sábado, 16 de enero de 2016

Enero alocado

Dimorphotheca sinuata
A nadie se le escapa que este inicio de año no está siendo nada normal. El año 2015 fue terminando con unas temperaturas demasiado suaves que acabaron convirtiendo el inicio de 2016 en uno de los meses de enero más cálidos de la historia, alcanzando en nuestra zona hasta 24ºC el cuatro de enero. Por supuesto, todo esto viene a raíz de las ya habituales llegadas de viento de poniente persistentes que pueden estar hasta dos semanas soplando sin apenas descanso, arrastrando la humedad ambiental y aumentando las temperaturas. Aún nos encontramos sumidos en esta dinámica, que al otro extremo de la península llegó en forma de frente atlántico cargado de lluvias. El pasado lunes el viento llegó a dejar una racha máxima de 74 km/h y además a las nubes les dio tiempo a descargar unos ajustados 0,5 mm. Ayer viernes volverían a oscurecerse los cielos, dejando algo menos de 1 mm. esta vez y quedando los cielos despejados y radiantes pocas horas después. Finalmente, hoy el viento ha virado a norte-noroeste haciendo que las temperaturas caigan de golpe a valores más normales para la época, con 7ºC de mínima y una máxima que casi equivale a la mínima de ayer. El viento, eso sí, a pesar de tener menor fuerza es más crudo a la hora de retirar la humedad ambiental.

Anemone coronaria 'De Caen'
El alterado ambiente no ha supuesto demasiados cambios para las plantas, que o bien están ya adaptadas a estos inviernos tan suaves o directamente se ajustan a lo que el tiempo les depare. No obstante, sí se han producido algunos adelantos que suponen un récord de precocidad en lo que respecta a floración en algunas especies perennes. Así, nada más comenzar el mes ya se abría la flor morada de una de las anémonas 'De Caen', que suelen comenzar a mediados de febrero, y poco después, esta semana, asomaba ya la primera espiga de flores azuladas de un Muscari armeniacum perteneciente a una maceta que llevo sin tocar desde 2013. Ambos grupos de ejemplares aparecían en una entrada del año pasado el 23 de febrero, más de un mes de diferencia. Las anémonas este año han tenido menor éxito brotando: no toqué la maceta para nada, simplemente dejé de regar cuando la mayoría de hojas empezaban a ponerse mustias a fin de que llegase el verano con la tierra completamente seca. Salieron solas en septiembre con las lluvias, pero el centro de la maceta ha quedado vacío, poblado por especies oportunistas que forman parte de la flora habitual de la terraza, como las margaritas de Livingstone.

Tropaeolum majus
Otras especies que se encuentran en flor no lo hacen por anomalías meteorológicas, sino porque simplemente alcanzan el estado necesario al cabo de un tiempo fijo el cual no se ve interferido por la llegada del invierno. Así, desde el mes pasado ya se han ido abriendo flores de Tropaeolum majus, aunque las plantas han quedado muy pequeñas y me gustaría sembrar otra tanda; el último día de 2015 se abrió también el primer capítulo de una de las Dimorphotheca sinuata, las cuales actualmente son ya tres en floración. Mientras, la gran masa de plantas anuales del contenedor sigue avanzando a buen ritmo a pesar de la tardía siembra. A este paso es bastante probable que la floración quede bastante igualada con la del año pasado. No obstante, a base de reponer plantas y aprovechar ejemplares que se encontraban aún en semillero debido a su tardía germinación, todavía he repicado plántulas durante este mes.

Muscari armeniacum asomando
Los bulbos también comienzan a animarse. Asoman multitud de hojas de narcisos y crocus, que se unen ya a los distintos iris, muscaris y ajos. Todavía faltan por aparecer especies como los tulipanes -con varias especies a prueba este año- y apenas comienzan a asomar ahora algunas plantas como los jacintos y jacintos de bosque, así como otras especies de nueva incorporación que parece que serán de las primeras en florecer. Algunos ejemplares de cactus y crasas muestran también signos de una próxima floración, si no se encuentran floreciendo ya como es el caso del Mammillaria hahniana o la oportunista Kalanchoe x houghtonii, con diversos ejemplares que han crecido en grietas y rincones sin maceta alguna, enraizando entre las baldosas, maderas viejas o bolsas que contenían sustrato.

Tropaeolum majus
A pesar del buen tiempo, poca vida hay en la terraza más allá de las plantas y las moscas de la compostera, devoradas ávidamente por el colirrojo tizón. Menos propensa a visitar la terraza cuando estoy allí es la lavandera blanca, aunque la he visto ya acercarse un par de veces, con lo que deduzco que será una visitante habitual durante mi ausencia. También durante esta semana un mosquitero común se acercó al rincón de semisombra, y por supuesto nunca faltan los gorriones. Sobrevolando la terraza, por estas fechas, los aviones roqueros y los cernícalos son habituales; además, esta semana también he podido observar a un ave más grande frecuente en Cullera durante el invierno, el águila calzada. En esta época no faltan los moscardones y muy de vez en cuando alguna abeja -que sólo sacan provecho de las caléndulas, ignorando a las Pentas-; también suele ser frecuente que las moscas de las flores comiencen ya a dejarse ver, aunque en esta ocasión la que no ha dejado de presentarse desde hace meses es la voluminosa mosca zángano (Eristalis tenax), que incluso llegó a criar en el agua acumulada en la parte baja de la compostera.

El invierno, aunque bienvenido, no debería tener prisa por terminar. Quedan alrededor de dos meses para que la terraza comience su máximo florífero anual y, entre medias, todavía queda algo de trabajo por hacer para terminar de rellenar todos los rincones y que las plantas consigan prologar sus encantos más allá del verano. Con medio mes de enero ya superado, pronto empezaremos a notar cómo el sol tarda más en esconderse y las plantas se estiran más y más para seguirlo.

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