sábado, 31 de diciembre de 2016

Adiós, 2016

Lablab purpureus en noviembre
Terminó el otoño, se alejaron las lluvias y pocos días después, con el invierno recién estrenado, toca despedir el año. Esta onomástica es tan sólo un asunto de calendario, pues en la terraza estos días transcurren como un mérito tránsito entre estaciones, encontrándonos ahora mismo en una fase relajada en la que tan sólo hay que ver a las plántulas crecer, pasar de semillero a maceta las que han tardado algo más en desarrollarse y ver a las bulbosas despuntar, asunto este que no se produce de manera homogénea ya que hay especies que brotaron en la primera mitad del otoño, como las Freesia, u otras que se dan mucha más prisa, como los Muscari, con especies que tienen ya hojas larguísimas y otras que están ahora mismo formando flores y que serán, por tanto, de las primeras novedades del año entrante.

Scabiosa atropurpurea
El año acabará con un llamativo resultado pluviométrico: 709,7 mm. acumulados, lo que lo deja en bastante buen lugar. Ni que decir tiene que prácticamente la mitad cayeron en las cuatro semanas que van del 27 de noviembre al 19 de diciembre, en tres episodios de tormentas notables como hacía años que no se veían. El otoño hasta entonces estaba siendo bastante parecido al del año pasado, con lluvias moderadas que dejaron una cantidad de precipitación acumulada aceptable. Curiosamente, en 2015 las lluvias se cortaron de golpe a principios de noviembre y no volvimos a tener unas lluvias decentes hasta marzo. Este año ha sido justamente lo contrario. Con ello, hay plantas que prácticamente no he tenido que regar en casi dos meses, contando ya con la humedad que todavía retenían desde las lluvias moderadas de octubre y noviembre. El aparente exceso de agua no ha sentado mal a la mayoría, más bien al contrario, si bien algunas sí se perdieron durante la primera mitad del otoño por la pudrición provocada por el acumulado de humedad.

Anchusa capensis 'Blue Angel' en abril
En cuanto a temperaturas, tampoco se puede decir que esté haciendo frío aunque al menos no estamos viviendo los cada vez más frecuentes días de otoño-invierno anormalmente cálidos. Apenas ha habido episodios de vientos secos o cálidos -no ya en las últimas semanas, sino en prácticamente todo el año- y las lluvias han ido refrescando paulatinamente el ambiente. Durante los próximos días, eso sí, se espera una bajada de temperaturas algo más acusada. Sea como fuere, el invierno en nuestra región no es el final de la temporada, sino el punto más cercano al pistoletazo de salida, pues aunque febrero suele ser el mes que da las temperaturas más bajas del año, también es el que da lugar al primer cambio significativo de tiempo, acompañado de las primeras floraciones que podrían llamarse ya primaverales. Este año, salvo incidentes, espero que la floración de las plantas sea algo más progresiva y escalonada, debido a que todavía a estas alturas sigo sembrando cosas que quedaron en el tintero o bien tuvieron algún problema en anteriores intentos.

Scabiosa atropurpurea 
Para acompañar la última entrada del año se adjuntan fotos de plantas no necesariamente pertenecientes a esta época: también algunas que se quedaron sin lugar en su día. Sí lo son las de las escabiosas, que tras su trasplante a principios de otoño y la gran ayuda que han tenido con la lluvia todavía no han dejado de florecer: la de flores oscuras lleva 8 meses consecutivos. La Lablab purpureus que encabeza la entrada floreció en noviembre; todos los años ocurre lo mismo, por pronto que la siembre: la planta no comienza a desarrollarse bien hasta finales del verano y la floración es muy tardía -el año pasado se alargó hasta diciembre- con lo que su duración es corta y nunca consigo que den legumbres con semillas. Este año, las lluvias de finales de otoño han acabado con ellas. La Anchusa capensis protagoniza la foto más vieja, pues es de principios de abril. Mi intención era añadirla a una de aquellas entradas que dediqué a las especies sudafricanas, pero no hubo más después de marzo. También pensaba que crecería algo más y no pasó del tamaño que tiene en la foto. Curiosamente, permaneció viva más allá del verano -incluso con varios días sin riego- y todavía llegué a trasplantarla en otoño mientras comenzaba a florecer de nuevo. Como la Lablab, las últimas lluvias acabaron con su vida. Tengo otra planta pequeña con un par de meses de vida y volví a sembrar más semillas para aumentar las posibilidades. Es una de tantas especies que me gustaría ver en el mejor de sus aspectos.

Sin más, desear a los lectores, seguidores y amantes de las plantas y naturaleza en general un feliz y próspero año nuevo lleno de vida, flores y alegrías.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Moscas en días cortos

Stomorhina lunata 
La llegada de noviembre supuso el cambio definitivo entre temporadas que se refleja, más que en el calendario astronómico, en el biológico. Las temperaturas empezaron a descender y con ellas, el número de flores e insectos. Hasta octubre todavía podían verse en la terraza las libélulas más tardías y otras especies de abejas que no fueran la abeja común, -todavía observada en un par de ocasiones este mes- como las Lasioglossum y las Anthophora. Son las moscas, como siempre, las que siguen apareciendo de manera puntual y con una variedad tal que todavía da para encontrarse con especies no registradas hasta ahora en la terraza. De hecho, durante noviembre todavía se observaron diversos sírfidos, que fueron la familia de insectos imperante desde que comenzó el otoño.

Pollenia sp.
Con las sucesivas tormentas que han ido cerrando el otoño, la variedad entomológica ha ido descendiendo drásticamente, quedando limitada, como otros años, a moscas pertenecientes a familias de costumbres necrófagas. Lo curioso es que varias de ellas eran especies que no conocía o conocía poco, y que han ido apareciendo en un pequeño punto de la terraza con dos plantas en flor, las sudafricanas Felicia amelloides y Crassula muscosa; es la segunda la que atrae en particular a mayor cantidad de moscas, que se ven tentadas por sus diminutas flores. En la Felicia, por su parte, muchas moscas acabaron en las fauces de una araña cangrejo que actualmente, al disminuir el número de flores, ya no soy capaz de localizar. No debe andar lejos, seguramente.

Stomorhina lunata 
Dos de las especies de moscas identificadas pertenecen a la misma familia, Calliphoridae, a la que pertenecen las habituales Calliphora y Lucilia, insectos frecuentes en la terraza todo el año. Estas dos especies dependen de la carroña para depositar sus huevos, pero las especies observadas estas últimas semanas tienen unos hábitos algo distintos. La primera de ellas, Pollenia sp., deja los huevos en la entrada de los túneles de las lombrices a fin de que sus larvas la parasiten. Destaca por el vello dorado de su tórax y el patrón a cuadros, como un damero, de su abdomen. La segunda, Stomorhina lunata, de la cual tenía fotografiada una hembra en diciembre de 2014, es una especie con un claro dimorfismo sexual en la que los machos presentan ojos de color rojo vivo y un abdomen bandeado negro y naranja que puede recordar a algunos sírfidos; las hembras, por su parte, tienen las bandas de color gris azulado y los ojos de un tono más apagado, grisáceo. Esta especie es originaria de África y sus larvas se alimentan de huevos de langostas y saltamontes. Los adultos de ambas especies mostradas parecen encontrarse a gusto con el aporte proteínico que les ofrece el polen.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Triple de agua y un otoño memorable

Assut de la Marquesa, Cullera, durante la crecida del río
Menudo final de otoño. Después de las tormentas de finales de noviembre con una réplica en diciembre sólo una semana después, las previsiones empezaron a ir apuntando tras otras dos semanas que se acercaba un nuevo frente que podía ser incluso más intenso que los anteriores. Las estimaciones poco a poco iban acercándose y cumpliéndose y, efectivamente, la tercera de estas tres tormentas casi sin descanso en estas últimas cuatro semanas consigue rebasar los límites alcanzados por las anteriores. El domingo 18 se acumulaba más agua que en el anterior máximo (los 82,4 mm. del lunes 28 de noviembre) con un total de 87,1 mm. recogidos. Con lo recogido hasta ese mismo día, diciembre ya superaba en acumulación al mes anterior y se convierte en el más lluvioso de 2016, sobrepasando a algunos de los meses que en los últimos años registraron lluvias más abundantes: septiembre de 2015 (185,4 mm.), noviembre de 2012 (223,8) y octubre de 2008 (285,8).


A esta serie de datos habría que añadir que, si bien los meses con más lluvia siempre son los de otoño, diciembre suele ser el menos propenso y el de menor acumulado, esto último salvo excepciones en años en que septiembre ha sido excepcionalmente seco. Seguramente sea la primera vez en mucho tiempo, si es que ha ocurrido antes -probablemente en 1989-, en que es el último mes del otoño el que se lleva la palma en cuanto a precipitaciones. El del año pasado, en cambio, fue excepcionalmente seco. Sí recuerdo fenómenos particularmente llamativos en estas fechas, especialmente el granizo del 11 de diciembre de 1995 en Sueca, que destacó no por su tamaño pero sí por su persistencia y los daños causados. En cuanto al global de otros otoños, este diciembre de 2016 tiene el honor de ir acercándose a los tres meses más lluviosos de los últimos años, todos ellos en septiembre: el de 2012, con 300 mm., el de 2009 con 350 y el de 2008, con unos todavía más impresionantes 420 mm.; dos de ellos contaron además con otros meses en el mismo otoño (octubre de 2008 y noviembre de 2012, concretamente) que superaron los 200 mm. Con el invierno que empieza hoy damos por cerrada la estación otoñal y podemos por tanto hacer la suma total: 604,1 mm., el 85% de toda la lluvia del año, lo cual no sorprende después de otros datos a la baja como el de junio, el primer mes en mucho tiempo que sufrió una ausencia total de precipitaciones.

Residuos de la crecida en la playa
Este episodio ha venido acompañado, además, de fuerte viento de gregal, un tanto peligroso para la terraza dado que es de los pocos que afecta de lleno a ésta debido a la ubicación de la casa. En principio no ha habido daños salvo algunos objetos rotos y trozos de plantas arrancados, pero hasta las más jovenes de este año que ya se encuentran creciendo al descubierto han resistido bastante bien. En la propia Cullera sí hemos visto árboles y ramas arrancados por el fuerte viento. Éste dejó de soplar con fuerza la tarde del lunes, momento en el que también las lluvias fueron remitiendo y tan sólo restaba esperar la crecida del río, tan espectacular como otros episodios de fuertes lluvias, el último de ellos en 2009. En la lista de reproducción de vídeos agregada se observan los efectos del temporal el martes día 20, ya despejado, en el río Xúquer (Júcar) a su paso por Sueca, Fortaleny y Cullera, así como el estado de la desembocadura del río y playas cercanas en Cullera.

Todos los datos referidos a precipitaciones en Cullera han sido obtenidos de la página web MeteoCullera http://meteocullera.webcindario.com/

jueves, 15 de diciembre de 2016

Una Linaria temprana y misteriosa

Linaria de aspecto intermedio
Como todos los otoños desde hace unos años, esta estación suele traer consigo el ajetreo de preparar las composiciones de plantas para el año próximo a base de siembras. Van llegando especies y variedades nuevas que en muchas ocasiones funcionan bastante bien y tomo nota para volver a repetir con ellas. Algunas ni siquiera hace falta preparar los semilleros a conciencia, pues basta con esperar a ver cómo empiezan a surgir por doquier plántulas a partir de semillas caídas, que pueden o bien dejarse en su sitio o bien aprovechar para repicarlas en otros puntos. Las linarias anuales funcionan de esta manera y ya la primera especie de este tipo que introduje, la Linaria reticulata, se va autosembrando desde hace dos años. El año pasado tenía decenas de ejemplares que dejé a su aire en el sitio donde salieron, pues ocupa tan poco espacio horizontal que nunca interfiere negativamente.

La temporada pasada conseguí introducir, tras un fracaso el año anterior, a su pariente la Linaria maroccana. El fracaso se resume en la pérdida de los pocos ejemplares que conseguían germinar y dejar de intentarlo por la escasa cantidad de semillas con que contaba. Lo repetí en otoño de 2015 y con apenas cuatro ejemplares obtenidos, la especie se dio particularmente bien y la floración duró semanas, meses, permitiéndome multiplicar por mucho la cantidad de semillas que tenía de la especie. Este año he plantado unas pocas que básicamente he repartido en macetas, pues en el contenedor germinaron tantas plantas con las primeras lluvias de otoño que prácticamente se ha llenado sin que haya tenido que intervenir y parece que hay varios ejemplares de esta especie y de reticulata. Sólo he añadido especies que faltaban y que habrá que ver si no han sucumbido bajo el rápido crecimiento de sus compañeras.

Las linarias autosembradas están yendo muy deprisa y no descartaba que alguna floreciese antes de acabar el año. Este 2016 las primeras se abrieron en enero-febrero y no iban ni de lejos tan adelantadas a mediados de otoño como las actuales. El resultado es que esta semana ya se ha abierto la primera, y no sé decir cuál es. Como se aprecia en la foto, el largo peciolo con pocas flores agrupadas en el extremo, siendo estas de color rosado (que no magenta) con el labio central amarillo, recuerdan a Linaria reticulata. Sin embargo, el color diluido y la forma prominente de los lóbulos superiores e inferiores siembra la duda de si no habrá de por medio genes de Linaria maroccana. Éstas estuvieron confinadas la primavera pasada al contenedor y esta planta ha aparecido en un recipiente apartado, ocupado por bulbosas. Semillas tan pequeñas pueden viajar sin querer incluso pegadas a mis dedos cuando estoy realizando labores entre las plantas, pero desde luego el especimen no deja de ser curioso. Tampoco me termina de gustar la idea de que las dos especies se hibriden con tanta facilidad -y visto lo visto este año, las abejas las visitan reiteradamente a una y a otra- puesto que al final acabaría perdiendo a las dos especies individualmente y nunca sabré si las semillas recogidas van a dar réplicas de éstas o híbridos de ambas.

Curiosamente no es la única linaria en flor ya que su pariente perenne la Linaria vulgaris, que incluso trasplanté en plena floración este mismo otoño, no ha dejado de florecer desde mayo. Lo que no he conseguido, en cambio, es que las semillas que recogí de su floración primaveral germinen.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Doble de agua

Araña cangrejo cazando en una Felicia amelloides 
Si el verano esperó a sus últimos días para dar el máximo de su particularidad más patente, el calor, que llegó casi a 40ºC cuando ya faltaban pocos días para el otoño, esta estación en la que nos encontramos parece que esté haciendo lo propio con las lluvias, su habitual seña de identidad. Si bien a finales de septiembre llegaron las casi siempre infalibles primeras tormentas, y octubre y noviembre tuvieron una presencia intermitente de precipitaciones, ha sido esta última semana entre noviembre y diciembre la que se lleva la palma. Basta decir que no llevamos ni una semana de diciembre y ya ha llovido más en lo que va de mes que en septiembre u octubre pasados -cada uno por separado, eso sí. Más de 270 mm. entre el último domingo de noviembre y hoy.

Era difícil imaginar que, tras unos años con lluvias bastante discretas, fuéramos a encontrarnos de repente con cosas como la curiosa coincidencia de tener dos lunes consecutivos con más de 80 mm. acumulados por día. Con esto, 2016 ya supera a 2015 en cuanto a precipitaciones recogidas. Lo que ha ocurrido es que se han dado las condiciones ideales para que una gran masa de nubes que llegaba desde el Atlántico fuese recorriendo el sur de nuestra península hasta acabar de nuevo situada sobre nosotros, en la costa mediterránea. Últimamente esto suele ser bastante raro y las nubes que vienen por poniente llegan desgastadas, si es que llegan, produciendo tormentas en el oeste e interior peninsular sin que nos afecten. Esta vez parece que la situación permite rememorar aquellos otoños de no hace tanto tiempo en el que las nubes cubrían los cielos durante días y se recogía una buena cantidad de agua. Es lo que he hecho yo, guardar toda la que he podido, aunque mucha se acabará perdiendo dado que me he llegado a quedar prácticamente sin recipientes donde almacenarla y sigue habiendo cubetas llenas hasta el borde en la terraza. Servirá estupendamente para mi propósito de no regar con agua calcárea a partir de ahora a fin de evitar problemas.

La tormenta anterior acabó remitiendo el jueves pasado, primer día de diciembre. Sin dejar de estar nublado, las lluvias empezaron a cesar la tarde del día anterior y finalmente terminaban cuatro días de lluvias que iban cayendo de manera repartida pero constante. Ya había llovido poco antes y no había regado las plantas durante la semana anterior, con lo cual, teniendo en cuenta lo que ha venido después, es posible que algunas macetas no vuelvan a necesitar agua hasta al menos dentro de un mes, especialmente los cactus y las suculentas, siempre y cuando dejase de llover ahora. Incluso habría que estar al tanto y revisar todas las plantas puesto que algunas podrían tener demasiada agua ahora mismo. De hecho, y esto más por un despiste mío, cuando trasplanté a una maceta grande los claveles Dianthus plumarius puse debajo un recipiente para retener el agua que no he retirado hasta hoy. El resultado: el agua acumulada en las reiteradas ocasiones en que ha llovido a acabado por pudrir los tallos de los claveles y sólo ha quedado uno. Las plantas podrían haber sobrevivido perfectamente otra temporada más ya que se encontraban en un estado excelente. Afortunadamente todavía hay varios ejemplares autosembrados por la terraza y podré regenerar poco a poco la mata. Ni que decir tiene que no he dejado ya ni una maceta con su plato debajo.

Con tanta agua y las discretas temperaturas, la actividad entre las plantas ha quedado bastante reducida. En la tormenta anterior ya ni siquiera tuve problemas con los caracoles, que voy eliminando pacientemente uno a uno, pero en esta ocasión han resurgido ejemplares muy pequeños que se han colado entre los barrotes de algunas rejas protectoras de plantas jóvenes y han llegado a destruir por completo plantas que llevaban dos meses de recorrido en la terraza y que además me cuestan bastante de germinar. Por otro lado, los únicos insectos que han ido apareciendo son moscas, todavía con interesantes ejemplares que no he identificado, y a merced de ellas prosperan las jóvenes arañas cangrejo que se están beneficiando ya de poseer su propio territorio de caza, como la Felicia amelloides, que este año ha comenzado a florecer muy pronto.

No habrá que dejar de que mirar a los cielos estos días, puesto que la extraña situación que estamos viviendo, con diversas perturbaciones atmosféricas sobre Europa, podría todavía dejar otro episodio de tormentas en lo que queda de año.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Unas lluvias importantes

Hojas de bulbosas y anuales espontáneas mojadas por la lluvia
La caprichosa meteorología, unida lógicamente al cambiante clima de estos últimos años, nunca deja de dar lugar a curiosas paradojas. Este 2016 estaba siendo, y seguramente así se vaya a quedar puesto que ya nos acercamos a su fin, uno de los más secos de los últimos años. Claro, que ello no significa que las pocas lluvias que puedan haberse acumulado lo hayan hecho repartidas entre unas pocas jornadas, provocando cosas como que este pasado 28 de noviembre haya acabado siendo el día con más lluvia recogida de los últimos cuatro años. También hemos tenido una primavera modeadamente lluviosa por el simple hecho de que llovió, aunque poco, en varias ocasiones, contrastando con las primaveras anteriores en las que la lluvia se presentaba apenas de manera anecdótica.

Precipitaciones sobre Cullera
Este pasado domingo 27 comenzaba a llover en Sueca por la mañana, con cierta intensidad y con precipitación en forma de granizo durante unos minutos, motivo que me preocupó bastante teniendo en cuenta que si ocurría lo mismo en Cullera, la integridad de algunas plántulas de apenas unas semanas de vida que tengo en la terraza corría peligro. Nada más lejos, y tras caer unos 30 mm. en una hora y producirse una espectacular manga marina frente a la costa suecana, en Cullera apenas habían caído unas gotas sin importancia. No empezó a llover a un ritmo consistente hasta cerca del final del día, tras una notable tormenta con actividad eléctrica, acabando con 3,6 mm. que continuaron creciendo con el inicio de la nueva jornada. Veinticuatro horas después, el día terminaba con 82,8 mm. recogidos. Hacía bastante tiempo que la lluvia no dejaba tanta agua en un sólo dia en Cullera. La última ocasión, el 28 de febrero de 2013, cayeron 79,2 mm., parte de ellos también en forma de granizo mientras me encontraba realizando tareas entre las plantas. Posteriormente a esta jornada de lunes, el martes 29, se recogen otros 36,8 mm. en Cullera. Hoy, ya en diciembre y primer día en que no ha llovido, parece que nos quedamos con 9,4 mm. más, que suman 181,4 para todo noviembre.

Bahía de Cullera al final de la tormenta
Se podría decir que la frecuencia de estos episodios de lluvias copiosas concluyeron aquel 2013, con su colofón a finales de agosto de aquel año, con más agua acumulada que ninguno de los meses posteriores hasta hoy a excepción de septiembre de 2015, y por poco. De hecho, para buscar el último día que se superó la cantidad caída este lunes habría que irse al 29 de septiembre de 2012, con unos espectaculares 220 mm. precipitados difíciles de superar. En aquella ocasión se produjo el último temporal de levante virulento de estos últimos años, con fuertes vientos que arrancaron ramas y árboles y dejaron encallados a dos portacontenedores en las costas de Valencia; en sólo cuatro días se recogieron algo más de 300 mm. en Cullera. No se ha vuelto a repetir nada así desde entonces. De hecho, el siguiente otoño fue el más seco en muchos años. Una de cal y otra de arena.

Esta pasada semana comenzó ya con lluvias y no había tenido que regar las plantas en varios días. En la anterior visita a la terraza desestimé recoger el agua de dicha lluvia en garrafas para dejar las bandejas y cubetas libres ante la prevista llegada de más lluvias, pero no lo hice y por tanto he perdido unos cuantos litros que podrían haber venido bien para ahorrar viajes a la planta de osmosis donde recojo actualmente el agua de riego a fin de evitar acumulaciones de cal y subidas de pH en el sustrato. La siguiente visita, en pleno día de lluvia, sólo constó de una revisión rápida -sin percances que lamentar-, vaciado de algunos recipientes plásticos con macetas y hasta el sembrado de unas pocas semillas aprovechando la tierra húmeda. Dentro de lo que cabe está siendo un buen otoño y espero que ello repercuta en la próxima primavera.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Reunión otoñal de Ipomoea

Ipomoea x sloteri
Durante esta temporada -pasada, podría decirse ya- uno de mis objetivos era aprovechar la primavera, en la que ya empiezan a aparecer los resultados de las siembras realizadas en otoño, para ocuparme de sembrar unas pocas trepadoras a fin de llenar, esta vez en serio, el entramado de cañas y malla plástica que reconstruí en el mismo rincón donde tuve una estructura similar que hice para la temporada anterior. Así, dado que se trata de plantas tropicales en su mayoría que pueden soportar sin problema los días de calor, la idea era que llenasen la malla y floreciesen durante el verano. Me dispuse a ello a finales de marzo, y aún así, entre fallos y correcciones, llegó el verano y la malla seguía prácticamente vacía. Habría que esperar un poco más a que los propios caprichos de las plantas y la ayuda de la meteorología empezasen a enfilar por el camino correcto.

Ipomoea nil blanca-violeta
La construcción del nuevo hogar de las Ipomoea se remonta al otoño anterior, ya que adquirí la malla plástica de 20x20 cm. a la vez que los tubos de riego exudantes. En enero recolecté las cañas más gruesas y rectas que pude encontrar, cortándolas ya a medida, y me hice con la tornillería que usaría para unirlas. Dado que no hubo plantas que poner hasta bien entrada la primavera, no monté la estructura hasta finales de junio. Aún así, las plantas trepadoras que había obtenido de semilla eran tan pequeñas que les costaría un tiempo aprovecharse de la malla. Sólo las que ya venían crecidas, como la Mandevilla perenne y un par de Cardiospermum que habían crecido con rapidez empezaron a asirse al entramado en pocos días. La primera Ipomoea en florecer fue la x sloteri, que también ha repetido durante las semanas en las que el otoño ha tenido temperaturas suaves. El resto, sólo a partir de septiembre,

Ipomoea tricolor 'Heavenly Blue'
Con todo, hay que decir que es el año que mayor variedad de Ipomoea he conseguido reunir. Si bien no todas llegaron a buen puerto, han habido al menos 6 tipos distintos en flor: la mencionada x sloteri, un par de variedades de purpurea, una nil, una tricolor y una setosa, así como una sagittata que perdió casi toda su parte aérea y ha rebrotado, pero no ha florecido en ningún momento. Su punto álgido ya hace días, semanas incluso, que pasó, pero varias de ellas han tenido un crecimiento y floración llamativos. Por ejemplo, la Ipomoea tricolor comenzó de manera discreta pero pasó varias semanas produciendo una o dos flores al día, llegando hasta la parte superior de la malla aunque sin recorrer parte del espacio horizontal como ocurrió con la planta que tuve en octubre de 2014, en cuya entrada ya se puede leer que las temperaturas fueron mucho más cálidas que las de este año. Aparte, el entramado de cañas era algo menor.

Ipomoea nil rosada
Algo que les ha ido particularmente bien a las Ipomoea fueron las primeras lluvias del otoño. Es curioso que las plantas, puestas en macetas en abril y mayo, sufrieran una tremenda clorosis desde el primer momento -algunas ni siquiera lograron sobrevivir- y el reiterado aporte de agua de las lluvias las reverdeciese y las hiciera crecer. Como ocurre muchas veces, escapa a mi conocimiento si realmente esos riegos que producen amarilleos en las hojas no provocaban esa situación no por exceso, sino porque el agua calcárea bloqueaba la absorción de hierro en las raíces de las jóvenes plantas. Sea como fuere, las lluvias corrigieron este problema e incluso han permitido mantener a las Ipomoea sin tener que regar las macetas en más de tres o cuatro ocasiones en dos meses.

Ipomoea setosa
Como representantes de la frecuente Ipomoea nil hubo un ejemplar de flores blancas teñidas de violeta que alcanzó el segundo puesto en el ránking de altura después de la I. tricolor. Le siguió de cerca la I, purpurea 'Carnevale di Venezia', quizá algo menos florífera durante esta mitad del otoño, y otra nil de flores rosadas que no se prodigó de manera continuada. Por otro lado, una especie que me costó de identificar e incluso de ver en floración fue la I. setosa, una Ipomoea de tallos púrpura cubiertos de espinas blandas y hojas divididas en tres lóbulos angulosos. Daba igual cuando fuese: siempre encontraba las flores a punto de abrirse o ya cerradas y marchitándose. No descarto que la planta floreciese de noche y sólo en una ocasión llegase a tener la suerte de encontrar una flor abierta por la mañana. Como testigo de sus floraciones quedan unas enormes y abultadas cápsulas de semillas que a día de hoy siguen tiernas. Parece ser que esta especie es perenne y forma tubérculos bajo tierra, como su pariente la batata.

Sabiendo ya lo que les puede llegar a costar encontrar el ritmo a estas plantas -ya no sólo las Ipomoea, sino a todas las trepadoras tropicales en general- quizá sería buena idea sembrarlas antes, a mediados o finales de invierno, a fin de aprovechar mejor la malla de cara al resto de meses de temperaturas agradables. Por el momento parece que la andadura de las especies anuales va tocando a su fin ya que el progresivo descenso de horas de luz y temperaturas empieza a hacerles mella.

martes, 22 de noviembre de 2016

Sírfidos en otoño

Xantogramma pedissequum
Además de las variadas y eficientes abejas, la terraza recibe otros tipos de polinizadores que si bien no son tan numerosos ni frecuentes, en alguna ocasión suelen cobrar protagonismo apareciendo durante periodos en los que no hay más especies. Muy por delante de las avispas, mariposas y otros insectos están las moscas, ya que especies de distintas familias hacen acto de presencia durante los doce meses de año y la mayoría de ellas encuentran sustento succionando el dulce néctar de las flores. Una familia en concreto mantiene una relación especial con las flores, y esos son los sírfidos. Los adultos se alimentan exclusivamente de néctar y polen mientras que sus larvas pueden ser desde detritívoras hasta cazadoras activas de algunas plagas vegetales, como los áfidos. Con un ciclo vital también breve pero distinto al de las abejas, que se dedican exclusivamente a procrear y recolectar provisiones para sus nidos en las pocas semanas de vida que tienen por delante, muchos sírfidos aparecen en la terraza entre el final del otoño y el inicio de la primavera, cuando los himenópteros están casi del todo ausentes. De hecho, las únicas abejas que se pueden ver estos días de manera puntual son las Apis mellifera y las Lasioglossum.

Helophilus trivittatus
En estos últimos tres años he contado al menos 20 especies de abejas en la terraza, incluyendo algunas que ni siquiera he podido identificar pero confío en hacerlo en cuanto tenga oportunidad de fotografiarlas, siempre y cuando vuelvan . Los sírfidos, hasta hoy, llegan a poco más de la mitad de esa cantidad. La mayor afluencia fue en abril de 2015, cuando les dediqué una entrada al observar hasta 8 especies distintas en un mismo día, de las cuales algunas no he vuelto a ver más. Este otoño está siendo particularmente prolífico, aunque más en variedad que en cantidad. Sí hubo, sin embargo, varias semanas en las que las Eristalinus taeniops fueron particularmente abundantes, momentos recogidos en el vídeo de la entrada anterior.

Eupeodes sp.
Entre septiembre y noviembre han sido 7 las especies que se han ido presentando en la terraza. Una de ellas es la habitual pero algo más escasa Eristalinus aeneus, de grandes ojos de colores y exoesqueleto de color broncíneo. Suele aparecer en la terraza en épocas frescas, algo menos durante la primavera, en la que otros sírfidos similares todavía resultan corrientes. También sigue apareciendo de vez en cuando la Eupeodes que, si bien no podría asegurarlo, me da la impresión de ser algo mayor y de un amarillo más intenso que las habituales Eupeodes corollae que se presentan durante gran parte de la primavera. Suelen estar revoloteando por la zona de la terraza donde coloqué a la mayoría de plantas perennes, junto a la barandilla que da a la calle.

Episyrphus balteatus
A pesar de lo vista que la tengo por la terraza, durante este mes de noviembre la presencia de una Episyrphus balteatus me hizo dudar. Al parecer, los machos -como el ejemplar en cuestión- son algo más robustos que las hembras y me dio la impresión de que se trataba de una especie más grande. La revisión posterior de las fotos sirvió para la determinación final. Esta especie es la más típica de los sírfidos durante el invierno, siendo muchas veces el único insecto, junto a otras moscas, que visita algunas de las pocas flores que hay para entonces. Tras revisar fotos de otras ocasiones, caí en la cuenta que hasta ahora no había observado nunca a un ejemplar macho. Por lo general llaman la atención por lo estáticas que son capaces de quedarse mientras vuelan y por su escaso tamaño, apenas un poco mayor que Syritta pipiens, la especie más pequeña entre las habituales y que también he observado estas últimas semanas, estando presente de forma ininterrumpida desde el final del invierno pasado.

Eristalinus aeneus
Siempre llama la atención observar especies nuevas de familias conocidas. A principios de mes, durante unos breves instantes, la mosca Helophilus trivittatus pasó unos instantes deleitándose con una caléndula en flor, la primera de este otoño. Es la primera y la única vez que la he observado hasta ahora. Se trata de un sírfido de tamaño algo mayor al habitual, quizá tanto como el más grande de los que visitan la terraza, Eristalis tenax. aunque más estilizado. También en una ocasión durante este mes se ha presentado la Xantogramma pedissequum, una bonita especie de vivo contraste amarillo y negro que sólo había visto en una ocasión, precisamente en aquel abril de 2015.

Nunca descarto observar más especies puesto que en el campo que nos rodea he observado al menos un par de especies más que no reconozco y nunca he observado entre las flores de casa. El pasado agosto, aunque fue en Sueca y no en Cullera, observé por primera vez a la Volucella zonaria, un enorme sírfido de tamaño superior al de un abejorro. Sería estupendo que alguna vez se pasara por las flores de la terraza. Quién sabe si en un futuro, y con la introducción de plantas que florezcan de manera ininterrumpida durante todos los meses cálidos, la afluencia y variedad de insectos consigue aumentar todavía más su ya interesante diversidad.

domingo, 6 de noviembre de 2016

El gradiente del otoño



El camino hasta esta casi mitad del otoño ha sido muy relajado. Las temperaturas han ido subiendo y bajando sin llegar a ser frías en ningún momento, pero eso parece que va a cambiar a partir de esta semana que comienza. También las lluvias han sido el elemento clave para propiciar un buen estado general para las plantas y sus inquilinos. En el vídeo, que esta vez recoge imágenes de dos meses y no de pocos días como ocurría en la prolífica primavera, apreciamos varios de estos beneficios que el buen tiempo de los primeros días de otoño propicia.

Comenzamos con unas vistas a las flores de Habranthus brachyandrus, un lirio de lluvia que reaccionó de manera positiva a las primeras lluvias en septiembre. Eso sí, esta vez ha sido el único en florecer ya que las Zephyranthes dejaron de hacerlo en verano. Después observamos a otra especie típicamente otoñal, el áster de Nueva York (Symphyotrichum novi-belgii) que con este son cinco los otoños que lleva floreciendo, pero nunca con la magnitud del primer año. Aunque esta temporada ha mejorado considerablemente, en invierno se le hará un aporte de sustrato nuevo y abono a fin de que consiga mejorar todavía más.

Los insectos siguen teniendo su protagonismo. La abeja Amegilla garrula sigue visitando hasta hoy, ya noviembre, las pocas flores que encuentra de su agrado. En esta primera aparición la vemos sobre la Buddleja davidii, de la cual es más probable que aproveche el energético néctar y no el polen, su principal objetivo ahora que deberá dejar listo su nido para que la futura generación se desarrolle para el año próximo. En la siguiente escena observamos a los siempre efectivos Oxalis bowiei, protagonistas de varios otoños, y una de tantas formas de Ipomoea nil, en este caso de flores blancas con un ligero tinte lila.

La esfinge colibel Macroglossum stellatarum ha sido un visitante regular de las tardes al comienzo de la estación otoñal. Presente casi todo el año, ha ido apareciendo de manera puntual en la terraza desde febrero, aunque su presencia ha sido algo más escasa que en la temporada anterior y siempre muy fugaz. Sólo en esta ocasión, en septiembre, se prestó a ser grabada mientras recogía con avidez el néctar de la siempre efectiva Buddleja davidii. De aquí saltamos de nuevo a otro par de Ipomoea: la I. tricolor 'Heavenly Blue', la especie de mayores flores, con un llamativo tono celeste, y la I. purpurea 'Carnevale di Venezia', con una tonalidad que parece hecha a base de salpicaduras de color. Posteriormente observamos a dos lamiáceas: una albahaca que se mantuvo prácticamente en suspensión desde que fuera sembrada el año anterior, comenzando a florecer este pasado septiembre, y la encantadora Clinopodium nepeta, con sus pequeñas e interminables flores sonrosadas.

Otro Oxalis, el triangularis, aprovecha los benignos días del otoño para volver a florecer. En esta ocasión se le realizó una división y cambio de sustrato en otoño que se ha traducido en una mejora sin igual, con mayor densidad de hojas de gran tamaño. También con decenas de flores, aunque ya llegó así, se encuentra el Plectranthus 'Mona Lavender', un híbrido ornamental sudafricano amante de la sombra. Sudafricanas son también las Gazania, que en los últimos años han hecho de los días soleados de otoño e invierno su época predilecta para florecer.

Nuevamente la Buddleja sirve de despensa para un insecto, en este caso el sírfido Eristalinus taeniops, de bello colorido similar al de una abeja. Se han vuelto abundantes estos días, y también su pariente Eristalinus aeneus, que no aparece en el vídeo y que es menos frecuente en la terraza, empieza a aparecer a diario. Las flores de la Thunbergia alata que aparece después, y que ha mejorado conforme avanza el otoño, no suelen sin embargo recibir visitas de muchos insectos.

Finalmente, observamos la relación casi improvisada de un insecto y una planta: la Amegilla garrula con sus frenéticas visitas a la albahaca. Ya observé esta relación entre especies en septiembre en una casa de campo que poseía una mata grande de albahacas en flor, y simplemente tuve la suerte de que hubiera sobrevivido un ejemplar en la terraza, con lo cual el patrón se ha repetido. No obstante, habrá que tenerlo en cuenta para el año que viene y preparar una buena cantidad de plantas de albahaca, así como otras lamiáceas, para que estas especies de abeja tan tardías tengan una fuente de alimento entre finales de verano y el otoño. Seguramente no les quede mucho tiempo de vida ya y haya que esperar cuatro meses, hasta febrero, para que empiecen a volar sus parientes las Anthophora plumipes junto con otras especies tempranas de abejas solitarias.

jueves, 27 de octubre de 2016

Exprimiendo los cielos

Plecthanthus 'Mona Lavender'
A pesar de encontrarnos en un año en el que el déficit de lluvias está siendo notable, el actual mes de octubre que ya llega a su fin consigue pasar con aprobado ya que ha sido muy similar al del año pasado, con lluvias intermitentes quizá algo más repartidas que en 2015. A día de hoy llevamos 61,2 mm. acumulados, que han caído repartidos en 12 de estos últimos 27 días. La última, este pasado martes, vino acompañada de polvo en suspensión y por tanto las gotas dejaron residuos arenosos que, no obstante, no han llegado a ensuciar en exceso a las plantas. El domingo y hoy mismo otro fenómeno atmosférico, una intensa niebla, ha ayudado a seguir manteniendo la humedad ambiental a un nivel elevado. Con todo ello, apenas he tenido que regar durante todo el mes y si lo he hecho tan sólo he necesitado tomar agua de lluvia acumulada en las diversas cubetas, cubos y cacharros y filtrarla al verterla en la regadera. No hay que dejar de destacar que las temperaturas, si bien muy diferentes a las del mes pasado, no están siendo todo lo bajas que uno esperaría para un mes de octubre. Las máximas rara vez están superando los 22ºC -hoy mismo lo han hecho- pero las mínimas siguen en promedio a unos 18ºC.

Thunbergia alata
Lo mejor de esta situación atmosférica es el hecho de no tener que dedicar demasiado tiempo a las plantas que quedan en macetas, incluyendo a muchas que son divisiones, trasplantes o siembras recientes. Los trasplantes, por ejemplo, los he tenido que hacer muchas veces de manera poco ordenada dado que es algo complicado meter en una misma maceta algunas plantas que tienen tres veces más extensión de raíces que de parte aérea. Por suerte, todas las veces que lo he hecho ha llovido y ello ha contribuido a asentar y distribuir apropiadamente la tierra de la nueva maceta entre el sistema radicular de las nuevas inquilinas, que incluso han continuado floreciendo sin decaer. No fue el caso de las primeras plantas que saqué del contenedor para prepararlo de cara a la nueva siembra, ya que una tras otra han ido cayendo y sólo ha quedado una, un Dianthus deltoides 'Microchip' que ha sacado una flor solitaria, la primera, en estos últimos días. Se trata de plantas que sembré en el contenedor pensando que florecerían a la vez que las anuales y que sin embargo se quedaron pequeñas y casi sin crecer hasta que el resto de sus vecinas se fueron secando.

Dianthus deltoides 'Microchip'
He traído también alguna planta nueva a la terraza, entre ellas el híbrido sudafricano Plectranthus 'Mona Lavender'. Esta pariente de los coleos me llamó la atención desde que empecé a ver fotos en Internet y supe que era una planta relativamente común de encontrar en comercios. Depende siempre de la variedad que ofrezcan las tiendas locales, claro, y donde vivo no es precisamente una zona con gustos amplios por la jardinería, con lo que algunas plantas populares no se encuentran con tanta facilidad. Sea como fuere, al fin encontré un ejemplar grande y cargadísimo de flores a un precio estupendo (menos de dos euros y medio) que destaca en un rincón sin sol directo, característica que todos aquellos que lo cutlivan suelen resaltar, con lo que lo he ubicado en la misma pared que a su congénere el coleo (Plectranthus scutellarioides). Las hojas del 'Mona Lavender' son de un atractivo color verde oscuro con el envés púrpura, y las flores, de tamaño grande, son violáceas y aparecen por decenas en largas espigas ascendentes.

Gazania
Octubre también le está sentando bien a las trepadoras. Varias Ipomoea han alcanzado un tamaño cercano a los dos metros y están produciendo flores a diario, y con ellas la Thunbergia alata, que produce casi cada día nuevas flores pareadas como si fuesen dos grandes ojos amarillos, Las Gazania comenzaron a florecer tras el remojado continuo de la tierra por la lluvia, y otra sudafricana, la Felicia amelloides, se ha adelantado varios meses en la producción de sus primeras flores, que solían aparecer en enero-febrero. La lluvia, aunque caiga de forma pausada y no llegue a cantidades muy notables, siempre acaba produciendo en las plantas un efecto mucho más positivo que cualquiera de los riegos proporcionados a mano. Así, mientras siga lloviendo, el estado de muchas de las residentes en la terraza no hará más que mejorar.

martes, 18 de octubre de 2016

El origen de las arañas cangrejo

Pequeña araña cangrejo juvenil
A principios de verano una multitud de arañas cangrejo Thomissus onustus empezaron a ocupar sus parcelas de caza en la terraza, eligiendo una flor con la que mimetizarse y así poder atrapar a los incautos polinizadores que se acercan a ellas a menudo. Me preguntaba en una entrada que les dediqué si su origen se debía a que la mayoría de ejemplares presentes habían nacido allí, porque llegar cada año siempre es algo más complicado teniendo en cuenta que no es habitual encontrar en plena ciudad un punto lleno de plantas en flor donde instalarse, aunque puedan hacerlo por locomoción propia -hasta los caracoles lo hacen-, sobre otras criaturas aladas o simplemente volando con la ayuda de una hebra de seda. Parece que la respuesta se aproxima más a la primera deducción y no era tan complicado como parece.

Hembra en el nido hace un mes
En temporadas anteriores ya he observado nidos de estas arañas, que tejen un cuenco poco escondido entre las hojas de alguna planta y la madre se posa encima hasta que eclosionan los huevos. En septiembre encontré dos nidos muy cerca el uno de otro en una misma planta, la Buddleja, desde los cuales las abnegadas madres llegaban incluso a cazar abejas que se acercaban allí. Hoy todavía sigue al menos una de ellas, que ha tenido que mantenerse allí aguantando la lluvia de las últimas semanas. Pero también he observado los primeros indicios de que las pequeñas arañas cangrejo saben buscarse la vida desde el principio. El ejemplar de la foto trataba de huir con su hilo de seda cuando levanté un trapo para limpiar. Se puede apreciar el tamaño que tiene comparado con la uña del dedo índice, con lo que no resulta extraño que los próximos meses ellas y sus congéneres pasen desapercibidas. Al próximo verano, no obstante, seguro que ya tienen el tamaño suficiente como para trasladarse e instalarse en las flores para capturar a todo aquello que su fuerza les permita.

jueves, 13 de octubre de 2016

Octubre, lluvias y colores

Clinopodium nepeta
Tenemos prácticamente la mitad de octubre superada y el mes ha empezado a mostrar algunos aspectos positivos. Si bien durante la primera semana no vimos ni lluvia ni temperaturas en descenso -mínimas sin bajar de los 18ºC, máximas habitualmente alrededor de 27- las primeras previsiones de lluvias se cumplieron mejor de lo esperado y han dejado en sólo tres ocasiones 40 mm. acumulados. El conjunto del domingo y lunes pasados, con expectativas de precipitaciones no demasiado altas, dejaron el primer día 6,9 mm. y el lunes unos inesperados 26,1 mm. Posteriormente, a partir del miércoles entraba una gran masa de nubes desde el Atlántico que se esperaba que no llegase demasiado cargada a nuestra región. En efecto, ese día apenas cayeron unas gotas sin importancia, pero hoy jueves hemos tenido una jornada de lluvias dispersas que ha vuelto a dar 6,9 mm. en Cullera.

Oxalis triangularis
Gracias a este nuevo aporte de agua, la actividad en la terraza ha podido destinarse en su totalidad a los preparativos de la próxima temporada sin tener que emplear tiempo regando las plantas. Una buena cantidad de semilleros han sido preparados ya y las plántulas comienzan a asomar. Pero hay más, puesto que las lluvias también han colaborado a su manera en estos preparativos y muchas especies que tenía intención de sembrar ya han aparecido por su cuenta, especialmente en el contenedor. Reconozco ya plántulas de amapola de California, Salvia viridis, Phacelia tanacetifolia o eneldos, entre otras, aunque la mayoría han crecido pegadas al frontal y habrá que repicarlas hacia el fondo o distribuir en otras macetas. Por su parte, no he estado hábil plantando los bulbos nuevos de este año para aprovechar estas tres oportunidades de que la tierra se empapase a fondo. Espero que al menos de aquí al mes que viene haya otras oportunidades para que esto ocurra.

Commelina tuberosa
La terraza luce moderadamente llena de flores de varios colores. Las trepadoras han mejorado mucho desde que comenzaron las lluvias y todo aquello que por un momento estuve a punto de arrancar por su mal rendimiento ha empezado a reverdecer, crecer y florecer. Varias Ipomoea -a las que dedicaré una entrada en breve-, la Thunbergia alata, una Cardiospermum halicacabum todavía verde y dos Lablab purpureus ganan altura progresivamente sobre la malla. Se suman a ellas las flores de perennes como la Buddleja, que lleva cinco meses seguidos floreciendo, o la Pentas lanceolata, que nunca ha dejado de hacerlo desde que la adquirí hace un año e incluso he sembrado algunas semillas que ha producido que ya están germinando.

Oxalis bowiei
Es habitual que durante estos días la Commelina benghalensis florezca a diario hasta que llega el frío. De hecho, es su época más prolífica. Lo que resulta nuevo es que la Commelina tuberosa se haya apuntado también a florecer ahora. Las plantas que tengo ahora mismo son el tercer y mejor intento hasta la fecha: la primera vez, las plantas crecieron y florecieron en verano pero precisamente murieron cuando las lluvias empaparon la maceta donde habían estado todo el verano recibiendo riegos aún sin hojas. En el segundo año ni siquiera llegaron a crecer bien y para mediados de verano no quedaba ni un tubérculo. En esta última ocasión mezclé la especie con Liatris spicata y parece que además el problema de tener la maceta empapada todo el verano se solucionó, pues estaba bastante seca entre visitas y las plantas pudieron prosperar. Simple suerte con el sustrato, quizá. A diferencia de la primera vez, en esta ocasión las plantas no han perdido su parte aérea y simplemente han comenzado a sacar flores de nuevo, que duran muy poco -horas- y menos en días nublados como los que hemos tenido.

Crassula muscosa
El otoño es tiempo también para ver florecer al especimen de flores más pequeñas de la terraza, la suculenta sudafricana Crassula muscosa, de pequeñas florecillas que crecen entre las axilas de sus apretadas hojas. Y, cómo no, también los Oxalis muestran su mejor cara. Los Oxalis triangularis están mejor que nunca después de un sencillo cambio de sustrato, con grandes hojas que sobresalen escondiendo los bordes de la maceta, y unos Oxalis bowiei que comenzaban muy poco a poco pero ya se encuentran cubiertos de su habitual cúmulo de grandes flores de color rosado intenso.

Finalmente, uno de los aportes interesantes del mes ha sido la lamiácea Clinopodium nepeta (anteriormente ubicada en el género Calamintha) que encabeza la entrada. La planta llegó de manera curiosa, y es que me ofrecieron llevarme plantas sobrantes de una replantación de árboles y arbustos y justamente esta especie, presente en la zona, había crecido en uno de los alveolos, con lo cual llegó a casa con un sistema radicular en buen estado y ha continuado floreciendo y creciendo una vez puesta en su nuevo hogar. Ya ha sido recibida por la fauna de la zona, puesto que las Amegilla garrula, que a estas alturas siguen visitando la terraza, la han encontrado enseguida y ya acuden a ella directamente. Curiosamente, también una albahaca que quedó en una maceta ha empezado a florecer pero no he notado que dichas abejas la hayan encontrado. No tardarán en hacerlo si todavía les queda tiempo para venir, puesto que es una planta que suele gustar a estos insectos. Eso sí, ya parece que las temperaturas van a bajar al menos un peldaño a partir de ahora y con ello vendrán algunos cambios propios de la estación.

sábado, 1 de octubre de 2016

Habranthus brachyandrus, trompetas pluviales

Habranthus brachyandrus
La extensa familia de las amarilidáceas es sobradamente conocida por aquellos que cultivamos plantas ornamentales. Especies tan populares como los narcisos, ajos, Hippeastrum, Agapanthus o Crinum, entre otras, pertenecen a este grupo repartido por casi todo el planeta. La especie que nos ocupa pertenece a un grupo proveniente de América tropical que tiene una estrecha relación con la lluvia, hasta el punto de ser llamadas "Rain Lilies", esto es, lirios de lluvia. Y es que estas plantas interpretan las lluvias del final de nuestro verano como la época propicia para florecer que seguramente tengan en su zona, reservando sus encantos para estas fechas donde ya son pocas las plantas que quedan por florecer.

Habranthus brachyandrus es una de estas especies, originaria de Brasil y Argentina. Como sus parientes las Zephyranthes, procede de un pequeño bulbo similar al de un narciso que tolera de manera excelente el aporte continuado de agua, pudiendo recibir riegos durante todo el año aunque no posea hojas. El año pasado, por ejemplo, las Zephyranthes carinata compartieron maceta con una Brachyscome iberidifolia, asterácea anual muy florífera que suele vivir hasta entrado el verano. El riego no las despertó en absoluto, no empezando a florecer hasta que llovió de verdad. Sigue siendo un misterio para mí pero así es: no es el agua lo que las mueve, sino las tormentas. Incluso sin precipitaciones de importancia son capaces de florecer siempre y cuando se junten días cálidos con nubes cargadas de agua.

Habranthus brachyandrus
Habranthus brachyandrus ha sido la primera en dar el paso hacia la floración de cuatro especies de lirios de lluvia que recibí hace un año de manos de un compañero de México muy aficionado a estas plantas. Sus enormes flores aparecieron de la maceta, sin hojas, durante la lluviosa semana pasada. Me vino justo retirar la jaula que tenían encima que coloqué tras observar, como ya es habitual, la rotura de hojas por parte de los gorriones, pues una de las flores ya estaba apretándose contra los barrotes. El pasado viernes, un día después, las flores estaban abiertas del todo sin mayor problema. Se trata de unas corolas muy grandes, enormes si se tiene en cuenta el tamaño del bulbo: los pétalos tienen alrededor de 10 cm. de largo y forman un embudo que sólo deja a la vista el interior en su extremo, de puntas abiertas hacia afuera. El color, rosado, va de un tono claro en el extremo a un oscurecido intenso en la base. Con el buen tiempo que todavía tenemos es de esperar que las demás especies de lirios de lluvia también den que hablar siempre y cuando sigan produciéndose las tormentas habituales para estas fechas.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Otoño y el regalo de la lluvia

Erica gracilis
Septiembre es uno de los meses más esperados del año si se toma en cuenta el ritmo de la vida de las plantas aquí, en nuestra región y clima. Pone punto y final a un verano siempre caluroso y, sobre todo, trae la llegada de las lluvias más importantes del año. Importancia que se magnifica cuando nos encontramos en un año deficitario en cuanto a precipitaciones; rara vez, en una etapa así, los aledaños del otoño se quedan sin recibir agua hasta que no avanza la estación. En 2013, el peor inicio de otoño entre los más recientes, sólo se recogieron 2,3 mm. a principios de mes y no volvió a llover hasta octubre, con otra cantidad ridícula para la fecha (12,2 mm.) salvándose un poco la situación con lo que llovió en noviembre y diciembre, que no fue mucho de todos modos. Eso sí, veníamos de recoger 160 mm. en agosto en apenas unos días. Afortunadamente, el principio de este otoño ya sale ganando si se compara con el de aquel año.

Symphyotrichym novi-belgii
Este mes no empezaba del todo bien, con un aumento de temperaturas seguido de unas tormentas bastante llamativas que el día 13 pasaron de largo con bastante prisa y sólo dejaron 1 mm. acumulado mientras en el entorno de la ciudad de Valencia superaban los 50. Ha habido que esperar -poco, todo sea dicho- a que las nubes volviesen a entrar al Mediterráneo y finalmente decidieran descargar sobre nosotros. Y aunque ha llovido en todo el mes lo que solía llover en un par de días de un septiembre típicamente lluvioso, lo cierto es que no nos podemos quejar: 70,9 mm. en 4 días de lluvia de los que habría que destacar el pasado lunes, con casi 25 mm. en una hora, y el jueves, con 17 en la menos de la mitad de ese tiempo. No menos llamativo fue el viernes 23, cuando se produjo una espectacular tormenta eléctrica. Las temperaturas han ido teniendo altibajos, con unas máximas que rondan los 25ºC y mucho calor debido a la alta humedad y unas mínimas que han aumentado desde los frescos valores de mediados de mes, quedándose otra vez cerca de los 20ºC.

Jasminum grandiflorum
En la terraza todo está listo para ir desplegando los preparativos para la próxima temporada. Tras dejar un tiempo el contenedor sin tocar hasta que fuese necesario, el domingo pasado saqué las plantas que todavía quedaban y las pasé a una vieja maceta que hice con una garrafa de 10 litros y que casi nunca contenía plantas salvo algunas adventicias autosembradas. Justo a tiempo, las lluvias copiosas llegaron después y han valido tanto para remojar a conciencia la tierra removida en donde coloqué las plantas como para empapar la tierra también removida y vuelta a nivelar del contenedor, en donde ya se ven decenas de plántulas germinadas que, según la especie de que se trate, se quedarán ya allí a completar su vida. Entre las plantas desplazadas se encuentra Erigeron karvinskianus, una pequeña asterácea de largos tallos con diminutas margaritas blancas que sembré el año pasado en el contenedor, pero que frenó su desarrollo al ser privada de luz por otras plantas y no retomó su ritmo hasta verano; para más inri, cuando ya iba a florecer fue picoteada por los gorriones y finalmente retrasó su crecimiento y floración hasta agosto, muy cerca de la época en la que el contenedor pasa por su reinicio. Parece, no obstante, que ha aceptado bien su nuevo emplazamiento, al igual que el resto de plantas trasladadas.

Ipomoea purpurea 'Carnevale di Venezia'
Aunque los bulbos apenas asoman y sólo los Muscari armeniacum e Ipheion uniflorum tienen hojas, he cometido el fallo de no dejar en su sitio las especies que a lo largo del verano revisé y volví a plantar con algo de sustrato nuevo aprovechando su reposo. Me gustaría también haber plantado previamente a alguna de estas jornadas de lluvia, pero confío en que octubre vuelva a traer algún episodio de precipitaciones y haya otra ocasión para hacerlo. Tengo intención de plantar a la mayor brevedad posible y dejar ese asunto solventado, centrándome en los semilleros, que finalmente comencé durante la semana pasada primero haciendo hincapié en las perennes, pero parece ser ya buen momento para hacer lo mismo con las anuales.

Symphyotrichum novi-belgii
También algo tarde han vuelto, como todos los años, varios Oxalis. Los bowiei han tenido un crecimiento tardío y discreto, dejando la parte central de la maceta donde se encuentran, vacía; en cambio, las especies a las que les renové el sustrato, Oxalis triangularis y latifolia, han rebrotado mejor que en años recientes, llenando por completo sus respectivas macetas. Eso sí, el segundo no hace mención de florecer y lleva así desde febrero de 2014. Confío en que este nuevo aporte de nutrientes pueda solventar dicha situación. De la misma manera, el veterano Symphyotrichum novi-belgii ha vuelto este año con más fuerza que en ninguna temporada previa -a excepción de la primera- tan sólo por haber removido el sustrato y rellenado con algún aporte de tierra usada. Previamente a la próxima temporada de crecimiento, en invierno, volveré a renovarle el sustrato esta vez con material recién comprado, a fin de intentar que cada año pueda crecer más y mejor. Lejos sigue quedando aquella mata cargadísima de flores que engalanó la terraza en otoño de 2012.

Erigeron karvinskianus
Muchas de las plantas en flor durante estos días son, como casi todos los años, plantas nuevas adquiridas durante estos meses. Así, uno de los nuevos inquilinos de la terraza es un Jasminum grandiflorum, planta muy típica en los jardines de nuestra región que se caracteriza por su estupendo aroma y floración prácticamente ininterrumpida. También ha llegado un brezo sudafricano, Erica gracilis, cargadísimo de flores rosadas que espero permanezcan durante semanas y que lleguen a ser atractivas para algún insecto. Por su parte, el escueto crecimiento de las trepadoras sembradas en verano todavía deja de vez en cuando ver alguna flor, con la Thunbergia alata en un estado aceptable de floración diaria y algunas Ipomoea floreciendo de manera esporádica, como la Ipomoea purpurea 'Carnevale di Venezia'.