miércoles, 1 de junio de 2016

Linaria vulgaris, una belleza nada vulgar

Linaria vulgaris
Esta ha sido sin duda la primavera de las linarias. Tras varias temporadas intentándolo con diferentes especies, siendo la Linaria reticulata la única que se dio bien desde el principio y que con esta ya suma tres primaveras en la terraza, la suerte ha estado de lado de estas plantas de flores menudas durante esta temporada y han pasado a ser cuatro las especies que han florecido abundantemente.

La Linaria vulgaris fue una sorpresa que apareció en los semilleros un poco más tarde que la inmensa mayoría de plantas sembradas a finales de 2015. Las semillas ya las probé el año anterior y no hubo resultados, pero me negaba a desecharlas tras sólo una temporada de intento a pesar de que, en ocasiones y por desgracia, hay semillas que jamás germinan, ni recién compradas. En una de las revisiones de semilleros, ya no recuerdo la fecha exacta, en el marcado para esta especie había dos plantitas de finísimo tallo con hojas delgadas. Parecía muy delicada y tardé bastante en pasarla a una maceta, la cual a su vez la tuve gran parte del invierno metida en una caja de plástico grande, a buen recaudo y lejos de los peligrosos gorriones. Al sacarla a la intemperie todavía tenía reservas, pues suelen destrozar las plantas con este aspecto antes que ninguna otra, pero por suerte no les hicieron caso y tiempo después la maceta se fue llenando de tallos.

Varias espigas de flores
Linaria vulgaris es perenne, pero habrá que ver si dura más de una temporada o por el contrario se agota durante el inminente verano. Supuestamente, la Linaria nevadensis también lo era y se ha secado por completo. Las plantas comenzaron a florecer a finales de abril, casi de manera pareja a sus vecinas las Anagallis monelli y Dianthus amurensis. De hecho, en algún vídeo todavía aparecen siendo visitadas por la abeja roja, que ya hace un mes que no se observa entre las flores. Se trata de una hierba compacta, para nada tan fina y alta como sus parientes Linaria reticulata y L. maroccana, pero las flores son visiblemente más grandes, similares a pequeños antirrinos con una espuela. Todas son del mismo color, el original de la forma silvestre, con un tono amarillento claro rematado por un centro anaranjado que le confiere un aspecto que recuerda en cierto modo a un huevo frito.

Una espiga cargada
En principio, y aunque lleve todo un mes floreciendo, no observo que esté formando cápsulas de semillas, algo que será importante puesto que no confío demasiado en la viabilidad de las pocas que me quedan. La planta, aunque de escaso porte, destaca sin problemas y los insectos, como se mencionaba, ya la conocen. Sin embargo, al florecer tan tarde no se ha beneficiado de la intensa acción poliniadora de las abejas comunes y las abejas de patas peludas, que están ausentes y fueron durante la primera mitad de la primavera las principales visitantes de las demás linarias, flores que manejan con soltura separando las mitades en forma de labios que forma la corola y que esconden el polen y néctar de la flor. Estando rodeadas de las margaritas de los Glebionis y las Cota, atractivas para muchas abejas, seguro que alguna acaba encontrándolas y haciéndoles una visita. Y es que tiene esta Linaria vulgaris un aspecto tan silvestre y encantador que uno ya piensa en obtener semillas y expandir tanto como se pueda sus bellas espigas amarillas.

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