domingo, 31 de enero de 2016

Un invierno disparatado

Abeja libando en la Pentas
Nos despedimos ya de este primer mes de 2016 y en pocos días habremos completado la primera mitad de este invierno, que si por algo está destacando es por lo anormalmente suave y poco lluvioso que está siendo. Seguimos sin lluvias de importancia desde aquel corte repentino de las precipitaciones otoñales nada más comenzar noviembre, y la suma de lo llovido en diciembre y en enero apenas alcanza los 4 mm. Las mínimas no han conseguido bajar de unos 6ºC en los pocos días -dos o tres a lo sumo- en los que más refrescó, situándose habitualmente por encima de los 12ºC. En las plantas anuales e incluso en muchas perennes no he notado que esto les haya supuesto algún cambio de ritmo, pero las bulbosas se están poniendo en marcha antes de hora, al menos entre las especies más tempranas que llevan un tiempo plantadas, que se están adelantando hasta un mes respecto a años anteriores. Otras especies, en cambio, siguen a su ritmo y todavía comienzan a brotar ahora estando plantadas desde una fecha hoy tan lejana como principios de octubre.

Dimorphotheca sinuata
Habría que diferenciar primero que todo, como categoría aparte, aquellas plantas perennes que florecen sin parar todo el año y las herbáceas que comienzan a florecer tan pronto alcanzan el tamaño para ello, sin importar fechas; entre medias quedarían unas más simples, que son las plantas que florecen ahora porque es su época habitual. En esta categoría entraría la eterna Kalanchoe x houghtonii, de las cuales este año tengo varios ejemplares bastante grandes que han crecido a partir de la caída y dispersión de los propágulos que produce la planta en los márgenes de las hojas y que han sobrevivido creciendo en las grietas y trozos de madera vieja acumulados junto algunas paredes de la terraza. Algunas se han desprendido con el cepellón de raíces entero, han acabado pisoteadas o torcidas y aún así siguen erigiendo sus largos pedúnculos cargados de flores rojizas. Pocas plantas puede haber tan resistentes como esta, que puede vivir única y exclusivamente de lo que llueva o aporte el rocío, y viendo lo que ha ocurrido este año en la terraza no me extraña que sean capaces de crecer en el residuo acumulado de las canaletas de desagüe de algunas casas.

Kalanchoe x houghtonii
Ejemplos de plantas que no han dejado de florecer y lo siguen haciendo ahora serían las Pentas lanceolata, con el ejemplar de flores rosa muy cargado de ellas y que ya empieza a despertar el interés de las abejas y algunas moscas. Las Mauranthemum paludosum que germinan a finales de verano no dejan de florecer desde mediados de otoño hasta que mueren a finales de primavera, y las Dimorphotheca comienzan en pleno invierno, justo cuando llegan al tamaño óptimo. En esta ocasión las primeras, autosembradas, ya comenzaron a abrise los últimos días de diciembre, seguidas pocas semanas más tarde de las sembradas en octubre, las cuales también han resultado aparecer combinadas en naranja y amarillo. La maceta donde están pretendía ser una combinación de margaritas sudafricanas, pero esta variedad se reduce a tres especies y por ahora sólo una más, Venidium fastuosum, parece que florecerá en breve. Quiero repetir esta idea en una maceta nueva ahora que cuento con unas pocas especies más para probar. En teoría son plantas que se benefician de las lluvias otoñales-invernales para crecer y florecer pronto, pero imagino que bien regadas a partir de la primavera también cumplirán. De hecho, a las propias Dimorphotheca sinuata las he llegado a cultivar de abril a agosto, aunque me han dado buenísimos resultados cuando se siembran en otoño y alcanzan la floración de enero a marzo, llegándose a acumular casi cuarenta cabezuelas floreciendo a la vez.

Osteospermum
Siguen en flor también las caléndulas, con el ejemplar grande floreciendo sin inmutarse por el estado en que se encuentrar sus hojas, llenas de oidio, y a punto de unirse a ellas unos ejemplares pequeños que cerca he estado de arrancar por su mal rendimiento. El Cyclamen persicum sigue en un estado impecable y parece que el secreto está en regar muy, muy poco. Actualmente las flores que posee, las que aparecen en la foto, ya comienzan a marchitarse y seguramente sean sustituidas en unas semanas por otra tanda. He llegado a recolectar semillas de un fruto que ha estado formando desde que la traje a casa, con lo que no descarto hacer algún semillero y ver qué aspecto pueden tener las plantas que salgan, seguramente muy condicionadas por el azar debido a la gran variedad de cultivares que existen de esta popular planta.

Oxyaciura tibialis
Durante el mes también he traído unas pocas perennes nuevas, algunas de ellas con la misión de recuperar plantas que ya tuve, como es el caso de la Ajuga reptans o la Osteospermum. De esta última he elegido en esta ocasión un ejemplar de cabezuelas blancas con el disco púrpura, ya en flor y con muchos más capítulos por abrir. No he conseguido recuperar el esplendor de enero de 2014, en que coicidieron muy cargadas de flores esta especie y la Felicia amelloides. Esta última la perdí hace ya bastante tiempo, secándose sin más, y el pasado diciembre conseguí un ejemplar muy pequeño con signos de exceso de riego que me llevé por ser el único que quedaba en el vivero. En la siguiente visita me encontré con que ya volvían a disponer de ejemplares grandes, aunque el doble de caros. Por el momento he conseguido que se vuelva a poner de color verde oscuro y parece que de todos modos va a florecer pese a su tamaño, Si la cuido bien es probable que ya a partir del invierno del año que viene vuelva a poder disfrutar de sus espectaculares margaritas azules en gran número: este año habrá que conformarse seguramente con un pequeño aperitivo.

Ipheion uniflorum
Vayamos a los bulbos. Este año los hay por toda la terraza, debido a que he plantado hasta los ejemplares más pequeños que quedaban guardados del vaciado de macetas de la temporada pasada. Algunos seguramente ni florezcan, con lo que la atención se centrará exclusivamente en los ejemplares más nuevos o de mayor calibre. Entre éstos, los campeones en precocidad han sido los Muscari armeniacum: salvo los ejemplares nuevos, que seguramente vienen acostumbrados al clima donde fueron cultivados -y que compré simplemente por volver a tener plantas grandes y floríferas y lo económicos que resultan-, todos los puntos donde tengo plantados ejemplares del año pasado o anteriores cuentan ya con espiguillas de flores. No es de extrañar teniendo en cuenta que algunos ya empezaron a emerger a finales de agosto. Sin embargo, otra especie de crecimiento temprano, los Ipheion uniflorum, han conseguido salirles al paso y en apenas una semana las flores se han ido multiplicando de un día para otro, siendo el año que más pronto han florecido. También un jacinto excepcionalmente temprano abre sus flores estos días: se trata de un ejemplar que venía en una mezcla de bulbos que compré el año pasado y que por motivos que no comprendo, nunca consigue que las flores emerjan del todo. Este año por lo menos ha conseguido sobresalir unos centímetros y unas tres o cuatro flores se han abierto, emanando su agradable aroma. Para las próximas semanas, o días, casi una decena más de variedades de bulbosas se sumarán a la carrera por la floración.

Cyclamen persicum
Dejando de lado la inminente llegada del periodo de flores, todavía me encuentro sumergido en diversas preparaciones para obtener algunas plantas más. En un año en el que me he centrado mucho más en sembrar semillas, intentar plantar hasta principios de primavera para que diferentes plantas consigan relevarse entre sí durante el verano a las actuales se antoja un reto que se presta a ser asumido. Quedan pendientes de plantar algunas especies de anuales y perennes herbáceas las cuales conozco de otras temporadas y sé que sembradas poco antes de primavera crecen más deprisa que sus homólogas de siembra otoñal, floreciendo poco después de éstas; también existen especies que he dejado adrede para sembrar en este tramo final del invierno, como las zinnias o las más destacadas: las trepadoras de especies anuales o perennes de tipo herbáceo, casi todas ellas de clima subtropical.

Muscari armeniacum
Con un 2015 que fue tremendamente mal planificado para este tipo de plantas, este año he replanteado su adición a la terraza comenzando desde abajo. Por lo pronto, he desmontado la pérgola de cañas que tenía por su poca efectividad, y tengo todo el material listo para montar una nueva, con cañas más gruesas y una malla hortícola de 20x20 cm. Uno de los principales problemas de la anterior pérgola es que sólo coloqué un entramado horizontal a base de cañas y pocas especies conseguían encarmarse desde el principio. A eso hay que sumarle que la siembra de especies coincidió en una época en la que apenas dedico atención a los semilleros y muchas plantas ni siquiera lograron crecer tras su germinación. Este año mi idea consiste en dejar crecer en sus macetas a las diversas especies lo suficiente como para llevarlas a la base de la pérgola cuando ya toquen la malla con la parte superior del tallo. La malla, que adquirí en septiembre junto a los tubos exudantes que riegan el contenedor de anuales, es probablemente el método más adecuado para que las trepadoras escalen con propiedad, al disponer de tramos verticales, algo que por error omití en la anterior pérgola. De hecho, nada más tenía que haberme fijado en que los simples barrotes de la barandilla del balcón de la casa sirvieron otros años como asidero para trepadoras como Ipomoea nil o Cobaea scandens.

Calendula officinalis
Los insectos siguen siendo escasos, aunque las abejas se dejan ver más a menudo. La esfinge colibel ha sido observada este mes en dos ocasiones aunque parece que todavía incapaz de encontrar néctar, visitando todas las flores posibles sin detenerse en ninguna de ellas. Es probable que no todas las plantas que florecen ahora tengan el néctar a la temperatura óptima para ser libado, de ahí que las abejas en diciembre o enero tan sólo hicieran caso a las caléndulas: ahora las Pentas, los Muscari y algunas margaritas también comienzan a llamarles la atención. Una de las nuevas especies observadas durante mes es, cómo no, una mosca: Oxyaciura tibialis. Se trata de una mosca relacionada con la mosca de la fruta Ceratitis y, como ésta, tiene un largo ovopositor que le permite introducir sus huevos en las plantas para que sus larvas se alimenten desde dentro, en este caso algunas lamiáceas. No obstante, supongo que en la terraza estaría de paso, aunque habrá que observar con detenimiento a las lavandas durante los próximos días. Estas moscas tienen un peculiar dibujo en las alas que las hace parecer pequeñas arañas; se trata de otro caso de mimetismo batesiano, similar a la imitación de abejas y avispas que incorporan las moscas de las flores o sírfidos.

Con un mes de enero que prácticamente ha modificado ya la duración normal de un invierno, febrero seguramente pueda considerarse como un prematuro inicio de la primavera. Si algunas especies tempranas han conseguido ponerse en marcha tan pronto, quién sabe si a finales de febrero no estaremos viendo ya florecer especies habituales de finales de marzo o principios de abril. El problema, en cambio, será lo adelantada que pudiera ser la llegada de las temperaturas veraniegas y, por tanto, de las dificultades para las plantas.

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