jueves, 23 de marzo de 2017

Una nueva primavera

Asperula orientalis
El pasado lunes día 20 por la mañana daba comienzo de manera oficial la primavera. Día y noche se igualaban en duración y el invierno, que no ha sido especialmente frío pero sí el más lluvioso de las últimas décadas, tocaba a su fin. La estación invernal comenzó tras un colofón lluvioso de tres temporales seguidos que dejaron buenas cantidades de agua desde finales de noviembre. El primer mes fue bastante tranquilo, pero la calma fue rota por un cuarto temporal más duro que los anteriores. Después de ello vino otro mes y medio relativamente tranquilo con lluvias dispersas y poco cuantiosas y terminaría, a falta de una semana para el cambio de estación, con otro temporal de lluvias y viento que a nosotros no llegó a afectarnos de manera tan grave como ocurrió en Alicante y Murcia, pero que proporcionó una cantidad de lluvia apreciable y muy bienvenida. Al final, el invierno queda con más de 300 mm. acumulados, algo insólito si miramos atrás. Las temperaturas se han vuelto a suavizar y el inicio de primavera está siendo más benevolente que en años anteriores. Una entrada de aire frío ha refrescado gran parte de la península, provocando una bajada ligera de las mínimas en nuestra región. De lluvias, por el momento, no estamos del todo seguros si veremos alguna gota los próximos días.

Arenaria montana
Lo que es indiscutible es que la cantidad de flores es cada vez más grande y variada. Diversas especies llevan casi un mes floreciendo sin parar y otras tantas se han ido apuntando estos últimos días. Entre las anuales habría que citar a las Nemophila menziesii, las cuales empezaron esta vez con los ejemplares correspondientes a la variedad 'Penny Black', curiosamente los únicos que fueron puntuales a su floración a partir de febrero. Ya en marzo aparecieron las de color blanco y finalmente, con el paso de los días, la forma original de color azul celeste ha hecho aparición de manera patente. Pero sin duda, la gran sorpresa ha sido la floración de la Nemophila maculata. El año pasado me quedé sin semillas de la especie salvo las que pudiera haber por azar de la recogida conjunta de todas las plantas que florecieron en 2015, y el único ejemplar que creció se secó en plena floración sin más, sin producirse ningún descuido en el riego ni nada parecido. Por ello, me quedaba provisionalmente sin semillas y quizá hubiera tenido que comprar más. A lo largo del invierno, un ejemplar de Nemophila me llamó la atención por su gran tamaño en una maceta en la que mezclé otras anuales, pero di por sentado que sería una menziesii. He olvidado del todo si esta recién revelada como maculata llegó allí porque trasplanté una planta aleatoria del semillero, hecho con las mencionadas semillas mezcladas de 2015, o simplemente salió de una semilla perdida en el sustrato. El caso es que se convierte en una segunda oportunidad para recoger semillas de la especie y recuperarla paulatinamente en los próximos años.

Nemophila maculata
Otras especies no tuvieron tanta suerte y este año no están presentes en la terraza. Las Layia platyglossa nunca han sido capaces de dar semillas viables -las que producen siempre están huecas- y tristemente, este otoño pasado las semillas que guardaba ya no germinaron, con lo cual habrá que conseguir nuevas y esperar al año que viene. No ocurre lo mismo, por fortuna, con las Malcolmia maritima. Aunque me descuide y muchas plantas acaben perdiendo las semillas antes de que las recoja, basta con que consiga guardar unas pocas para tener éxito a la siguiente temporada. Además, a estas alturas todavía germinan las semillas originales de 2013 con las que introduje la especie en la terraza. De manera similar, guardo todavía bastantes semillas de Collinsia heterophylla desde 2015, que también empieza a florecer esta semana, aunque el ejemplar parece que esta vez no consiguió ganar ventaja al crecer y las espigas no son tan espectaculares como las de aquel año. En general, el intento de dejar el contenedor de anuales a su aire a base de autosiembra no ha salido demasiado bien, y a ello hay que sumarle que el temporal de enero arrasó la parte trasera por la fuerza combinada de la lluvia y las fuertes ráfagas de viento, pudriendo a muchos de los ejemplares de plantas arraigados allí. Este otoño queda claro que todo irá a base de semilleros, y más todavía con ese enorme avance que ha supuesto el uso de molusquicida para acabar con los caracoles.

Collinsia heterophylla
No obstante, la variedad en el contenedor no es del todo mala a pesar de que faltan bastantes especies emblemáticas que no habían faltado estos últimos dos años, como las Agrostemma, Centaurea cyanus o Schizanthus. De las presentes, hace ya días que florecen las Salvia viridis y ahora comienzan a abrir sus flores las amapolas de California. Las demás especies es de esperar que florezcan ya en abril, quizá un poco antes. Haciendo ya un esbozo de lo que debería ser la lista de plantación para el contenedor este próximo otoño, sin duda introduciría a una planta que llega este año a la terraza: la Asperula orientalis. Se trata de una rubiácea anual de porte ligeramente postrado que tolera de buen grado la sombra, aunque obtuve tantos ejemplares en una única siembra que los repartí por todas partes y a pleno sol, aunque más pequeñas, las plantas adquirieron tonalidades oscuras y empezaron a florecer antes. Su floración consiste en unos pequeños ramilletes de flores tubulares con 4-5 lóbulos de color lavanda. Su tolerancia al trasplante es tal que llegué a desplantar ejemplares cercanos a la floración por accidente, replantarlos en otras macetas y continuar con su vida hasta florecer. Dado que el contenedor pasa muchas horas en sombra durante el otoño-invierno, considero que podrían ser una adición excelente para este punto. Además, los tallos y hojas son largos y estrechos y crecen perfectamente entre otras plantas, ajustándose en tamaño tanto como les sea posible.

Ajuga reptans 'Atropurpurea'
En cuanto a las perennes, quizá aún es un poco pronto para que muchas empiecen a florecer. Todavía durante estos días se están revelando muchas bulbosas, algo que era de esperar dado que empezaron a mostrar crecimiento de flores bien entrado marzo, y es probable que algunas duren hasta abril o incluso no empiecen hasta entonces. Dejando de lado a estas plantas, de las que hablaremos en una entrada aparte, las perennes herbáceas también despiertan tímidamente. Tenemos, por un lado, a las Anemone blanda, las cuales empezaron a florecer en febrero, de manera tan irregular que pensaba que no vería más flores en lo que quedaba de año. Sin embargo, parece ser que están despertando de manera muy escalonada y todavía a estas alturas empiezan a emerger hojas con nuevas flores de debajo de la tierra. En el mismo entorno de semisombra que ellas, multitud de lamiáceas han rebrotado con fuerza y vuelven a desbordar sus respectivas macetas. La mayoría de ellas, mentas y relacionadas, pueden crecer tranquilas ya que sus aceites aromáticos disgustan a los caracoles. Sin embargo, una de ellas fue severamente atacada pero conseguí salvarla a tiempo rodeándola de molusquicida: se trata de la ya conocida Ajuga reptans 'Atropurpurea', que empieza a llenarse de flores. Tuve un ejemplar con anterioridad que tardó muchísimo en florecer y nunca terminaba de crecer bien, hasta que murió. El actual parece ir por mejor camino y seguramente, ahora que está libre de ataques, consiga volver a llenar su maceta.

Malcolmia maritima
En el lado opuesto, esto es, a pleno sol y protegida apenas por las espigas florales de las Freesia híbridas que se doblan por su peso, florece de manera abundante la Arenaria montana. Se trata de otra especie que tuve años atrás, pariente de los claveles, y que aunque conseguí que floreciese, lo hizo de manera pobre e irregular. Nada que ver con el ejemplar actual, que empieza a cubrirse de flores blancas como la nieve que aumentan en número cada día. Casi todas estas especies de perennes que compro ya crecidas en tiendas sobreviven y florecen bien durante un tiempo, pero no consigo que pasen del verano. He probado distintas mezclas de sustrato, ya que necesitan que éste sea a la vez rico en materia orgánica, ligero y que drene bien, y parece ser que no hay que complicarse demasiado al respecto. Mi gran experimento durante esta temporada es comprobar si de verdad habrá una gran diferencia al haber eliminado por completo el uso de agua calcárea en el riego, algo que dejé de hacer a mediados de agosto. Por el momento puedo hacerlo con facilidad ya que o bien riego con el agua recogida de lluvia (decenas de litros desde septiembre hasta hace unos días) o bien puedo recogerla de una planta pública de ósmosis en mi ciudad, donde el agua viene descalcificada y filtrada. Hasta ahora las macetas aparecían con una gran cantidad de cal acumulada en las paredes interiores y es probable que muchas plantas tuvieran problemas para absorber algunos nutrientes por este motivo, empezando a pudrirse y favoreciendo la aparición de hongos.

Anemone blanda
Las diferencias meteorológicas también van a aportar cambios significativos. Hay especies que se han desarrollado prácticamente igual que el año pasado, otras van varias semanas por delante y otras se atrasarán hasta casi un mes respecto a la temporada anterior. El por qué ocurre esto es complicado de adivinar ya que muchas veces no parece que influya si el conjunto otoño-invierno es más o menos fresco o lluvioso. En años anteriores he visto Centaurea cyanus sembradas en septiembre y floreciendo en enero, o Consolida ajacis floreciendo en noviembre, apenas dos meses después de la siembra y en un otoño bastante seco. Es probable que este año se asemeje más, salvando las distancias, a 2013, en el cual las temperaturas bajas reaparecieron en abril y hasta mayo. Por el momento, cabe destacar que este mes de marzo terminará algo más frío de lo que empezó y que visto lo visto, con las masas de aire frío polar que no dejan de llegar desde el Polo Norte debido al inusual calentamiento de esta zona del planeta durante el pasado año, quizá podríamos esperar una primavera algo menos calurosa y con buena presencia de lluvias. Las del año pasado, aunque escasas y repartidas, fueron bastante decentes.

Nemophila menziesii
Sin más, llegamos a la época predilecta que todo aficionado a las plantas de las regiones templadas ha estado esperando justo desde el otoño anterior. En concreto, en Cullera son los meses de febrero a junio los de clima más benigno y los que concentran el mayor porcentaje de floraciones para la inmensa mayoría de plantas, sean cultivadas o silvestres. Con ellas, y con el avance de la estación, es de suponer que también los insectos se irán animando. Aunque de momento lo hacen tímidamente, especialmente las abejas, es probable que la referencia que tenía del año pasado, con aquel invierno tan insólito, no sirva como ejemplo para comparar con la presente temporada. Habrá que vivir el paso de las próximas semanas para comprobarlo. Como siempre, y más desde que el cambio climático es más que patente, uno siempre desea que la primavera tarde un poquito más en arrancar si a cambio el calor desolador del verano también se retrasa de manera proporcional. Ya habrá tiempo para esas semanas con temperaturas mínimas más altas que las máximas actuales.

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