jueves, 27 de noviembre de 2014

Crecimiento otoñal

Lablab purpureus
Continúa noviembre, cerca ya de su final, manteniéndose regular en cuanto a lo que situación atmosférica se refiere. La temperatura es muy suave todavía y el hecho de que ya llevemos una semana sin que el cielo aparezca del todo despejado más que unas pocas horas, destacando una lluvia que dejó 2 mm. la madrugada del miércoles, hace que tengamos días con cierto calor húmedo que no hace que las macetas se sequen ni requieran grandes atenciones. Porque en esta situación, sin vientos que resequen, las plantas pueden vivir sin problemas incluso sin la ayuda de alguien que les cuide, a pesar de que el termómetro ha llegado a los 20ºC en alguno de estos días. De hecho destacarían casos como el de un girasol rojo (Tithonia rotundifolia) que surgió de una semilla caída en la maceta donde este verano tuve un ejemplar, y que prácticamente se cuida solo. Tan saludable es su aspecto que ya lo voy a dejar vivir hasta donde llegue, pues mi intención de resembrar la especie la hubiera atrasado hasta febrero o marzo. Si floreciese en primavera en lugar de esperar al verano será un añadido más que interesante para los insectos de la zona.

Por fin puedo decir que he cerrado el movimiento que más trabajo iba a dar de la terraza. En dos días saqué la tierra del contenedor de los bulbos en bolsas grandes, desmonté el armazón de madera y monté la estantería modificada que previamente había cortado a medida -dentro de esos mismos dos días. Lo único que queda ya es buscarles un sitio a los bulbos más grandes que quedan por plantar, iris y narcisos varios, y podré dar por concluido el trabajo proyectado para 2015: obviamente no sería un punto final sino el cierre de las actividades más destacadas, pero no descarto seguir haciendo experimentos con semillas. Tengo tierra de sobra, macetas no demasiado grandes y tampoco mucho espacio, pero habrá tiempo para probar con algunas especies que se resistieron o me despisté en su día.

Albahaca
En el contenedor de las semillas se aprecia multitud de crecimiento a partir de las siembras sistemáticas realizadas estos días. Dado que muchas especies son nuevas o muy pequeñas todavía, he de dar un margen razonable de tiempo -cerca de un mes, quizá- para comprobar si hay algo destacable que se eche en falta y resembrar, pero viendo los resultados actuales parece que las cosas van bastante bien sobre lo previsto. Siguen llamando la atención, eso sí, las dos Salvia coccinea que tomaron ventaja y llenan su espacio con montones de flores escarlata, flores que, por cierto, caen continuamente y hay que vigilar que no lo hagan sobre las semilleras más pequeñas y las arruinen. Las Dimorphotheca sinuata compiten en cuanto a tamaño y desarrollo y no descartaría que floreciesen también antes de lo previsto.

Esta semana ha comenzado a abrir sus flores la que posiblemente sea, ahora ya sin ninguna duda, la última planta que entraría en la categoría de siembra de la temporada anterior. Se trata de la leguminosa Lablab purpureus, también conocida por el nombre Dolichos lablab. Se trata de un fríjol o poroto originario de África tropical que crece como planta trepadora o rastrera. En mi caso consiguió subirse a duras penas por las cañas de la pérgola tras rompérsele el primer tallo que tenía en verano. La planta ha llegado a una altura superior a los dos metros y cada vez tenía hojas y tallos más finos. Por su manera de trepar creo que se hubiera beneficiado más haciéndolo sobre una estructura tipo malla con agujeros muy grandes, como en un vallado.

Las flores, que suelen ser las protagonistas visuales de las entradas del blog, siguen siendo muy escasas por la ausencia de especies que cuenten con ejemplares desarrollados. Además de las mencionadas salvias, otra labiada, la albahaca, la misma que sembré esta primavera, parece decidida a no cesar su actividad florífera. Desconocía si la planta era anual o no, pero a lo visto sobrepasa esa denominación. Dicho ejemplar ya carece de hojas en los dos tercios inferiores de la planta, con varios verticilos floreciendo y semillas, semillas que como otros miembros de la familia caen por doquier y han dado de sí otros ejemplares que se ven tan sanos que, dado que ocupan macetas vacías, da pena erradicarlos.

Salvia coccinea
A quien sí que voy erradicando como puedo es a los caracoles. Debo haber retirado ya unos siete ejemplares mientras estaban poniendo huevos en distintas macetas; mantengo lo dicho sobre que apenas veo en la terraza plantas mordidas por los adultos, pero los juveniles, diminutos, no son tan benévolos dado que sería extraño que no tocasen las plantas que tienen a su alcance. Muchas hojas en distintas especies presentan un sinfín de agujeros y no he encontrado orugas en los tallos, con lo cual deduzco que los primeros sospechosos a considerar son estos caracoles. Nunca había tenido tantos en la terraza ni mucho menos los había sorprendido antes haciendo puestas. No me gusta tomar esas decisiones radicales a la hora de evitar animales potencialmente peligrosos pero pensando que lo próximo que pueden comerse los caracoles son las plántulas recién germinadas que tanto trabajo han costado de obtener, no me tiembla la mano a la hora de eliminarlos.

Como novedades futuras, parece que todas las previsiones apuntan a que dentro de unas horas, no se sabe cuántas, las tormentas llegarán a estas tierras. Parece ser que podría ser el regreso de una situación de precipitaciones propias del otoño y para el sábado está activada la alerta amarilla. Tanto si se cumplen las previsiones como si no, seguro que ello quedará patente en la próxima entrada.

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