domingo, 31 de julio de 2016

Verano de abejas

Amegilla garrula
Las altas temperaturas del verano son una bendición para los insectos, que tienen carta blanca para desplazarse todo el día sin más preocupación que encontrar alimento. Entre ellos, claro está, las abejas son una gran parte, y su actividad no cesa durante el periodo estival. Otra cosa es que acudan a la terraza y encuentren flores, cosa que en verano es algo más complicada debido a que muchas plantas floríferas ya han muerto para entonces y las perennes que quedan no siempre son especies atractivas por su polen. Sin embargo, a poco que consigamos tener alguna planta que interese a las abejas, allí estarán. También hay que tener en cuenta otros factores, como los períodos de vuelo de determinadas especies, lo cual explica una ausencia que no se debe a la falta de comida sino a la simple desaparición de los adultos durante esta época del año.

Bombus terrestris
La primera especie que aparece en las fotos que ilustran la entrada no ha dado oportunidad a despejar las incógnitas que su propia presencia planteó. La identifiqué como Amegilla garrula por similtud con esta especie, aunque esta determinación podría ser incorrecta. Morfológicamente no quedan dudas al situarla como cercana a Anthophora; del género Amegilla he observado tanto en Cullera como en Sueca ejemplares que parecen corresponder a Amegilla quadrifasciata, observados durante estos días en algunas visitas en zonas de monte bajo y en los márgenes de los caminos del río. Una nueva observación de esta abeja podría facilitar las cosas, pues su visita fue breve y no he vuelto a verla ni siquiera de pasada en todo el mes. Me di cuenta de su presencia porque entró y salió de casa mientras regaba las plantas, produciendo un sonoro zumbido y aferrándose con sus mandíbulas de los tallos de algunas plantas que guardo colgadas para sacar semillas. Apenas permaneció un rato en la terraza y fue gracias a que una Monarda citriodora todavía conservaba unas pocas flores que despertaron su interés. Recuerdo una observación similar, de una abeja voluminosa con rayas y tórax peludo de color castaño en agosto del año pasado, la cual tampoco volvió a repetirse. Como detalle aprendido, quizá tendría que intentar buscar algunas especies de lamiáceas de flores grandes, tipo salvia o esta Monarda, que florezcan durante todo el verano, con lo que quizá consiga afianzar la visita de este tipo de abejas.

Lasioglossum sp.
No mucho más prolíficas han sido las visitas de los abejorros. Concretamente dos, la misma semana, y el mes termina sin nuevas observaciones. Por suerte, la segunda vez que observé un ejemplar permaneció durante un buen rato acicalándose sobre la Buddleja antes de ponerse a buscar polen. La foto de rigor pudo hacerse bien dentro de lo que cabe, y todavía es la primera vez que consigo sacar una foto así de esta especie en la terraza, pero me confié demasiado a la hora de grabar una toma de vídeo: corté mientras grababa para buscar un encuadre mejor y el abejorro acabó marchándose. A pesar de ser abejas sociales tan activas y trabajadoras como las abejas de la miel, parece ser que no entra en sus planes perder tiempo dentro de la ciudad, donde casi siempre la cantidad de flores que les aporten alimento suele ser escasa o nula. Y es que, a diferencia de otras regiones y países, en nuestro entorno la gente suele conformarse con las pocas especies de plantas "de toda la vida" que se encuentran en las tiendas, la inmensa mayoría de veces tropicales que no llegan casi nunca a florecer o los muy vistos geranios Pelargonium híbridos. En los jardines y casas de campo tampoco aumenta la variedad. Al final, los abejorros poco beneficio sacan de los núcleos urbanos, si bien los cultivos de frutales y hortalizas ya son otra cosa.



Lasioglossum sp. 
Las mayores representantes del mundo de las abejas durante este mes de julio han sido sin duda dos géneros: Megachile y Lasioglossum. Las primeras se habían ausentado, no del todo, desde aquellos días de todavía abundancia de flores a principios del mes pasado. Fue comenzar la floración de las Helenium autumnale y, de repente, su número aumentó exponencialmente. Al tratarse de abejas con escopa en la parte inferior de su abdomen, las flores con grandes cantidades de polen en su superficie facilitan el trabajo de recogida a las hembras de este género. Tengo dudas sobre si lo que estoy observando son dos especies o simplemente una con acusado dimorfismo sexual. Las hembras, con escopa, ojos negros y constitución más robusta, tienen bandas grisáceas en su abdomen. Los machos, con antenas largas, abdomen esbelto sin escopa y ojos verdes, tienen las bandas del abdomen y el pelo del tórax de color dorado. Además, en el vídeo en que aparecen sobre las Helenium, con machos tanteando a las hembras, sólo aparecen de estos dos tipos. En el siguiente vídeo se observa a una hembra (o varias, aunque seguramente sea la misma) regresando varias veces a por fragmentos de hojas para construir su nido. Dado que volvía a por más trozos cada poco más de dos minutos, no es descartable que el nido esté muy cerca de la terraza.



Lasioglossum sp.
El siguiente género, las Lasioglossum, también podría estar representado por al menos dos especies. Una la estoy observando desde junio, de color negro con bandas grises en el abdomen. El caso es que he observado algunos ejemplares diferentes, con el abdomen negro cuyos segmentos tienen el borde teñido de color rojizo. Una aparente hembra con este aspecto aparece fotografiada entre las fauces de una araña cangrejo en la entrada que les dediqué (ver foto), mientras que el macho que acompaña estas líneas, de largas antenas, también presenta dicho colorido. Aquel ejemplar atrapado tenía las alas transparentes, mientras que las de bandas grisáceas las tienen teñidas de oscuro. Sea como fuere, se trata de unas diminutas abejas de carácter social, aunque no tan complejo como el de las abejas de la miel y los abejorros, que se presentan a todas horas en busca de polen en cualquier flor que parezca una buena opción. En la mayoría de casos, estas Lasioglossum parecen preferir pecorear apartadas del sol directo, buscando polen en plantas ubicadas en semisombra o acercándose a las Cardiospermum, una de sus especies favoritas, cuando el sol de la tarde ya no incide en la malla por donde trepan. Con sus patas siempre cargadas de polen, sin duda serán de gran ayuda polinizando toda aquella planta que visiten.

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