Araña cangrejo cazando en una Felicia amelloides |
Era difícil imaginar que, tras unos años con lluvias bastante discretas, fuéramos a encontrarnos de repente con cosas como la curiosa coincidencia de tener dos lunes consecutivos con más de 80 mm. acumulados por día. Con esto, 2016 ya supera a 2015 en cuanto a precipitaciones recogidas. Lo que ha ocurrido es que se han dado las condiciones ideales para que una gran masa de nubes que llegaba desde el Atlántico fuese recorriendo el sur de nuestra península hasta acabar de nuevo situada sobre nosotros, en la costa mediterránea. Últimamente esto suele ser bastante raro y las nubes que vienen por poniente llegan desgastadas, si es que llegan, produciendo tormentas en el oeste e interior peninsular sin que nos afecten. Esta vez parece que la situación permite rememorar aquellos otoños de no hace tanto tiempo en el que las nubes cubrían los cielos durante días y se recogía una buena cantidad de agua. Es lo que he hecho yo, guardar toda la que he podido, aunque mucha se acabará perdiendo dado que me he llegado a quedar prácticamente sin recipientes donde almacenarla y sigue habiendo cubetas llenas hasta el borde en la terraza. Servirá estupendamente para mi propósito de no regar con agua calcárea a partir de ahora a fin de evitar problemas.
La tormenta anterior acabó remitiendo el jueves pasado, primer día de diciembre. Sin dejar de estar nublado, las lluvias empezaron a cesar la tarde del día anterior y finalmente terminaban cuatro días de lluvias que iban cayendo de manera repartida pero constante. Ya había llovido poco antes y no había regado las plantas durante la semana anterior, con lo cual, teniendo en cuenta lo que ha venido después, es posible que algunas macetas no vuelvan a necesitar agua hasta al menos dentro de un mes, especialmente los cactus y las suculentas, siempre y cuando dejase de llover ahora. Incluso habría que estar al tanto y revisar todas las plantas puesto que algunas podrían tener demasiada agua ahora mismo. De hecho, y esto más por un despiste mío, cuando trasplanté a una maceta grande los claveles Dianthus plumarius puse debajo un recipiente para retener el agua que no he retirado hasta hoy. El resultado: el agua acumulada en las reiteradas ocasiones en que ha llovido a acabado por pudrir los tallos de los claveles y sólo ha quedado uno. Las plantas podrían haber sobrevivido perfectamente otra temporada más ya que se encontraban en un estado excelente. Afortunadamente todavía hay varios ejemplares autosembrados por la terraza y podré regenerar poco a poco la mata. Ni que decir tiene que no he dejado ya ni una maceta con su plato debajo.
Con tanta agua y las discretas temperaturas, la actividad entre las plantas ha quedado bastante reducida. En la tormenta anterior ya ni siquiera tuve problemas con los caracoles, que voy eliminando pacientemente uno a uno, pero en esta ocasión han resurgido ejemplares muy pequeños que se han colado entre los barrotes de algunas rejas protectoras de plantas jóvenes y han llegado a destruir por completo plantas que llevaban dos meses de recorrido en la terraza y que además me cuestan bastante de germinar. Por otro lado, los únicos insectos que han ido apareciendo son moscas, todavía con interesantes ejemplares que no he identificado, y a merced de ellas prosperan las jóvenes arañas cangrejo que se están beneficiando ya de poseer su propio territorio de caza, como la Felicia amelloides, que este año ha comenzado a florecer muy pronto.
No habrá que dejar de que mirar a los cielos estos días, puesto que la extraña situación que estamos viviendo, con diversas perturbaciones atmosféricas sobre Europa, podría todavía dejar otro episodio de tormentas en lo que queda de año.
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