lunes, 25 de abril de 2016

Clavellinas

Dianthus amurensis
El cultivo de las clavellinas es tan sencillo que uno, aficionado a la siembra de anuales y otras herbáceas de fácil obtencion desde semilla, no puede resistirse a probar las distintas especies disponibles. Especies que, si bien muchas veces tienen un aspecto muy similar, lo cierto es que cada una tiene su encanto y rasgos distintivos que la hace única. A lo largo de estos años he pasado de probar unas pocas especies y desestimar otras precisamente porque en las fotos parecían muy similares, pero finalmente he acabado sucumbiendo a sus encantos y prueba de ello es esta entrada, donde aparecen tres variedades distintas que, no obstante, son sólo la mitad de especies sembradas este año, con lo que posiblemente esta entrada pueda tener una segunda parte en un futuro cercano.

Dianthus 'Rainbow Loveliness'
Las clavellinas, o claveles al fin y al cabo, pueden ser anuales o perennes. Es, sin embargo, menos frecuente que se trate de anuales estrictas, de las que se secan después de la floración, aunque es lo que me ocurrió el año pasado con una de las que protagonizan esta entrada: Dianthus 'Rainbow Loveliness'. , aunque también ocurrió con la clavellina china semidoble, heddewigii. Desconozco si este es su ciclo habitual o, por el contrario, es más común que permanezca verde durante meses repitiendo floración de manera intermitente. Esto último es lo que hace el Dianthus chinensis, del cual he tenido ejemplares que han muerto tras un periodo de floración equiparable al de una anual mientras que otros han superado el año de vida. No obstante los ejemplares viejos quedan muy debilitados y sale más a cuenta renovarlos sembrando nuevos. Recientemente arranqué uno del año pasado y el que queda, autosembrado, está fresco y a punto de florecer.

Dianthus plumarius
El clavel de florista, Dianthus caryophyllus, nunca ha sido una opción a contemplar. Es una planta perenne que se llega a poner muy grande y de la que prácticamente es imposible encontrar un cultivar de flores simples. Dada mis preferencia por las flores de aspecto silvestre, cualquier especie cultivada que haya quedado, en mi opinión, desvirtuada por esa imposición de la forma doble y multicolor queda, en la inmensa mayoría de los casos, fuera de la lista. Sí es cierto que años atrás cultivé clavel del poeta, Dianthus barbatus, de flores dobles. Fue en la época en la que me entró curiosidad por probar las distintas semillas que vendían en LIDL, y esta especie venía en su forma doble. Posteriormente, en esta temporada, he intentado cultivar las semillas que vienen en la mezcla de semillas del mismo supermercado a fin de comprobar si de aquí sí salen ejemplares de flores simples. Los puse sólo en el contenedor, y a estas alturas no veo señales de que estén. Hay que recordar que los primeros ejemplares de los que hablaba los cultivé una primavera en este mismo punto y los pasé a maceta durante el invierno, ya que hicieron efectivo su carácter de bienales y al sembrarlas tan tarde tuvieron que esperar una temporada para florecer.

Dianthus amurensis más claro
Una historia entre dos temporadas ha sido también la que ha dado lugar a que esta primavera los Dianthus plumarius sean no dos, sino tres ejemplares en flor. Sembrados en otoño de 2014, la temporada anterior florecieron tardísimo, abriendo sus primeras flores a mediados del mes de julio. Claro, que ello fue el principio de un periodo que se alargó hasta la segunda mitad del otoño, deteniéndose en invierno. El ejemplar de flores rosadas fue el primero en florecer, el más grande y duradero, pero ha sido el ejemplar de flores blancas y rojas el que ha dado el pistoletazo de salida este año. Éste es más pequeño, ocupando apenas diez centímetros cuadrados de maceta, pero emite pedúnculos florales altos y rectos. No obstante, parece ser más estacional, quedándose sin flores con la misma brevedad en que las produce; los demás suelen hacerlo de manera periódica durante un tiempo. Y ahí es donde entra el tercer ejemplar, el de flores rosa de pétalos recortados, que se pasó todo 2015 creciendo y las flores aparecieron esta primavera. Al ejemplar lo trasplanté ya que formaba parte de una maceta grande con varias plantas que no fueron bien.

Dianthus plumarius blanco-rojo
La primera de las especies nuevas en despuntar este año ha sido el Dianthus amurensis. Esta especie podría considerarse a medio camino entre el chinensis y el plumarius. Forma una roseta muy pequeña, de color glauco, de la que salen flores de diámetro inferior al resto de clavellinas que aparecen en esta entrada sujetas por tallos muy largos que acaban inclinados. Obtenidos de un intercambio con un compañero, no esperaba que floreciesen tan pronto ni que ninguno de los tres ejemplares coincidiese en colorido con los demás. Todos ellos proceden de flores del color del que aparece en la primera foto de la entrada, pero el primero en florecer, para mi sorpresa, fue blanco. Como si siguiesen un orden preestablecido, el segundo fue el rosa claro y, finalmente, apareció el rosa intenso.

Dianthus amurensis blanco
Los Dianthus amurensis, que germinaron con relativo éxito, también fueron plantados en el contenedor. Hago este inciso aquí para destacar que, finalmente, me he dado cuenta que mezclar claveles con plantas más grandes que ellos no acaba saliendo bien. Del amurensis que hay allí no he vuelto a ver nada, aunque podría estar debajo de la maraña de hojas esperando tener algo de luz. Esto les ha ocurrido a unos Dianthus deltoides 'Microchip', que todavía observo bajo otras plantas pero que, de sobrevivir, acabaré pasando a una maceta cuando el contenedor se quede sin las anuales en verano. Otros intentos de cultivar claveles aquí han terminado igual, con plantas sobrepasadas por sus vecinas y que no lucen. Su mejor ubicación está, por tanto, en macetas individuales o con plantas de su mismo tamaño que les permita recibir toda la luz posible y florecer libremente. Además, de esta manera, los ejemplares que viven más de una temporada se pueden quedar en el mismo sitio sin problema.

Dianthus plumarius
El híbrido 'Rainbow Loveliness'' que ha florecido este año ha sido algo inesperado, aunque más bien habría que hablar de falta de memoria o, en su defecto, de apuntar las cosas. Tengo las semillas desde hace tres años y este otoño la mayoría ya no germinaban. He olvidado si finalmente al menos una germinó y fue a parar del semillero a esta maceta, donde ha empezado a florecer durante este mes. Este híbrido tiene un tamaño y porte similar a Dianthus chinensis, aunque lo que lo hace inconfundible del resto de claveles de la terraza es el aspecto deshilachado de sus pétalos, caracter heredado de la especie Dianthus superbus. Nunca he conseguido encontrar información, eso sí, de qué otra especie o especies se emplearon en crear este híbrido.

Dianthus plumarius
Con mucha primavera todavía por delante, es de suponer que los claveles mostrados continuarán floreciendo durante semanas, meses quizá. Queda esperar a que más adelante se manifiesten todas esas otras especies que, de momento, tienen hojas a la vista. Sobre añadir otros claveles en un futuro hay que decir que no lo descarto, pero de momento conozco pocas especies más que puedan tener algo interesante que aportar, no por falta de interés, sino debido a las pocas que suelen haber en el mercado de semillas, copado en su mayoría por los centenares de variedades existentes de clavel de florista o del poeta. No obstante, la propia familia del clavel, las cariofiláceas, cuenta con una amplia representación en la terraza y es de esas que cada año recibe a uno o varios miembros nuevos.

domingo, 24 de abril de 2016

Flores de abril (II)

Salvia officinalis
Abril sigue su curso, y durante estos diez días centrales del mes el ambiente ha presentado distintos cambios que, si bien no han marcado demasiado el progreso de la primavera, han mantenido a raya el ascenso de las temperaturas. Éstas se habían empezado a disparar la semana pasada -con una máxima de 25ºC el día 16, algo perfectamente normal-, pero a lo largo de la siguiente, que hoy concluye, diversos episodios de nubes que finalmente no han dejado precipitaciones destacables y vientos frescos procedentes de Europa han dado una pequeña tregua. Sólo en la madrugada de ayer sábado las nubes consiguieron descargar una pequeña cantidad de agua, 0,3 mm., que rompe con la quincena sin precipitaciones que llevábamos desde el buen inicio de mes y que, como ya viene siendo habitual en los últimos años, parece que sólo esta franja de costa de la provincia de Valencia se quede sin su aporte de lluvias mientras descargan en el resto de la penísula.

Cosmos bipinnatus
Continúan sucediéndose las floraciones multicolores en la terraza, especialmente de parte de las especies anuales, aunque las perennes más efectivas tampoco tienen nada que envidiarles. Es el caso de la Salvia officinalis que adquirí a finales del mes pasado en un comercio local, con buen aspecto y floración incipiente, decidido de una vez a reintroducir esta especie en la terraza después del fracaso estrepitoso de hace dos veranos, en cuya ocasión adquirí un ejemplar de buen tamaño que murió sin más en apenas un mes. En esta ocasión he tenido mejor suerte y el ejemplar actual es un no parar de florecer, motivo por el cual las abejas de lengua larga no han parado de visitarla, como se ha ido mostrando en los más recientes vídeos. Las lamiáceas de clima templado suelen ser, en general, un éxito asegurado atrayendo a este tipo de insectos.

Nemophila maculata
Durante estos días ha tenido lugar el regreso de muchas especies conocidas. Algunas ya llevaban semanas floreciendo, como las Cosmos bipinnatus, de las que una vez más y por dejadez me da la sensación de haber plantado muy pocas; florece la segunda de las espuelas de caballero del contenedor, con un color similar aunque con los pétalos centrales quizá más oscuros que los de su vecina, que además debió surgir de las mismas semillas. Detrás de ella se encuentra el gran crisantemo Glebionis coronaria var. discolor, también obtenido de semillas propias de las plantas que cultivé el año pasado. Éste sigue extendiendo sus ramificaciones llenas de capítulos amarillos y blancos que, contra todo pronóstico, tienen un porte contenido y ordenado: a estas alturas, con el viento de estos días, las plantas de mayor altura se han removido de tal manera que toda esta zona está hecha un desastre cuando todavía quedan varias especies que tardarán un poco más en florecer.

Glebionis coronaria var. discolor
La siembra algo tardía de Phacelia grandiflora comienza a dar sus frutos estos días. Descuidé un poco el dedicarle un semillero a esta especie que tan bien había ido la anterior temporada y lo hice bastante tarde, a finales del pasado año y trasplantando posteriormente a una maceta menor que la de la primavera de 2015. Las plantas, que son tres, se han adaptado perfectamente y si bien no son ni una tercera parte de altas que la del año pasado, este aspecto compacto es de lo más atractivo y seguro irá mejorando todavía más en cuanto estén llenas de flores. Visto lo visto, en futuras ocasiones vale la pena usar una maceta de talla contenida ya que la planta ocupa menos pero sigue teniendo la misma cantidad de flores del mismo tamaño. Algo así ocurriría también con la Phacelia viscida, que este año he cultivado en una maceta pequeña sin desmerecer en absoluto: probablemente con mayor disponibilidad de tierra se hubiera hecho más grande, desgarbada incluso, pero no proporcionalmente más florífera.

Nicotiana mutabilis
Un regreso un poco más especial es el de la Nemophila maculata. Por descuido, he ido perdiendo a esta especie de mi propio banco de semillas. Las semillas originales, obtenidas de un compañero en un intercambio en 2013, están ya demasiado viejas y han perdido viabilidad. Las Nemophila menziesii, tanto las azules como las 'Penny Black' tuvieron más suerte a la hora de ser almacenadas. Con las maculata hice varios fallos: recoger tarde las semillas de la única planta de 2014, perdiendo varias por el camino; salir menos de las esperadas en la apretada combinación que obtuve en 2015, donde fui incapaz de separar a las plantas de esta especie y no salió ninguna del batiburrillo de semillas mezcladas que recogí. Finalmente, sembré unas pocas de aquellas que recogí en 2014 y las repartí entre el contenedor y una maceta. Las del contenedor, sin motivo aparente, murieron antes de que éste estuviese cubierto de hojas; de las de la maceta, tres, tuvieron un resultado que todavía me explico menos: las dos primeras en florecer resultaron ser una 'Penny Black' al uso y otra blanca y moteada como la variedad atomaria. Al final, la tercera salió como toca y por fin la Nemophila maculata vuelve a florecer en la terraza. La planta tiene buen aspecto, y a este paso será una de las Nemophila que más aguante floreciendo de todas estas primaveras. Por supuesto, no le quitaré el ojo de encima para guardar bien esta vez sus semillas.

Consolida ajacis
Cerca de allí, apenas una balda más arriba, hay que lamentar una baja que se ha llevado por delante a todos los ejemplares de una especie. Suena dramático, pero es así: el fin de semana pasado llegué a la terraza y las margaritas Thymophylla tenuiloba simplemente no estaban. Ni rastro de ellas. ¿Quién son los culpables? Afirmaría con total seguridad que los gorriones. En otras ocasiones se han llevado plantas enteras de la misma manera meticulosa, no dejando ni rastro. En esta ocasión incluso han seleccionado las tres de esa especie y no han tocado a las demás plantas de la misma maceta. La mayoría de veces, sin embargo, se dedican a cortar tallos y dejarlos caer en el sitio. No deja de ser curioso lo que han aguantado estas plantas, diminutas, totalmente expuestas sin problemas, y que los gorriones las hayan extraido selectivamente cuando estaban llenas de flores. Este año, todo hay que decirlo, los pájaros se pasan el día en la terraza y hasta se arriesgan a entrar bajo la malla del rincón cuando estoy allí, chocándose varias veces cuando me ven hasta que consiguen salir. Se nota este año la ausencia de cernícalos que solían volar hasta hace poco sobre la terraza, que seguro que a base de sustos harían que los gorriones no se distrajesen demasiado rompiéndome cosas. Habrá que esperar todo un año para volver a ver las pequeñas margaritas doradas de Thymophylla, pues.

Camassia leichtlinii
Precisamente bajo esa malla crecen las siguientes dos protagonistas de la entrada. La primera, la australiana Isotoma axillaris, que si bien cuenta con representación repartida por toda la terraza, el ejemplar que empezó a crecer prácticamente a finales de verano pasado a los pies de una Clematis es el primero en despuntar. Esta planta en concreto se ha hecho bastante grande y ya empezó a abrir flores a principios de mes, siendo también la ocasión más temprana en que lo hace en estas tres temporadas que la llevo cultivando. Esta vez sólo he obtenido los ejemplares autosembrados, pero de ellos podré obtener semillas para plantarlas intencionadamente junto a otras especies que florezcan a la vez aprovechando el conocimiento adquirido durante esta temporada, una de las más ricas en especies. El primer intento de combinación salió mal en su día: el otoño de 2014 puse unas pocas en el contenedor, pero ni les gustaban los riegos continuados ni pudieron sobreponerse al rápido crecimiento de sus vecinas, desapareciendo del todo antes de llegar al tamaño de floración.

Anemone blanda
De manera un tanto inesperada, durante la mitad de este mes han empezado a abrirse unas pocas flores de Anemone blanda. En las cuatro ocasiones que las he cultivado he acabado teniendo que comprar tubérculos nuevos: sólo en la primavera de 2014 tuvieron relativo éxito. En aquella ocasión florecieron ya a finales de invierno y lo hicieron varias a la vez. A la siguiente temporada, replantando los tubérculos y añadiendo una veintena más, ni siquiera brotaron. Este año parecía repetirse lo mismo cuando, de repente, han empezado a aparecer algunas hojas sueltas y capullos. Esto me anima a seguir probando con ellas, pero soy incapaz de encontrar el término medio a sus necesidades. Con sus parientes las Anemone coronaria es mucho más sencillo. Otros intentos con ranunculáceas similares han sido un fracaso prácticamente absoluto y ya ni siquiera lo intento. Mejor seguir con las anuales o con las que han demostrado tener poca dificultad.

Isotoma axillaris
También este punto central del mes ha visto florecer a una más de las bulbosas plantadas desde otoño. Se trata de la Camassia leichtlinii, que ya tuvo éxito el año pasado, aunque dos de los tres bulbos se malograron durante su conservación y todavía llegué a comprar unos nuevos. Sólo ha florecido una, que como ya ocurriera el año pasado, se da mucha prisa en despachar a las flores, no llegando a presentar nunca una vara con varias flores a la vez. Del resto de bulbos espero poco más, pues a estas alturas no han florecido los últimos narcisos que quedaban por hacerlo, los iris holandeses han empezado ya a secarse sin dar ni una flor y dos especies tardías, Hyacinthoides hispanica y Ornithogalum umbellatum, tienen pinta de que este año no repetirán aunque al menos tienen hojas que dejan claro que estar, están.

Phacelia grandiflora
Finalmente, abril también ha sido el punto de inicio de la floración de otro tabaco ornamental: Nicotiana mutabilis. Esta especie debe su nombre a la transformación que sufren sus flores, que se abren del todo siendo blancas, pero se tiñen de rosado a los pocos días. No tienen perfume y las flores son pequeñas, distribuidas de manera muy laxa, aunque el efecto que hacen todas juntas no resta belleza a la especie que, eso sí, parece necesitar obligatoriamente ser de un tamaño notable para que el conjunto de florecillas destaque. Al igual que el otro tabaco que cultivo, Nicotiana alata, no ha necesitado de una maceta muy grande. Su crecimiento lento durante el otoño se desató a partir de enero, cubriendo toda su superficie prácticamente en cuestión de días. En apariencia no llaman la atención de los insectos, o al menos de los que se ven durante el día, suponiendo que son plantas que en su zona de origen se valen de las mariposas nocturnas para su polinización.

jueves, 21 de abril de 2016

Primavera colorida


Tras las lluvias de comienzos de mes, abril se muestra radiante y cargado de flores de todos los colores. Flores que, por supuesto, llaman la atención de multitud de insectos.

El vídeo comienza con un plano general del contenedor, donde se observa la multitud de especies que coinciden en floración estos días, algunas de ellas con casi dos meses de actividad a sus espaldas. Observamos al crisantemo Glebionis coronaria y a la segunda espuela de caballero en flor, que unen sus colores en el lado izquierdo del contenedor. Más abajo vemos al infalible alhelí de Mahón, una pequeña anual con un largo ciclo de floración. Entre ambas alturas comienzan a despuntar las Briza maxima, una de las pocas gramíneas que cultivo, con espigas colgantes.

En las macetas vecinas florecen los eneldos, mientras que más allá, en el compendio de anuales que comparten sitio en un apretado grupo de tiestos, especies como la Gilia capitata atraen la curiosidad de las abejas. A su lado, las Linaria nevadensis 'Grenada Sol' llegan a su máximo final y las flores, curiosamente, cambian su tono púrpura por uno más rosado. Comparten maceta con una florida Gilia tricolor y una clavellina híbrida Dianthus 'Rainbow Loveliness', de pétalos desflecados.

En las distintas macetas observamos claveles como el Dianthus plumarius, tabacos como el perfumado Nicotiana alata y los siempre floríferos Oxalis articulata. Las Phacelia tanacetifolia comienzan su floración, así como otra clavellina, nueva para este año: Dianthus amurensis. En su misma maceta, otra novedad: Anagallis monelli, una pimpinela de color azul y flores más grandes.

Posteriormente, vemos flores de la bulbosa Camassia leichlinii, la herbácea australiana Isotoma axillaris, la pequeña Anemone blanda y otro ejemplar de Dianthus plumarius. Vuelta al contenedor y observamos un grupo de capítulos de aciano sobresaliendo entre el resto de especies; a su lado, aunque más abajo debido al empuje del viento, florece la umbelífera Bupleurum rotundifolium. Otra apiácea, el cilantro (Coriandrum sativum) florece en una maceta cercana, así como las duraderas Arctotis fastuosa.

De vuelta a las Anagallis monelli, observamos a la abeja roja trabajando sobre ellas, apretando los estambres contra su abdomen para pegar el polen que se llevará como sustento. Algo más abajo florecen por primera vez este año las Nemophila maculata, y las flores de un rábano atraen a los sírfidos, en este caso Eupeodes corollae, con su aspecto que imita a una avispa, y Eristalinus taeniops, de llamativos ojos rayados de colores. Muy cerca de allí florece en una maceta una amapola de California.

Para finalizar, otro plano del contenedor nos muestra el contraste entre el naranja de, nuevamente, las amapolas de California, y el rosado de las grandes flores de Agrostemma githago 'Milas'. Recorremos distintos puntos de la terraza para conocer a especies como Cuphea 'Firefly', Saxifraga stolonifera, Lavandula pedunculata y las conocidas Cosmos bipinnatus. Cierra el vídeo una blanquita de la col, la mariposa más frecuente en la terraza.

lunes, 18 de abril de 2016

Gilia capitata, un cúmulo de florecillas

Gilia capitata
Me he aficionado estos últimos años a las mezclas de semillas. Son baratas y las encuentro en los supermercados de origen alemán que tenemos en España -los LIDL y los ALDI- en los cuales uno se beneficia enormemente de esa cultura europea del jardín que tanto flojea en nuestras tiendas más allá de los accesorios y mobiliario. Cada primavera, ambas tiendas suelen sacar a la venta, entre otros formatos, pequeñas cajas o botes con un contenido de 100 gr. de semillas variadas. Uno al principio no sabe por dónde empezar, pero lo cierto es que el número de especies tiene una limitación asumible y acabamos por reconocer a la mayoría de semillas a simple vista, que siempre suelen ser especies tradicionalmente cultivadas en jardines de clima templado de todo el mundo.

No todas las semillas se distinguen fácil. Las muy, muy pequeñas tienen que tener algo que destaque. Las de amapola, por ejemplo, tienen forma de riñón, y las de amaranto son esféricas y brillantes. En cambio, sería imposible diferenciar entre semillas de linarias. No obstante, con el tiempo uno puede afinar y obtener lo que quería sin tener que comprar algunas especies por separado y gastar más dinero. Y ahí es donde comienza la experiencia con la planta que protagoniza la entrada.

Gilia capitata es, como su pariente Gilia tricolor, una anual norteamericana muy popular. La venden prácticamente todas las tiendas de semillas europeas y estadounidenses y es tan fácil de cultivar como su congénere. En las mezclas de semillas que he ido adquiriendo se afirma que va incluida, aunque a veces erróneamente catalogada como Gilia leptantha, error cuyo origen desconozco ya que incluso al buscar este nombre en Google encontramos fotos de Gilia capitata; la verdadera leptantha tiene, en realidad, flores individuales y rosadas y no los cúmulos de flores azuladas de la otra.

Dos cabezuelas muy juntas
En 2015 ya intenté separar alguna semilla de Gilia capitata de estas mezclas. Lo hice sólo basándome en que sería una semilla pequeña de silueta triangular y textura rugosa. No acerté en absoluto dado que la planta que salió de aquel primer intento fue una Clarkia unguiculata, que agradecí igualmente. Esta especie, curiosamente, la he vuelto a sacar este año separando a ojo semillas de una mezcla, a riesgo de confundirlas con las de Clarkia amoena, bastante parecidas aunque algo mayores. Para asegurarme que separaba bien las de Gilia capitata, volví a mirar bien las fotos que encontré en internet y su parecido con las de Gilia tricolor, de las cuales guardo semillas bien separadas. En lo único que se parecen es en el color dorado y la textura rugosa, pero en Gilia capitata las semillas son ovaladas, con un extremo ocasionalmente puntiagudo, mientras que las de Gilia tricolor son algo menores y tienen en su mayoria un aspecto reniforme, con la curvatura más o menos cerrada. Esta vez acerté y ya con las primeras hojas verdaderas, allá por octubre, verifiqué que estaba cultivando a las capitata.

Luego ha habido que tener paciencia. Las Gilia tricolor no han parado de florecer desde febrero, pero las capitata todavía empiezan a abrir flores ahora, a mediados de abril. La cabezuela que sostiene las flores comienza a desarrollarse pronto y ve pasar las semanas casi invariable hasta que abre la primera florecilla. La espera vale la pena, pues las plantas se cubren rápidamente de flores. Éstas tienen una forma muy ligeramente similar a las de su pariente, con estambres sobresalientes y pétalos de un sólo tono, un color azulado similar al de los linos aunque más cerca del azul. Las agrupaciones casi esféricas de flores suponen un reclamo para los insectos, que las han descubierto enseguida y están sacándoles provecho. Espero que esto se traduzca en una buena producción de semillas y no haya que andar más con la lupa y las pinzas separando a ojo las de esta planta tan vistosa. Una futura imprescindible en la terraza, sin duda.

jueves, 14 de abril de 2016

Un trabajo bien hecho


Los insectos polinizadores y las flores son uno de los mayores ejemplos de evolución conjunta que existen en nuestro planeta. Los insectos llevan alrededor de 400 millones de años sobre la tierra, y las angiospermas -las plantas con flores- empezaron a aparecer hace unos 140, a principios del Cretácico. Unos y otros han ido moldeándose simultáneamente, se necesitan. Traer un pequeño trozo de esa larguísima historia a nuestro rincón con flores es siempre una experiencia bonita y que, en mi opinión, aumenta el valor ornamental que obtenemos del cultivo de plantas con flores por el simple hecho de su belleza. Verlos interactuar no sólo es interesantísimo, sino que además nos ofrece las mismas ventajas a ambos: a ellos, los insectos, les estamos dando sustento, al tiempo que aseguran que nuestras plantas anuales y otras herbáceas produzcan semillas haciendo circular los distintos tipos de polen por todo nuestro grupo de flores.

Núcula de Cerinthe major
Este año he hecho especial hincapié en cultivar plantas que aúnen un aspecto agradable -evidentemente para mis gustos- y que sean del agrado de los insectos. No obstante, las mayores sorpresas han resultado ser otras plantas que no esperaba que fuesen a tener tanto éxito entre los visitantes alados de la terraza y otras, incluso, que no había visto estar antes tan demandadas por las abejas, principales polinizadores del lugar aunque no los únicos, pues las avispas, moscas, mariposas y algunos escarabajos y quizá hasta los chinches de colores también realizan su parte.

Entre esas plantas que han resultado llamar más la atención de lo esperado se encuentran las linarias. A la Linaria reticulata la llevo cultivando con esta tres primaveras y nunca había observado que resultase tan irresistible para las abejas: las primeras en explotarlas fueron las Anthophora plumipes, protagonistas indiscutibles de estas primeras semanas de floración del año y que seguramente habrán propiciado que muchas plantas estén repletas de semillas. Junto a la Linaria maroccana, estas abejas y las siempre eficaces Apis mellifera fueron encadenando visitas a las siguientes plantas de su agrado que fueron floreciendo, como las Salvia viridis en el caso de las Anthophora o las borrajas para ambas, flor que sí entraría en la categoría de "altamente recomendada para abejas" y que sólo especies hábiles pueden aprovechar. Y es que, precisamente parece que la combinación de especies muy atractivas hace que las abejas dediquen algo más de tiempo a investigar la terraza y sacar provecho de muchas plantas distintas. He comprobado que en invierno y verano, épocas en las que menos insectos se ven, las pocas flores que quedan no atraen a demasiados insectos. En cambio, un áster en septiembre o un girasol en diciembre rompen con esta característica. Incluso las caléndulas este invierno fueron foco de atención para las abejas comunes y para la veloz esfinge colibel.


Gracias a esta asociación de plantas atractivas para insectos, nuestra producción de semillas de anuales para resembrar en próximas temporadas o compartir con otros cultivadores sale enormemente beneficiada. En la entrada destaco dos especies: la Cerinthe major, planta que en principio creía que no tendría problemas para dar semillas, dado al buen número obtenido el primer año (2014) y que sin embargo fue una decepción cuando a la siguiente temporada, con más plantas, no dieron ninguna. Este año la especie ha sido colocada de nuevo junto a su pariente la borraja y su poder de atracción todavía sigue activo a día de hoy. Parece que la Anthophora plumipes esté hecha para ella, a falta de encontrar otras especies en las que es experta, como Pulmonaria o Symphytum -ausentes en Cullera y que no descarto cultivar en un futuro-, de la misma familia y flores también tubulares. Esta abeja no sólo llega a los nectarios con su larga lengua, sino que es capaz de agarrarse a una flor y vibrar con sus alas para que el polen le caiga encima. Los resultados ya se están viendo, y la planta comienza a mostrar varias núculas, el fruto similar a una nuez que suelen producir las boragináceas, de aspecto cónico, negro y brillante en esta especie. El procedimiento de la abeja con esta planta lo observamos en el primero de los vídeos de la entrada.

Aquenios de Dimorphotheca sinuata
También las Dimorphotheca sinuata están produciendo una cantidad de semillas nunca antes vista. Cultivé las primeras en verano de 2014 y en el posterior invierno-primavera de 2015, repitiendo la experiencia para el invierno siguiente, aunque la floración se extiende mucho más (aún hoy parece quedarles cuerda para rato). En todas las ocasiones anteriores, las plantas produjeron semillas y de hecho los primeros ejemplares en florecer esta temporada, aún en diciembre, son autosembrados; no obstante, la cantidad de aquenios, el fruto que contiene la única semilla en una compuesta, era ridícula. Esta primavera son montones las cabezuelas que maduran con un aspecto como el de la foto, llenas de aquenios alados apretados en lo que fue el disco floral y rodeados de otros en forma de cuernecillo que se generan en las flores liguladas. Quién ha sido el responsable de este éxito lo desconozco, pero hay que tener en cuenta que las flores de tipo margarita atraen todavía a más tipos de abeja, en especial a aquellas que sólo pueden llevarse el polen pegándolo directamente a la vellosidad de su cuerpo, algo que tienen fácil en los discos florales planos de las asteráceas. También las moscas y otros insectos disfrutan de estas plantas.

En los siguientes dos vídeos se recogen varios momentos en los que se observa trabajar a las abejas, En el primero de ellos se suceden diversas tomas a cámara lenta donde observamos primero a las abejas comunes en pleno frenesí con las amapolas de California, que debido a un amanecer nuboso habían tardado algo más en abrirse, haciendo perder la paciencia a las laboriosas obreras. Posteriormente se observa a la Rhodanthidium sticticum, primero en una Cosmos bipinnatus donde puede recoger tranquilamente el polen con su abdomen, característica común a las abejas de la familia Megachilidae; finalmente, otro ejemplar aprovecha su experiencia en abrir la corola labiada de un Anthirrinum majus para recolectar a escondidas su ración de alimento. Estas abejas están teniendo también este año su mayor afluencia en la terraza.


En el último vídeo, sobre estas líneas, se observa nuevamente a una Anthophora plumipes hembra trabajando, esta vez a cámara lenta y sobre unas linarias. La combinación de factores, esto es, la grabación a alta velocidad y la recolección más pausada de las hembras de esta especie permite apreciar con detalle cómo realiza sus aproximamientos a las flores, con su enorme lengua retráctil. Fue un gran descubrimiento encontrar que esta compacta sumergible que compré el año pasado -Nikon AW130- también pueda grabar vídeos a 120 fps, aunque se echa de menos que no lo haga al menos en HD (720p en 16:9) en lugar de sólo VGA (480p en 4:3) cuando ya existen hasta smartphones que lo hacen, Confío en que en pocos años ya habrá cámaras que incorporen esta característica como algo habitual. De momento, hay que conformarse con unos vídeos de menor resolución que sin embargo no quedan del todo mal si se consigue grabar a los insectos de cerca.

miércoles, 13 de abril de 2016

Flores de abril

Clarkia unguiculata y Gilia capitata
Abril avanza y la variedad de flores, como es obvio, no deja de crecer. Las lluvias se fueron el pasado día 8, y si bien el domingo 10 hubo un breve episodio que dejó un poco más de agua, parece ser que el límite se encontraba justamente en mi ciudad, Sueca, y Cullera no recibió ni una gota a pesar de que las lluvias se extendían sobre varios kilómetros de la región costera valenciana. Además, estamos experimentando ya una subida de temperaturas propia de la primavera y los valores máximos se van situando con frecuencia sobre los 20ºC. Estamos en abril y es, al fin y al cabo, lo que toca. Los problemas vienen cuando las lluvias no quieren regresar y los vientos secos y cálidos que soplan desde el interior de la península empeoran las cosas, pero de momento este año todavía no hemos tenido ningún episodio importante de poniente salvo quizá los primeros días de enero, en los que las temperaturas máximas eran idénticas a las actuales. Lo que son las cosas.

Thymophylla tenuiloba 'Golden Dawn'
Como viene siendo habitual, las principales protagonistas en estos días son las plantas anuales. Son numerosas, variadas y fáciles de cultivar, y la inmensa mayoría de ellas comparten un mismo destino desde que fueron sembradas en otoño, o en invierno los casos más extremos. Siempre destacan las novedades que uno espera, no sin ser menos emocionante el regreso de especies que ya fueron cultivadas con éxito anteriormente. Quizá de algunas, eso sí, esperaba un despliegue mayor. Este es el caso de las Phacelia tanacetifolia, de las que apenas he sacado adelante tres plantas, dos en el contenedor y una en maceta. Están empezando a florecer todas a la vez y nada tienen que ver con los enormes ejemplares del año pasado que se superponían al resto de plantas. Esta vez se han quedado pequeñas en un rincón, con buena altura, sí, pero casi sin hojas. Al año que viene trataré de ser más generoso, pues tengo una cantidad de semillas -que supongo que aumentará este año- que permite holgadamente obtener montones de ejemplares. Eso sí, el tamaño que pueden alcanzar es lo que acaba limitando su presencia en la terraza. Tan aisladas han quedado este año que ni las abejas parecen prestarles una atención especial respecto a otras plantas.

Nicotiana alta 'Grandiflora'
Con otra vieja conocida ha ocurrido justo lo contrario. El tabaco de olor Nicotiana alata 'Grandiflora' se fue sembrando solo el otoño pasado a partir de semillas caídas, y a un par de ejemplares los separé en sendas macetas. El primero ya estaba floreciendo hace un mes, mientras que el segundo lo extraje de una maceta con plantas pequeñas donde éstas corrían el riesgo de verse sepultadas por las grandes hojas del tabac; lo coloqué en una maceta más o menos mediana (unos 22 cm. de diámetro y casi lo mismo de profundidad), introduciéndolo dentro de un cubo del mismo diámetro para evitar la pérdida de agua durante esos primeros días en que las raíces deberían aferrarse al nuevo medio -aunque se ha quedado ya indefinidamente- y a semisombra en la pared este de la terraza. Finalmente, cuando hice algo de sitio en el rincón trasero, lo coloqué allí. Sorprende el tamaño que ha alcanzado en tan poco sitio, superior al de los ejemplares originales que el año pasado crecieron en una maceta de unos 32 cm. de profundidad: las hojas son tan grandes que no dejan ver la maceta que hay debajo. La floración, que aumenta sin parar estos días, es igualmente impresionante. Más de una docena de sus blancas flores se desperezan cada atardecer emanando su delicioso aroma.

Phacelia tanacetifolia
La foto que encabeza la entrada muestra el contraste ofrecido por la combinación de dos anuales muy distintas, pero procedentes del mismo continente, Norteamérica: la ya mostrada con anterioridad Clarkia unguiculata, de flores rojas que poco a poco empiezan a convertirse en vainas de semillas, y la Gilia capitata, de flores azuladas apretadas en una panícula casi esférica. Sobre esta última, que cultivo por primera vez este año, habrá una entrada en breve.
La segunda de las novedades en esta entrada es la pequeña margarita amarilla Thymophylla tenuiloba 'Golden Dawn'. Se trata de una especie originaria de Texas y zonas adyacentes de México. Es una anual pequeña tolerante al calor y falta de agua, algo que siempre resulta interesante en una región como esta. No esperaba verlas florecer tan pronto debido al escaso desarrollo que presentaban. De hecho, si uno ve el tamaño de las plantas de donde han salido las flores pensaría que son ejemplares sembrados hace poco más de un mes. Lo cierto es que llevan en la misma maceta desde octubre y ninguno de ellos debe superar los 7 cm. Las cabezuelas son pequeñas y de momento no buscan mirar hacia arriba como esperaba, sino que los largos tallos sobre los que se sustentan caen hacia todos los lados de la maceta, entremezclándose con las plantas vecinas. Es la primera de varias especies de margaritas amarillas que he ido sembrando este año a fin de encontrar la más sencilla y prolífica, de cara a futuras combinaciones de anuales.

Salvia hispanica
Más rápida todavía ha sido la siguiente planta, la chía (Salvia hispanica). La sembré en enero y ha necesitado sólo tres meses para empezar a florecer. Se trata de una planta que se ha hecho popular como complemento alimenticio novedoso, exótico y con características nutricionales fuera de serie. Cierto es que contienen una gran cantidad de omega-3, fibra y proteínas, pero no mucho más que otros alimentos en la misma proporción -pescados y legumbres, respectivamente- que tienen, digamos, un consumo más extendido y sencillo: las semillas de chía son pequeñas como las de la mayoría de salvias y comer grandes cantidades sería, además de carísimo, un poco incómodo. Precisamente gracias a esta popularidad conseguí unas pocas semillas y probé a sacarlas adelante dado que la planta parecía tener un aspecto interesante. Se trata de una salvia con hojas acorazonadas y flores un tanto pequeñas sobre espigas similares a otras lamiáceas. El aspecto y colorido es muy similar a las de Salvia farinacea, pero además de ser menores están muy separadas entre sí y se deterioran pronto. Quizá dándole más espacio podría conseguir una planta que, al ser mayor, produjese muchas más espigas de flores. Se intentará a la próxima temporada. Como ya he comprobado con otras salvias mexicanas (coccinea, patens o la mencionada farinacea), estas salvias neotropicales no suelen llamar la atención de los insectos como sí hacen sus parientes del Viejo Mundo.

Bupleurum rotundifolium
Pasamos ahora a una umbelífera: Bupleurum rotundifolium. Las semillas de esta planta venían en una mezcla de anuales y, aunque al principio me parecía que su morfología la hacía más adecuada para combinar con plantas mucho mayores, decidí colocarla en el contenedor con plantas de todos los tamaños y resultó ser un acierto. Las semillas las tenía ya desde primavera de 2014 y parece que son algo caprichosas para germinar. No he conseguido que lo hagan por el método del papel de cocina húmedo en recipiente hermético, y los dos ejemplares que obtuve en otoño salieron después de un tiempo de depositar semillas en vermiculita. Al cabo de un tiempo, ya pasados a tierra, uno de ellos fue totalmente devorado por los caracoles. El restante tuvo suerte y se pudo beneficiar de la malla que coloqué a fin de evitar más desastres. La planta crece formando un tallo recto con hojas perfoliadas -"perfoliada" es, precisamente, un nombre que recibe la especie-, esto es, sin pecíolo y abrazando el tallo desde su base. La floración consiste en una ramificación que sostiene varias umbelas con brácteas grandes y puntiagudas que alojan en su interior a las diminutas flores amarillas, rodeadas también de una mancha amarillenta. Esta apariencia me recuerda a la de una Euphorbia, siendo distinta y más llamativa en su floración que otras Bupleurum que ya conocía del monte de Cullera y que tienen sus diminutas flores suspendidas sobre pecíolos. También, a diferencia de aquéllas, la B. rotundifolium es anual. El viento ha hecho que se doble, cosa que acaba pasando todos los años con las plantas más altas.

Phalaris canariensis
Finalmente, la última planta de esta entrada responde a una búsqueda de plantas que pueden tener un aspecto llamativo si se las combina con otras flores y además son fáciles de encontrar. Si hace años comencé a cultivar linos a partir de las semillas que o bien se venden como "alimento sano" (semillas doradas, cuya planta no se diferencia en nada de los demás) o bien se encuentran en las mezclas de comida para aves de jaula (semillas de color castaño), este año se me ha ocurrido investigar si el alpiste (Phalaris canariensis) puede tener algún valor ornamental. Esta gramínea produce espigas con brácteas blancas y verdes superpuestas como un patrón escamoso. Es algo menor de lo que esperaba y esto significa que podría haber plantado más, ya que ni quitan sitio en el suelo ni las espigas destacan tanto habiendo tan pocas, además de haberse quedado por debajo de otras plantas. Ha sido, eso sí, la primera de las gramíneas que tengo sembradas que ha empezado a florecer. dejando para más adelante a las ya conocidas Briza maxima, de las que este año sí hay muchas más que el anterior.

sábado, 9 de abril de 2016

Unas esperadísimas lluvias


Abril comienza con sensaciones positivas. Desde que lloviese un poco en los últimos días de invierno, las precipitaciones han regresado durante cuatro días -casi seguidos salvo uno intermedio en que no llovió- dejando 26,3 mm en Cullera, casi todo acumulado el martes día 5. Eso es más que todo el mes pasado, y aunque no lloviese ya más en todo el mes, todavía sería el mes de abril más lluvioso desde 2011. Tan malas han sido las últimas primaveras que esta acumulación de lluvias produce una alegría sin igual, y más teniendo en cuenta que esto se produce después de un invierno históricamente seco, como si las lluvias estuviesen recuperando el tiempo perdido. Ojalá fuese así y tuviésemos, por primera vez en mucho tiempo, una primavera lluviosa y, puestos a soñar, un verano que continuase con esta racha.

En el vídeo se muestra, una vez más, el bullicio que produce la vuelta del sol tras las generosas lluvias. Podemos ver, en este orden, unas Gilia tricolor, anuales que están teniendo durante esta su mejor temporada en la terraza, con diversas plantas repartidas en el contenedor y en macetas: hasta las nerviosas abejas Anthophora plumipes las han empezado a encontrar interesantes, después de haber llamado la atención a otras especies de abeja. Damos un rápido vistazo a las Cosmos bipinnatus para pasar a conocer las primeras flores de este año de Dianthus plumarius, siendo el ejemplar de flores blancas y rojas el primero que ha florecido esta vez.

Damos un salto para pasar a descubrir una Salvia officinalis llena de flores que atraen a todas las abejas de lengua larga, como la Rhodanthidium sticticum y la ya mencionada Anthophora plumipes, especialista indiscutible en este tipo de flores. De ahí pasamos a los floridos cactus Mammillaria spinosissima y hahniana, de llamativas flores rosadas, y acto seguida dirigimos la vista hacia la planta que florece por encima de ellos: un Nicotiana alata de grandes flores blancas.

Nos introducimos en el contenedor donde observamos una densa masa de flores de la llamativa Schizanthus x wisetonensis, seguidas de una vista general de las flores que tiene por vecinas donde destaca el avanzado estado de las Linaria reticulata, que llevan floreciendo desde principios de febrero. Un poco más a la derecha, las blancas flores de la Omphalodes linifolia se siguen multiplicando.

Volvemos a asomarnos a las macetas de anuales y observamos que allí también despuntan las Nemophila menziesii, que comparten sitio con una nueva vecina: Gilia capitata. Esta especie de flores agrupadas en estructuras esféricas es, como su pariente tricolor, un imán para abejas, como bien demuestra el ejemplar de abeja roja que aparece investigándola. Observamos brevemente a las Nemophila blancas comentadas en la entrada anterior y pasamos al rincón trasero, donde los Allium neapolitanum son de las pocas bulbosas que todavía permanecen en flor. También cerca de allí aparecen las flores pálidas del Oxalis triangularis de hojas moradas.

Finalmente, volvemos al contenedor donde se destacan esta vez las flores de Convolvulus tricolor, las Consolida ajacis siendo visitadas por una laboriosa abeja y la multitud de capítulos amarillos y blancos de la Layia platyglossa.

viernes, 8 de abril de 2016

Y las Nemophila perdieron su color

Nemophila menziesii var. atomaria
Todos los años aparece alguna planta, anual para más señas, cuyo aspecto se desvía del que en principio cabría esperar de ella. Las mutaciones espontáneas son frecuentes en seres vivos de vida tan corta, donde la variabilidad suele manifestarse rápidamente generación tras generación siempre y cuando hayan disponibles varios linajes de ejemplares para favorecer la mezcla genética, pues las anuales, en muchas ocasiones, se bastan de ellas mismas para producir descendencia nueva. Este año he visto claveles blancos originados a partir de un único grupo de ejemplares de flor rosa -aparecerán en breve en una entrada dedicada a ellos- y a las caléndulas haciendo intentos, sin éxito, de producir nuevas cabezuelas a partir de los frutos en maduración de una cabezuela típica.

Nemophila menziesii blanca
Este año han sido las Nemophila menziesii las primeras en mostrar patrones atípicos, o quizá no tanto. La primera de ellas en manifestarse ha sido una planta con las flores del tamaño típico de la especie -de la subespecie nominal, para más señas- pero blancas en lugar de azules. Esto ya ocurrió el año pasado y no sería para nada descartable que la mutación se hubiera perpetuado desde aquel entoces. La gran cantidad de plantas apretadas que había la temporada pasada en el contenedor dificultó mucho la recolecta de tallos secos con sus cápsulas de semillas y la mayoría de las que obtuve las recogí de manera masiva, colocando una caja de plástico grande debajo de la mata de las Nemophila y otras plantas y, aprovechando la ausencia de precipitaciones, dejándola durante semanas para que se fuese llenando de las semillas que caían. Allí debieron ir a parar las semillas de las dos plantas de flores blancas a las que no les presté especial atención, Al usar esas semillas para el plantel de esta temporada, puede que o bien las flores blancas diesen semillas manteniendo sus características o, quién sabe, una planta de flores azules recibió polen de una planta de flores blancas y la mutación se impusiera.

Abeja en una Nemophila
El segundo caso es un tanto más curioso. Cultivo junto a las Nemophila menziesii azules las pequeñas 'Penny Black', un cultivar de la misma especie pero de flores pequeñas y de color oscuro, un púrpura tan apagado que las hace parecer negras. La idea sobre el origen de esta planta queda en manos de la suposición, puesto que muchas veces ni se hace referencia de ella sobre que se trata de una Nemophila menziesii, sino algo llamado, según algunas tiendas de semillas, "Nemophila discoidalis", nombre que no he encontrado como sinónimo válido en ninguna base de datos botánica. La deducción que uno hace es que es una mutación de la subespecie atomaria, de flores pequeñas, menos propensas a abrirse del todo y blancas con puntitos casi negros. Y eso es exactamente lo que ha aparecido este año en la terraza: unos pocos ejemplares con idéntico aspecto a una 'Penny Black' pero con flores blancas con puntos negros. Existen plantas cultivadas, generalmente perennes, cuyo aspecto distintivo sólo puede perpetuarse por reproducción vegetativa, ya que las semillas dan como resultado plantas más cercanas a la forma original. No sé si ocurrirá en anuales, pero al parecer en estas pequeñas Nemophila es lo que debe haber pasado, esto es, que de algún modo la configuración que hace posible el aspecto del cultivar 'Penny Black' ha sido sobrepasada por el aspecto normal de esta subespecie. Existe un cultivar de atomaria prácticamente idéntico a la forma original llamado 'Snowstorm'. muy parecido a las plantas que tengo ahora.

De la planta de flores blancas, aparecida esta vez en una maceta, está claro que guardaré las semillas bien identificadas para comprobar si son capaces de perpetuar su mutación. Lo mismo para los ejemplares de pequeñas flores punteadas, que también han aparecido en una maceta y serán más fáciles de controlar que las del contenedor, donde seguramente al perder los pétalos serán imposibles de distinguir. A las abejas parece no importarles este cambio y, como se ve en la foto, su interés también pasa por estas flores, que por lo general suelen ser de sus favoritas.

martes, 5 de abril de 2016

De marzo a abril


Nos encontramos en uno de los periodos más floríferos del año y las plantas atrapan nuestras miradas cautivándonos con su colorido. Qué mejor que hacer, nuevamente, unas cuantas tomas de vídeo que resuman lo más llamativo de la terraza durante estos días.

En el vídeo podremos observar, en este orden, uno de los grandes capítulos de la Arctotis fastuosa; a una incansable hembra de Anthophora plumipes utilizando su larga lengua para acceder al néctar de una planta adventicia, la Misopates orontium, de largos tallos y diminutas flores idénticas a los antirrinos; posteriormente, vemos a la misma especie de abeja libando en una Linaria maroccana. Unos delicados linos comunes crecieron a partir de semillas caídas en una maceta frente al contenedor y muestran su multitud de flores azuladas.

Pasamos al contenedor. Las amapolas de viento americanas destacan sobre las pequeñas flores de Gilia tricolor y Linaria reticulata; a un lado, aparecen las pequeñas y níveas flores de la Omphalodes linifolia. Finalmente, una toma ofrece una visión más panorámica de todas las pequeñas flores que comparten espacio en este punto, siendo visitadas por un frenético macho de Anthophora plumipes, que apenas necesita una fracción de segundo para sacar el alimento necesario que le puede ofrecer una flor.

Observamos el bello color azul de la Phacelia viscida y seguidamente pasamos a los tonos púrpura de las fragantes y duraderas Leucocoryne 'Andes'. Volvemos a dar un salto al contenedor para observar cómo una abeja roja se entretiene con el polen de un aciano, ofreciendo un contraste de colores explosivo. Pasamos al rincón más resguardado de la terraza, donde florecen los inmaculados narcisos 'Thalia' y las pequeñas campanillas inglesas. No muy lejos, el Oxalis articulata comienza su habitual espectáculo primaveral cargándose de florecillas rosadas.

Volvemos al contenedor unos días después y el sol ilumina a una espiga de espuela de caballero cargada de flores; la Omphalodes linifolia ha ganado también unas pocas flores más, al igual que las neguillas 'Milas'. El crisantemo silvestre, sin embargo, todavía está empezando a florecer. Volvemos a abandonar el contenedor para conocer a las salvias: la primera es la recientemente puesta de moda como alimento Salvia hispanica, la chía. La siguiente, la mucho más conocida Salvia officinalis. Sólo la segunda llama la atención de los insectos, con sus mayores flores cargadas de néctar. Finalmente, vemos cómo el viento tambalea a las Arctotis fastuosa y a las efectivas Vaccaria hispanica, de rápido crecimiento pero también apresurada floración.

lunes, 4 de abril de 2016

Inaugurando un nuevo abril

Omphalodes linifolia
Abril ya está aquí, y un año más la terraza lo recibe llena de flores. Las temperaturas son suaves -inferiores incluso a las de finales de marzo- aunque no tanto como el año pasado. Sería deseable, no obstante, que se mantuvieran como están un tiempo y no ocurra como en la temporada anterior, en la que la escalada de temperaturas sin vuelta atrás se produjo casi de sopetón a mediados del mes. También las precipitaciones han vuelto hoy, después de unas semanas de sol. De momento no son cuantiosas, pero se agradece que continúe lloviendo más allá de finales de invierno, y más con los años que hemos tenido en los que las primaveras fueron relativamente secas, con apenas unas pocas lluvias al inicio y al final de la estación.

Agrostemma githago
En los soleados días transicionales de marzo a abril, las protagonistas indiscutibles son las anuales. Viejas conocidas con experiencia de unos años, especies que este año he plantado en mayor cantidad debido a su éxito en su primera temporada y, por supuesto, las siempre esperadísimas especies que florecen por primera vez en la terraza. Son días en los que nos reciben flores de prácticamente todos los colores del arcoíris -menos el verde, que obviamente ya está presente en el follaje. A estas alturas no hay todavía especies que hayan comenzado su declive, si bien empiezan a vislumbrarse las primeras candidatas para ello: las Nemesia strumosa están ya formando sus cápsulas de semillas en forma de zurrón, y del mismo modo, las flores más tempranas de Linaria reticulata y Linaria maroccana se han convertido a su vez en cápsulas con simiente. No obstante, especies como estas dos pueden pasarse semanas produciendo semillas en las flores más bajas mientras todavía quedan flores nuevas abriéndose en el extremo de sus espigas. Lo adecuado, para evitar perder muchas semillas, es encontrar el momento en el que ya hay varias cápsulas abriéndose y quedan pocas flores arriba, sacrificándolas a fin de preservar la mayor cantidad de semillas posible. Para ello, además, es conveniente no guardar estas espigas en recipientes cerrados ya que las partes aún verdes pueden llenarse de moho y arruinarlo todo.

Bupleurum rotundifolium
El contenedor se llena estos días de especies que son apuestas seguras. Comienza el turno de plantas medianas a grandes, que si bien no crecen más despacio, sí suelen tomarse algo más de tiempo para florecer. Lo que más destaca desde lejos en el contenedor son las vistosas flores naranja de amapola de California, que este año están resultando ser un imán de abejas, y las grandes flores rosadas de las neguillas 'Milas', las cuales nunca se quedan en su sitio. Las planté en una posición más atrasada, pero no hay manera: en cuanto las flores aparecen y la brisa las mueve, se doblan hacia todos los lados. No son capaces de mantenerse derechas, alineadas con su propia base, sino que se curvan hasta que hacen tope con una planta cercana. Supongo que en la naturaleza -aunque este cultivar tiene flores mucho mayores que la variedad silvestre- crecen entre plantas mayores que ellas que las mantienen totalmente enderezadas. Para la próxima ocasión quizá sería buena idea mezclarla con plantas muy densas, como la mencionada amapola de California, que asegurase que todo el tallo está sujeto y sólo el extremo superior, con las flores, quede libre.

Clarkia unguiculata
Las otras amapolas californianas, Eschscholzia caespitosa, han acabado por no tener a la suerte de su lado. Hace mes y medio que apareció la primera y única flor y ninguna de las dos o tres plantas que se encontraban desarrollando flores volvieron a manifestarse. El problema es que la planta se queda en una talla muy reducida y sus compañeras más grandes le quitan luz: al año que viene, por tanto, descarto totalmente volverla a mezclar con plantas mayores y la mantendré en maceta, sólo acompañada por especies muy pequeñas o de follaje fino. Casi la misma suerte ha corrido la planta que aparece en la primera foto de la entrada: Omphalodes linifolia. Se trata de una boraginácea que tiene su origen en la región mediterránea, siendo autóctona en algunas regiones ibéricas. Sus montones de florecillas blancas llamaron mi atención y nada más encontré semillas a un precio razonable, las adquirí. Aquello fue bastante antes del otoño pasado, época en la que obtuve dos ejemplares que crecieron sin problema e incluso se salvaron de los ataques de los caracoles. Todo un mérito que se ha visto eclipsado por el crecimiento masivo de sus vecinas, que en cuestión de semanas han conseguido que uno de los dos ejemplares muera por falta de luz. El otro ha conseguido inclinarse hacia adelante y empieza a enseñar sus delicadas flores, que son morfológicamente muy similares a las de la nomeolvides china, aunque de un blanco inmaculado. Curiosamente, y a diferencia de otras boragináceas, las flores aparecen en cimas espaciadas y alternas en lugar de las típicas escorpioides.

Consolida ajacis
Dos margaritas de capítulos blancos y amarillos se unen también a las plantas de gran tamaño del contenedor. Ambas fueron cultivadas el año pasado, si bien sólo una de ellas en el contenedor. Se trataría de la Layia platyglossa, especie americana muy cercana a las Gaillardia que también tiene problemas para mantener su posición: la planta no llega a crecer totalmente recta, sino que emite un tallo central que durante su crecimiento se postra y apoya en el suelo. Así, creció en una posición tan mala, aplastando a otras plantas, que no me quedó más remedio que guiarla hacia el borde trasero del contenedor para apoyarla en la pared. No parece haberle importado mucho y lo demuestra floreciendo sin parar. En el otro extremo se encuentra el crisantemo Glebionis coronaria var. discolor. Tenía mis reservas a la hora de plantarlo en el contenedor: las plantas de donde recogí las semillas iniciales, en una huerta cercana a casa, miden unos 175 cm. de alto. Estaba dispuesto a sacarlo de allí si se pasaba de tamaño, como ya hiciera con unas Mauranthemum en otoño cuyo ritmo de crecimiento me hacía perder espacio para otras plantas. No obstante, es de suponer que el crisantemo limita su tamaño según lo profundo que llegue la raíz central: así, el año pasado en una pequeña maceta tuve plantas de apenas 30 cm. de alto, y el del contenedor no ha llegado al metro. Además, la roseta no es demasiado grande y el tallo crece recto sin quitar espacio lateral, ramificándose sólo durante la floración.

Glebionis coronaria var. discolor
Las que sí han cumplido con las expectativas respecto a su altura han sido las espuelas de caballero. Partiendo de un lote de semillas de 2013 he obtenido montones de plantas que han dado a su vez cientos de semillas, que he ido usando de nuevo en las siguientes temporadas. El año pasado aparecieron varias plantas sin haberlas sembrado, de semillas caídas, y una de ellas alcanzó el récord de tamaño hasta la fecha, superando el metro de altura. Parece que, lejos de perder vigor, los ejemplares grandes se hayan impuesto a partir de pasadas varias generaciones. Así, los dos ejemplares de este año, uno lleno de flores y el otro a punto de abrirlas, superan holgadamente el medio metro de altura y asoman sin problemas entre las demás plantas de talla similar que las rodean. Ambos ejemplares proceden, precisamente, de las semillas de aquel gigante que apareció el año pasado. Esta temporada, en cambio, no han aparecido más ejemplares involuntarios, como sí ocurre con su pariente la arañuela, que prácticamente lleva tres años apareciendo espontáneamente desde que hiciese la primera siembra y tan sólo tengo que seleccionar y cambiar de lugar a los ejemplares que quiero agrupar con otras plantas.

Convolvulus tricolor
El estandarte del contenedor sigue siendo la Clarkia unguiculata de flores rojas que se erige desde el centro, actualmente con varias ramificaciones. Después de la breve experiencia del año pasado, es increíble lo prolífica que puede llegar a ser floreciendo, desarrollando ramificaciones que se llenan de flores rápidamente y que, además, tienen una duración en la planta bastante prolongada, algo que difiere bastante del comportamiento de otras especies de su género que cultivo. Eso sí, parece ser que la planta no tiene interés alguno para los insectos, que se pasan el día buscando alimento por las plantas de alrededor y en ningún momento se detienen a investigarla. Veremos si son capaces de dar semillas aún así: el año pasado guardé los tallos secos con las vainas de semillas pero todas ellas aparecieron en otoño agujereadas, presumiblemente por las larvas de algún tipo gorgojo diminuto que se encargaron de convertir todas las semillas en su fuente de alimento. Desconozco si se introdujeron cuando aún estaban en la planta o cuando las guardé dentro de casa para que se secaran.

Layia platyglossa con abeja
Un nivel más abajo encontramos plantas de talla menor, como los siempre alegres alhelíes de Mahón. Aunque los planté algo más tarde que el resto de pequeñas anuales y casi no lo cuentan por un despiste abonando con quelato de hierro, que les quemó algunas hojas, se han desarrollado un año más sin problemas y aparecen en varios puntos del frontal. Las primeras flores se abrieron hace un mes y medio y parece que todavía tendrán tirón para bastante más, dado que ni siquiera han comenzado a desarrollar las silicuas que contienen las semillas. No les ha ido tan bien a los alhelíes cuarentenos del contenedor, que quise probar si serían una buena adición para el grupo de flores de tamaño pequeño, pero el resultado no ha cumplido las expectativas. Se han quedado muy bajas y sólo un ejemplar ha dado flores simples, más apropiadas para combinar con el resto de especies de aspecto silvestre. Es más, este ejemplar es el que menos altura ha alcanzado. Habrá pues que limitarse a contemplarlos en macetas, donde tienen vidas largas y florecen durante periodos prolongados.

Malcolmia maritima
También en el nivel más bajo del contenedor ha encontrado su lugar este año la única Convolvulus tricolor que ha salido adelante. Esta vez los planté muy tarde y prácticamente ya no quedaba sitio para ellos, que acabaron en el lado de menos insolación durante el invierno. Apenas ha conseguido sobrepasar el reborde del contenedor, a diferencia de ejemplares de años anteriores que crecieron como plantas ascendentes de hasta 30 cm. de alto, muy ramificadas. Esto no ha sido óbice para que haya producido flores de gran tamaño, nuevamente del tono azulado-blanco-amarillo típico de la especie. En todos estos años sólo en una ocasión llegó a aparecer un ejemplar en cuyas flores el azul purpúreo es sutituido por un tono rosado. Al año que viene habrá que prestarle algo más de atención, pues una planta tan sencilla de sacar adelante y tan vistosa, especialmente combinada con las margaritas que crecen a la misma altura y se entremezclan con ellas, merece tener mayor representación.

Agrostemma githago
Los insectos siguen prácticamente igual que en la segunda quincena de marzo. La variedad de abejas ha descendido, pero no así su abundancia. Siguen, como siempre, mandando las Apis mellifera, que visitan casi cualquier flor que se les ponga a tiro; machos y hembras de Anthophora plumipes recorren incansablemente todas las flores tubulares donde encaje su lengua libadora, sean linarias o salvias; asimismo, también continúan aumentando las visitas de las anaranjadas Rhodanthidium sticticum, tan buenas aliadas para la polinización. Es presumible que estos días, de seguir las lluvias -esperemos que así sea- los insectos tengan que esperar un poco para obtener el preciado alimento que las flores les ofrecen. Tiempo habrá, de eso no hay duda.