viernes, 12 de abril de 2013

Margarita de Livingstone, la explosión multicolor

Combinación multicolor
Todos los años suelo tener una o algunas especies que funcionan particularmente bien, regalando sus flores de manera brillante y abundante. Creo poder decir que una de las protagonistas de esta temporada será la margarita de Livingstone (Dorotheanthus bellidiformis).

Se trata de un miembro de la familia de las aizoáceas (Aizoaceae), en el que encontramos muchas plantas "clásicas" que además, tristemente, han llegado a colonizar ecosistemas delicados como las dunas costeras, desplazando a especies autóctonas que no pueden crecer bajo sus grandes matas rastreras. Tal es el caso de las uñas de gato (Carpobrotus edulis y acinaciformis) y, en menor medida, de la Aptenia cordifolia, muy típicas de los jardines de toda la vida. Actualmente también suele usarse mucho Drosanthemum floribundum, que comienza a popularizarse en las jardineras que decoran las carreteras y rotondas dado que necesita pocos cuidados y florece de manera espectacular.



El caso que nos ocupa es algo distinto, pues la margarita de Livingstone difiere de sus parientes en que es anual. Se cultiva como cualquier otra anual de clima templado: siembra directa a tierra, regar y mantener la tierra húmeda. Al menos en mi caso, no he notado que sea tan resistente a la sequía como sus parientes, requiriendo riegos como cualquier otra planta, cuando la tierra comience a resecarse.


La historia de la margarita de Livingstone en la terraza comenzó en 2012. Sembré algunas semillas en el contenedor-jardinera y otras en una maceta, como suelo hacer muchas veces, para tener al menos un especimen por separado. En la maceta las plantas crecieron pero, como mencionaba, y al ser casi verano, el calor y la sequedad no les sentaba demasiado bien y se venían muy abajo entre riegos. Su crecimiento parecía muy lento, así que acabé trasplantando lo de la maceta, con todo el cepellón de tierra, en el contenedor, dado que no había brotado ni una semilla. Pocas semanas después las plantas acabaron secándose y desapareciendo.

Con la llegada de las lluvias tras el verano, bien entrado el otoño, apareció una planta en el contenedor que crecía a mejor ritmo de lo que lo habían hecho los anteriores intentos. Separé esta planta en una maceta antes de limpiar y remover todo el contenido del contenedor, y la mantuve sin problema tratándola como una más. Pasó casi todo el invierno y para finales de febrero, con la planta bastante envejecida (con tonos rojizos y un sinfín de picotazos de los gorriones) comenzó a emitir sus primeras flores, de curioso color, que mostré en esta entrada.

A finales de enero comencé con la siembra de plantas en el recién preparado contenedor y, resumiendo mucho, hay que decir que sólo las margaritas de Livingstone consiguieron crecer y establecerse, estando ahora considerablemente adelantadas respecto al resto y cubriendo algunas otras plantas de pequeño tamaño que sembré en su misma zona, la parte delantera del contenedor. Estas plantas tienen un aspecto más fresco, totalmente verde, estando igual de expuestas al sol. Comenzaron a florecer a principios de abril, sólo un mes después de su congénere más vieja, aspecto que he venido observando en la mayoría de plantas  semilleras según se siembren en otoño o en invierno-primavera (las que se siembran en primavera crecen y florecen en un tiempo menor).


La planta es, como sus parientes perennes, una continua "fábrica" de flores. Éstas tienen un aspecto similar a las de algunos cactus, si bien lo que nos evoca el nombre, las margaritas, también guardan cierto parecido, aunque evidentemente la estructura es remotamente distinta: mientras que una margarita se compone de un capítulo con flores tubulares en el centro y una corola de pétalos, cada flor de la margarita de Livingstone es eso, una sola flor. Algo similar ocurre también con las anémonas, con especies muy parecidas a margaritas.

Los colores son casi infinitos, si bien faltan el rojo y el azul -y, en consecuencia, los tonos morados o violáceos. Existen tanto flores de un color como bicolores, con un círculo central de tonalidad distinta. No me queda claro si una misma planta es capaz de sacar flores de distinto color (sería raro) dado que crecen tan juntas que no he mirado cuál es cuál. Resaltando todavía más este colorido, nos encontramos con algunas plantas que poseen las anteras de colores distintos: púrpura, naranja o incluso totalmente amarillos.



Las hojas llaman la atención por poseer una capa mucilaginosa, dando la impresión de que están comstantemente mojadas, motivo por el que a ésta y otras plantas de la familia se las suele llamar "rocíos" o "escarchadas". Aunque de aspecto carnoso, no llegan a tener la consistencia crasa de los miembros perennes de su familia.

Me encuentro pues con esta planta con un descubrimiento algo tardío pero que sin duda ha sido un acierto. Eso sí, viendo lo rápido que murió la primera planta tras florecer, no sé si éstas nuevas sobrevivirán al verano. Sea como fuere, todo parece apuntar a que la planta funciona mejor durante el invierno, con lo cual a la temporada próxima habrá que probar las siembras otoñales e invernales. Eso sí, teniendo en cuenta que quizá estas del contenedor se auto-siembren al secarse.

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