Bulbos antes de ser cubiertos |
Mucha gente prefiere esperar a que haga más frío, pero me parece irrelevante dado que, por una parte, muchos bulbos pueden estar creciendo perfectamente si se les planta desde septiembre, hasta aquellos que nos venden en primavera -como los gladiolos enanos o los iris holandeses- y, por otra, si me tuviera que esperar al frío no plantaría hasta navidad: esta semana el poniente nos ha traído un par de días a más de 30ºC, y la semana que viene no parece que afloje mucho más.
El domingo día 13 estuve varias horas en la terraza e hice la parte más difícil: reconstruir el contenedor de los bulbos. Esta estructura de 280x100 cm. de superficie y 40 cm. de altura la construí y llevé a la terraza entre finales de 2012 y principios de 2013 (muy tarde, pues debería haberlo terminado al menos en septiembre del año pasado). Está hecha con listones de madera provenientes de palets usados que me proporcionaron amablemente en una carpintería donde trabajé hace unos años. Al ser tan grande no tuve madera suficiente como para construir un cajón totalmente cerrado, así que tiene un espacio abierto entre los bordes superior e inferior. Para colocar la tierra hice como en el contenedor de las anuales y herbáceas, aunque después de mucho buscar no conseguí ningún plástico que se pareciese al de aquél. En dicho contenedor, hecho con una estantería metálica y malla, forré el interior con una sábana vieja y sobre ésta puse el plástico, blanco por fuera y negro por dentro, y hasta ahora muy resistente, pues no ha adquirido esa fragilidad típica del plástico expuesto al sol, que se va desintegrando poco a poco. Desgraciadamente, esto sí pasó en el contenedor de los bulbos.
Apenas siete meses, de enero a julio, duró el plástico en este contenedor. Aquí tuve que usar el primer plástico que encontré, uno transparente de los que se usan para hacer esos pequeños túneles que cubren las plantas en las huertas. Lo puse tal cual, grapado a los bordes, y lo llené. En verano estaba ya imposible, con desgarros en los bordes y algún agujero por la mitad donde empezaba a caer tierra, así que saqué con paciencia todos los bulbos, que se encontraban ya en reposo o a punto de hacerlo, y fui guardando los más de mil litros de sustrato en bolsas de basura grandes, la única solución sencilla que tenía a mano. Esta vez, aunque han pasado unos meses desde el desmantelamiento, me he ocupado de que las cosas lleguen justo a tiempo. A finales del mes pasado adquirí un nuevo plástico, semitransparente -no hay de otra clase- pero más grueso: en la tienda me informaron de que puede durar al sol unos 3-4 años, esperemos que más. El domingo día 13 lo que hice fue recubrir el armazón con sábanas viejas, para no tener la tierra a la vista como antes, y sobre éstas puse el plástico.
Para la capa de fondo aproveché para ir deshaciéndome de una pila de compost que llevo casi un año preparando y que en su mayoría ya se había convertido en una masa homogénea e inodora de color marrón oscuro, con lo cual me gané unos centímetros de sustrato y abono para la tierra. Dado que a ciertos niveles del contenedor importa poco el sustrato, también he hecho un intercambio añadiendo aquí sustrato de peor calidad para reservar algunos litros del que había en el contenedor para plantar semillas y otras cosas: este sustrato contiene turba negra y rubia, perlita y fibra de coco. De todos modos, la inmensa mayoría ha vuelto a su lugar de origen, que es el contenedor.
Ha pasado una semana hasta que he puesto los bulbos, no por nada, sino porque requiere un tiempo y entre semana no encontré ningún día para hacerlo. Aún así, se me ha hecho de noche en la terraza al dejar para el final el riego del resto de plantas. Colocar los bulbos (más de mil) no tiene mayor secreto, pero sí requiere un poco de estrategia el decidir cómo ordenarlos. Lógicamente pongo en el frontal los de altura baja y subo progresivamente hasta los más altos, que van al fondo. Además hay que tener en cuenta la morfología de la planta y su posible intromisión en el espacio de otros bulbos. Así, especies como los Crocus, los Iris y los gladiolos crecen verticales y apenas ocupan espacio hacia los lados; en cambio, algunos como Muscari armeniacum o Tulipa tarda crecen no tanto en anchura, sino en horizontal: las hojas se arrastran por la superficie. Hay que tener en cuenta pues este detalle para evitar que las hojas cubran las plantas más bajas. Especial atención habría que poner con los jacintos: el primer año tuvieron una floración muy compacta y hojas breves y apretadas, pero el segundo año, con una floración más laxa, las hojas empezaron a crecer como locas tras cortar las varas florales. Tanto fue, que habiéndolas colocado delante de unos narcisos tipo miniatura, consiguieron taparlos a la vista. Este año los he puesto pegados a un borde flanqueados sólo a un lado por pequeños Allium, a ver qué pasa.
En la foto se ve que ya hay dos bulbosas con hojas. La de arriba son nardos (Polianthes tuberosa) que tenía en una maceta desde mayo de 2012. Nunca han conseguido florecer y espero que este espacio extra mejore esta condición. La segunda es una Nerine bowdenii: tenía tres, pero una se pudrió antes del verano. Las dos restantes habían ido muy bien pero hace poco una de ellas perdió las hojas: pensé que simplemente iba a entrar en reposo, pero hoy he confirmado que el amarilleo de las hojas no respondía a la caída natural de éstas, sino que el bulbo se había podrido. Posiblemente sea la enésima víctima del sustrato "Globalplant". Así pues, la planta restante -ya dividida en dos- es la única que cumple con mi plan inicial de pasar al contenedor, ya que es una planta de tamaño adecuado y no vale la pena tenerla separada en una maceta. Su floración es otoñal pero, a pesar de que tiene bastantes hojas, de momento no aparece ningún signo de ella. Aún podría estar a tiempo.
Cubiertos ya los bulbos con algo menos de tierra que el año pasado (unos 5-7 cm., suficiente para la mayoría de plantas), ahora ni siquiera tengo que regar. Es lo bueno de este tipo de plantas y el sustrato que empleé, que retiene la humedad de la lluvia sin encharcamientos y prolonga su efecto durante semanas, permitiendo que los bulbos tengan para beber durante su fase activa y sequedad para su reposo. Sólo en casos puntuales tengo que regar, y no demasiado. Si un contenedor tan grande estuviese dedicado a anuales y herbáceas, casi seguro que en verano sería una locura mantenerlo y necesitaría no menos de 25 litros semanales para él solo.
Como en todos los casos, espero que los bulbos esta temporada supongan una experiencia mejorada respecto a la anterior. He hecho lo posible para que así sea, así que ya sólo resta esperar y contemplar cómo van apareciendo las primeras hojas durante las siguientes semanas. Para las flores habrá que esperar un poco más, unos cuatro o cinco meses, pero si sale todo bien serán las primeras plantas en llenar de flores la terraza en el tramo final del invierno.
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