El camino hasta esta casi mitad del otoño ha sido muy relajado. Las temperaturas han ido subiendo y bajando sin llegar a ser frías en ningún momento, pero eso parece que va a cambiar a partir de esta semana que comienza. También las lluvias han sido el elemento clave para propiciar un buen estado general para las plantas y sus inquilinos. En el vídeo, que esta vez recoge imágenes de dos meses y no de pocos días como ocurría en la prolífica primavera, apreciamos varios de estos beneficios que el buen tiempo de los primeros días de otoño propicia.
Comenzamos con unas vistas a las flores de Habranthus brachyandrus, un lirio de lluvia que reaccionó de manera positiva a las primeras lluvias en septiembre. Eso sí, esta vez ha sido el único en florecer ya que las Zephyranthes dejaron de hacerlo en verano. Después observamos a otra especie típicamente otoñal, el áster de Nueva York (Symphyotrichum novi-belgii) que con este son cinco los otoños que lleva floreciendo, pero nunca con la magnitud del primer año. Aunque esta temporada ha mejorado considerablemente, en invierno se le hará un aporte de sustrato nuevo y abono a fin de que consiga mejorar todavía más.
Los insectos siguen teniendo su protagonismo. La abeja Amegilla garrula sigue visitando hasta hoy, ya noviembre, las pocas flores que encuentra de su agrado. En esta primera aparición la vemos sobre la Buddleja davidii, de la cual es más probable que aproveche el energético néctar y no el polen, su principal objetivo ahora que deberá dejar listo su nido para que la futura generación se desarrolle para el año próximo. En la siguiente escena observamos a los siempre efectivos Oxalis bowiei, protagonistas de varios otoños, y una de tantas formas de Ipomoea nil, en este caso de flores blancas con un ligero tinte lila.
La esfinge colibel Macroglossum stellatarum ha sido un visitante regular de las tardes al comienzo de la estación otoñal. Presente casi todo el año, ha ido apareciendo de manera puntual en la terraza desde febrero, aunque su presencia ha sido algo más escasa que en la temporada anterior y siempre muy fugaz. Sólo en esta ocasión, en septiembre, se prestó a ser grabada mientras recogía con avidez el néctar de la siempre efectiva Buddleja davidii. De aquí saltamos de nuevo a otro par de Ipomoea: la I. tricolor 'Heavenly Blue', la especie de mayores flores, con un llamativo tono celeste, y la I. purpurea 'Carnevale di Venezia', con una tonalidad que parece hecha a base de salpicaduras de color. Posteriormente observamos a dos lamiáceas: una albahaca que se mantuvo prácticamente en suspensión desde que fuera sembrada el año anterior, comenzando a florecer este pasado septiembre, y la encantadora Clinopodium nepeta, con sus pequeñas e interminables flores sonrosadas.
Otro Oxalis, el triangularis, aprovecha los benignos días del otoño para volver a florecer. En esta ocasión se le realizó una división y cambio de sustrato en otoño que se ha traducido en una mejora sin igual, con mayor densidad de hojas de gran tamaño. También con decenas de flores, aunque ya llegó así, se encuentra el Plectranthus 'Mona Lavender', un híbrido ornamental sudafricano amante de la sombra. Sudafricanas son también las Gazania, que en los últimos años han hecho de los días soleados de otoño e invierno su época predilecta para florecer.
Nuevamente la Buddleja sirve de despensa para un insecto, en este caso el sírfido Eristalinus taeniops, de bello colorido similar al de una abeja. Se han vuelto abundantes estos días, y también su pariente Eristalinus aeneus, que no aparece en el vídeo y que es menos frecuente en la terraza, empieza a aparecer a diario. Las flores de la Thunbergia alata que aparece después, y que ha mejorado conforme avanza el otoño, no suelen sin embargo recibir visitas de muchos insectos.
Finalmente, observamos la relación casi improvisada de un insecto y una planta: la Amegilla garrula con sus frenéticas visitas a la albahaca. Ya observé esta relación entre especies en septiembre en una casa de campo que poseía una mata grande de albahacas en flor, y simplemente tuve la suerte de que hubiera sobrevivido un ejemplar en la terraza, con lo cual el patrón se ha repetido. No obstante, habrá que tenerlo en cuenta para el año que viene y preparar una buena cantidad de plantas de albahaca, así como otras lamiáceas, para que estas especies de abeja tan tardías tengan una fuente de alimento entre finales de verano y el otoño. Seguramente no les quede mucho tiempo de vida ya y haya que esperar cuatro meses, hasta febrero, para que empiecen a volar sus parientes las Anthophora plumipes junto con otras especies tempranas de abejas solitarias.
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