miércoles, 6 de noviembre de 2013

El ventoso comienzo de noviembre

Physalis peruviana
Poco duró el alivio de ver los termómetros empezando a bajar. Tras una transición de octubre a noviembre con temperaturas que ya llegaban a descender de los 15ºC, el viento comenzó a soplar desde el interior el sábado y con ello la humedad vuelve a bajar y las temperaturas se sitúan, por enésima vez, más allá de los 25ºC. Ayer martes se dió todavía una situación de "noche tropical", expresión que hace referencia a una noche-madrugada en la que no se baja de 20ºC. ¡Sí, estamos en noviembre! El otoño hace más de un mes que comenzó. Por supuesto, de lluvia ni hablamos. Se ha quedado toda en el interior y norte de la península.

Pocos cambios en la terraza, salvo el visible progreso en varias macetas utilizadas como semilleros individuales, con muchas plántulas estirándose. De nuevo el calor y sobre todo el viento de poniente resecan la superficie de la tierra, y si bien a las plantas adultas esto ya no les está afectando tanto como en los meses primaverales y veraniegos, en el contenedor el riego con pulverizador comienza a ser insuficiente para las plantas grandes y escaso para las pretensiones de mantener la tierra húmeda mas de dos días. Hoy ya he regado con regadera, a riesgo de desplazar muchas semillas y plántulas, pero al próximo día no tendré más remedio que hacer un riego similar y más profundo si quiero volver a sembrar algunas plantas de las cuales no las tengo todas que hayan conseguido sobrevivir tras la siembra de varias especies que hice el 8 de octubre y que no parece haber cumplido las expectativas. El contenedor sigue teniendo "calvas" sin plantas en los mismos rincones de siempre y los huecos que se han cubierto en este tiempo no han sido a base de germinaciones, sino con las hojas de las plantas que han conseguido crecer.

La situación crea impotencia y desespero. En 2012 no pude hacer siembra otoñal porque no tenía sitio ni macetas disponibles para hacerlo a gran escala. La siembra primaveral de 2013 no fue muy bien en un principio, puesto que para abril el contenedor seguía vacío, aunque consiguió remontar y la situación quedó salvada. Otoño de 2013 iba a ser la redención, con las mismas plantas que funcionaron en primavera más un montón de especies nuevas, y la lluvia y la suavidad de las temperaturas iban a ser grandes aliadas. Aliadas que, visto lo visto, sólo nos visitaron la última semana de agosto, y seguimos esperándolas. Con una capa de tierra que no dura húmeda ni un día y medio, las semillas pequeñas no tienen nada que hacer. Ni las medianas, puesto que he enterrado muchas semillas de especies que ya he cultivado con éxito anteriormente y que tras unas semanas no encuentro indicios de que estén creciendo, probablemente tras morir por falta de humedad.

Palpita vitrealis
Esta situación de viento y altas temperaturas termina mañana, pero lo que vendrá después es un misterio. Que la temperatura se suavizará de nuevo es lógico, pues aunque las mínimas en la ciudad se quedan en 17-18ºC otra vez, en el campo refresca algo más. El anticiclón, eso sí, vuelve a abrazarnos y no hay tormenta que valga a la vista, y la previsión a 10 días no es demasiado optimista aunque hay que tomársela con prudencia.

Este otoño cuasi-veraniego propicia que algunas plantas subtropicales prosperen bien. Por ejemplo, los alquequenjes (Physalis peruviana) han seguido el mismo ciclo del año pasado, rebrotando desde el centro y volviendo a florecer en todos los tallos que quedan verdes. Por otra parte, el chile habanero (Capsicum chinense) sigue floreciendo y algunos frutos maduran. Los insectos también siguen visitando la terraza, para bien o para mal; así, diversas avispas, moscas cernícalo y algunas mariposas, y hasta libélulas, continúan acompañándome mientras riego las plantas, como la Palpita vitrealis de la foto, una curiosa mariposa blanca de alas traslúcidas cuyas orugas se alimentan de oleáceas (olivos, jazmines, aligustres...). Algunos insectos no se dejan ver, pero son los claros autores de los agujeros y hojas medio comidas en mis girasoles y otras plantas. En las hojas de Alcea rosea, sembradas en septiembre y muy grandes ya, unas orugas constructoras de "tiendas de campaña" destrozaron el impoluto aspecto de las plantas. Por suerte ya no he encontrado más tras eliminarlas a mano una a una, sólo habrá que esperar que las plantas se regeneren.

Ante esta situación hay que dejar el pesimismo a un lado y pensar que tarde o temprano el tiempo de otoño llegará, aunque sea en diciembre. En el peor de los casos, muchas anuales todavía conseguirían florecer a tiempo aunque fuesen sembradas ya casi en primavera, pero las bienales deberían aguantar y sobrevivir al verano para florecer al menos en 2015. Sólo queda sentarse a esperar y disfrutar de las plantas que no paran de dar sensaciones positivas, que no son pocas. Y, por qué no, animarse a seguir plantando cosas.

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