sábado, 31 de diciembre de 2016

Adiós, 2016

Lablab purpureus en noviembre
Terminó el otoño, se alejaron las lluvias y pocos días después, con el invierno recién estrenado, toca despedir el año. Esta onomástica es tan sólo un asunto de calendario, pues en la terraza estos días transcurren como un mérito tránsito entre estaciones, encontrándonos ahora mismo en una fase relajada en la que tan sólo hay que ver a las plántulas crecer, pasar de semillero a maceta las que han tardado algo más en desarrollarse y ver a las bulbosas despuntar, asunto este que no se produce de manera homogénea ya que hay especies que brotaron en la primera mitad del otoño, como las Freesia, u otras que se dan mucha más prisa, como los Muscari, con especies que tienen ya hojas larguísimas y otras que están ahora mismo formando flores y que serán, por tanto, de las primeras novedades del año entrante.

Scabiosa atropurpurea
El año acabará con un llamativo resultado pluviométrico: 709,7 mm. acumulados, lo que lo deja en bastante buen lugar. Ni que decir tiene que prácticamente la mitad cayeron en las cuatro semanas que van del 27 de noviembre al 19 de diciembre, en tres episodios de tormentas notables como hacía años que no se veían. El otoño hasta entonces estaba siendo bastante parecido al del año pasado, con lluvias moderadas que dejaron una cantidad de precipitación acumulada aceptable. Curiosamente, en 2015 las lluvias se cortaron de golpe a principios de noviembre y no volvimos a tener unas lluvias decentes hasta marzo. Este año ha sido justamente lo contrario. Con ello, hay plantas que prácticamente no he tenido que regar en casi dos meses, contando ya con la humedad que todavía retenían desde las lluvias moderadas de octubre y noviembre. El aparente exceso de agua no ha sentado mal a la mayoría, más bien al contrario, si bien algunas sí se perdieron durante la primera mitad del otoño por la pudrición provocada por el acumulado de humedad.

Anchusa capensis 'Blue Angel' en abril
En cuanto a temperaturas, tampoco se puede decir que esté haciendo frío aunque al menos no estamos viviendo los cada vez más frecuentes días de otoño-invierno anormalmente cálidos. Apenas ha habido episodios de vientos secos o cálidos -no ya en las últimas semanas, sino en prácticamente todo el año- y las lluvias han ido refrescando paulatinamente el ambiente. Durante los próximos días, eso sí, se espera una bajada de temperaturas algo más acusada. Sea como fuere, el invierno en nuestra región no es el final de la temporada, sino el punto más cercano al pistoletazo de salida, pues aunque febrero suele ser el mes que da las temperaturas más bajas del año, también es el que da lugar al primer cambio significativo de tiempo, acompañado de las primeras floraciones que podrían llamarse ya primaverales. Este año, salvo incidentes, espero que la floración de las plantas sea algo más progresiva y escalonada, debido a que todavía a estas alturas sigo sembrando cosas que quedaron en el tintero o bien tuvieron algún problema en anteriores intentos.

Scabiosa atropurpurea 
Para acompañar la última entrada del año se adjuntan fotos de plantas no necesariamente pertenecientes a esta época: también algunas que se quedaron sin lugar en su día. Sí lo son las de las escabiosas, que tras su trasplante a principios de otoño y la gran ayuda que han tenido con la lluvia todavía no han dejado de florecer: la de flores oscuras lleva 8 meses consecutivos. La Lablab purpureus que encabeza la entrada floreció en noviembre; todos los años ocurre lo mismo, por pronto que la siembre: la planta no comienza a desarrollarse bien hasta finales del verano y la floración es muy tardía -el año pasado se alargó hasta diciembre- con lo que su duración es corta y nunca consigo que den legumbres con semillas. Este año, las lluvias de finales de otoño han acabado con ellas. La Anchusa capensis protagoniza la foto más vieja, pues es de principios de abril. Mi intención era añadirla a una de aquellas entradas que dediqué a las especies sudafricanas, pero no hubo más después de marzo. También pensaba que crecería algo más y no pasó del tamaño que tiene en la foto. Curiosamente, permaneció viva más allá del verano -incluso con varios días sin riego- y todavía llegué a trasplantarla en otoño mientras comenzaba a florecer de nuevo. Como la Lablab, las últimas lluvias acabaron con su vida. Tengo otra planta pequeña con un par de meses de vida y volví a sembrar más semillas para aumentar las posibilidades. Es una de tantas especies que me gustaría ver en el mejor de sus aspectos.

Sin más, desear a los lectores, seguidores y amantes de las plantas y naturaleza en general un feliz y próspero año nuevo lleno de vida, flores y alegrías.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Moscas en días cortos

Stomorhina lunata 
La llegada de noviembre supuso el cambio definitivo entre temporadas que se refleja, más que en el calendario astronómico, en el biológico. Las temperaturas empezaron a descender y con ellas, el número de flores e insectos. Hasta octubre todavía podían verse en la terraza las libélulas más tardías y otras especies de abejas que no fueran la abeja común, -todavía observada en un par de ocasiones este mes- como las Lasioglossum y las Anthophora. Son las moscas, como siempre, las que siguen apareciendo de manera puntual y con una variedad tal que todavía da para encontrarse con especies no registradas hasta ahora en la terraza. De hecho, durante noviembre todavía se observaron diversos sírfidos, que fueron la familia de insectos imperante desde que comenzó el otoño.

Pollenia sp.
Con las sucesivas tormentas que han ido cerrando el otoño, la variedad entomológica ha ido descendiendo drásticamente, quedando limitada, como otros años, a moscas pertenecientes a familias de costumbres necrófagas. Lo curioso es que varias de ellas eran especies que no conocía o conocía poco, y que han ido apareciendo en un pequeño punto de la terraza con dos plantas en flor, las sudafricanas Felicia amelloides y Crassula muscosa; es la segunda la que atrae en particular a mayor cantidad de moscas, que se ven tentadas por sus diminutas flores. En la Felicia, por su parte, muchas moscas acabaron en las fauces de una araña cangrejo que actualmente, al disminuir el número de flores, ya no soy capaz de localizar. No debe andar lejos, seguramente.

Stomorhina lunata 
Dos de las especies de moscas identificadas pertenecen a la misma familia, Calliphoridae, a la que pertenecen las habituales Calliphora y Lucilia, insectos frecuentes en la terraza todo el año. Estas dos especies dependen de la carroña para depositar sus huevos, pero las especies observadas estas últimas semanas tienen unos hábitos algo distintos. La primera de ellas, Pollenia sp., deja los huevos en la entrada de los túneles de las lombrices a fin de que sus larvas la parasiten. Destaca por el vello dorado de su tórax y el patrón a cuadros, como un damero, de su abdomen. La segunda, Stomorhina lunata, de la cual tenía fotografiada una hembra en diciembre de 2014, es una especie con un claro dimorfismo sexual en la que los machos presentan ojos de color rojo vivo y un abdomen bandeado negro y naranja que puede recordar a algunos sírfidos; las hembras, por su parte, tienen las bandas de color gris azulado y los ojos de un tono más apagado, grisáceo. Esta especie es originaria de África y sus larvas se alimentan de huevos de langostas y saltamontes. Los adultos de ambas especies mostradas parecen encontrarse a gusto con el aporte proteínico que les ofrece el polen.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Triple de agua y un otoño memorable

Assut de la Marquesa, Cullera, durante la crecida del río
Menudo final de otoño. Después de las tormentas de finales de noviembre con una réplica en diciembre sólo una semana después, las previsiones empezaron a ir apuntando tras otras dos semanas que se acercaba un nuevo frente que podía ser incluso más intenso que los anteriores. Las estimaciones poco a poco iban acercándose y cumpliéndose y, efectivamente, la tercera de estas tres tormentas casi sin descanso en estas últimas cuatro semanas consigue rebasar los límites alcanzados por las anteriores. El domingo 18 se acumulaba más agua que en el anterior máximo (los 82,4 mm. del lunes 28 de noviembre) con un total de 87,1 mm. recogidos. Con lo recogido hasta ese mismo día, diciembre ya superaba en acumulación al mes anterior y se convierte en el más lluvioso de 2016, sobrepasando a algunos de los meses que en los últimos años registraron lluvias más abundantes: septiembre de 2015 (185,4 mm.), noviembre de 2012 (223,8) y octubre de 2008 (285,8).


A esta serie de datos habría que añadir que, si bien los meses con más lluvia siempre son los de otoño, diciembre suele ser el menos propenso y el de menor acumulado, esto último salvo excepciones en años en que septiembre ha sido excepcionalmente seco. Seguramente sea la primera vez en mucho tiempo, si es que ha ocurrido antes -probablemente en 1989-, en que es el último mes del otoño el que se lleva la palma en cuanto a precipitaciones. El del año pasado, en cambio, fue excepcionalmente seco. Sí recuerdo fenómenos particularmente llamativos en estas fechas, especialmente el granizo del 11 de diciembre de 1995 en Sueca, que destacó no por su tamaño pero sí por su persistencia y los daños causados. En cuanto al global de otros otoños, este diciembre de 2016 tiene el honor de ir acercándose a los tres meses más lluviosos de los últimos años, todos ellos en septiembre: el de 2012, con 300 mm., el de 2009 con 350 y el de 2008, con unos todavía más impresionantes 420 mm.; dos de ellos contaron además con otros meses en el mismo otoño (octubre de 2008 y noviembre de 2012, concretamente) que superaron los 200 mm. Con el invierno que empieza hoy damos por cerrada la estación otoñal y podemos por tanto hacer la suma total: 604,1 mm., el 85% de toda la lluvia del año, lo cual no sorprende después de otros datos a la baja como el de junio, el primer mes en mucho tiempo que sufrió una ausencia total de precipitaciones.

Residuos de la crecida en la playa
Este episodio ha venido acompañado, además, de fuerte viento de gregal, un tanto peligroso para la terraza dado que es de los pocos que afecta de lleno a ésta debido a la ubicación de la casa. En principio no ha habido daños salvo algunos objetos rotos y trozos de plantas arrancados, pero hasta las más jovenes de este año que ya se encuentran creciendo al descubierto han resistido bastante bien. En la propia Cullera sí hemos visto árboles y ramas arrancados por el fuerte viento. Éste dejó de soplar con fuerza la tarde del lunes, momento en el que también las lluvias fueron remitiendo y tan sólo restaba esperar la crecida del río, tan espectacular como otros episodios de fuertes lluvias, el último de ellos en 2009. En la lista de reproducción de vídeos agregada se observan los efectos del temporal el martes día 20, ya despejado, en el río Xúquer (Júcar) a su paso por Sueca, Fortaleny y Cullera, así como el estado de la desembocadura del río y playas cercanas en Cullera.

Todos los datos referidos a precipitaciones en Cullera han sido obtenidos de la página web MeteoCullera http://meteocullera.webcindario.com/

jueves, 15 de diciembre de 2016

Una Linaria temprana y misteriosa

Linaria de aspecto intermedio
Como todos los otoños desde hace unos años, esta estación suele traer consigo el ajetreo de preparar las composiciones de plantas para el año próximo a base de siembras. Van llegando especies y variedades nuevas que en muchas ocasiones funcionan bastante bien y tomo nota para volver a repetir con ellas. Algunas ni siquiera hace falta preparar los semilleros a conciencia, pues basta con esperar a ver cómo empiezan a surgir por doquier plántulas a partir de semillas caídas, que pueden o bien dejarse en su sitio o bien aprovechar para repicarlas en otros puntos. Las linarias anuales funcionan de esta manera y ya la primera especie de este tipo que introduje, la Linaria reticulata, se va autosembrando desde hace dos años. El año pasado tenía decenas de ejemplares que dejé a su aire en el sitio donde salieron, pues ocupa tan poco espacio horizontal que nunca interfiere negativamente.

La temporada pasada conseguí introducir, tras un fracaso el año anterior, a su pariente la Linaria maroccana. El fracaso se resume en la pérdida de los pocos ejemplares que conseguían germinar y dejar de intentarlo por la escasa cantidad de semillas con que contaba. Lo repetí en otoño de 2015 y con apenas cuatro ejemplares obtenidos, la especie se dio particularmente bien y la floración duró semanas, meses, permitiéndome multiplicar por mucho la cantidad de semillas que tenía de la especie. Este año he plantado unas pocas que básicamente he repartido en macetas, pues en el contenedor germinaron tantas plantas con las primeras lluvias de otoño que prácticamente se ha llenado sin que haya tenido que intervenir y parece que hay varios ejemplares de esta especie y de reticulata. Sólo he añadido especies que faltaban y que habrá que ver si no han sucumbido bajo el rápido crecimiento de sus compañeras.

Las linarias autosembradas están yendo muy deprisa y no descartaba que alguna floreciese antes de acabar el año. Este 2016 las primeras se abrieron en enero-febrero y no iban ni de lejos tan adelantadas a mediados de otoño como las actuales. El resultado es que esta semana ya se ha abierto la primera, y no sé decir cuál es. Como se aprecia en la foto, el largo peciolo con pocas flores agrupadas en el extremo, siendo estas de color rosado (que no magenta) con el labio central amarillo, recuerdan a Linaria reticulata. Sin embargo, el color diluido y la forma prominente de los lóbulos superiores e inferiores siembra la duda de si no habrá de por medio genes de Linaria maroccana. Éstas estuvieron confinadas la primavera pasada al contenedor y esta planta ha aparecido en un recipiente apartado, ocupado por bulbosas. Semillas tan pequeñas pueden viajar sin querer incluso pegadas a mis dedos cuando estoy realizando labores entre las plantas, pero desde luego el especimen no deja de ser curioso. Tampoco me termina de gustar la idea de que las dos especies se hibriden con tanta facilidad -y visto lo visto este año, las abejas las visitan reiteradamente a una y a otra- puesto que al final acabaría perdiendo a las dos especies individualmente y nunca sabré si las semillas recogidas van a dar réplicas de éstas o híbridos de ambas.

Curiosamente no es la única linaria en flor ya que su pariente perenne la Linaria vulgaris, que incluso trasplanté en plena floración este mismo otoño, no ha dejado de florecer desde mayo. Lo que no he conseguido, en cambio, es que las semillas que recogí de su floración primaveral germinen.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Doble de agua

Araña cangrejo cazando en una Felicia amelloides 
Si el verano esperó a sus últimos días para dar el máximo de su particularidad más patente, el calor, que llegó casi a 40ºC cuando ya faltaban pocos días para el otoño, esta estación en la que nos encontramos parece que esté haciendo lo propio con las lluvias, su habitual seña de identidad. Si bien a finales de septiembre llegaron las casi siempre infalibles primeras tormentas, y octubre y noviembre tuvieron una presencia intermitente de precipitaciones, ha sido esta última semana entre noviembre y diciembre la que se lleva la palma. Basta decir que no llevamos ni una semana de diciembre y ya ha llovido más en lo que va de mes que en septiembre u octubre pasados -cada uno por separado, eso sí. Más de 270 mm. entre el último domingo de noviembre y hoy.

Era difícil imaginar que, tras unos años con lluvias bastante discretas, fuéramos a encontrarnos de repente con cosas como la curiosa coincidencia de tener dos lunes consecutivos con más de 80 mm. acumulados por día. Con esto, 2016 ya supera a 2015 en cuanto a precipitaciones recogidas. Lo que ha ocurrido es que se han dado las condiciones ideales para que una gran masa de nubes que llegaba desde el Atlántico fuese recorriendo el sur de nuestra península hasta acabar de nuevo situada sobre nosotros, en la costa mediterránea. Últimamente esto suele ser bastante raro y las nubes que vienen por poniente llegan desgastadas, si es que llegan, produciendo tormentas en el oeste e interior peninsular sin que nos afecten. Esta vez parece que la situación permite rememorar aquellos otoños de no hace tanto tiempo en el que las nubes cubrían los cielos durante días y se recogía una buena cantidad de agua. Es lo que he hecho yo, guardar toda la que he podido, aunque mucha se acabará perdiendo dado que me he llegado a quedar prácticamente sin recipientes donde almacenarla y sigue habiendo cubetas llenas hasta el borde en la terraza. Servirá estupendamente para mi propósito de no regar con agua calcárea a partir de ahora a fin de evitar problemas.

La tormenta anterior acabó remitiendo el jueves pasado, primer día de diciembre. Sin dejar de estar nublado, las lluvias empezaron a cesar la tarde del día anterior y finalmente terminaban cuatro días de lluvias que iban cayendo de manera repartida pero constante. Ya había llovido poco antes y no había regado las plantas durante la semana anterior, con lo cual, teniendo en cuenta lo que ha venido después, es posible que algunas macetas no vuelvan a necesitar agua hasta al menos dentro de un mes, especialmente los cactus y las suculentas, siempre y cuando dejase de llover ahora. Incluso habría que estar al tanto y revisar todas las plantas puesto que algunas podrían tener demasiada agua ahora mismo. De hecho, y esto más por un despiste mío, cuando trasplanté a una maceta grande los claveles Dianthus plumarius puse debajo un recipiente para retener el agua que no he retirado hasta hoy. El resultado: el agua acumulada en las reiteradas ocasiones en que ha llovido a acabado por pudrir los tallos de los claveles y sólo ha quedado uno. Las plantas podrían haber sobrevivido perfectamente otra temporada más ya que se encontraban en un estado excelente. Afortunadamente todavía hay varios ejemplares autosembrados por la terraza y podré regenerar poco a poco la mata. Ni que decir tiene que no he dejado ya ni una maceta con su plato debajo.

Con tanta agua y las discretas temperaturas, la actividad entre las plantas ha quedado bastante reducida. En la tormenta anterior ya ni siquiera tuve problemas con los caracoles, que voy eliminando pacientemente uno a uno, pero en esta ocasión han resurgido ejemplares muy pequeños que se han colado entre los barrotes de algunas rejas protectoras de plantas jóvenes y han llegado a destruir por completo plantas que llevaban dos meses de recorrido en la terraza y que además me cuestan bastante de germinar. Por otro lado, los únicos insectos que han ido apareciendo son moscas, todavía con interesantes ejemplares que no he identificado, y a merced de ellas prosperan las jóvenes arañas cangrejo que se están beneficiando ya de poseer su propio territorio de caza, como la Felicia amelloides, que este año ha comenzado a florecer muy pronto.

No habrá que dejar de que mirar a los cielos estos días, puesto que la extraña situación que estamos viviendo, con diversas perturbaciones atmosféricas sobre Europa, podría todavía dejar otro episodio de tormentas en lo que queda de año.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Unas lluvias importantes

Hojas de bulbosas y anuales espontáneas mojadas por la lluvia
La caprichosa meteorología, unida lógicamente al cambiante clima de estos últimos años, nunca deja de dar lugar a curiosas paradojas. Este 2016 estaba siendo, y seguramente así se vaya a quedar puesto que ya nos acercamos a su fin, uno de los más secos de los últimos años. Claro, que ello no significa que las pocas lluvias que puedan haberse acumulado lo hayan hecho repartidas entre unas pocas jornadas, provocando cosas como que este pasado 28 de noviembre haya acabado siendo el día con más lluvia recogida de los últimos cuatro años. También hemos tenido una primavera modeadamente lluviosa por el simple hecho de que llovió, aunque poco, en varias ocasiones, contrastando con las primaveras anteriores en las que la lluvia se presentaba apenas de manera anecdótica.

Precipitaciones sobre Cullera
Este pasado domingo 27 comenzaba a llover en Sueca por la mañana, con cierta intensidad y con precipitación en forma de granizo durante unos minutos, motivo que me preocupó bastante teniendo en cuenta que si ocurría lo mismo en Cullera, la integridad de algunas plántulas de apenas unas semanas de vida que tengo en la terraza corría peligro. Nada más lejos, y tras caer unos 30 mm. en una hora y producirse una espectacular manga marina frente a la costa suecana, en Cullera apenas habían caído unas gotas sin importancia. No empezó a llover a un ritmo consistente hasta cerca del final del día, tras una notable tormenta con actividad eléctrica, acabando con 3,6 mm. que continuaron creciendo con el inicio de la nueva jornada. Veinticuatro horas después, el día terminaba con 82,8 mm. recogidos. Hacía bastante tiempo que la lluvia no dejaba tanta agua en un sólo dia en Cullera. La última ocasión, el 28 de febrero de 2013, cayeron 79,2 mm., parte de ellos también en forma de granizo mientras me encontraba realizando tareas entre las plantas. Posteriormente a esta jornada de lunes, el martes 29, se recogen otros 36,8 mm. en Cullera. Hoy, ya en diciembre y primer día en que no ha llovido, parece que nos quedamos con 9,4 mm. más, que suman 181,4 para todo noviembre.

Bahía de Cullera al final de la tormenta
Se podría decir que la frecuencia de estos episodios de lluvias copiosas concluyeron aquel 2013, con su colofón a finales de agosto de aquel año, con más agua acumulada que ninguno de los meses posteriores hasta hoy a excepción de septiembre de 2015, y por poco. De hecho, para buscar el último día que se superó la cantidad caída este lunes habría que irse al 29 de septiembre de 2012, con unos espectaculares 220 mm. precipitados difíciles de superar. En aquella ocasión se produjo el último temporal de levante virulento de estos últimos años, con fuertes vientos que arrancaron ramas y árboles y dejaron encallados a dos portacontenedores en las costas de Valencia; en sólo cuatro días se recogieron algo más de 300 mm. en Cullera. No se ha vuelto a repetir nada así desde entonces. De hecho, el siguiente otoño fue el más seco en muchos años. Una de cal y otra de arena.

Esta pasada semana comenzó ya con lluvias y no había tenido que regar las plantas en varios días. En la anterior visita a la terraza desestimé recoger el agua de dicha lluvia en garrafas para dejar las bandejas y cubetas libres ante la prevista llegada de más lluvias, pero no lo hice y por tanto he perdido unos cuantos litros que podrían haber venido bien para ahorrar viajes a la planta de osmosis donde recojo actualmente el agua de riego a fin de evitar acumulaciones de cal y subidas de pH en el sustrato. La siguiente visita, en pleno día de lluvia, sólo constó de una revisión rápida -sin percances que lamentar-, vaciado de algunos recipientes plásticos con macetas y hasta el sembrado de unas pocas semillas aprovechando la tierra húmeda. Dentro de lo que cabe está siendo un buen otoño y espero que ello repercuta en la próxima primavera.