Ipomoea quamoclit |
Empecé a cultivar esta especie el año pasado y, a pesar de su caprichosa naturaleza a la hora de germinar, acabó funcionando y creciendo donde quería. Sembré varias semillas, algunas pregerminadas, otras no, y pasaron meses hasta que empezaron a brotar las primeras, ya en verano, floreciendo entre agosto y octubre. Para este año, visto su patrón, simplemente enterré algunas semillas a principios de primavera confiando en que germinasen cuando tuvieran el nivel de temperatura y humedad óptimas. No lo hicieron, y de hecho aún no ha germinado ni una de las que puse. La planta de la foto apareció en otras circunstancias.
Con las lluvias de principios de septiembre, las pequeñas hojas divididas en folíolos finos como hilos de la Ipomoea quamoclit empezaron a asomar por un agujerito que queda entre las baldosas y el rodapié de la pared de la casa con la terraza. Dada la ubicación ni siquiera intenté sacarla, ya se las apañaría ella. Ha conseguido sobrevivir con la humedad que debe haber en el propio suelo de hormigón y ahora está floreciendo enredada en la malla que desenganché de la pérgola de trepadoras y dejé a un lado para guardar en otra ocasión. Mientras no haya motivo para quitarla, ahí se queda.
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