viernes, 11 de enero de 2013

Martiniáceas: las garras del diablo (II)

Proboscidea parviflora, septiembre de 2012
En la entrada anterior dedicada a estas plantas hice una aproximación global a éstas. En esta entrada que nos ocupa toca hablar de su siembra, cuidados y los aspectos básicos de sus flores y frutos.

Las semillas, como ya se apuntaba, tienen una cáscara muy dura, rugosa. Gracias esta peculiaridad una semilla puede viajar y resistir infinidad de condiciones hasta que vaya a parar al sitio donde finalmente germinará. A nosotros en casa puede que se nos resistan un poco, pero por norma general el éxito es sencillo de alcanzar.

Al principio pensé que un método para ablandar la cáscara sería sumergir las semillas en agua en la que había disuelto una porción de una pastilla de AG3 (ácido giberélico) que se vende en tiendas de productos agrícolas. Este producto, también vendido como hormonas de enraizamiento, estimula la descomposición y crecimiento celular en las plantas y algunas semillas complicadas. Tras este tratamiento, enterré las semillas y unas pocas germinaron. La primera temporada con estas plantas, verano de 2008, tuve un par de Proboscidea louisianica y una Ibicella lutea. Las primeras brotaron en mayo y para el fin de su ciclo dieron varios frutos y semillas (que aún conservo). La Ibicella tuvo una vida algo más corta y sólo consiguió sacar adelante un fruto, del que también sigo conservando semillas.

Flor de Martynia annua
Me propuse desde entonces sembrar ambas especies todos los años, pero no siempre funcionó. En 2009 repetí método y puse dos macetas con semillas en cada una. No hubo plantas ese año pero, curiosamente, en primavera de 2010 empezó a brotar algo de una maceta. Me la llevé a casa, al balcón, y conseguí ver crecer una Ibicella que florecía pero no formaba frutos. Ya eran dos años sin resultado satisfactorio.

En 2011 conseguía hacer brotar una Proboscidea, esta vez sumergiendo las semillas durante un tiempo en agua del grifo, sin más. La planta creció en el balcón pero acabé volviendo a dejarla en la terraza donde actualmente están todas las plantas y donde ella misma se originó, para darle mejores condiciones de luz. Hasta ahora es la Proboscidea más grande que he conseguido desarrollar, cuyo resultado fue el proporcionar un buen montón de frutos y semillas. La planta murió pronto, a finales de septiembre, tras un chaparrón que la pilló cuando ya empezaba a decaer. Los frutos maduraron sin problemas.

Flor de Ibicella lutea
En 2012 me propuse sacar adelante a las dos especies juntas de una vez por todas, con el añadido de una más, la Martynia annua, que había recibido desde México. Sabiendo más o menos cómo funcionaba el asunto, simplemente mantuve las semillas en botes con papel de cocina húmedo desde marzo hasta mayo. Con la Ibicella me pasó algo curioso, y es que brotaron tres plantas de una maceta sin que yo supiera muy bien cómo habían llegado hasta allí. Es probable que ya ni recordase haberlas sembrado la temporada anterior, fallar y volver a utilizar esa tierra, que casualmente se encontraba en una maceta donde no tenía nada en ese momento. Las trasplanté y tras recuperarse un poco con el riego, sacaron hojas más grandes y continuaron adelante.

Esta temporada no les di mayor comodidad a las plantas que una maceta grande para cada especie, pero con sustrato arcilloso procedente de la huerta, un sustrato que a algunas plantas les gusta poco (se apelmaza con la humedad y se endurece con la sequedad) pero que pensé que no haría ningún daño a las martiniáceas por su rusticidad. Efectivamente, aunque con el calor se seca demasiado y las plantas se arrugan, si se controla el riego no tienen problema para desarrollarse en esta tierra.

Cápsulas de semillas: Proboscidea louisianica (izquierda); Martynia annua (centro): Ibicella lutea (derecha)

Las plantas alcanzan tamaños distintos, aunque creo que nunca sabré de qué son capaces hasta que no consiga plantarlas en algún lugar directamente en el suelo. La más pequeña suele ser la Proboscidea, que con unos 20 cm. de altura ya comienza a florecer, aunque puede seguir creciendo hasta el final de su ciclo y doblar ese tamaño. Sus hojas son acorazonadas, glaucas y con multitud de glándulas pegajosas y las flores crecen solitarias desde las axilas de éstas.

Las tres especies en septiembre
 Le sigue la Ibicella, con un aspecto similar en cuanto a desarrollo. La planta forma una mata ancha que se va ramificando continuamente, con hojas más grandes que las de su pariente y de aspecto redondeado. Es de un color verde claro e igualmente tanto hojas como tallos disponen de glándulas pegajosas. En el ápice de cada rama brotan las flores agrupadas en corimbos.

La Martynia annua es la más grande de todas. En mi caso, fue la última planta en germinar y la que mayor tamaño alcanzó. En la foto que aparecen las tres plantas se observa que ya es más grande que las demás cuando todavía se encuentra creciendo sin haber florecido; acabó doblando esa talla en apenas unas semanas. Tiene grandes hojas palmeadas de color verde oscuro que se disponen opuestas a lo largo del tallo , que crece totalmente recto, ramificándose cuando empieza a florecer y siempre de un modo curioso: las flores crecen en racimos en el ápice del tallo y éste se bifurca a partir de ese punto. A cada nueva rama, el proceso se repite: racimo de flores y bifurcación. Mi planta llegó a alcanzar unos 4 ó 5 niveles, asemejándose a un pequeño árbol de cerca de 80 cm. de altura.

Flores de Martynia annua
Los frutos básicamente son similares, a grandes rasgos, en las tres especies, con algunos aspectos distintivos. Cuando están verdes, parecen pequeños pepinos o calabacines totalmente lisos, cubiertos de pelusa y con un extremo alargado y curvo. Las cápsulas de su interior se endurecen y al secarse del todo, la piel se raja y deja al descubierto estas estructuras leñosas y duras. Proboscidea e Ibicella dan cápsulas oscuras con dos largas "garras" curvadas, mayores en Ibicella. En ésta, además, la cápsula se encuentra cubierta de espinas, mientras que en Proboscidea es lisa, con algunas hendiduras. Por su parte, Martynia tiene estas "garras" muy reducidas y la cápsula parecen dos discos unidos con una hendidura central.

La disposición de las semillas también varía. En Proboscidea e Ibiciella, si abrimos la cápsula tirando de las "garras" hacia lados opuestos, encontraremos un hueco del que caen semillas al sacudir. Sin embargo, hay más, puesto que en ambas mitades de la cápsula encontramos sendos compartimentos que cuestan algo más de abrir, y que contienen todavía más semillas. Parece tratarse de una estrategia que permite a la planta dispersar más semillas conforme la cápsula viaja enganchada a las patas de algún animal.

Cápsulas de Ibicella lutea
En Martynia la cosa cambia. Yo mismo me extrañé al intentar abrir una cápsula por el mismo método que con sus parientes. Acabé rompiéndola totalmente por la mera curiosidad de ver caer alguna semilla, pero allí no había nada. Por lo poco que pude saber luego, la Martynia contiene una única semilla por cápsula. Así que, a la hora de sembrarla, simplemente enterré la cápsula entera y efectivamente, de allí brotó la planta. Ha dado tantos frutos que el "sacrificio" de aquella semilla se ha visto compensado.

Esta temporada mi intención es repetir con ellas y disfrutar un año más de su singular belleza. Conociendo los métodos que mejor han funcionado, simplemente humedeceré las semillas y las enterraré cuando empiece a hacer calor, esperando que para mayo empiecen a germinar. A pesar de su sencillez, siempre es un reto conseguirlo.

5 comentarios :

  1. me gustaria comprar semillas o plantas 'GARRAS DEL DIABLO'', puedes ayudarme?

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  2. Hola, sabrás donde puedo conseguir semillas de harpagofito africano?

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    1. Hola Luciana. Muchas veces he buscado semillas de Harpagophytum pero nunca he sabido dónde encontrarlas tampoco, siento no poder ayudarte. Me imagino que como es de esas plantas que se utilizan para hacer productos de ¿salud? no será fácil de encontrar.

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  3. Hola. Tengo muchas dudas acerca de martynia annua, encontré un arbusto de esta planta arrancado y me llamó la atención la forma de esta planta, le agradecería mucho si pudiera enviarme información de ella

    Al email sarc851123@gmail.com

    Gracias. Saludos

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    1. Hola Cristy, perdón por tardar años en contestar, pero el blog lleva parado desde 2017 y sólo dejé una entrada suelta en 2020, y desde entonces los comentarios se quedan "pendientes de moderación" dado que por aquellas fechas me entraba mucho spam. Me he dado cuenta hoy de que tenía unos cuantos sin aprobar.

      Bueno, quizá llego tarde, pero si lograste conservar semillas de esa planta que encontraste, a estas alturas aún podrían ser viables a menos que hayan sufrido percances en su almacenamiento tales como larvas que se las comen desde dentro o un exceso de exposición al calor. Si no es así, cultivar esta especie y todas las de su familia es tan fácil como enterrar las semillas en sustrato húmedo cuando haga calor (más o menos cuando las temperaturas no bajen de 18ºC) y dejarlas hacer. A mí me germinaban así e incluso lo hacían solas si se daba la casualidad de que hubiese semillas perdidas en una maceta y de repente venía un día de lluvia abundante en verano. Recuerdo que la última Martynia que tuve germinó tras una tormenta en septiembre, apenas vivió tres meses y con eso le dio tiempo a ser una planta enorme y florífera.

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