jueves, 31 de julio de 2014

Julio se despide

Callistephus chinensis
Termina uno de los meses más críticos del año para las plantas y lo hace dejando un balance bastante equilibrado. Con un calor que se mantiene estable, es la humedad ambiental regulada por los vientos la que permite leves fluctuaciones que hacen que en ocasiones que he estado muy ocupado las plantas hayan aguantado -por suerte- tres días entre riegos y, en otras, muchas muestren acusadas muestras de deshidratación en lapsos de sólo dos días. No obstante, la tónica general es que las plantas perennes y vivaces están aguantando bastante bien, las bajas son escasas -descontando las previsibles- y con esto ya nos hemos quitado de encima el primero y más duro de los tercios en que podríamos dividir esta estación.

Ferocactus herrerae
Todavía quedarán unas cuantas especies que florecerán antes de lo que podría considerarse el "reinicio" de la temporada de preparación, algo que podríamos situar más o menos tomando como referencia las fechas en las que los bulbos de plantación otoñal llegan a casa, entre mediados de septiembre y principios de octubre. Para entonces son ya muy pocas las especies de la temporada anterior que pueda haber en flor, tan sólo las perennes que mantienen un ritmo constante -por ejemplo, la Geum coccineum que no ha dejado de florecer desde diciembre y parece que no lo vaya a hacer más adelante- o las que son exclusivas del otoño y sobrellevan el verano inmiscuidas en plena fase vegetativa.

Lo que queda por florecer ahora mismo es de una cantidad escasa y una variedad dispar. Hay plantas anuales y otras herbáceas que fueron sembradas a última hora (abril-mayo) que han ido floreciendo entrado el verano y respondido bastante bien; eso sí, las macetas de pequeño volumen que técnicamente son suficientes para albergarlas y tan bien van en épocas de temperaturas suaves se convierten en poco aptas para el verano, pues necesitarían una vigilancia diaria en lo que a riego se refiere. No pocas plantas se quedan con las hojas mustias en las 48 horas que pasan de un riego a otro.

Mimosa pudica
Una de estas plantas tardías ha sido recibida con satisfacción. Se trata de la Callistephus chinensis, el áster de China o reina margarita. Es una de esas plantas muy fáciles de encontrar en cualquier tienda que venda semillas y que en principio parece que no es más complicada que cualquier otra anual, pero se me resistió durante tiempo. Primero lo intenté con unas pocas semillas que me dieron de la variedad 'Ostrich Plume', que no conseguí ni germinar. Posteriormente probé con una variedad enana y también doble (algo que hoy evitaría) de las semillas del LIDL con un éxito escasísimo en el que únicamente destacaría una planta que consiguió germinar y crecer pero murió a finales de verano. Después probé con unos de flores simples de la marca Canestro di Fiore de los cuales no vi germinar ni uno, pero que seguiré probando este otoño. Al final, casi sin quererlo, conseguí hacer brotar una semilla que venía en una mezcla de LIDL y que, curiosamente, germinó por el método del papel absorbente humedecido: nunca antes lo había conseguido así, pues las semillas acababan malográndose antes de emerger.

Callistephus chinensis
Básicamente, el áster de China se diría que es una compuesta a medio camino entre los ásters clásicos y un crisantemo de floristería. Tiene hojas anchas y dentadas y los capítulos, de los que existen decenas de formas y colores según la variedad, son los clásicos con disco central de flores tubulares rodeadas de lígulas, muy planos y con un involucro de prominentes brácteas espatuladas. En el caso de mi planta no tenía ni idea de qué iba a salir pues en la mezcla se menciona la presencia de la especie pero no en qué forma. Por suerte -para mis gustos- no ha salido ninguna de esas formas dobles o de pompón, sino algo más cercano a las simples, aunque con pétalos más estrechos y numerosos, que encuentro igualmente atractivos. La planta suele variar entre el morado y el blanco con sus posibles gradientes y en este caso ha tocado rosa. No está nada mal y además los capítulos son mayores de lo esperado, comparables en diámetro a los de Gaillardia aristata (unos 6-8 cm.). Ni que decir tiene que emplearé nuevamente las semillas de esta mezcla para obtener tantas plantas como pueda.

Florece también estos días una vieja conocida de la terraza: la Mimosa pudica. Esta curiosa planta que sin duda es famosa en el mundo entero por su capacidad de plegar las hojas al tocarla es una veterana "estacionaria" de la terraza. La primera planta llegó en 2006 y desde entonces guardo sus semillas cada vez que vuelvo a sembrarla, puesto que no consigue vivir más allá de octubre debido a su estricta intolerancia con las temperaturas inferiores a los 12-15ºC. En 2013 me despisté y no la cultivé, pero este año debido a que dejé de experimentar nuevas siembras a partir de mayo, me animé a ponerla en una maceta que había quedado vacía. No es muy grande, con tres tallos de alrededor de 40 cm. el más largo. Las nuevas semillas renovarán el remanente de la especie, de las que todavía conservo algunas que dio aquella primera planta hace 8 años.

Ferocactus herrerae
El indiscutible veterano, el Ferocactus herrerae, llega al final de su floración con el despliegue de su última y espectacular flor, que teniendo un pedúnculo que sobresale más que el resto ha conseguido abrirse un poco más sin tropezar con las largas espinas. Hoy le he añadido abono de liberación lenta con el fin de ir nutriéndolo en cada riego durante las semanas que le quedan allí arriba, pues si todo va bien y este año las lluvias aparecen cuando es debido (sobre finales de septiembre), sería para entonces cuando lo resguardaría hasta la primavera siguiente.

Agosto, como siempre, se hará largo esperando a que venga la nueva temporada de plantación. Me queda todavía sacar la tierra del contenedor de los bulbos, que ya he dejado libre de bulbos durmientes, sacar con cuidado los que siguen con hojas (las Tigridia por ejemplo están secándose y saldrán sin problemas) e ir colocando las baldas sobre las que irán ahora macetas en las que utilizaré el sustrato del actual contenedor de anuales, el cual hay que llenar con el sustrato donde estaban los bulbos (de mayor calidad y capacidad de retención de agua). Lo único que necesitará algo más de espera es la sustitución o traslado de plantas a nuevas macetas o contenedores donde crecerán juntas, para evitar hacerlo en días calurosos. Mientras eso llega, habrá que estar atento a las plantas que todavía tienen intención de florecer antes de que termine el verano, que siguen siendo unas pocas.

miércoles, 30 de julio de 2014

Ferocactus herrerae, el triunfo del veterano

Ferocactus herrerae
En la terraza ha habido plantas en épocas distintas y rara vez unas han llegado a coincidir con otras. Desde que comenzó el ciclo actual, pocos ejemplares son anteriores a los tres años contando desde hoy, es decir, desde septiembre de 2011 que fue cuando volví a reorganizarme y comenzar la base de lo que ahora crece. Sólo plantas preparadas para resistir largos periodos de desatención, como bulbosas, crasas y cactus, se cuentan entre las capaces de resistir esos repentinos traídos dados por las circunstancias. El cactus que ocupa esta entrada tiene el honor de ser la planta que más tiempo lleva conmigo.

El Ferocactus herrerae es uno de los llamados cactus de barril o biznagas, originario de México y sur de E.E.U.U. Pueden hacerse bastante grandes: hasta medio metro de diámetro y dos de alto, tamaño que deja en ridículo a mi ejemplar que tan notablemente ha crecido en estos últimos tres años. Es una de tantas especies populares casi en cualquier comercio que venda plantas, desde floristerías hasta hipermercados. Se caracteriza por su aspecto acostillado y aureolas con una gran espina ganchuda en el centro rodeada de otras más cortas y rectas acompañadas de otras más finas que crecen más cerca de la base.

Vista superior de la flor
Mi ejemplar llegó a casa en primavera de 2000. Formaba parte de un centro de mesa que preparó en el colegio mi hermano con motivo del día de la madre, el típico regalo que les hacen hacer a los niños pero que luego cobran a los padres como material escolar. Iban tres cactus y una suculenta (quizá una Crassula) en una pecera de bola con piedrecitas de colores. Supongo que no debió estar mucho tiempo allí y lo pasaríamos a una maceta en el balcón, pero he olvidado totalmente ese periodo y no recuerdo nada más hasta más o menos 2006, momento en que dejé todos aquellos cactus en Cullera y no les presté mucha más atención. De hecho, estaban colocados en una palangana sin drenaje, en arena de playa y al sol. Nunca recibieron cuidados y con las continuas lluvias otoñales y el abandono la mayoría se pudrieron, excepto este Ferocactus, cuyo único daño visible eran unas quemaduras solares en la base.

Otra vista en detalle
Por suerte, en 2011 su destino cambió. Decidí organizar los cactus y crasas en macetas y al menos regarlos de vez en cuando. En aquel momento también estaba junto a él aquel Mammillaria karwinskiana ssp. nejapensis que malvivía en una maceta minúscula en el salón de mi casa y un Opuntia monacantha que compraría mi hermano sobre 2006 y también había acabado relegado al olvido; todos ellos siguen en la terraza. Aprendí que estos cactus florecían bastante bien si se respetaba un ciclo basado en dejarlos reposar sin agua en invierno y dándoles sol y riego durante el verano. Esto no lo supe aquella primera temporada y simplemente los estuve regando con frecuencia, cosa que al menos sirvió para que se recuperasen. Puse en práctica el método a partir del año siguiente y las plantas bajaron al patio en otoño de 2012 para volver en primavera de 2013 a la terraza. El sistema funcionó para los dos cactus redondos y tanto uno como otro florecieron, pero el Ferocactus se vio interrumpido por las copiosas lluvias que hubo a finales de agosto y no conseguí ver una sola flor abierta del todo. Entre que duran un día, se abren a pleno sol y el agua las estropeó, no hubo manera; habría que esperar un año y confiar en que el cactus ya haya encontrado su ritmo.

Aspecto en agosto de 2011
La floración ha sido fiel a su cita y se ha repetido un poco antes este año. Se trata de unas flores de pétalos de tacto similar al papel con un vivo tono amarillo anaranjado. El año pasado eran algo menores y se cayeron tras cerrarse. Si las condiciones lo permiten, quizá este año lleguen a fructificar. Aunque en fotos sí veo ejemplares con varias flores a la vez, las cuatro que tiene el mío han ido abriéndose una a una. No sé cuánto duran, pues la de la foto se abrió el pasado jueves día 24 y el domingo estaba cerrada y la siguiente aún por abrir -o quizá recién cerrada del día anterior. Si sigue así y no aparece ninguna más adelante, es probable que en una sola semana lo haya dado todo de sí, pero esta vez he conseguido capturar el momento y me doy por satisfecho.

Que todas las atenciones dieron resultado no se puede poner en duda. He puesto una foto del cactus en ese momento de verano de 2011, hace ya tres años, en el que lo planté en la maceta actual, para comparar: sólo hay que ver lo que ha sido capaz de engordar en sólo tres temporadas de buenos cuidados, agua y abono. Es increíble, no obstante, que con total abandono estas plantas se limiten simplemente a mantenerse estáticas. Y es que los cactus son tan fascinantes como cualquier otra planta y vale la pena conocer sus peculiaridades para sacar lo mejor de ellos, aunque pasen catorce años.

jueves, 17 de julio de 2014

Colores y calores

Lobelia cardinalis
A pesar de que el centro, oeste y suroeste de que la península se encuentran sumidos en unos días de calor muy intenso, aquí hemos entrado en la canícula con la misma situación desde que pasaron los días de poniente a principio de mes. Hace calor, pero soportable, en gran parte gracias a la ayuda de los vientos de levante. La humedad ambiental es alta y la sensación térmica se intensifica, pero la realidad es que el termómetro no llega siempre a los 30ºC. De hecho hoy he podido comprobar esto debido a que muchas veces me llevo una botella de agua totalmente congelada para poder tener algo frío que beber durante el rato que estoy con las plantas y hoy no he conseguido apenas derretir el hielo ni poniendo la botella al sol, y no será porque no hacía calor.

Últimamente siempre comento que quedan pocas plantas nuevas por florecer ya, y esta semana es de esas en las que finalmente han coincidido dos de ellas, posiblemente de lo ultimísimo de esta temporada. Una de ellas la obtuve de semilla y lleva sembrada desde septiembre, e incluso tuvo sus comienzos aquí en casa donde pasó largo tiempo cubierta con plástico mientras crecía lentamente. La otra procede de unos bulbos plantados en febrero y que no han dado resultados muy satisfactorios que digamos.

Lilium henryi
La primera especie es la norteamericana lobelia cardenal, llamada cardenal de la laguna en México y Lobelia cardinalis en latín. Es una lobelia perenne y que se ha hecho de rogar tanto -en realidad, un poco más- que su pariente la Lobelia siphilitica, otra especie similar aunque de color lavanda y que tardó de enero a septiembre en florecer, se estropeó hasta el punto de parecer que estaba sentenciada a muerte y ahora mismo está otra vez igual de grande que su pariente y formando los botones florales. La Lobelia cardinalis no es que haya llegado impecable a su floración, pues el tallo está amarillento y lleno de manchas, además de torcido por sus cambios de posición buscando el sol. No entiendo qué les ocurre a estas plantas, pero nunca les falta el agua ni se seca el sustrato. En la Lobelia cardinalis, además, el agua no debería ser problema pues es una planta que puede tener sus raíces en suelos encharcados e incluso se la utiliza como planta de acuario sumergida.

Sin duda lo más atractivo de esta planta son sus flores. Sorprendentemente impecables para el estado de la planta, he tenido la gran suerte de poder contemplar por fin las espectaculares flores de pétalos estrechos y color rojo intenso, cuyo único rival en la terraza estos días sería la Salvia coccinea, que ya va notando los efectos del calor. Es evidente que el nombre de la planta se le dio en alusión a la vestimenta de los cardenales, caso que ocurre en otros seres vivos como las aves (género también denominado Cardinalis). Las flores son más estilizadas que en las otras lobelias que tengo, con una corola tubular fusionada que se proyecta con tres lóbulos anchos hacia abajo y dos más estrechos hacia los lados, con los órganos reproductores en el extremo de una larga estructura que apunta hacia arriba. Mis plantas, porque parece que todavía queda una por florecer, han alcanzado unos 40 cm. de alto, pero la especie puede superar el metro.

Lobelia cardinalis
La segunda de las plantas que ha florecido quizá un poco antes de lo que aparentaba ha sido una azucena, que además no debería haber sido de las últimas de la temporada. Se trata de Lilium henryi, la azucena de Henry, una especie procedente como muchas otras de China. Pertenece a la sección de Lilium asiáticos, con sus hojas lanceoladas y abundantes a lo largo de todo el tallo. Hay que decir que mi ejemplar se ha quedado bastante bajo, no comportándose como otras azucenas que acaban pegando el estirón: unos 45 cm. de alto, cuando esta especie es capaz de llegar a los dos metros. Eso el que ha florecido, pues hay otro ejemplar que no ha llegado ni a una cuarta parte de ese tamaño. Los capullos de las flores del ejemplar más grande aparecieron hace relativamente poco y creía que la planta llegaría a estirarse como hizo el Lilium regale, pero no ha sido así. Esta especie en concreto puede llegar a alcanzar los dos metros e incluso más.

Las flores son sin duda de lo más exótico que se puede encontrar estos días en la terraza. Son anaranjadas y marcan la diferencia con el resto de azucenas por sus pétalos recurvados hacia atrás y los larguísimos estambres que sobresalen como tentáculos. Los pétalos además tienen manchas oscuras y una especie de protuberancias sobre ellos dándole a las flores cierto aspecto de "estrella de mar". A diferencia de otras azucenas, carece de olor.

Poco más queda ya para este verano, salvo alguna otra azucena que todavía podría florecer y unas pocas bulbosas y cactus. Las anuales se van acabando y las vivaces van regenerándose después del esfuerzo realizado en primavera y previamente a su descanso invernal. Habrá que esperar al menos a finales de otoño o ya a finales de invierno para que nuevas especies engalanen la terraza aportando más y más diversidad y color.

domingo, 13 de julio de 2014

Días de verano

Oenothera speciosa y alfalfas
El verano de 2014 todavía no ha cumplido su primer mes de recorrido, y dentro de lo que cabe está siendo más soportable de lo esperado. Son apenas unos grados de diferencia respecto al año pasado pero en épocas en las que la temperatura es tan alta, se notan y agradecen. Todavía hemos llegado a tener días por debajo de los 20ºC por la noche, que parece mucho, pero que aquí es lo habitual al menos hasta la llegada de septiembre. Las máximas llegan de manera puntual a los 30ºC, asemejándose más bien a la mitad del mes de junio. Todo podría cambiar si alguno de estos días los vientos empiezan a soplar desde el oeste o el sur, pero según la previsión a priori esta semana todavía seguiremos como estamos, recibiendo viento de levante que mantiene las temperaturas abrasadoras a raya. Eso no significa que no haga calor, que lo hace.

Ibicella lutea
En la terraza las cosas ya llevan unas pocas semanas normalizadas. Queda poco que ver aunque todavía hay plantas que florecerán en el lapso de al menos los próximos 20 o 30 días; se secan algunas de las vivaces y bulbosas, como por ejemplo las Tigridia, que ya han comenzado su declive. A pesar de su origen mexicano, han seguido exactamente el mismo ciclo de los gladiolos enanos el año pasado, y a este ritmo en agosto estarían listas para sacar. Las Nerine y Habranthus, en cambio, siguen con su escalada y me temo que habrá que sacarlas en septiembre con cuidado, con tierra y todo, y ponerlas en macetas provisionales hasta que se sequen y pueda ubicarlas en su sitio definitivo -o al menos, el que más tiempo les pueda servir de hogar.

Platycodon grandiflorus
Y es que no queda ya demasiado tiempo para ponerse en marcha con la remodelación de cara a la próxima temporada. He encontrado ya la estructura que sustituirá al contenedor grande de los bulbos: con unas estanterías viejas metálicas que tengo en casa y que finalmente retiraremos, tras 25 años, puedo hacer unas mesas de cultivo más prácticas que las que tengo actualmente, que consisten en cajones resistentes y tablones de madera o conglomerado puestos encima. En este punto de la terraza la idea es poner macetones largos, algunos que puedo construir con los restos de madera del contenedor, donde cultivar los bulbos y algunas de las anuales más grandes, así como trasladar muchas de las especies que actualmente existen en la terraza. No me parecería mal eliminar parcialmente la "isla" de macetas central si tuviera suficiente espacio en esta nueva estructura.

Sidalcea 'Party Girl'
En el contenedor de al lado, el de las anuales, me parece que muchas plantas también saldrán de allí con raíces y todo, dado que están creciendo ahora cuando se suponía que todo iba a ir a menos y me sabe mal tener que eliminarlas, pues muchas son perennes. A estas alturas sólo eliminaría las alfalfas, que son muy fáciles de obtener por semillas y no me importa deshacerme de ellas. Entre tanto, las dejo que sigan allí nitrificando la tierra junto a las pocas especies que quedan ya y que todavía tienen fuerzas para florecer, como las espléndidas Oenothera speciosa, una especie también perenne que a pesar de que la encuentro encantadora, tiene potencial para convertirse en invasiva ya que se extiende por las raíces. Algo así me ocurrió el primer año con la milenrama, pero las plantas se sacaban con facilidad: veremos si con la otra ocurre igual.

Gaillardia aristata
En el muro que da a la calle, el consumo de agua ha disminuido bastante desde que no están las Monarda citriodora. Ahora son los Delphinium los que lucen la mayor cantidad de flores, mientras que el resto de especies acompañantes han dejado de producirlas salvo la reciente Salvia coccinea o la siempre repleta Isotoma axillaris. La Sidalcea 'Party Girl', que parecía ya seca, ha empezado a florecer de nuevo y a pesar de su demacrado aspecto ahora tiene más flores abiertas a la vez que nunca. En la maceta que tiene al lado apareció una Bidens ferulifolia de manera fortuita que también florece estos días.

De la misma manera espontánea apareció una Ibicella lutea en la maceta del Lilium candidum. Esta se ha dado prisa para florecer y lo ha hecho con un tamaño relativamente pequeño comparado con los otros ejemplares que he tenido en años pretéritos, y no entiendo el motivo, pues la planta no es de esas anuales que se dan prisa en cumplir su ciclo cuando aprieta el calor dado que disfrutan de éste y les basta el verano y medio otoño para alcanzar grandes tamaños; por la maceta tampoco debe ser, ya que tiene 25 cm. de profundidad. El caso es que hasta las flores han salido de talla más reducida, y ahora habrá que ver si los frutos, bastante exagerados en esta especie, también aparecen miniaturizados.

Tagetes patula
No dejamos de hablar de espontáneas residentes porque es también una de ellas la que florece con toda su belleza estos días: se trata de una Gaillardia aristata la cual por primera vez en un año ha empezado a mostrarse como una planta capaz de autosembrarse, algo que en principio no me molesta aunque quizá deba trasplantar al ejemplar a un sitio más adecuado, ya que creció en una maceta inadecuada, donde estaban las margaritas de Livingstone y donde también aparecen ahora unos pocos cebollinos, sin duda procedentes de las semillas de los ejemplares que fueron los inquilinos de la maceta desde verano de 2012 hasta otoño de 2013. Es bueno saber esto también porque significa que las semillas de las Gaillardia son viables y puedo emplearlas en nuevas siembras, así como para intercambiarlas con otros compañeros. Va por el mismo camino el crisantemo tricolor, de los cuales ya están germinando semillas caídas en la propia maceta donde han estado hasta hace poco y seguro que alguna habrá ido a parar fuera de sus límites.

Un tomate
Por último, la adventicia más inesperada, que debe haber llegado con algún pájaro, es una tomatera que apareció en la maceta de una Clematis. Como no molestaba y al fin y al cabo la maceta la riego siempre que voy, se ha desarrollado hasta dar unos cuantos frutos. Hoy había uno rojo recién desprendido, algo pequeño quizá por no haberle dedicado muchas atenciones, pero que ha servido de aperitivo. El año pasado también apareció una tomatera "cherry" en otra maceta y la regué hasta que estuvieron listos para comer sus tomatitos madurados en la mata, lo que les deja con un sabor estupendo. Aunque no cultivo nada para producir alimento, las pocas especies que tengo de este tipo siempre son bienvenidas: también los frutos de la relacionada Physalis peruviana sirven para picar algo mientras riego una vez están maduros.

En el rincón trasero de la terraza quedan muchas plantas todavía verdes, pero el estado no puede ser más dispar entre ellas. Las hay floreciendo, como la Platycodon grandiflorus, que está funcionando muy bien, o unas Tagetes patula que dejé crecer en una maceta apartada sólo por ver cómo eran -tienen un origen distinto a mis plantas anteriores, aunque son idénticas-; las hay que siguen sólo con lo verde o han dejado de florecer, como todos los Oxalis; finalmente, hay especies que están en las últimas y parece que no vayan a sobrevivir, como la Saxifraga x arendsii, que ha tenido un declive muy rápido, o la Campanula glomerata, que aunque sigue verde y parece que tiene crecimiento nuevo, se encuentra en la cuerda floja.

No hay que fiarse, de momento, de esta aparente "suavidad" veraniega la cual tienta a adelantar un poco los preparativos para la nueva temporada. Eso tendrá que ser por lo menos dentro de un mes largo, para el cual todavía queda y, bien mirado, salvando el hecho de que los riegos no han de faltar durante más de dos días, se podría considerar que esta parte del año es también la época de vacaciones para los devenires del cultivo y la jardinería.

miércoles, 9 de julio de 2014

Calor, nubes, calor

Dimorphotheca sinuata
Ya se va notando la falta de novedades en la terraza. Es verano, y es lo normal: las anuales descienden en número, las vivaces sobreviven como pueden y sólo algunas perennes y anuales de zonas cálidas tienen fuerzas para dar flores. En esta primera semana y media de verano hemos tenido de todo, pero por supuesto el protagonista ha sido el calor. Alcanzamos el afelio, el punto de máxima separación de la Tierra con el sol, el pasado viernes 4 de julio; aquel día además soplaba el poniente y las temperaturas se dispararon varios grados por encima de los 30. Aunque el sábado dio un pequeño respiro, el domingo se posicionó como el día más cálido en lo que va de año, con más de 36ºC en Sueca y 34ºC en Cullera que tuvieron que soportar las plantas. La tarde de aquel día fue insoportable y la temperatura no bajó de los treinta grados hasta bien pasada la medianoche del lunes. Durante aquél la cosa se volvió a suavizar e incluso hubo nubes que dejaron caer alguna gota muy tímida de agua, al igual que ha ocurrido hoy. De hecho, ambos días comenzaron tan encapotados que parecía que no iban a dejar ver el sol, y sin embargo a media mañana éste ya estaba apretando.

No obstante, de momento hay diferencia con el año pasado puesto que no hace tanto calor, aunque en realidad son apenas un par de grados menos de los que había hace un año. Si la previsión meteorológica sigue acertando, parece que todavía podemos llegar a la semana que viene con esta situación. Esto en parte es bueno, ya que aunque empiezo a encontrar plantas que parece que no lo vayan a contar, en especial algunas que están siendo atacadas por cochinillas de las cuales me temo que alguna no lo ha contado, cuanto más tarde en hacer calor menos perjudicadas van a estar las plantas que tienen que resistir el verano. Es de ley que vaya a venir más calor más pronto que tarde, pero queda el consuelo de que en poco más de un mes, a mediados de agosto, los días van acortándose y el otoño se acerca, con las esperanzadoras posibilidades de cambio en cuanto a lluvia se refiere. Además queda a la vuelta de la esquina y para entonces ya se pueden ir preparando semilleros, cosa de la que tantas ganas tengo.

Como suele ser normal en estas fechas, las compuestas son las plantas que más variedad de flores muestran estos días. Sigue progresando entre otras la torcida Dimorphotheca sinuata, aunque hay algunas, como las Heliopsis y algunas Echinacea, están ya totalmente marrones a pesar de que han comenzado a florecer ahora y no se ve rebrote en la base. Esto sí lo está haciendo otra planta de una familia distinta, la Veronica longifolia, que me ha tranquilizado bastante al descubrir unas rosetas de hojas frescas creciendo a los pies de los deterioradísimos tallos con los que floreció esta primavera.

Ya sólo queda pasar este mes, o mes y medio si se quiere, de la manera más refrescante para nosotros y para las plantas, para poder encarar con entusiasmo la siguiente temporada. Por lo pronto, durante esta última semana ya he puesto a buen recaudo una buena multitud de semillas que las plantas me han ido dando y que seguro formarán parte de la nueva generación que pueble la terraza dentro de poco tiempo.

jueves, 3 de julio de 2014

Julio y un toque de agua

Eschscholzia californica
Aunque un poco fuera de tiempo, parece que las tormentas se empiecen a prodigar cuando todavía estamos a medio estrenar el verano. Julio ha comenzado de nuevo con tormentas apenas una semana después de que se diese la mejor lluvia en lo que va de año, aunque esta vez a pesar de los cielos encapotados y el viento del noreste que no deja de soplar, las temperaturas se mantienen altas -aunque no en las propias de la canícula, de momento- y la lluvia ha sido bastante escasa, inferior al milímetro por metro cuadrado. Poco más se puede esperar, pues las previsiones ya apuntan a que las nubes se van esta noche. Lo curioso es que la previsión para la semana que viene en lugar de hablar de subida de temperaturas dice todo lo contrario, cosa que cuesta de creer y quizá cambie en los días venideros. Parece que la primavera no se quiera marchar del todo, y estaría bien, pues no recuerdo en mi vida un verano que fuese más fresco o lluvioso de lo habitual. De momento, todo suposiciones que es difícil pensar que se vayan a cumplir.

Viola x wittrockiana
En la terraza desciende el número de plantas en flor, lo normal para las fechas, y la cantidad de flores maduras para desgranar es enorme, motivo por el cual me he traído a casa una buena variedad de cápsulas secas de distintas especies para pasarlas por un cedazo y extraer más cómodamente la mayor cantidad de semillas posible. La idea es quitar cosas del lavadero, la habitación previa por la que se sale a la terraza, que tenía lleno de botes y tarros abiertos por todas partes con restos de plantas soltando semilla y que si algún día doy un tropiezo con la mesa que tengo allí me voy a llevar un disgusto al tirar al suelo buena parte de la simiente. Pondré las semillas en bolsitas zip y los restos de planta irán al compost.

Tithonia rotundifolia
Aunque prácticamente todas las plantas que están en flor ahora mismo son ya viejas conocidas o novedades muy recientes, especies que comenzaron el mes pasado, todavía hay tiempo para sorpresas y aún queda alguna que otra especie nueva que muestra intención de florecer ahora en verano. Por ejemplo, el caso más simpático ha sido el de la amapola de California (Eschscholzia californica). Sólo se dieron tres ejemplares en el contenedor, los cuales no crecieron demasiado bien. Daba ya por hecho que irían yendo a menos y desaparecerían cuando lo vacíe a finales de verano, pero un ejemplar ha querido llamar la atención y ha sacado su primera flor. Es la primera vez que tengo la planta en la terraza aunque como otras tantas no lo hice bien y la gran mayoría de semillas pregerminadas que deposité en la tierra se lanzaron a perder. Viendo esto, puede que no sea la última especie en florecer del contenedor, pues en dos meses todavía da tiempo a que alguna de esas que quedaron atrás den un estirón. Por lo pronto, la mayoría de las especies principales como los linos, crisantemos o acianos han sido ya retirados o estoy a punto de hacerlo, pues están ya secos.

Prunella grandiflora
El verano es tiempo para las compuestas y aunque el follaje de las especies perennes no luce demasiado bien, las Echinacea, Heliopsis y unas cuantas más siguen sacando sus flores. Ya hay Mauranthemum paludosum nuevas floreciendo otra vez, mientras que, al margen de todo, todavía queda una Brachyscome iberidifolia de flores blancas floreciendo. No tenía intención de reutilizar su maceta para la especie de nuevo, pero lo cierto es que descuidé tanto la recogida de semillas que la maceta está llena de plántulas. Con lo que costó hacer arrancar aquella maceta, con todas las protecciones y varias siembras, resulta increíble lo fácil que lo están teniendo las nuevas plántulas a pleno sol y con agua escasa. No me queda más remedio que conservarlas, pues quizá sacarlas de allí sería peor. Como sólo parece que han ocupado un lateral, el resto puedo emplearlo en otras especies que combinen bien.

Heliopsis helianthoides var. scabra
De entre las plantas más grandes con flor, tenemos otra compuesta, la Tithonia rotundifolia, que mientras se mantenga bien regada ofrecerá un aspecto impresionante cargada con sus capítulos naranja. Ha vuelto también y con más fuerza el Delphinium, con un aumento imparable de espigas florales que de momento son cuatro y parece que vayan a ser varias más. Otra anual de gran tamaño que esta vez no ha crecido demasiado y, además, ni siquiera sembré intencionadamente, es la Ibicella lutea. Apareció en la maceta del Lilium candidum justo cuando éste se secó y ya está floreciendo con una talla diminuta para la especie, unos 15 cm., con apenas tres pares de hojas. No tengo ni idea de cómo llegaría a ese sustrato: o bien es una semilla caída de hace dos años, la última vez que tuve la especie, o la cosa viene de más lejos y se trata todavía de alguna semilla que quedó perdida en esa tierra al menos en 2009. De hecho, las plantas de 2012 no las sembré, aparecieron en unas macetas destinadas a anuales y las trasplanté con éxito a una maceta mayor con tierra arcillosa donde se hicieron grandes y dieron un buen número de flores.

Delphinium elatum
En el rincón trasero de la terraza también continúan su etapa multitud de especies y siguen en flor las Prunella, los pensamientos, la Platycodon y alguna que otra más. Aquí es donde quizá haya más especies pendientes de florecer, aunque en algunas de ellas aparecen hojas dañadas por hongos, amarillentas y en general estropeadas como suele ser frecuente cuando el calor se prolonga mucho tiempo. Esta zona también tengo prevista reacondicionarla cuando llegue el otoño, probando a colocar allí algunas especies de bulbosas al margen del éxito obtenido con algunas especies este invierno y primavera y, para entonces, que también el calor se habrá suavizado, probar a cambiar de sitio algunas plantas como las Digitalis, que ya se merecen estar en una maceta o contenedor que les deje más espacio para las raíces. Algunos ejemplares que han crecido al sol este año han demostrado, por otro lado, que delicadas tampoco son. Eso sí, no han florecido: parece que necesiten una ubicación más resguardada para esto. Los ejemplares en semisombra lo hicieron muy pobremente esta vez.

Se da por comenzada pues esta etapa de dos largos meses en los que la impaciencia crece a mayor ritmo del que desciende la actividad entre las plantas, pues aunque muchas veces las semillas ahora mismo germinan bastante bien e incluso algunas de las plantas obtenidas llegan a prosperar y florecer al año siguiente, conviene ser prudente y no lanzarse de cabeza, puesto que suele ser difícil mantenerlas ahora y todavía queda mucho año por delante en el que plantas a las que una siembra en agosto-octubre les dará para estar floreciendo en noviembre-enero, periodo en el que ya quisieran en otras zonas de clima templado poder tener plantas primaverales en flor. Ahora a aprovechar que estos días todavía se puede estar bien mientras no llegue el calor sofocante, que llegará, seguro.