sábado, 29 de marzo de 2014

Inestabilidad primaveral

Viola x wittrockiana
Como es habitual, en primavera el tiempo puede cambiar de un día para otro y voltear la situación atmosférica en un santiamén. Si bien lo que más falta hace, la lluvia, parece que evite aparecer incluso cuando hoy no se ha visto el sol en todo el día, al menos queda el consuelo de que las temperaturas se han suavizado un poco y en estos últimos dos días la tierra no se ha secado mucho a pesar de que el viento está volviendo a hacer de las suyas. Tanto, que llevo unos días queriendo fotografiar nuevas flores y es imposible.

Quizá lo más destacado de la semana sea la "operación desmantelamiento" que he empezado a llevar a cabo con el contenedor de los bulbos. En éste, todo el sustrato está seco seguramente desde que enterré todo aquel montón de bulbos en octubre. Por este motivo y como descubrí gracias a que se me ocurrió escarbar en las zonas donde menos bulbos habían salido, éstos no habían pasado ni de la fase de enraizamiento. Al parecer, al faltar totalmente la humedad y compactación de la tierra, los bulbos reaccionan como si estuviesen guardados en una caja o una bolsa: las hojas brotan muy poco, y las raíces se quedan a medio salir. Como la planta no comienza su ciclo, al cabo de un tiempo se acabará secando. En muchos casos creo que es ya inevitable, pues dudo que se pueda hacer nada que empuje a la planta a enraizar. He excavado en el lateral derecho y me he encontrado a jacintos muertos (termino pues con esta especie, a la que no le he acabado de encontrar el atractivo), Crocus que no tienen ni una sola raíz cuando ya deberían haber florecido hace un mes y otro grupo de especies, en su mayoría Triteleia y Allium, brotando y con las raíces queriendo salir. Ni corto ni perezoso saqué estos bulbos, los puse en macetas y regué en abundancia. Espero que sean capaces de desarrollarse por lo menos hasta el verano y conservarlos para la próxima temporada, en la cual serán tratados de una manera mejor.

Gilia tricolor
¿Qué hacer entonces? Bueno, de momento mi decisión es que cuando todos los bulbos que han ido bien entren en su fase de descanso, los sacaré y desmantelaré el contenedor. He de reconocer que el experimento salió mal: más de mil litros de sustrato, una superficie de unos 7 m² simulando ser un trozo de jardín exclusivamente para bulbos donde pudiesen crecer a sus anchas. El resultado: el primer año más o menos bien, pero con bastantes claros a pesar de la gran cantidad de bulbos plantados. El segundo año, ya está visto: la falta de lluvias y de riego han provocado una debacle monumental y ni la mayoría de bulbos recién comprados este otoño han brotado. ¿Por qué no regaba? Bueno, el año pasado no lo hacía casi nunca, porque si escarbaba en la tierra, a unos 10 cm. de profundidad estaba húmeda. Este año, aparte de que ha llovido muchísimo menos, el calor inusual ha estado presente durante al menos tres de los cinco meses que hace que lo planté todo, es decir, que tengo gran parte de culpa por la falta de previsión. Mi idea es repartir los bulbos en recipientes más ajustados, que iré construyendo, y poder tener un mayor control sobre la humedad de la tierra. Además no renovaré todas las especies y lo más seguro es que a partir de ahora me quede sólo con las de pequeño y mediano tamaño.

Oxalis articulata (arriba) y triangularis
En el resto de plantas no hay tanto que lamentar, todo va bastante bien; quizá lo que ya empieza a ser preocupante es que el contenedor de las herbáceas ya tiene problemas para retener bien la humedad y aunque riegue abundantemente, da la sensación de que las plantas no prosperan, pero sí se deterioran por el riego a chorro, los hongos y los pulgones. Las sembradas más recientemente parecen no crecer nunca, mientras que las demás no dan demasiadas alegrías. Han comenzado a florecer las Gilia tricolor, las Centaurea cyanus y unas Malcolmia maritima que se han quedado "enanizadas". Está abriendo sus últimas flores la misma espuela de caballero que vengo mostrando desde noviembre, con la planta ya estropeadísima, a la vez que comienza a despuntar alguna arañuela y otro tipo de espuela va ganando altura, quizá de aquellas dobles que tuve el año pasado, que también sembré aquí.

Papaver nudicaule amarilla
Se ha animado a florecer de nuevo el Oxalis debilis, del cual comentaba en la entrada que les dediqué que me extrañaba esta parada repentina, uniéndose así a sus recargados parientes O. articulata y O. triangularis; parece que la Centaurea montana va tomando ritmo, los ranúnculos están espléndidos y las anémonas no acaban de estar tan radiantes como el año pasado. Algunas trepadoras florecerán pronto, mientras que por la zona menos soleada las amapolas de Islandia siguen dando color, ahora con alguna flor amarilla.

Entre las novedades de esta semana, o mejor dicho, de finales de la anterior puesto que se abrió el domingo, tenemos un pensamiento (Viola x wittrockiana) de espléndido colorido, el de la foto que abre esta entrada. Procede del segundo sobre que compré de LIDL como 'Swiss Giant', aquel mismo que en 2012 dio aquellas plantas pequeñas y variadas con más aspecto de Viola cornuta de colores que del popular híbrido de flores grandes. Esta vez, como mínimo, sí parece tratarse de una Viola x wittrockiana, y su talla no es excesivamente grande. Le ha costado muchísimo llegar hasta aquí, pues esas semillas fueron sembradas todavía en verano. No sé si al sol hubieran crecido más rápido, pero las plantas no se han ahilado en busca de luz, sino que forman rosetas muy pequeñas y perfectamente proporcionadas.

Oxalis debilis var. corymbosa
Prácticamente ya no quedan casi vivaces, nuevas o viejas, sin brotar: mientras que algunas han tenido muy mala suerte, otras vienen con mucho vigor y es posible que no tarden más de un mes en comenzar a florecer. En el apartado de las menos afortunadas, la Lamprocapnos spectabilis ha sido una de las protagonistas: asomaron unos brotes en diciembre y me animé pensando que al llevar plantada desde la temporada anterior, comenzaría antes su ciclo vegetativo. Los brotes siguen estando igual a día de hoy, con la salvedad de que unas flores han empezado a salir a ras de suelo, tumbadas. Ya me enseñaron un caso parecido y temía que me pasase a mí, y así ha sido. Ahora falta saber si sacará hojas y si vale la pena seguir manteniendo a ese ejemplar; quizá lo intente con uno nuevo en 2015, pero no sabré qué hacer si en 2016 ocurre lo mismo. Probé también con su pariente Corydalis solida y todavía peor: de 10 emergieron 3 tras muchos meses y a todas se les han secado las hojas en cuestión de días.

Así pues, la terraza no pierde ni un ápice del colorido que ha venido mostrando estas semanas, y mientras que la meteorología ya empieza a cansar con su poco favorable monotonía, las plantas siguen adelante y muy pronto serán muchas más las que comiencen a enseñar sus flores. La mayoría de ellas, las más esperadas, las que son nuevas para este año.

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