lunes, 22 de diciembre de 2014

Solsticio invernal

Episyrphus balteatus
Esta medianoche, concretamente a las 0:03 horas, daba comienzo el invierno astronómico, y con ello toca cerrar el otoño y hacer balance. En general ha sido bastante satisfactorio: al tomar las debidas precauciones tras el escarmiento del año anterior, este otoño se ha caracterizado por tener un parón evidente respecto al final del verano, con una ausencia de flores casi total en la terraza, mientras que en el otro lado, en el de crecimiento de nuevas plantas obtenidas de semillas, bulbos y demás, todo está saliendo bastante bien y prácticamente se ha llegado a un punto en el que las plantas se cuidan solas, ayudadas tan solo por las lluvias y la humedad que se mantiene gracias al suave ambiente.

En el apartado meteorológico, otoño de 2014 no ha sido comparable al de 2012 y anteriores, pero sí mucho más apacible que el de 2013. Ha llovido de manera discreta pero espaciada, repartida durante toda la extensión de la estación y con tres ocasiones puntuales de lluvias destacables cuya magnitud ha ido, casualmente, de más a menos: el 1 de octubre (el día que más ha llovido), el conjunto 29-30 de noviembre-1 de diciembre y el conjunto 14-15 de diciembre. En éste último, el más reciente, se acumularon 25,6mm. en Cullera; además, este sábado y domingo pasados la humedad ambiental fue tan alta que las nieblas y el rocío provocaron que ambos días los pluviómetros marcasen hasta 0,3mm. sin caer lluvia alguna. Respecto a las temperaturas, siguen siendo atípicas para la época y aunque los valores se han mantenido entre los 10 y 18ºC casi constantes desde finales de octubre, las mínimas no han llegado a igualar a las del año pasado. De hecho, a estas alturas todavía no hemos tenido temperaturas próximas a las heladas en los campos cercanos a Cullera o Sueca. No obstante, estas temperaturas sumadas a la menor incidencia del sol en la terraza y las semanas que las nubes estuvieron presentes han refrescado el ambiente y casi no ha habido que regar en el último mes, llegando incluso a haber demasiada humedad en algunas macetas.

Ipomoea 'Early Call'
Hoy hay otro punto importante a considerar, y es que a partir de ya mismo los días van a alargarse. Comparando con el año pasado, había plantas que se mantuvieron muy pequeñas hasta mediados de enero y que entre finales de febrero y principios de abril ya estaban floreciendo; a día de hoy hay plántulas de todos los tamaños sembradas de manera alternada desde principios de octubre, fecha en la que todavía hubo que ir con cuidado debido a que las temperaturas altas y hasta muy altas seguían manteniéndose, con lo cual el grueso de las siembras comenzó en realidad a partir de noviembre y todavía he añadido algunas especies más en fechas recientes, así que no sé todavía cuándo comenzará todo a florecer de golpe. El contenedor de las especies anuales y herbáceas sembradas de semillas se encuentra a rebosar y el crecimiento es bastante dispar según especies e incluso individuos de la misma especie. Los bulbos, de igual manera, han sido sembrados durante los últimos dos meses y no presentan el mismo ritmo, pues todavía son pocas las especies que asoman. Anémonas y ranúnculos, procedentes de tubérculos secos que se plantan al mismo tiempo que los bulbos, muestran ya un follaje abundante.

Lumbricus castaneus
Entre las flores abiertas sólo encontramos los ejemplares que han ido apareciendo por el blog recientemente. Las Gaillardia han reiniciado su floración y la primera Mauranthemum paludosum de las nuevas plantas autosembradas y germinadas en otoño se abría hoy; continúan floreciendo también la primera rúcula y una Ipomoea 'Early Call' que germinó a partir de las semillas caídas de la planta que hubo esta primavera: no deja de sorprender ver una planta anual de este género en plena flor en invierno. También hay un antirrino en flor que no ha parado desde verano, y pronto se unirán los primeros de los auto-sembrados, que no son pocos. Esta especie ya se ha establecido de tal manera en la terraza que aparece sola allá donde tenga un hueco. Como requiere tan poco riego, si crecen en macetas desocupadas las dejo a su aire.

La fauna de la terraza ha ido variando un poco. Ya hace tiempo que no veo al colirrojo tizón y la única ave que se detiene en la terraza de vez en cuando además de los gorriones es la lavandera blanca. Han desaparecido casi del todo los caracoles grandes, pero los pequeños deben andar todavía por ahí debido a los agujeros que me encuentro en algunas plantas. Insectos se ven muy pocos, aunque el otro día encontré a juntos a tres ejemplares de tres especies distintas: una abeja Apis y dos moscas de las flores, Episyrphus y Eupeodes. Ya no los he vuelto a ver más, pero espero que empiecen a volverse frecuentes tan pronto como asomen las primeras floraciones.

Rúcula
Cabría destacar como especies importantes aunque difíciles de ver a las lombrices, que aunque en un segundo plano, están presentes en la terraza. En algunos sustratos, especialmente en el que tenía en el contenedor grande de los bulbos, encontré algunos ejemplares que siempre devuelvo a la tierra para que prosigan con su vida. Al remover este sustrato encontré muchos ejemplares que aún sigo viendo de vez en cuando al llenar macetas. Lo más seguro es que se trate de Eisenia andrei y Lumbricus castaneus, especies epígeas que viven en el compost y no en el subsuelo, con lo que se desenvuelven perfectamente en las macetas y contenedores de la terraza donde la tierra es ligera y poco profunda. La mayoría de ejemplares que encuentro los deposito en el contenedor de las herbáceas para que aireen el suelo y conviertan la materia orgánica en humus, aportando valor a la tierra.

Los próximos días no serán muy diferentes de las últimas semanas: tan sólo revisar que las macetas sigan húmedas, reubicar algunas macetas y comprobar que todas las especies sembradas siguen adelante. Eso sí, todo ello acompañado ahora de las celebraciones de las fiestas navideñas que hay de por medio.

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