lunes, 29 de febrero de 2016

Las otras abejas

Anthophora plumipes 
El año ha llegado, quizá un poco antes de tiempo, a esa época en la que el sol de media mañana favorece a unas ya abundantes floraciones en su llamada a los insectos polinizadores. La disponibilidad de especies atractivas que comienzan a producir néctar y polen en abundancia hace que la terraza se convierta en un punto de referencia para aquellas abejas que se aventuran a entrar en la ciudad. Un soleado mediodía en la terraza atestigua el ir y venir de un número puntual de especies que tienen ya bien claro dónde se encuentran sus flores favoritas, y saben cómo manejarlas para obtener el máximo provecho. A su vez, para mí supone un enorme beneficio ya que al final de la temporada dichas especies producirán más semillas de lo que hubieran hecho por la simple autopolinización, permitiéndome asegurar una generación más de plantas para próximas temporadas, algo importante en el caso de las especies anuales y especialmente para aquellas cuyas semillas pierden viabilidad en dos o tres años.

Osmia sp.
No hay duda que la especie más versátil y frecuente para la terraza es la abeja de la miel (Apis mellifera). Su abanico de plantas aprovechables es mayor que el de cualquier especie de insecto, ya que gracias a su tamaño mediano consiguen encontrar la manera de extraer beneficio de flores muy variadas. Son capaces de buscar polen en plantas de inflorescencias compuestas como las margaritas y umbelíferas, flores tubulares en cualquier posición -no muy largas- como las lavandas y muscaris o flores acampanadas como las dedaleras o capuchinas. El caso es que entre estas opciones pueden encontrar rivales como otras abejas, moscas, avispas o las mariposas, pero existen flores que parecen estar hechas sólo para abejas, como las borrajas o las tomateras, que tienen los nectarios colocados de tal manera que sólo insectos del tamaño y adaptación de una abeja consiguen aprovechar, además de contar con un "sistema acústico" que libera polen cuando las abejas consiguen con la vibración de su zumbido alcanzar la frecuencia necesaria para que esto ocurra. Y no hablemos ya de las orquídeas Ophrys, con varias especies presentes en el término municipal de Cullera, que adaptan sus diseños para engañar a diversas especies de abejas macho con el fin de que éstos transporten su polen de una planta a otra.

Anthophora plumipes 
Sin embargo, existen multitud de especies de himenópteros a los que podemos llamar coloquialmente abejas, o abejorros, y una inmensa mayoría de ellos tienen hábitos solitarios. Así como las abejas de la miel trabajan en conjunto para mantener una colmena y todas se reparten el trabajo de mantener a la reina y sus crías, sus hermanas, las abejas solitarias hembra suelen centrar su atención en recoger suficiente alimento para dejar reservas en los nidos que construyen, que generalmente consisten en un agujero con varias cámaras selladas cuyos compartimentos contienen un huevo que aprovechará las reservas durante su estado de larva para crecer hasta llegar a la metamorfosis en adulto.

Durante estos días he podido observar hasta tres especies de abeja además de las comunes. De una de ellas poco que decir, como breve fue su visita: un abejorro (Bombus terrestris) que encontré el pasado jueves en una flor de Oxalis pes-caprae y se fue antes de poder coger la cámara de fotos. Esta especie no resulta demasiado frecuente en la terraza y sólo la observé en repetidas ocasiones el último año en que coincidieron las floraciones abundantes de los Anthirrinum majus plantados en masa y las Digitalis purpurea, para lo que hay que remontarse a hace tres primaveras. Si bien este año es probable que las plantas de Digitalis que mantengo florezcan, lo cierto es que abandoné la plantación en conjunto de los Anthirrinum debido a que la especie se ha vuelto invasiva en la terraza y aparece de manera no deseada por todas partes, lo cual no parece ser suficiente para llamar la atención de los abejorros. Debería probar, al menos, a agrupar algunos en macetas que han quedado con grandes espacios libres, que las hay. Estos insectos son los únicos que aprovechan las flores de Anthirrinum como corresponde, siendo capaces de separar los dos lóbulos labiados de la corola y acceder a su interior.

Anthophora plumipes 
Hablemos ahora de la Anthophora plumipes. Se trata de una abeja solitaria que tiene un tamaño cercano al de una abeja común, aunque cuenta con una constitución robusta más similar a la de un abejorro. Se aprecia la diferencia entre machos y hembras: ellos son pardos, mientras que ellas son de un color más oscuro con las patas traseras cubiertas de pelo anaranjado y adaptadas para cargar polen como sucede en otras abejas. Es de las especies más tempranas en venir y la conozco sólo desde el año pasado, cuando me llamó la atención una abeja grisácea, de zumbido potente y vuelo muy nervioso que realizaba el mismo recorrido una y otra vez sin detenerse. Parecía que le atrayesen las flores pero luego no tuviese ningún interés en ellas. Sólo a finales de marzo, tras una semana de lluvias que se hizo patente con una notable llegada de insectos en busca de flores, logré ver alguna detenerse por un momento en las borrajas. A mediados de abril, a pesar de la llegada de más especies de abeja, las Anthophora acabaron desapareciendo.

Anthophora plumipes 
Este año su vuelta ha sido más temprana y casi se podría decir que más relajada. No sé qué condiciones han hecho que se fijen casi obsesivamente en apenas tres tipos de planta: las borrajas, las flores tubulares de la Cerinthe major y las pequeñas flores bilabiadas de las linarias. Al igual que el año pasado, estas abejas llegan y realizan vuelos muy nerviosos, deteniéndose del todo sólo si la flor requiere una revisión a fondo: en ocasiones ni siquiera dejan de aletear mientras liban, e incluso he observado cómo cambian la frecuencia del zumbido cuando cuelgan de las flores de las boragináceas arriba mencionadas, las cuales seguramente liberen polen con este estímulo. Por ello, este año he podido observar, fotografiar y seguir mejor a esta estupenda y trabajadora especie. Tiene una lengua larga y poderosa, prácticamente tan larga como su cabeza, con lo que confío en que ayuden a polinizar a las Cerinthe que, durante la pasada temporada y sin saber el motivo, no dieron semillas. Dado que sólo me quedan semillas de hace unos años, sería importante conseguir renovarlas este año, y quizá estas abejas sean la clave.

Anthophora plumipes 
Otra especie que también empieza a dejarse ver estos días es Osmia. Su frecuencia en la terraza es bastante extensa, siendo muy regular durante la primavera y de las pocas que todavía se dejan ver durante la parte más cálida del verano. Sin embargo, su presencia no abarca el año completo y no suele verse entre más o menos la mitad del otoño y ahora, a finales de invierno1. Tiene un tamaño ligeramente inferior al de una abeja común, pero su clasificación y costumbres son muy distintas. Pertenece a la familia Megachilidae, las abejas cortadoras de hojas. Lejos de equipararse a las conocidas hormigas cortahojas americanas, lo que hacen estas abejas es utilizar las hojas y otros materiales sólo como material de construcción, con lo que los daños a las plantas son inapreciables, mínimos. Las Osmia, en concreto, suelen utilizar porciones de barro para este fin. Destacan en esta familia las cabezas voluminosas con robustas mandíbulas. A la hora de recoger néctar son menos meticulosas que sus parientes y suelen detenerse en plantas con superficies planas donde rebañarse en polen para adherirlo a los pelos de todo su cuerpo, algo que realizan con facilidad en las compuestas de capítulos grandes en forma de margarita como las caléndulas y las cosmos que están en flor ahora mismo.

Hay más abejas que visitan la terraza, pero suelen hacerlo más cerca de la primavera. Megaquílidos como la mencionada Osmia y especies similares -que aún no he identificado- así como las robustas Anthidium y Rhodanthidium, se dejan ver a menudo; otros ápidos como los abejorros y la enorme Xylocopa, la cual a pesar de su tamaño tantea multitud de flores como lo haría una abeja de menor talla; y halíctidos como Halictus scabiosae, que recogen polen bañándose en él de la misma manera que la mencionada Osmia. Insectos todos ellos importantes para que el ciclo reproductivo de las plantas se mantenga en funcionamiento y a los cuales es un placer poder servir de ayuda, ofreciéndoles alimento variado en medio de la ciudad, aunque sólo represente un pequeño porcentaje de lo que pueden encontrar en el todavía rico estrato vegetal del ecosistema mediterráneo de Cullera.

1. Corrección: En posteriores revisiones se comprobó que las especies que continúan viéndose durante el verano son Megachile y no Osmia; éstas se han observado en diversas temporadas entre febrero y mayo.

domingo, 28 de febrero de 2016

Bulbos desorientados

Narciso trompeta
Con este otoño-invierno en el que apenas hemos sentido los rigores de la estación en unas pocas ocasiones aisladas, el metabolismo de unas plantas que necesitan pasar por un periodo de descanso y otro de crecimiento por fases se puede haber visto afectado de manera impredecible. Las bulbosas cuya floración abarca desde el final del invierno hasta mediados de primavera deben ser plantadas, o al menos dejadas a su aire, durante el final del verano, otoño o, en casos en que se pueda permitir, poco antes de que llegue el invierno, aunque esto último debería ser sólo excepcional. Sin embargo, y como dice el refrán, "consejos vendo pues para mí no tengo", puesto que siempre acabo plantando los últimos bulbos en pleno invierno al quedar la terraza desorganizada por toda la plantación de bulbosas y semilleros que voy realizando durante el otoño. No obstante, la mayoría de veces esto lo hago con bulbos nuevos, de calibre máximo, por lo que acaban creciendo y floreciendo como si llevasen meses plantados, pero no dejo de decirme a mí mismo que será la última vez que lo haga así, tan a última hora.

Crocus tommasinianus
Independientemente de lo pronto o tarde que se plantasen los bulbos, la temporada 2015-2016 está siendo dispar en floraciones de estas plantas, puesto que muchas de ellas se han adelantado un mes o más respecto a lo normal, mientras que otras, por el contrario, parece que se estén retrasando. Especies que el año pasado ya había comenzado a observar en estas fechas no están ni siquiera asomando sus flores. Otras lo han hecho en el último momento, pero un gran número de especies, efectivamente, han florecido ya durante este extraño mes de febrero en el que hemos tenido temperaturas de más de 20ºC al principio y la llegada de frío, aunque moderada, se ha producido en dos ocasiones a partir de los dos últimos fines de semana del mes, no consiguiendo bajar los termómetros de los 6ºC. Con ello y con el buen tiempo del que disfrutan las plantas durante las horas en las que pueden ver el sol, el invierno a la inversa que han vivido durante febrero no les ha afectado en absoluto.

Ipheion uniflorum
Los primeros en florecer fueron los Muscari armeniacum, que además lo han hecho en orden cronológico según la antigüedad de los bulbos, prueba de la capacidad de reajuste que poseen estas plantas. A mediados de enero ya aparecían las primeras flores de los bulbos que descienden de la primera vez que compré esta especie, en otoño de 2011; posteriormente han ido apareciendo flores de los bulbos que conservo del año pasado, que son bastantes. Finalmente, ya en esta segunda mitad de febrero han aparecido las flores de los bulbos adquiridos en 2015, y al igual que el orden ha respetado la antigüedad de los bulbos en casa, también el tamaño ha ido en relación con su fecha de adquisición, esto es, que los ejemplares más nuevos son también los más grandes debido al trato que se les da en los viveros de producción, que imagino consistirá en buenos abonados y evitar la floración durante unos años para que los bulbos engorden lo máximo posible. Son esos los que comienzan a florecer ahora en un espectacular despliegue de flores perfumadas.

Narciso 'Carlton'
Continuando en enero, los siguientes fueron los Ipheion uniflorum, que este año he repartido en dos ubicaciones y están teniendo un considerable éxito, pues llevan un mes floreciedo y todavía continúan produciendo flores, las cuales parecen despertar el interés de las abejas y algunas mariposas. Las flores al sol son más claras y con pedúnculos más cortos, con un porte que se equipara al de los Crocus. También otro Muscari, el macrocarpum, comenzó a florecer en enero y a día de hoy sigue produciendo nuevas espigas florales, aunque es presumible que le quede menos tiempo de florecer que a sus parientes azulados. Finalmente, un jacinto despistado que también sigue emitiendo nuevas varas florales, aunque a cada cual peor, cerró el conjunto de floraciones de bulbosas en enero.

Muscari armeniacum
Durante la primera quincena de febrero aparecieron nuevas variedades de bulbos aunque comenzó a notarse ese leve descenso en el ritmo que habían empezado a tomar este tipo de plantas. Aparecieron los primeros narcisos, unos ejemplares de trompetas amarillas grandes, posiblemente 'Dutch Master', de los cuales han florecido tres a lo largo del mes. Les acompañaron los bellos Iris 'Katharine Hodgkin', lirios de escasísima altura que lo tuvieron complicado para destacar entre las marañas de hojas y que, tras estar presentes un par de semanas, un día desaparecieron todos los que quedaban devorados por un caracol al que le debió gustar el sabor de sus pétalos. También florecieron, casi sin aviso previo, los primeros Crocus chrysanthus, puntuales a pesar de tratarse de plantas de nueva adquisición. Su floración ha sido muy breve y a día de hoy ya prácticamente no queda ninguno a la vista.

Durante el tramo final del mes apareció el segundo de los narcisos, dos ejemplares de los de flor de trompeta amarilla, menor a los anteriormente mencionados, identificados tentativamente como 'Carlton'. Se trata de los mismos ejemplares del año pasado aunque cambiados de ubicación; han conseguido adelantarse un mes respecto a la pasada temporada, pero se han marchitado en muy pocos días, apenas poco más de una semana. Se adelantan también en un mes los Allium triquetrum, con un ejemplar ya abriendo flores y otros más mostrándolas, y muy cerca de ellos han quedado los Allium neapolitanum, con varios ejemplares que comenzarán su floración ya en marzo: el año pasado no vi sus flores hasta la segunda quincena de abril.

Allium triquetrum
Casi sin aviso previo, los Crocus tommasinianus han llegado a su cita como crocus tempranos que son. En el último fin de semana del mes se han abierto varios ejemplares con sus pequeñas flores malva, alegrando un poco el desangelado contenedor de los crocus, en el que hasta ahora sólo quedaban los Ipheion. También un tulipán cosigue la increíble hazaña de florecer en febrero: se trata del Tulipa bakeri 'Lilac Wonder', especie que de momento puedo decir que ha sido el tulipán más efectivo que he tenido, creciendo deprisa y floreciendo sin mayor problema, aunque por ahora no acierto a encontrar un ejemplar que tenga las flores del todo abiertas y hay riesgo de que se pase la floración de todos los ejemplares -dos ya se han marchitado- sin poder encontrar uno decente. De momento tengo puestas las esperanzas en los dos únicos ejemplares que hay a pleno sol. Finalmente, otros bulbos que ya tienen la floración en marcha o a punto de abrir son las Freesia, tanto las híbridas como las laxa, de las que hablaré en una entrada futura.

A pesar de los altibajos meteorológicos que han puesto a los bulbos en un brete, de momento la floración parece estar cumpliendo con las expectativas y los bulbos este año van encaminados a dar resulatados al menos tan buenos como el anterior. Aún quedan, sin embargo, un par de cosas por ver: la floración en masa de aquellas especies que se plantaron en números elevados y la aparición de especies que son nuevas para esta temporada o bien no consiguieron florecer en temporadas anteriores. Ambas cosas no se harán de rogar, pues sus compañeras las anuales ya comienzan a tomar la delantera en el camino hacia la primavera.

domingo, 21 de febrero de 2016

Febrero de altibajos


Linaria maroccana
El segundo mes del año estaba siendo, hasta ahora, una continuación del anómalo invierno de temperaturas primaverales que estábamos teniendo, con la falta de precipitaciones incluida. Si bien lo segundo de momento no se ha revertido, lo primero como mínimo ha conseguido normalizarse durante unos días. El aire cálido sobre el Polo Norte desplazó a finales de la semana pasada grandes masas de aire frío que nos alcanzaron justo cuando las temperaturas estaban dando sus picos más exagerados. Tanto es así que entre el mediodía del viernes día 12 y la madrugada del domingo 14 las temperaturas en Cullera y Sueca no bajaron de 19ºC ¡en febrero!. Sería el equivalente a junio o septiembre, aunque claro, las máximas de estos días pasados (unos 22-24ºC) no son iguales a las del principio y final del verano y por tanto el ambiente no se encuentra recalentado después de largos días de sol intenso. No obstante, no deja de ser un hito meteorológico.

Eschscholzia caespitosa
Todo terminó de golpe cuando nos alcanzó la primera masa de aire frío procedente del Ártico. No hemos experimentado una de esas bajadas que en años anteriores vivimos en el mes de febrero, con temperaturas que llegaban a quedar cerca de los 0ºC en plena ciudad, pero al menos cortó de golpe esa pequeña primavera invernal y redujo las temperaturas en diez grados o más. La mínima mensual en Cullera se ha quedado, de momento, en 6ºC, y probablemente sea lo máximo que veremos bajar el termómetro en lo que queda de invierno, puesto que por las fechas en las que nos encontramos es de esperar que las temperaturas vayan hacia arriba a menos, claro está, que se produzca otro fenómeno similar con frío del norte involucrado. Recordemos que todavía queda un mes de invierno, al menos en lo astronómico.

Gilia tricolor
Las lluvias siguen desilusionando. Paso de nubes casi todos los días y breves episodios de lluvia débil, la más copiosa de ellas el jueves 11 por la tarde, con 3,6 mm. En total sólo llevamos 4,8 mm. en lo que va de mes, lo que da una idea de lo nimias que están siendo las precipitaciones. Además, las previsiones que parecían indicar que algunos frentes nos irían dejando agua, el más destacado supuestamente antes de comenzar este mismo fin de semana, tuvieron que rectificar apenas un día antes y revelaron que la lluvia otra vez se alejaría. Ahora mismo estamos igual, con una previsión que indica que quizá caiga alguna gota esta madrugada y otra aún lejana de posibles lluvias para finales de esta semana que comienza, pero demasiado pronto para decir nada. El viento, eso sí, ha acabado perdiendo fuerza y dejó en su último día, hace ahora una semana, una racha máxima de 85 km/h. En resumen, que ya en plena mitad del invierno conseguimos darnos cuenta de la estación en la que nos encontramos.

Borago officinalis
Ahora mismo cuesta discernir qué plantas se han visto aceleradas por el cálido precedente invernal o cuáles simplemente están floreciendo tan pronto como otras temporadas. Las Linaria reticulata llevan en flor desde principios de mes y en la última semana se han ido abriendo las Nemophila menziesii azules y 'Penny Black', las Malcolmia maritima y las que quizá más me han sorprendido: las Gilia tricolor. Éstas son anuales de crecimiento rápido y bastante resistentes a pesar de su frágil aspecto, y hasta ahora lo más temprano que las había visto florecer era a finales de marzo. Hay que decir, eso sí, que este año ha sido el que más me he preocupado en sacarlas adelante, ya que eran de esas plantas que simplemente obtenía en números aleatorios a base de sembrar a voleo. En esta ocasión hice semillero y además con semillas propias, ya que las del paquete original parece que han acabado perdiendo su viabilidad, y fueron de las primeras plantas repicadas en el contenedor. Todavía es pronto y sólo se han abierto dos flores, pero se ven varios tallos con capullos creciendo. Todas las especies mencionadas antes están floreciendo dentro de su fecha habitual, quizá unos días más pronto.

Malcolmia maritima
En la misma tesitura se encuentran las borrajas, que como este año germinaron con el estímulo natural de las lluvias de finales de verano -lo que da una idea, también, de las semillas que habían caído- actualmente cuentan con medio año de vida, tiempo suficiente para empezar a cargarse de flores. Y las abejas agradecidas, pues en cuanto han comenzado a multiplicarse las flores de las plantas que salieron en la misma maceta donde las tuve el año pasado las han empezado a visitar a diario. Otros ejemplares repartidos en distintas macetas, algunos que quizá debería haber trasplantado por diferencias de cuidados respecto al inquilino original. aumentarán pronto el número de flores disponibles. El beneficio no es sólo para las abejas, pues también éstas son necesarias para que el ciclo de resiembra de las plantas me funcione tan bien. Los nectarios de la borraja tienen un tamaño y están colocados en una posición que prácticamente sólo las abejas de la miel y otras especies de talla y costumbres similares pueden aprovechar con efectividad.

Lavandula stoechas
Estas primeras floraciones han traído también algunas novedades, destacando las que están en flor ahora mismo por ser las dos especies que intenté sacar adelante la temporada pasada, fracasando en el intento. Ambas son, sin embargo, parientes muy cercanas de especies que ya he cultivado con éxito. La primera de ellas es la Linaria maroccana, una especie relativamente popular en jardinería que vendría a asemejarse al clásico Antirrhinum majus aunque mucho más estilizada. Suele encontrarse en mezclas de colores, pero como finalmente sólo he conseguido que prospere un ejemplar de momento me conformo con unas flores en dos tonos de rosado, uno tan pálido que casi cuesta ver los detalles y otro más intenso en el tubo de la corola. El aspecto de la flor es el clásico de antirrinos y linarias, con corola actinomorfa de pétalos fusionados que forman dos "labios" que esconden los órganos reproductores y un nectario en forma de espolón que apunta hacia abajo. Es de esperar que produzca una cantidad decente de semillas que sirva de punto de partida para próximas temporadas.

Linaria reticulata
La segunda especie es la Eschscholzia caespitosa, una pariente y vecina de la amapola de California de tamaño mucho menor -un pétalo de la californica sería mayor que toda la flor de caespitosa. En otoño de 2014 germiné unas pocas, pero ya tan tarde que las plantas vecinas las sepultaron al poco tiempo y acabaron con ellas. Con la lección aprendida, en 2015 las tuve listas en octubre y fueron de las primerísimas plantas que pasé a tierra, que además tuvieron la suerte de pasar desapercibidas para los caracoles. Todo en esta planta es pequeño si se compara con su congénere, y las matas de hojas apenas alcanzan 15 cm. de alto y unos 10 de ancho. Las hojas también se dividen como las de californica, pero crecen más erectas y en lugar de tener lóbulos planos los tienen prácticamente lineares. Al final, las plantas han sido cubiertas igualmente por sus vecinas, pero con la ventaja de haber alcanzado su talla máxima antes de que ocurriese. Es por ello que han podido comenzar ya la floración, cuyo aspecto es prácticamente idéntico al de sus parientes mayores aunque con flores pequeñas y de un llamativo color amarillo pálido. Son las primeras amapolas en florecer este año, incluso por delante de las autóctonas oportunistas Papaver dubium que no he dejado de arrancar desde otoño y de las que seguro que todavía quedará alguna.

Tropinota squalida
De las perennes en flor llevo hablando prácticamente desde que comenzó el otoño, salvo de una de ellas que constituye mi segunda prueba con la especie. Se trata de la Lavandula stoechas, un cantueso o lavanda propia del Mediterráneo. Tuve el primer ejemplar en mayo de 2014, el cual traje a casa florecido pero desgraciadamente lo único que hizo en las siguientes semanas fue ir a menos, perder todas las flores y quedar sumida en una extraña latencia de la que no reaccionaba ni al regarla, por lo que dejé de hacerlo. La planta se quedó con hojas pequeñas y grises plegadas contra los tallos, como si nunca terminase de secarse, y reverdeció a finales de otoño. A la primavera siguiente produjo unas cuantas flores de las que no hice ninguna foto aprovechable y posteriormente, la planta murió. No fue hasta diciembre de 2015 en que volví a encontrar un ejemplar en condiciones. Esta vez lo planté en una mezcla formada mayoritariamente por arena de construcción y un poco de tierra arcillosa bien desmenuzada. Para evitar en lo posible aportar cal a la tierra, ya que es poco tolerante a este mineral, la riego sólo con el agua de lluvia que aún conservo y que de momento es suficiente debido a las pocas exigencias hídricas de la planta. Lo que no me dió buena impresión fue que la planta se puso a florecer en enero sacando inflorescencias diminutas que sólo ahora parece, como en el ejemplar de la foto, que comienzan a tomar proporciones normales, debido quizá a las temperaturas extraordinarias. Se componen de una llamativa estructura cilíndrica con pequeñas flores de un morado muy oscuro y unas brácteas rosadas coronando el conjunto. A pesar de que las lavandas son de las plantas favoritas de las abejas, desconozco el motivo por el cual la planta está pasando totalmente desapercibida para éstas.

Linarias
El baile de los insectos, sin embargo, comienza a recibir a sus primeros participantes primaverales. A las abejas les empieza a salir trabajo recogiendo néctar y polen de todas las especies que reciben unas horas de sol, que poco a poco irán siendo más. Otra abeja, la Anthophora plumipes, se ha presentado en dos ocasiones mientras regaba las plantas aunque, como el año pasado, su presencia es tremendamente fugaz, apenas deteniéndose. Eso sí, a diferencia del año pasado, el ejemplar o ejemplares que he visto este año eran machos en las dos ocasiones. Se trata de una abeja de tamaño similar a la común aunque más robusta, con un aspecto más cercano al de un abejorro, y una larga lengua que suelen traer estirada mientras vuelan. No pueden, sin embargo, libar el néctar sin detenerse como hace la esfinge colibel, otra de las visitantes recurrentes estos días que siempre vuelve a las mismas caléndulas sin pararse mucho a investigar otras plantas. Por otro lado están los sírfidos, representados estos días por especies grandes como Eristalis tenax y Eristalinus taeniops o el más pequeño y frecuente Eupeodes corollae. También he observado ya al primer escarabajo Tropinota squalida, algo pronto este año, disfrutando como siempre de rebozarse en polen sobre cualquier margarita grande, en este caso una Osteospermum.

Eristalis tenax 
Con esta llegada del frío el invierno se modera temporalmente mientras se espera el aumento natural de temperaturas y horas de sol propias de estas fechas. Siguen echándose en falta a las lluvias que, como ya ocurriese en 2013-2014, siempre entran desde el oeste y llegan aquí, si es que llegan, totalmente debilitadas. Cabrá esperar a principios de primavera y esperar que se repita la situación de otros años, como el pasado, en que la segunda mitad de marzo suele traer las primeras lluvias decentes del año. Mientras, el crecimiento dispar de las plantas seguirá siendo el punto de atención a medida que la terraza se va llenando de multitud de colores. Se pone en marcha también la recta final de la preparación de nuevas especies, con semilleros, bulbos y otras partes de plantas disponibles en esta época para plantar y ver crecer muy pronto. El camino hacia la primavera, aunque la situación no sea la ideal, ha tomado este año un atajo.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Flores, viento y ni una gota

Iris 'Katharine Hodgkin'
Diez días de febrero han transcurrido y el invierno sigue igual. Y ya no sólo se trata de que las temperaturas se hayan quedado estancadas en las de principios de otoño, sino que además estamos viviendo una ausencia de precipitaciones mucho peor que los periodos sin agua que se fueron sucediendo entre sendos otoños de 2013 y 2014. En aquellas ocasiones ni siquiera el verano estuvo exento de lluvia, aunque fuese poca. Entre el 3 de noviembre y hoy, 10 de febrero, la precipitación recogida en Cullera asciende a unos tristes 5,2 mm. Hay que tener en cuenta además que ni siquiera todo eso cayó en forma de lluvia, sino que la gran mayoría corresponde al rocío depositado por las neblinas. Para hacernos una idea de lo dramático de la situación, en estos 99 días ha llovido menos que el pasado mes de julio, el mes habitualmente más seco del año en nuestra región. La situación, al menos de momento, no parece que vaya a revertirse. Podría llover antes del fin de semana, pero seguramente sea algo testimonial. Volvemos a encontrarnos en pleno régimen de vientos fuertes de poniente y las nubes pasan sin más. De hecho, los 0,5 mm. caídos este febrero corresponden a la mañana del domingo y pocas horas después todos los charcos y humedades se habían evaporado.

Narciso trompeta
Las plantas, dentro de lo que cabe, están siendo ajenas a esta situación gracias a la constancia regándolas y que el invierno, aún con el poco frío, permite mantener la humedad gracias a la menor evaporación. Además la ubicación de la terraza está frenando los tremendos vientos, que ayer llegaron a rachas de casi 75 km/h., evitando incidentes como caídas o roturas y la desecación repentina del sustrato. No obstante, no convendría en absoluto que la primavera continuase a este ritmo, ni en aumento de temperaturas ni en la falta de lluvia. Las plantas necesitan ahora unas semanas, más bien meses, de tiempo suave y humedad recurrente para desarrollar en todo su esplendor hojas y flores. Flores que, debido a que el tiempo las está incitando, han comenzado a aparecer como si estuviésemos ya en los últimos días del invierno.

Ipheion uniflorum
Los bulbos de primavera suelen ser, en general, tempranos. Algunas especies es natural que florezcan en febrero o antes, y otras simplemente se dejan llevar por los elementos. Este año, los Muscari, jacintos, narcisos trompeta e Ipheion van casi un mes por delante. El jacinto que a finales de enero comenzó a abrir sus flores sin haber salido del todo de entre las hojas consiguió, al menos, elevarlas un poco en cortos pedúnculos que más o menos han salvado la floración y han perfumado su rincón. El primer narciso trompeta, grande y enteramente amarillo, procede de una mezcla de LIDL y no conozco su variedad, siendo algo ligeramente mayor que los que el año pasado atribuí al cultivar 'Carlton'. Además de esto, se ha adelantado en un mes respecto a aquéllos, aunque dichos 'Carlton' podrían ser los narcisos amarillos que estoy viendo a punto de abrirse en otra ubicación, donde sólo puse otra variedad amarilla de flor grande aparte. En pocos días saldré de dudas.

Linaria reticulata 'Flamenco'
Entre las especies nuevas de bulbos todavía no puedo saber si esta precocidad es habitual o condicionada por el tiempo. De los recientemente reseñados Muscari macrocarpum siguen apareciendo flores nuevas, y desde que ha comenzado febrero han aparecido las primeras flores del llamativo Iris 'Katharine Hodgkin'. Éste es un cultivar obtenido del cruce entre Iris histrioides e Iris winogradowii. Por su aspecto, mucha gente cree que es una variedad de Iris reticulata, aunque esto no es cierto, si bien las tres especies forman parte del subgénero Hermodactyloides. Las flores son de tamaño algo mayor que las de reticulata y además crecen más pegadas al suelo. Esto es lo único que debería corregir de cara a la próxima temporada, no volviendo a combinar las plantas con ninguna especie que pueda crecerle por encima -para la foto he apartado bastantes hojas de los otros bulbos- y, en caso de juntarlos a todos, dejar suficiente separación entre bulbos. El colorido consiste en un fondo blanco recorrido de líneas celeste con una mancha amarilla en el centro de cada pétalo, acompañada de líneas y motas que concentran con mayor profusión el tono azulado de los extremos. Han florecido muy deprisa, casi de un día para otro, y todavía ninguno ha desarrollado hojas.

Leptothes piritous en Osteospermum
Otras especies cuya floración comienza al final del invierno se han puesto en marcha también. Las anémonas 'De Caen' habían comenzado ya en enero, su récord de precocidad hasta ahora, pero el grueso de la floración todavía está por llegar. Tras dos primeras flores solitarias, ahora son muchas más las que emergen de tierra. También aparecen ya los primeros crocus, que como todos los años son los amarillos Crocus chrysanthus. Las demás especies y variedades probablemente no tarden en seguirles, aunque en un vistazo general da la sensación de que hay pocas rosetas de hojas para la cantidad de cormos que fueron plantados. Es más, las primeras que brotaron, todavía en otoño, son las que menor apariencia tienen de que vayan a florecer.

Hyacinthus orientalis
Las anuales también toman protagonismo. Se multiplican las flores de las capuchinas, aunque la gama parece no variar del naranja y amarillo, y comienzan ya a aparecer las primeras cosmos, margaritas de Livingstone y borrajas, estas últimas también con un mes de adelanto. En el contenedor, al margen de las Mauranthemum, que empiezan a florecer tan pronto alcanzan 1-2 meses de vida, las primeras anuales de la temporada primaveral comienzan a abrir sus flores. Como el año pasado, aunque semanas antes, las encargadas de dar el pistoletazo de salida han sido las delicadas espigas de Linaria reticulata 'Flamenco', seguidas de sus parientes la Linaria maroccana y las Nemesia strumosa, ambas nuevas este año y además en el caso de la primera tras una temporada anterior fallida, aunque a esta le ha ido por los pelos: sólo dos crecieron y una no parece que haya llegado a su destino. También hoy se habían abierto las pequeñas flores de una Nemophila 'Penny Black' y una Malcolmia maritima. Todas ellas serán fotografiadas en próximas visitas.

Crocus chrysanthus
Con temperaturas propias de principios de primavera, el néctar tibio de las flores va atrayendo a un número creciente de insectos. Moscas tanto de las flores como carroñeras -aunque más bien las que son carroñeras son sus larvas- se pasean por las flores. Calliphora vicina es la más frecuente, seguida de Eupeodes corollae, alguna que otra Eristalinus taeniops y unas pocas Lucilia sericata. Las abejas de la miel se empiezan a volver frecuentes y emplean todo su tiempo en buscar néctar entre las Mauranthemum, las caléndulas y los Muscari armeniacum. Hoy he visto otra especie de abeja, una solitaria de antenas largas, que a pesar de que se ha detenido un momento en las caléndulas ha salido antes de poder apretar el botón de la cámara, con lo que me quedo sin saber qué era a menos que le dé por volver. No es la primera vez que se me escapa sin fotografiar una especie que no conozco aunque en alguna ocasión la he podido identificar a posteriori: la especie de hoy no me recuerda a ninguna que haya visto ahora. Habrá que confiar en que haya venido de cerca y vuelva más veces. Mariposas encontramos unas pocas y siempre las habituales de la terraza, como las discretas y calmadas Leptothes piritous y la afanosa esfinge colibel, que hoy por fin ha tenido un rato de trabajo libando las caléndulas. Y es que, con la llegada de las flores comienza también el divertido pasatiempo de intentar capturar insectos en imágenes y tratar de identificarlos.

Muscari armeniacum
Con esta todavía en curso primera quincena de febrero, la temporada de flores puede ya darse por inaugurada. Es de esperar que el buen tiempo vaya ofreciendo regularmente floraciones más tempranas de lo habitual entre las especies ya conocidas, y las siempre agradables sorpresas de las especies que se cultivan por primera vez. A medida que esto suceda no hay que descuidar los últimos retoques, esto es, el acondicionamiento del espacio necesario para las próximas bulbosas y vivaces a incluir, las anuales de siembra tardía y las trepadoras, que todavía necesitan que se les instale su pérgola. Pongamos como fecha límite el final de este mes para hacer lo más complicado, y que el resto sea tan sólo una breve espera hasta la primavera, la cual ya parece haber comenzado.

jueves, 4 de febrero de 2016

Muscari macrocarpum, mediterráneo exótico

Muscari macrocarpum
Hay un buen montón de especies de Muscari que si algo tienen en común son sin duda sus espigas de flores de forma esférica y un color siempre situado entre el morado y el azul, lo que las hace asemejarse a racimos de uvas. En la terraza florecen desde hace cinco años los Muscari armeniacum, una de las especies más populares en jardinería, y en Cullera podemos encontrar dos especies silvestres: el temprano Muscari neglectum, en herbazales umbrosos de los suelos calizos cercanos al monte, y el estilizado Muscari atlanticum, que saluda al sol a principios de primavera desde las rocas de las zonas altas de la Serra de les Raboses. La especie que ocupa la entrada de hoy tiene, sin embargo, claras diferencias que nos harían pensar que se trata de un pariente algo más alejado de este género.

Flores en sus tres estados
Muscari macrocarpum es una especie mediterránea que habita en una región comprendida entre las islas Cícladas, Creta y el sudoeste de Turquía. Dentro del género Muscari pertenece al grupo Muscarimia, que comparte con Muscari racemosum, especie cuyas flores son más similares a las de los Muscari más comunes. La variedad que solemos encontrar a la venta, y que es la que tengo, es el cultivar denominado 'Golden Fragance'. Éste fue seleccionado en Holanda y no presenta grandes diferencias con la forma silvestre, si bien se trata de una serie de bulbos resistentes a las bajas temperaturas y con buena predisposición a la floración. Esta especie es, en general, una planta que debido a su origen está adaptada a las temperaturas cálidas, motivo que también aumentó mi curiosidad por tenerla. Cualquier bulbosa de aspecto llamativo y sin necesidad de pasar inviernos fríos ni veranos húmedos tiene cabida en mi zona climática.

Bulbo listo para plantar
Sin duda, lo más destacado del Muscari macrocarpum 'Golden Fragance' es su floración. Bastante temprana, a principios de enero ya estaba asomando la primera de las espigas, la del ejemplar más avanzado de las fotos. Aunque este año no vale como referencia fiable, debido al caluroso invierno que tenemos y a ser la primera temporada de las plantas en casa, sí es más que probable que con el tiempo se convierta en el Muscari más temprano. No en vano ha sido capaz de producir hojas y comenzar a desarrollar flores en un tiempo mucho menor que sus parientes los Muscari armeniacum, aunque éstos se han dado tanta prisa que florecieron unos días antes. La primera de las espigas de los macrocarpum estuvo totalmente estirada y abriendo las primeras flores la última semana de enero, Habitualmente en esta especie las flores son moradas antes de abrirse y amarillas al hacerlo, aunque de momento en los ejemplares florecidos pasan del verde al amarillo presentando apenas un ligero tinte morado. El color morado o purpúreo permanece, no obstante, en el reborde de la abertura que presenta cada flor, haciéndose ya patente durante la marchitez. Otra característica llamativa de estas flores es que si las olemos notaremos un aroma similar al de un plátano, aspecto que resulta de lo más curioso.

Aspecto el 27 de enero
Los bulbos del Muscari macrocarpum también merecen atención. A pesar de que la planta no es especialmente grande comparada con sus parientes, el bulbo sí lo es. Es casi tres veces mayor que el de un Muscari armeniacum, prácticamente como el de un narciso pequeño. Emite unas raíces largas y carnosas que le permiten anclarse y recoger la humedad en los suelos secos donde habita. Este aspecto no lo he podido comprobar obviamente por encontrarse oculto, aunque sí me llamó la atención, y se puede ver en la foto, el voluminoso plato basal que posee el bulbo. Lo que todavía no sé es cómo será su tasa de reproducción vegetativa, aunque es presumible que sea, si no similar a sus parientes en cuanto a abundancia, al menos capaz de sacar unos pocos bulbos laterales adicionales a cada temporada. Hay tres ejemplares en una maceta (todos los de la primera foto) y otros dos en una combinación con más bulbos, en principio con espacio suficiente para albergar el hipotético crecimiento.

El mundo del cultivo de bulbosas en el clima y espacio disponible de cada uno es siempre un experimento constante. Muchos fallos, descartes muy a pesar de lo que nos puedan gustar algunas especies y, por supuesto, los satisfactorios aciertos. Espero que el Muscari macrocarpum sea uno de ellos y sus flores con el color y el olor de los plátanos deslumbren con su presencia durante muchas temporadas.