viernes, 10 de febrero de 2017

Días en crecimiento

Muscari macrocarpum
Este invierno está resultando particularmente movido. A mediados de enero tuvimos un temporal de viento y lluvias muy intenso que poco después tuvo su réplica en el lado opuesto de la península, suficientemente fuerte como para llevarnos a nosotros unos días de vientos de oeste-noroeste que llegaron a ser muy notables en algunas jornadas. Desde luego, ser un árbol en una ubicación expuesta ha tenido que ser bastante difícil durante estos últimos dos meses, teniendo que soportar de manera reiterada ráfagas de viento que han acabado con muchos de ellos. Afortunadamente, en esta última ocasión el viento que sopla desde el interior no ha tenido repercusiones para las plantas de la terraza, ya que la ubicación de ésta queda protegida gracias a los edificios vecinos que lindan por ese lado. Ha llovido también en este inicio de febrero, pero de manera casi anecdótica, con poco más de un milímetro en sendas ocasiones en las que la lluvia hizo acto de presencia.

Plectranthus neochilus
Lo que sí podría destacarse como positivo es el progresivo aumento de temperatura en las horas centrales del día, llegando en más de una ocasión a los 20ºC. No es, obviamente, lo más normal para finales de enero y principios de febrero, pero nos hemos ido acostumbrando estos últimos años. Parece que la tónica habitual de febrero, que solía comprender una primera mitad más fresca -y frecuentemente la que marcaba las temperaturas más bajas del año- y un final ya más cercano a lo que será el mes de marzo, ha quedado como cosa del pasado. En los últimos años, todo el mes funciona como una transición hacia la primavera, algo así como una ampliación de las primeras semanas de marzo. Por ello, las plantas que hasta diciembre parecían todavía pequeñas reciben ya al mes de febrero crecidas y con sus flores abiertas.

Abeja en una Linaria maroccana
Con las perennes y bulbosas es, obviamente, mucho más fácil de advertir que la floración es inminente. Semanas antes de que se produzca ya empezamos a observar cómo los extremos de los tallos o el centro de sus rosetas de hojas empiezan a adquirir una forma distinta, presagiando que las inflorescencias se están desarrollando. Así, los racimos de Muscari macrocarpum comenzaron a emerger de la tierra a finales de diciembre, con lo que a mediados de enero ya había flores en marcha. Esta estupenda bulbosa es, desde el pasado año, la primera de todas en florecer. En esta ocasión ha mejorado al multiplicarse, puesto que ha producido muchas más espigas de flores. Al juntarse tantas resulta mucho más evidente su fragancia a plátano, que huele de manera idéntica a la variedad comercializada antaño, la 'Gros Michel', cuyo aroma todavía se utiliza en repostería y golosinas. Cabe destacar que el Muscari macrocarpum es más rápido que los armeniacum, los cuales también han empezado a florecer ahora, poco después de su pariente, pero sus hojas aparecieron en septiembre. Los macrocarpum, en cambio, no crecen hasta bien entrado el otoño.

Iris germanica
Mucho más rápidos han sido en esta ocasión los Iris germanica. En apenas dos semanas, justo tras las lluvias, han ido apareciendo unos pocos tallos con flores que ya se encuentran abiertas y que no durarán mucho más allá de mediados de este mes a menos que otros tallos les sucedan. Se ha mostrado como una planta bastante irregular ya que, de entrada, vio pasar las primeras dos primaveras que estuvo en casa sin florecer; en 2015 floreció a finales de marzo, en 2016 a principios de mayo y en esta ocasión, a principios de febrero. Algunos ejemplares han desaparecido, pero los que quedan han crecido de manera significativa y probablemente se hayan visto beneficiados por la abundante pluviosidad de estos últimos cinco meses. Dado que no han mostrado nunca un esquema de floración predecible, no habría que descartar que este año sean capaces de seguir floreciendo un tiempo más o hacerlo en primavera tras una eventual pausa. Algunas abejas gustan de su polen y si el año pasado era la Xylocopa la que se encargó de visitarlos, en esta ocasión más temprana son las Apis mellifera las que se pasean por sus estambres alineados.

Muscari macrocarpum
Las plantas de origen sudafricano son sin duda las más numerosas en floración durante el primer trimestre del año. A la Felicia amelloides, que  ha hecho una pausa, y la Osteospermum, hay que añadir ya a las primeras Dorotheanthus bellidiformis, las cuales han empezado a florecer en macetas donde llegaron de manera involuntaria, puesto que la maceta que sembré intencionadamente va un poco más atrasada aunque también allí empiezan a formarse flores. Lo mismo está ocurriendo en varias especies originarias de dicha región, las cuales seguramente irán abriéndose de aquí a marzo. La que ha dado por comenzada su floración desde ya mismo es la Plectranthus neochilus, una lamiácea suculenta que tengo desde diciembre de 2015, pero que ha tardado todo este tiempo en decidirse a florecer. La planta permaneció prácticamente invariable hasta el otoño de 2016, cuando aumentó de tamaño a medida que iba recibiendo agua de lluvia. Es curioso, puesto que lo que había leído de ella era que no necesitaba demasiada agua y efectivamente, trataba de regarla lo justo para no estropearla. Con las lluvias y la bajada de temperaturas ha mejorado considerablemente, sacando más y más hojas de un tono más verde, al punto de que los tallos cuelgan por un lado de la maceta. Su floración aparece en unas estructuras engrosadas muy similares a las de la Lavandula stoechas, aunque sus flores son más grandes que las de ésta. Recuerdan a una versión sobredimensionada de las de sus parientes los coleos y al parecer producen un néctar atractivo, puesto que he visto a varias abejas metiendo la cabeza en ellas y permaneciendo un buen rato en cada flor.

Dorotheanthus bellidiformis
Los insectos, por supuesto, empiezan su movimiento tan pronto como aparecen los primeros coletazos de buen tiempo. Entre enero y febrero, pero especialmente durante los días cálidos y soleados de esta semana. he ido observando visitas ocasionales de algunas moscas y de la esfinge colibel, que realiza visitas tan breves que en ocasiones ni siquiera se detiene a beber algo de néctar. Durante estas últimas dos semanas ha ido en aumento la presencia de insectos más propios de la primavera, como los sírfidos, las abejas melíferas y las primeras observaciones anuales de las pequeñas Lasioglossum, abejas pequeñas de preferencias generalistas cuya presencia en la terraza se prolonga durante meses, aunque desde octubre que no las había vuelto a ver. Y, por supuesto, regresan ya las Anthophora plumipes, especie que ya había adelantado su presencia a principios de enero con una hembra muy temprana que se pasó unos instantes por la terraza. En esta ocasión estoy observando machos, lo más lógico, pues en las abejas solitarias siempre son éstos los primeros en emerger y encargarse de patrullar el terreno listos para detectar a las hembras con las que aparearse. Como ya ocurriese el año pasado, sólo las Linaria tienen flores lo suficientemente complejas y de su agrado para que estos incansables voladores dejen de aletear por un instante mientras se alimentan.

La meteorología todavía tendrá tiempo para mostrarse variable durante semanaes. Por ejemplo, hoy mismo las temperaturas han vuelto a descender y el viento de poniente ha cesado, dando paso a ráfagas que vienen del lado opuesto. Para los próximos días se espera que sople algo más fuerte de gregal y venga acompañado de algunas lluvias. Buena ocasión para compensar la pérdida de humedad que ha ido provocando el poniente de la última semana. No hay mal que por bien no venga.

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