domingo, 21 de febrero de 2016

Febrero de altibajos


Linaria maroccana
El segundo mes del año estaba siendo, hasta ahora, una continuación del anómalo invierno de temperaturas primaverales que estábamos teniendo, con la falta de precipitaciones incluida. Si bien lo segundo de momento no se ha revertido, lo primero como mínimo ha conseguido normalizarse durante unos días. El aire cálido sobre el Polo Norte desplazó a finales de la semana pasada grandes masas de aire frío que nos alcanzaron justo cuando las temperaturas estaban dando sus picos más exagerados. Tanto es así que entre el mediodía del viernes día 12 y la madrugada del domingo 14 las temperaturas en Cullera y Sueca no bajaron de 19ºC ¡en febrero!. Sería el equivalente a junio o septiembre, aunque claro, las máximas de estos días pasados (unos 22-24ºC) no son iguales a las del principio y final del verano y por tanto el ambiente no se encuentra recalentado después de largos días de sol intenso. No obstante, no deja de ser un hito meteorológico.

Eschscholzia caespitosa
Todo terminó de golpe cuando nos alcanzó la primera masa de aire frío procedente del Ártico. No hemos experimentado una de esas bajadas que en años anteriores vivimos en el mes de febrero, con temperaturas que llegaban a quedar cerca de los 0ºC en plena ciudad, pero al menos cortó de golpe esa pequeña primavera invernal y redujo las temperaturas en diez grados o más. La mínima mensual en Cullera se ha quedado, de momento, en 6ºC, y probablemente sea lo máximo que veremos bajar el termómetro en lo que queda de invierno, puesto que por las fechas en las que nos encontramos es de esperar que las temperaturas vayan hacia arriba a menos, claro está, que se produzca otro fenómeno similar con frío del norte involucrado. Recordemos que todavía queda un mes de invierno, al menos en lo astronómico.

Gilia tricolor
Las lluvias siguen desilusionando. Paso de nubes casi todos los días y breves episodios de lluvia débil, la más copiosa de ellas el jueves 11 por la tarde, con 3,6 mm. En total sólo llevamos 4,8 mm. en lo que va de mes, lo que da una idea de lo nimias que están siendo las precipitaciones. Además, las previsiones que parecían indicar que algunos frentes nos irían dejando agua, el más destacado supuestamente antes de comenzar este mismo fin de semana, tuvieron que rectificar apenas un día antes y revelaron que la lluvia otra vez se alejaría. Ahora mismo estamos igual, con una previsión que indica que quizá caiga alguna gota esta madrugada y otra aún lejana de posibles lluvias para finales de esta semana que comienza, pero demasiado pronto para decir nada. El viento, eso sí, ha acabado perdiendo fuerza y dejó en su último día, hace ahora una semana, una racha máxima de 85 km/h. En resumen, que ya en plena mitad del invierno conseguimos darnos cuenta de la estación en la que nos encontramos.

Borago officinalis
Ahora mismo cuesta discernir qué plantas se han visto aceleradas por el cálido precedente invernal o cuáles simplemente están floreciendo tan pronto como otras temporadas. Las Linaria reticulata llevan en flor desde principios de mes y en la última semana se han ido abriendo las Nemophila menziesii azules y 'Penny Black', las Malcolmia maritima y las que quizá más me han sorprendido: las Gilia tricolor. Éstas son anuales de crecimiento rápido y bastante resistentes a pesar de su frágil aspecto, y hasta ahora lo más temprano que las había visto florecer era a finales de marzo. Hay que decir, eso sí, que este año ha sido el que más me he preocupado en sacarlas adelante, ya que eran de esas plantas que simplemente obtenía en números aleatorios a base de sembrar a voleo. En esta ocasión hice semillero y además con semillas propias, ya que las del paquete original parece que han acabado perdiendo su viabilidad, y fueron de las primeras plantas repicadas en el contenedor. Todavía es pronto y sólo se han abierto dos flores, pero se ven varios tallos con capullos creciendo. Todas las especies mencionadas antes están floreciendo dentro de su fecha habitual, quizá unos días más pronto.

Malcolmia maritima
En la misma tesitura se encuentran las borrajas, que como este año germinaron con el estímulo natural de las lluvias de finales de verano -lo que da una idea, también, de las semillas que habían caído- actualmente cuentan con medio año de vida, tiempo suficiente para empezar a cargarse de flores. Y las abejas agradecidas, pues en cuanto han comenzado a multiplicarse las flores de las plantas que salieron en la misma maceta donde las tuve el año pasado las han empezado a visitar a diario. Otros ejemplares repartidos en distintas macetas, algunos que quizá debería haber trasplantado por diferencias de cuidados respecto al inquilino original. aumentarán pronto el número de flores disponibles. El beneficio no es sólo para las abejas, pues también éstas son necesarias para que el ciclo de resiembra de las plantas me funcione tan bien. Los nectarios de la borraja tienen un tamaño y están colocados en una posición que prácticamente sólo las abejas de la miel y otras especies de talla y costumbres similares pueden aprovechar con efectividad.

Lavandula stoechas
Estas primeras floraciones han traído también algunas novedades, destacando las que están en flor ahora mismo por ser las dos especies que intenté sacar adelante la temporada pasada, fracasando en el intento. Ambas son, sin embargo, parientes muy cercanas de especies que ya he cultivado con éxito. La primera de ellas es la Linaria maroccana, una especie relativamente popular en jardinería que vendría a asemejarse al clásico Antirrhinum majus aunque mucho más estilizada. Suele encontrarse en mezclas de colores, pero como finalmente sólo he conseguido que prospere un ejemplar de momento me conformo con unas flores en dos tonos de rosado, uno tan pálido que casi cuesta ver los detalles y otro más intenso en el tubo de la corola. El aspecto de la flor es el clásico de antirrinos y linarias, con corola actinomorfa de pétalos fusionados que forman dos "labios" que esconden los órganos reproductores y un nectario en forma de espolón que apunta hacia abajo. Es de esperar que produzca una cantidad decente de semillas que sirva de punto de partida para próximas temporadas.

Linaria reticulata
La segunda especie es la Eschscholzia caespitosa, una pariente y vecina de la amapola de California de tamaño mucho menor -un pétalo de la californica sería mayor que toda la flor de caespitosa. En otoño de 2014 germiné unas pocas, pero ya tan tarde que las plantas vecinas las sepultaron al poco tiempo y acabaron con ellas. Con la lección aprendida, en 2015 las tuve listas en octubre y fueron de las primerísimas plantas que pasé a tierra, que además tuvieron la suerte de pasar desapercibidas para los caracoles. Todo en esta planta es pequeño si se compara con su congénere, y las matas de hojas apenas alcanzan 15 cm. de alto y unos 10 de ancho. Las hojas también se dividen como las de californica, pero crecen más erectas y en lugar de tener lóbulos planos los tienen prácticamente lineares. Al final, las plantas han sido cubiertas igualmente por sus vecinas, pero con la ventaja de haber alcanzado su talla máxima antes de que ocurriese. Es por ello que han podido comenzar ya la floración, cuyo aspecto es prácticamente idéntico al de sus parientes mayores aunque con flores pequeñas y de un llamativo color amarillo pálido. Son las primeras amapolas en florecer este año, incluso por delante de las autóctonas oportunistas Papaver dubium que no he dejado de arrancar desde otoño y de las que seguro que todavía quedará alguna.

Tropinota squalida
De las perennes en flor llevo hablando prácticamente desde que comenzó el otoño, salvo de una de ellas que constituye mi segunda prueba con la especie. Se trata de la Lavandula stoechas, un cantueso o lavanda propia del Mediterráneo. Tuve el primer ejemplar en mayo de 2014, el cual traje a casa florecido pero desgraciadamente lo único que hizo en las siguientes semanas fue ir a menos, perder todas las flores y quedar sumida en una extraña latencia de la que no reaccionaba ni al regarla, por lo que dejé de hacerlo. La planta se quedó con hojas pequeñas y grises plegadas contra los tallos, como si nunca terminase de secarse, y reverdeció a finales de otoño. A la primavera siguiente produjo unas cuantas flores de las que no hice ninguna foto aprovechable y posteriormente, la planta murió. No fue hasta diciembre de 2015 en que volví a encontrar un ejemplar en condiciones. Esta vez lo planté en una mezcla formada mayoritariamente por arena de construcción y un poco de tierra arcillosa bien desmenuzada. Para evitar en lo posible aportar cal a la tierra, ya que es poco tolerante a este mineral, la riego sólo con el agua de lluvia que aún conservo y que de momento es suficiente debido a las pocas exigencias hídricas de la planta. Lo que no me dió buena impresión fue que la planta se puso a florecer en enero sacando inflorescencias diminutas que sólo ahora parece, como en el ejemplar de la foto, que comienzan a tomar proporciones normales, debido quizá a las temperaturas extraordinarias. Se componen de una llamativa estructura cilíndrica con pequeñas flores de un morado muy oscuro y unas brácteas rosadas coronando el conjunto. A pesar de que las lavandas son de las plantas favoritas de las abejas, desconozco el motivo por el cual la planta está pasando totalmente desapercibida para éstas.

Linarias
El baile de los insectos, sin embargo, comienza a recibir a sus primeros participantes primaverales. A las abejas les empieza a salir trabajo recogiendo néctar y polen de todas las especies que reciben unas horas de sol, que poco a poco irán siendo más. Otra abeja, la Anthophora plumipes, se ha presentado en dos ocasiones mientras regaba las plantas aunque, como el año pasado, su presencia es tremendamente fugaz, apenas deteniéndose. Eso sí, a diferencia del año pasado, el ejemplar o ejemplares que he visto este año eran machos en las dos ocasiones. Se trata de una abeja de tamaño similar a la común aunque más robusta, con un aspecto más cercano al de un abejorro, y una larga lengua que suelen traer estirada mientras vuelan. No pueden, sin embargo, libar el néctar sin detenerse como hace la esfinge colibel, otra de las visitantes recurrentes estos días que siempre vuelve a las mismas caléndulas sin pararse mucho a investigar otras plantas. Por otro lado están los sírfidos, representados estos días por especies grandes como Eristalis tenax y Eristalinus taeniops o el más pequeño y frecuente Eupeodes corollae. También he observado ya al primer escarabajo Tropinota squalida, algo pronto este año, disfrutando como siempre de rebozarse en polen sobre cualquier margarita grande, en este caso una Osteospermum.

Eristalis tenax 
Con esta llegada del frío el invierno se modera temporalmente mientras se espera el aumento natural de temperaturas y horas de sol propias de estas fechas. Siguen echándose en falta a las lluvias que, como ya ocurriese en 2013-2014, siempre entran desde el oeste y llegan aquí, si es que llegan, totalmente debilitadas. Cabrá esperar a principios de primavera y esperar que se repita la situación de otros años, como el pasado, en que la segunda mitad de marzo suele traer las primeras lluvias decentes del año. Mientras, el crecimiento dispar de las plantas seguirá siendo el punto de atención a medida que la terraza se va llenando de multitud de colores. Se pone en marcha también la recta final de la preparación de nuevas especies, con semilleros, bulbos y otras partes de plantas disponibles en esta época para plantar y ver crecer muy pronto. El camino hacia la primavera, aunque la situación no sea la ideal, ha tomado este año un atajo.

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