lunes, 27 de mayo de 2013

Centaurea depressa: a base de constancia

Centaurea depressa, capítulo
La historia en la terraza de la Centaurea depressa es tan curiosa que llevaba meses esperando que llegara el día para dedicarle una entrada. No se trata de una planta rara, exótica o escasa, pero su singladura hasta llegar aquí ha sido tan "al límite" que estoy tremendamente contento con haber conseguido el objetivo. O bueno, al menos una parte de éste, pues de lo que se trata ahora es de perpetuarla.

Corría el 27 de junio de 2011. Ese día me levanté pronto y estuve haciendo fotos de plantas en Cullera, hacía poco que había empezado a aprender -por mi cuenta- a identificar especies y fotografiaba todo lo que podía, pues mayo y junio son los meses en los que más especies coinciden. El mismo día por la tarde, mis compañeros de anillamiento científico de aves -hacía precisamente unos días que me había examinado para ser anillador experto y para entonces no sabía aún que había aprobado- me llamaban porque habían planeado realizar una salida hacia el centro de Teruel, en el altiplano cerealista de la comarca a la que pertenece la ciudad homónima y la ribera del río Alfambra.

Ya por aquel entonces -había estado por la zona un mes antes- me llamaba la atención la cantidad de plantas arvenses que crecían entre los campos, márgenes y caminos de los cultivos de trigo. Quizá realmente no haya tanta variedad como aquí si sacamos números, pero lo cierto es que me sorprendía ver tantas especies nuevas (como la Salvia pratensis, que aquí no crece) o ya conocidas que allí abundaban muchísimo (nada que ver las pocas Papaver rhoeas de aquí con los millones que salpican allí el trigo). Aquél día de junio me llamaba la atención, entre muchos campos ya segados, no el rojo de las amapolas sino el azul de otra planta.

Estado actual de la planta
No tuve tiempo para pararme a mirar a fondo, porque el anillamiento requiere su trabajo y atención. A la única conclusión que llegué es que la planta azul se parecía mucho al aciano (Centaurea cyanus), también planta típica acompañante de los cereales, pero su aspecto era ligeramente distinto. No me paré ni a hacer fotos siquiera, pero cuando nos íbamos recorrí el margen del campo buscando alguna planta con flores ya secas en busca de semillas. Parece que el tiempo allí va con un mes de retraso respecto a nuestra Ribera Baixa, pues casi todas las flores se encontraban en pleno inicio de la floración. Al final, conseguí encontrar una única flor seca, con la humilde cantidad de tres semillas. Y esas fueron las que se vinieron para casa.

Como llevaba un tiempo dedicado a aprender más sobre las plantas de nuestra tierra, había consultado ya tantas páginas que tenía una idea sobre qué especie podía ser, pero no sabía el nombre. Sabía que no era la Centaurea cyanus porque el aspecto de las flores no era igual. Se parecían un poco más a las de la Centaurea montana, pero por hábitat no podía ser: aquélla crece en prados y orlas de montaña y la mía estaba entre cereales; además es perenne, raro sería que creciera en un medio cambiante como es una parcela de cultivo. Más bien, parecía una especie a medio camino entre ambas. Como me sonaba que había pocas Centaurea azules, al poco y con el recuerdo aún vívido (ya me vale, no hacer fotos) mi hipótesis apuntaba totalmente a Centaurea depressa. Hay otra especie, Centaurea triumfetti, cuyo aspecto parece intermedio entre la montana y la depressa, aunque tiene el reborde de las brácteas involucrales de color negro muy marcado, mientras que en la mía aparecen teñidas de rojizo en el extremo; además las lígulas parecen más violeta que azules. Finalmente, tras dos años he conseguido corroborar que la que tengo es Centaurea depressa.

Detalle de perfil
Otro aspecto que me llamó la atención allá en el campo turolense fue que los capítulos me parecieron más grandes. La planta de casa ha coincidido, curiosamente, con el primer aciano que se abre en 2013, y prácticamente tienen el mismo tamaño, aunque los acianos son más altos. Básicamente, los capítulos son muy parecidos, algo más gruesos en C. depressa y con el reborde de las brácteas involucrales orlado con espinas más largas. El aspecto que más llama la atención es que parece una C. cyanus "simplificada", con las flores en forma de trompetas azules limitadas a una sola línea en el perímetro del capítulo, en vez de tener varias flores agrupadas. En el centro encontramos las flores tubulares curvadas muy similares a las del aciano.

Tres semillas. Tres semillas vinieron a Cullera y la primera fue sembrada sobre septiembre de 2011, en una maceta para ella sola a fin de tenerla bajo control. Y pasó el tiempo y no salió nada de nada; de hecho creo recordar que incluso se lanzó a perder, cubierta de moho. Debió ser en primavera de 2012 cuando volvía a intentarlo, y más de lo mismo. La semilla, impasible ante el tiempo depositada sobre la turba, con algún remojón de vez en cuando, no hacía nada. Acabé dándola por perdida y ya nos poníamos en la tesitura de que sólo quedaba una última oportunidad.

Si ampliamos la foto de la planta completa, veremos a sus pies una etiqueta que reza "CEN DEP 10-1-2013". Efectivamente, sembré la última el 10 de enero de este año. No sé cuándo fue, pero en unas semanas aparecían los cotiledones y me invadía una mezcla de sensaciones que decían "al fin" y "mucho cuidado ahora". Sobre mediados o finales de febrero ya había retirado el plástico cobertor de la maceta y había ubicado celosamente la planta bajo reja para evitar ataques de pájaros. Paradojas de la vida, esto sirvió para salvarla de la breve pero intensa granizada que cayó el último día del mes. Ya sólo le quedaba crecer con el calor de la primavera.

Vista cenital del capítulo
Y así llegamos hasta hoy. Encontramos una planta similar en muchos aspectos, como digo, a Centaurea cyanus, pero el porte es distinto: aquélla desarrolla una roseta de hojas y posteriormente crece un tallo del centro que va ramificándose con capítulos solitarios en cada extremo. La C. depressa, por su parte, va emitiendo un tallo recto con hojas que se ramifica al ganar altura, sin roseta basal. El color es un verde pálido que se ve grisáceo debido a la densa pilosidad o borra blancuzca que cubre la planta. En el aciano ocurre lo mismo aunque encuentro que en la depressa es más intenso si cabe.

Por la información que he podido encontrar, la especie no es genuinamente autóctona de la península, ni siquiera de Europa: se trata de una especie de Asia central y occidental que ha ido dispersándose por todo el mundo de la mano del cultivo de cereales, otro aspecto más que comparte con C. cyanus, aunque ésta sí es de origen europeo. De hecho, en inglés se las llama "cornflowers". Tal es su asociación que la planta sobrelleva bastante bien la falta de agua, y aunque yo no la pierda de vista, no parece incomodarle la tierra seca. Sobre su ciclo de vida, aunque no lo he podido confirmar, intuyo que será anual como su pariente. Todo está por verse, pero ahora el objetivo es conseguir que dé semillas para poder seguir reproduciendo a la especie o en todo caso, tener un reservorio.

No siempre es posible conseguir las plantas que uno intenta desde semilla (mi lista de fracasos es muy grande y se prolonga desde hace años), pero en este caso la perseverancia y una gran dosis de suerte -o quizá simplemente que la planta necesitaba exponerse al frío invernal para germinar- lo han hecho posible, después de pasarse casi dos años guardada junto al resto de simientes. Seguramente en la zona donde fue recolectada se encuentren ahora floreciendo a millones y pase desapercibida como una más de las hierbas que pueblan el terreno, pero en mi terraza la contemplo como uno de mis más preciados tesoros botánicos.

No hay comentarios :

Publicar un comentario