jueves, 30 de mayo de 2013

Compuestas en la terraza (II)

Verbena amarilla (Bidens ferulifolia)
De las compuestas, por la cantidad que tengo, hay que ir hablando aparte. Esta semana se han abierto nuevas flores, se dejan ver lo que serán futuros capítulos, llegan a su fin algunas, siguen adaptándose otras y... todavía llegan nuevas, que responden a un pequeño arrepentimiento subsanado.

Empecemos por la nueva. Se trata de la llamada verbena amarilla (Bidens ferulifolia), una elegante compuesta de flores amarillas y hojas recortadas de color glauco que se ubica dentro del grupo que engloba a las cosmos, Coreopsis y dalias, asteráceas que suelen tener capítulos cilíndricos con brácteas formando un "collarín" en su base. La mayoría de veces sus frutos son alargados y las hojas suelen ser muy recortadas, si bien hay especies de hoja ancha, como las propias dalias, u hojas finas como el caso que nos ocupa o las propias Cosmos bipinnatus. Hay una especie relacionada, Bidens pilosa, que se ha naturalizado en nuestra región (todo el grupo de las Coreopsideae es originario de América) y florece en verano y otoño. No es ni de lejos tan elegante como su prima amarilla, dónde va a parar.

Zinnia 'Liliput'
La verbena amarilla la adquirí en el anteriormente visitado centro de jardinería Kuka en Alginet. De hecho, cuando adquirí allí el cantueso y el áster de África ya la vi, y me pareció bastante llamativa con su grácil aspecto similar a las cosmos, pero no me la llevé y no tengo ni idea por qué, no sé si por no saber nada de ella o qué. El caso es que me arrepentí un poco después, así que aprovechando un desplazamiento en el que podía desviarme por la localidad, pasé a por ella y me llevé la más bonita que encontré. No suelo ser muy aficionado a las flores amarillas pero esta, quizá por el porte de la planta, me parece bastante elegante. Además, aprecio que sea perenne y pueda durar y crecer. Le hice fotos ya en casa porque venía con montones flores de aspecto inmaculado: no suelo hacer esto, ya que espero a que la planta saque lo mejor de sí en casa -se agradece el detalle de que el vivero tenga las plantas tan bien cuidadas. A veces hay que esperar demasiado: precisamente las otras dos plantas que menciono del mismo vivero venían con flores con buen aspecto, quise esperar a fotografiarlas y para mi desilusión han ido perdiendo fuelle durante el proceso de adaptación todavía no han sacado ninguna nueva que merezca la pena: habrá que esperar para las fotos de rigor. De hojas van perfectamente, eso sí, así que intuyo que están respondiendo bien.

Hablando de las Cosmos bipinnatus, las plantas más viejas, que todavía vienen del año anterior, empiezan a decaer. Una se ha secado del todo y la otra sigue floreciendo aun viéndose cómo empieza a deteriorarse por trozos. A sus pies florecen unas Tagetes patula que no sé muy bien por qué, se han quedado pequeñísimas, con unos diez centímetros de altura, sombreadas por el no mucho más alto antirrino de porte bajo y las perpetuas. En el contenedor, al menos tres cosmos de gran tamaño parece que tomarán el relevo a las anteriores; no dejan de asomar nuevas plántulas (sembré bastantes semillas por asegurar), pero tan pronto como pueden estar ganando altura, viene el calor y las elimina. Por mi parte, sigo intentando sacar adelante alguna Cosmos sulphureus en maceta aparte ante la duda de que haya germinado alguna o no en el contenedor y no la conozca. Está costando, pero lo mismo pasaba con la bipinnatus el año pasado y ahora han cogido tal ritmo que se resiembran ellas solas.
Otra Zinnia 'Liliput'

El contenedor también es hogar para las compuestas. Las zinnias 'Liliput' parecen tomar el protagonismo este año y he contado más de éstas que de las 'Dahlia Flower'. Hay dos capítulos floreciendo y en ellos se aprecia perfectamente la estructura de las flores verdaderas, tubulares, que no están "a escala" con la flor sino que su tamaño es casi el mismo que en sus primas mayores, exagerándolas y dándoles ese curioso aspecto. Dado que hay pocas zinnias grandes, preparé un pequeño contenedor con semillas tanto del sobre original como del bote con mezcla de semillas donde me llamó la atención una zinnia doble de pétalos bicolores que aparece en la foto, muy similar a Zinnia haageana. Veremos si sale alguna parecida.

También se empiezan a abrir los primeros acianos (Centaurea cyanus) aunque de momento la primera flor tiene un aspecto "compactado" que no presentaba hace tres días. Habrá flores de sobra, espero, pues se ven muchas plantas de esta especie destacando entre las más altas del contenedor. Al principio no germinaba ni una y me estaba empezando a preocupar, aunque entre las lluvias y los "refuerzos" que sembré en forma de semillas pregerminadas el resultado ha sido satisfactorio. Falta por ver si saldrá alguna que no sea azul, pues en teoría en la mezcla de semillas variadas que sembré los acianos vienen en mezcla de colores. Era reacio a esto porque la planta original es espectacular, pero ya que venían así, habrá que ver si algún otro color vale la pena.

Por lo demás, siguen floreciendo las dalias simples, asoma ya algún botón en la decorativa y, como mencionaba en la entrada anterior, queda poco para que florezcan las Gaillardia aristata, que parecen notar bastante el calor aunque por suerte no se ponen lacios los tallos, sólo las hojas. Por cierto, que vi estas plantas también en el vivero que mencionaba antes, grandes y llenas de flores, y son espectaculares. Mi impaciencia por verlas florecer ha crecido un poquito más si cabe desde entonces.

Primer aciano del año
Asoma también un futuro capítulo de la Echinacea purpurea y se suma a la impaciente espera. Después de que en 2012 no creciera ni una planta (de 3) y en este 2013 a las pocas semanas de plantarlas quedara sólo una (de otras 3), no podría estar más satisfecho. La planta sobrelleva bastante bien el calor y tiene ya un buen número de hojas firmes y sin defectos. Parece que todavía tardará en florecer pero va por el buen camino.

Finalmente, hablaremos de girasoles. Los dos ejemplares que tenía parece que no daban más de sí y los he terminado segando. Su aspecto demacrado indica que no hay mucho más que hacer así que, adelantándome a los hechos, he ido preparando varias pipas estos días y he sembrado esta vez dos macetas, en las que de momento una plántula sale adelante. Los girasoles cortados los he colgado a fin de que se sequen y ver si obtengo semillas. Espero que de esta nueva mezcla que he sembrado salga alguno más "decorativo", si no habrá que buscar específicamente semillas del cultivar 'Autumn Beauty' para asegurarse.

Se acerca el verano y parece que las compuestas serán unas de sus mayores protagonistas. Muchas de ellas, por suerte, piden poca agua para crecer, lo que las hace si cabe más interesantes. Pero no hay que confiarse: el verano en Cullera es duro para las plantas.

Cerrando mayo

Espuela de caballero doble
Acaba el mes de mayo y como no podría ser de otra forma, esta semana ha vuelto a tener particularidades meteorológicas algo inesperadas. La semana pasada se esperaba lluvia y no la hubo, pero esta semana de la que aún quedan tres días ha tenido lluvia en dos ocasiones. Si bien en Sueca, mi ciudad de residencia, la lluvia del lunes fue mucho más intensa y vino acompañada de granizo -que con seguridad no hubiera sido nada bueno que cayese en la florida terraza-, en Cullera fue más débil (ni la mitad de milímetros precipitados) y sólo agua. Alargué más de la cuenta la segunda visita, que no se ha producido hasta hoy jueves, y justo esta madrugada también han caído unas gotas, pero hace ya tanto calor que ni siquiera se ha notado más que por el hecho de haber llenado tres o cuatro veces la regadera con el agua de lluvia acumulada en algunos recipientes.

En general, posiblemente estas dos lluvias son las que han atenuado un poco el calor y los breves episodios de poniente que ha habido en los días centrales. Apenas lo han acusado las plantas, las de siempre: la Gaillardia aristata me preocupa un poco, porque sus hojas cuelgan lacias como un girasol cuando le falta agua, y se suponía que era una planta que no tenía problemas con la sequía. De hecho, cuando eran más pequeñas siempre permanecían vigorosas. Las flores que están a punto de abrirse se ven bastante bien y los tallos no se doblan con la sequedad, pero aún así he apartado un poco la maceta a un lateral de la terraza para quitarle algún rato de sol directo.

Carraspiques enanos y agerato
El contenedor-jardinera sigue viento en popa y, lo más emocionante, empiezan a aparecer botones florales de plantas que a priori no soy capaz de reconocer: lo mismo pasa con algunos tallos y hojas, que no seré capaz de identificar hasta que florezcan. Van dejando de hacerlo las Vaccaria hispanica, y las Gypsophila elegans batallan como pueden con el intenso calor; se abren los primeros acianos, las zinnias 'Liliput' toman la delantera frente a sus primas mayores y por fin veo asomar los pétalos de la neguilla, aunque parece que se toma su tiempo en abrirse, de manera similar a como lo hicieron sus parientes las Vaccaria. De entre las cada vez más secas margaritas de Livingstone, que todavía abren espectaculares flores a diario (algunas bastante grandes) empiezan a aparecer plantas ahora que encuentran hueco, después de aprovechar la humedad que aquéllas cobijaban. Algunas de estas plantas son los carraspiques enanos (Iberis umbellata f. nana), con un aspecto un tanto decepcionante que, digamos "no se parece a la foto" del sobre de semillas.

Astilbe 'Glut' floreciendo
Los ageratos vuelven a dominar la altura media del contenedor como el año pasado, con sus vaporosas umbelas de capítulos, y sólo dos antirrinos altos mantienen de momento sus flores en este rincón. En la maceta que éstos ocupan por completo, florecen al fin las dos espuelas de caballero (Consolida ajacis) que resultan ser de flores dobles. Aunque no lo indique claramente en el sobre de semillas, de la marca Vilmorin -la que venden en Leroy Merlin- donde sólo aparece como "Espuela, variada" (parquedad en estado puro), en este caso sí vemos que lo que aparece en la foto son plantas de flor doble. Veremos si las semillas de la otra mezcla dan plantas de flor simple, más bonitas por su original aspecto y, de paso, si sale alguna azul, pues estas dos me han salido rosa.

En la parte de semisombra, en las ya maltrechas macetas de anémonas donde éstas ya parecen haberse retirado a descansar, los eneldos (Anethum graveolens) han tomado la zona y se levanta un ejemplar que, a falta todavía de que se abran las flores, supera el metro de altura: teniendo en cuenta que las macetas están elevadas a la altura de la cintura, el ejemplar sobrepasa varios centímetros mi cabeza. Nunca había tenido uno igual, y de hecho, los ejemplares que le acompañan le llegan apenas a la mitad. Sigo regando porque la planta es tremendamente delicada con la falta de humedad y se dobla enseguida, y ya se sabe que con este tipo de plantas bastan unas horas calurosas de más para que el tallo sufra alguna lesión y no vuelva a levantarse.

Oxalis triangularis
Los Oxalis triangularis florecen a todo ritmo y por fin puedo tenerlos al descubierto, pues parece que los gorriones comienzan a ignorarlos. Los Oxalis bowiei tienen las hojas maltrechas, aunque imagino que, al tratarse de una especie de floración otoñal, no será raro que pierdan todas las hojas ahora y entren en latencia estival para volver tras las lluvias otoñales. Los Oxalis tetraphylla sigue floreciendo aunque las hojas permanecen casi siempre plegadas por el calor. Entre ellos, las aguileñas híbridas y alpinas siguen sacando alguna flor, la última si cabe algo más tímidamente, pero se encuentra a rebosar de cápsulas de semillas.

Los guisantes de olor que habían reanudado inesperadamente su crecimiento empiezan efectivamente a mostrar alguna flor, mientras la pasionaria (Passiflora caerulea) parece que vaya a cruzarse en su camino trepando por la misma reja. En el otro lado, el Astilbe 'Glut' entra en su fase final de floración y no se adivina ninguna otra vara floral de momento. La dicentra cada vez acusa más el aumento de calor y las hojas comienzan a secarse, aceleradas de bien seguro por el sol que, altísimo en el cielo, ya llega a incidir en su hasta ahora bien resguardado rincón.

Vaccaria hispanica hace una semana
Comienzan a aparecer las primeras flores de la alfalfa (Medicago sativa) que habrá que ver cómo se desarrollan, pues la planta no levanta cabeza mientras el sol apriete (quizá debería pensar en moverla a la semisombra), y eso que es una planta eminientemente campestre que crece allá donde caiga la semilla. Ya tuve que hacer eso con el alquejenje (Physalis peruviana), que aún así es bastante delicado con la falta de agua. No obstante, ha prosperado bastante en el rincón sombreado y no deja de florecer e incluso mostrar ya algún fruto, habiendo triplicado su tamaño respecto al verano pasado pero perdiendo las hojas bajas a medida que gana altura. Habría que hablar en plural, pues hay dos plantas en la maceta.

Entre las plantas ubicadas a pleno sol, se aprecia un reverdecimiento en la clavelina Dianthus deltoides, pero parece que todavía le costará un tiempo florecer. Lo mismo pasa con la bella de día (Convolvulus tricolor), que no deja de hacerse grande pero ni siquiera muestra todavía botones florales. El que sí ha empezado a florecer por sorpresa es un pequeño cactus del que ni siquiera sé la especie, la cual intentaré averiguar cuando las flores estén abiertas. Por su tamaño, era el que menos esperaba que lo hiciese -sólo tengo otros dos cactus, un Ferocactus y un Opuntia monacantha que posiblemente llevan conmigo más de diez años.

Gypsophila elegans
También en el contenedor de las bulbosas hay movimiento. Tres de los gladiolos enanos empiezan a asomar sus espigas, aunque me da la impresión de que las flores no van a salir impecables ni durar mucho, pues las brácteas ya tienen mala pinta, arrugadas y resecas. Muestran una buena roseta de hojas también las Liatris spicata, las cuales creo que en un futuro sacaré de allí, pues prefiero tenerlas aparte aunque se comporten exactamente como bulbosas (con una larga latencia de otoño a primavera). También crece una anémona, o al menos algo muy parecido, que no tengo ni idea cómo llegó allí. Asoma una flor que parece roja o rosada: sólo se me ocurre que me cayese algún pedazo de las anémonas de 2011-2012, las cuales eran de color rosado y blanco y no he visto aparecer en las macetas de anémonas, o que incluso me confundiera y la hubiera plantado ahí. Aún así, es curioso porque la planta ha brotado tarde y es muy grande a pesar de estar a pleno sol -ya se sabe que algunas plantas en semisombra crecen algo más para captar más luz. Ni idea, habrá que verla.

En estos momentos, con el calor instalado entre nosotros de manera patente, parece que finalmente habrá que hacerse a la idea de que el verano se acerca implacable. En estos momentos la mayor preocupación será mantener bien irrigadas las plantas que seguirán mostrando sus mejores galas durante varias semanas más e ir pensando ya en nuevos proyectos para el otoño, pues con todo más o menos situado y la enorme variedad y cantidad de semillas acumuladas, no es descabellado ir pensando ya en preparar la temporada de 2014 de manera que sea más espectacular y gratificante que esta que, de momento, no va nada mal.

lunes, 27 de mayo de 2013

Centaurea depressa: a base de constancia

Centaurea depressa, capítulo
La historia en la terraza de la Centaurea depressa es tan curiosa que llevaba meses esperando que llegara el día para dedicarle una entrada. No se trata de una planta rara, exótica o escasa, pero su singladura hasta llegar aquí ha sido tan "al límite" que estoy tremendamente contento con haber conseguido el objetivo. O bueno, al menos una parte de éste, pues de lo que se trata ahora es de perpetuarla.

Corría el 27 de junio de 2011. Ese día me levanté pronto y estuve haciendo fotos de plantas en Cullera, hacía poco que había empezado a aprender -por mi cuenta- a identificar especies y fotografiaba todo lo que podía, pues mayo y junio son los meses en los que más especies coinciden. El mismo día por la tarde, mis compañeros de anillamiento científico de aves -hacía precisamente unos días que me había examinado para ser anillador experto y para entonces no sabía aún que había aprobado- me llamaban porque habían planeado realizar una salida hacia el centro de Teruel, en el altiplano cerealista de la comarca a la que pertenece la ciudad homónima y la ribera del río Alfambra.

Ya por aquel entonces -había estado por la zona un mes antes- me llamaba la atención la cantidad de plantas arvenses que crecían entre los campos, márgenes y caminos de los cultivos de trigo. Quizá realmente no haya tanta variedad como aquí si sacamos números, pero lo cierto es que me sorprendía ver tantas especies nuevas (como la Salvia pratensis, que aquí no crece) o ya conocidas que allí abundaban muchísimo (nada que ver las pocas Papaver rhoeas de aquí con los millones que salpican allí el trigo). Aquél día de junio me llamaba la atención, entre muchos campos ya segados, no el rojo de las amapolas sino el azul de otra planta.

Estado actual de la planta
No tuve tiempo para pararme a mirar a fondo, porque el anillamiento requiere su trabajo y atención. A la única conclusión que llegué es que la planta azul se parecía mucho al aciano (Centaurea cyanus), también planta típica acompañante de los cereales, pero su aspecto era ligeramente distinto. No me paré ni a hacer fotos siquiera, pero cuando nos íbamos recorrí el margen del campo buscando alguna planta con flores ya secas en busca de semillas. Parece que el tiempo allí va con un mes de retraso respecto a nuestra Ribera Baixa, pues casi todas las flores se encontraban en pleno inicio de la floración. Al final, conseguí encontrar una única flor seca, con la humilde cantidad de tres semillas. Y esas fueron las que se vinieron para casa.

Como llevaba un tiempo dedicado a aprender más sobre las plantas de nuestra tierra, había consultado ya tantas páginas que tenía una idea sobre qué especie podía ser, pero no sabía el nombre. Sabía que no era la Centaurea cyanus porque el aspecto de las flores no era igual. Se parecían un poco más a las de la Centaurea montana, pero por hábitat no podía ser: aquélla crece en prados y orlas de montaña y la mía estaba entre cereales; además es perenne, raro sería que creciera en un medio cambiante como es una parcela de cultivo. Más bien, parecía una especie a medio camino entre ambas. Como me sonaba que había pocas Centaurea azules, al poco y con el recuerdo aún vívido (ya me vale, no hacer fotos) mi hipótesis apuntaba totalmente a Centaurea depressa. Hay otra especie, Centaurea triumfetti, cuyo aspecto parece intermedio entre la montana y la depressa, aunque tiene el reborde de las brácteas involucrales de color negro muy marcado, mientras que en la mía aparecen teñidas de rojizo en el extremo; además las lígulas parecen más violeta que azules. Finalmente, tras dos años he conseguido corroborar que la que tengo es Centaurea depressa.

Detalle de perfil
Otro aspecto que me llamó la atención allá en el campo turolense fue que los capítulos me parecieron más grandes. La planta de casa ha coincidido, curiosamente, con el primer aciano que se abre en 2013, y prácticamente tienen el mismo tamaño, aunque los acianos son más altos. Básicamente, los capítulos son muy parecidos, algo más gruesos en C. depressa y con el reborde de las brácteas involucrales orlado con espinas más largas. El aspecto que más llama la atención es que parece una C. cyanus "simplificada", con las flores en forma de trompetas azules limitadas a una sola línea en el perímetro del capítulo, en vez de tener varias flores agrupadas. En el centro encontramos las flores tubulares curvadas muy similares a las del aciano.

Tres semillas. Tres semillas vinieron a Cullera y la primera fue sembrada sobre septiembre de 2011, en una maceta para ella sola a fin de tenerla bajo control. Y pasó el tiempo y no salió nada de nada; de hecho creo recordar que incluso se lanzó a perder, cubierta de moho. Debió ser en primavera de 2012 cuando volvía a intentarlo, y más de lo mismo. La semilla, impasible ante el tiempo depositada sobre la turba, con algún remojón de vez en cuando, no hacía nada. Acabé dándola por perdida y ya nos poníamos en la tesitura de que sólo quedaba una última oportunidad.

Si ampliamos la foto de la planta completa, veremos a sus pies una etiqueta que reza "CEN DEP 10-1-2013". Efectivamente, sembré la última el 10 de enero de este año. No sé cuándo fue, pero en unas semanas aparecían los cotiledones y me invadía una mezcla de sensaciones que decían "al fin" y "mucho cuidado ahora". Sobre mediados o finales de febrero ya había retirado el plástico cobertor de la maceta y había ubicado celosamente la planta bajo reja para evitar ataques de pájaros. Paradojas de la vida, esto sirvió para salvarla de la breve pero intensa granizada que cayó el último día del mes. Ya sólo le quedaba crecer con el calor de la primavera.

Vista cenital del capítulo
Y así llegamos hasta hoy. Encontramos una planta similar en muchos aspectos, como digo, a Centaurea cyanus, pero el porte es distinto: aquélla desarrolla una roseta de hojas y posteriormente crece un tallo del centro que va ramificándose con capítulos solitarios en cada extremo. La C. depressa, por su parte, va emitiendo un tallo recto con hojas que se ramifica al ganar altura, sin roseta basal. El color es un verde pálido que se ve grisáceo debido a la densa pilosidad o borra blancuzca que cubre la planta. En el aciano ocurre lo mismo aunque encuentro que en la depressa es más intenso si cabe.

Por la información que he podido encontrar, la especie no es genuinamente autóctona de la península, ni siquiera de Europa: se trata de una especie de Asia central y occidental que ha ido dispersándose por todo el mundo de la mano del cultivo de cereales, otro aspecto más que comparte con C. cyanus, aunque ésta sí es de origen europeo. De hecho, en inglés se las llama "cornflowers". Tal es su asociación que la planta sobrelleva bastante bien la falta de agua, y aunque yo no la pierda de vista, no parece incomodarle la tierra seca. Sobre su ciclo de vida, aunque no lo he podido confirmar, intuyo que será anual como su pariente. Todo está por verse, pero ahora el objetivo es conseguir que dé semillas para poder seguir reproduciendo a la especie o en todo caso, tener un reservorio.

No siempre es posible conseguir las plantas que uno intenta desde semilla (mi lista de fracasos es muy grande y se prolonga desde hace años), pero en este caso la perseverancia y una gran dosis de suerte -o quizá simplemente que la planta necesitaba exponerse al frío invernal para germinar- lo han hecho posible, después de pasarse casi dos años guardada junto al resto de simientes. Seguramente en la zona donde fue recolectada se encuentren ahora floreciendo a millones y pase desapercibida como una más de las hierbas que pueblan el terreno, pero en mi terraza la contemplo como uno de mis más preciados tesoros botánicos.

sábado, 25 de mayo de 2013

Edelweiss, la estrella alpina

Inflorescencia de edelweiss
Siempre nos llama la atención del mundo vegetal lo exótico, lo tropical, las flores de aspecto curioso que vienen de lugares remotos. Sin embargo, a veces pasamos por alto que en la alta montaña crecen plantas de belleza singular que, por lo extremo de las condiciones, tienen que florecer a toda prisa durante los meses de verano. Y muchas de ellas pueden vivir en casa.

Mucha gente trata de sembrar la edelweiss (Leontopodium alpinum) sin éxito. Seguramente, como toda planta alpina, las semillas deben pasar por una correcta estratificación (periodo frío, que se puede simular en la nevera) y las condiciones de humedad han de ser específicas. Yo reconozco que de ser así, nunca hubiera tenido en casa esta planta. Simplemente, supe que se vendía ya crecida y esperé todo un año a que volvieran a tenerla para llevarme una.

Así es. En otoño, cuando los supermercados ALDI están empezando a traer los bulbos que se plantan en esta estación, traen también, a mediados de septiembre, una colección de plantas en maceta que ellos llaman "abustos", con la peculiaridad de que ninguno de ellos es realmente un arbusto, sino plantas vivaces o perennes resistentes al frío, supongo que ideales para que allí en Alemania las puedan tener a la intemperie. En 2011 las vi y no les hice mucho caso, pero me pasé un año pensando en que había especies interesantes y esperando que las volvieran a traer... y así fue como varias de ellas se vinieron a casa, incluida la edelweiss. Cuestan 0,99€, así que es imposible resistirse.

El día que las trajeron fui corriendo a por ellas. Ese día también pequé de algo similar a lo de 2011: "me llevo sólo tres, las otras no sé...". Acabé llevándome, posteriormente (las plantas parece que no tienen mucho éxito entre la clientela) dos más (Lychnis viscaria Prunella), un total de cinco. Las primeras fueron el edelweiss, la clavelina Dianthus deltoides y la campanilla Campanula glomerata. Había llovido y el ambiente era fresco, así que las dejé en la terraza tal cual, en la zona de semisombra, sin regar más ni poner platito debajo. Al próximo día que volví, el calor había vuelto de golpe -como siempre ocurre- y las plantas se habían venido abajo totalmente. Las regué, las dejé en el patio y viendo lo mal que estaban el edelweiss y la campánula, fui a la tienda a ver si había más, y me volví a llevar las dos "repetidas" para suplir las posibles bajas y no tener que volverme a esperar otro año, si es que las traen de nuevo. Total, no hubiera hecho falta, ambas se recuperaron.

Conjunto de plantas en floración
Por tanto, desde entonces que partí de dos plantas de edelweiss. Mientras duró el buen tiempo, la planta dañada por la sequedad se recuperó a la par que la que venía "nueva" de la tienda creció más y más. Al principio puse juntas a las dos con la Lychnis viscaria en una maceta larga, pero sirvió para darme cuenta de que esto no es buena idea. Aunque compartan preferencias en sus cuidados, mezclar en macetas aparentemente grandes a varias especies no es buena idea dado que puede pasar que una ocupe más sitio que las otras. Así pues, en enero las acabé separando y en esta maceta puse a las Tricyrtis, que a día de hoy están mostrándose muy agradecidas con su nuevo hogar. Aunque me gusten las composiciones con varias plantas, hay que ser realista y saber que en la terraza, lo mejor para disfrutar de todas y cada una de las especies perennes en su esplendor es tener una maceta de buen tamaño o construir un contenedor muy grande donde juntar especies de cuidados o ciclos similares. ¡Quién tuviera un jardín!

Después de esta larga introducción, vayamos a lo que interesa. La edelweiss, también conocida como flor de las nieves, es una compuesta. Es de hábito vivaz, ya que sí llega a quedarse sin hojas durante el invierno, y lo sorprendente es que lo consiguió aquí, con el buen tiempo que hace siempre. La planta se queda con la parte aérea seca y a partir de primavera empezamos a ver rosetas de hojas que nos advierten de su resurgir. Las hojas son espatuladas, cubiertas de vello, con un toque blancuzco que le da un aspecto plateado al follaje verde claro. La planta no se ramifica, crece a ras de suelo como las belloritas o las gerberas, aunque formando cúmulos de varias rosetas.

La floración resulta muy curiosa. Como sabréis, las compuestas suelen organizar sus flores en capítulos: las flores muchas veces son simples tubos pequeños, que apretados en una estructura rodeada de brácteas y pétalos se ven como una sola flor, como en el caso de margaritas y crisantemos. Luego, estos capítulos pueden estar unidos en umbelas, como las milenramas. Y luego, llegando ya a un "tercer nivel", está la edelweiss: varios capítulos fusionados forman una estructura que, ayudada de unas brácteas peludas y blancas que parecen pétalos, hacen ver que hay una sola flor. Primero suele florecer el capítulo central y posteriormente, el resto. En la primera foto, las flores son cada uno de los puntitos amarillos, los estambres que salen de su flor tubular, llamado flósculo.

Me alegró muchísimo ver aparecer las flores allá por abril -aunque se abrieron realmente hace poco- dado que no sabía cómo se comportaría la planta en mi clima. Parece que, como las tropicales que mencionaba al principio, al ser plantas cultivadas en vivero se adaptan mejor. Por cierto, corroboro lo del vivero, ya que al llegar aquí tenían hojas verdes y lacias (incluso tallos con flores, que corté de inmediato) que fueron rápidamente sustituidas por otras más compactas y plateadas tan pronto como recibieron sol.

Los cuidados son muy sencillos. La tengo a pleno sol -falta ver qué pasará en verano, cuando apriete de verdad- en una maceta bastante profunda en proporción a lo pequeñas que son, pues tienen buenas raíces. Casi no acusan la falta de riego, como buenas plantas de rocalla que son, pero cuando se junta calor y poniente las hojas se ponen lacias y hay que regar. Cuando llueve, las gotas de agua marcan las hojas y parece que la planta esté enferma, pero supongo que simplemente se debe a que la humedad aplasta su vello y se ve el verde de la hoja. Al poco recuperan su aspecto.

Sobra decir, por tanto, que es una de las plantas que más contento me tiene: fácil de cuidar, descansa en invierno y florece en primavera aún siendo una planta que suele vivir a más de 1.800 metros de altitud, todo ello en una terraza cerca del mar. Falta ver cómo sobrelleva el verano, aunque imagino que lo hará dejando de florecer y crecer, retomando el crecimiento en otoño. Y si da semillas, pues probaremos... ¿por qué no?.

Más calor y más flores

Flores de Vaccaria hispanica
Demasiada suerte hubiera sido que esta semana volviera a llover. Se anunciaban lluvias para el martes, pero al final todo quedó en unos días más frescos y nublados que se disiparon el miércoles por la mañana. Tan pronto como el cielo ha quedado despejado, el sol se encarga de recordarnos que estamos casi en junio, y hay que vigilar más los riegos de las plantas.

En el contenedor-jardinera, muchas de las pequeñas plántulas que había germinando se han chamuscado. Qué se le va a hacer, es complicado controlar el riego en una superficie tan irregular -por la de plantas de distintos tamaños que hay- si no está en la misma casa donde uno vive. De todas formas, repasando fotos del año pasado, me acabo de dar cuenta que en estos momentos el contenedor está más lleno de plantas que la temporada anterior, ¡y todas semilleras! El año pasado mezclé bulbos, rizomas y raíces y sembré por encima, y quedaron bastantes huecos. Esta temporada parece que a base de tirar semillas y más semillas he conseguirlo taparlo casi por completo. Es un poco problemático a la hora de regar, pero simplemente con paciencia y usando la regadera de chorro único puedo ir echando agua en gran cantidad directamente a los puntos donde más raíces concurren. Las plantas no lucen especialmente frescas, pero es lo que mi clima supone. Tan pronto como se seque todo y caigan las primeras lluvias de otoño volveré a sembrar para aprovechar la parte más suave del año.

Flores de cebollino
Muestra de este endurecimiento del clima es la floración de la delicada Gypsophila elegans. Como las florecillas blancas se secan en poco tiempo, ver una gran cantidad de éstas luciendo a la vez como es típico en este género va a estar ya complicado. Las Vaccaria hispanica parecen resistir más y los conjuntos de flores agrupadas cada vez son más llamativos. Están cerca de florecer también algunos acianos y la neguilla; el resto de plantas, más bajas, parece que estén sufriendo algo más cuando falta agua. Supongo que todavía quedarán especies por identificar creciendo, como digo, en un contenedor más poblado que la temporada pasada.

Hablando de plantas de semilla, hoy tocaría hablar ya de los cebollinos (Allium schoenoprasum). Son a todas luces unas bulbosas ideales para sacar desde semilla por su facilidad para hacerse adultas. Fueron sembradas el verano pasado y a finales de año ya contaban con bastantes hojas. Parecía inminente que este año podrían florecer ya, y tras un breve descanso que tuvieron en invierno de no más de dos meses en el que perdieron las hojas, volvieron y comenzaron a sacar flores en abril. Éstas se agrupan en umbelas apretadas como en la mayoría de ajos, con flores violeta que parecen de papel. No tengo interés en darle un uso culinario dado que tengo muy pocas plantas. Las sembré como mera curiosidad.

Flores de Gypsophila elegans
Otra planta de semilla que ha vuelto a hacerse su hueco en la terraza es la lobelia 'Crystal Palace'. Tuve varias plantas de esta pequeña anual en el contenedor el año pasado, creciendo en la parte frontal de éste. El caso es que este año también sembré y de momento allí no aparece ninguna, quizá debido a que las margaritas de Livingstone cubrieron tan rápido todo que no dejaron abrirse paso a nada más. La prueba está en que tampoco hay rastros de pensamientos (Viola) y que sólo hayan asomado tímidamente un par de carraspiques (Iberis umbellata) de las que eché bastantes semillas. Las plantas de lobelia que están floreciendo lo hacen a los pies de los antirrinos en aquella maceta que sembré en otoño, llenando un nivel que otra planta no podría hacer, pues las lobelias tienen el tamaño y aspecto ideal: son pequeñas y crecen ramificadas y hacia arriba, sin roseta a ras de suelo ni grandes hojas. Lo más llamativo, claro está, son sus flores azuladas, que crecen agrupadas y duran bastante, juntándose varias al cabo de las semanas.

Flores de lobelia 'Crystal palace'
En la zona de sombra, junto a las dedaleras, florece otra planta de vivo color rojizo. Se trata de la Astilbe 'Glut', un cultivar del híbrido Astilbe x arendsii con flores rojas, aunque en mi caso más bien parecen rosadas. Me parece una planta bastante elegante, con llamativas hojas ovales y dentadas similares a las de alguna rosácea (aunque en realidad son saxifragáceas), verde oscuro con un tono dorado, y espigas de flores muy llenas que de lejos recuerdan a las de las celosías plumosas o hierbas de las pampas, pero que si nos acercamos comprobaremos que en realidad son pequeñas flores al uso creciendo apretadísimas. Supongo que todavía podrá crecer más y mostrar más flores abiertas a la vez. Crece en la zona de sombra de la terraza y fue una de las plantas adquiridas en LIDL como raíz que más rápido creció, superada sólo por las aguileñas, que llevan más de un mes floreciendo.

Detalle de las flores de la Astilbe 'Glut'
También están empezando a florecer las primeras azucenas, las del cultivar 'Pixels'. Eso sí, han quedado tan bajitas -supongo que no es normal- que las flores al desplegarse tropiezan con la planta y no llegan a desplegar del todo las puntas de sus pétalos. O al menos así está siendo en la primera planta que ha florecido, siendo las otras dos un poco más altas. El resto de azucenas asiáticas, aunque ya hace tiempo que muestran los capullos de las flores, están bastante más altas. Las orientales 'Stargazer', por su parte, no muestran todavía ninguno pero por la forma en la que está creciendo el ápice parece que pronto se formarán las futuras flores.

Visto lo visto, parece ser que aquello de que mayo es el "mes de las flores" está resultando ser cierto, pues esto es otra muestra más de las plantas que van engalandando la terraza, y no son las únicas. Aún falta por ver lo duro que pueda llegar a ser el verano, pero salvo imprevistos y manteniendo correctamente un ritmo de riegos, enlazar con el otoño sin dejar de tener la terraza florecida puede ser posible.

viernes, 24 de mayo de 2013

Compuestas en la terraza

Capítulo de alazor en floración
Creo que salta a la vista mi predilección por las plantas de la familia Asteraceae, las compuestas, pues deben  ser de las que más especies o híbridos individuales tengo entre mis plantas, y cada poco llega alguna nueva. Siendo tan populares, variadas y en ocasiones fáciles de conseguir, no es de extrañar que la familia de las margaritas, cardos, girasoles y dalias cada vez tenga mayor representación en la terraza.

Os hablaré de unas pocas ahora y del resto conforme vayan floreciendo. Como siempre, hay noticias buenas y malas y, para quitarnos pronto el mal trago, hablaré primero de las malas. Entre ellas, podría mencionar que el bonito crisantemo de flores rojas que tenía el otoño pasado se secó del todo y no ha vuelto a rebrotar, con lo que habrá que sustituirlo e ir investigando causas de por qué una planta perenne no ha vuelto este año. Por otro lado, el áster de Nueva York lleva semanas sufriendo una invasión de hongos tipo oidio que lo han dejado bastante estropeado. He intentado poner remedio y de momento las hojas están o bien secas del todo o bien muy deterioradas, tanto por el ataque fúngico como por la reducción de riego a la que le he ido sometiendo para evitar males mayores. Veremos si con el verano consigue reponerse o por el contrario supone su final definitivo.

Dalia rosada
Por lo demás, os he ido enseñando distintas compuestas que han florecido este año: girasoles y margaritas, perpetuas, cosmos, ageratos o gazanias. Todas ellas siguen con su historia y más o menos van haciéndose su sitio en la terraza. Casi todas estas plantas son de floración primaveral que se prolonga hasta el verano, aunque este año con tantas especies seguro que puede haber una presencia de flores continuada hasta la temporada siguiente.

Empezaremos hablando del alazor o cártamo, Carthamus tinctorius. Descubrí que podía obtener esta planta de una manera inesperada y, por qué no, con toques de ignorancia. Desde siempre, en la mezcla de semillas que daba a mis ardillas (hoy sólo una) veía unas pequeñas pipas de color blanco. El aspecto es tan idéntico al de las pipas de girasol que pensé que simplemente se trataba de una variedad de ésta. Creo que fue la primera vez que las sembré y vi asomar un par de hojas distintas cuando busqué en internet sobre ellas y descubrí que no eran girasoles, sino alazores, un tipo de cardo del que se obtiene un colorante que puede hacer de sucedáneo del azafrán. Si no recuerdo mal, las dos plantas que tengo las sembré en verano en una maceta larga y las acabé trasplantando a macetas individuales, donde están ahora. Han ido más o menos bien aunque entre los tallos delgados y que los gorriones han estado usando continuamente las macetas para darse baños de tierra no sé cómo no se han caído. Los capítulos son realmente gruesos para una planta que creía que crecería algo más, aunque quizá las pequeñas macetas hayan influido.

Margarita de El Cabo
Seguimos con las dalias. Poco que decir de momento, salvo lo que ya conté de que las dalias pompón que compré han resultado no serlo. Qué remedio, me conformo con las que han salido mientras funcionen bien. Este año por lo que veo me han vuelto a tocar las amarillas simples y unas rosadas, y no sé si llegará a salir otro color (el año pasado salían unas rojas simples) dado que creo que venían tres unidades en el paquete. Estoy aplicando con ellas un método de riego que aprendí a base de pudrir a casi todas las que tuve anteriormente y ver cómo una que le regalé a mi tía prosperaba sin riegos: simplemente, no regar tanto. Prácticamente sólo han recibido agua de las lluvias y algún chorro muy puntual que les he echado en todo este tiempo. No parecen acusarlo en absoluto y por el momento el follaje se muestra más o menos sano. El otro ejemplar de dalia ha crecido más a lo ancho y también comienza a sacar los primeros botones florales.

Alazor
Las margaritas de El Cabo (Osteospermum fruticosum) parece que están respondiendo a su buena adaptación. Llegaron a principios de abril llenas de flores, pero al parecer no habían visto mucho sol, pues tan pronto como consideré oportuno pasarlas a la zona más expuesta dejaron de florecer y se chamuscaron las hojas más altas. Volvieron a la zona de semisombra y tras este periodo apartadas, recibiendo riegos moderados, las he vuelto a exponer y parece que ahora sí he acertado. Las hojas siguen verdes y las flores vuelven a aparecer, algo más grandes y de un rosa más intenso.

En una fase similar se encuentra la margarita azul (Felicia amelloides), que todavía no lleva un mes en casa. Está trasplantada a una maceta mayor y ha ido pasando progresivamente de una zona menos expuesta a más, aunque justo ahora no se la ve muy animada a florecer, pero en cambio el follaje luce impecable.

Seguiremos hablando de compuestas en próximas ocasiones, pues todavía hay muchas más dispuestas a mostrar sus mejores galas de cara al verano.

Las aguileñas de este año... ¡todas blancas!

Varias flores: nuevas, viejas y hasta sin abrir
Bueno, el título podría matizarse un poco: todas las aguileñas que tengo actualmente en la terraza no son blancas porque las alpinas son azuladas; además, las blancas no lo son del todo, sino que tienen un tono amarillento pálido, más visible en unas flores que otras y generalmente más intenso con la flor recién abierta.

No obstante, la diferencia en cultivo con el del año pasado es abismal. Repasando rápidamente, las aguileñas que tengo son de LIDL, de una colección que las vende como rizomas en turba ya brotados que hay que enterrar. Vienen tres por paquete y el año pasado ya las tuve, plantando dos en la zona de sol en el contenedor-jardinera y una separada en una maceta. La de la maceta murió al poco tiempo y las del contenedor creo recordar que sólo floreció una, la otra se quedó en hojas. Tras el verano, con alguna hoja que brotaba de vez en cuando, desaparecieron de la superficie. Al buscarlas en invierno para cambiarlas de sitio, sólo encontré la piel de los rizomas seca.

Este año repetía con intención de mejorar y de momento parece que así ha sido. Sólo tengo palabras positivas para este nuevo intento: plantas mucho más grandes, todas florecidas e infinitamente más frescas a estas alturas del año (que también está siendo menos caluroso que el pasado), con pinta de que por lo menos el follaje puede que dure unas semanas o meses más. Esto lo puedo aplicar tanto a las híbridas como a las alpina.

Pero, ¿cuáles han sido las diferencias que he aplicado este año? Poca cosa, la verdad: he situado las plantas en un rincón menos expuesto al sol, que si bien apenas tiene algún guiño durante el invierno -hay que recordar que las plantas estaban ya colocadas allí la última semana de febrero- en primavera-verano recibe al astro rey de pleno durante unas horas por la mañana y cada minuto de insolación cuenta. Supongo, no obstante, que las aguileñas serían capaces de crecer bien incluso con menos luz todavía, como otras plantas que tengo en el mismo punto de la terraza pero ubicadas de manera que todavía incide menos el sol sobre ellas.

Detalle de una flor
Usé también sustrato recién comprado para evitar malas mezclas. Creo que el año pasado las plantas que separé en macetas murieron a causa de un sustrato quizá demasiado poco apto para retener agua por contener demasiada arena. Absolutamente todas las plantas que planté de raíz o rizoma de esta manera murieron en poco tiempo, desde los dos tipos de aguileña hasta las equináceas y un lupino. Hacía más calor -aunque fuese marzo- que este año, pero desde luego no el suficiente como para provocar un desastre inevitable.

El resultado por el momento, como digo, no podría ser más satisfactorio. Montones de flores que no paran de salir, en las tres plantas. La más grande de ellas incluso se ha vencido por su propio peso y crece apoyada hacia delante, cubriendo el sitio que las anémonas, ya cada vez más estropeadas, han ido dejando. Desde que se abrió la primera flor ha pasado más de un mes, aunque parece que las plantas han crecido en un escalonado decreciente: la de más a la izquierda es la mayor, y la de la derecha, la menor, con una de talla intermedia en el centro que, además, fue la primera que floreció.

Sea como fuere, el veredicto final no estará completo hasta que se cierre y reabra el ciclo, esto es, hasta que en la siguiente temporada consiga ver a las mismas plantas rebrotando. Además me he propuesto sembrar semillas después de unas referencias que me dieron, a fin de conseguir mayor variedad de tonalidades. De momento a disfrutar de sus flores, de color monótono, sí, pero siempre sorprendentes por su aspecto inusual.

jueves, 23 de mayo de 2013

Novatas y veteranas

Hippeastrum rojo
No cabe duda de que este año, con el suavizado del tiempo atmosférico, las cosas parecen ir con más calma que el año anterior. Se nos echa encima junio y todavía quedan bastantes anuales por florecer, las bulbosas de floración estival esperan un empujón más y las de floración primaveral todavía cuentan con hojas. Sin embargo, sí es cierto que otras plantas no han dejado de florecer desde hace semanas o incluso ya van terminando, como es el caso de las anémonas y ranúnculos.

La flor roja que abre la entrada -decía hace poco que tenía pocas flores rojas, ¡olvidaba la más grande!- es un Hippeastrum híbrido. Ha requerido algo de paciencia ver estas flores: llegó en octubre de 2011 y empezó a florecer de manera prematura a principios del año siguiente, con flores deformes (no se salvó ni una). A lo visto no le sentaron bien los altibajos de temperaturas y demás provocados por su viaje y su nueva estancia: generalmente son plantas que florecen a mediados de primavera -este año parecen haberse atrasado un poco- pero se venden algo adelantados en otoño y llegan a florecer antes de marzo. Tengo otro, rojo y blanco, también con flores. Éste llegó a casa en octubre de 2010 y es su tercer año consecutivo floreciendo.

Vaccaria hispanica
También hay sitio para las especies nuevas estos días. Entre las semilleras han aparecido varias Vaccaria hispanica, una cariofilácea similar a las Silene y Saponaria con unas características flores de cáliz ovoide con unos marcados ángulos que hacen que parezca estar hecha con piezas planas entrecruzadas. Crece en matas de hojas glaucas opuestas y se ramifican en el extremo, con lo que dentro de pocos días todavía lucirá más espectacular el conjunto de florecillas rosadas. Dos parientes suyos se encuentran a medio camino: uno es la Gypsophila elegans, de porte similar pero con flores blanco puro, que no llegué a fotografiar porque considero que todavía pueden llenarse más de flores. El otro es la neguilla, Agrostemma githago, otra especie de hojas opuestas y flores rosa que todavía no llegan a dejar entrever su color pero que están al caer. Parece ser pues que la familia del clavel se impone.

Meliloto
Entre las zinnias aparece ya alguna flor y abundan los ageratos, que han cumplido todas las predicciones. No sembré voluntariamente ni uno dado que el año pasado fueron tan prolíficos y soltaron tanta semilla que sabía que aparecerían solos por doquier, y así ha sido. De hecho han aparecido en sitios inesperados, como la maceta de los ranúnculos o varias partes del contenedor-jardinera donde, debido a su porte redondeado y sus anchas hojas, quizá le estén quitando sitio a otras pequeñas plantas. De todas formas no sobra en absoluto su elegante colorido violeta formado por los apretados capítulos de aspecto plumoso. Eso sí, al año que viene tampoco sembraré ninguno nuevo: sigo manteniendo dos ejemplares muy envejecidos y leñosos germinados en 2012 que todavía tienen semillas que dar y que de seguro el viento esparcirá aquí y allá.

Agerato
Entre las semilleras, hace ya semanas empecé a ver una planta de hojas trifoliadas y largos pecíolos. No cabía duda que se trataba de una leguminosa, aunque no sabía cuál: en la terraza han crecido muchas veces de manera involuntaria pequeñas alfalfas que venían en la tierra recogida del campo y tengo también la alfalfa forrajera (Medicago sativa), de la que me podría haber caído una semilla cuando planté, ya que aún no ha florecido. En los botes de semillas mixtas no se indicaba la presencia de ninguna leguminosa pero sí dejaba entrever que la relación de especies que vienen en cada mezcla es aproximada, pudiendo haber algunas más no indicadas. Hace pocos días dicha leguminosa ya sobresalía entre otras plantas y mostraba unas inflorescencias sin abrir en forma de piña... ¡un meliloto! No tengo ni idea si ha salido de las semillas compradas o lo ha traído algún pájaro, pues estas especies pequeñas abundan en Cullera. No me desagrada en absoluto su presencia, es una fabácea elegante y pequeña que queda muy bien entre las otras pequeñas plantas de flor. También apareció una pequeña amapola similar a Papaver dubium que ya ha dejado de florecer y no le llegué a ver ni una sola flor entera, encontrando los pétalos caídos. ¿No duraban ni tres días?

Vaccaria hispanica
Entre algunas de las especies más esperadas está tambien la gallardia, Gaillardia aristata, que sembré en enero y a pesar de que las indicaciones decían que es una planta perenne que comenzará a florecer en su segundo año tras ser sembrada, las plantas dieron una importante escalada de crecimiento a partir de abril y se han puesto grandes y con varios capítulos asomando en el extremo de sus tallos. Se trata de una compuesta americana tipo margarita con el centro muy prominente, como las especies cercanas Echinacea, Rudbeckia o Helenium, con pétalos rojo-naranja y amarillos. Estoy impaciente por verlas, más teniendo en cuenta la satisfacción de haberlas sacado adelante yo mismo y en tan poco tiempo para tratarse de una perenne.

Otro curioso evento lo han protagonizado los guisantes de olor (Lathyrus odoratus). Tengo unas pocas plantas que llevan desde otoño en la terraza, sembradas desde octubre. Crecieron bien y en un momento dado se detuvieron sin más, aunque también forzados a ello porque los gorriones picaron casi estratégicamente el ápice desde donde crecían, así que mi idea de ver temprano (marzo-abril) la reja cubierta de tallos y flores de esta leguminosa se desvaneció. Tras estos últimos dos episodios de lluvia, no sé cómo ni por qué, de las axilas de las hojas superiores han reaparecido tallos en crecimiento y han continuado escalando. Aparte, hace sobre una semana o poco más, sembré nuevas semillas de la especie. Sé que quizá no es buena idea por la época, porque a la planta le gusta poco el calor, pero a estas me las he llevado al balcón de la casa a ver si llegan a cubrir rápido la barandilla.

Seguimos en breve con la próxima visita, pues parece que hay varias plantas más animándose a abrir sus flores.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Una extraña perpetua

Capítulos de perpetua de tamaño "extra"
Las perpetuas (Xerochrysum bracteatum), de las que hablé en una entrada, son unas compuestas australianas que pueden comportarse como anuales, bienales o incluso perennes. De ahí que quizá no me sorprendiera tanto que un par de ejemplares hayan sobrevivido desde 2011, pero su comportamiento, y finalmente su aspecto, resulta algo desconcertante comparado con sus vecinas.

Lo que se ve en la foto son las inflorescencias de la planta que está en flor actualmente y, efectivamente, están apoyadas en el suelo. Esto no se debe más que a un capricho natural, pues la planta creció muy delgada y a finales de invierno los vientos y lluvia la fueron doblando de manera que quedó enganchada bajo el tablón que hace de mesa que tiene justo al lado. Por más veces que la solté, la planta ya no conseguía enderezarse y volvía a la misma posición, creciendo así. Tanto ha sido, que lo que ahora sería una planta de unos 60 cm. de alto recta como una caña, describe un arco que va desde la tierra hasta el suelo de la terraza, floreciendo pegado a las baldosas como una planta rastrera.

El otro aspecto curioso es que los capítulos desplegados son el doble de grandes que las anteriores, de unos 7-8 cm. frente a unos 4 de los más grandes de la temporada pasada. Ayudaría que las fotos tuvieran una regla o cualquier otra referencia, pero basta con ver el monstruoso tamaño de la parte amarilla, la zona de las flores tubulares. Hace poco supe de la existencia de perpetuas de flor "gigante" con llamativos capítulos muy gruesos, pero el caso es que mi planta salió de las mismas semillas que las de la entrada que enlazo al principio y, de hecho, la planta propiamente dicha es del mismo tamaño y grosor que una normal. Es decir, que casi seguro que si hubiera crecido recta, el peso de estas grandes flores las hubiera doblado igualmente; además, las plantas del año pasado sacaban un capítulo por tallo para posteriormente abrirse 1-3 más pequeños alrededor, o ramificándose en el extremo: la planta actual tiene ya cuatro o cinco de estos enormes capítulos abiertos a la vez.

El primer grupo de perpetuas que planté fue este, y hasta ahora no he visto plantas de siembras posteriores aunque es probable que las haya escondidas en la mata del contenedor-jardinera. Esto fué sobre septiembre-octubre de 2011 y las plantas crecieron a un ritmo pausado, comenzando a florecer alguna a finales de abril y pasando a estar en su esplendor en mayo, decayendo conforme avanzaba el verano. Llegado a cierto punto, las plantas se secaban terminando con las últimas flores y las arrancaba ya muertas. Quedaron por lo visto dos ejemplares, pequeños, que nunca hubiera pensado que fueran a durar más que unos meses. Uno de ellos es el de la foto y el otro, que está a punto de florecer, parece que tendrá el tamaño y aspecto normal: además éste sí ha crecido recto.

Quizá no luzca tan bonita así tumbada en el suelo, pero el color rojo purpúreo de las brácteas no lo vi el año pasado y resulta muy llamativo. Guardaré sus semillas por si se mantuviera la mutación, aunque quizá sólo haya sido una casualidad. Al ser una planta de vida no muy larga y que además suele producir un único tallo, veo más dificil probar a obtener un esqueje para asegurarme del todo.

martes, 21 de mayo de 2013

Antirrinos a todo color

Antirrino alto rojo púrpura y amarillo
Parecía que ninguna planta de este año rivalizaría en colorido con las vívidas margaritas de Livingstone, pero nuestras semilleras siempre tienen con qué sorprendernos. Los antirrinos o bocas de dragón (Antirrhinum majus), entre otros nombres, todos los cuales han llegado a la terraza en forma de semillas con dos orígenes distintos, han explotado al fin con todo su esplendor en estos días.

Primero, unos conceptos básiscos. "Anthirrinum" significa "como una nariz", por el aspecto de las flores, quizá un poco rebuscado, aunque sí es cierto que tienen cierto aspecto de nariz humana unida al tallo por la punta de ésta. El nombre "boca de dragón" ya parece más acertado, pues las flores, de simetría bilateral, parecen estar formadas por dos "mandíbulas" que se abren y en cuyo interior encontramos el polen. Las abejas lo saben, situándose en el centro y empujando con la cabeza para introducirse en el receptáculo interno. El nombre inglés, "Snapdragon", también me suena atractivo.

Antirrino alto amarillo
Y ahora, algo de historia. Tengo dos tipos de antirrino: unos son bajos y muy ramificados, y las flores se agrupan en el extremo de los tallos bastante apretadas entre sí, aunque a lo visto el ápice no deja de crecer y las flores van apareciendo a un ritmo irregular; los segundos son de porte espigado, con un sólo tallo a modo de "abeto en miniatura" (hasta ahora no he visto ninguno ramificado, puede que desde la base) de cuyo centro brota una única espiga llena de flores aparentemente más anchas. Los primeros los vengo cultivando desde 2011 y los últimos, todavía sigo este año con ellos.

Los ejemplares de porte bajo proceden de una única planta que tenía mi tía en la terraza en 2011, que acabó completamente seca en verano y, movido por la curiosidad, la examiné en busca de posibles semillas y encontré algunas cápsulas secas que las contenían. Llené un pequeño sobrecito hecho con un post-it y la verdad es que podría haber extraido todas las semillas que quisiera, pues la planta estaba ya muerta y su destino estaba echado, acabando en la basura. Creo recordar que era de flores amarillas, pero lo curioso es que ninguno de sus descendientes ha dado este color.

Antirrino de mata baja blanco
En septiembre de ese año sembré semillas en una maceta hecha en casa con un recipiente de plástico. Aparecieron dos matas, una a cada extremo, de cuya presencia no me percaté hasta ver las primeras flores en la primavera de 2012. El primer ejemplar floreció con apenas 10 cm. de altura, con lo que las flores, rosadas y de tamaño normal, parecían desproporcionadas. Este ejemplar se pasó toda la primavera floreciendo de manera irregular y acabó totalmente seco tras el verano, con lo cual fue arrancado de raíz. Su vecino y hermano floreció un poco más tarde y presentaba flores blancas que aparecían igual de tímidamente que el anterior. Se secó parcialmente, y desde el tallo que quedaba verde se ha regenerado de manera notoria y esta primavera ha multiplicado visiblemente su floración, dato que se aprecia en la foto. Por tanto, es el ejemplar más viejo de la terraza en la actualidad.

Antirrino alto rosa claro
En la misma primavera del año pasado sembré las mismas semillas en mayor cantidad en el contenedor-jardinera. Para mi asombro, las plantas estaban crecidas en pocos meses y tardaron poco en equipararse a sus hermanas más viejas, para posteriormente superarlas en número, altura y profusión de la floración. Aquí también salieron flores rosadas y blancas, y la floración se extendió de manera ininterrumpida en el tiempo, continuando aún a día de hoy. Al remover el contenedor no tuve más remedio que deshacerme de unas cuantas plantas que estaban enmarañadas entre las raíces del áster y las milenramas, pero hice lo posible por conservar al ejemplar más grande, que en ese momento -este pasado enero- se encontraba en floración como si de verano se tratase. Nunca es buena idea tocarle las raíces a una planta que está en pleno apogeo, pero no se resintió demasiado y continuó a lo suyo, y así sigue. Por tanto, este sería el segundo ejemplar más viejo y el que tiene el récord absoluto en cuanto a duración de la floración, que como digo no se ha detenido quizá desde el verano del año pasado.

Antirrino alto púrpura
Durante la primavera, aunque quizá ya algo tarde, me llevé a casa un sobre de semillas de antirrinos de LIDL denominados como "Mix Alto", es decir, mezcla de colores del tipo de antirrinos con espigas altas, más similar en forma a una dedalera o a las Linaria que a sus congéneres de mata baja. Me había llamado la atención este tipo de antirrino que no paraba de ver en fotos de Internet e incluso había visto plantado en una calle que suelo atravesar a menudo. El fracaso fue estrepitoso, no sé si por el calor, pues no conseguí ver siquiera alguna plántula de las sembradas en esa temporada. Daba también por comenzada la época en la que ya no podía sembrar nada, metidos ya en el verano como estábamos, y me olvidé un poco de ellos.

Tanto fue así que ni siquiera anoté el siguiente intento que hice, del cual puedo aproximarme a la fecha de siembra a juzgar por otra planta que crece en la misma maceta, un par de espuelas de caballero (Consolida ajacis) cuyas semillas no tuve hasta primeros de octubre. Por tanto, debió ser en este mes cuando sembré también el montón de antirrinos que aparecen en esta entrada y que tan bonitos lucen. Usé una maceta ancha pero baja, que primero envolví en un plástico: al parecer éste se levantaba frecuentemente con el viento y empecé a darlo por perdido, pero la maceta mostraba una cantidad enorme de plántulas y continué regando. Uno de los mayores méritos, pues, es que esta maceta de tan poco fondo ha estado a la intemperie, enfrentándose a los elementos -y a los temibles gorriones- desde que empezaron a aparecer las plantas, e increíblemente ha funcionado mejor que otras que han estado vigiladas a conciencia.

La maceta llena
Pero claro, otoño e invierno con plantas diminutas es una cosa, el problema empieza en primavera. Actualmente la maceta necesita un buen aporte de agua con frecuencia, ya que las hojas se vienen abajo a la mínima, y un desecamiento prolongado puede hacer que algunos tallos se doblen irreversiblemente y que muchas flores caigan. Durante estos días haré lo posible por ponerle debajo un recipiente que retenga el agua de manera eficaz para procurarles la humedad necesaria durante la floración. Aparte de las espuelas de caballero, solo un par de lobelias 'Crystal Palace' crecen en la maceta, que se ha convertido prácticamente en monopolio de los antirrinos.

La mezcla de semillas de LIDL ha dado pues un resultado espectacular del que estoy muy contento. Suelo tener la mala suerte de que cuando se trata de plantas de colores variados, sólo predominen 1-3 tonos distintos. Lo he visto en los pensamientos, las anémonas, casi todos los bulbos... pero los antirrinos, como las margaritas de Livingstone, han roto esa mala pata. Si bien los colores básicos serían cuatro -rojo, rosa, amarillo y blanco- la diferencia y fusión de tonos es tal que parece que el patrón se repita en no más de dos plantas distintas. Particularmente me llaman la atención los de fuertes tonos rojo oscuro o purpúreo: me gustan las flores rojas y vaya, buscando otras cosas quizá he descuidado el aportar más rojo a la terraza.

Antirrinos altos blancos
No sólo en esta maceta prosperan los antirrinos de tipo alto. En las siembras que he ido realizando en el contenedor-jardinera no faltaron tampoco varios golpes de sus semillas, y acompañando a esa repentina facilidad que han tenido ahora para germinar (ya digo, antes de otoño de 2012, ni uno), son varias las plantas que asoman entre el montón de tallos de especies variadas que pueblan este punto. Ya he visto uno floreciendo, más bajo que sus compañeros, en un tono que parece estar más cercano del asalmonado o amelocotonado: ¡otro color nuevo! Si lo veo en buenas condiciones, pondré su foto en una entrada próxima. Estas serían entonces las plantas más jovenes, germinadas en 2013.

Me sorprende lo distintos que son ambos tipos teniendo en cuenta que se trata de la misma especie, si bien ésta tiene una extensión amplia (desde el Mediterráneo oeste hasta el Cáucaso) y cuenta con diversas subespecies con aspectos distintos, con lo cual no sería raro que a base de unos pocos cruces hayan surgido las distintas variedades en cultivo. Existe al parecer otra variedad que se vende como pumilum y que no es más que un tipo de planta más baja, de porte enano -aunque quizá con flores igual de grandes- y postrado. Parece ser que es un tipo adecuado para cestas colgantes. Lo he tenido a mano este año, pero no me lo llevé porque parece ser más de lo mismo y prefieron antes las plantas más altas, que llenan más en la misma superficie.

Antirrinos altos rojos
En cuanto a la floración, los de tipo bajo van sacando flores en el extremo de los tallos formando grupos más o menos densos. Tengo fotos actuales del ejemplar más grande, pero dado que la floración se ha ido volviendo menos abundante y hay partes secas y partes florecidas, prefiero que veáis al ejemplar en cuestión en la foto de esta entrada, donde lucía en todo su esplendor. Parece que, como si de una crucífera se tratara, el tallo sigue creciendo desde el centro y van apareciendo flores. Tienen sus más y sus menos, pues este mismo ejemplar estaba más lleno en invierno que ahora: tuvo un parón en primavera, justo cuando las temperaturas aumentan y hay más horas de sol, y ahora parece que vuelva a la carga. En cambio, el de flores blancas para en seco durante el invierno y vuelve en primavera. Es increíble que vengan ambos de semillas de una misma planta.

Los altos, aunque llevan poco floreciendo, lo hacen de manera ligeramente distinta. En el extremo del tallo vemos aparecer directamente los botones florales y acabarán abriéndose a modo de espiga piramidal casi todas a la vez. Desconozco si seguirán alargándose en el extremo o simplemente cuando terminen se quedarán los tallos vacíos, como en las dedaleras, pues en la última visita ya vi que iban quedando menos flores. Esa es una incógnita que habrá que resolver a lo largo de estas semanas. Y también otra, más importante si cabe: ¿serán perennes como sus parientes?

Antirrino alto rosa vivo
En cuanto se sequen un poco, estos días quiero coger con calma al antirrino de mata baja rosado y buscar cápsulas de semillas bien conservadas y secas, a fin de obtener una posible futura generación. Desconozco la efectividad de este método, si la planta no admitirá tanta remezcla propia, pero hay que probar. Estoy empezando a dudar de esto -reconozco que estoy flojo en genética, más tratandose de plantas que se autopolinizan- ya que llevo semanas queriendo germinar semillas de Mimosa pudica e Ipomoea purpurea que provienen de ejemplares descendientes de al menos dos generaciones de plantas autopolinizadas y sólo he conseguido que brote una Ipomoea, aunque tratándose de especies tropicales podría ser simplemente que quieran más calor. Igualmente, procuraré guardar también todas las semillas de los antirrinos altos a la espera de que el resultado sea otra lotería de colores. Aún así, me quedan bastantes semillas todavía del sobre original y en cualquier caso podría comprar nuevas siempre y cuando el supermercado las siga trayendo.

Si todo va bien y no hay olas de calor, días de poniente extremos o cualquier otro incidente, supongo que al menos en el caso de los antirrinos bajos o los altos que vayan rezagados seguirán floreciendo en semanas venideras. Sería espectacular ver estas plantas florecer junto a otras especies de espiga floral de tamaño medio, como las dedaleras, campanillas de Canterbury, lobelias más altas o algunas salvias, pero el espacio manda y de momento hay que ajustarse a lo que hay. Puede, eso sí, que coincidan con las espuelas de caballero y formen una combinación curiosa. Lo veremos.