domingo, 11 de agosto de 2013

Punto y aparte veraniego

Salvia farinacea
Aún no hemos rebasado la primera quincena de agosto, pero hay que asimilar que el verano todavía tardará un poco en irse y la temporada, si se entiende como tal el periodo comprendido entre las estaciones de otoño, puede ir dándose por concluida. Ya hace semanas que, más que esperar a que se abran las flores de esta o aquella planta, lo que me tiene en vilo es si algunas serán capaces de sobrevivir.

El tiempo, no sé si es impresión mía, parece que ha hecho un ligero cambio por las noches. La temperatura se está suavizando un poco, e incluso el viernes y sábado de madrugada se llegó a bajar de los 20ºC, algo que no suele ser nada habitual en estas fechas. Sin embargo, de día sigue haciendo calor y el pasado miércoles se marcaron las temperaturas más altas en lo que va de año, por encima de 35-37ºC, ayudados por supuesto por el viento de poniente que ademas dejó la humedad relativa muy baja. Pensaba que afectaría a las plantas pero no supuso un problema mayor que el del calor de todos los días. En resumen, que no hay que fiarse, pues todavía es pronto para pensar en que el calor va a dar una tregua. Llover no llueve, aunque sí hubo un brevísimo chaparrón de apenas 10 minutos el sábado de la semana pasada, el 3 de agosto.

A pesar de que la tónica general de estos días la ocupan las perennes tiernas agostadas, las anuales que no soportan el calor y las hojas secas por todas partes, hay un poco de todo. Plantas que pensaba que descansarían o tendrían una bajada, como las aguileñas, siguen en pie y además creciendo. Las Aquilegia alpina están rebosantes, cargadas de hojas, mientras las híbridas sí empiezan ya a decaer pero, eso sí, con nuevas hojas saliendo desde la base. La diferencia con el año pasado es ya abismal.

En la foto vemos una vara floral, no demasiado espectacular, de la Salvia farinacea. La planta lleva prácticamente un mes en casa y no ha estado siempre del todo bien, aunque consigue hacer frente al calor a poco que se la riegue y no deja de florecer. Me recuerda, en cierto modo, al comportamiento que tiene la Osteospermum fruticosum, que tuvo unos inicios similares y si bien resiste el calor sin problemas, no es que sea muy tolerante con la falta de agua. Posiblemente se harían buena compañía juntas en una maceta grande debido a que piden ser cuidadas de manera similar. De momento, a esta salvia no la he expuesto en la zona soleada porque tiene que reforzarse. Espero que en otoño, al pasarla allí y recibir más agua y menos fuerza del sol, sus espigas de flores sean más bonitas.

El fuerte decaimiento de su pariente la Prunella parece que ya deja respirar de alivio. Todas las hojas que tenía se han puesto marrones y el verde de los brotes en la base empieza a ganar altura, con lo cual parece que la planta simplemente ha hecho una "renovación total" y estará presentable de nuevo todo el invierno. La Campanula glomerata está totalmente al límite, con sólo dos puntos de crecimiento muy juntos que mantienen verde. No sé si será capaz de recuperarse desde ahí, o si incluso las raíces volverán a emitir tallos desde otros puntos, pero pinta bastante mal. También un edelweiss se ha secado de golpe, aunque al no faltarle el agua ni sufrir el mismo destino la otra planta que le acompaña, llego a pensar que quizá ha sido un parón veraniego. Hasta que no la vea rebrotar no estaré tranquilo.

El resto de plantas siguen aguantando bien, pero con aspectos poco elegantes. Y mientras, en el contenedor, parece que todo está finiquitado y ya habrá que pensar en el año que viene. Sólo asoman como si nada las Rudbeckia, que sin hacer mucho ruido están demostrando ser unas plantas resistentes al calor que nunca se arrugan por falta de humedad. Las demás especies tienen aspectos pobres, incluso la Callistephus chinensis, que no sé si después de todo conseguiré ver en flor. Las Cosmos bipinnatus da pena verlas, marrones por el ataque de los hongos: la grande posiblemente acabaré cortándola pronto, pues los ápices de los tallos están arrugados, con aspecto enfermo, y no creo que sea capaz de florecer. La que tenía flores se quedó seca de golpe, aunque ha dado muchas semillas. Da la impresión de que no les gusta el verano.

Quedan pues todavía unos días en los que habrá poco color en la terraza, pero que de momento facilitan algo más los riegos. Mientras tanto, sigo preparando y diseñando con ilusión los motivos que ocuparán la terraza desde el invierno. Este otoño será una época bastante ajetreada.

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