de esta temporada con un claro déficit de lluvias, el único mes de la primavera en que no ha habido precipitaciones. No he sido capaz de encontrar ningún otro mes con ausencia total de lluvias en Cullera, al menos desde 2008, aunque en Sueca sí tuvimos un mes de agosto así en 2011. El verano se prevé seco, con lo que habrá que mantenerse a la espera de la llegada de las precipitaciones otoñales para recuperar un poco de reserva hídrica. Recordemos que en todo lo que llevamos de año no hemos llegado a recoger todavía ni 80 mm., es decir, no llegamos ni a la mitad de lo que suele acumularse en un año de precipitaciones escasas. Ojalá el otoño, aunque todavía haya que esperar, solucione un poco esta precaria situación.

martes, 28 de junio de 2016

Las abejas en junio

Anthidium florentinum
Junio ha sido, desde luego, un buen mes para ciertas especies de abejas que han mantenido un ritmo de visitas intenso en la terraza, atraidas sin duda por algunas especies de alto valor para estos polinizadores. Además de algunas especies ya conocidas, se han presentado otras que no había observado hasta ahora, dando de nuevo una idea de lo abundante que resulta la biodiversidad en Cullera, donde ya de por sí existe una gran variedad de especies de plantas apreciadas por los insectos a lo largo de todo el año, especialmente compuestas, leguminosas, lamiáceas y umbelíferas. Con el monte tan cerca de casa -apenas 350 metros en línea recta- es de suponer que muchas de las especies que atraviesan el casco urbano desde allí hacia las huertas acaban siendo atraídas por el oasis de flores que conforma el conjunto de plantas de la terraza.

Stelis sp.
Aunque las abejas melíferas prácticamente han dejado de presentarse en la terraza, hay especies que se han vuelto protagonistas indiscutibles. La robusta Anthidium florentinum, cuyas visitas en temporadas anteriores eran ocasionales, aparece a diario desde finales de mayo y siempre se lleva una buena cantidad de alimento. Este año hay tantas que se pueden apreciar sin dificultad las diferencias entre machos y hembras: ellos llegan a ser casi el doble de grandes que ellas, y están siempre al acecho de éstas para conseguir alcanzar a alguna y aparearse. Al tratarse de una abeja de este tamaño, con una lengua larga, aprovechan desde las flores con polen a la vista que pueden pegar a su cuerpo, como las compuestas y umbelíferas, hasta las tubulares cuyo néctar pueden alcanzar con la lengua, como las escabiosas y la Buddleja.

Lasioglossum sp.
Sin salirnos de su familia, Megachilidae, seguimos observando a dos miembros del mismo género, Megachile, cuya identidad exacta es complicada de determinar pero cuyo patrón corporal permite diferenciar a las dos especiesque vienen, una con bandas beige y ojos verdes y la otra con bandas grises y ojos negros. La primera es además un poco más pequeña, y se ha dejado ver en menos ocasiones estos días, casi siempre entre los crisantemos amarillos. En la foto se observa a un macho, de abdomen reducido y largas antenas. A la otra especie, en cambio, se la ha visto con más asiduidad incluso recortando los pétalos de un Pelargonium, que utilizará como material para construir los tabiques que separan las celdas de sus nidos. Así, la terraza se convierte para ellas ya no sólo en un punto de alimentación, sino en un lugar donde recoger material de construcción y, probablemente, hasta puede que estén anidando cerca a juzgar por la frecuencia de sus visitas.

Halictus scabiosae
La siguiente especie de la familia que he ido observando es una novedad para este mes de junio, durante el cual ha sido muy frecuente y con un horario bien marcado. Se trata de Stelis, una especie cleptoparásita que sólo utilizará las flores para su alimentación individual, pues deposita sus huevos en nidos de otras abejas solitarias para alimentarse del polen y néctar que éstas tan minuciosamente han recogido, mezclado y almacenado. Sería algo así como la versión abejuna de los cucos. No obstante, su presencia ha sido tan destacada que seguro que como polinizadores sí realizan una misión importante. Aparecen puntualmente a mediodía, cuando más calienta el sol, y pasan largos ratos en los crisantemos, las camomilas amarillas y ocasionalmente las cosmos, sin detenerse en ninguna otra flor a pesar de la cercanía. Son de un tamaño inferior al de una abeja de la miel, compactas y mayoritariamente negras con bandas más claras en el reborde de las secciones de su abdomen. La especie exacta sería complicada de determinar debido al parecido que existe entre los diversos miembros de este género. No son demasiado asustadizas y si algo me ha dificultado la toma de fotos y vídeos ha sido que su llegada a la terraza suele coincidir con el levantamiento de las brisas marítimas, que a la mínima sacudida complican bastante el enfoque a tan pequeñas criaturas.

Stelis sp.
La variedad de abejas ha quedado limitada a dos familias. Si las especies anteriores pertenecían a Megachilidae, las siguientes se engloban ambas en Halictidae. Una vieja conocida en la terraza es la caraterística Halictus scabiosae, de bandas negras y ocráceas y un cuerpo menor y más alargado que el de una abeja común. Como ellas, sí cuenta con escopas en las patas traseras que permiten -sólo en el caso de las hembras- pegar el polen que va recogiendo. De aparición esporádica en la terraza, este mes sólo la he observado una vez, tratándose de un ejemplar muy tranquilo que iba recorriendo minuciosamente las flores de una Cosmos bipinnatus que sembré en primavera en una maceta grande y que ha resultado ser un gran punto de atracción para algunas abejas. Estaba tan enfrascada en su misión que incluso pasaba de un capítulo a otro andando sobre ellos, sin tener que volar. Por suerte para ella no fue atacada por una de las arañas cangrejo que se esconden en esta y en otras plantas en flor durante estos días.

Megachile sp.
A la misma familia pertenece la última especie de la entrada, Lasioglossum. Estas pequeñas abejas son como versiones en miniatura de las Halictus y lo que más me ha llamado la atención de ellas es la gran atención que prestan a todas aquellas flores que se ajusten a su tamaño. Las he visto, además de en las compuestas amarillas, en las diminutas flores del coleo, de la Saxifraga stolonifera, de la menta poleo o de las Cardiospermum, entre otras. Es bastante probable que esta especie haya estado visitándome todos estos años y no haya reparado en ello hasta ahora, pues puede pasar bastante desapercibida por su tamaño y ser confundida con alguna mosquita de las que suelen pasarse por la terraza a menudo. Nada más lejos, si se observa de cerca se aprecia perfectamente que es una abeja. Incluso las hembras, como otros miembros de la familia, pegan polen a sus patas, lo cual llama la atención al ver la mancha amarilla en los laterales, dejando clara su identidad. Ésta, eso sí, tampoco puede ser determinada con exactitud, si bien vengo observando que todos los ejemplares poseen bandas grises y negras en su abdomen. En las Halictus, las bandas de color están formadas por mechones de pelo, no siendo así en las Lasioglossum.

Lasioglossum sp.
Por lo general, las abejas solitarias suelen tener periodos de vuelo concretos, con lo que no resulta del todo raro que algunas especies desaparezcan de golpe. En estos últimos días del mes, sin ir más lejos, se ha reducido drásticamente la presencia de las Stelis. Hay especies que terminan su trabajo en plena primavera y otras que si bien no tienen un periodo de presencia tan limitado, a veces dejan de venir sin más, quizá debido a la distancia que se encuentran de sus nidos. Este es el caso particular de la Xylocopa violacea, que no he vuelto a ver desde su única visita a mediados del mes pasado, o las Osmia, abundante en primavera durante el año pasado y que esta temporada dejó de aparecer tras unas cuantas visitas a finales de invierno. En cuanto a abejas sociales, se podría decir lo mismo de los abejorros, cuya presencia en la terraza es muy esporádica y la última observación data del pasado mes de febrero. Quizá no he dado todavía con las plantas ideales para que aumenten sus visitas o al menos prolonguen las pocas que realizan.

Stelis sp.
A diferencia de otras temporadas, la presente va bastante bien en cuanto a presencia de polinizadores. A pesar de ser el verano la mejor época para la mayoría de los insectos, amantes del calor por encima de todo, la disminución rápida de floraciones en la terraza durante el mes de junio hacía que éstos dejaran de tener interés en venir, lógico por otra parte pues no se van a detener si no encuentran alimento. Aunque es evidente que cuando llegue julio las plantas en flor se reducirán al mínimo y no todas serán interesantes para los insectos, lo cierto es que este año las cosas han ido mejor y todavía hay multitud de especies en auge, algunas desde hace bastante poco, que quizá consigan seguir haciendo de la terraza un punto interesante para las abejas durante este recién estrenado verano.

1. Corrección: al parecer, simplemente se trata de machos (los de color beige) y hembras (los de color gris). Al escribir esta entrada ignoraba que el dimorfismo en esta especie, además de las antenas más largas y la ausencia de escopas abdominales en los machos, incluía una coloración diferente. Tiempo después observé a ejemplares de los dos tipos interactuando.

lunes, 27 de junio de 2016

Trachelium caeruleum, un cúmulo de flores

Trachelium caeruleum 'Lake Michigan Purple'
Las campanuláceas han tenido una presencia dispar en la terraza. Teniendo en cuenta que comprenden dos grandes ramas, las campanuloideas y las lobelioideas, las segundas se llevarían la palma, pues he tenido éxito con las cuatro especies que he cultivado (Lobelia erinus, cardinalis y siphilitica, e Isotoma axillaris). Entre las campanuloideas, destacan, evidentemente, las Campanula, este año representadas primero por Campanula medium y posteriormente por la especie de la entrada. Anteriormente tuve Campanula glomerata y Platycodon grandiflorus, que acabaron, tristemente, engrosando la lista de plantas perennes que terminan muriendo en la misma temporada en que son adquiridas. Probé con algunas especies más desde semilla que nunca germinaron, por motivos desconocidos.

Inflorescencia muy cargada
La protagonista de la entrada se llama Trachelium caeruleum y, concretamente, pertenece al cultivar 'Lake Michigan Purple'. La forma original tiene hojas verdes y flores de color lavanda, mientras que este cultivar posee flores de intenso color púrpura y hojas verde oscuro, ocasionalmente teñidas también de matices purpúreos. Se trata de una especie perenne, aunque la veo ya bastante deteriorada para la época y estado en que se encuentra, pero habrá que esperar y observar. Autóctona en la Península Ibérica, se la llama en castellano "flor de la viuda" o "alfileres". El segundo nombre resulta evidente cuando uno observa las flores, con larguísimos estilos sobresalientes. Ciertamente, su aspecto queda algo alejado del de sus parientes las campánulas, cuyas flores suelen ser a grandes rasgos muy similares entre sí, con tamaños, proporciones o disposiciones distintas.

Las plantas de esta especie las sembré en otoño. Las semillas son diminutas, de un tono pardo brillante similar a las del lino, aunque de tamaño inferior a las de las amapolas. El crecimiento va a fases, quedando bastante pequeñas durante unos meses y creciendo a mejor ritmo durante la primavera. Son, hay que destacarlo, muy resistentes al sol y la falta de agua. La floración tardó bastante en darse y ha sido de esas plantas que observo con detenimiento a cada visita, pues se ha hecho eterna la espera desde que aparecieron los primeros indicios de inflorescencias hasta que finalmente se empezaron a abrir flores, aunque visto con más calma el proceso apenas ha durado un mes. Las cargadísimas inflorescencias se componen de pequeñas florecillas tubulares con cinco lóbulos puntiagudos en forma de estrella y los mencionados estilos que sobresalen visiblemente.

Apoyada sobre la barandilla
Quizá lo que más me ha descolocado ha sido el porte. En principio esperaba que se mantuviesen verticales, pero a medida que ganaban tamaño se iban tumbando. Llegada la floración, que evidentemente pesa bastante, ni siquiera las flores son capaces de colocarse en paralelo al sustrato, quedando apoyadas por un lado en el que evidentemente, las flores aplastadas se desarrollan peor. Sólo las que han conseguido quedar colgantes por la barandilla de la terraza se han desarrollado de manera más uniforme. Parece tratarse de una planta propia de grietas y paredes verticales, la cual se va apoyando a medida que crece. Esa es otra, pues esperaba un tamaño mayor y apenas han superado los 25 cm., cosa que por otro lado no me desagrada. Seguramente, para el año que viene haya que ingeniárselas para construir una estructura vertical que le venga mejor. Lo que está claro es que su espectacular aspecto merece ser perpetuado durante varias temporadas.

domingo, 26 de junio de 2016

Verdolagas de colorines

Portulaca grandiflora, en rojo
Conociendo a las verdolagas silvestres, tan frecuentes en nuestra región y que, de hecho, son una de tantas especies adventicias que arranco en multitud de ocasiones de las macetas, resulta increíble que tengan unas parientes con un aspecto tan destacado. Las flores de la verdolaga (Portulaca oleracea) son amarillas, poco vistosas y desordenadas, creciendo en las axilas de sus hojas y siendo más pequeñas que éstas. En general, es una planta más apreciada por sus propiedades alimenticias que por otra cosa, y resulta bastante popular en algunas zonas como añadido para las ensaladas, aunque debo decir que en alguna ocasión se me ha ocurrido probarla y su sabor no es nada del otro mundo. Tendrá quizá más propiedades nutricionales que la lechuga, pero sabe más a hierba que ésta.

P. grandiflora, amarilla
Existen dos Portulaca ornamentales que cuentan con multitud de variedades cada una. La primera de la que hablaremos es Portulaca umbraticola. Esta especie se suele encontrar con frecuencia en las tiendas de plantas, siendo bastante popular y fácil de cuidar. Es perenne y, contrariamente a lo que sugiere su nombre, se desarrolla muy bien a pleno sol, si bien la suelo ver en muchas ventanas en casas donde florece con igual profusión. Existe una confusión bastante grande con su nombre, pues en muchos casos se la llama erróneamente Portulaca oleracea, dando a entender que es una forma ornamental de ésta. Incluso se la confunde con un híbrido de ésta y nuestra siguiente especie, Portulaca grandiflora. Nada más lejos, Portulaca umbraticola constituye una especie por sí misma, originaria de una zona comprendida desde el sur de los Estados Unidos hasta Sudamérica.

P. grandiflora, rosa
Dada su facilidad a la hora de encontrarla, adquirí una maceta a finales del verano pasado. Digo maceta puesto que desconozco si en ella venía más de una planta, a juzgar por lo que me he ido encontrando durante esta temporada. En las entradas anteriores del blog donde aparecían fotos de la especie durante el otoño pasado se veían flores de color rosa, amarillentas y anaranjadas. Nunca me quedó del todo claro qué cambios sufrían las flores, pues había algunas que de rosa pasaban a naranja, de naranja a amarillo y a saber qué más. Es probable que fuesen plantas diferentes, pues las actuales, después de un par de meses de observación, siempre producen flores de color bermellón. Si acaso, la única diferencia es que son más claras cuando se abren que cuando se cierran, pero desde luego se mantienen más uniformes que aquellas de otoño. Expuesta al sol, la planta se ha vuelto más compacta y frondosa, con hojas más pequeñas. Las flores duran unas pocas horas, como es habitual, siendo más llamativas a mediodía, y prácticamente las produce a diario. Nunca he encontrado semillas y tampoco parece llamar demasiado la atención de los polinizadores.

Portulaca umbraticola
La Portulaca grandiflora no se queda atrás. Esta especie es anual y muy fácil de obtener de semilla. En mi caso tuve que esperar, pues a lo visto el primer paquete de semillas que compré, en 2015, estaba pasado. Nunca germinó ninguna y tuve que esperar a que volviesen a traer las mismas semillas (de LIDL) al año siguiente, es decir, el actual. Con esta descompensación, las sembré en marzo a ver qué tal les iba y el resultado fue muy convincente, pues han tardado poco menos de tres meses en comenzar a florecer. En el paquete de semillas se indicaba que eran simples aunque las de la foto parecían semidobles: por suerte, salieron como se indicaba que debían ser. Y menos mal, pues esta es de esas especies en las que las formas dobles anulan, en mi opinión, la espectacular belleza de las variedades de flores simples.

P. grandiflora, anaranjada
La grandiflora se diferencia de la umbraticola en muchos aspectos. El principal, las hojas, lineares y puntiagudas, también carnosas, en lugar de ovales. Las flores, igualmente coloristas, son algo mayores y con pétalos más anchos. Su aspecto recuerda al de las rosas y las jaras, con sus cinco pétalos bien diferenciados y multitud de estambres dorados en el interior. He esperado unas semanas para ver qué colores aparecían y en principio cuento cuatro: rosado, rojizo, amarillo y anaranjado. En ocasiones da la impresión de que hay más tonos, pero en realidad se trata de la decoloración de las mismas flores a lo largo de una jornada. Jornadas que son muy cortas, más que en la umbraticola, pues las flores se abren con los primeros rayos del sol que inciden sobre ellas y se cierran poco después de la llegada del mediodía.

Dos rosadas
Parece ser que no tienen dificultad alguna en producir semillas. y seguramente sin ayuda externa de los polinizadores, a los cuales ni siquiera les he visto acercarse a las flores. Dichas simientes son redondas, pequeñas y de un brillante color plomizo. Una vez cerrada la flor, al cabo de unos días queda una cápsula redondeada con un pico que sobresale hacia arriba. Esta cápsula se abre perfectamente por su mitad, como si quitásemos una tapa, dejando expuestas las semillas apelotonadas en una semiesfera y que, casi seguro, ya se habrán caído a decenas. Tenía intención de sembrar otra vez este otoño para averiguar cuánto tardan en florecer en esta estación de luz decreciente, pero casi seguro que no hará falta con todas las semillas que habrá tanto en la maceta donde actualmente se encuentran las plantas como en las del entorno cercano, que aprovecharán las primeras lluvias de otoño para empezar a crecer.

Color anranjado ya difuminado
Portulaca grandiflora es, por tanto, una de esas anuales de porte bajo, resistentes al sol y montones de colores brillantes, que podría ser compañera de otro par de especies que cultivo de estas características: las capuchinas y las margaritas de Livingstone. Realizando una siembra otoñal, las primeras empiezan a florecer en plena llegada del invierno y las segundas, al final de dicha estación. No sé si puede ser buena idea mezclarlas a todas en una misma maceta ya que cada una tiene su porte, y casi seguro que ambas serían capaces de tapar a las Portulaca si les sacan ventaja, pues tienen hojas mucho mayores. Quizá sea mejor dejar a las grandiflora en pequeñas macetas, donde seguro que cuentan con la ventaja de poder aprovechar el espacio, para rellenar rincones que quedan sin flores. Actualmente están en una maceta no muy grande y el número de plantas ni siquiera lo tuve en cuenta, aunque seguramente sean más de ocho. No tienen ningún problema con el sol directo y funcionan perfectamente con un riego moderado. Es, por tanto, una de esas especies tan fáciles que siempre vale la pena considerarla para el futuro.

sábado, 25 de junio de 2016

Escabiosas

Scabiosa atropurpurea
Las mezclas de semillas que suelen venderse en algunas tiendas durante la primavera son, como he dicho muchas veces, una manera excelente de probar multitud de especies sin tener que gastar grandes cantidades de dinero en cada una de las variedades de manera individual. Suelen ser una buena fuente para obtener algunas de las especies más populares entre las anuales ornamentales y decidir si nos gustan, conocer su comportamiento y, especialmente, obtener más y más semillas recolectando las que nos dan. Una de tantas especies que he cultivado gracias a esta práctica es la escabiosa. Scabiosa atropurpurea, en su forma ornamental con múltiples colores.

Como ya señalaba en la anterior entrada en la que hablé de ellas, conozco bien a la Scabiosa atropurpurea silvestre. Es una planta que crece frecuentemente en márgenes de caminos, en prados calizos y secos, allá donde haya grava, etcétera. Florecen mayoritariamente entre la segunda mitad de la primavera y principios de verano, aunque no resulta raro encontrar flores en otras épocas. En Cullera es relativamente abundante y hasta tiene una pariente similar, Cephalaria leucantha, que crece exclusivamente en los matorrales del monte, con flores blancas que aparecen en pleno verano.

En color rojo
La forma silvestre de la escabiosa es bastante alta, sobrepasando el metro en ocasiones, y las cabezuelas de flores se asientan sobre pedúnculos muy largos. Este aspecto me resultaba un tanto incompatible con el modo de cultivo que llevo a cabo en la terraza, con macetas y contenedores, dado que quizá resultaría algo desgarbada y complicada de ubicar. Nada más lejos, las escabiosas ornamentales tienen un porte que, sin dejar de ser altas, es mucho más compacto. Son más cercanas en morfología a una Centaurea cyanus, con rosetas de hojas más anchas aunque no tan largas como las de éstas, y un crecimiento vertical y ordenado. No he encontrado que ocupen mucho espacio a lo ancho, ni en su base ni en todo su desarrollo en altura, siendo por tanto ideales para combinar con otras herbáceas de porte alto.

Rosada
En el contenedor sólo planté tres, teniendo en cuenta que quizá eran demasiado grandes y desentonarían un poco. Como sucede a veces, tuve la suerte de que cada una saliese de un color: burdeos, rojo y rosado, siendo esta última más parecida a la forma silvestre. La de color burdeos ha dejado de florecer pero parece que reemprenderá la tarea pronto; la siguiente fue la de color rojo, y la última, la rosada. El hecho de ser una variedad seleccionada no las convierte en menos atractivas para la fauna, y abejas como la Anthidium florentinum, frecuente estos días en la terraza, se deleitan con sus flores en cada visita. Quizá me descuadran un poco por su época de floración, pues comenzaron a finales de mayo y ahora, todavía en perfecto estado, ya comienzan a quedarse solas a medida que el resto de plantas se van secando. No obstante, en el contenedor tienen un espacio ideal y de seguir cultivándola, habiendo demostrado que crecen bien en compañía de otra anuales, volvería a ponerlas allí. Seguro que con los cambios que iré planeando para la próxima temporada alguna vecina tendrán que les acompañe durante la floración.

sábado, 18 de junio de 2016

Exprimiendo la primavera

Mentha pulegium
La primavera llegará a su fin en breve. Como es habitual para estos días, las temperaturas comienzan a escalar, pero lamentablemente las lluvias que suelen tener presencia, aunque breve, durante estos días centrales o finales del mes de junio siguen sin querer aparecer a pesar de los distintos episodios de paso de nubes que sí han dejado caer alguna gota, pero en el sentido más estricto de la palabra: unas pocas gotas que quedan marcadas en el suelo y nada más. Tristemente, con el calor veraniego recién estrenado ya tenemos que lamentar tres incendios, dos de ellos de considerables dimensiones, en la provincia de Valencia: uno en Bolbaite, otro en Carcaixent y otro en Terrateig. El de Carcaixent, el que me queda más cerca, formó una enorme columna de humo que pude recoger en vídeo los días 16 y 17. Hoy parece ser que han quedado bajo control aunque las pérdidas son enormes. Una situación de impotencia que recuerda a los terribles incendios de Cortes de Pallás y Andilla ocurridos también un mes de junio, el de 2012.

El tiempo moderado sigue permitiendo una buena cantidad de floraciones en la terraza, algunas de especies que han esperado hasta entrado este mes para abrir sus primeras flores. A pesar de la ausencia de lluvias, humedad no falta debido al continuo régimen de brisas marítimas que se presentan todos los días a desde primeras horas de la tarde, sin que de momento hayamos vivido algún episodio de vientos que soplen desde el interior de la península o del continente africano, los que suelen arrastrar la humedad ambiental y provocar aumentos notables de temperatura. Con todo, ha sido una semana muy cálida con una máxima de 31ºC alcanzados el miércoles 15, la más alta de lo que va de año, y varios días más por encima de los 27ºC, con mínimas que ya empiezan a superar los 20ºC.

Cota tinctoria
Las Cota tinctoria se encuentran al máximo de su floración. Sus vecinas las Glebionis segetum comienzan ya a formar las primeras semillas, pero aún así todavía cuentan con gran cantidad de flores que son algo más atractivas para los polinizadores, abejas y alguna avispa, que sus parientes. Quizá cuando las Cota sean las únicas margaritas amarillas presentes, los insectos den continuidad a sus visitas aprovechando que conocen la ruta y que su polen también les resulta atractivo. No obstante, después de un primer intento fallido temporadas atrás, no podría estar más contento con el buen resultado de estas asteráceas amarillas. Para próximas ocasiones estudiaré combinarlas con otras especies de distintos colores y familias que florezcan a la vez, a fin de crear un conjunto más llamativo.

Commelina tuberosa
El vistoso color celeste de las Commelina tuberosa ha tenido una historia complicada en la terraza, y es por ello un espectáculo digno de ver. Es la tercera vez que adquiero tubérculos de esta planta y este año de momento parece ser el que mejor está funcionando. La primera vez la planta floreció, pero los tubérculos se pudrieron después de haberlos sacado de la tierra tras su etapa vegetativa para comprobar su estado: la maceta, que dejé en el suelo, se volvió a empapar con el agua de lluvia y pasó días en este estado. Al año siguiente repetí y en esta ocasión ni siquiera brotaron las plantas. Actualmente combiné los tubérculos con unas Liatris spicata llenando bastante una maceta, lo que permite que las plantas respondan bastante bien a los riegos sin que la maceta permanezca muy húmeda entre riegos. Las Liatris todavía no han florecido, pero las Commelina llevan ya unos días haciéndolo. Por si fuera poco, la floración en sí es bastante prolongada, con una misma planta emitiendo flores durante semanas, pero las flores duran apenas unas horas, desde que ven aparecer el sol en la terraza hasta aproximadamente unas dos o tres horas después. Sus parientes las Commelina benghalensis, en cambio, conservan las flores hasta primeras horas de la tarde.

Symphyotrichum novi-belgii
Un Symphyotrichum novi-belgii se apunta a esta recta final de la primavera. Normalmente estos ásters se caracterizan por florecer a principios de otoño, como lo hace el otro ejemplar que tengo. Sin embargo, existen tantísimas variedades -cientos- algunas de ellas híbridas, que no es de extrañar que el periodo de floración sea variable. A menudo solía ver a la venta algunas de estas margaritas en flor entre mayo y julio, con lo que se sugiere que algunas variedades no esperan a que termine el verano. Sin embargo, este ejemplar fue adquirido en flor en septiembre del año pasado. Apenas unos días después de dejarlo en la terraza, aún con la pequeña maceta original, un día de viento seco de poniente resecó su sustrato y se llevó por delante toda la parte aérea de la planta. Apenas unos días después, cuando ya estaba decidido a vaciar la maceta y tirar los restos de planta, observé que en la base de los tallos había crecimiento nuevo. La planta se recuperó poco a poco y actualmente no hay más que ver su buen estado. Este invierno, sin embargo, a ambos ejemplares les proporcionaré sustrato nuevo para buscar una mejoría -el más veterano jamás ha vuelto a florecer como en su primer año- y en el caso de este más reciente, ampliaré su maceta.

Amberboa moschata
Por tercera temporada consecutiva consigo ver florecer, a pequeña escala nuevamente, a las Amberboa moschata. Todavía sigo utilizando las mismas semillas adquiridas en 2013 y dudo que puedan durar mucho más. En esta ocasión se ha hecho patente que eran una mezcla de colores y ambos ejemplares son blancos, en lugar de rosados como en los dos años anteriores. Creo que he malinterpretado el funcionamiento de esta planta y es, en realidad, una de esas anuales que necesitan algo más de tiempo para desarrollarse y florecer, como las Monarda citriodora o las Glebionis segetum. El primer año florecieron temprano en primavera y dí por hecho que eran anuales rápidas como, por ejemplo, las Centaurea cyanus. Claro, que también aquel mismo otoño de siembra, en apenas dos meses había caléndulas, espuelas y nomeolvides chinas floreciendo, anuales que habitualmente -excepto la caléndula- no florecen hasta al menos finales de invierno. Por tanto, parece buena idea mantener aparte a estas Amberboa a fin de que logren un desarrollo pleno para una floración tardía. Ni que decir tiene que en los dos últimos intentos de colocarlas junto a otras plantas fracasaron cuando aquéllas las sobrepasaron.

Mentha pulegium
Cerca del verano florece también la Mentha pulegium. La menta poleo es una de tantas mentas fáciles de encontrar en los viveros y por ello, dada su condición de planta atractiva para insectos -como prácticamente todas las lamiáceas no tropicales- me pareció buena idea añadirla a la colección. Un dato curioso es que perdió su aspecto "de vivero", esto es, con muchas hojas verdes y anchas, tan pronto como la pilló una subida repentina de temperaturas que le secó la tierra más de la cuenta. Sin que ello le supusiera ningún problema, la planta continuó creciendo con hojas de un tono más grisáceo, pequeñas y con los bordes curvados, con los tallos tendidos en lugar de derechos. No le ha ido nada mal, pues la floración está siendo bastante abundante. Dados sus requisitos, e imitando la ubicación que suele preferir en estado natural -riberas y claros de bosque, con buen grado de humedad- la mantengo a semisombra. Por el momento he visto alguna abeja Megachile acercándose a probarla.

Leucanthemum x superbum
No es la primera vez que florece un margaritón Leucanthemum x superbum en la terraza. Sin embargo, la primera planta que tuve de esta variedad, adquirida en febrero de 2015 y con una buena floración durante aquella primavera, no llegó a sobrevivir al final del verano pasado. En esta ocasión, los diversos ejemplares que tengo los obtuve de semilla: en una de tantas mezclas que tengo venían por montones, tanto de este híbrido como de la especie L. vulgare, la cual todavía queda como asignatura pendiente, pues siempre que he intentado cultivarlas tienen un crecimiento lentísimo y no llegan siquiera a alcanzar un tamaño apreciable aunque, sorprendentemente, a veces siguen ahí cuando ya se han secado el resto de anuales. En esta ocasión, los margaritones híbridos tienen un aspecto más grácil, no habiendo crecido mucho más allá de la talla que ya habían adquirido para la primavera. Los capítulos, eso sí, son de gran diámetro igualmente. Están floreciendo bastante más tarde que otras compuestas similares que han pasado este año por la terraza. Todavía acaban de comenzar, con lo que casi con seguridad pasarán a ser unas de las protagonistas del inminente verano.

Lobelia erinus
Tras no haber conseguido obtener ninguna el año pasado, y no fue por falta de intentos, la pequeña Lobelia erinus 'Crystal Palace' vuelve a la terraza. Aparecieron algunos ejemplares en una maceta donde esparcí vermiculita usada como cobertura superficial, de la cual seguramente germinaron semillas dadas por perdidas de esta especie. Algunas las pasé al contenedor, donde consiguieron crecer pero llegaron demasiado tarde al momento de floración dada su baja talla -aunque la planta puede adaptarse y sobresalir a unos 20 cm. Sin embargo, este ejemplar a semisombra ha comenzado a florecer en este tramo final de la primavera y parece no tener fin. Decenas de sus pequeñas flores azuladas, que nunca, jamás consigo hacerles una foto en la que aparezcan con su color verdadero sino de un tono lila muy claro -cosas de la profundidad de color de los sensores- apuntan desde su posición hacia el lado este de la terraza. Siendo una de las primeras anuales que cultivé, hace ya cuatro años, es una de esas especies que nunca me canso de ver y siempre quiero más. Faltaría, eso sí, encontrarles alguna vez unas compañeras de la misma talla que sean capaces de constituir con ellas un conjunto de ricos colores.

Oxalis debilis var. corymbosa blanco
No parece estar siendo un año muy exitoso para los Oxalis. Esta primavera, aparte de los infalibles articulata, los típicos vaivenes de los triangularis y los anuales corniculata, ninguno más se ha decidido a florecer. Ni siquiera los debilis var. corymbosa de color rosado, que se los supone de los más sencillos. En cambio, sus compañeros de flores blancas están abriendo algunas estos días, aunque tampoco parecen ir encarados a tener una abundante floración. Es de suponer que pronto florecerán también los depressa, que se encuentran ya con hojas. No obstante, la buena noticia es que todas las especies han estado creciendo prácticamente a la vez, con lo que de momento la colección de plantas de este género parece gozar de buena salud. No estaría mal, eso sí, empezar a pensar en añadir algo de sustrato nuevo a varios de ellos, aprovechando para revisar macetas, a fin de que en la próxima temporada consigan acumular más nutrientes y repetir éxitos.

martes, 14 de junio de 2016

Al final de la primavera



A falta de una semana para el inicio del verano, la primavera de este 2016 ha sido capaz de exprimir su esencia hasta el último momento, presentándose todavía en esta primera mitad de junio llena de vida y color. Flores que comenzaron a aparecer hace muy poco y especies de abejas que no habían visitado la terraza hasta ahora se encargan de protagonizar el día a día, disfrutando todavía de un tiempo cálido pero soportable, si bien las nubes no han dejado caer ni una gota en lo que llevamos de mes. Pasemos, como siempre, a la relación de escenas que observamos en el vídeo.

Las Linaria vulgaris continúan lanzando al aire sus espigas cargadas de flores sin amilanarse ante el aumento de temperaturas. Comparten rincón con varias compuestas, especialmente con los girasoles, que tras algo más de medio año por fin florecen. Están rodeados de varias especies: las también asteráceas Glebionis segetum, foco de antención para las abejas estos días como se verá en escenas posteriores; una Monarda citriodora que ha llegado en flor algo más lejos que sus compañeras; y las también amarillas Cota tinctoria, de abultado disco floral e igualmente llamativas para los insectos.

A unos pasos de allí empieza a florecer la Portulaca umbraticola, amante del sol y el calor de hojas carnosas. Volvemos a observar a los girasoles, esta vez pudiendo ver juntos a los dos primeros ejemplares en flor, de gran contraste entre ellos. Pasamos a observar ahora la efectividad de los Glebionis: primero, una pequeña Megachile hembra se afana en recoger néctar con su lengua a la vez que se mueve en círculos pegando con sus patas todo el polen que puede a los pelos de la parte inferior de su abdomen. En las siguientes escenas aparece otra abeja megaquílida, la más grande de la zona: Anthidium florentinum. Si bien se presentaba a menudo en la terraza, este año su presencia supera con creces la de cualquier temporada anterior, viniendo varias cada día en repetidas ocasiones a recoger polen de diferentes especies. En el vídeo observamos a un macho, de mayor tamaño que las hembras y que sólo viene a alimentarse, pues la tarea de recoger polen corresponde a las futuras madres. Una historia diferente tiene la siguiente abeja que observamos, Stelis: aunque pertenece a la misma familia que las dos anteriores, nunca recogen polen, pues depositan sus huevos en las cámaras de otras abejas solitarias. Son una de las especies conocidas como "abejas cuco" debido a este comportamiento.

Seguimos observando las flores y vemos el gran contraste entre el amarillo pálido de las Linaria vulgaris y el carmesí de las Cuphea 'Firefly'. Por encima de ellas, las Cota tinctoria están en su máximo desarrollo. Comparamos luego el colorido rojizo de las Cuphea con el de una Pentas lanceolata, de tono más sólido. Acto seguido, nos movemos al rincón de semisombra para observar las enormes flores del Lilium 'Conca d'Or' y, en contraste, los pequeños verticilos de la Mentha pulegium, menta poleo. Frente a ella se abren las flores acampanadas de la Campanula medium.

Volviendo a la zona de sol, observamos a una Scabiosa atropurpurea de llamativo color rojo. De ahí pasamos a las coloristas flores de otra verdolaga, la Portulaca grandiflora, de hojas más estrechas que su congénere y flores de mayor tamaño que duran unas horas. También al sol florece uno de los dos ásters de Nueva York, en una época que quizá no sea la más habitual para ellos -son otoñales- aunque no es de extrañar que existan, entre tantos cultivares, algunos que no necesiten esperar al otoño, si bien este fue adquirido en plena floración el pasado septiembre.

Florecen también en abundancia las Rudbeckia hirta, y volvemos a observar, en conjunto, las grandes flores de la azucena 'Conca d'Or'. También ahora, algo más tarde de lo habitual, comienzan a florecer las aguileñas híbridas 'McKana' y una pequeña Lobelia erinus 'Crystal Palace', de flores azuladas y hojas burdeos. Cierra el vídeo una avispa alfarera Odynerus, que se entretiene mordiendo las flores secas de la Digitalis.

domingo, 12 de junio de 2016

Lilium 'Conca d'Or', un gigante mestizo perfumado

Lilium 'Conca d'Or'
Si 2015 fue el mejor año para las azucenas con la mayor variedad vista hasta ahora, en 2016 todo aquello se ha desvanecido. Persisten muchas de las especies que florecieron la temporada anterior, pero por un motivo u otro, a estas alturas no han tenido a bien repetir el éxito del año anterior. Por si fuera poco, la primera especie que se decidió a florecer, la azucena blanca, acabó tronchada por el viento justo mientras las flores terminaban su desarrollo, con lo que la planta deberá volver a crecer para el año que viene. Al menos, las flores se abrieron y emanaron tímidamente su aroma en un jarrón en casa.

Con este panorama, no es de extrañar que la primera azucena que ha florecido esta temporada sea una variedad recién traída, plantada a finales de febrero cuando fue adquirido un paquete con seis bulbos. Se trata del cultivar híbrido 'Conca d'Or', una mezcla que une formas, colores y aromas de los híbridos orientales y las variedades de flor de trompeta. Coloquialmente, a este grupo de híbridos se les llama "Orienpet", una fusión derivada precisamente de "Oriental" y "Trumpet". No he podido dar con su línea genealógica, pero es bastante probable que lleve de por medio Lilium regale, a juzgar por su colorido y, sobre todo, delicioso perfume. En las fotos que encontramos de la especie a menudo observamos ejemplares enormes, de alrededor de dos metros de alto, pero en una maceta eso suele ser poco frecuente: los míos se han quedado en unos 70 cm.

Grupo de flores
Las flores son grandes, muy grandes. Nuevamente, el tamaño no ha sido tanto como el que se aprecia en algunas fotos, donde vemos flores del diámetro de un plato. No obstante, son las azucenas con flores más grandes que he tenido nunca, alcanzando las más grandes unos 18-20 cm. de diámetro y superando por tanto al regale y a otro híbrido oriental que había tenido con anterioridad, el 'Stargazer'. Tienen una base blanco amarillenta con el interior de un amarillo pálido aunque más marcado; quedan, como en las variedades de trompeta, ligeramente cerradas en forma de cono invertido.El aroma, a medio camino entre el que tenían precisamente las variedades mencionadas, es quizá más cercano al del regale y tan intenso que se puede oler a unos metros en el entorno próximo a la maceta.

El Lilium 'Conca d'Or' es, por tanto, otra interesante adición para la colección de azucenas, bulbosas normalmente fáciles de cultivar y mantener a pesar de los altibajos que puedan sufrir al cabo de varias temporadas. Esperemos que en próximas primaveras continúe prosperando y vuelva a inundar la terraza de color y perfume.

sábado, 11 de junio de 2016

Girasoles e ingenio

Girasol en amarillo
Los girasoles han tenido una presencia fija aunque discontinua en la terraza. Todo depende del sitio que haya podido reservarles y de si sobreviven a sus primeras semanas. Por este motivo, casi siempre, nunca he podido hacer coincidir su floración con la llegada de la primavera, para que florezcan a la vez que el resto de plantas y puedan atraer a más abejas, pues son muy eficaces para ello. Con invierno de por medio son capaces de tardar más de medio año en pasar de semilla a floración, como ha sido el caso actual, aunque en otras circunstancias pueden hacerlo en menos de la mitad de tiempo.

Las plantas que finalmente han florecido estos días provienen de una mezcla de semillas y, a juzgar por su aspecto, de semillas pequeñas, negras o pardas con motas y aspecto general de girasol al uso aunque más estilizado y con varias cabezuelas, es probable que se trate de alguna serie similar a los 'Autumn Beauty'. Costó bastante establecerlos puesto que se encontraron a tantos enemigos por el camino que hubo que resembrarlos hasta tres veces. Primero, al pasarlos al descubierto a su maceta definitiva, los gorriones los cortaron a ras. Como a los pájaros se los disuade fácilmente colocando una malla o una jaula vieja encima que impida el acceso a las plantas, utilicé este método y volví a sembrar. Pero la jaula que no rodea toda la maceta no es suficiente para dejar fuera a otro enemigo más peligroso: los caracoles. En apenas dos días, éstos se colaron en la maceta y redujeron a los girasoles hasta dejar sólo el tallo. A repetir otra vez.

Colores cobrizos y pálidos
Finalmente, y en una de esas ideas que surgen del ingenio contra desavenencias como esta, se me ocurrió comprar una cúpula semiesférica de malla metálica que suele venderse para cubrir los cuencos o bandejas con fruta a fin de impedir la entrada de moscas. Tienen el tamaño justo tanto como para cubrir toda la superficie de una maceta grande (22-30 cm. de diámetro) como la altura adecuada para que, cuando las plantas hayan crecido tanto que tocan contra la malla, ya no sean necesarias puesto que sus dos principales enemigos ya no las molestan. Tan pronto como comprobé la efectividad de este método me fui haciendo con más cúpulas para otras macetas grandes que fui utilizando sobre la march. A ser posible iré adquiriendo unas cuantas más para tener para varias macetas en próximas temporadas.

Al final, tres hermosos girasoles de algo más de un metro de alto, dos de color amarillo con el centro oscuro y uno que mezcla tonos cobrizos con un amarillo muy pálido, sobresalen por la barandilla de la terraza llamando la atención tanto de su cultivador como de las abejas que pasan estos días por allí. Pretendo sembrar de nuevo a finales de verano, a fin de adelantar un poco su floración a la temporada próxima. Al menos podrán estar tranquilos de contar con una efectiva protección ante devoradores de hojas.

jueves, 9 de junio de 2016

Campanula medium, sin prisa alguna

Campanula medium
Hay plantas que, por un motivo u otro, comienzan bien su andadura pero la acaban dejando a medias y nunca sabemos cómo termina su historia, pues acaba abruptamente. Me refiero a especies que si bien germinan sin dificultades y crecen durante un tiempo, llega un punto en el que dejan de progresar y ni ganan tamaño ni muestran indicios de querer florecer. Suelen ser plantas perennes o bienales, especialmente estas últimas, que se quedan en terreno de nadie y acaban muriendo tras un largo tiempo sin resultados. Me ha ocurrido ya varias veces, con distintas especies, y la protagonista de la entrada formaba parte de ellas hasta hoy.

Hace varios años que comencé a probar con la Campanula medium. Tenía semillas de una marca comercial que germinaban muy bien, pero las plantas no pasaban de la primera primavera. Son bienales, esto es, que necesitan por lo general un año de crecimiento y notar la bajada de temperaturas para florecer a la primavera siguiente. En algunas especies este periodo se puede acortar a una temporada si crecen lo suficiente durante el otoño, pero no es lo habitual. De hecho, con las Digitalis purpurea más recientes tuve que esperar tres primaveras para ver flores, en esta de 2016, aunque germinaran a finales de verano de 2013.

El último intento con las campánulas, bastante desastroso, lo hice precisamente aquel otoño y las plantas se veían muy bien a principios de 2014 hasta que llegó el calor y las empezó a secar hasta sucumbir del todo. Para el otoño siguiente, sembré unas semillas distintas de la misma especie y las dejé crecer a semisombra con otras plantas, algunas de las cuales llegaron a taparlas temporalmente. Sólo un ejemplar logró sobrevivir y su futuro se prometía esperanzador. Durante el invierno pasado, ya con todo el espacio para ella sola, llegó a hacerse enorme. Llegada la primavera, la frustración volvía a hacerse patente cuando la planta empezó a secarse rápidamente. Pero, sorprendentemente, al mismo tiempo que perdía las hojas comenzaba a formar una espiga de flores. Tras unas semanas, el resultado es el que se ve en la foto: una planta de enormes flores violeta que apuntan hacia todos los lados.

Me gustaría tener más, muchas más, pero es complicado acertar con ellas; aún así, su ciclo ha sido demasiado largo (ha visto pasar dos inviernos y dos primaveras para florecer) y no sé cuándo debería sembrarlas para acortar este periodo. ¿Ahora, quizá? Por lo pronto, este otoño volveré a sembrar y dejarlas a su aire en el mismo rincón, a la espera de aumentar su presencia en la terraza, Aunque, visto lo visto, quizá no vea sus flores hasta 2018.