martes, 16 de abril de 2013

Lychnis viscaria: fuerza rosa

Panículas de flores
De la Lychnis viscaria parece no haber demasiada información en Internet. De hecho, no he conseguido ni siquiera averiguar si tiene nombre en castellano, aunque en inglés se llama sticky catchfly, que vendría a significar "atrapamoscas pegajosa". El nombre parece bastante confuso, pues la planta ni atrapa moscas ni es siquiera pegajosa, como sí ocurre con las pegamoscas, las fabáceas del género Ononis que crecen aquí en la playa.

Hablando de familia, la Lychnis viscaria es una cariofilácea, un partiente cercano de los claveles y silenes, en especial de estas últimas, de la cual su género se considera a veces sinónimo. Su aspecto también nos muestra dicho parantesco, pues las flores, de largo cáliz, cinco pétalos y una corona en el centro son bastante similares a las de las Silene.

Me hice con la planta en septiembre de 2012, en una oferta de los supermercados ALDI. Traen varias plantas perennes a 0,99€, que llaman erróneamente "arbustos" - ninguna lo es, pues son herbáceas todas- y es una manera estupenda de hacerse con especies curiosas ya crecidas y establecidas a un precio muy atractivo. Yo me llevé varias y todas han sobrevivido de momento, aunque algunas todavía no muestran signos de florecer.

La Lychnis viscaria es una planta centroeuropea, frecuente en Alemania. Sus hojas lanceoladas de color verde intenso crecen formando una roseta en el suelo y no se pierden en todo el año. No es nada exigente con el sustrato y con los riegos, aunque conviene no descuidarla cuando el calor empieza a apretar. Todo esto lo digo sin haber visto todavia cómo le irá el verano, aunque supongo que simplemente se limitará a seguir floreciendo, ir dando semillas y posteriormente, perdiendo de nuevo las flores para volver a quedarse sólo con sus hojas.

Detalle de las flores
La roseta lució un estado excelente todo el invierno, aunque se vio dañada con el granizo caído a finales de febrero. No obstante, esto simplemente sirvió de "poda natural" y la planta se apresuró en renovar su follaje, con las hojas grandes rotas secándose y dando paso a nuevas hojas que a día de hoy vuelven a llenar toda la maceta.

A finales de marzo empezaron a aparecer los primeros pedúnculos florales. Al principio parece algo decepcionante y llegué a pensar que la planta estaba creciendo con algún problema, pero nada más lejos. Los dos primeros tallos sólo sostenían una flor cada uno, cuyos pétalos empezaban a estropearse. No obstante, a lo largo del tallo se veían más capullos, con lo cual era de esperar que las panículas propias de la especie acabarían formándose.

He de decir que ha valido la pena esperar un poco más para fotografiar a la planta: hace algo más de una semana ya hice unas pocas fotos que pensaba mostrar aquí en el blog, donde ya aparecían unas cuantas flores juntas. Sin embargo, con la visita de hoy me he visto no ya tentado, sino obligado a volver a fotografiar a la planta, pues algunos de los tallos estaban completamente llenos de flores, esta vez con la totalidad de éstas abiertas. El efecto es espectacular, formando estructuras de aspecto casi ovoide repletas de florecillas de potente color rosado.

Aspecto actual de la planta
Las flores no parecen tener aroma perceptible (no he acercado la nariz), pero el espectáculo visual que ofrecen es más que satisfactorio. Los tallos poseen también pequeñas hojillas lanceoladas opuestas. Es, desde luego, una planta de aspecto silvestre muy bonita. Me imagino lo bien que podrían lucir varios ejemplares juntos en un jardín, mezclados con plantas de diversos colores.

Ahora sólo queda cuidarla con mimo para procurar que siga floreciendo y, por qué no, cosechar y guardar la mayor cantidad posible de semillas por si quisiera probar a introducirla en otras macetas o contenedores. Mezclar unas cuantas de estas plantas con flores de color azul, amarillo, blanco o naranja debe crear un efecto espectacular, y si al precio de una puedo perpetuar y ampliar su presencia en la terraza, mejor que mejor.

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