viernes, 3 de mayo de 2013

El meridiano de la primavera

Ixia blanca
Se podría decir que estamos cerca de la mitad de los tres meses que dura oficialmente la primavera, y como no podía ser de otra manera, las flores en la terraza son cada vez más abundantes.

Hemos visto ya de todo un poco: margaritas de Livingstone, Lychnis viscaria, anémonas y ranúnculos, Aquilegia alpina, Oxalis tetraphylla, claveles del poeta... y todas ellas, entre otras, siguen en floración en mayor o menor medida. Pero abril ha sido un mes suave que ha permitido a las plantas desarrollarse sin mayores problemas, ayudadas por dos situaciones de lluvia y nubes que les han aportado temperaturas adecuadas, humedad ambiental y un pequeño respiro ante plagas como los pulgones, que inevitablemente han acabado llegando.

Empezaremos por la Ixia, una de las últimas bulbosas de otoño que ha abierto sus flores. Ha tenido un poco de mala suerte, pues se encontró con muchos días nublados y lluviosos y eso hace que la planta no abra del todo las flores, como hacen también sus parientes los crocus, amén de estropearse antes con tanta agua. La curiosidad, que salta mucho a la vista, es que el paquete que compré (de Alcampo) rezaba "Ixia Rose Emperor" y al parecer no han acertado con esa denominación en ninguna de las diez plantas. De hecho, la mayoría de flores eran blancas con el centro púrpura-azulado, como la de la foto, y otras dos varas muestran flores amarillas con el centro también oscuro y que, curiosamente, se vuelven rosadas cuando ya se han cerrado. A la blanca la pillé abierta de suerte el martes, un rato que salió el sol, y desde hoy parece que ya no queda ninguna más por abrir; las amarillas no consigo verlas bien abiertas aunque sea con el sol de mediodía que ya volvemos a tener. Supongo que haré una foto "testimonial" tal cual están ahora para dejar constancia de ellas por aquí.

Incarvillea delavayi
Las Ixia son parientes cercanos de los gladiolos, de crecimiento también similar a éstos, originarias de Sudáfrica. De las plantas que suelen venderse en mezcla de colores no hay mucha información disponible, aunque lo más probable es que sean híbridos de varias especies. Como los gladiolos, poseen una roseta de hojas dispuestas en abanico, largas y afiladas, aunque en mi caso eran bastante menores que las de los gladiolos, resultando en una planta de tamaño compacto, bastante ideal para mi gusto. Las varas florales han alcanzado unos 25-30 cm. de alto, y los cormos, curiosamente, son incluso más pequeños que los de los crocus, aunque supongo que podrán crecer más, aparte de dividirse como hacen todas las plantas similares de esta familia. En principio sólo a una se le han secado las hojas, las demás siguen verdes.

Dedalera rosa claro
Pasamos a otra planta procedente de un órgano de reserva, esta vez un tubérculo similar al de las dalias aunque con un aspecto que se limita a un cilindro de color marrón, como una zanahoria o un puro: la Incarvillea delavayi. Esta planta pertenece a la familia de las bignoniáceas, familia con plantas muy variables en la que encontramos otras ornamentales populares: existen trepadoras, como las Campsis y las Bignonia, arbustivas como Podranea o incluso árboles como Catalpa y Jacaranda. La Incarvillea, curiosamente, no es nada de eso: se trata de una planta con una roseta de hojas pinnadas a ras de suelo, sin tallo, con un pedúnculo central del que cuelgan ramilletes de grandes flores rosadas, tubulares como la mayoría de especies de la familia, pero con lóbulos muy prominentes. Se asemeja más a las plantas de bulbo y cormo que a lo que estamos acostumbrados a ver en esta familia. La planta más grande que tengo, la de la foto, tuvo un problema prematuro con sus flores al doblarse por el viento y la lluvia, aunque sigue floreciendo. En total han salido dos de tres tubérculos, lo cual dentro de lo que cabe no está mal.

Cosmos bipinnatus
Entre las plantas de raíz más tierna, encontramos a pleno rendimiento a las dedaleras, de las que ya comenté su excelente progresión en esta segunda temporada de vida, en la que definitivamente la floración parece haberse vuelto tan intensa como el crecimiento, con espigas florales más o menos igual de altas que el año pasado pero al parecer más cargadas de flores. Se han abierto casi la mitad de flores en tres de estos pedúnculos y cada una de ellas tiene un tono de rosa y una forma y tamaño distintos. Hay una que destaca por lo intenso de su color, otra por el suave tono pálido y otra que, de un colorido intermedio entre las dos, presenta flores algo más pequeñas que aparecen en mayor número. Parece que el abonado les ha sentado bien, y estas lluvias no digamos.

Dedalera cargada de flores
Siguen floreciendo sin parar las cosmos descendientes de las plantas de 2012, con flores grandes que con bastante suerte parece que han resistido los episodios de vientos fuertes de este mes. Muchas flores ya han dado semillas y seguramente algunas se hayan caído o volado a otras macetas, aunque procuro desgranar las flores secas y depositar las semillas en la misma maceta. Dado que tengo una buena reserva de semillas del año pasado y de momento estas plantas van poco a poco, prefiero dejarlas en el mismo sitio para que germinen cuando se den las condiciones propicias. Además, en el contenedor tengo más cosmos procedentes tanto de estas semillas como de otras nuevas, con lo que la presencia en flor de esta planta se puede alargar bastante este año.

De manera similar, los ageratos, que este año ya no sembré intencionadamente porque me lo veía venir, empiezan a florecer por todos lados. Sitios donde, evidentemente, no fueron sembrados por mí. En el contenedor no sólo aparecieron sin que nadie les invitase, sino que ya son algunas de las plantas más grandes que allí crecen. En la maceta de los ranúnculos hay también uno a punto de abrir sus flores. La culpa de esto la tiene, aparte del montón de plantas que crecieron el año pasado como anuales, el ejemplar más grande que todavía conservo pese a su aspecto depauperado, cuyas semillas deben haber volado por toda la terraza en lo que va de año. El ejemplar está tan envejecido que su tallo se ha vuelto leñoso y he podado varias ramas que estaban totalmente secas, dejando alguna que todavía tiene flores en el extremo. Parece ser, no obstante, que sigue creciendo desde tierra un nuevo tallo, desde el que posiblemente pueda renovar la planta. Junto a éste todavía conservo otro agerato más, algo menor en tamaño pero de edad similar, también floreciendo.

Dedalera rosa intenso
Otra de las plantas que el año pasado traté de controlar, la milenrama, la cual mantengo por separado y además resembré en 2012 -cuya totalidad de plantas acabé eliminando por invasivas- parece que vuelve a asomar por donde no le llaman. En las macetas del aster y en las de los ageratos han aparecido sus hojas, donde en principio no molestan, pero es que en el contenedor, donde realicé una criba a fondo para eliminar cualquier rastro suyo, ya han aparecido dos hojitas. Por la manera en la que salen, directamente de dentro del sustrato, no creo que se trate de una planta brotada de alguna semilla, sino de un trozo de raíz perdida. Habrá que arrancarla, por triste que suene, dado que lo que hoy son dos hojitas al final del otoño puede ser una mata que cubra una cuarta parte del contenedor, quitando sitio a todas las demás plantas.

Mayo promete seguir igual de interesante, pues mientras muchas plantas jóvenes siguen creciendo y yo continúo preparando semilleros (así seguiré hasta que el verano esté demasiado cerca), algunas plantas han alcanzado ya la madurez necesaria o el estado de crecimiento adecuado para florecer. Asoman por ahí futuras flores de antirrino, cineraria marina, espuela de caballero o cebollino entre otras. Desde luego va a ser un mes muy entretenido: al fin y al cabo, de eso trata la segunda parte de la primavera, del ascenso de la mayor explosión floral del año.

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