viernes, 26 de abril de 2013

El regreso de la Aquilegia alpina

Aquilegia alpina
Fue todavía a principios de este año cuando descubrí que ninguna de las aguileñas del año pasado, las cuatro que quedaban (dos alpina y dos híbridas), habían sobrevivido. El dilema estaba en si el calor del verano simplemente las acaba matando, independientemente de que se mantenga la humedad en la tierra. Quedaba pues en el horizonte la expectativa de volver a adquirirlas para 2013, y así lo hice.

Fueron casi de lo primero que eché a la cesta cuando volvieron a LIDL este año, a finales de febrero. Poco después fueron enterradas esta vez en macetas rectangulares, con sustrato universal recién comprado y colocadas en la zona de semisombra de la terraza. El año pasado fue algo extraño pues los ejemplares que puse en esta zona, quizá debido a una mezcla malísima de tierra o a un despiste con su riego, duraron nada y menos. Este año todas están frondosas y grandes. Mientras que de las híbridas ha florecido una (antes que la alpina y con semanas de ventaja respecto al año pasado), las Aquilegia alpina, las tres, muestran ya tallos florales y bastantes flores abiertas.

Detalle del interior de la flor
Hablé mucho de estas plantas en esta entrada retrospectiva, de las primeras del blog. Quería rendir tributo a una de las flores más bonitas que tuve en 2012 mientras hacía tiempo para volver a traerlas a casa. Ahora el resultado está disponible y las preciosas flores acampanadas de color morado-azulado alegran de nuevo la terraza.

El éxito en la floración ha sido sencillo. Con una primavera más fresca que la anterior y una ubicación con menor exposición solar, las plantas han florecido sin problemas. Pero sin duda el verdadero reto será controlarlas durante el verano. Aún siendo vivaces, es probable que no pierdan todas sus hojas como ocurrió el verano pasado, en el cual brotaban después de haberse secado gran parte. El calor no es un problema que se resuelva sólo con mantener la humedad, pues en ocasiones la combinación de ambos factores trae las temidas pudriciones. El año pasado, sin ir más lejos, conseguí que se pudrieran varias dalias que aparentemente parecían pedir agua dado su aspecto.

Flor sobre su pedúnculo
De momento las plantas presentan buen aspecto y no han sufrido ningún desecamiento excesivo, con hojas impecables y sin marcas. Enterré las raíces un poco menos profundas dado que venían bastante brotadas y hubo que dar prioridad a las hojas que ya asomaban. No supuso mayor problema, y de hecho ni siquiera fueron atacadas por los pájaros en este delicado estado, cosa que tampoco sucede ahora.

Quizá falta ver si cuando llegue el verano, cuando el recorrido solar llega a tal punto que ni siquiera el rincón de semisombra queda totalmente aislado, las horas de luz acompañadas de fuerte calor no resultan tan excesivas como a lo visto acabaron siendo el año pasado. En su misma disposición se encuentran sus parientes las anémonas y ranúnculos, algo más resistentes a estas temperaturas.

¿Qué pasará con ellas este año? ¿Lograrán multiplicarse y volver en mayor número al año que viene? ¿Harán frente al verano? Sin duda son cosas que deseo que ocurran, pero que sólo el tiempo podrá disponer.

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