viernes, 29 de julio de 2016

El color huidizo de las Portulaca grandiflora

Flores rojas en su punto álgido
Portulaca grandiflora es una de esas especies que encuentro de vez en cuando en forma de semillas y que, tras sembrarla por curiosidad, acaba resultando ser una planta encantadora a la que siempre intentaré dedicarle un rincón. Pequeña, resistente y con unos colores espectaculares, se trata de una anual de hojas carnosas que en apenas unos pocos meses puede pasar de semilla a planta en floración. Las flores son muy llamativas, de colores intensos y sólidos que, sin embargo, presentan un cambio durante su corto periplo el cual se pretende ilustrar en esta entrada.

Las Portulaca grandiflora se presentan sólo en cuatro colores cálidos; rojo, rosa, amarillo y naranja. Las flores se abren a medida que los rayos de sol comienzan a incidir sobre ellas y no duran más allá de unas horas pasado el mediodía. Pronto formarán una cápsula esférica rematada por un pico que, al cabo de unos días, se abrirá por la mitad dejando a la vista multitud de semillas de color gris oscuro. A lo largo de las pocas horas que dura una flor abierta, el primer signo de desgaste que se aprecia es la disminución de la intensidad de su colorido. Al principio, por ignorancia, pensaba que había muchas variantes de color entre los cuatro mencionados, hasta que pude comprobar que se trata siempre de las mismas flores que van variando a lo largo del día. En este díptico se puede observar dicho aspecto:

Flores amarillas en su máximo apogeo. La foto fue tomada a las 11:15 horas.

Las mismas flores a las 12:50, ya aclaradas.

Desconozco si esto tiene una función concreta o simplemente se debe al rápido desarrollo de las flores en esta especie. En su pariente la Portulaca umbraticola no ocurre, pues las flores se cierran al final del día con los pétalos todavía coloridos con viveza. Sí es cierto, aunque no lo he vuelto a observar, que algunos ejemplares cambiaban de color a lo largo del día, concretamente abriéndose de color rosado y volviéndose naranja. En otras flores de vida limitada a un día que tengo o he tenido, éstas simplemente se cierran, arrugan o caen al final de su jornada sin más. La evidente decoloración y decadencia se va produciendo durante el tiempo que duren en la planta los restos marchitos.

Flor amarilla ya descolorida
No obstante, jugando con este efecto, que no siempre se produce de la misma manera y al mismo ritmo, una mata de varias Portulaca grandiflora floreciendo a la vez podrían componer un llamativo conjunto de color cambiante. Dado que ocupan muy poco sitio y por lo general las macetas pequeñas siempre acabo descartándolas al no tener demasiadas especies que puedan desarrollarse bien en ellas, quizá pueda darles un buen uso sembrando esta y otras especies de pequeño tamaño, rápido desarrollo y llamativa floración. Las Portulaca en concreto tienen tallos delgados y resisten bastante bien tanto la insolación como la sequedad, lo que da también ventaja a la hora de utilizar macetas que, debido a su poca capacidad, la humedad se evapora con mayor facilidad que las que contienen más sustrato. Eso sí, todavía desconozco cómo funcionarían sembradas en otoño, aunque imagino que serán similares a otras crasas anuales de carácter subtropical.

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