jueves, 9 de julio de 2015

Iris domestica, las flores del leopardo

Iris domestica
Por lo general, las plantas bulbosas o rizomatosas las solemos adquirir como bulbos y cormos en seco, divisiones de raíz o cualquier porción de órgano de reserva subterráneo que pueda ser desenterrado y tolerar el trasiego de un emplazamiento a otro. Plantar bulbosas desde semilla, aunque es posible, no suele ser la opción escogida mayoritariamente debido al tiempo que algunas pueden llegar a tardar en florecer. Sin embargo, la planta que protagoniza esta entrada constituye una de esas excepciones por las cuales vale la pena probar otros métodos dado que garantiza resultados rápidos.

Iris domestica es una especie procedente de China y Japón, anteriormente conocida como Belamcanda chinensis, nombre que como siempre ocurre suele predominar todavía en algunos sectores, como el del cultivo ornamental. Su nombre común más habitual es lirio leopardo o flor leopardo, denominación acertada cuando se observa el aspecto de sus flores. La planta pasó, tras análisis moleculares de su ADN, a conformar parte del género Iris, siendo antaño además la única especie existente del ya obsoleto género Belamcanda, por lo que no tiene una relación demasiado estrecha con otras especies de Iris. Lo cierto es que cuando observamos de cerca sus particularidades encontramos diferencias notables con sus parientes, muchos de los cuales forman parte de nuestras colecciones de plantas ornamentales.

Dos flores coinciden el mismo día
Habitualmente los iris tienen flores en una disposición triple que consiste en sépalos colgantes cubiertos por otro juego - formando una estructura tubular que suele esconder los estambres- coronados por otros tantos en posición erecta. Es el aspecto que encontramos en Iris germanica, Iris reticulata o Iris x hollandica, entre otros, pero nada tiene que ver con el de Iris domestica. En éste apreciamos una disposición radial de seis sépalos, tres más grandes y tres algo más pequeños superpuestos en el mismo plano. Su aspecto es más similar a otras especies emparentadas como Sisyrinchium o Moraea, aunque el peculiar moteado de los sépalos la hace única, recordando en este aspecto a algunas azucenas asiáticas, orquídeas o Tricyrtis, plantas todas ellas con las que únicamente comparten el taxón de las liliópsidas o monocotiledóneas.

Detalle de una de las flores anteriores
La planta llegó a casa todavía como semilla, en un sobre de la marca Flower Goddess, la que encontramos habitualmente en tiendas online de China. A pesar de las reticencias iniciales, busqué información de otros cultivadores y parecía que eran fiables, con lo que me animé a probar. Como en otras ocasiones, por menos de un euro tenemos las semillas y su transporte desde su país de origen, que en este caso es el propio de la planta. Se pueden germinar como cualquier semilla de planta anual, esto es, en un envase hermético con papel de cocina húmedo. Germinan por lo general en pocos días y pasan sus primeros meses creciendo como una pequeña roseta en abanico con tres hojas superpuestas. En mi caso, fue sembrada en abril tras un primer intento fallido algunas semanas antes, y a partir de ahí la planta fue ganando tamaño y originó dos rosetas. Para el otoño, las hojas más grandes se habían ido deteriorando de manera natural y quedaron sendas rosetas de pequeño tamaño durante el invierno. Con el aumento de temperaturas y de la luz solar, las hojas empezaron a crecer progresivamente.

Tras una semana de floración
Parece increíble que en apenas un año desde semilla la planta alcance el tamaño de un iris, una Freesia o un gladiolo de varios años de edad. Sólo quedaba aguardar al esperado evento de la floración, que se ha producido en plena llegada del verano, a principios de este mes de julio. De entre las aplanadas rosetas surge una fina vara con flores que en principio parecen algo pequeñas en proporción a las hojas, con unos 3-4 cm. de diámetro. Poseen estambres agrupados que se proyectan desde el centro y un estigma que se aparta hacia un lado en paralelo a los sépalos. Las flores tan sólo duran un día, quedando cerradas con los pétalos trenzados entre sí al día siguiente. Aunque en principio parece que sólo habrá unas pocas, de cada ramificación siguen apareciendo nuevos capullos a medida que pasan los días -ahora mismo lleva una semana entera a una o dos flores por día. Algunas de ellas han comenzado a engordar, y espero poder contemplar también la bonita estructura de sus semillas, cubiertas por una membrana negra brillante y agrupadas en un conjunto que las hace asemejarse a una mora, de donde surge el nombre inglés blackberry lily.

Una vez más, el lejano oriente pone a nuestra disposición una especie de gran belleza y tremenda sencillez a la hora de cuidarla. Hay que perder también el miedo a sembrar según qué especies de bulbos, cormos y rizomas desde semilla, pues existen más especies de las que parece capaces de ofrecernos una floración completa en menos de un par de años desde su siembra.

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