sábado, 15 de noviembre de 2014

Otoño por el buen camino

Salvia coccinea
Después de haber llegado a la mitad de noviembre, parece que el otoño se haya estabilizado un poco y comience a parecerse a lo que debería ser: una estación fresca y húmeda, en la que por desgracia siguen faltando los temporales de lluvia y la poca que llega lo hace por poniente, arrastrada por fuertes vientos que vuelven a repetir el patrón de la estación en el pasado año. Aunque el cambio de tiempo haya ido bien en lo que se refiere a temperaturas, parece que seguimos arrastrando el temible déficit de lluvias que comenzó en septiembre de 2013, nada menos. 2014 va camino de cerrarse con una acumulación total de precipitaciones casi cuatro veces inferior a la de 2012, el último año de calendario completo antes de gestarse la sequía.

Oxalis articulata
De todos modos, noto mejoría en el avance de determinados proyectos respecto a hace un año. En aquel entonces, comencé precipitadamente la siembra de flores durante el mes de septiembre, y los repetidos embates del calor lanzaron a perder muchas germinaciones, favoreciendo a unas pocas especies que además resultaron ser una mala elección y su tamaño eclipsó al resto de plantas, especialmente las caléndulas. Esta temporada he llevado a cabo una rigurosa selección y no hay plantas de hojas grandes en el contenedor, aunque como la combinación de las caléndulas con otras herbáceas de flores de colores me resultó de lo más agradable, la he repetido en una maceta. No obstante, otro punto clave ha sido la paciencia: el trabajo de verdad con las siembras ha comenzado cuando terminó el riesgo de que volviese el calor. Resulta paradójico que la mayoría de instrucciones de siembra en el mundo anglosajón adviertan de sembrar las semillas "cuando desaparezca el riesgo de helada" mientras que yo tengo que hacer todo lo contrario: esperar a que el termómetro baje de los 20ºC diarios.

Colirrojo tizón
Aún así, mi impaciencia me hizo sembrar algunas semillas en pleno agosto, por si hubiera sonado la flauta en lo que a bajada de temperaturas y llegada de las lluvias se refiere. No fue así y me detuve a tiempo antes de provocar el desastre, aunque todavía he conseguido sacar adelante a plantas de aquel momento: dos Salvia coccinea que ya han comenzado a florecer, con apenas dos meses y medio de vida. La especie la tuve ya este verano, sembrada en febrero: creció más lentamente, no se hizo tan grande y acabó muerta a mediados del verano. A lo visto tanto el tamaño de la maceta como lo pobre del sustrato fueron malas elecciones: la planta tenía las hojas amarillentas, mientras que los ejemplares actuales lucen un brillante y sano color verde. Es de esperar que esta vez la planta se siga desarrollando y continúe floreciendo en primavera, cuando sus pequeñas vecinas de multitud de especies ya habrán crecido.

Oxalis bowiei
Todas las medidas tomadas para conseguir una buena plantación en el contenedor no son más que el resultado de lo aprendido la temporada pasada tras múltiples decepciones. En aquel entonces lo sembré casi todo a voleo sobre la tierra y a menudo sembraba semillas pregerminadas pensando que arraigarían con mayor facilidad. Si la tierra se secaba a los dos días, todo esfuerzo era en vano. Así, este año he plantado la mayoría de especie preparándolas antes en semilleros que he ido enterrando cuando las plantas están lo suficientemente crecidas. Al haber ya mucha densidad de semilleros enterrados, he cubierto la superficie restante con una capa de vermiculita y he ido repicando plantas, enterrando semillas pregerminadas o esparciendo las especies de semilla más pequeña con sumo cuidado, pulverizando con agua para que se asienten entre el sustrato. De momento parece que funciona y hasta las plántulas más diminutas resisten a la intemperie regándolas cada dos días. Incluso noto que en algunos puntos la tierra no se seca del todo y alguna que otra planta aparece más amarilla de lo normal. Además hay que sumar al paquete de medidas una malla antipájaros que evita que los gorriones provoquen alguna catástrofe.

El otro tema pendiente es la plantación de bulbos. Con casi todos enterrados, sólo me quedan los iris y los narcisos por plantar, así como montones de bulbos sueltos de ejemplares que rescaté de la temporada anterior; a todo ello hay que sumarle que hay que dejar su ubicación final lista, con lo que antes de diciembre -a ver si ahora sí- debería haber guardado en bolsas el sustrato del antiguo contenedor de bulbos, desmontar el armazón y colocar las baldas donde irán ahora las macetas de la zona de sol. Otras plantas de órgano subterráneo, como las anémonas y los ranúnculos, llevan una semana plantadas. La única anémona que quedó sin sacar de tierra la temporada pasada, una 'St. Brigid' que aparece en esta entrada, lleva desde octubre creciendo y cuenta ya con una mata frondosa de hojas.

El rincón de los Oxalis
Flores ya quedan bien pocas. A la novedosa Salvia coccinea sólo le acompañan los últimos coletazos de la Ipomoea tricolor, una Ipomoea 'Early Call' que surgió de semillas caídas y los dos Oxalis más prolíficos, el bowiei y el articulata, que crecen despampanantes uno al lado de otro. Además, a estas alturas sigo teniendo con hojas a todas las plantas del género que tengo, incluyendo a los pocos tetraphylla que sobrevivieron.

En cuanto a la fauna, no hay día que no me visite el colirrojo tizón y los gorriones. Los insectos escasean, claro está, debido a la ausencia de flores. No lo hacen sin embargo los caracoles, de los cuales retiré a dos ejemplares el jueves que habían excavado un agujero en la tierra -uno en el contenedor, por suerte sin causar destrozos- y estaban depositando huevos. Vale que no me muerdan las plantas, pero esto ya no: seguro que los caracolillos recién eclosionados tendrán hambre, y algo me dice que las plántulas tiernas serían un buen bocado. Mejor evitar sustos.

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