lunes, 27 de febrero de 2017

Destellos de invierno

Heliophila coronopifolia
Como viene siendo habitual cada año, el mes de febrero, a pesar de su corta duración, experimenta el cambio transicional más acusado entre el invierno y la primavera. En nuestro particular clima, de inviernos cada vez más suaves, el breve mes se va tornando más benigno al mismo ritmo que aumentan las horas de luz. Puede haber episodios de frío, lluvias u otros elementos típicos del invierno, pero lo cierto es que siempre acaba siendo un aperitivo de la primavera. El sol durante estos últimos días consigue calentar lo suficiente para dejar una temperatura de alrededor de 20ºC, si bien éstos suelen ser producto del calentamiento, ya que las verdaderas máximas medidas a la sombra todavía se mantienen en torno a los 15-17ºC. Este año el mes ha contado con unos pocos días de lluvia que no han alcanzado a acumular unos escuetos 14 mm. en total. Con el ambiente todavía fresco, dichas cantidades aún fueron suficientes como para regar bien las macetas.

Linaria nevadensis 'Grenada Sol'
Siguiendo la tónica de este mes, la terraza ha comenzado a llenarse de flores. Éstas suelen ajustarse a alguno de estos patrones: bulbosas de crecimiento invernal, anuales de crecimiento rápido o perennes que mejoran en cuanto bajan las temperaturas. De muchos de los bulbos ya se ha hablado en las entradas dedicadas a los Iris reticulata y los narcisos, aunque todavía hay cabida en esta para los jacintos. El primero en florecer ha sido un cultivar adquirido el pasado otoño, 'Anastasia'. Se trata de un jacinto de aspecto silvestre con flores de tamaño ligeramente menor y más separadas entre sí que en las variedades ornamentales más populares. Son de color morado-azulado y como particularidad producen más de una espiga floral como norma general. Casi un mes después se han abierto las flores, precisamente, de un jacinto rosado de una variedad de flores más grandes. Éstas por lo general sólo conservan el aspecto lleno y apretado el primer año, cuando vienen preparados desde donde los cultivaron, apareciendo las flores más sueltas y separadas en temporadas posteriores. Rara vez producen más de una espiga por temporada. Estos en concreto llevan tres años floreciendo en la terraza y han ido produciendo bulbos nuevos en su base.

Jacinto rosado
Las plantas anuales comienzan su periplo de temporada única. Podrían haber sido muchas más, pero este año he tenido que lidiar con una excepcional voracidad por parte de los caracoles. Muchas plantas han desaparecido bajo su apetito insaciable en cuanto las he dejado al descubierto, a pesar de haber hecho todos los esfuerzos posibles por protegerlas y hacerlas crecer a cubierto, sea en invernadero o bajo malla, hasta tener un tamaño que les permitiese sobrevivir. Algunas especies ya no las podré volver a sembrar hasta el otoño que viene -no vale la pena probar ya ahora- y faltará ver si las semillas, algunas con bastante tiempo, todavía germinan. Por ello, y aunque debería haberlo hecho hace mucho tiempo, me decidí a probar a utilizar cebo molusquicida. Encontré un bote de 300 gr. por 3,50€ y me puse en ello. Se trata de unos sticks coloreados de azul (supongo que para hacerlos localizables para el cultivador) que contienen metaldehído, el cual resulta fatal para los moluscos. Al parecer se les añade una proteína que llama la atención de los caracoles -información encontrada en la red, pues en el bote no se explica- y hace que se sientan tentados a comerlos. A los dos días de aplicar el cebo encontré decenas de caracoles de todos los tamaños muertos. Vistos los buenos resultados me animé a seguir quitando protecciones a muchas plantas y por el momento, todo bien. Cierto es que los caracoles todavía han aprovechado para seguir mordiendo brotes y flores allá donde no esparcí el cebo, pero los daños han sido menores y tan pronto como los he detectado he dejado caer algunos sticks alrededor.

Jacintos 'Anastasia'
La anual que primero se estableció esta temporada, con flores ya en diciembre antes incluso del inicio del invierno, fue la Linaria maroccana. Casi todos los ejemplares salían en diversas tonalidades de rosado y amarillo, y aunque han ido cambiando de aspecto, llegué a pensar que eran el resultado de un cruce fortuito entre sus progenitoras y las Linaria reticulata, cosa que todavía no descartaría del todo. Alejadas de esta duda, un par de ejemplares de flores totalmente blancas -salvo por la mancha amarilla central- han roto el esquema y, ahora sí, parece que sí hubo semillas caídas de ejemplares fuera de sospecha en lo referente a posibles hibridaciones. También florecen ya las Linaria nevadensis 'Grenada Sol', que parecen una versión agrandada de la planta de la que obtuve las semillas. Tienen las mismas flores de color morado intenso pero esta vez son plantas más altas: el año pasado las flores estaban cerca de las hojas, siendo un ejemplar compacto de apenas 12 cm. de altura. Sorprende la firmeza y rectitud del pedúnculo que sujeta las flores, más delgado y flexible en sus parientes maroccana y reticulata.

Lamium amplexicaule
Raro es que acabe dejando alguna anual adventicia allá donde ha aparecido, y la mayoría de veces es por lo que cuesta retirarlas una vez han crecido entremezcladas con las plantas cultivadas. Ocasionalmente han florecido en la terraza las amapolas Papaver dubium y este año hay varias plantas que parecen corresponder con esta especie; a éstas, por su aspecto llamativo y el poco espacio que ocupan, se les puede conceder un indulto. Desde hace un tiempo, la lamiácea Lamium amplexicaule aparece de manera habitual, cada vez en mayor número, en macetas de cualquier rincón. Lo curioso es que todos los ejemplares eran cleistógamos, esto es, que producían semillas a partir de flores que no necesitaban ni abrirse. En alguna ocasión pensé incluso en recolectar semillas nuevas, pues se trata de una especie frecuente en herbazales y es probable que sus flores atraigan abejas. No ha hecho falta: los propios ejemplares autosembrados este año, sin que conozca el motivo, han comenzado a producir flores regulares. La planta en sí no es demasiado grande, aunque crece de manera postrada y sus hojas redondeadas pueden tapar parcialmente a sus vecinas. Las diminutas flores poseen el aspecto clásico de las lamiáceas, con corola bilabiada, fusionada en un largo y estecho tubo. Por el momento no he visto a las abejas fijarse en ellas, aunque lo cierto es que hay tanto pocas flores como pocas abejas.

Arctotis híbrida
Las especies de origen sudafricano suelen copar el primer trimestre, o cuatrimestre, de cada año. Da igual si son anuales o perennes, siempre son de las primeras en el calendario. Con las bulbosas no suele ocurrir lo mismo, aunque me he pasado años intentándolo con especies en principio sencillas que no terminan de establecerse y por tanto, no puedo sacar conclusiones. Este caso es particularmente triste con las Ixia y Sparaxis, especies bastante fáciles de encontrar, muy económicas, que sin embargo nunca han tenido éxito a pesar de que brotan con aparente normalidad. Las primeras, curiosamente, florecieron la primera temporada que probé con ellas, en la primavera de 2013. Las segundas, tras muchos intentos, apenas las he visto florecer en un par de ocasiones y siempre salen flores deformadas. Mi idea al respecto es que estas plantas estarían mejor si pudieran plantarse en otoño, pero suelen salir de los viveros holandeses como bulbos de venta primaveral. No descarto seguir probando con ellas para intentar conseguir lo mismo que con sus parientes las Freesia, las cuales sí se establecieron y en la actualidad crecen con las lluvias otoñales y florecen poco antes de primavera. En estos momentos, los mismos ejemplares del año pasado están ya formando flores. Es lógico, puesto que son plantas que reposan en verano, con la sequía, y no deberían plantarse en primavera sino en otoño. Al moverlas cuando se supone que deberían estar creciendo hay que esperar tener suerte y que consigan crecer un poco hasta el verano, perder las hojas y volver a crecer con los cambios otoñales, adaptándose a una rutina más propia de su biología.

Heliophila coronopifolia
Por otra parte, las perennes y suculentas sudafricanas suelen ser más agradecidas. Las segundas son, posiblemente, unas de las plantas más populares y fáciles de cultivar, nada exigentes, hasta el punto de que algunas especies se han vuelto invasivas en nuestros parajes naturales. Muchas de las especies de la terraza, como Lampranthus aureus o Euphorbia aeruginosa se encuentran en pleno inicio de la floración. Las herbáceas y arbustivas también comienzan a abrir sus flores antes de la primavera, algunas mucho antes: desde hace unos años las Gazania florecen mejor en otoño, y la Felicia amelloides este año empezó a hacerlo en noviembre. Por el momento ya ha durado más que el ejemplar que le precedió, que murió al segundo verano de estar en casa. Desconozco si es una planta de vida breve o simplemente hice algo mal. No obstante, el ejemplar actual ha perdido parte de su volumen al secarse algunas ramas, pero lo cierto es que esto empezó a ocurrir la primavera pasada y por el momento la planta se ve verde, sana y con crecimiento nuevo, floreciendo algo más que en los tres meses previos. También la Arctotis híbrida, que sembré en otoño de 2015 y ha duplicado su tamaño después de trasplantarla el otoño pasado, se encuentra floreciendo de manera más abundante y temprana que la temporada anterior, lógico por otra parte. El otoño-invierno le ha sentado bien, no hay duda.

Linaria maroccana blanca
Para finalizar, hablaríamos de las anuales sudafricanas. Emulando el ciclo vital que experimentan en su zona de origen, las plantas crecen deprisa durante los días cortos y florecen bastante pronto. En los prados sudafricanos germinan con las lluvias otoñales y tienen de tiempo hasta que el calor y la sequía vuelvan a apretar, posiblemente antes del verano. Dado que el clima de mi zona permite que las plantas crezcan perfectamente en invierno, tan pronto como llega el mes de enero comienzan a abrirse las más tempranas, en este caso las Dimorphotheca sinuata. Les siguen pronto las Dorotheanthus bellidiformis y. en pocos días, el resto de especies. Este año he vuelto a repetir con las Arctotis fastuosa, que han empezado a florecer ya, y algunas especies nuevas que si bien no todas han tenido éxito, las que han salido adelante añaden un toque extra de belleza. La primera, por ahora, es la crucífera Heliophila coronopifolia, un pariente de las mostazas con unas particulares flores de color azulado y hojas lineares, aspectos ambos radicalmente opuestos a lo que acostumbramos a ver en especies europeas como las mostazas, colzas y rabanizas.

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