jueves, 10 de septiembre de 2015

Una buena dosis de tormentas

Portulaca umbraticola
Septiembre ha comenzado con el retorno de una de las situaciones meteorológicas que vimos en años anteriores. En 2012 y 2013, la última semana de agosto de ambos años destacó por una acumulación de agua notable tras varios días de nubes, lluvia y descenso de temperaturas. Tras la de 2013 comenzó una etapa de lluvias anormalmente escasas -con vuelta del calor que duró hasta noviembre- que se fue prolongando hasta el otoño siguiente, el de 2014, en el que no se repitió la situación de lluvias a finales de verano y sin que las de septiembre nos afectaran particularmente hasta que llegó el primer día de octubre, que tuvo la tormenta más intensa de estos últimos años en el hecho de la cantidad de agua caída en poco tiempo. Posteriormente, el otoño resultó algo más suave, con lluvias escasas dispersas y un par de días de lluvias eminentemente otoñales ya para el final de noviembre. Las temperaturas mínimas, eso sí, se mantuvieron bastante altas hasta bien entrado diciembre.

Buddleja davidii
Este año el fenómeno se ha atrasado hasta la primera semana de septiembre y ha estado cerca de igualarse tanto con la intensidad puntual de aquel 1 de octubre como con el episodio de lluvias de 2013 en cuanto a precipitación acumulada. El pasado jueves día 3, al anochecer, llegaba la primera tanda de lluvias que dejó 21,5 mm. en apenas media hora. Tras unas horas de calma, a primeras horas de la madrugada del viernes cayeron casi 40 mm. más en alrededor de una hora. El resto del viernes y el sábado tuvieron lluvias puntuales algo más escasas, y el domingo se presentó como un día casi otoñal, con temperaturas frescas (23ºC de máxima) y una lluvia fina y persistente que duró prácticamente la mitad del día, con poco más de 10 mm. acumulados. El lunes fue una repetición del patrón del domingo pero con una lluvia más intensa que duró hasta primeras horas de la tarde y dejó alrededor de 30 mm. acumulados. En total, desde el jueves 3 hasta el martes 8 han sido algo más de 106 mm. acumulados, lo que no está nada mal.

Seguimos en verano, y tan pronto como las nubes se han retirado, el calor vuelve a hacerse notar. No es tanto como a finales de agosto y las mínimas ya se quedan en los 20ºC o un poco menos, pero en cuestión de dos días, del martes al jueves, el ambiente fresco de las madrugadas ya no lo es tanto. En la terraza no he regado desde el jueves pasado y salvo algunas macetas que comiencen a secarse pronto, no lo haré hasta dentro de unos días. Las visitas tan sólo sirven ahora para comprobar que todo está correcto tras la lluvia y que hay agua de sobra: todas las cubetas tienen agua a rebosar y hasta los cubos están a la mitad de llenos. Vista la situación, si haré por vaciar algunas de estas cubetas en garrafas, por tener algo guardado para futuras ocasiones.

Oxalis bowiei
La lluvia y la cercanía del otoño han desatado algo previsible: el despertar de algunas semillas que quedaron perdidas por el sustrato. Un buen montón de caléndulas con su semilla pegada a los cotiledones evidencian que fui demasiado optimista dejándolas tanto tiempo en las macetas, junto a ellas, los anchos cotiledones con pelusa con una semilla negra a sus pies muestran la facilidad con la que las borrajas se pueden resembrar, como ya hicieran en su momento sus parientes las Cerinthe, de las cuales me ha parecido ver también alguna, que en cuyo caso habrá salido de semillas perdidas en 2014 (las plantas de 2015 no han dado semillas y no entiendo por qué). El otro montón de cotiledones diminutos que han aparecido por doquier de momento quedan sin identificar, pero muchos de ellos tienen pinta de ser plantas adventicias que pronto tendrán que ser removidas, como las oportunistas Stellaria media, que si se las deja a su aire forman marañas de tallos allá donde crezcan. Las plántulas que están apareciendo en el contenedor las dejaré hasta que remueva para plantar. Sabiendo que muchas de ellas serán de especies cultivadas allí que tengo interés por conservar, antes de remover intentaré extraer y repicar todas aquellas pertenecientes a especies que quiero conservar.

Aparte de las semillas, el otoño despierta a las plantas con órganos subterráneos. Los primeros bulbos que han despertado son los Muscari armeniacum, acompañados de las otoñales Nerine bowdenii. El Oxalis bowiei más temprano, que no fue sacado de tierra y floreció tarde en primavera, ya tiene un buen montón de flores, mientras que sus congéneres replantados a mediados de agosto empiezan a emerger al mismo ritmo que sus parientes y vecinos los Oxalis articulata y triangularis. El resto de bulbos esperan pacientemente en sus cajas, o en sus paquetes si son nuevos, para plantar tan pronto como lleguen los que tengo pendientes de recibir de Holanda. Tengo los recipientes, tengo el espacio y tengo sustrato para todos: sólo queda la no menos complicada tarea de decidir minuciosamente qué combinaciones hacer para que florezcan de manera armoniosa. Además, una vez repartidos tendré disponible el espacio que dedicaré a especies semilleras.

Clematis
Flores quedan pocas, como ha venido siendo habitual hasta ahora. Sin embargo, las lluvias han animado a algunas plantas: la amante por excelencia de las lluvias Zephyranthes carinata, que no ha parado desde las primeras tormentas de finales de julio; la Pentas lanceolata que vuelve a desplegar unos cuantos ramilletes de sus flores tras una leve poda, y la Buddleja davidii que se beneficia del ambiente húmedo y consigue sacar algunas de sus chorreras de flores de mayor longitud que hasta ahora, que hacen las delicias de algunos himenópteros. Es probable que esta planta mejorase si la ubicara en un punto más sombrío, pero lo cierto es que este tipo de emplazamientos ya son muy escasos en la terraza y difícilmente podrían incluir a una especie de la envergadura de la Buddleja.

En el lado de sombra las que florecen son una Portulaca umbraticola que compré justo el jueves que empezó a llover, de flores que aparecen de color naranja o magenta aleatoriamente, y una de las Clematis sin identificar y que, dicho sea de paso, han perdido todo su poder de floración y empiezan a resultar una especie decepcionante, que crece bien cada año, trepa mejor que ninguna otra, pero termina fallando a la hora de dar flores.

Llegados a este punto del año y con la ayuda de una buena dosis de tormentas, se puede ir mirando con más optimismo de cara al otoño, del cual todavía es imposible saber nada, y ahí tenemos los ejemplos de años anteriores: uno de 2012 razonablemente lluvioso y uno de 2013 anormalmente seco, ambos tras lluvias como las que acabamos de tener. Por lo pronto, sí se pueden ir empezando a germinar semillas de todo aquello que no vaya a ir en el contenedor, en el cual se necesita algo más de sincronización, y preparar los pulverizadores para volver al riego a pequeña escala. Y, por supuesto, a vigilar de cerca a los caracoles, que con esta humedad campan a sus anchas.

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