martes, 19 de julio de 2016

Y llovió

Nicotiana alata
Cuarenta y cinco días. Eso es exactamente lo que ha tardado en llover, concretamente entre el 28 de mayo y el pasado 13 de julio. Acabó mayo y junio fue una sucesión de nubes que nunca llegaron a materializarse en lluvia a pesar de que en un par de ocasiones se vio caer alguna gota. Con julio estrenado, las esperanzas de que lloviese pasaban por alguna de las escasas pero no raras tormentas de verano. Quizá esta ha sido una de ellas, pero lo más destacable no ha sido que haya llovido, sino la sucesiva bajada de temperaturas que ha habido después. La lluvia dejó sólo 5,3 mm. en un día que la máxima sólo llegó a los 25,6ºC; también el viento, de gregal, tuvo protagonismo, pues la racha más fuerte alcanzó los 51,2 km/h., tumbando una vez más, sin consecuencias esta vez, la maceta de la Buddleja davidii.

La corta distancia entre Cullera y Sueca (unos seis kilómetros en línea recta) es suficiente para que se produzcan ligeros contrastes de temperatura: en Sueca siempre hace más calor y más frío que en Cullera, por lo general de uno a cinco grados de diferencia. Destaca en esta ocasión que, tras la lluvia y viento del día 13, han venido días con mínimas que consiguen bajar de los 20ºC en plena canícula. Curiosamente, incluso durante esta semana que acaba de comenzar en la que el interior de la península está siendo azotado por altas temperaturas, nosotros no lo estamos notando. No obstante, cabe esperar que en todo lo que queda de verano, o más concretamente, de canícula -casi un mes entero- el calor vuelva a presentarse. De momento, en la terraza las flores continúan su paulatino descenso dado que la mayoría de plantas van terminando su ciclo. No es el caso del tabaco de olor de la foto, un ejemplar que ha empezado a florecer ahora y que no sé si proviene de semillas o de restos de raíces de algún ejemplar que estuvo ya en esa misma maceta el año pasado.

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