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Oxalis triangularis |
Pasado mañana terminará el verano desde el punto de vista astronómico, produciéndose el equinoccio de otoño. A pesar de que septiembre comenzó como si quisiera adelantar esta llegada, lo cierto es que el único recuerdo que nos queda de aquellos días es que las temperaturas mínimas se han quedado bajas, pero tan sólo duran hasta al amanecer. Tan pronto como el sol asciende, el calor vuelve a dar valores si bien no iguales a los del mes pasado, sí lo suficientes como para desistir de ir sacando la ropa de entretiempo. Si a eso le sumamos algunos días en que ha hecho acto de presencia el seco viento de poniente, tenemos un final de verano que se ha encargado bien de recordarnos la estación en la que todavía estamos: varios días todavía a 30ºC en Cullera, y algún grado más en Sueca.
El poniente no ha traído nada bueno. Con él, todas las plantas que habían mejorado y se habían venido arriba con la lluvia han vuelto a perder fuelle, incluso tuve una ridícula baja por despiste, una planta recién comprada que dejé al sol sin apenas riego confiando en que la humedad de su pequeña maceta le serviría. Ha durado cinco días en casa. Por suerte, las pequeñas semilleras espontáneas que han aparecido con la lluvia -entre ellas diviso
Calendula,
Borago,
Anethum,
Mauranthemum y
Collinsia, entre otras- siguen resistiendo entre riegos. De sembrar al sol todavía no me fío, pero sí he puesto unas pocas semillas germinadas en macetas con tierra húmeda, agua en una cubeta para que absorban por capilaridad y pegadas a la pared que menos exposición al sol directo tiene.
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Gazania rigens |
A las pocas flores que hay en la terraza se van sumando algunas más tímidamente. Se han puesto a florecer de repente las dos
Gazania, que han permanecido prácticamente todo el año sin flores, incluso en primavera, salvo alguna ocasión muy puntual. Hasta ahora ésa era su época predilecta para florecer, pero esta vez no lo hicieron, sin perder eso sí su buen volumen de follaje. A diferencia de otras margaritas africanas -aunque técnicamente éstas no son "margaritas" sino que están más cerca de los dientes de león y las achicorias- las
Gazania florecían en primavera y hasta verano, en lugar de aprovechar los meses húmedos y suaves como sus ya desaparecidas compañeras
Osteospermum y
Felicia, y en parte también la
Argyranthemum. Estaría bien que hubieran adaptado su ciclo y regalasen una floración abundante de otoño a primavera.
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Sympetrum fonscolombii |
El final del verano es también una buena época para los
Oxalis. Salvo los
pes-caprae, que aún no han aparecido, todas las demás especies tienen ya hojas, incluyendo a los anuales espontáneos
Oxalis corniculata, de los cuales he visto aparecer uno a los pies de otra planta proveniente del mismo vivero de donde salieron los que tuve esta primavera. A los ya florecientes
bowiei se suma ahora el
triangularis, el cual ha tenido un año bastante flojo y no ha estado en su máximo esplendor en primavera como era habitual: al menos, sus hojas moradas y flores pálidas empiezan a dejarse ver estos días. Por otra parte, también empiezan a rebrotar unos
tetraphylla, pero no son los de este año, que quizá ya estén muertos, sino los restos que milagrosamente sobrevivieron de la plantación de 2014. Debería dejar de insistir en mantener vivo alguno de los 40 tubérculos que compro cada año y ver qué sucede con estos supervivientes, aprovechando que parecen estar por fin establecidos. Parece que la clave sea regar lo mínimo.
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Tulbaghia violacea |
No parece que ninguna bulbosa vaya a animarse a florecer en otoño por el momento, descontando claro está a las
Zephyranthes carinata, que seguro volverán a sacar flores a poco que haya cielos nublados. La que sí se apunta a repetir floración es la
Tulbaghia violacea, planta con un ciclo un tanto irregular por lo que se ve. Floreció el año pasado en octubre al poco de llegar a casa; floreció otra vez este año en mayo, con menor intensidad, y vuelve a florecer ahora. No entiendo el porqué de esta floración a intervalos, puesto que las condiciones durante dichas tres ocasiones no han sido demasiado parecidas. Sea como fuere, es una alegría ver sus flores de color lila pálido coronando los finos y altos pedúnculos.
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Gazania rigens |
Las clavellinas no parecen tener intención de terminar de florecer. Si bien los
Dianthus plumarius cada día están más grandes y auguran seguir dando flores durante un tiempo -descarto totalmente trasplantarlos visto lo visto- el que sorprende más es el
Dianthus chinensis rosa y blanco que todavía sigue dando guerra. Es el único que ha sobrevivido al verano, es más, lo ha sobrellevado muy bien floreciendo, con lo cual no tengo ni idea hasta cuándo puede estar así. Otra especie totalmente distinta que también ha superado el verano y va en escalada -nunca mejor dicho- es la trepadora
Cardiospermum halicacabum: no pasaba de 20 cm. de altura y ahora supera el metro, trastocándome un poco los planes que tenía para mejorar el espacio para las trepadoras e ir sembrando las especies que no pude en primavera-verano.
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Dianthus chinensis |
Se sigue echando en falta una mayor cantidad de insectos en la terraza, pero todavía confío en que las floraciones tempranas que espero conseguir en otoño cambien un poco la situación, aunque para entonces ya irán quedando menos insectos que hagan de comensales. No obstante uno de estos días disfruté de un fugaz espectáculo: una
esfnge colibrí llegó para buscar frenéticamente un poco de néctar en todas las flores que pudo de las
Buddleja davidii y
Pentas lanceolata, especies muy indicadas para mariposas. Es también tiempo para las libélulas: los pequeños caballitos del diablo
Ischnura graellsii llevan desde el mes pasado dejándose ver, y ahora empiezan a venir a descansar los
Sympetrum fonscolombii, otra especie propia de finales de verano. Ayer incluso una
Anax parthenope ocupaba el espacio aéreo de la terraza durante escasos segundos. Se trata de una libélula grande de color azul y pardo más propia de los marjales, aunque la cercanía de los humedales no hace raro que alguna entre a la ciudad.
El verano acaba, septiembre casi también, y con todo ya sobre la mesa sólo queda que el calor deje de apretar para empezar a ir diseñando la nueva temporada. La impaciencia ya ha hecho alguna de las suyas -intentos de siembra de semillas de varias perennes que he tenido que tirar a la basura, podridas y sin germinar- pero compensa el hecho de poder tomarse un respiro y visitar la terraza sólo lo justo para regar. Ya habrá tiempo, y espero que pronto, para que cada visita sea una aportación más para una futura temporada llena de ilusiones.
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