domingo, 24 de julio de 2016

Arañas cangrejo, asesinas invisibles

Thomissus onustus, araña cangrejo
En la terraza conviven distintas especies de arañas, la mayoría de ellas pequeñas saltadoras que casi nunca consigo fotografiar con precisión debido a su nerviosismo, recorriendo la superficie donde se encuentran al ser descubiertas, generalmente una pared, hasta encontrar un escondite. Hay otras que viven sobre los tallos de las plantas y tan pronto como intento acercar la cámara, se van marchando a esconderse, imposibilatando la misión. En todos los casos, siempre me resulta curioso que estas criaturas sin alas consigan llegar con tanta efectividad cada año a la terraza, aunque lo más seguro es que estén siempre allí y no destaquen hasta haber crecido lo suficiente.

Araña cangrejo con Lasioglossum
Este debe con seguridad el caso de las protagonistas de la entrada, las Thomissus onustus, una especie de araña cangrejo que no falta prácticamente ningún año. Si bien no sería raro que hubiese otras especies de la familia en la terraza, esta es la que observo con asiduidad. Son arañas que se camuflan en las flores adoptando una coloración similar a la de éstas -blanca, amarilla o rosada- desde las que aguardan pacientemente a que se acerque algún insecto en busca de comida. Poseen un abdomen redondeado y rematado por dos bultos que apuntan hacia atrás. Los ejemplares tienen tamaños variados, que corresponderán a la edad y sexo de cada uno. Los más grandes, como en la mayoría de los arácnidos, son los de sexo femenino.

Cazando una abeja de la miel
Aguardar pacientemente en una flor es una estrategia sin duda muy conseguida: muchos insectos se alimentan de ellas y acudirán en un momento u otro para saciar su hambre o, como las abejas, recoger reservas para su descendencia. Las arañas cangrejo no tienen más que posicionarse con sus patas abiertas para abalanzarse sobre la desafortunada criatura que tenga la mala suerte de acercarse a la flor escogida por la araña para montar guardia. En la foto de la flor amarilla se puede observar como, efectivamente, la víctima ha sido una pequeña abeja Lasioglossum que ha caído en las fauces de una araña mimetizada perfectamente en el mismo tono que la Coreopsis lanceolata en la que se encuentra.

Araña cangrejo y Halictus scabiosae
El tamaño de las presas de las arañas cangrejo puede ser considerablemente mayor que el de éstas a pesar de que en la foto comentada la víctima tuviese un tamaño más o menos proporcionado. El mes pasado, mientras fotografiaba a una abeja Halictus scabiosae en una Cosmos, una pequeña araña la vigilaba. Es probable que no le hubiese hecho nada, pues la araña apenas era del tamaño de la cabeza de la abeja. Sin embargo, tuve mis dudas tras observar ayer una escena espectacular. Había un par de abejas de la miel en la terraza, muy escasas desde hace ya meses, y una de ellas descendió de manera extraña hacia el pequeño cactus Mammillaria nejapensis. Cuando busqué dónde había ido a parar la encontré con una araña cangrejo enganchada a su tórax. No sería raro que la araña no estuviese en el cactus sino en la Buddleja, desde donde salió volando la abeja, la cual quizá se la llevó detrás intentando huir. Sea como fuere, la araña acabó paralizando al insecto que la cuadriplicaba en tamaño.

Ejemplar pequeño en Leucanthemum
Hace dos temporadas, una hembra de esta especie de araña cuidaba de su saco de huevos en una planta seca que dejé intacta para que éstos se desarrollasen del todo. De ahí que suponga que, probablemente, las pequeñas arañas pasen desapercibidas hasta hacerse grandes e instalarse en las flores, viviendo escondidas entre las plantas durante sus primeros días. Se trata pues de un claro ejemplo de fauna asociada a un hábitat muy concreto y una muestra de lo salvaje que puede ser la vida incluso a pequeña escala. No obstante, su número suele ser bastante reducido y los encuentros con las abejas son por tanto escasos. Así es la vida, llena de peligros: unos cazan y otros son cazados a la que se descuidan.

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