sábado, 28 de febrero de 2015

El perfume de los alhelíes

Matthiola incana var. annua
El alhelí es una de esas plantas que quizá por mí mismo nunca se me hubiera ocurrido introducir en la terraza. No porque me disgustase, sino porque caía dentro de ese saco de plantas muy típicas que tiene todo el mundo y que no atraen mi interés. Además, tenía de ella la imagen de la planta silvestre, grande, de hojas plateadas y tallo que se va volviendo leñoso. Desconocía la variedad que tengo ahora y por lo que veo, es la misma que se encuentra en los comercios.

Las plantas llegaron en forma de semilla, como otras tantas, a través del intercambio con un compañero, el cual me las puso de regalo para que probase. Las sembré junto a unas adormideras, plantas que siempre me germinan y crecen bien pero me dan problemas a última hora y no he llegado a ver en flor salvo en una ocasión -los hongos las infestan en primavera y las destruyen en semanas- simplemente esparciendo las semillas sobre el sustrato y cubriendo la maceta con plástico. Germinaron rapidísimo y en gran número, y crecieron bastante deprisa. Es de las plantas que mejor me han funcionado con este sencillo método, junto a especies como la mencionada adormidera o su pariente el alhelí de Mahón, Malcolmia maritima.

Forma simple
Sus cuidados han sido muy sencillos. Conforme bajaron las temperaturas y noté que el crecimiento no daba más de sí, las puse al sol y prosiguieron su camino. Otro detalle a apreciar es que es de esas plantas que crece estupendamente en invierno, requiriendo pocas atenciones: no en vano se pasaron semanas, cuando no meses, viviendo sólo de la humedad retenida primero de cuando estuvieron bajo plástico y después gracias a las lluvias y baja evaporación. Han crecido tanto que al parecer han puesto en apuros a sus compañeras de maceta.

Forma doble
Tan pronto comenzó febrero, los ejemplares más grandes comenzaron a mostrar los futuros pedúnculos de flores. Tal y como ya me comentaron, las plantas vienen en un sólo color, que podríamos llamar magenta, y en dos tipos, simples y dobles. Las dobles son las más frecuentes, revelándose como simples alrededor de 1/4 de las plantas sembradas. Estaría bien poder seleccionar las simples simplemente conservando las semillas de flores simples, pero la mutación es totalmente aleatoria. Visto el tamaño, si fuese posible acertar con lo que saldrá, sería interesante mezclar las formas simples con otras plantas en el contenedor de las anuales. No obstante, creo que lo haré igualmente, pues las plantas tienen una talla reducida y una roseta basal que ocupa poco a su alrededor, aunque no descarto que, como ya ha ocurrido con otras especies, la mayor profundidad del contenedor propicie un crecimiento superior.

El grupo en su maceta
Las flores dobles son quizá menos de mi agrado en lo que al aspecto visual se refiere, pero me tienen ganado con su perfume. La fragancia que emanan es maravillosa y ha compensado con creces el extraño fracaso de los jacintos este año, especie que en principio había descartado pero que acabé trayendo a casa dado que venían incluidos en un pack de bulbos que compré por otras especies que traía: aquéllos apenas han brotado y las flores han quedado atrapadas al nivel de tierra, cosa que no entiendo, pues los ejemplares que tuve antaño consiguieron florecer perfectamente durante dos temporadas con problemas como inviernos cálidos y plantaciones a destiempo.

Estos alhelíes pertenecen a la variedad annua, aunque desconozco si su ciclo es anual o vivirán un tiempo más como los antirrinos. Las hojas son verdes, espatuladas y ligeramente inclinadas hacia arriba. La roseta no parece ser demasiado extensa como ocurre con las rúculas, las cuales sólo se mantienen pequeñas en macetas pequeñas, pero con tierra de sobra se vuelven descomunales. Es por ello que espero recoger suficientes semillas de estas fragantes flores para volver a sembrar al año que viene junto a otras flores e inundar todavía más la terraza con su delicado aroma.

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