Clavel del poeta de flores dobles |
En Cullera mismo crece un clavel silvestre, el Dianthus saetabensis, de flores simples pero gráciles y bonitas, con cinco pétalos rosados y un cáliz largo y tubular, suspendidas sobre tallos finísimos. Florecerán dentro de muy poco y este año volveré a intentar fotografiar al ejemplar perfecto, con el mayor detalle posible, para mi colección de imágenes de plantas autóctonas. Pero, mientras tanto, en la terraza, una de las dos especies de claveles que tengo actualmente ya está mostrando sus mejores galas.
Se trata del clavel del poeta (Dianthus barbatus), o "Sweet William" como lo llaman los angloparlantes, en variedad de pétalos dobles. Es una planta bienal, que efectivamente ha tardado un año en dar flores desde que los sembrase en primavera de 2012. No descartaría, sin embargo, que les ocurriese como a las dedaleras y vivieran un tiempo más... pero para averiguarlo tendrá que ser cuando terminen de florecer y según sobrelleven la época más cálida del año. Por lo pronto, no estaría de más curarme en salud sembrando de nuevo este año.
Más pétalos y más colorido |
A esa resistencia a la falta de riego hay que sumar dos factores más. Han estado siempre a pleno sol y ya conocen el verano de Cullera, algo que no les sucede a muchas plantas que les acompañan, bien porque son nuevas o bien porque han germinado entre el pasado otoño y hoy. El segundo hándicap con el que han tenido que lidiar es con los gorriones, pues ha sido una de las plantas más vilipendiadas por estos pajarillos. Desde su paso a maceta, no recuerdo si antes también, los gorriones han ido mutilando las hojas que había a su alcance hasta cortarlas por la mitad (además, parece que estas sí se las comen). Se pasaron así todo el invierno y podrían haber dado al traste con las plantas si hubieran picado en el punto de crecimiento apical. Cuando las plantas ya no eran más que un montón de medias hojas y veía que la primavera estaba por llegar, las puse bajo una jaula vieja para que pegaran el estirón sin molestias.
Flores y hojas |
Las flores contrastan con los tallos, que parecen pequeñas cañas, apareciendo en apretados glomérulos compactos como pequeños ramilletes. Quizá es lo que me atrae de ellos, esas "bolas" de flores tan juntas. Tampoco soy demasiado aficionado a las flores dobles, pero en estos no quedan mal aunque, sin duda, los preferiría de flores simples. Además, las flores no presentan una mutación muy exagerada dado que en algunas aún veo sus estambres -especialmente en los rosa claro-, con lo cual tampoco resultan ser de esas flores que parecen pañuelos arrugados, aglomeraciones exageradas de pétalos.
Ahora no queda más que disfrutar mientras dure de la recompensa que tanto tiempo y dedicación ha requerido. Visto que efectivamente tardan una temporada en florecer pero no se hacen muy grandes, quizá pruebe de sembrar en breve a la próxima generación en el contenedor, no muy alejados de las margaritas de Livingstone, para formar una pequeña mata que alegre la terraza al año que viene.
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