domingo, 31 de mayo de 2015

Las azucenas de mayo

Lilium lancifolium var. splendens
El meridiano de la primavera es el tiempo de las azucenas, bulbosas poco exigentes que hasta ahora me suelen sobrevivir con bastante facilidad de un año para otro sin perder demasiada fuerza. A pesar de contar con diveresas especies y cultivares, la mayoría florecen abarcando un periodo comprendido entre principios de mayo y mediados de julio, con lo que resultan plantas interesantes para combinar entre ellas aunque en la terraza, debido al espacio limitado, he de repartirlas como mejor puedo según haya sitio para colocar sus macetas, casi siempre de gran tamaño.

Lilium 'Pixels' amarillo
En 2015 han habido nuevas incorporaciones, ejempalres venidos a menos, resurgimientos y mejoras entre las azucenas. En mayo han florecido de tres tipos distintos, uno de ellos nuevo para esta temporada aunque ya se encontraba plantado la temporada anterior. Con variaciones acusadas de un año para otro, sólo una especie ha florecido en las mismas fechas que el año pasado, siendo la tendencia general un pequeño retraso respecto a la primavera anterior; además, cuando organicé la terraza de cara a esta temporada puse a la mayoría de azucenas en semisombra, ubicación que no les ha ido nada mal.

Lilium candidum
La primera en florecer ha sido la azucena blanca, Lilium candidum, en su segunda temporada en la terraza. La planta pasó de estar en una pared protegida en la zona abierta a la pared inmediatamente posterior, en el rincón de semisombra. No la toqué de su maceta, que en su día me pareció mejorable, por el simple hecho de que la planta volvió a brotar nada más llegar el otoño. Pensaba que quizá la exposición al sol había condicionado la duración de su floración, con lo que mi intención fue restarle unas pocas horas de insolación y ver qué ocurría. No sé decir si ha funcionado, pero lo cierto es que la planta ha estado abriendo flores que se han ido relevando durante todo el mes hasta completar un total de siete, tres más que el año pasado. Su agradable aroma se puede detectar desde cualquier punto de la terraza. La única pega que le he encontrado es que al abrirse las flores, el peso en el extremo del tallo -de 1,30 m., el doble que el año pasado- varía y la planta se inclinó bastante hacia adelante, aunque sin incidentes. Las flores empezaron a formarse en febrero, lo que me hizo pensar erróneamente que la planta florecería mucho antes de lo que lo hizo.

Lilium 'Pixels' naranja
Al mismo tiempo que la anterior han comenzado a florecer los híbridos asiáticos 'Pixels'. Las plantas de este año son nuevas, ya que las que adquirí en 2013, que tan bien florecieron aquella temporada, se degradaron durante el año pasado y no volvieron a florecer. Aunque ya han perdido la identidad, conservo dos macetas pequeñas en las que puse algunos de los bulbillos resultantes de varios ejemplares que fueron perdiéndose y es posible que aún quede algún resto de aquellos primeros 'Pixels'. Los actuales, cuatro otra vez, han crecido a ritmos desiguales y las floraciones se han ido escalonando. Primero floreció uno de color naranja, que además presentaba una pilosidad en las hojas que los demás no mostraban; posteriormente, tras terminar éste, se abrió uno de flores amarillas de mayor tamaño, particularidad que también presenta la planta. No es extraño teniendo en cuenta que el primer año que los tuve aparecieron tres ejemplares diminutos y uno del mismo tamaño que los actuales.

Lilium lancifolium var. splendens
La tercera especie en florecer este mes ha sido la esperada azucena tigre, Lilium lancifolium var. splendens. De esta especie de la sección de asiáticas adquirí dos bulbos que llevan plantados desde febrero de 2014. El año pasado ambos brotaron, pero no florecieron: fue la única de las especies nuevas de la temporada pasada que no lo hizo. Para otoño, los tallos se marchitaron y volvieron a aparecer rosetas de hojas, que permanecieron hasta esta primavera. Para entonces, las plantas comenzaron a ganar altura y crecieron con normalidad, llegando a producir flores este mes. Desconozco qué ha ocurrido bajo tierra, pero la maceta está llena de tallos, como si hubiera el triple de bulbos que al principio. Las flores, grandes y con pétalos recurvados, son de un color asalmonado que se va volviendo más anaranjado hacia el centro. Destacan los largos estambres coronados por anteras de color marrón rojizo que bailan a la mínima brisa que sople. Con lo bien que ha retornado la especie, casi se puede decir que la espera de un año entero ha valido la pena.

Por ahora, mayo terminará con estas tres variedades, pero para junio serán más. Hay flores en casi todos los tipos de Lilium de la terraza, por lo que junio seguirá siendo un mes lleno de azucenas. Cabe destacar que el Lilium regale, tras el espectacular despliegue del año pasado, ha tardado más en brotar esta vez, ha emitido dos tallos y sólo en uno de ellos hay una flor formándose, Espero que consiga reponerse y en temporadas futuras vuelva a destacar tanto como en el pasado.

sábado, 23 de mayo de 2015

Semana de cambios

Monarda citriodora
Parece increíble cómo se ha suavizado la situación a lo largo de este inicio de la segunda mitad del mes después de ver cómo comenzaba y, sobre todo, tras el episodio de fuerte calor del día 14. Sólo por las temperaturas se podría decir que el mes está desordenado, que las dos primeras semanas deberían haber ido al final y la que comenzó más o menos el fin de semana anterior bien podría haber sido la inmediatamente siguente a abril. Además, tras un mes sin precipitación alguna, la tarde del martes se puso a llover y para primeras horas de la madrugada se habían acumulado unos 16,5 mm. Estos días apenas se llega a 23ºC de máxima y las minimas en ocasiones están por debajo de los 15ºC, todo ello propiciado por el viento de gregal que ha ido soplando.

En tan avanzadas fechas y con un calor que ha acelerado el final de algunas plantas, la mayoría de lo que queda en la terraza son perennes, aunque siguen habiendo anuales tardías, algunas de ellas simplemente por tratarse de especies tolerantes con el calor que sembré más tarde. En el contenedor las plantas todavía con vida se cuentan con los dedos y ya he empezado a recoger, arrancar y cortar plantas y sus inflorescencias secas para extraer semillas. Curiosamente, hace ya unos días, las Lagurus ovatus que se encontraban en plena floración desaparecieron del todo. No fue un corte de las espigas, ni se han entremezclado con la maraña de tallos secos, ni nada parecido: alguien arrancó sistemáticamente todas las plantas, unas tres, enteras y sin dejar rastro. Sospecho que habrá sido algún gorrión muy hábil que la ha utilizado para su nido y ha aprovechado el espacio libre del contenedor para colarse y realizar la hazaña, pues no he echado en falta más plantas.

Leucanthemum x superbum
Entre las anuales de ciclo más largo cabe destacar a dos especies que estos días ya se encuentran cargadas de flores. Una es la Isotoma axillaris, la pequeña planta australiana pariente de las lobelias y campánulas que comenzó a abrir sus primeras flores a principios de mes. La especie tiene un desarrollo similar al de la compuesta Brachyscome iberidifolia, creciendo despacio durante otoño y amarilleando si tiene demasiada humedad. Eso sí, nunca he probado a sembrarla en primavera dado que sólo la he sembrado una vez (otoño de 2013) y el resto ha salido a base de auto-siembra. No sé si como su compatriota Brachyscome es capaz de crecer más deprisa si se siembra cuando los días ya son más largos y cálidos, cosa que también descubrí cuando estas margaritas australianas se auto-sembraron.

Isotoma axillaris
Sin lugar a dudas, la anual con el ciclo de vida más largo de las que cultivo es la Monarda citriodora. Sembrando la planta en otoño, medio año después todavía nos parecerá que es demasiado pequeña. Hacia mayo da el estirón definitivo y a mediados de mes se pone a florecer. Las primeras las sembré en diciembre de 2013 y florecieron al mayo siguiente durante más de un mes. Posteriormente ya ni siquiera sembré porque aparecieron plántulas espontáneas por todos lados, con lo que aproveché para repicar unas pocas en el contenedor. Finalmente, durante las pasadas lluvias de marzo, dado que iba a utilizar las macetas donde crecían estas plantas, repartí unas cuantas entre dos macetas y regalé unas pocas a unos familiares. De las dos macetas, en una han florecido varias plantas y la otra dejé de regarla en el momento que los gorriones, tras reiteradas visitas, dejaron las plantas reducidas a tallos cortados a ras de suelo. En el contenedor ha florecido una planta y el resto ha sufrido los mismos efectos que todas aquellas especies de crecimiento lento: sus vecinas les privaron de luz y acabaron con ellas. No es una anual para mezclar, visto lo visto.

Gaillardia aristata
Las Gaillardia aristata reafirman su presencia en la terraza un año más. Esta perenne resiste de maravilla el calor y la sequía y cuando se dan las condiciones idóneas, también se resiembra: la cantidad de semillas que dan es más que suficiente para ir desperdigándose y apareciendo de vez en cuando por toda la terraza y así conseguir permanecer año tras año en la terraza. Las primeras plantas, tres, aparecieron de una siembra realizada en enero de 2013 y pervivieron hasta el verano pasado, a la vez que ya habían comenzado a expandirse por otras macetas, Actualmente me quedan unos pocos ejemplares algo más pequeños; uno de ellos lo puse en el contenedor por probar si podía crecer con las anuales, pero creció muy despacio y ha quedado solitario. Cuando adecúe este espacio para la próxima siembra lo trasplantaré a una maceta.

Oxalis depressa
Otra compuesta afianzada en la terraza es el margaritón Leucanthemum x superbum. Plantado en una maceta grande a fin de que se desarrollase mejor, la planta ha pasado de ser una roseta de hojas con capítulos enormes a una planta bien ramificada con cabezuelas que si bien ya no tienen el tamaño inicial -la que traía al comprarla tenía casi el diámtro de un CD- siguen siendo margaritas de gran tamaño. Imagino que la planta con el tiempo se irá haciendo más alta y los capítulos crecerán sobre pedúnculos más alejados. Me quedé un año más sin conocer a su pariente Leucanthemum vulgare, las cuales sembré en el contenedor y son extremadamente lentas, algo que me desconcierta dado que sus semillas suelen incluirse en mezclas de anuales.

En el rincón trasero, los Oxalis depressa siguen mostrando progresos día a día a la vez que sus parientes, quizá salvo los Oxalis tetraphylla, ya empiezan a mostrar una leve decadencia. En este rincón, sin embargo, las inminentes estrellas de la función serán las azucenas, las cuales protagonizarán algunas de las próximas entradas del blog.

lunes, 18 de mayo de 2015

Espuelas de caballero estratosféricas

Consolida ajacis
En ocasiones a las plantas parece ocurrirle como a las personas: sus descendientes acaban superándoles en altura, ganando varios centímetros de más en sólo una generación. En realidad en las plantas no sería justo llamar a esto "descendencia" buscando la similtud con los hijos de una pareja humana, dado que la mayoría de veces estaremos hablando de plantas herbáceas autógamas, es decir, que ellas mismas se fecundan y dan semillas. De ahí que sorprenda tanto el cambio de una generación a otra.

Desde la siembra de 2013, a las espuelas de caballero Consolida ajacis les ha ido bastante bien en la terraza. En aquella misma estación, la primera comenzó a florecer en noviembre y lo hizo de manera ininterrumpida hasta abril. Era un ejemplar compacto (apenas 20 cm.) y muy ramificado. Posteriormente fueron apareciendo varias plantas más, algunas enanizadas y otras mayores, con un tamaño máximo de unos 40-50 cm. para los ejemplares que florecieron entre abril y junio.

El ejemplar más alto
Este otoño sembré voluntariamente algunas semillas de esta especie y aparentemente no obtuve resultados. En cambio, de las plantas mencionadas anteriormente, además de recoger un montón de semillas, muchas de ellas acabaron perdidas en el sustrato y fueron reapareciendo en otoño. Algunas simplemente las dejé donde estaban, con los bulbos de floración primaveral, mientras que unas pocas fueron repicadas al contenedor y finalmente, todavía no entiendo cómo, acabaron lanzándose a perder. Creo que la culpa de haber perdido tantas plantas que iban más o menos bien se debió a la mala decisión de sembrar rúculas en el contenedor, las cuales en poco más de un mes de vida empezaron a tapar los alrededores con sus amplias hojas.

Movido por la curiosidad, seguí cuidando a esas espuelas in situ y ver hasta dónde eran capaces de llegar. Todos los ejemplares han alcanzado o superado el tamaño de las más grandes del año pasado, incluso estando en macetas de apenas 15 cm. de profundidad, mucha menos que en el contenedor. El ejemplar más grande, el de las fotos, ha alcanzado la excepcional cifra de 130 cm. desde la base a sus flores más altas, tanto como la azucena blanca que crece en una maceta vecina. Las plantas prosperan con poca agua, y eso es bueno, dado que las macetas en las que se encuentran están llenas de bulbos descansando a los que les va haciendo falta quedarse totalmente secos. A estas espuelas, que además se encuentran todas ellas acompañadas de acianos, las iré regando menos conforme vayan perdiendo flores, evitando mojar a los bulbos y aprovechando su resistencia, dado que no van a necesitar apenas agua para formar semillas: éstas serán utilizadas a partir de otoño para producir otra generación de estas preciosas y espigadas anuales.

domingo, 17 de mayo de 2015

Récord histórico de calor

Kleinia grantii
El inusualmente caluroso inicio de mayo culminaba el pasado jueves día 14 con un dato meteorológico que, sin exagerar un ápice, ha batido varios récords desde que se tienen registros. Además, lo que más me sorprendió fue la efectividad de las previsiones, que anunciaban que efectivamente llegaríamos a ver los termómetros sobrepasar los 40ºC en plena mitad de la primavera y que tal cual había llegado el calor se marcharía, incluso esa misma noche. Y no fallaron demasiado.

Desde mediados de esta semana, teniendo en cuenta esta alerta, ya planifiqué cómo iban a tener que repartirse los riegos para que las plantas no sufriesen. Regué el miércoles por la tarde, repetí con moderación el propio jueves -más que nada porque este día siempre suelo estar en la terraza por las mañanas- y tras observar la situación, regresé el viernes por la tarde, respirando con alivio al ver que las plantas, incluso las anuales sembradas hace dos meses, no habían notado nada del brutal golpe de calor de la tarde anterior. En efecto, estuve siguiendo los datos en Sueca y a cada pocos minutos era una sorpresa: a partir de mediodía entró una masa de aire cálido arrastrada por el viento del sudeste que ya nos situó en los 40ºC -yo abandoné la terraza a 32ºC medidos allí con termómetro de mercurio- que dio su golpe de efecto cuando el viento giró de poniente. En Sueca alcanzamos los 42,7ºC en el punto álgido y una todavía más sorprendente humedad relativa de sólo un 10%. A su vez, en Cullera se alcanzaban los 40,5ºC con un 16% de humedad en el aire. Para Cullera, esta temperatura supone la más alta jamás registrada en la localidad; en nuestro entorno cercano, en la vecina Carcaixent se marcaron 44,4ºC, la temperatura más alta medida en un mes de mayo para Europa.

Oxalis depressa
La otra parte, más positiva, es que las previsiones de que las temperaturas volverían a su cauce normal esa misma noche, por increible que pareciese, también fueron ciertas. Normalmente, si esto ocurre en verano, un día en que se sobrepasen los 35ºC deja una madrugada que no baja de los 25-27. El viernes amaneció a 19ºC, aunque sí es cierto que el día volvió a acercarse a los 30 e incluso superarlos en Sueca. El domingo al amanecer, junto a la orilla de L'Albufera en Sollana, ya llegué a ver en el termómetro del coche unos frescos 11,5ºC. Afortunadamente, el calor se fue tal cual vino como estaba previsto y el viento imperante durante los días siguientes soplaba a rachas cambiantes entre el norte y el este.

La vida en la terraza, como se comentaba, ha seguido su curso normal, Han continuado abriéndose flores durante esta semana, la mayoría de especies perennes, sin verse afectadas por las altas temperaturas. Entre las anuales, van floreciendo las últimas Nigella damascena espontáneas que han aparecido en diversos puntos de la terraza, la mayoría de tonos azules. La de la foto de esta entrada acompaña a las Cosmos bipinnatus en la maceta que preparé en otoño, aunque este ejemplar no lo he visto germinar hasta hace poco. No obstante, es una planta que, aunque germine durante el otoño, lleva un ritmo moderado y no florece hasta llegada la primera mitad de la primavera.

Trollius 'Golden Quuen'
Una de las perennes que ha empezado a florecer es una planta cuya presencia en la terraza responde a un segundo intento, ya que el año pasado la tuve, sobrevivió a duras penas y la perdí a finales de verano. Se trata de Trollius 'Golden Queen', una ranunculácea de bellas flores naranja con estambres sobresalientes. Lo solemos encontrar como Trollius chinensis, aunque realmente se trata de un híbrido de éste.con T. ledebourii. A grandes rasgos, es una especie con cierto parecido a las anémonas y ranúnculos aunque bajo tierra tiene raíces gruesas como los delfinios y aguileñas. Lo cultivo en semisombra y el año pasado aprendí que es de esas plantas que necesitan un suelo fresco y húmedo pero nunca mojado. Después de varias floraciones deformes, en agosto lo que quedaba de planta se había compostado en la maceta. La de este año, aunque más pequeña, parece que va por mejor camino y esta primera flor ha superado con éxito el trance del calor. La premisa es simple: apenas le doy un chorrito de agua siempre y cuando el sustrato no esté húmedo al tacto. Con ello, en ocasiones puedo olvidarme de regarlo durante cuatro o seis días sin problemas.

Nigella damascena
Pasamos ahora a una perenne más resistente al calor y falta de agua, pues se trata de una crasa. Kleinia grantii es una compuesta africana, pariente muy próxima de los senecios, aunque por su aspecto cuando está sin flores pensaríamos que tiene relación con suculentas como Crassulaceae o Aizoaceae. Tiene hojas de color verde-grisáceo espatuladas y carnosas, con un cáudice bajo ellas, una zona engrosada que acumula reservas como un rizoma pero que reposa sobre la superficie y no bajo ella. Esta planta me llamó la atención desde que la descubrí en Internet y cuál fue mi sorpresa al saber que una compañera lo cultivavba y podía enviarme esquejes para el intercambio de semillas y plantas que hacemos varios jardineros cada otoño. Durante meses lo he cultivado con esmero -todo el que pueda requerir una planta que apenas necesita agua- y finalmente he conseguido que emita un capítulo. Se trata de una cabezuela idéntica a la de los senecios, en este caso sin lígulas, pero con flósculos de tubos largos de un intenso color rojo.

Chaenostoma cordatum
Encontramos también un nuevo miembro del género de los Oxalis. Hablamos de Oxalis depressa, una especie sudafricana de pequeño tamaño, con hojas trifoliadas menores que las flores. Éstas se abren en espiral y quedan con los pétalos superpuestos entre sí: son de color rosado con el interior amarillo ribeteado de blanco. Sólo planté dos tubérculos, los cuales tardaron semanas en brotar y uno de ellos "se equivocó" y empezó a asomar por el agujero de drenaje de la maceta. Al intentar sacarlo se partió el brote, pero en poco tiempo volvió a crecer, esta vez ya en la orientación correcta y a punto de florecer como su compañero.

Finalmente, y a modo de curiosidad, me ha llamado la atención ver cómo la Chaenostoma cordatum, la reptante sudafricana que adquirí el mes pasado y cuyas flores son de color lila, ha abierto de manera espontánea una flor de color casi blanco. Parece ser que no es la primera vez que lo hace, aunque no es capaz de florecer regularmente en los dos colores a la vez, lo cual resultaría de lo más peculiar.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Retornos espontáneos

Clarkia amoena
A veces, las condiciones entre lo natural e impostado que se crean en un ambiente como es el de la terraza cultivada hace que algunas plantas consigan viajar en el tiempo y reaparecer tras una temporada ausentes o aparentemente inactivas. Casi siempre, lo más frecuente es que lo hagan a base de semillas que cayeron, se mezclaron en la tierra y germinan cuando ésta ha sido volteada de manera que las simientes han vuelto a encontrar la luz hacia la que crecer. De hecho, esta misma situación se da con las plantas adventicias, de ahí que haya especies que lleven varios años apareciendo por más que las arranque: conizas, ortigas, verdolagas y un largo etcétera.

Allium schoenoprasum
Empezaremos por el caso más curioso por tratarse de una perenne. Desde otoño de 2011, las milenramas (Achillea millefolium) han ocupado la misma maceta, que han ido compartiendo con diversas plantas aunque la mayor parte del tiempo ellas han sido las únicas huéspedes. Las plantas florecieron al otoño siguiente, viéndose superadas por las que sembré en aquel momento en el contenedor, que de marzo a mayo se hicieron más grandes que sus parientes y florecieron antes del verano. No obstante, al remodelar este espacio las acabé arrancando todas por lo peligrosamente deprisa que se expandían por estolones. Tras una decadencia prolongada que las llevó incluso a no florecer el año pasado y perderse casi todas las plantas, las supervivientes en la maceta, hoy acompañadas por Oenothera speciosa, han conseguido florecer. Más curioso si cabe resulta que, en una maceta de bulbos con tierra antaño perteneciente al contenedor, haya aparecido una milenrama más, fruto quizá de una semilla enterrada y latente durante tres temporadas.

Achillea millefolium
El asunto de las semillas que acaban enterradas al remover la tierra y aparecen después ya es de sobra conocido este año con las Centaurea cyanus. Probé en 2013 una mezcla de colores en el contenedor que no me disgustó del todo, pero acabé descartándola porque prefiero utilizar sólo los ejemplares de color azul original asegurando la presencia de ese color en plantas de la altura de esta especie, lo cual también sugiere no plantar ejemplares de colores en macetas aparte dado que los polinizadores pueden hacer que lo que salga de las futuras semillas sea una lotería. Parece ser que no recogí bien todas las plantas secas y había un montón de semillas enterradas en el sustrato, que este año han ido mostrándose en formas moradas, violetas, blancas y combinaciones de ambas; también azules, por supuesto. Los ejemplares han crecido a sus en macetas de bulbos que ya se encuentran en letargo, junto a otras plantas de semillas caídas como Consolida ajacis o Linum grandiflorum.

Centaurea cyanus lila/blanco
También las semillas perdidas han devuelto a la terraza las finas hojas cilíndricas y las aglomeradas flores lila de los cebollinos (Allium schoenoprasum), cuya presencia original data de 2012. Aquel año sembré en pleno mes de junio unas pocas semillas que germinaron con éxito y empezaron a crecer, dando plantas listas para florecer a la primavera siguiente. A pesar de tratarse de bulbosas, esa primera generación no sobrevivió -seguramente exceso de riego que pudrió los bulbos- y la maceta quedó vacía, aunque con las semillas de dichos ejemplares dispersas por el sustrato. Los siguientes usos de la maceta, a la cual llevo desde aquel 2012 sin tocarle el sustrato, acabaron por hacer germinar las semillas que repitieron el ciclo de sus progenitoras y crecieron hasta alcanzar un tamaño apto para florecer durante esta temporada, en la que finalmente he vuelto a ver flores. Paradójicamente, con ello se convierten en la tercera especie de Allium que florece esta primavera en la terraza.

Centaurea cyanus blanca
Otro regreso, aunque esta vez debido a una casualidad distinta, ha sido el de la onagrácea anual Clarkia amoena. El año pasado tuve unas pocas en una maceta sembradas a partir de semillas correctamente identificadas que me regalaron en su día con la compra de otras especies. La de este año ha surgido de una fuente distinta: separé unas pocas semillas de una mezcla de flores con intención de averiguar qué eran. Gracias a esta "siembra de prueba" conseguí obtener una especie distinta, Clarkia unguiculata, la cual tuvo una floración muy breve y cuyas cápsulas secas ya estoy a punto de almacenar para tener sus semillas bien aisladas. En la misma maceta a lo visto se mezclaron las semillas de ésta y de la ya conocida amoena, una planta muy bonita de grandes flores casi siempre en tonos rosados -de hecho, el color de la planta de este año ya se dio en un ejemplar de la temporada pasada. Como pasó con muchas otras plantas, esta especie también la sembré en el contenedor sin éxito, siendo las Clarkia bottae las que han conseguido prosperar.

Siempre es agradable dar la bienvenida de nuevo a especies que florecieron antaño en la terraza. En ocasiones cuando se busca hacerlo intencionadamente, especialmente cuando se trata de recuperar desde semilla especies que fueron compradas ya como planta crecida, el éxito no es tan notable. En ocasiones, dejar la terraza a su aire es lo más adecuado: al fin y al cabo, las macetas son como un prado silvestre que recibe una lluvia artificial con más que suficiente frecuencia como para producir nuevas vidas.

domingo, 10 de mayo de 2015

Oscularia deltoides, africana sinuosa

Oscularia deltoides
Entre las plantas crasas existen multitud de especies que llaman mi atención, pero tengo claro que uno de los motivos por los cuales no tengo más es su crecimiento: suelen ser grandes matas perennes que se van expandiendo con los años y no dejan de quitar sitio, floreciendo tan poco tiempo como lo haría una bulbosa. Lo mismo se podría aplicar a los cactus, los cuales van llegando a la terraza con cuentagotas aunque no he dejado de lado mi intención de conseguir más ejemplares de floración llamativa. Pero cuando una especie llega prácticamente sola a la terraza y además es bonita, hago lo posible por mantenerla hasta que dé lo mejor de sí.

Vista general de la planta
La Oscularia deltoides que tengo apareció sin más el año pasado en una maceta, brotando seguramente de una semilla, y casi seguro que alguien no muy lejos de la terraza tiene una de ellas en su balcón. Su forma me llamó la atención y quería saber en qué se convertiría si la seguía cuidando, cosa que hice con esmero en la maceta donde originalmente apareció hasta que la acabé trasplantando a una más grande. Otras aizoáceas han aparecido de manera espontáea por la terraza, como la Mesembryanthemum nodiflorum, especie mediterránea que acabé eliminando por lo rápido que crece y se expande por semillas, además de su poco valor ornamental; eso sí, me gustaría saber si crece de manera autóctona en el término municipal de la localidad para incluirla en mi registro de especies de Cullera.

Flores
Oscularia deltoides es una especie originaria de Sudáfrica. Su aspecto es inconfundible: las hojas opuestas, suculentas, tienen una sección triangular y el borde recubierto de pequeños dientes de color rojizo, que no son córneos ni punzantes al tacto, sino que son tan blandos como las hojas. Los tallos son rojizos y las hojas de color verde grisáceo. Tiene un porte rastrero aunque firme, y su tasa de crecimiento es bastante moderada, a pesar de que puede alcanzar el tamaño de un pequeño arbusto. La floración empezó a producirse a principios de este mes y consiste en las típicas flores con multitud de pétalos finos propias de esta familia, de color rosado con estambres blancos. Su tamaño es bastante pequeño: aproximadamente 1,5 cm. de diámetro.

Con mi predisposición a dejarme sorprender, intento no arrancar de buenas a primeras las especies desconocidas que aparecen en las macetas de vez en cuando, pues en alguna ocasión vale la pena dejar crecer lo que ha llegado sin invitación a la terraza por si se diera la casualidad de que se trata de algo interesante, como es el caso de esta Oscularia.

sábado, 9 de mayo de 2015

Guisantes de olor, una apuesta segura

Lathyrus odoratus color burdeos
Desde que empecé a sembrar una variedad de plantas anuales cada vez más amplia siempre ha habido especies que no han faltado ninguna temporada, siendo el motivo su sencillez a la hora de germinar y crecer, la fiabilidad y efectividad de su crecimiento y, por supuesto, el llamativo aspecto de su floración. Entre las anuales encontramos plantas de todo tipo, siendo los guisantes de olor (Lathyrus odoratus) unas trepadoras un poco particulares, al no compartir un modo de crecer con otras trepadoras o enredaderas, incluso con las de su misma familia.

En rojo
La primera vez que sembré guisantes de olor fue en primavera de 2012. Aquella temporada pensé que el aspecto de las plantas, no muy grandes y con un crecimiento irregular, se debía a que las había sembrado en una época poco adecuada. Cuando uno busca información en Internet siempre se hace hincapié en que las semillas deben sembrarse en otoño, que la planta necesita pasar un periodo frío para su correcto desarrollo. A partir de entonces ya lo hice así y, sinceramente, no encuentro diferencia entre aquella primera temporada y las siguientes, a pesar de que nunca más he repetido las siembras en primavera. Lo haga cuando lo haga, las plantas pasan gran parte de su vida vegetativa sin crecer; de repente, se desarrollan entrada la primavera y comienzan a florecer a finales de abril, mayo o hasta junio, Sólo en una ocasión, en 2013, una planta sembrada el otoño anterior se puso a florecer a principios de marzo.

Blanco con un ligero toque rosado
Al principio comentaba que el porte de la planta no se asemeja al de otras trepadoras. En realidad, parece más bien una especie adaptada a asomar entre el ramaje de un arbusto, más que a enredar sus tallos sobre otras plantas más altas, árboles o, en caso de plantas cultivadas, estructuras. En Cullera he llegado a encontrar hasta tres especies de Lathyrus silvestres -annuus, clymenum y setifolium- y su forma de crecer siempre es la misma: empiezan creciendo rectos y ganan altura sujetándose con sus zarcillos a arbustos cercanos. Los tallos, alados, crecen rectos con ramificaciones y hojas escasas. Exactamente lo mismo hace el Lathyrus odoratus, a los cuales suelo acercar siempre a una reja o malla, pues está comprobado que no son capaces de enredarse en una caña como lo haría una Ipomoea o una Clematis.

Detalle de una inflorescencia
El año pasado habilité un lugar específico para los Lathyrus, fijando a la columna que forma el tiro de la chimenea de la cocina de la casa la malla metálica del somier de una cama vieja. Sin muchos esfuerzos, los guisantes encuentran el camino y enseguida comienzan a aferrar sus zarcillos a la malla. Este año sólo uno de ellos ha crecido allí, mientras que otros tres -blanco. burdeos y rojo- lo han hecho en la malla antipájaros que puse de manera improvisada en la pérgola de cañas para las trepadoras, malla que visto lo visto acabaré quitando pronto pues no termina de cumplir la función que esperaba. La puse un poco al tuntún después de ver que se acercaba la época de sembrar trepadoras y no había encontrado una malla de agujero más grande. Ahora mismo, las plantas que hay creciendo debajo en lugar de atravesar los agujeros crecen como atrapadas por la malla, demasiado fina. Los guisantes la aprovecharon para agarrarse, pero las flores quedaban algo atrapadas.

La próxima temporada habría que mirar de darle a esta especie el protagonismo que merece. Siempre siembro muy pocos -casi nunca más de cinco- que reparto de manera irregular: con la cantidad de semillas que acumulo ya, lo ideal debería ser sembrar no menos de 20 plantas al próximo otoño y acercarlas todas a la misma malla, lugar de demostrada efectividad, para disfrutar como es debido de esta sencilla y bonita especie.

viernes, 8 de mayo de 2015

Las perennes de mayo

Dahlia 'Pulp Fiction'
A lo largo de estas primeras dos semanas del mes se está produciendo una transición de floraciones en la terraza muy evidente. Las plantas anuales, los bulbos de floración invernal-primaveral y algunas perennes tempranas hace tiempo que se secaron o simplemente dejaron de florecer, dejando el testigo en manos de las perennes y vivaces estivales, los bulbos africanos y americanos y las azucenas. Estas plantas de ciclo vegetativo más largo son las encargadas de dar las últimas pinceladas de color hasta el mes que viene, cuando se producirá una decadencia más acusada mientras se espera a las primeras floraciones otoñales.

Gazania rigerns
Las primeras perennes en florecer, ya desde finales del mes pasado, han sido las aguileñas. Primero lo hicieron las Aquilegia alpina, que han terminado bastante pronto, y posteriormente lo han ido haciendo unas cuantas Aquilegia 'McKana': este año, además de las blancas originales, ha aparecido una planta de semillas caídas que tiene las flores amarillas. No es la única que salió -el rincón está lleno de aguileñas todavía sin identificar- pero sí la primera en revelarse. No obstante, este año no espero que la floración sea muy abundante viendo lo deteriorado que tienen el follaje, seguramente a causa de la araña roja que estoy viendo en varias plantas. Las aguileñas, por suerte, son capaces de rebrotar en cualquier momento aunque pierdan sus hojas. Algunos ejemplares de semilla que por circunstancias varias han acabado en mal estado (macetas sin regar, etc.) han sido capaces de recuperarse.

Tulbaghia violacea
También comienza a florecer una de las dos Gazania, la de hojas verdes y flores anaranjadas. De los dos ejemplares, este es el más pequeño. El otro, el de flores amarillas y follaje grisáceo, de momento no presenta signos de comenzar a florecer, por lo que hace un tiempo fue abonado, aunque no estaría mal tampoco buscarle una maceta mayor, ya que la que tiene la ocupa totalmente a lo ancho. Las margaritas africanas en general están de capa caída: la Osteospermum parece que se esté secando más de la cuenta después de una de sus floraciones más pobres; la Felicia, directamente, se ha secado -ahora me arrepiento de no haber traído una nueva del vivero cuando fui a finales de abril. La Argyranthemum, por su parte, produjo una segunda floración más exhuberante que la primera pero la planta ha quedado bastante reseca, parece que más que el año pasado. En principio supongo que es normal y que terminará rebrotando una vez más.

Aquilegia 'McKana' amarilla
Cambiado de lugar de origen pero sin salirnos de la familia, encontramos en flor también a la primera de las dalias. En este caso, se trata de un impactante cultivar llamado Dahlia 'Pulp Fiction', perteneciente a una serie llamada Dark Angel que se caracteriza por sus hojas oscuras, casi negras, y un porte compacto similar a las dalias tipo Mignon. Elegí la variedad 'Pulp Fiction' por lo vivo de su color rojo, que combina de manera espectacular con el oscuro follaje. Eso sí, parece que las flores se deterioran bastante pronto, apenas poco después de que asomen algunos estambres amarillos, perdiendo intensidad en el tono rojo a la par que las lígulas comienzan a marchitarse. Hay otro par más de variedades de dalias a la espera de florecer que posiblemente no tarden, entre ellas unas cuantas dalias Mignon de las mismas semillas del año pasado, cuyos ejemplares no resistieron más allá del verano.

Dahlia 'Pulp Fiction'
Ha vuelto a florecer, después de su primera incursión en octubre y en una nueva ubicación, la tuberosa africana Tulbaghia violacea, pariente de hoja perenne de los ajos. La coloqué en el mismo cajón-macetero que las bulbosas sudafricanas, las cuales siguen creciendo con bastante buen aspecto aunque ninguna tiene todavía signos a la vista de una posible floración: es más, algunas, supongo que Sparaxis tricolor, empiezan a presentar hojas más secas de lo deseable. La Tulbaghia, por su parte, apenas ha crecido desde que fue transferida a este nuevo espacio con más profundidad para expandir sus raíces. Por otro lado, el que iba a ser su vecino, el Ornithogalum dubium de fantásticas flores naranja, ha quedado fuera de combate: el bulbo está totalmente podrido a causa del riego, cosa que no se adivina viendo la planta y flores, que no parecen sufrir daño alguno. Me costó bastante caro para ser un único bulbo (4,50€) y apenas lo he disfrutado unas semanas, como si fuesen flores cortadas. Una verdadera pena.

Aquilegia 'McKana' blanca
No muy lejos de allí, la única de las tres Alcea rosea que sembré en otoño de 2013 vuelve a florecer. Se trata del ejemplar de flores rosa claro con el centro de un tono más oscuro. El aspecto de la planta es bastante pobre, amarillento y sin hojas, con lo cual no descarto, vista su facilidad para crecer desde semilla, deshacerme de ella al finalizar la temporada y sembrar plantas nuevas, pues tengo semillas a cientos tanto de las originales que utilicé la primera vez como de otra jardinera que me regaló de su propia cosecha, más las que obtuve de las plantas del año pasado. Eso sí, es de las pocas malvas que ha funcionado este año otra vez, pues me he quedado sin ver a las anuales Sidalcea y Lavatera trimestris. La próxima que espero ver es Malva sylvestris, de la cual no tengo todavía ni idea si saldrá una planta de tipo silvestre o se trata de algún cultivar de flores con alguna particularidad.

Alcea rosea
Otras perennes presentes en la terraza han ido yendo a menos después de un inicio espectacular. Las Oenothera speciosa van perdiendo sus flores, aunque no descarto que vuelvan antes de terminar la temporada. Entre los Oxalis se encuentran en flor prácticamente la mitad de las especies que tengo, incluyendo los 'Iron Cross' nuevos de esta temporada, que a pesar de lo que han tardado en emerger no han faltado a su puntualidad floreciendo; el resto han comenzado a decaer, lo normal para algunos según las fechas, pero imprevisible con ciertas especies que van y vienen sin un patrón fijo. También sigue adelante la Leucanthemum x superbum, que se ha hecho bastante grande aunque ahora sus capítulos son de un tamaño más contenido que cuando vino de la tienda. De las especies recientemente adquiridas, sólo el Geranium sanguineum y la Chaenostoma cordatum continúan floreciendo; también tengo una Saponaria ocymoides que apenas sacó cuatro flores y cuya integridad se ha visto comprometida al ser atacada por los gorriones, siendo de esas especies que estos pájaros, sin razón aparente, rompen con fruición poniendo en verdadero peligro la vida de la planta. Lo hicieron el año pasado y lo han hecho este rompiendo las otras dos plantas que tenía, eliminándolas por completo.

Aquilegia alpina
A pesar del tono amarillento y pálido que empieza a predominar estos días en la terraza, el de las plantas secas que ha dejado el calor de esta primera semana de mayo, las especies perennes, bien sean herbáceas tiernas, bulbos, rizomatosas, crasas o leñosas, tienen todavía muchas cosas que ofrecer. A lo largo de este mes, que de momento parece que haya marcado el inicio de un prematuro verano, iremos viendo cómo su colorido se sucede tiñendo de alegría estas semanas que quedan de la segunda y calurosa mitad de primavera previa a la recta final de la temporada.

jueves, 7 de mayo de 2015

Papaver commutatum, una joya de Oriente Próximo

Papaver commutatum 'Ladybird'
Parece que la tendencia de estas últimas temporadas es que, cuando alguna planta me interesa, no todos los intentos de siembra funcionan en el lugar escogido y tengo que esperar un año para conocerla mejor después de que sólo funcionen los ejemplares que había sembrado en macetas pequeñas; la idea de verlas crecer en el contenedor de las anuales y demás herbáceas tiernas tiene que aplazarse para la temporada siguiente. Esto no siempre es garantía de éxito y hay que hacer varias pruebas hasta que se consigue el propósito perseguido: en medio de ese camino se encuentra la planta de hoy, una amapola de color rojo y negro de gran belleza.

Grupo de flores
La Papaver commutatum 'Ladybird' es una amapola anual muy popular, fácil de encontrar en cualquier tienda online de semillas. Desconozco si tiene un nombre castellano, pero revisando su nombre en otros idiomas el más apropiado quizá podría ser "amapola roja caucásica". La especie es originaria de Turquía, el Cáucaso y el norte de Irán, y parece ser que algunos autores la consideran una subespecie de la extendida amapola común Papaver rhoeas, con la que comparte algunas semejanzas.

Obtener Papaver commutatum desde semilla es muy sencillo, como ocurre con casi todas las amapolas Papaver. Basta con sembrarlas directamente y mantener el sustrato húmedo, con lo que en pocos días veremos a las diminutas plantas aparecer. Es preferible sembrarla en otoño y en el sitio definitivo, pues a las amapolas en general no suele gustarle que se les toquen las raíces una vez crecidas, además de necesitar pasar el frío del invierno. Planté esta especie y Papaver nudicaule juntas en una maceta pequeña y esparcidas por el contenedor: curiosamente, las Papaver nudicaule, que tan bien se dieron el año pasado, no han tenido representación en la temporada actual. En el contenedor me pareció llegar a ver rosetas de hojas durante un tiempo que acabaron desapareciendo cuando la maraña de hojas de otras especies se hizo impenetrable. También lo volví a intentar con Papaver somniferum, con un éxito moderado: al menos esta vez las plantas sobrevivieron hasta primavera y he visto flores esta misma semana, diminutas eso sí. Al año que viene probaré con alguna en el contenedor.

Con manchas pequeñas
En la maceta donde mezclé Papaver nudicaule con Papaver commutatum sólo estas últimas crecieron, sin razón aparente, y han tardado en florecer unos siete meses. Sí hubo plantas en el contenedor que crecieron de manera dispar, y un ejemplar permaneció a la vista durante bastante tiempo hasta que la mata de hojas de las otras plantas se hizo más espesa. Las semillas las tengo desde verano de 2013 y en la temporada 2014 también esparcí unas cuantas en el contenedor, que acabaron floreciendo muy tarde y ni siquiera parecían de esta especie: las flores eran de un rojo pálido, débiles y se quedaban sin pétalos en un día. Nada extraño puesto que aquella temporada el contenedor fue un desastre y se quedaba seco al rato de regarlo, con lo que resulta casi milagroso que sobrevivieran tanto.

Con tres pétalos de más
Los ejemplares tienen el aspecto de una Papaver rhoeas aunque más pequeñas, con hojas muy divididas en lóbulos redondeados. Las flores son de un brillantísimo rojo que contrasta enormemente con las amplias manchas negras del centro de los pétalos, sujetos a una cápsula de forma idéntica a su pariente europea. Las plantas han empezado a florecer todas a la vez pero no tiene visos de durar mucho, primero por las condiciones actuales -mucho calor- y segundo porque apenas se ven unas pocas flores más por abrir, además de que las plantas están muy deterioradas ya. Durante los últimos meses la maceta la situé en el rincón de semisombra, en la balda que más sol recibe en esta época del año. Básicamente repetí el mismo patrón que con las Papaver nudicaule el año pasado por el simple hecho de que éstas también debían estar en la maceta.

Por supuesto, el objetivo para el año que viene es introducir con éxito estas plantas en el contenedor y esperar que combinen con otras anuales que este año he ido conociendo y tomando nota de sus características. Visto el tiempo que llegó a durar el ejemplar que hubo allí hasta invierno, posiblemente baste sólo con asegurarse de no acercarla demasiado a plantas de hojas grandes que puedan privarlas de luz. Por el momento, aunque breve, su espectacular despligue ya queda registrado como uno de los logros de esta temporada.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Mayo, un salto hacia el verano

Malope trifida
Las previsiones no fallaban: se esperaba un caluroso inicio de mayo y, efectivamente, el calor no ha dado tregua en esta primera casi semana del mes. El primer día del mes ya dio 32ºC de máxima en Cullera y vino seguido de la primera noche-madrugada sin bajar de los 20ºC. Máximas por encima de los 25ºC excepto anteayer y hoy, y mínimas que ya no bajan de 18ºC. La brisa marina atenúa un poco la sensación de calor pero no puede hacer nada contra la fuerte radiación solar que ya aprieta estos días. Las plantas resisten bastante bien gracias al empeño que he puesto en regar a la hora adecuada después de cada jornada de altas temperaturas, pero está claro que el tiempo de las grandes aglomeraciones de flores va tocando a su fin, ya que la mayoría de especies combinadas en el contenedor y algunas macetas han terminado con su ciclo y comienzan a secarse y producir semillas.

Leptosiphon androsaceus
Las especies anuales de floración más tardía suelen ser, además, de las más resistentes a estas condiciones ambientales, pues si son capaces de florecer en la mitad de la primavera más cercana al verano suele significar que tienen mayor tolerancia a la ausencia de agua. La mayoría son especies de clima mediterráneo, aunque originarias de distintas regiones del planeta con climatología similar. En esta temporada en particular, la mayoría de estas plantas han aparecido desperdigadas por toda la terraza originándose a partir de semillas caídas de la temporada anterior a pesar de haber intentado por varios medios que estuviesen todas ellas en el contenedor. Allí la mayoría de plantas se han deteriorado a un ritmo muy rápido en estos pocos días, cosa por otra parte totalmente normal debido a que todas las plantas llevaban meses floreciendo. Sólo sobreviven en el frontal la Schizanthus x wisetonensis más grande (las otras dos parece que no han tenido mucha suerte) y tres Leptosiphon androsaceus, una de ellas de flores totalmente amarillas. El resto, aunque sigue floreciendo esporádicamente, se encuentra bastante deteriorado. Vemos también las espiguillas de las Briza maxima tornándose de color pajizo mientras al fondo, en una ubicación que ahora parece mal escogida, se erigen las suaves espigas peludas de la Lagurus ovatus.

Nigella damascena
La excepción a esas plantas que han conseguido florecer en cualquier sitio menos en el contenedor la conforman las Centaurea cyanus, que lo ha hecho dentro y fuera. Sencillas de cultivar, no han quedado exentas de dificultades a la hora de crecer, primero por quedar cubiertas por plantas más grandes de su entorno y ahora por quedar demasiado al descubierto, a merced de la evaporación y el sol que hace que se vengan abajo con más frecuencia. Los ejemplares aparecidos en distintas macetas son de varios colores, descendientes de una generación de plantas cultivada en 2013 y que a lo visto se mantuvo latente el año pasado en la propia tierra del contenedor que reutilicé para los bulbos. Sí provienen de semillas caídas hace un año las diversas espuelas de caballero que han crecido por toda la terraza y que, curiosamente, no han conseguido florecer en el contenedor a pesar de que repiqué varios de los ejemplares espontáneos con buen tamaño. Hablando de tamaño, sorprende esta temporada la altura de algunos ejemplares: el más grande de ellos ha dado 130 cm. desde la base del tallo hasta la flor más alta.

Lagurus ovatus
Otra de las especies que ha conseguido florecer a la vez en el contenedor y dispersa por la terraza es la margarita de Swan River (Brachyscome iberidifolia), pero con un resultado dispar. La planta tiene bastante facilidad para resembrarse y además es capaz de tener éxito cuando ya hace calor, con lo que las plantas que florecen pronto llegan a dar la réplica durante el verano. Es decir, que mientras la mayoría de plantas anuales han tenido dos generaciones -la del año pasado y su descendencia actual- las Brachyscome van por la tercera y posiblemente aún vea una cuarta este año. En el contenedor aparecieron pocos ejemplares que sembé expresamente, debido quizá a su dificultad para crecer con poca luz y mucha humedad, lo que acabó haciendo que otras plantas como las Clarkia bottae las eclipsaran. En las macetas, en cambio, han aparecido plantas de todas las formas y colores a base de semillas caídas, siendo el ejemplar de flores moradas que actualmente crece en la misma tierra de las Zephyranthes el más bonito.

Isotoma axillaris
Empiezan a florecer también las arañuelas (Nigella damascena) que tan pacientemente han aguardado desde el otoño pasado, fecha en la que ya las estaba viendo crecer en macetas sueltas que quedaron sin ocupante. Esta especie crece deprisa pero se toma su tiempo, pues nunca florece antes de este mes. Los ejemplares que estoy encontrando en la terraza parecen derivar de la generación cultivada el año pasado, debido al aspecto similar de los ejemplares entre los que de momento faltan las formas dobles muy cargadas de pétalos que cultivé en 2012 y 2013. Una de ellas, blanca con la base de los pétalos teñida de morado, apareció en la maceta de las Cosmos y es junto a ellas la única especie distinta que queda en flor después de que las Glebionis coronaria hayan terminado con su floración, al igual que las Cerinthe major, todas secas ya: me preocupa de esta especie el hecho de que ninguna planta haya sido capaz de producir una sola semilla, cuando la temporada anterior obtuve un montón de ellas y todas las plantas espontáneas que han ocupado la terraza durante estos últimos dos meses derivadan de las que cayeron de un único ejemplar.

Araúela blanca y morada
Las malvas han tenido una suerte dispar y escasa. Las perennes Alcea se han visto reducidas de tres a un sólo ejemplar, que está a punto de florecer con un aspecto muy pobre; las Sidalcea, de las que el año pasado las dificultades sólo permitieron obtener una que al menos floreció en una maceta durante un buen tiempo, acabaron perdiendo la batalla del crecimiento: conseguí hacer germinar dos ejemplares que permanecieron invariables, pequeñísimos, durante semanas. Cuando sus vecinas empezaron a crecer en serio, las acabaron tapando y privando de luz. Con las Malope trifida el problema vino al darles mucho sitio y poca luz: la mayoría de ejemplares tuvieron que ser arrancados en noviembre al robar demasiado espacio en el contenedor y tener una consistencia quebradiza debido a la falta de luz. El único ejemplar que saqué íntegro y puse en una maceta acabó, después de muchos altibajos, totalmente seco sin haberme olvidado de regarlo. Finalmente, en la maceta de las caléndulas, florecieron unas que durante meses pensé que serían Lavatera trimestris. Las plantas han perdido todas las hojas y sólo tienen flores, con lo que no les auguro una floración muy prolongada.

Centaurea cyanus
Como otras tantas, las Isotoma axillaris florecen ahora gracias a dejar crecer ejemplares que, en macetas situadas en el suelo, recibieron semillas caídas de la maceta original, en la balda de justo arriba; también el intercambio de sustrato de algunas macetas ha favorecido que salgan desperdigadas. Aunque no tan densamente poblada como el año pasado, hay una maceta llena de ellas, la cual sigue perteneciendo desde su origen a un Agapanthus que no ha crecido nada en un año, al que seguramente trasladaré a una de las macetas grandes que ha quedado libre este año una vez llegue el otoño, a fin de intentar que crezca tanto como pueda. Otros ejemplares de Isotoma axillaris fueron repicados con las últimas plantas que sembré en abril; las del contenedor, como otras tantas, fracasaron, seguramente por el exceso de humedad que tan poco les gusta y se manifiesta en forma de hojas amarillentas.

Brachyscome iberidifolia
Debido al cambio radical de las condiciones ambientales, estoy considerando dar por concluida la adición de plantas a esta temporada -lo que no descarta traer alguna planta ya crecida de la tienda- dejando por el camino muchas cosas pendientes, como las trepadoras, de las cuales tengo bastantes creciendo a un ritmo muy lento y sería improductivo seguir sembrando ahora con este calor. Por otra parte el dejar las macetas terminar del todo con sus ciclos va permitiendo usar cada vez menos agua: por una vez, aunque en los meses que quedan de aquí a septiembre se van a echar en falta más flores, podré visitar de manera más relajada la terraza hasta que comience de nuevo la siguiente temporada de siembra, para la que todavía quedan muchos meses. Las ideas para entonces, por supuesto, ya han comenzado a fluir.