viernes, 31 de marzo de 2017

Pequeñas criaturas

Opsilia coerulescens
La llegada de la primavera es sinónimo de aumento del número de los pequeños seres que llegan desde el cielo y se dedican a investigar las flores en busca de una fuente de alimento. Además de las abejas, que siguen mostrando una preocupante ausencia y falta de variedad este año, unos pocos insectos más se pasean por la terraza y algunos de ellos lo hacen en tal cantidad que parecen residir allí durante estas semanas. Y no sólo insectos: también las arañas, por supuesto, aunque éstas sí son residentes genuinos y de muchas ya se esperaba una presencia notable debido a que durante el verano pasado estuvieron protegiendo sus nidos y algunos ejemplares ya eligieron sus pequeños territorios en otoño e invierno, como en el caso de las arañas cangrejo. Además, como siempre, bajo tierra permanecen las trabajadoras lombrices. De los caracoles, afortunadamente, cada vez quedan menos y el que se atreve a buscar comida entre las macetas acaba topándose con el fatal molusquicida. Una mejora casi definitiva que ayudará enormemente a las siembras otoñales sin tener que emplear métodos casi herméticos para proteger las macetas.

Cacoecimorpha pronubana
Abejas aparte, los himenópteros tampoco están siendo particularmente frecuentes. A las omnipresentes Polistes habría que añadir una visita fugaz de una Vespula -que también fueron vistas en alguna ocasión durante el invierno- y la presencia más estable de unas diminutas avispas del género Crossocerus. Éstas son más pequeñas e inquietas que las abejas Lasioglossum presentes estos días. Tienen cuerpos alargados, cabeza y ojos desproporcionadamente grandes y unas alas con tonos purpúreos. Han aumentado su presencia poco a poco y tienen la particularidad de ser fieles a un punto concreto, donde se las observa con frecuencia durante días y gracias a lo cual, a base de montar guardia, conseguí hacer alguna foto decente: pocas veces aguantan más de un segundo quietas en el mismo sitio, aunque no me vean a mí y a mi cámara. Es una especie cazadora de larvas de otros insectos, algo típico de su familia (Crabronidae) y en este caso en concreto son las larvas de pequeños dípteros las que sirven de despensa para su propia descendencia.

Crossocerus sp.
De mariposas ha habido un poco de todo, pero las especies diurnas parecen tremendamente desconfiadas cuando entran en la ciudad. En una misma mañana llegué a observar macaón, vanesa del cardo y esfinge colibel y ninguna de ellas estuvo más que unos segundos en la terraza; ni que decir tiene que basta dar un paso haciendo mención de acercarme a ellas y huyen despavoridas. Esto es algo que no comprendo dado el caso de que en el campo muchas veces permanecen tan quietas que consigo acercarme a ellas a menos de un palmo; además, de la esfinge muchas veces he obtenido fotos y vídeos mientras vuelan entre las flores y la vanesa de los cardos, el año pasado, me dejó hacer lo mismo aprovechando lo entretenida que estaba con las flores de la Buddleja davidii. Es probable que para sentirse más atraídas y seguras necesiten una gran superficie llena de flores de su agrado que, dicha sea la verdad, no existe en la terraza. Al final, la única mariposa que ha posado para esta entrada es la humilde Cacoecimorpha pronubana, una polilla cuya prole ataca a diversas especies de plantas, destacando entre ellas los claveles, aunque no he visto más que unos pocos adultos y ninguna oruga.

Discomyza incurva
Los escarabajos, abundantes en el campo, se prodigan muy poco por la terraza. No falta ningún año el cetonino Tropinota squalida, que acude a darse baños de polen de diversas plantas, especialmente asteráceas. Este año se añade a la lista de especies observadas el Opsilia coerulescens, un pequeño escarabajo longicorne que vive asociado a los Echium. Casualidad o no, es el primer año que en la terraza florece una especie del género -Echium candicans. concretamente- y la primera que observo a este pequeño escarabajo de color verde metalizado y largas antenas que volaba tan pronto como detectaba mi presencia, aunque no fue difícil que se quedase quieto evitando movimientos bruscos. Sólo fue visto esa única tarde.

Finalmente, y como viene siendo habitual, las moscas son las que copan el mayor número de especies y ejemplares presentes habitualmente en la terraza. Ha habido de todo un poco: las muy abundantes Calliphoridae (Calliphora, Lucilia) y las variadas Syrphidae (Eupeodes, Eristalis, Eristalinus, Episyrphus) son las familias más frecuentes, pero también ejemplares de otras familias como Trigonospila o la pequeña Discomyza incurva, una mosca de color negro y aspecto jorobado que se pasea tranquilamente por las plantas sin volar ni siquiera al tener cerca presencia humana. Al parecer esta especie pone sus huevos en los caracoles muertos, lo cual es lógico y vendrá bien teniendo en cuenta que antes de aplicar venenos simplemente ahogaba en agua a los ejemplares más grandes y quería conservar sus conchas como eventual lugar de cría para algunas especies de abejas megaquílidas que las utilizan para tal fin. No hay que olvidar nunca que, pese a su mala fama, las moscas son de los insectos más útiles en un amplio abanico de posibilidades, desde descomponedoras hasta polinizadoras.

jueves, 30 de marzo de 2017

De bulbos y rizomas

Sisyrinchium bellum
Durante el mes de marzo, las plantas que brotan de órganos subterráneos -y para afinar más, que pertenecen a la clase de las monocotiledóneas- han continuado su periplo florífero en la terraza. Sumando las que ya estaban floreciendo y las que tenían que empezar a hacerlo, marzo es cada año el mes que más variedades reúne en flor. Los narcisos tuvieron su mayor protagonismo en febrero, aunque algunas variedades aparecieron en marzo; los Muscari copan gran parte del mes, con los macrocarpum apurando las últimas flores -empezaron en enero-, los armeniacum floreciendo hasta mediados de mes y los latifolium, aunque es su primer año y no han sido demasiado espectaculares, todavía contaban con alguna flor estos días. Pasa lo mismo con los Iris germanica, que desde enero hasta hoy han ido dosificando las flores y con apenas cuatro floraciones individuales han ocupado todas estas semanas.

A. triquetrum y H. hispanica
Poco antes de la llegada de marzo, y solapándose con el final de la floración de los narcisos, comienzan los Allium triquetrum. Debo decir de esta especie que fui demasiado considerado con ellos y no hice caso de la advertencia, vox populi entre todos aquellos que los han cultivado alguna vez, de que son tremendamente invasivos. En lugar de limitarlos a una sóla maceta los dejé estar en otras dos más combinados con otros bulbos, probablemente porque no supe ya diferenciarlos de los Allium neapolitanum, que también se reproducen a un ritmo alto aunque en absoluto ocupan el mismo sitio que sus parientes y, por tanto, pueden dejarse en compañía de otras plantas sin problema. Los bulbos de Allium triquetrum son como los de cualquier otro ajo-cebolla pequeño, pero es probable que sean los que producen en proporción la mayor parte aérea al crecer. Las rosetas de hojas son mayores que las de los narcisos, cuyos bulbos a veces quintuplican el volumen de estos pequeños ajos. Por ello y por la facilidad de reproducirse vegetativamente, los triquetrum acaban alfombrando la superficie de allá donde se encuentren y empiezan los problemas con sus vecinas. Para finales de verano intentaré extraerlos todos de la maceta que comparten con narcisos y muscaris, aunque probablemente implique mover de sitio a los narcisos 'Tête-à-tête', que por su talla mediana quedan mejor en el centro mismo de la combinación. En la otra maceta donde hay exceso de triquetrum también hay mezclados neapolitanum, lo cual va a complicar las cosas. Los bulbos apenas se diferencian y es probable dejarse alguno, con lo que la forma más drástica sería sacarlos todos, plantarlos en una maceta sólo para ellos y un año después, separar a conciencia las dos especies una vez vistas sus hojas y flores.

Hyacinthoides non-scripta
Puntuales con el calendario han aparecido otras parientes de los ajos, las chilenas Leucocoryne 'Andes'. Probablemente se trate de una de las mejores bulbosas con las que cuento. Tras adquirirlas en primavera de 2015, hubo que esperar a que se acostumbraran a su nuevo emplazamiento climático -teniedo en cuenta que venían de Holanda- y para el otoño del mismo año ya empezaron a crecer de manera acorde a las estaciones. La floración de 2016 fue espectacular, pero la de este año ha sido incluso superior. Cada planta ha generado un tallo con 4-6 flores de excepcional perfume, y el número final de plantas ya debe superar los diez ejemplares originales que probablemente habrán aumentado a base de reproducirse vegetativamente, Todo ello en una maceta tipo cuenco que apenas cuenta con 10 cm. de profundidad; y es que, todo hay que decirlo, a pesar de las grandes flores con las que cuenta la especie, los bulbos y hojas son verdaderas miniaturas. Todo un acierto, sin duda. Es una pena que no haya facilidad para obtener otras especies de este género, las cuales seguramente funcionen tan bien como la ya presente.

Leucocoryne 'Andes'
Este año también los Hyacinthoides hispanica se han sumado a la fiesta. El año pasado prácticamente no florecieron aunque formaron rosetas de hojas perfectamente normales y los bulbos aparecieron en perfecto estado cuando removí la tierra en algunos puntos. Debe ser sin lugar a dudas una de los bulbosas con mayor tolerancia a la tierra húmeda, ya que muchos de ellos están plantados con otras especies perennes que requieren de varios riegos semanales todo el año, sin que los bulbos, carentes además de una piel protectora, se vean afectados. No sólo han florecido más y mejor este año, sino también antes que nunca, con varias flores abiertas en marzo. Por otra parte, su especie hermana Hyacinthoides non-scripta se ha quedado sin efectivos en la terraza, con lo que seguramente intentaré adquirir más bulbos al finalizar la temporada. Originalmente esta especie nunca la planté junto a su pariente con tal de no repetir en un mismo emplazamiento dos plantas tan parecidas. La decisión resultó ser un tanto desacertada ya que la planta es tan pequeña y tardía que no es capaz de florecer bien entre otras bulbosas mayores, con lo cual separé los ejemplares restantes este otoño -dos- colocándolos en una maceta. Una vez han florecido, compruebo que uno de ellos no es non-scripta sino hispanica, y probablemente ya viniese errado al adquirir los bulbos originales. Para el año que viene pienso que será más acertado plantarlas con los narcisos 'W. P. Milner' y quizá con Fritillaria meleagris e incluso Muscari latifolium, que parece ser el más tardío de todos. Todos ellos son plantas de tamaño similar: en efecto, los Hyacinthoides non-scripta tienen rosetas de hojas menos densas que las de hispanica y las espigas florales son más pequeñas. Éstas crecen sobre un tallo que se arquea en el extremo y tienen una forma más tubular, quedan colgantes y los extremos de los pétalos se curvan hacia atrás en mayor medida que los de sus parientes.

Allium neapolitanum
Durante marzo también han florecido varias bulbosas sudafricanas: las Freesia híbridas y una Sparaxis tricolor, que aparecieron en una entrada anterior, y las Freesia laxa, que aparecerán en otra entrada dedicada a las flores procedentes de esta región. Algunos tulipanes han hecho el intento de florecer, y si bien han aparecido hojas de todas las especies presentes en la terraza, salvo que ocurra algo excepcional este año pasará en blanco para ellos, ya que los que han producido flores las han perdido antes de abrirlas. Misma historia para los Crocus, los cuales no renové ya este otoño pensando que ya era hora de descartarlos si no son capaces de aguantar entre temporadas. En efecto, aparecieron un par de flores amarillas que se comieron los caracoles y nada más. Ni siquiera los exitosos 'Barr's Purple' del año pasado han hecho mención de aparecer. A diferencia de estas variedades primaverales, el otoñal Crocus speciosus sí está creciendo bien, aunque no floreció esta temporada y habrá que esperar unos meses a averiguar si repetirá.

Hyacinthoides hispanica
El que ha mejorado considerablemente este año ha sido Sisyrhinchium bellum, un diminuto iris rizomatoso de origen norteamericano que obtuve de semilla en otoño de 2015 después de fracasar el otoño anterior, con lo cual su éxito actual resulta mucho más satisfactorio si cabe. El año pasado floreció a mediados de mayo de manera discreta y poco después fue recortado por los gorriones que se pasean por la terraza. Gracias a que se detuvieron ahí y no sacaron la planta de raíz, pasó desapercibido el resto del tiempo y pudo ir regenerándose durante los meses siguientes hasta llegar a la actualidad, habiendo producido un sinfín de flores sobre tres rosetas distintas. He podido conocer mejor a la especie, que no ha parado de florecer en todo el mes y cuyas flores duran más de lo que pensaba en un principio. En el extremo del tallo donde se abren no permanecen solitarias, sino que van apareciendo varias siguiendo un orden radial, con lo cual la sensación de lleno nunca se desvanece. Durante la mañana los pétalos cuelgan lacios y es a partir de mediodía cuando las flores se ponen planas. Desconozco la finalidad de este comportamiento.

Iris germanica
El último bulbo en unirse al calendario de floraciones de este mes de marzo ha sido el ya mencionado Allium neapolitanum. Esta especie sí resulta mucho más acorde para una mezcla de bulbos, ya que sus hojas, aunque largas, tienen una base muy estrecha y pueden crecer en cualquier recoveco, haciéndolas menos agresivas con el espacio que sus parientes los triquetrum. Eso sí, por tamaño y época no termino de encontrar bulbos con los que quedarían bien de compañeros, aunque en este caso no sería estrictamente necesario que sus acompañantes fuesen otras bulbosas: como buenas plantas tolerantes con la sombra que son, también están acostumbrados al continuo remanente de humedad que suele haber en estos puntos. A pesar de no ser tan invasivos como los triquetrum, lo cierto es que ahora mismo hay muchos más que aquellos diez ejemplares que planté al principio. En efecto, en algún que otro intento de purgar el exceso de ajos saqué muchos de la tierra que acabaron siendo neapolitanum, que dejé depositados sobre la tierra de algunas macetas vecinas, los olvidé y acabaron enraizando igualmente con el bulbo al descubierto. Sus umbelas de flores blancas crecen altas y tienen un perfume agradable.

Allium triquetrum
Es inevitable que con el final de marzo el número de bulbosas y rizomatosas quede reducido drásticamente. No hay otra época en el año que concentre tantas variedades, eso es seguro, pero no significa que el final para estas especies haya llegado y tengamos que esperar un año. En abril todavía son varias las especies que pueden continuar e incluso empezar, entroncando ya en mayo con las especies de primavera tardía. Prácticamente podría haber plantas de este tipo en flor todos los meses del año, quizá descontando noviembre y diciembre. Por otra parte, parece casi seguro que el increíble aporte natural de agua que han tenido este otoño-invierno les ha sentado estupendamente bien y ha repercutido en su floración. Ahora, por su parte, comenzarán pronto el reposo y el gasto de agua en riegos se reducirá considerablemente. Además de ser especies muy bonitas, también son prácticas.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Narcisos de marzo

Narcissus 'W. P. Milner'
Aunque la mayor reunión de narcisos se produjo en febrero y duró tan poco que apenas llegó a ver comenzar el mes de marzo, algunas de las variedades presentes en la terraza este año han sido más pacientes a la hora de florecer, pudiéndose considerar más o meos como tardías, aunque no tanto como ocurriría en zonas más frías, donde algunas variedades quizá esperan a florecer en abril o mayo. Sea como fuere, los narcisos son de las bulbosas más tempranas y raro es que quede alguno en flor durante el mes de abril, con lo cual los protagonistas de esta entrada casi seguro serán los primeros encargados de dar por finalizada la floración de un género de plantas al que cada vez le dedico más espacio por su belleza, aroma y provecho, ya que son de los pocos bulbos que en la gran mayoría de casos vuelven a florecer al año siguiente de su plantación, o más allá.

Narcissus 'Thalia'
La primera variedad que floreció este mes fueron los 'W. P. Milner'. Se trata de un atractivo narciso de trompeta clásico -se hibridó en el s. XIX-  de flores grandes e individuales en un conjunto de apenas 15 cm. de alto. La corona en forma de trompeta es grande y de color amarillo pálido, mientras que los tépalos son blancos y quedan inclinados hacia adelante. El aspecto es pues muy similar al de Narcissus pseudonarcissus, especie que seguramente se encuentre entre la ascendencia de este cultivar. Tienen un perfume agradable como la mayoría de narcisos y las flores, teniendo en cuenta que ahora las temperaturas son más altas, parecen tener una duración destacable. Prácticamente han florecido todos los ejemplares y además de manera escalonada: el primero fue devorado parcialmente por los caracoles, en pleno proceso de exterminio -al final el molusquicida ha acabado de golpe con ellos- y aún así se abrió y duró muchos días. Los últimos ejemplares se han abierto tan recientemente que sin lugar a dudas llegarán a los primeros días de abril. Es probable que al año que viene, ahora que conozco sus dimensiones y fecha de floración -aunque no sería descartable que una vez establecidos florezcan antes- los mezcle con otras bulbosas de talla y época de floración similares, como pudieran ser Hyacinthoides non-scripta, Muscari latifolium o Fritillaria meleagris.

A partir de la segunda mitad del mes, en una combinación de bulbos invadida ahora por las blancas flores de los Allium triquetrum, aparecían los capullos de dos en dos de los Narcissus triandrus 'Thalia', que este año han encontrado su redención. El año pasado los caracoles los encontraban irresistibles y las flores sólo duraban intactas uno o dos días, no pudiendo ver nunca esas parejas de flores abiertas que este año, y por partida triple, han durado semanas. De hecho, siguen todos intactos aunque comenzando ya a marchitarse. También he podido comprobar que sí poseen un perfume agradable, algo curioso ya que el año pasado noté que tenían un olor algo más rancio, probablemente debido a que habían sido mordidos y ya empezaban a degenerar. Esta degeneración del perfume también la he podido comprobar en los Narcissus tazetta, tanto los que tengo en casa como los que crecen en el campo.

Narcissus 'W. P. Milner'
Han habido unos cuantos narcisos más en marzo, pero que no he fotografiado por diversas razones. Durante el mes han florecido unos tazetta del mismo paquete que compré como 'Avalanche' y nuevamente, casi todos salieron dobles: este retraso se debe a que me quedé sin sitio para ellos y los planté mucho más tarde en una maceta. Entre ellos apareció uno de flor simple, al que no hice fotos porque di por sentado que era un 'Avalanche' igual que el que floreció en febrero. Ya a punto de marchitarse las flores me he dado cuenta que la corona interior no se ha vuelto amarilla nunca, permaneciendo blanca como el resto de la flor. ¿Sería una variedad distinta? ¿La falta de luz -los mantuve en el patio interior- les ha afectado? Habrá que esperar ya al año que viene. Por otra parte, de la misma mezcla de donde salieron los 'Dutch Master' y los 'Grand Soleil d'Or' han empezado a salir unos narcisos muy bajos (unos 12 cm. de alto) con flores grandes en pares. Al principio pensaba que serían algo similar a un Narcissus dubius, pero han resultado ser una variedad que tiene los tépalos libres y una especie de crecimiento extra dentro de la misma copa, a modo de pétalos arrugados, resultando en algo totalmente antiestético para mi gusto, pues rompe la belleza intrínseca que poseen las ya de por sí complejas flores de los narcisos.

Puede ser, entonces, que en este todavía joven 2017 estos sean los últimos narcisos que florezcan en la terraza. No han vuelto a aparecer, por ejemplo, los 'Carlton', que también florecían en marzo; además, junto a los 'Thalia' he visto brotar distintos pedúnculos de narcisos cuyos capullos se ponen marrones y se marchitan sin llegar a formar flores, sin excepción. Por tanto, y aunque abril todavía conocerá a alguna de estas estupendas flores, llegamos al fin de una etapa que. sin lugar a dudas, ha sido la mejor para estas plantas hasta la fecha.

jueves, 23 de marzo de 2017

Una nueva primavera

Asperula orientalis
El pasado lunes día 20 por la mañana daba comienzo de manera oficial la primavera. Día y noche se igualaban en duración y el invierno, que no ha sido especialmente frío pero sí el más lluvioso de las últimas décadas, tocaba a su fin. La estación invernal comenzó tras un colofón lluvioso de tres temporales seguidos que dejaron buenas cantidades de agua desde finales de noviembre. El primer mes fue bastante tranquilo, pero la calma fue rota por un cuarto temporal más duro que los anteriores. Después de ello vino otro mes y medio relativamente tranquilo con lluvias dispersas y poco cuantiosas y terminaría, a falta de una semana para el cambio de estación, con otro temporal de lluvias y viento que a nosotros no llegó a afectarnos de manera tan grave como ocurrió en Alicante y Murcia, pero que proporcionó una cantidad de lluvia apreciable y muy bienvenida. Al final, el invierno queda con más de 300 mm. acumulados, algo insólito si miramos atrás. Las temperaturas se han vuelto a suavizar y el inicio de primavera está siendo más benevolente que en años anteriores. Una entrada de aire frío ha refrescado gran parte de la península, provocando una bajada ligera de las mínimas en nuestra región. De lluvias, por el momento, no estamos del todo seguros si veremos alguna gota los próximos días.

Arenaria montana
Lo que es indiscutible es que la cantidad de flores es cada vez más grande y variada. Diversas especies llevan casi un mes floreciendo sin parar y otras tantas se han ido apuntando estos últimos días. Entre las anuales habría que citar a las Nemophila menziesii, las cuales empezaron esta vez con los ejemplares correspondientes a la variedad 'Penny Black', curiosamente los únicos que fueron puntuales a su floración a partir de febrero. Ya en marzo aparecieron las de color blanco y finalmente, con el paso de los días, la forma original de color azul celeste ha hecho aparición de manera patente. Pero sin duda, la gran sorpresa ha sido la floración de la Nemophila maculata. El año pasado me quedé sin semillas de la especie salvo las que pudiera haber por azar de la recogida conjunta de todas las plantas que florecieron en 2015, y el único ejemplar que creció se secó en plena floración sin más, sin producirse ningún descuido en el riego ni nada parecido. Por ello, me quedaba provisionalmente sin semillas y quizá hubiera tenido que comprar más. A lo largo del invierno, un ejemplar de Nemophila me llamó la atención por su gran tamaño en una maceta en la que mezclé otras anuales, pero di por sentado que sería una menziesii. He olvidado del todo si esta recién revelada como maculata llegó allí porque trasplanté una planta aleatoria del semillero, hecho con las mencionadas semillas mezcladas de 2015, o simplemente salió de una semilla perdida en el sustrato. El caso es que se convierte en una segunda oportunidad para recoger semillas de la especie y recuperarla paulatinamente en los próximos años.

Nemophila maculata
Otras especies no tuvieron tanta suerte y este año no están presentes en la terraza. Las Layia platyglossa nunca han sido capaces de dar semillas viables -las que producen siempre están huecas- y tristemente, este otoño pasado las semillas que guardaba ya no germinaron, con lo cual habrá que conseguir nuevas y esperar al año que viene. No ocurre lo mismo, por fortuna, con las Malcolmia maritima. Aunque me descuide y muchas plantas acaben perdiendo las semillas antes de que las recoja, basta con que consiga guardar unas pocas para tener éxito a la siguiente temporada. Además, a estas alturas todavía germinan las semillas originales de 2013 con las que introduje la especie en la terraza. De manera similar, guardo todavía bastantes semillas de Collinsia heterophylla desde 2015, que también empieza a florecer esta semana, aunque el ejemplar parece que esta vez no consiguió ganar ventaja al crecer y las espigas no son tan espectaculares como las de aquel año. En general, el intento de dejar el contenedor de anuales a su aire a base de autosiembra no ha salido demasiado bien, y a ello hay que sumarle que el temporal de enero arrasó la parte trasera por la fuerza combinada de la lluvia y las fuertes ráfagas de viento, pudriendo a muchos de los ejemplares de plantas arraigados allí. Este otoño queda claro que todo irá a base de semilleros, y más todavía con ese enorme avance que ha supuesto el uso de molusquicida para acabar con los caracoles.

Collinsia heterophylla
No obstante, la variedad en el contenedor no es del todo mala a pesar de que faltan bastantes especies emblemáticas que no habían faltado estos últimos dos años, como las Agrostemma, Centaurea cyanus o Schizanthus. De las presentes, hace ya días que florecen las Salvia viridis y ahora comienzan a abrir sus flores las amapolas de California. Las demás especies es de esperar que florezcan ya en abril, quizá un poco antes. Haciendo ya un esbozo de lo que debería ser la lista de plantación para el contenedor este próximo otoño, sin duda introduciría a una planta que llega este año a la terraza: la Asperula orientalis. Se trata de una rubiácea anual de porte ligeramente postrado que tolera de buen grado la sombra, aunque obtuve tantos ejemplares en una única siembra que los repartí por todas partes y a pleno sol, aunque más pequeñas, las plantas adquirieron tonalidades oscuras y empezaron a florecer antes. Su floración consiste en unos pequeños ramilletes de flores tubulares con 4-5 lóbulos de color lavanda. Su tolerancia al trasplante es tal que llegué a desplantar ejemplares cercanos a la floración por accidente, replantarlos en otras macetas y continuar con su vida hasta florecer. Dado que el contenedor pasa muchas horas en sombra durante el otoño-invierno, considero que podrían ser una adición excelente para este punto. Además, los tallos y hojas son largos y estrechos y crecen perfectamente entre otras plantas, ajustándose en tamaño tanto como les sea posible.

Ajuga reptans 'Atropurpurea'
En cuanto a las perennes, quizá aún es un poco pronto para que muchas empiecen a florecer. Todavía durante estos días se están revelando muchas bulbosas, algo que era de esperar dado que empezaron a mostrar crecimiento de flores bien entrado marzo, y es probable que algunas duren hasta abril o incluso no empiecen hasta entonces. Dejando de lado a estas plantas, de las que hablaremos en una entrada aparte, las perennes herbáceas también despiertan tímidamente. Tenemos, por un lado, a las Anemone blanda, las cuales empezaron a florecer en febrero, de manera tan irregular que pensaba que no vería más flores en lo que quedaba de año. Sin embargo, parece ser que están despertando de manera muy escalonada y todavía a estas alturas empiezan a emerger hojas con nuevas flores de debajo de la tierra. En el mismo entorno de semisombra que ellas, multitud de lamiáceas han rebrotado con fuerza y vuelven a desbordar sus respectivas macetas. La mayoría de ellas, mentas y relacionadas, pueden crecer tranquilas ya que sus aceites aromáticos disgustan a los caracoles. Sin embargo, una de ellas fue severamente atacada pero conseguí salvarla a tiempo rodeándola de molusquicida: se trata de la ya conocida Ajuga reptans 'Atropurpurea', que empieza a llenarse de flores. Tuve un ejemplar con anterioridad que tardó muchísimo en florecer y nunca terminaba de crecer bien, hasta que murió. El actual parece ir por mejor camino y seguramente, ahora que está libre de ataques, consiga volver a llenar su maceta.

Malcolmia maritima
En el lado opuesto, esto es, a pleno sol y protegida apenas por las espigas florales de las Freesia híbridas que se doblan por su peso, florece de manera abundante la Arenaria montana. Se trata de otra especie que tuve años atrás, pariente de los claveles, y que aunque conseguí que floreciese, lo hizo de manera pobre e irregular. Nada que ver con el ejemplar actual, que empieza a cubrirse de flores blancas como la nieve que aumentan en número cada día. Casi todas estas especies de perennes que compro ya crecidas en tiendas sobreviven y florecen bien durante un tiempo, pero no consigo que pasen del verano. He probado distintas mezclas de sustrato, ya que necesitan que éste sea a la vez rico en materia orgánica, ligero y que drene bien, y parece ser que no hay que complicarse demasiado al respecto. Mi gran experimento durante esta temporada es comprobar si de verdad habrá una gran diferencia al haber eliminado por completo el uso de agua calcárea en el riego, algo que dejé de hacer a mediados de agosto. Por el momento puedo hacerlo con facilidad ya que o bien riego con el agua recogida de lluvia (decenas de litros desde septiembre hasta hace unos días) o bien puedo recogerla de una planta pública de ósmosis en mi ciudad, donde el agua viene descalcificada y filtrada. Hasta ahora las macetas aparecían con una gran cantidad de cal acumulada en las paredes interiores y es probable que muchas plantas tuvieran problemas para absorber algunos nutrientes por este motivo, empezando a pudrirse y favoreciendo la aparición de hongos.

Anemone blanda
Las diferencias meteorológicas también van a aportar cambios significativos. Hay especies que se han desarrollado prácticamente igual que el año pasado, otras van varias semanas por delante y otras se atrasarán hasta casi un mes respecto a la temporada anterior. El por qué ocurre esto es complicado de adivinar ya que muchas veces no parece que influya si el conjunto otoño-invierno es más o menos fresco o lluvioso. En años anteriores he visto Centaurea cyanus sembradas en septiembre y floreciendo en enero, o Consolida ajacis floreciendo en noviembre, apenas dos meses después de la siembra y en un otoño bastante seco. Es probable que este año se asemeje más, salvando las distancias, a 2013, en el cual las temperaturas bajas reaparecieron en abril y hasta mayo. Por el momento, cabe destacar que este mes de marzo terminará algo más frío de lo que empezó y que visto lo visto, con las masas de aire frío polar que no dejan de llegar desde el Polo Norte debido al inusual calentamiento de esta zona del planeta durante el pasado año, quizá podríamos esperar una primavera algo menos calurosa y con buena presencia de lluvias. Las del año pasado, aunque escasas y repartidas, fueron bastante decentes.

Nemophila menziesii
Sin más, llegamos a la época predilecta que todo aficionado a las plantas de las regiones templadas ha estado esperando justo desde el otoño anterior. En concreto, en Cullera son los meses de febrero a junio los de clima más benigno y los que concentran el mayor porcentaje de floraciones para la inmensa mayoría de plantas, sean cultivadas o silvestres. Con ellas, y con el avance de la estación, es de suponer que también los insectos se irán animando. Aunque de momento lo hacen tímidamente, especialmente las abejas, es probable que la referencia que tenía del año pasado, con aquel invierno tan insólito, no sirva como ejemplo para comparar con la presente temporada. Habrá que vivir el paso de las próximas semanas para comprobarlo. Como siempre, y más desde que el cambio climático es más que patente, uno siempre desea que la primavera tarde un poquito más en arrancar si a cambio el calor desolador del verano también se retrasa de manera proporcional. Ya habrá tiempo para esas semanas con temperaturas mínimas más altas que las máximas actuales.

domingo, 19 de marzo de 2017

Pocas abejas

Lasioglossum sp.
El invierno prácticamente ha terminado y tras él, el número de especies de abejas que irán visitando las flores de la terraza es de prever que aumentará a lo largo de las próximas semanas. Existen unas pocas especies que para estas fechas ya son abundantes y de hecho, muchas de ellas llevan zumbando entre las flores desde la segunda mitad de febrero. El caso es que, de manera anecdótica, este año la variedad de especies, e incluso de ejemplares de éstas, está siendo mucho menor respecto al año pasado en la misma época. En aquel entonces había dedicado un par de entradas ya a la variedad de especies que visitaban las flores presentes. Claro, que habría que tener en cuenta que apenas fue el año pasado cuando comencé a interesarme por identificar a todas y cada una de las especies que venían, conociendo sólo a unas pocas de años anteriores y entendiendo que 2016 quizá no fuese un buen año de referencia, ya que el invierno excepcionalmente suave que tuvimos pudo acelerar el ciclo vital de muchas de las especies que aparecieron antes del 20 de marzo.

Actualmente sólo he contado cuatro especies en la terraza. A las habituales abejas melíferas habría que sumar una visita fugaz de un abejorro el pasado día 12, que se detuvo un instante en las rúculas y se marchó. Me detuve para observar de lejos qué hacía y si me daría tiempo a coger la cámara, pero el animal se limitó a probar dos o tres flores y se fue volando sobre los edificios. Es frecuenter que pase esto y en los últimos años apenas cuento unas tres ocasiones en las que los abejorros se tomaron su tiempo en la terraza, especialmente hace tres años cuando pusieron atención a buscar néctar en los Anthirrhinum majus y las Digitalis purpurea. Esta primavera podría ser que ambas especies florezcan, con lo cual habrá que estar al tanto.

Lasioglossum sp.
Las Anthophora plumipes este año no faltan, pero lo cierto es que cuesta encontrar el momento en que la visitante sea una hembra. A pesar de la observación muy temprana el pasado 12 de enero, las hembras de esta especie este año están escaseando incluso cuando ya hay distintas plantas en flor demostradamente atractivas para ellas: las Linaria, las borrajas y Cerinthe, las salvias S. officinalis y S. viridis o la reciente Echium candicans, entre otras. Hasta ahora parece ser que la especie no suele verse más allá de finales de abril, pero desconozco totalmente si esta aparente ausencia se verá traducida también en una presencia más prolongada. Por otro lado, las pequeñas Lasioglossum aparecen a menudo buscando alimento en las margaritas desde principios de febrero. El año pasado, aunque seguramente no me fijaría bien, no llamaron mi atención hasta abril o mayo.

El año pasado por estas fechas había visto a varias de las mencionadas y al menos otras cuatro más. Por un lado tenemos a las Rhodanthidium, que empezaron a venir a mediados de marzo, si bien en años anteriores aparecieron a mediados de abril; las Osmia hembra aparecieron a finales de febrero en 2016, pero en 2015, que fueron más abundantes, llegaron la segunda quincena de abril; los machos de este mismo género, aunque no sé si pertenecen a la misma especie que las hembras anteriormente observadas, fueron vistos en sendas ocasiones separadas a finales de marzo y finales de abril. Las Halictus, de presencia bastante amplia pero irregular, también empezaron a dejarse ver en marzo. Apareció también antes de primavera una especie de Andrena sin identificar que sólo vi un par de días. Por otro lado, ahora mismo echo en falta algunas plantas llamativas que hubieran venido bien para las abejas visitantes: las Cosmos bipinnatus, que los caracoles y las tormentas echaron al traste, o las Ismelia carinata, que ya no tienen facilidad para aparecer solas y habrá que volver a resembrar. Aparte, habrá que ver cómo termina el mes, pues esta primera semana de primavera parece que comienza con descenso de las temperaturas provocada por otra bolsa de aire frío que podría provocar de nuevo una situación de lluvias importante para el fin de semana próximo. Por suerte, todavía queda un buen montón de especies de plantas que florecerán a partir de ahora y de seguro darán una buena acogida a las abejas que decidan visitar la terraza las próximas semanas.

sábado, 18 de marzo de 2017

El invierno se despide


Dentro de dos días diremos adiós oficialmente al invierno, aunque la primavera climática ya se ha instalado sobre nosotros. Con días de sol, algunos de ellos excepcionalmente cálidos, y una jornada de lluvias que dio un empujón importante al desarrollo de las plantas, esta primera quincena de marzo está a la altura de las expectativas que se han impuesto como norma desde que cultivo plantas de flor en la terraza. Pasemos ahora al desglose de las distintas escenas que componen el vídeo:

00:00- Un par de flores de los pequeños Narcissus 'W. P. Milner'
00:20- Varias Linaria nevadensis 'Grenada Sol' con unas linarias de forma intermedia entre reticulata y maroccana al fondo
00:27- Nigella orientalis
00:32- Rhodanthe manglesii
00:37- Un macho de Eristalis tenax alimentándose en unas flores de rúcula
00:46- Cerinthe major
00:50- Mariposa del geranio (Cacyreus marshalli)
00:52- Arctotis fastuosa
01:04- Felicia heterophylla
01:12- Ursinia anthemoides 'Solar Fire'
01:26- Un escarabajo Tropinota squalida recorre las flores de la Osteospermum
01:38- Freesia híbrida de color rojo
01:47- Freesia híbrida de color blanco
01:54- Lampranthus aureus
02:01- Sparaxis tricolor
02:07- Nicotiana mutabilis
02:17- Gilia tricolor
02:20- Matthiola longipetala
02:26- Muscari latifolium
02:31- Syritta pipiens sobre flores de Malcolmia maritima
02:37- Argyranthemum frutescens
02:45- Sisyrhinchium bellum
02:48- Lupinus angustifolius
02:55- Echium candicans
03:21- Apis mellifera sobre las flores de Echium candicans

viernes, 17 de marzo de 2017

Echium candicans, el orgullo de Madeira

Espiga de flores de Echium candicans
La paciencia es una virtud que viene bien al jardinero, pero he de reconocer que en los últimos años encuentro más satisfactorio el cultivo de especies o bien anuales o bien perennes capaces de florecer tan rápido como éstas -indiferentemente si hablamos de semillas para sembrar o bulbos, rizomas o esquejes para plantar directamente. Preparar el sitio, el orden y la planificación puede ser algo complejo, pero los resultados se dejan ver tan pronto que a partir de épocas como la actual, en plena transición a la primavera, uno ya ha olvidado los montones de semilleros, los movimientos de macetas de sombra a sol, la protección de las plántulas y todos los quehaceres que permiten que cada año, entre febrero y junio, las plantas luzcan con las mejores de sus galas. Y con ello, se consigue también la experiencia para hacerlo cada vez mejor. Sin embargo, la especie que protagoniza esta entrada es todo lo contrario a esto, ya que su historia se ha prolongado tres años hasta llegar al colofón final, esto es, la producción de flores, con lo cual prácticamente ha estado en segundo plano recibiendo los cuidados necesarios y poniendo en duda si había acertado con ella.


Espigas de flores
Echium candicans (sinónimo de Echium fastuosum), conocida comúnmente como orgullo de Madeira, es una de esas especies de Echium propias de la Macaronesia que destacan por su desarrollo enorme, a diferencia de las hierbas de roseta basal que tenemos en la costa mediterránea. Con espacio de sobra puede convertirse en una planta que ocupa casi dos metros de alto y otros tantos de ancho, pero en una maceta de 30 cm. de profundidad, como en mi caso, la planta es prácticamente una miniatura de ello; no obstante, sigue siendo una planta grande y muy llamativa. Llegó a la terraza en forma de semillas y en principio barajé varias opciones para ello, ya que había visto en otros blogs cómo mucha gente cultivaba estos grandes Echium en maceta. Podría haberme decantado por el espectacular Echium wildpretii, que crece en una única y alta columna de flores rojas, o el similar Echium pininana, todavía más alto y con flores moradas. Me quedé con el candicans por su crecimiento ramificado que produce múltiples espigas de flores azuladas a modo de candelabros. La idea, sin embargo, tardó unos años en confirmarse como una buena elección.

Sembré las semillas en junio de 2014, ya que en principio al ser una perenne que necesita ganar tamaño no importaba ajustarse al calendario que suelo utilizar para casi todo, esto es, la siembra otoñal. No fue mal y las plantas germinaron, crecieron y para el otoño próximo ya las estaba colocando en su maceta definitiva, donde al parecer sólo quedó una planta. Teniendo en cuenta que es una planta tolerante a la sequedad y no contaba con más sustrato universal en ese momento, simplemente utilicé tierra arcillosa de la que solía emplear cuando sembraba las anuales de la familia Martyniaceae. Lo cierto es que la planta no va mal en este sustrato, pero tiene el inconveniente de que cuando se seca demasiado (en épocas de calor o viento de poniente), la planta queda con las hojas colgando. Sin embargo esto nunca ha significado un problema ya que basta con regar para que la recuperación sea inmediata; sorprendentemente, no acusa el exceso de riego y pasa perfectamente los días de lluvias prolongadas con el plato lleno de agua. Otro problema es que la maceta pesa demasiado, pero es tarde para cambiarlo. De hecho, viendo que pasaban los años y la planta no florecía, estuve cerca de intentar sacar el cepellón de tierra, quitar todo lo posible sin dañar las raíces y rellenar con un sustrato más ligero, todo ello a riesgo de que la planta no tolerase el trasplante. Finalmente, la aparición de montones de botones florales al empezar el invierno hizo que desistiese.

Vista general de la planta en flor
Con la planta ya bien desarrollada -prácticamente sin cambios desde finales de 2015- en cada uno de los extremos de los tallos empezaron a adivinarse las futuras espigas. Aguantaron sin problemas el granizo caído a mediados de enero y al fin, a principios de marzo, empezaron a abrirse rápidamente. El tono azulado de las flores tarda un poco en aparecer, ya que al principio son de color violeta como ocurre con nuestros Echium herbáceos. Como era de esperar, todas las abejas presentes en esta época se han acercado a tomar alimento de ellas. En estos momentos faltan ya bastantes flores, pero no consigo discernir si las estructuras que aparecen entre ellas son las cápsulas de semillas en formación o nuevos botones florales que irán llenando los huecos que quedan. Desconozco también si la planta durará mucho tiempo, ya que suelo encontrar la información de que es una perenne de vida corta. Supongo que siendo la primera vez que florece será capaz de repetir al menos a la temporada que viene.

La floración del orgullo de Maderia es pues un premio digno a la espera y constancia puesta en ella durante estos tres años, y un añadido excepcional al conjunto de flores espectaculares y llamativas para los insectos que pueblan la terraza. Podría haber tenido compañía, ya que durante 2016 tuve también unos Echium vulgare que, desgraciadamente, se pudrieron con las primeras lluvias de otoño y, visto lo visto, si no lo hubieran hecho entonces los hubiera perdido después con los continuos temporales. Sin embargo, no desisto en mi empeño de traer más especies de este género, aunque sea a base de recolectar semillas de los abundantes Echium creticum ssp. coyncianum que pueblan esta región.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Colores de Sudáfrica

Sparaxis tricolor
Las plantas de origen sudafricano que cultivamos como ornamentales son tantas y tan variadas que es bastante fácil que, incluso quien tan sólo tiene unas pocas macetas en su ventana o balcón, cuente entre su pequeña colección con alguna especie procedente de este país. La inmensa mayoría de suculentas, los pelargonios, los gladiolos, las gerberas y otras tantas bulbosas y anuales crecen de manera natural en los variados ecosistemas sudafricanos, y bien en su forma original o como híbridos creados pacientemente en cultivo forman parte de nuestras vidas. El año pasado ya dediqué un par de entradas a plantas con este origen, y aunque hay otras zonas geográficas que reúnen grandes cantidades de especies que cultivo usualmente, como podrían ser México, el Cono Sur o China, lo cierto es que sería complicado hacer una entrada temática de golpe ya que una de las particularidades de las plantas de Sudáfrica es que la inmensa mayoría florecen de manera simultánea entre febrero y abril, quedando aparte unas cuantas especies repartidas por el resto del calendario.

Ursinia anthemoides
En este primer acercamiento de 2017 a las plantas sudafricanas hay pocas novedades respecto al año pasado, pero eso sí, sienta bien comprobar cómo algunas plantas repiten floración igual o mejor que en la temporada anterior. Aparte del prematuro inicio de perennes como Felicia amelloides u Osteospermum, la delantera la tomaron las anuales. Como ya viene siendo costumbre, el pistoletazo de salida lo dan las Dimorphotheca sinuata, que empiezan en enero. Este año la siguiente fue la Heliophila coronopifolia, una crucífera de flores azuladas que ha tenido un desarrollo bastante breve, algo que parece lógico viendo el pequeño tamaño de las plantas, que ya están formando semillas. No obstante, como se ve de fondo en algunas fotos, todavía aparecen varias flores sueltas y desconozco si las plantas tendrán capacidad para reflorecer. En similares fechas se abrían las viejas conocidas Dorotheanthus bellidiformis, de las cuales nunca me parece que tengo suficientes y como mejor lucen es sembrando sin miramiento en una superficie amplia, pues ya se encargan ellas de mezclarse en multitud de colores. Aún así, es de esas especies que se han dispersado tantas semillas con los años que todas las primaveras aparecen varias de manera inesperada. También repiten las imponentes Arctotis fastuosa, obtenidas precisamente de semillas del año anterior, y las Felicia heterophylla, que este año han florecido antes y parece que se desarrollan bastante mejor.

Freesia híbrida roja
Como primera novedad tenemos a la Ursinia anthemoides. Ésta es una de esas plantas que si no he tenido antes ha sido por pura mala suerte. Estuve sembrando de un mismo paquete de semillas desde 2013 hasta que perdieron viabilidad; posteriormente conseguí unas pocas que venían en una mezcla de semillas que me regalaron. A pesar de conseguir germinar varias, sucesivos errores acabaron con ellas: básicamente, se trata de una anual tan fácil como cualquiera pero es de esas plantas que no tienen un ritmo de crecimiento muy rápido al principio de su vida. La mayoría de veces perdí las plantas por querer mezclarlas con otras mayores o por sembrarlas fuera del otoño. Esta vez las saqué adelante en una maceta con otras especies mencionadas en esta entrada, primero en invernadero y luego sin preocuparme mucho de dejarlas al exterior, pues los caracoles ni las tocaron: sólo había que tener cuidado con los pájaros, que este año por el momento se están comportando. Se trata de unas caléndulas similares a las Dimorphotheca aunque con un follaje muy fino, similar al de los eneldos. Crecen más verticales que aquéllas y las cabezuelas aparecen sobre largos y finos pedúnculos. En principio la especie es correcta, aunque posiblemente la variedad cultivada, llamada 'Solar Fire', pertenezca a la subespecie versicolor; la anthemoides nominal tiene cabezuelas totalmente amarillas. Desde que vi asomar las futuras flores hasta que se abrieron las primeras pasó más de un mes, aunque como era de esperar en pocos días las diversas plantas han florecido de golpe. El anillo púrpura que forman sus lígulas alrededor del disco floral es más intenso que en las Dimorphotheca. Es una especie que espero cultivar durante mucho tiempo, pero la primera conclusión que he obtenido es que es más alta de lo que esperaba y habría que buscarle unas compañeras de su talla, quizá las Nemesia strumosa.

Arctotis fastuosa
Pasamos ya a las bulbosas y ponemos la mirada en las Freesia. Este año las híbridas toman la delantera y los ejemplares de flores rojas y blancas producen espigas muy cargadas, tanto que ya se han tumbado por su propio peso. No han aparecido flores rosa como el año pasado, pero podrían aparecer más adelante. La que ha resultado una sorpresa es la Sparaxis tricolor de color rojo que ha aparecido entre ellas, siendo la primera vez que consigo no sólo que florezcan bien, sino que se adapten a un ciclo estacional más acorde. De hecho, este año he vuelto a comprar y la idea es plantarlas antes de que acabe este mes para repetir la táctica seguida con las Freesia híbridas. Como estas plantas deberían estar plantadas desde otoño en nuestro clima, pero vienen de cultivos holandeses y por tanto se venden en pleno marzo, hay que plantar y esperar que sean capaces de crecer un poco antes de volver a aletargarse en verano. Si rebrotan con las lluvias de otoño, lo más probable es que ya funcionen bien a partir de entonces. Por su parte, las pequeñas Freesia laxa este año parece que, como ocurriera en 2015, florecerán en la segunda quincena de marzo. Las espigas de flores empezaron a aparecer hace unos días y crecen deprisa.

Felicia heterophylla
A pesar de que el intento por cultivar diversos bulbos sudafricanos juntos fue un fracaso importante, todavía quedan varias especies repartidas por la terraza a las que nunca habría que dar por perdidas. Las Crocosmia 'Lucifer', una de esas plantas que he tenido varias veces y no consigo más que hojas y cormos que no llegan vivos al año siguiente, siguen creciendo en una maceta en la que empezaron a brotar en otoño. Su aspecto no es muy esperanzador pero estaría bien si fueran capaces de sacar sus primeras flores, pues no parece ser difícil. O sí: las Nerine bowdenii, de floración otoñal, llevan tres años sacando hojas puntualmente cada otoño, perdiéndolas en verano y vuelta a empezar. Comentándolo con otros cultivadores, parece que es un problema bastante común: las plantas viven durante años, multiplicándose incluso, pero las flores nunca llegan, No obstante no pierdo la esperanza y espero que algún otoño me sorprendan. Lo mismo para Amaryllis belladonna, uno de los bulbos sudafricanos más populares y que comparte con la Nerine su particular calendario, esto es, flores en otoño y crecimiento de otoño a verano. El ejemplar fue plantado en febrero de 2016 y como se ha comentado para otras especies, al venir de un vivero holandés tuvo que pasar esa primera primavera con un ciclo "interrumpido": afortunadamente, llegó el otoño y su crecimiento se disparó.

Lampranthus aureus
Las suculentas parece que se lo toman con más calma. Con una ampliación significativa en la variedad de especies obtenida en su mayoría a partir de esquejes, las primeras en florecer son las mismas del año pasado: la aizoácea Lampranthus aureus, de vivas flores naranja, y la espinosa Euphorbia aeruginosa, que curiosamente esta temporada concentra todas sus flores en el lado de la planta que apunta al este, en lugar de un reparto homogéneo como el año anterior. Empieza a florecer también una Aloe humilis que encontré recientemente en un supermercado y me llamó la atención precisamente porque venía con flores creciendo. Posteriormente fui encontrando información sobre ella y descubrí que es una especie de pequeño porte y bastante florífera, con lo cual constituirá una gran adición a la colección. Es de suponer pues que, a lo largo de la primavera, distintas suculentas irán engalanando los rincones de la terraza donde se encuentran: especies como la Oscularia deltoides suelen tener un periodo de floración algo más tardío, produciendo flores entre abril y mayo, con lo cual las siguientes semanas parecen ser aptas para que estas plantas demuestren de qué son capaces.

Freesia híbrida blanca
Algunas especies no han podido llegar a buen puerto por un motivo u otro. Por ejemplo, las semillas de las recargadas Nemesia strumosa 'Carnival' no quisieron germinar en ninguno de los varios intentos hasta que, totalmente fuera de tiempo, se me ocurrió sembrar las que recogí de mis plantas de 2016: éstas sí funcionaron. Sólo obtuve tres o cuatro plantas pequeñas que todavía no pasan de dos centímetros y he pasado recientemente a maceta. Aparte, durante el otoño adquirí semillas de varias especies sudafricanas, algunas venidas directamente de Sudáfrica, y precisamente estas últimas resultaron ser un fracaso, germinando sólo una de las especies que, afortunadamente, se desarrolla favorablemente y espero que sea capaz de alcanzar el tamaño de floración este mismo año. Así pues, todavía quedan algunas especies obtenidas de semilla, tanto perennes como anuales, de las cuales ni siquiera sé si florecerán o no -o si lo harán este año, en el caso de las perennes- pero de seguir todo como hasta ahora, no van mal encaminadas. En los próximos meses se revelará el misterio.

martes, 14 de marzo de 2017

Flores y meteorología cambiante

Nigella orientalis
Esta primera quincena de marzo parece recuperar la racha de récords que empezaron con el pasado enero, el más lluvioso en décadas, pero en esta ocasión sumaremos datos de temperaturas. Con 27,2ºC en Cullera, 28,8 en Sueca y más de 30 en varias localidades valencianas, este pasado viernes día 10 se convertía en el día de invierno más caluroso en la Comunidad Valenciana desde que se tienen registros. Y no fue algo aislado, ya que el calor empezó a apretar el día anterior y las temperaturas fueron muy similares. Dos días de principios de marzo que bien podrían haber sido de finales de mayo. El pasado mes de febrero fue bastante templado, algo que tampoco debería ser lo habitual. Y es que el preocupante cambio climático es cada vez más patente: hasta las golondrinas y aviones sobrevuelan ya estos días la terraza. Para terminar de añadir interés a la situación, el domingo llegó por el noroeste una bolsa de aire frío que provocó una lluvia moderada que dejó 72 mm. en menos de 24 horas cayendo ininterrumpidamente, lo cual es una ayuda estupenda para las plantas en esta época. El viento fue menos intenso de lo que se esperaba -menos mal- y la bajada de temperaturas ayer lunes fue notable, reducida a la mitad respecto a días anteriores. Ahora tenemos ya el mes de marzo más lluvioso desde 2012 y hoy martes el sol volvía a lucir.

Rhodanthe manglesii
Eso sí, con la maquinaria de la floración puesta ya en marcha, las especies de plantas en flor que hay en la terraza ahora mismo son variadísimas. Hay de todo: especies nuevas, especies conocidas y algunas que quedaron pendientes ya que si bien había tenido floreciendo antes, por un motivo u otro éstas tuvieron un desarrollo irregular. De este último tipo de casos habría que destacar al Lupinus angustifolius. Hace años que cultivo la especie, que es relativamente fácil de encontrar ya que se vende como abono verde: la planta nitrifica el suelo durante su vida y posteriormente puede segarse y utilizarse como mantillo. A mí me interesaba ver sus flores azules, pero con el tiempo fui descubriendo que es netamente acidófila. No obstante, el primer resultado positivo lo obtuve plantándolos en un sustrato ácido (turba rubia) pero regando con agua calcárea. En aquel entonces las plantas resultaron ser cleistógamas y produjeron semillas sin abrir sus flores. En posteriores intentos, lo mismo. Este año los sembré en un sustrato a base de arena, arcilla y pinocha regado con agua de lluvia o descalcificada y filtrada por ósmosis. Los primeros ejemplares empezaron a repetir la historia y de hecho están formando frutos desde hace semanas; de semillas sembradas posteriormente he obtenido al fin al primer ejemplar capaz de abrir flores. Éstas aparecen en estructuras irregulares que no siempre llegan a formar las altas espigas típicas del género. Son de un llamtaivo color azulado oscuro con el centro de la flor violáceo. Ahora toca comprobar si el resto de ejemplares florecen igual y si será posible conseguirlo más a menudo a partir de ahora.

Lupinus angustifolius
Otro caso parecido es el de las ranunculáceas Nigella orientalis. Hace años que cultivo a sus parientes, las Nigella damascena, que tienen la peculiaridad de aparecer por cualquier parte ya que las semillas tienen bastante éxito germinando sin asistencia. Aunque lleguen a germinar en septiembre, siempre florecerán en la segunda mitad de la primavera. Las orientalis parecen no tardar tanto y ya hay un ejemplar en flor, así como otros formándolas. Esta especie me vino en una mezcla de semillas y éstas son muy fáciles de diferenciar, ya que en lugar de los granos negros y rugosos de su pariente damascena éstas tienen semillas aladas en forma de disco de color pardo, con el centro -la semilla propiamente dicha- hinchado, y germinan con facilidad. La planta cuenta con hojas igualmente divididas, finas, y las flores a grandes rasgos se diferencian de sus parientes por los prominentes folículos que se erigen en el centro y por el color amarillo y rojo de sus pétalos. El año pasado sembré algunas por probar, algo tarde, y florecieron a finales de primavera, durando apenas un par de días. Eso sí, produjeron semillas. Las cápsulas, en lugar de la estructura globosa de su pariente damascena, se limita a unas vainas que prácticamente vienen a ser los folículos engrosados y secos, con un aspecto similar a las de Consolida o Delphinium.

Nemophila menziesii blanca
Respecto a especies nuevas, toca hablar de la australiana Rhodanthe manglesii. Similar a Rhodanthe chlorocephala, que cultivo desde hace algunos años, se diferencia por tener hojas redondeadas que abrazan los tallos, perfoliadas. Las brácteas que simulan ser flores parecen ser también mayores en proporción al disco floral central que en su pariente. Debido a problemas con exceso de humedad, caracoles y demás, sólo he obtenido un ejemplar de pequeño tamaño de los tres que hubo en principio, desconociendo si el tamaño menor es una característica de la especie. Por otra parte, entre las especies conocidas, aparecen en de nuevo las Nemophila menziesii blancas. Aunque ya se han abierto algunas azules típicas, lo cierto es que ni siquiera llegué a sembrar las semillas recogidas específicamente del ejemplar de flor blanca del año pasado, con lo cual la mutación parece hacerse cada vez más dominante entre los ejemplares replicados año tras año. No me molestaría en absoluto que la mutación se mantenga siempre y cuando las plantas azules sigan apareciendo en, digamos, un 50% de los casos al menos.