martes, 27 de mayo de 2014

Lilium candidum, esplendor ancestral

Lilium candidum
Hay montones de especies, variedades, híbridos y demás seleccciones de azucenas en cultivo. En la terraza hay varias, y este año más que ningún otro, pero las plantas más viejas no parece que estén yendo muy bien y no sé si es por el tiempo que hace, cálido desde febrero, o porque están sufriendo algún tipo de pudrición. El caso es que muchas plantas se han puesto amarillas y/o marrones de golpe, algunas sin florecer, y en lugar de estar ahora en pleno auge parece que llegará el verano y las macetas estarán vacías. Son las novedades de este año, como la que ocupa la entrada, las que han tomado el relevo.

La azucena blanca, Lilium candidum, es una de las nuevas de este año. O, siendo precisos, del año pasado todavía, porque es de las pocas azucenas que se planta en otoño, y esto tiene una razón de ser: brota durante esa época y permanece hasta primavera con una roseta basal de hojas. Ninguna otra de las azucenas ornamentales que tengo lo hace, ya que algunas permanecen en tierra desde el verano pasado y las más nuevas se plantaron en enero-febrero, pero no comenzaron a brotar hasta acercarse la primavera en algunos casos.

Con tres flores
Lilium candidum es una azucena procedente de los Balcanes y Asia occidental, a diferencia de otras azucenas de grandes flores estrelladas cuyo origen se encuentra mayoritariamente en China. Es por ello que se la conoce en Europa desde mucho, muchísimo antes de la época en la que comenzaron a importarse plantas exóticas para embellecer los jardines de las clases pudientes. La azucena blanca debe ser una de las primeras plantas cultivadas puramente por su valor ornamental: ya aparecían pintadas decorando los muros del palacio minoico de Cnosos hace nada menos que 3.500 años. Otras civilizaciones mediterráneas adoraron también a esta bella flor.

Esta azucena tiene un porte y tamaño similar al de sus parientes asiáticas, si bien las hojas, lanceoladas y no tan grandes, suelen estar relegadas a la mitad inferior y el pedúnculo que sujeta las flores está despejado -cubierto con hojillas más pequeñas y pegadas al tallo, en realidad-, a diferencia de la otra azucena de color blanco que tengo en la terraza y vimos hace poco, el Lilium regale.

En el entorno
La floración es similar a la de otras tantas azucenas, aunque me sorprendió para bien el menor tamaño de las flores, aspecto que suelo valorar bastante: las flores de un tamaño más contenido me evocan un aspecto más silvestre y grácil. Dichas flores emanan un agradable aroma, quizá no tan intenso como el de Lilium regale pero sí único y perfumado. La pena, por decir algo, es que han sido muchos meses esperando y sólo he obtenido una vara con cuatro flores que ni siquiera han llegado a coincidir enteras y frescas a la vez, pues el sol ya aprieta bastante y se han ido deteriorando deprisa. Poco les queda ya para comenzar a marchitarse y caerse.

La planta ha alcanzado unos 75 cm. de alto y la he tenido en la pared que queda "a espaldas" de la trayectoria del sol. No se ha inclinado demasiado para buscar luz, pero sí parece que al incidir el sol directo desde tan pronto en la temporada -y con tanta fuerza- la planta haya perdido algo de frescura precipitadamente. Creo que no será mala idea que la coloque en el rincón trasero de la terraza, donde disfrutará de algo más de sombra durante el periodo vegetativo y tendrá el sol suficiente durante esta época para florecer. Todo sea para disfrutar un año más, y los que vengan, de esta preciosidad de fragantes flores blancas.

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