Varias flores: nuevas, viejas y hasta sin abrir |
No obstante, la diferencia en cultivo con el del año pasado es abismal. Repasando rápidamente, las aguileñas que tengo son de LIDL, de una colección que las vende como rizomas en turba ya brotados que hay que enterrar. Vienen tres por paquete y el año pasado ya las tuve, plantando dos en la zona de sol en el contenedor-jardinera y una separada en una maceta. La de la maceta murió al poco tiempo y las del contenedor creo recordar que sólo floreció una, la otra se quedó en hojas. Tras el verano, con alguna hoja que brotaba de vez en cuando, desaparecieron de la superficie. Al buscarlas en invierno para cambiarlas de sitio, sólo encontré la piel de los rizomas seca.
Este año repetía con intención de mejorar y de momento parece que así ha sido. Sólo tengo palabras positivas para este nuevo intento: plantas mucho más grandes, todas florecidas e infinitamente más frescas a estas alturas del año (que también está siendo menos caluroso que el pasado), con pinta de que por lo menos el follaje puede que dure unas semanas o meses más. Esto lo puedo aplicar tanto a las híbridas como a las alpina.
Pero, ¿cuáles han sido las diferencias que he aplicado este año? Poca cosa, la verdad: he situado las plantas en un rincón menos expuesto al sol, que si bien apenas tiene algún guiño durante el invierno -hay que recordar que las plantas estaban ya colocadas allí la última semana de febrero- en primavera-verano recibe al astro rey de pleno durante unas horas por la mañana y cada minuto de insolación cuenta. Supongo, no obstante, que las aguileñas serían capaces de crecer bien incluso con menos luz todavía, como otras plantas que tengo en el mismo punto de la terraza pero ubicadas de manera que todavía incide menos el sol sobre ellas.
Detalle de una flor |
El resultado por el momento, como digo, no podría ser más satisfactorio. Montones de flores que no paran de salir, en las tres plantas. La más grande de ellas incluso se ha vencido por su propio peso y crece apoyada hacia delante, cubriendo el sitio que las anémonas, ya cada vez más estropeadas, han ido dejando. Desde que se abrió la primera flor ha pasado más de un mes, aunque parece que las plantas han crecido en un escalonado decreciente: la de más a la izquierda es la mayor, y la de la derecha, la menor, con una de talla intermedia en el centro que, además, fue la primera que floreció.
Sea como fuere, el veredicto final no estará completo hasta que se cierre y reabra el ciclo, esto es, hasta que en la siguiente temporada consiga ver a las mismas plantas rebrotando. Además me he propuesto sembrar semillas después de unas referencias que me dieron, a fin de conseguir mayor variedad de tonalidades. De momento a disfrutar de sus flores, de color monótono, sí, pero siempre sorprendentes por su aspecto inusual.
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