viernes, 26 de abril de 2013

El regreso de la Aquilegia alpina

Aquilegia alpina
Fue todavía a principios de este año cuando descubrí que ninguna de las aguileñas del año pasado, las cuatro que quedaban (dos alpina y dos híbridas), habían sobrevivido. El dilema estaba en si el calor del verano simplemente las acaba matando, independientemente de que se mantenga la humedad en la tierra. Quedaba pues en el horizonte la expectativa de volver a adquirirlas para 2013, y así lo hice.

Fueron casi de lo primero que eché a la cesta cuando volvieron a LIDL este año, a finales de febrero. Poco después fueron enterradas esta vez en macetas rectangulares, con sustrato universal recién comprado y colocadas en la zona de semisombra de la terraza. El año pasado fue algo extraño pues los ejemplares que puse en esta zona, quizá debido a una mezcla malísima de tierra o a un despiste con su riego, duraron nada y menos. Este año todas están frondosas y grandes. Mientras que de las híbridas ha florecido una (antes que la alpina y con semanas de ventaja respecto al año pasado), las Aquilegia alpina, las tres, muestran ya tallos florales y bastantes flores abiertas.

Detalle del interior de la flor
Hablé mucho de estas plantas en esta entrada retrospectiva, de las primeras del blog. Quería rendir tributo a una de las flores más bonitas que tuve en 2012 mientras hacía tiempo para volver a traerlas a casa. Ahora el resultado está disponible y las preciosas flores acampanadas de color morado-azulado alegran de nuevo la terraza.

El éxito en la floración ha sido sencillo. Con una primavera más fresca que la anterior y una ubicación con menor exposición solar, las plantas han florecido sin problemas. Pero sin duda el verdadero reto será controlarlas durante el verano. Aún siendo vivaces, es probable que no pierdan todas sus hojas como ocurrió el verano pasado, en el cual brotaban después de haberse secado gran parte. El calor no es un problema que se resuelva sólo con mantener la humedad, pues en ocasiones la combinación de ambos factores trae las temidas pudriciones. El año pasado, sin ir más lejos, conseguí que se pudrieran varias dalias que aparentemente parecían pedir agua dado su aspecto.

Flor sobre su pedúnculo
De momento las plantas presentan buen aspecto y no han sufrido ningún desecamiento excesivo, con hojas impecables y sin marcas. Enterré las raíces un poco menos profundas dado que venían bastante brotadas y hubo que dar prioridad a las hojas que ya asomaban. No supuso mayor problema, y de hecho ni siquiera fueron atacadas por los pájaros en este delicado estado, cosa que tampoco sucede ahora.

Quizá falta ver si cuando llegue el verano, cuando el recorrido solar llega a tal punto que ni siquiera el rincón de semisombra queda totalmente aislado, las horas de luz acompañadas de fuerte calor no resultan tan excesivas como a lo visto acabaron siendo el año pasado. En su misma disposición se encuentran sus parientes las anémonas y ranúnculos, algo más resistentes a estas temperaturas.

¿Qué pasará con ellas este año? ¿Lograrán multiplicarse y volver en mayor número al año que viene? ¿Harán frente al verano? Sin duda son cosas que deseo que ocurran, pero que sólo el tiempo podrá disponer.

De anémonas y ranúnculos

Anémona 'De Caen' roja
Este año parece que he acertado a hacer las cosas bien con las ranunculáceas, al menos con las más populares que se venden en la misma época y formato que los bulbos. Así, mientras en 2012 a estas alturas ya me había despedido de las únicas dos plantas de anémona 'De Caen' que florecieron - y que sigo teniendo, pero cuyas flores blancas y lilas no he visto- este año las anémonas y los ranúnculos siguen en pleno esplendor y parece que todavía les quedan unas semanas para seguir dando lo mejor de sí.

Tengo, como digo, al menos un par de tubérculos que sobrevivieron de otoño de 2011 y que florecieron a principios de 2012. Ese año adquirí en primavera unos pocos ranúnculos y unas Anemone coronaria 'St. Brigid' de un supermercado Schlecker, cadena alemana que parece que se va a pique y que de momento esta primavera ya no ha traído ni bulbos ni plantas, cuando tiene algunas especies interesantes (aunque quizá más en otoño). Estas plantas de primavera tuvieron hojas hasta mediados de verano y su máximo logro fue una flor blanca de una anémona, la cual debe ser alguna de las que han florecido en ese color esta semana.

Anémona 'St. Brigid' violeta
En verano, en una visita a un Leroy Merlin, me llevé una bolsa de Anemone coronaria 'De Caen' que tenían rebajada, que vendría a ser de lo que trajeron a finales de ese invierno. En otoño repetí con las 'De Caen' de la misma colección que las de 2011, "Holland Selection", de LIDL, así como un paquete de Anemone blanda que no llegaron a tener ni siquiera un comienzo. A su vez, amplié el plantel de ranúnculos con un par de bolsitas de las de los supermercados Alcampo, que vienen 10 raíces por 0,99€. Planté a mediados de invierno, pero a lo visto no fue demasiado tarde, pues en febrero ya tenía un buen montón de hojas.

Como digo, las Anemone blanda protagonizaron una de las decepciones más sonadas. No entiendo qué pudo pasar, pues las traté igual que al resto de parientes: un remojón previo al plantado, y enterrar. Sus tubérculos son igualmente secos y arrugados como piedrecillas, pero negros y ovalados en lugar de marrones e irregulares. También fracasaron unos Eranthis hyemalis, pero luego me informé que estas plantas suelen perder efectividad si no se plantan de inmediato (estuvieron 3 meses almacenados). Quizá vuelva a probar este año, pues no salieron muy caros (lo mismo que los ranúnculos de Alcampo).

Ranúnculo naranja brillante
Planté en una maceta larga todas las anémonas 'De Caen' nuevas (unas 40), ranúnculos nuevos (20) y las mencionadas A. blanda, otras 20, que ni tan siquiera asomaron. Su pequeño hueco ya está cubierto de hojas y ahí se quedará a merced de lo que puedan crecer el resto de plantas de la maceta. Las anémonas 'St. Brigid' las puse en una maceta con los Eranthis, con lo cual hay media maceta vacía que ya rellenaré con algo algún día, y con ellas las 'De Caen' de 2011. En otra maceta más pequeña, puse los ranúnculos de primavera de 2012. Parte de estas últimas plantas mencionadas tuvieron que ser trasplantadas, ya con hojas, desde el contenedor donde fueron plantadas al principio y que había que remover.

Fue a partir de finales de marzo cuando comenzó a desarrollarse la floración conjunta. Algunas anémonas ya habían florecido antes, pero los ranúnculos salieron por delante de las anémonas más nuevas. Se trataba de unos ejemplares que el verano pasado no consiguieron abrir ni una flor de las que brotaron y que hasta ahora han abierto todas, aunque sólo han salido dos amarillas y el resto anaranjadas. No sé si quieren más sol, pero los tallos salen muy alargados y las flores se doblan por su peso. Precisamente los retiré del sol para evitar secamientos y quemaduras, aunque quizá habrá que buscarles mayor exposición.

Anémona 'St. Brigid' blanca
Las anémonas 'De Caen' como se indica venian en dos "Mix" de distintas marcas, pero está visto que en ninguna de ellas se esmeran por la variedad. Ya no recuerdo de ambas mezclas cuál es cuál (hay uno a cada extremo de la maceta, con los ranúnculos separándolas), pero a un lado sólo salen flores de color violeta-azulado y al otro, lo mismo además de rojas con el centro blanco. Ni rosa, ni blanco, al menos de momento. Por lo menos ya no es sólo un color. Las flores son bastante grandes aunque rara vez forman una "rueda" perfecta. Estos últimos días estoy viendo algunos pulgones verdes reunidos en los pétalos pero no parecen estar causando daño alguno.

Finalmente, las últimas en comenzar a florecer han sido las anémonas 'St. Brigid'. Se diferencian de las 'De Caen', de su misma especie, en que son de pétalos dobles. Este año han salido primero unas de color violeta  con pétalos delgados y muy apretados, grandes y perfectamente circulares, y finalmente han aparecido de nuevo las blancas, con pétalos más anchos e irregulares. Además, los ejemplares de este año parecen totalmente faltos de pigmento, con el centro verde y los estambres amarillo pálido; el del año pasado tenía el centro azul con estambres amarillentos, como las flores normales. Sólo faltaría por aparecer en la combinación algún ejemplar puramente rosado.

Ranúnculo anaranjado
Plantar las anémonas y ranúnculos es sencillo, aunque requieren un trato ligeramente distinto a los bulbos junto a los que se venden, pues no lo son. Las anémonas tienen tubérculos y los ranúnculos, raíces tuberosas similares a las de las dalias pero a pequeña escala y de estructura distinta. Mucha gente llama coloquialmente a éstas últimas "garras", por su aspecto similar tanto a unas pequeñas garras de animal como a las garras de los espárragos, raíces engrosadas que pueden deshidratarse y reactivarse sumergiéndolas durante un instante. De hecho, basta con meter las negras y secas raíces unos minutos en agua para ver como adquieren una textura esponjosa de color pardo.

En casi todos los lados se apunta a que hay que sumergir en agua tanto a anémonas como ranúnculos durante 24 horas antes de plantar. Considero que, una vez más, en Internet la gente se dedica a copiar de un lado y de otro sin pararse a probar o pensar. Si tenemos "buceando" durante un día entero a estas plantas en las épocas frescas en las que se plantan, más el agua para asentar la tierra, más lo que pueda llover... posiblemente estemos abriendo una puerta bien grande a la pudrición, los hongos y demás desgracias. Tanto yo como mucha otra gente coincidimos en que basta con remojarlas apenas unos minutos antes de enterrarlas o incluso plantarlas secas y simplemente que se mojen con el primer riego para asentar la tierra. Así me han funcionado todas las veces, incluso con aquellos tubérculos adquiridos en verano en Leroy Merlin que, atendiendo a la época que suelen traerlas (sobre febrero), debieron pasar casi un año entero en una bolsa.

Anémona 'De Caen' azulada
Tardan pocas semanas en brotar y durante el invierno se conforman con pocos riegos, pero en verano, al menos en mi clima, he de regarlas como cualquier otra vivaz tierna, pues tan pronto como acusan el calor y la falta de humedad se vienen abajo. Son un buen ejemplo de planta vivaz -aunque popularmente se las considere "bulbosas"- dado que se trata de plantas perennes que pueden permitirse perder toda su parte aérea y aletargarse bajo tierra gracias a sus órganos de reserva. Muchas otras ranunculáceas, como las aguileñas, espuelas o acónitos, también cuentan con órganos de reserva. Otras, como la arañuela y el adonis, son esencialmente anuales.

Este año las he colocado en una ubicación con menos horas de sol -aunque de aquí a verano aumentará algo más la exposición- junto con sus parientes las aguileñas y los distintos Oxalis, así como algunas margaritas. La idea es prolongar al máximo su floración, aprovechando que este año van bien y que esta primavera está teniendo episodios de bajadas de temperaturas que suavizan el ambiente de vez en cuando. Lo normal sería que desaparecieran a mediados de verano y volvieran tras las lluvias de otoño.

Tenemos pues unas plantas fáciles de conseguir y propagar y que con un mínimo esfuerzo darán un vibrante toque de color a cualquier rincón e incluso nos darán una pequeña tregua cuando se encuentren en letargo, volviendo no muy tarde para ser de las primeras del año en iluminar nuestras colecciones.

martes, 23 de abril de 2013

Clavel del poeta: ramos en miniatura

Clavel del poeta de flores dobles
Si me preguntan qué me parecen los claveles de toda la vida, seguramente diré que, como otras plantas "clásicas", no les acabo de encontrar atractivo. Sin embargo, y a base de conocer la multitud de especies de este género que, tampoco nos engañemos, no son excesivamente distintos entre sí, encuentro que algunos de ellos pueden tener su encanto.

En Cullera mismo crece un clavel silvestre, el Dianthus saetabensis, de flores simples pero gráciles y bonitas, con cinco pétalos rosados y un cáliz largo y tubular, suspendidas sobre tallos finísimos. Florecerán dentro de muy poco y este año volveré a intentar fotografiar al ejemplar perfecto, con el mayor detalle posible, para mi colección de imágenes de plantas autóctonas. Pero, mientras tanto, en la terraza, una de las dos especies de claveles que tengo actualmente ya está mostrando sus mejores galas.

Se trata del clavel del poeta (Dianthus barbatus), o "Sweet William" como lo llaman los angloparlantes, en variedad de pétalos dobles. Es una planta bienal, que efectivamente ha tardado un año en dar flores desde que los sembrase en primavera de 2012. No descartaría, sin embargo, que les ocurriese como a las dedaleras y vivieran un tiempo más... pero para averiguarlo tendrá que ser cuando terminen de florecer y según sobrelleven la época más cálida del año. Por lo pronto, no estaría de más curarme en salud sembrando de nuevo este año.

Más pétalos y más colorido
Se trata de una planta de escaso porte con tallos rectos recorridos por hojas lanceoladas, algo más anchas que en otros claveles, opuestas entre sí. Parece ser bastante resistente, pues en otoño-invierno apenas las regué. De hecho, gran parte de su vida, germinación incluida, transcurrió en el contenedor donde fueron sembradas semillas variadas también en primavera de 2012. Al limpiarlo, extraje los ejemplares más grandes de clavel del poeta con el fin de trasplantarlos, pues no quería perderlos. Es posible que algún ejemplar más pequeño o malogrado fuese descartado en su día, pero parece ser que la mata que conservé tiene 3-4 ejemplares. O, al menos, de momento han florecido tres tallos y parece quedar alguno más.

A esa resistencia a la falta de riego hay que sumar dos factores más. Han estado siempre a pleno sol y ya conocen el verano de Cullera, algo que no les sucede a muchas plantas que les acompañan, bien porque son nuevas o bien porque han germinado entre el pasado otoño y hoy. El segundo hándicap con el que han tenido que lidiar es con los gorriones, pues ha sido una de las plantas más vilipendiadas por estos pajarillos. Desde su paso a maceta, no recuerdo si antes también, los gorriones han ido mutilando las hojas que había a su alcance hasta cortarlas por la mitad (además, parece que estas sí se las comen). Se pasaron así todo el invierno y podrían haber dado al traste con las plantas si hubieran picado en el punto de crecimiento apical. Cuando las plantas ya no eran más que un montón de medias hojas y veía que la primavera estaba por llegar, las puse bajo una jaula vieja para que pegaran el estirón sin molestias.

Flores y hojas
Gracias a eso, en pocas semanas las plantas ganaban altura, recuperaban hojas y comenzaban a enseñar lo que serían los botones florales. Y ha sido ahora, en abril, cuando se han llenado de flores rosadas.

Las flores contrastan con los tallos, que parecen pequeñas cañas, apareciendo en apretados glomérulos compactos como pequeños ramilletes. Quizá es lo que me atrae de ellos, esas "bolas" de flores tan juntas. Tampoco soy demasiado aficionado a las flores dobles, pero en estos no quedan mal aunque, sin duda, los preferiría de flores simples. Además, las flores no presentan una mutación muy exagerada dado que en algunas aún veo sus estambres -especialmente en los rosa claro-, con lo cual tampoco resultan ser de esas flores que parecen pañuelos arrugados, aglomeraciones exageradas de pétalos.

Ahora no queda más que disfrutar mientras dure de la recompensa que tanto tiempo y dedicación ha requerido. Visto que efectivamente tardan una temporada en florecer pero no se hacen muy grandes, quizá pruebe de sembrar en breve a la próxima generación en el contenedor, no muy alejados de las margaritas de Livingstone, para formar una pequeña mata que alegre la terraza al año que viene.

viernes, 19 de abril de 2013

Oxalis tetraphylla, falso pero bonito "trébol de la suerte"

Flores de Oxalis tetraphylla
Nunca hubiera imaginado que los Oxalis me acabarían llamando la atención. El principal motivo de mi desinterés hacia ellos, por extraño que parezca, es que siempre he visto esta planta como una "maleza atractiva" dado que en mi región, el Oxalis pes-caprae, el "agret" (llamado así por su sabor agrio, similar al limón, causado por una sustancia que puede llegar a ser tóxica en altas cantidades), inunda los cultivos de naranjos de manera espectacular. Sus hojas verdes de tres folíolos forman alfombras que cubren a modo de césped muchos huertos y que, para beneficio del agricultor, retienen bajo sí una humedad muy beneficiosa para los árboles. Sin embargo, a las plantas autóctonas no les debe hacer mucha gracia que este invasor sudafricano no les deje crecer en un lugar que ya les es adverso, pues les ha quitado terreno natural y encima se las elimina con herbicidas periódicamente. Herbicida que, dado al hábito tuberoso del Oxalis, no parece dañar demasiado a éstos, que rebrotan todos los otoños.

Es por ello quizá que no ha sido hasta este año cuando he introducido en casa al que debe ser el más conocido de los Oxalis aparte del Oxalis triangularis de hojas moradas: el Oxalis tetraphylla, que quizá le suene más a la gente por su nombre antiguo -con el que todavía se vende-, Oxalis deppei. Su nombre comercial es "Iron Cross", o "Cruz de Hierro", nombre del cultivar doméstico al que tenemos mayor acceso y el cual se debe a la mancha oscura del centro de las hojas. En el mundo hispano es más conocido como "trébol de la suerte", aunque técnicamente no es un trébol verdadero, pues este nombre se atribuye a unas plantas de la familia de las leguminosas, los Trifolium, frecuentes y con varias especies en mi región, cuyas hojas tienen sólo tres folíolos; precisamente, el hecho de encontrar un ejemplar mutado que tenga cuatro hace que sea "especial". Los Oxalis tetraphylla no requieren de mutaciones para ello, pues vienen "de serie" con cuatro folíolos en cruz.

Hojas en detalle
Mi decisión de introducir a estas plantas en casa se gestó en otoño, a la espera de adquirirlos hacia la primavera cuando los supermercados LIDL (que como véis llevo muy controlados) los trajesen en su colección de bulbos. Y es que, aunque los Oxalis tetraphylla en realidad no brotan de bulbos, la verdad es que su aspecto es tan similar que se les considera plantas bulbosas, y de la misma manera se procede con ellas, aunque por definición lo suyo sean tubérculos y no todos los miembros del mismo género los tienen iguales. En Oxalis pes-caprae parecen cebollitas lisas; en Oxalis bowiei se asemejan a chalotas muy alargadas, y en Oxalis triangularis podría decirse que se parecen a boniatos muy delgados y alargados con una estructura similar a una trenza. En Oxalis tetraphylla parecen unos bulbos al uso recubiertos de una piel fibrosa, como se ve en la foto.

A esto hay que añadir que el crecimiento de la planta no es el propio de los bulbos. En Oxalis con tubérculos con aspecto de bulbo, esto es, en forma de gota de agua, no encontramos en su base el origen de las raíces: éstas brotan a la vez que los tallos desde el extremo más puntiagudo. Así pues, hilando fino, los Oxalis no son plantas bulbosas dado que ni sus órganos son iguales a los verdaderos bulbos o cormos ni todos los miembros de la familia poseen órganos de reserva similares, como sí suele ocurrir con los tulipanes, azucenas, gladiolos, jacintos y narcisos. Son, pues, vivaces tuberosas.

La historia de estas plantas en mi terraza de momento es breve, pero ya van por delante de muchas otras especies. Llegaron a finales de febrero y fueron plantadas a principios de marzo. A finales de ese mismo mes, protegidas bajo la rejilla de rigor para evitar ser masacrados por los gorriones, crecieron hasta toparse con ésta. Mi primera sorpresa es que sus hojas eran más grandes de lo que esperaba. Me la jugué y, como la maceta estaba muy llena, la dejé al descubierto. De momento los gorriones apenas los han tocado -cruzo los dedos- y la maceta luce frondosa y sin hojas totalmente rotas. Quizá los altos peciolos y las grandes hojas hacen difiícil el acceso a los hostiles alados.

Tubérculos listos para plantar
Las hojas tienen un tamaño notable, unos 5-7 cm. de anchura, y se articulan como en otros Oxalis, plegándose cuando hay mucha luz y abriéndose cuando ésta se retira. En las plantas cultivadas, la hoja es verde vivo con el centro color púrpura, dibujando la "Cruz de Hierro"; a lo visto, la especie original sólo tiene una línea transversal zigzagueante de este color en cada folíolo.. Las flores, contrariamente a las hojas, me han parecido más pequeñas de lo que esperaba. Morfológicamente se asemejan a las de O. pes-caprae, redondeadas, aunque son de un bonito color rosado intenso, casi rojo.

Veo por la red que esta planta muchas veces cae en manos de gente que pretende cultivarla como planta de interior. Nada más lejos, las plantas en dichas condiciones sufren la falta de sol y crecen alargadas y feas; si a eso le sumamos que suelen estar encharcadas, muchas no vuelven a emerger tras perder la parte aérea debido a terribles pudriciones que acaban con ellas. Mis plantas reciben menos agua que el resto de vivaces y no lo acusan en absoluto: de momento están perfectas con sólo un riego semanal. Si noto decaimiento cuando haga más calor, disminuiré este intervalo.

Nos encontramos pues ante una planta que con unos sencillos cuidados alegrará cualquier rincón que tengamos disponible para ellas. Las mías todavía comienzan a florecer ahora -aunque sólo han tardado un mes desde la plantación- pero auguro que en meses próximos, la combinación de hojas y flores en gran cantidad puede ser especialmente bonita.

jueves, 18 de abril de 2013

Dedaleras con energía

Aspecto actual (18 de abril) de las dedaleras
En marzo de 2011 adquirí en una tienda inglesa de eBay un paquetito de semillas de dedalera (Digitalis purpurea) porque quedé prendido de su belleza y quería tener alguna en mi casa. La cantidad de semillas era tremenda -son tan pequeñas que en un gramo puede haber varios miles- y sembré unas pocas en el balcón de casa, pues en aquel entonces ni siquiera había trasladado las plantas a la terraza. Salieron varias que crecieron en macetas pequeñas hasta que las trasplanté en agosto o septiembre de ese año en una maceta de unos 80 cm. de largo. El trasplante fue algo delicado porque las raíces, aún siendo plantas de un tamaño ya aceptable, eran finas como pelos. Aún así, fue un éxito y no hubo ninguna baja y, con lo que vamos a ver, desde luego las plantas prosiguieron su vida perfectamente.

Flores en mayo de 2012
Las plantas alcanzaron el tamaño óptimo y la primavera pasada, en mayo, comenzaron a florecer. Las espigas no fueron especialmente densas pero las plantas cumplieron su cometido, mostrando sus bellas flores tubulares que se secaron y dieron miles de semillas. Miles... que fueron a parar al suelo cuando, en un descuido mientras seguía recolectando las cápsulas secas en un botecito, le di un golpe sin querer a éste. Aunque perdí un buen montón, no hubo nada que lamentar puesto que con lo que quedó en los recovecos del fondo del bote y lo que quedaba dentro de las cápsulas había todavía como para plantar 50 macetas como la mía. Además, aún me quedan de las semillas "originales", que no sé hasta cuándo serán viables.

Ahora empieza lo bueno. Daba por sentado que las plantas eran bienales, así que, a pesar de su ya larga vida (nacidas al inicio de una temporada y floreciendo en la siguiente), acabarían secas a partir de junio. La sorpresa vino al comprobar que, después de secarse la última flor, asomaban brotes nuevos en el centro de las plantas. Una de ellas, que no había florecido, presentaba un aspecto fresco e inmaculado. Quizá, después de todo, se trataba de plantas perennes...

Aspecto el 22 de agosto de 2012
Fui haciendo alguna foto global tiempo después que, mirad por dónde, me han valido para dar forma a esta entrada. En agosto las plantas tenían su mitad vieja arrugada, seca y decaída y su mitad nueva emergiendo. Para el otoño, corté totalmente los restos de las varas florales y seguí cuidando como siempre a las plantas, que se beneficiaron como es lógico con las lluvias que suelen acompañar esa estación.

A partir de enero-febrero apliqué algo de abono granulado (12+12+17+2) y continué con los riegos periódicos para ir diluyendo éste. Ha ido llegando la época del calor y, como suele pasar, no me he ido fijando en cómo han crecido las plantas, pero en las fotos se puede apreciar perfectamente. Sólo recuerdo que cuando eché el abono, iba depositándolo desde arriba y los gránulos llegaban a la tierra por los huecos entre hojas; actualmente no puedo ver la tierra por ningún hueco y debo levantar hojas para introducir la regadera. Aparte de esto, solamente procuro empapar bien la poca tierra que contiene la maceta (al parecer, suficiente para albergar a estas plantas) para evitar que se vengan abajo entre riegos, cosa que ocurre si no calculamos bien el calor y viento seco que pueda hacer.

Aspecto el 7 de octubre de 2012
Dado que son plantas de climas algo más frescos y viven en orlas y márgenes de bosques, las mantengo a semisombra en el rincón trasero de la terraza, aunque reciben algo más de sol que las plantas que tengo a mayor resguardo. Creía que el calor resultaría ser un hándicap mayor, pero ni siquiera en la parte más calurosa del verano las plantas se presentaron especialmente estropeadas o decaídas. Además, su floración tampoco parece adelantarse demasiado, pues mayo es una fecha bastante tardía para según qué plantas más delicadas, si bien el año pasado para finales de junio no quedaba ni una flor. Entiendo que en el país de origen de las semillas (Reino Unido) las plantas deben florecer sobre julio o agosto. De hecho, prácticamente todas las vivaces y anuales que aquí florecen en marzo-junio allí lo hacen durante el verano, equiparable en temperaturas a nuestra primavera.

No sé si ha sido totalmente responsabilidad del abono o simplemente las plantas venían con fuerza, pero el crecimiento ha sido notable y esta temporada, con dos años de calendario cumplidos desde que fueron sembradas, ya asoman de nuevo las varas florales. De momento son cinco, aunque podrán ser más dado el número de plantas (sinceramente, no sé exactamente cuántas hay, seguramente entre 7 y 10) y la expectación está asegurada, pues podrían ser más altas y densas que las del año pasado. Sea como fuere, seguro que el resultado es espectacular.

martes, 16 de abril de 2013

Lychnis viscaria: fuerza rosa

Panículas de flores
De la Lychnis viscaria parece no haber demasiada información en Internet. De hecho, no he conseguido ni siquiera averiguar si tiene nombre en castellano, aunque en inglés se llama sticky catchfly, que vendría a significar "atrapamoscas pegajosa". El nombre parece bastante confuso, pues la planta ni atrapa moscas ni es siquiera pegajosa, como sí ocurre con las pegamoscas, las fabáceas del género Ononis que crecen aquí en la playa.

Hablando de familia, la Lychnis viscaria es una cariofilácea, un partiente cercano de los claveles y silenes, en especial de estas últimas, de la cual su género se considera a veces sinónimo. Su aspecto también nos muestra dicho parantesco, pues las flores, de largo cáliz, cinco pétalos y una corona en el centro son bastante similares a las de las Silene.

Me hice con la planta en septiembre de 2012, en una oferta de los supermercados ALDI. Traen varias plantas perennes a 0,99€, que llaman erróneamente "arbustos" - ninguna lo es, pues son herbáceas todas- y es una manera estupenda de hacerse con especies curiosas ya crecidas y establecidas a un precio muy atractivo. Yo me llevé varias y todas han sobrevivido de momento, aunque algunas todavía no muestran signos de florecer.

La Lychnis viscaria es una planta centroeuropea, frecuente en Alemania. Sus hojas lanceoladas de color verde intenso crecen formando una roseta en el suelo y no se pierden en todo el año. No es nada exigente con el sustrato y con los riegos, aunque conviene no descuidarla cuando el calor empieza a apretar. Todo esto lo digo sin haber visto todavia cómo le irá el verano, aunque supongo que simplemente se limitará a seguir floreciendo, ir dando semillas y posteriormente, perdiendo de nuevo las flores para volver a quedarse sólo con sus hojas.

Detalle de las flores
La roseta lució un estado excelente todo el invierno, aunque se vio dañada con el granizo caído a finales de febrero. No obstante, esto simplemente sirvió de "poda natural" y la planta se apresuró en renovar su follaje, con las hojas grandes rotas secándose y dando paso a nuevas hojas que a día de hoy vuelven a llenar toda la maceta.

A finales de marzo empezaron a aparecer los primeros pedúnculos florales. Al principio parece algo decepcionante y llegué a pensar que la planta estaba creciendo con algún problema, pero nada más lejos. Los dos primeros tallos sólo sostenían una flor cada uno, cuyos pétalos empezaban a estropearse. No obstante, a lo largo del tallo se veían más capullos, con lo cual era de esperar que las panículas propias de la especie acabarían formándose.

He de decir que ha valido la pena esperar un poco más para fotografiar a la planta: hace algo más de una semana ya hice unas pocas fotos que pensaba mostrar aquí en el blog, donde ya aparecían unas cuantas flores juntas. Sin embargo, con la visita de hoy me he visto no ya tentado, sino obligado a volver a fotografiar a la planta, pues algunos de los tallos estaban completamente llenos de flores, esta vez con la totalidad de éstas abiertas. El efecto es espectacular, formando estructuras de aspecto casi ovoide repletas de florecillas de potente color rosado.

Aspecto actual de la planta
Las flores no parecen tener aroma perceptible (no he acercado la nariz), pero el espectáculo visual que ofrecen es más que satisfactorio. Los tallos poseen también pequeñas hojillas lanceoladas opuestas. Es, desde luego, una planta de aspecto silvestre muy bonita. Me imagino lo bien que podrían lucir varios ejemplares juntos en un jardín, mezclados con plantas de diversos colores.

Ahora sólo queda cuidarla con mimo para procurar que siga floreciendo y, por qué no, cosechar y guardar la mayor cantidad posible de semillas por si quisiera probar a introducirla en otras macetas o contenedores. Mezclar unas cuantas de estas plantas con flores de color azul, amarillo, blanco o naranja debe crear un efecto espectacular, y si al precio de una puedo perpetuar y ampliar su presencia en la terraza, mejor que mejor.

viernes, 12 de abril de 2013

Margarita de Livingstone, la explosión multicolor

Combinación multicolor
Todos los años suelo tener una o algunas especies que funcionan particularmente bien, regalando sus flores de manera brillante y abundante. Creo poder decir que una de las protagonistas de esta temporada será la margarita de Livingstone (Dorotheanthus bellidiformis).

Se trata de un miembro de la familia de las aizoáceas (Aizoaceae), en el que encontramos muchas plantas "clásicas" que además, tristemente, han llegado a colonizar ecosistemas delicados como las dunas costeras, desplazando a especies autóctonas que no pueden crecer bajo sus grandes matas rastreras. Tal es el caso de las uñas de gato (Carpobrotus edulis y acinaciformis) y, en menor medida, de la Aptenia cordifolia, muy típicas de los jardines de toda la vida. Actualmente también suele usarse mucho Drosanthemum floribundum, que comienza a popularizarse en las jardineras que decoran las carreteras y rotondas dado que necesita pocos cuidados y florece de manera espectacular.



El caso que nos ocupa es algo distinto, pues la margarita de Livingstone difiere de sus parientes en que es anual. Se cultiva como cualquier otra anual de clima templado: siembra directa a tierra, regar y mantener la tierra húmeda. Al menos en mi caso, no he notado que sea tan resistente a la sequía como sus parientes, requiriendo riegos como cualquier otra planta, cuando la tierra comience a resecarse.


La historia de la margarita de Livingstone en la terraza comenzó en 2012. Sembré algunas semillas en el contenedor-jardinera y otras en una maceta, como suelo hacer muchas veces, para tener al menos un especimen por separado. En la maceta las plantas crecieron pero, como mencionaba, y al ser casi verano, el calor y la sequedad no les sentaba demasiado bien y se venían muy abajo entre riegos. Su crecimiento parecía muy lento, así que acabé trasplantando lo de la maceta, con todo el cepellón de tierra, en el contenedor, dado que no había brotado ni una semilla. Pocas semanas después las plantas acabaron secándose y desapareciendo.

Con la llegada de las lluvias tras el verano, bien entrado el otoño, apareció una planta en el contenedor que crecía a mejor ritmo de lo que lo habían hecho los anteriores intentos. Separé esta planta en una maceta antes de limpiar y remover todo el contenido del contenedor, y la mantuve sin problema tratándola como una más. Pasó casi todo el invierno y para finales de febrero, con la planta bastante envejecida (con tonos rojizos y un sinfín de picotazos de los gorriones) comenzó a emitir sus primeras flores, de curioso color, que mostré en esta entrada.

A finales de enero comencé con la siembra de plantas en el recién preparado contenedor y, resumiendo mucho, hay que decir que sólo las margaritas de Livingstone consiguieron crecer y establecerse, estando ahora considerablemente adelantadas respecto al resto y cubriendo algunas otras plantas de pequeño tamaño que sembré en su misma zona, la parte delantera del contenedor. Estas plantas tienen un aspecto más fresco, totalmente verde, estando igual de expuestas al sol. Comenzaron a florecer a principios de abril, sólo un mes después de su congénere más vieja, aspecto que he venido observando en la mayoría de plantas  semilleras según se siembren en otoño o en invierno-primavera (las que se siembran en primavera crecen y florecen en un tiempo menor).


La planta es, como sus parientes perennes, una continua "fábrica" de flores. Éstas tienen un aspecto similar a las de algunos cactus, si bien lo que nos evoca el nombre, las margaritas, también guardan cierto parecido, aunque evidentemente la estructura es remotamente distinta: mientras que una margarita se compone de un capítulo con flores tubulares en el centro y una corola de pétalos, cada flor de la margarita de Livingstone es eso, una sola flor. Algo similar ocurre también con las anémonas, con especies muy parecidas a margaritas.

Los colores son casi infinitos, si bien faltan el rojo y el azul -y, en consecuencia, los tonos morados o violáceos. Existen tanto flores de un color como bicolores, con un círculo central de tonalidad distinta. No me queda claro si una misma planta es capaz de sacar flores de distinto color (sería raro) dado que crecen tan juntas que no he mirado cuál es cuál. Resaltando todavía más este colorido, nos encontramos con algunas plantas que poseen las anteras de colores distintos: púrpura, naranja o incluso totalmente amarillos.



Las hojas llaman la atención por poseer una capa mucilaginosa, dando la impresión de que están comstantemente mojadas, motivo por el que a ésta y otras plantas de la familia se las suele llamar "rocíos" o "escarchadas". Aunque de aspecto carnoso, no llegan a tener la consistencia crasa de los miembros perennes de su familia.

Me encuentro pues con esta planta con un descubrimiento algo tardío pero que sin duda ha sido un acierto. Eso sí, viendo lo rápido que murió la primera planta tras florecer, no sé si éstas nuevas sobrevivirán al verano. Sea como fuere, todo parece apuntar a que la planta funciona mejor durante el invierno, con lo cual a la temporada próxima habrá que probar las siembras otoñales e invernales. Eso sí, teniendo en cuenta que quizá estas del contenedor se auto-siembren al secarse.

domingo, 7 de abril de 2013

Cambio de tiempo

Ranúnculo amarillo
Durante esta semana hemos notado evidentes cambios en la meteorología. Del calor y el viento hemos pasado a la lluvia, humedad y frío que, tras un mes de marzo ya bastante estable y cálido, nos ha sorprendido a todos.

He estado en tres ocasiones en la terraza esta semana. El lunes todo bien, pues a pesar del viento, como había ido dos días antes parecía estar todo en buen estado. El jueves noté que quizá ya va siendo hora de no dejar pasar tantos días, pues el sol y el viento habían resecado bastante la superficie de la tierra de todas las macetas, aunque no hubo que lamentar ningún incidente con las plantas. Ayer sábado, tras la lluvia y el frío acaecidos, no hizo falta ni regar. No obstante, pronto habrá que volver porque con otro cambio de tiempo, sobre todo si sigue soplando el poniente, la humedad volverá a desaparecer con facilidad.

Lo mejor de la lluvia, que si bien no ha sido tan abundante como la de finales de febrero, sí ha sido lo suficentemente persistente (unos 17 mm. caídos en una tarde) es que empapa en profundidad los contenedores y macetas más grandes proporcionando una humedad uniforme que servirá de gran ayuda a las plantas que ahora comienzan a brotar o florecer, entre ellas los gladiolos enanos, las dalias o las azucenas, así como las pequeñas plántulas semilleras. Las vivaces de talla reducida, como las anémonas, aguileñas y ranúnculos, también verán con esta puesta en remojo una buena oportunidad para seguir poniéndose frondosas.

Anémona de Caen violeta
Precisamente, esta semana continúan floreciendo las anémonas sobre sus matas de abundantes hojas y han empezado a hacerlo los ranúnculos. Se trata de los ejemplares que adquirí la primavera pasada de los supermercados Schlecker, y que durante 2012 dieron hojas y no llegaron a florecer dado que los capullos se secaban antes de abrirse. De momento se han abierto dos, ambos amarillos, aunque mientras uno es doble, el otro tiene menos pétalos, asemejándose a una anémona. Aunque los dobles son bonitos, me ha parecido más atractivo el otro, dado que da la impresión de ser una flor más "completa", dejando ver su centro con los estambres y estigmas. Hay tres capullos más, en plantas distintas, en los que parece adivinarse un tono rosado, así que habrá algo de variedad de color.

Margarita de El Cabo
Los últimos oxalis en llegar a casa, los Oxalis tetraphylla (más conocidos como Oxalis deppei) han comenzado a sacar sus hojas verdes con el centro rojo. Son más robustos que las otras especies que tengo, pero aún así han de estar bajo reja, pues la primera hoja que salió a la superficie fue inmediatamente segada por los gorriones. Me apena no poder hacer nada que permita a estas plantas crecer al descubierto, pareciendo estar condenadas a pasar su vida bajo una reja si quiero que los gorriones no las destruyan. En otras plantas generalmente picotean las hojas más bajas y acaban dejándolas cuando las plantas se han puesto más grandes y frondosas. Con los oxalis, que crecen muy bajos, no me puedo fiar. De hecho, el Oxalis pes-caprae que dejé como prueba está completamente arrasado, así que no puedo arriesgarme a que ocurra lo mismo con el resto de especies.

Los girasoles comienzan a tomar altura, aunque al parecer su crecimiento sigue una pauta "por fases": las plantas no llegan a 30 cm., pero ya comienza a verse en el centro lo que será el primer capítulo floral. Seguramente crezcan algo más, abran sus primeras flores y comiencen a ramificarse a partir de ahí, dado que pertenecen -en teoría- a un cultivar que crece de esta manera. Posiblemente lleguen a coincidir con las dalias, y no sé si con la equinácea, que crece muy lenta: además, de tres que había, dos murieron de manera repentina, quizá podridas.

Ranúnculo amarillo "semidoble"
Comienzan a florecer en gran cantidad también las margaritas de Livingstone, en multitud de colores. Debido a que se encuentran en el contenedor cubierto con reja para evitar que los gorriones dañen a las plántulas semilleras, he tenido que abombar la reja hacia arriba tirando con un cordel y atándolo al punto desde donde anteriormente salían las cuerdas de tender en la terraza, Parece ser que algunas flores sí llegaba a tocar con la reja y estaban teniendo problemas para abrirse. Por su parte también se encuentra en flor otra planta adquirida el año pasado, pero no anual, sino perenne: la Lychnis viscaria, una pariente de los claveles, bastante similar a éstos de hecho. Sus flores crecen juntas en tallos elevados, pero de momento sólo se han abierto las primeras individualmente, así que espero a que abran el resto para hacerles unas fotos.

Esta semana he añadido una nueva planta más a la colección: una margarita de El Cabo (Osteospermum sp.) de reducido tamaño aunque con un buen montón de flores, tanto abiertas como a punto de hacerlo. Siempre me ha llamado la atención de estas plantas, últimamente bastante populares tanto en jardinería urbana como casera, por su abundante y persistente floración, que prácticamente dura todo el año. El color más típico suele ser blancuzco con un ligero tono morado, aunque yo elegí un ejemplar de un suave tono lila. Otra compuesta más para la familia, y van...

Aunque parezca lo contrario, esta bajada de temperaturas será bastante beneficiosa para las plantas, que ya comenzaban a ir notando los rigores de las altas temperaturas. Abril es, junto con mayo, el mes primaveral por excelencia, donde todo comenzará a tomar color.

sábado, 6 de abril de 2013

Fin de la primera fase de los bulbos

Freesia x hybrida rosada
Estamos sólo a principios de abril, con la primavera recién estrenada, pero lo cierto es que las plantas bulbosas suelen tomar la delantera y, según especies, algunas para esta época ya van terminando su ciclo, al menos el de floración; las hojas las perderán más adelante, pues ahora mismo están reponiendo sus energías para antes de aletargarse en verano, cuando no tendrán ni hojas ni raíces. Hablamos, por supuesto, de los bulbos de floración primaveral temprana: el resto de especies todavía tienen todo el verano por delante para crecer.

Hace un mes hablaba aquí en el blog sobre las primeras floraciones de los bulbos y el comienzo de una "explosión floral" sucesiva. Al final, esto no ha sido tan evidente debido a lo espaciado de las floraciones, achacable seguramente al hecho de que las bulbosas están en su primer año en la terraza y necesitan adaptarse al clima. Esta adaptación no siempre es posible, lo cual es una lástima: por ejemplo, las variedades  de tulipán que tengo parece que no están muy a gusto con el caluroso y soleado comienzo de la primavera y están saliendo deformes, resecos y, lo más triste, con flores que brotan ya abortadas. No sé si conseguirán al menos sobrevivir para adelantarse al año que viene, porque he llegado a sacar algunos tallos podridos.

Iris holandés morado
Hay que tener en cuenta que, incluso los bulbos que resisten mejor el cálido y suave clima mediterráneo, pueden no darse demasiado bien el primer año dado que "se han criado" en un vivero holandés, con lo cual el hecho de que, a grandes rasgos, nuestro mes de febrero sea como el final del mes de abril de allí, puede representar un problema para las plantas recién llegadas: al florecer en abril se encuentran con demasiado calor y radiación solar. Hasta ahora todavía no he tenido ningún bulbo enterrado de un año a otro y sin cambiarlo de sitio en alguna ocasión, así que espero observar resultados ya para 2014.

En el contenedor prácticamente no quedan flores de crocus y los Iris reticulata también las han perdido, aunque me ha parecido ver algún tallo grueso que podrían ser flores nuevas. Los jacintos fueron los primeros en florecer y de eso hace más de un mes, y los narcisos 'Tète-â-tète' terminaron de florecer la semana pasada. Los Muscari armeniacum han tenido un desarrollo floral pobre tanto en tamaño como en cantidad, que achaco a una plantación demasiado tardía, pues las hojas han brotado sin mayor problema. Todavía sale alguna vara floral de vez en cuando, pero han tenido un año discretísimo comparado con 2012. A las Scilla siberica les ha pillado el cambio de tiempo y han florecido bastante mal: ahora ya parece que ninguna sea capaz de sacar los tallos de dentro de la roseta de hojas, secándose sin estirarse.

Iris holandés blanco
Quedan todavía muchas rosetas de hojas de plantas que no han florecido. Algunas es posible que no lo hagan ya, como la mayoría de narcisos miniatura, mientras que otras tienen posibilidades: las Fritillaria uva-vulpis porque ya florecieron el año pasado, o las Chionodoxa luciliae, que cada vez tienen las hojas más grandes. Las demás plantas que han brotado recientemente ya pertenecen a la categoría de "bulbos de primavera", como los gladiolos enanos o las Triteleia 'Queen fabiola', que seguramente florezcan de cara al verano.

Pero flores sigue habiendo, como ya se ha podido deducir al ver las fotos que acompañan la entrada. Un par de Freesia x hybrida de un brillante color rosado llevan unos días abriendo sucesivamente sus flores, y los iris holandeses, los de mezcla de colores, han florecido un par de veces y siguen apareciendo brotes florales. Estas especies resisten mejor este tiempo y gustan del calor, aunque los iris perderán sus hojas en verano, mientras que las Freesia en ocasiones son capaces de conservarlas de una temporada a otra.

Por tanto, estos días tendré una pequeña pausa con los bulbos, pero que veré compensada con el resto de plantas de la terraza, que bien se encuentran creciendo o bien mostrando flores ya, como las anémonas, ranúnculos y margaritas de Livingstone. No habrá tiempo para aburrirse, desde luego.

lunes, 1 de abril de 2013

Rectificar a tiempo

Plántulas en crecimiento
Hace unas cuantas semanas hablé en una entrada de lo mal que había ido el primer intento de siembra "a voleo" de semillas en el contenedor de 150x75 cm., que se hizo extensivo a algunas macetas sueltas. A día de hoy parece que la cosa poco a poco va mejorando y es de suponer que. si no hay ningún contratiempo, para verano haya un montón de especies nacidas de semilla creciendo y floreciendo.

Como se puede apreciar en la foto, la parte despejada del contenedor comienza a llenarse de pequeñas plántulas. A ello contribuyó, aparte de una repetición de la siembra (la tercera desde enero, nada menos) de las especies que había seleccionado al principio, la adición de un buen puñado de semillas nuevas con mayor variedad procedentes de sendas mezclas de semillas adquiridas en ALDI. Se trata de unos botes de 100 g. con diversas especies de anuales y vivaces pensados para sembrar superficies amplias de jardín. Por poco precio (2,49 € cada bote) he echado una cantidad de semillas más que suficiente para asegurarme de que, aunque brotaran una cuarta parte, el contenedor se llenará de plantas. Y es que es muy distinto sembrar unas pocas semillas de sobre, que vienen en cantidades pequeñas, a llenarse la palma de la mano de semillas y sembrar a voleo como si de un cultivo de cereal se tratase. Aún así no habré usado ni un 10% del contenido de los botes.

Entre las plántulas, distingo unas pocas especies cuyas hojas son fácilmente reconocibles. Veo Cosmos, que tanto podrían ser bipinnatus (cuya presencia reforcé sembrando semillas de mi producción del año pasado, que han demostrado ser muy efectivas) como sulphureus, una especie muy similar que venía en las mezclas que adquirí. También veo una malvácea, cuya identidad está entre Lavatera trimestris y Malope trifida; no me queda otra que esperar a verla florecer para saberlo. Una zinnia empieza a despuntar entre el resto y, como sorpresa que se veía venir, han aparecido varias plantas de agerato, que yo no sembré voluntariamente, pero era fácil que en la tierra hubiese semillas bien de las plantas que el año pasado crecieron allí y las derramaron en gran cantidad, o bien llevadas por el viento, los pájaros o yo mismo desde las plantas adultas que todavía conservo.

Gilia tricolor germinando
Como ya comenté en la entrada pasada, en la parte frontal del contenedor las cosas fueron mucho mejor y las margaritas de Livingstone (Dorotheanthus bellidiformis) se han adueñado de toda esta zona. El problema es que ya tocan la reja que cubre el contenedor, aunque por suerte parece que no van a crecer más, pues no hay ninguna doblada, sino que son las hojas más altas las que han quedado apretadas contra la malla metálica. Para sorpresa, he visto hoy que varias de ellas tienen botones florales y además se adivinan los colores y hay buena variedad; para mí una alegría, pues hace un mes comenzó a florecer una planta que tenía de la especie que había brotado en otoño, y que, como anual estricta que es, se secó y murió después de abrir su última flor, hace apenas unos días. Ahora tengo más y en menos tiempo, lo cual además compensa con creces el fracaso del año pasado, ya que sembré la especie en primavera y no salió ninguna adelante hasta el mencionado ejemplar solitario que brotó tardíamente en otoño.

Aparte de esta siembra masiva, estoy ampliando posibilidades pre-germinando algunas semillas con papel húmedo, a fin de conseguir que arraiguen con ventaja sobre las demás, dado que hay especies de semilla dura que parecen tener alguna dificultad, seguramente condicionadas por la mala permeabilidad de la superficie del sustrato del contenedor, que se seca muy rápido. No obstante, también he hecho lo posible por subsanar este aspecto y hace una semana, viendo la oportunidad, adquirí un pulverizador a presión de 5 l. en la sección de jardinería de LIDL. Como se suele decir, no sé cómo he podido estar sin uno de estos aparatos todo este tiempo: hasta ahora utilizaba pulverizadores pequeños que siempre acababan rompiéndose a los pocos usos. Con este nuevo, basta con accionar el émbolo hasta alcanzar 1-2 bares de presión para conseguir un buen rato de chorro ininterrumpido con gotas finísimas, ideal para humedecer semilleros sin miedo a desplazar semillas o doblar plántulas por el peso de las gotas. Doy una pasada todas las veces que acudo a la terraza para dar a  las plántulas su ración de humedad, y parece que está siendo de gran ayuda.

Espuela de caballero entre antirrinos
Dejando a un lado el contenedor, también estoy empezando a repetir los semilleros fallidos que hice en macetas, aprovechando además para introducir nuevas semillas. En enero sembré unas Ratibida columnifera pulcherrima, una compuesta norteamericana, y no brotó ni una. Repetí la siembra pero esta vez pre-germinando las semillas en papel de cocina húmedo, depositándolas en la misma maceta cuando asomaba la raíz. Ahora sí veo plantulas, aunque parece que crecen algo lentas. Es cuestión de paciencia.

Entre las nuevas especies que he sembrado junto a las que he repetido siembra, se encuentra la Gilia tricolor. Estas semillas me las regalaron al comprar otras (aunque en las mezclas en bote que he mencionado antes también viene esta especie) en una tienda francesa que conocí en eBay, que por lo que veo tienen la bonita costumbre de regalar una o varias especies de su elección en cada pedido, según el volumen de éste. Para mayor satisfacción, hoy me he encontrado que las semillas, sembradas el jueves, están casi todas brotadas.

Por lo demás, hay que señalar que muchos otros semilleros sí han sido un éxito y se encuentran creciendo a buen ritmo. He querido destacar, para cerrar ya esta entrada, una maceta donde sembré semillas en otoño. La cubrí un tiempo con plástico y éste acabó destapándose con el viento, pero sorprendentemente la maceta se llenó de plántulas que prosperaron perfectamente, sobreviviendo a la meteorología y a los pájaros. No recuerdo exactamente qué sembré allí, pero por el aspecto de las plantas que mayor presencia tienen, diría que son antirrinos de colores mixtos y, entre ellos, una espuela de caballero (Consolida ajacis) crece escondida. Supongo que mientras no falte humedad en la tierra, conseguirán desarrollarse aún estando tan apretadas.